Capítulo 09
|Cuentos y groserías|
El revoloteo de las aves, la brisa suave que chocaba contra su rostro calmado, el pequeño riachuelo que estaba pasando por sobre sus pies que refrescaba de manera suave su piel.
Era maravilloso.
La sensación relajante era única, estaba en un lugar hermoso en el que los colores vivos resplandecían frente a sus ojos esmeraldas.
Sonrió y aprovecho de estirarse.
Ahhh... Hacía tanto tiempo que no se relajaba tanto.
Olió el olor a tierra mojada y también a hierbas frescas que se mecían cerca de él.
¿Debería lanzarse contra el césped?
Ahhh... Ni siquiera dejó que aquel pensamiento acabase de pasar por su mente cuando ya estaba dando vueltas sin cesar en él.
¡Era tan refrescante!
Se quedó observando las nubes y el enorme cielo azulado frente a él con calma una vez había acabado de dar vueltas sin cesar sobre el césped.
Y cerró sus ojos, dejándose llevar.
Entonces sintió el canto de un pequeño pajarillo.
Qué lindo canta...
Entonces escucho como el canto se hacía cada vez más cercano a sus oídos.
El pajarillo estaba cerca, muy cerca. Pero Izuku no quiso abrir los ojos, estaba demasiado relajado.
Que hiciera lo que quisiera, él no le molestaría.
Entonces, sintió picoteos salvajes en sus pecas.
¡AHH!
El constante tacto en su mejilla con un dedo en particular, era la causa de la pequeña interrupción de su dulce sueño.
Izuku podía sentir rasguños bruscos en sus mejillas desde lo más profundo de su sueño en aquellos instantes.
¡El ave me está picoteando el rostro!
Exclamaba entre sueños.
El peliverde comenzó a removerse con molestia entre sus sábanas mientras fruncia el ceño lentamente, sin poder despertar aún.
Pero aquello no era un motivo suficiente para que el de ojos escarlatas detuviera su acción.
Entonces el pequeño pajarillo comenzó a perforar su rostro, ¡comiéndose una peca!
¡AHHHHHHHH!
Abrió sus ojos esmeraldas de manera abrupta, asustado.
Entonces, escuchó a su lado una leve risa llena de maldad. Y el ardor de su mejilla le había explicado su situación al instante.
Ya entendía porqué su hermoso y relajante sueño de pronto se había convertido en una real pesadilla.
Pensó somnoliento, observando con sus esmeraldas cansadas a un lado de la cama, notando a Katsuki sonreírle cercano a su rostro.
Soltó un suspiro y se sentó en la cama con somnolencia, sintiendo como ahora su mejilla además de caliente, había comenzado a palpitar.
—Buenos días, Kacchan. —saludó con sus cabellos despeinados, mientras tomaba un pequeño espejo que tenía guardado en su mesita de noche para poder salir de dudas.
Observó que cada una de sus pecas estaba rasguñada, hinchada y enrojecida. Y de todas ellas destacaba una, que tenía sangre.
Suspiró con pesadez y se dirigió hacia el rubio ceniza que se encontraba sentado a su lado, imitando la postura de Izuku en aquellos instantes.
—Kacchan, estos puntos se llaman pecas. —enseñó, señalando con sus propios dedos las pecas totalmente inflamadas. —Es parte de la piel, no se rasguñan porque duele. —agregó observando a Katsuki que con sus brazos cruzados lo ignoró completamente.
¿Por qué había salido tan rebelde?
Se preguntaba Izuku a sus adentros mientras observaba cómo el joven le arrojaba una almohada en la cara con travesura.
Hubiera sido suave y tierno de su parte si tan solo entre medio de la funda no hubiese estado escondido el zapato que le había regalado días atrás.
Izuku estaba casi convencido que su lindo Kacchan había hecho todo eso a propósito, solo porque se le había dado la gana.
Solo porque le encantaba hacerle fastidiar.
Solo porque sí.
La cabeza de Izuku que chocó contra la almohada retrocedió debido al impacto, cayéndose inevitablemente de la cama.
— ¡Auch! —chilló, levantándose rápidamente. — ¡Esto duele, Kacchan! —exclamó con molestia, con su nariz ahora roja debido al golpe de la suela escondida entre la funda de la almohada.
Como respuesta a ello solo recibió una sonrisa totalmente burlista.
—Parece que el respeto se fue al demonio en esta casa. —murmuró molesto con su ceño fruncido, mientras quitaba el zapato de la funda para lavarla.
El zapato estaba lleno de lodo y quién sabe qué más.
Este hombre realmente era un misterio pero sobre todo un travieso.
Izuku abandonó la habitación escuchando a sus espaldas las carcajadas de Katsuki.
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Las lecciones continuaban constantes cada día.
Katsuki ya sabía hablar más fluido aunque aún le faltaba perfeccionarse un poco.
Y su agresividad seguía intacta, aún siendo consciente de que lo que hacía no estaba bien.
Pero, ¿a quién quería engañar? Al fin y al cabo, esa era su esencia.
De a poco, el rubio comenzaba a aprender a leer, Izuku continuamente le leía cuentos infantiles antes de dormir, esa era ya una parte de su rutina.
Primero, calentaba la leche recién ordeñada de la pobre y vieja vaca que apenas y se podía sus patas debido a la edad y luego la servía en un jarro.
Tres vasos era poco para Katsuki, por lo que debia darle bastante si no quería recibir gritos y pataletas de parte del rubio ceniza.
—Sussi hoy no está feliz. —habló Katsuki de brazos cruzados, observando a Izuku sentando en una pequeña silla mientras ordeñaba a Sussie, quien le miraba neutral.
Cuando Katsuki intervino, Sussie movió su cabeza para hacer resonar su campanilla del cuello.
Y Pato se le acercó a sus pies.
Izuku le miró con neutralidad. — ¿Por qué lo dices? —preguntó, sin dejar de ordeñar a Sussie.
—Sussie suele saludarme la visito y esta vez no hizo. —respondió el rubio ceniza avanzando lentamente hacia Sussie.
Izuku sonrió levemente. Katsuki aún solía no mencionar conectores importantes durante las oraciones que decía, pero ya se le entendía bastante bien cuando hablaba.
—Sussie debe estar cansada. —respondió Izuku. —Quizás tiene sueño, además debe agotarla el que yo la esté ordeñando. —añadió.
— ¡Cuack, cuack!
Izuku soltó una leve risa. — ¿Ves? —soltó. —Incluso Pato está de acuerdo.
Katsuki miró a Pato neutral.
—Pato debería comerse. —respondió.
Entonces Pato le mordió el tobillo.
— ¡AHHH! —exclamó Katsuki molesto.
Izuku rió aún más fuerte. —Pato es muy sensible, ten cuidado con lo que dices. —respondió acabando de ordeñar a Sussie. —Es algo gruñón. —dijo, avanzando hacia donde Katsuki. —Vamos adentro, es hora de ir a la cama.
Katsuki le miró molesto. — ¡PERO PATO ME MORDIÓ! —exclamó sobandose el tobillo.
Izuku le revolvió los cabellos. —Seguro y se le pasará su enfado contigo si eres bueno con él. —añadió.
— ¿HAH? —soltó el rubio. — ¡Yo no seré bueno con él luego de esto, es más! —gruñó, tomando un montón de paja. — ¡Ten! —exclamó, lanzandole toda la paja encima.
Izuku soltó un suspiro.
—Al menos no lo ha pateado como pateaba a las gallinas... —pensó.
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.
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La noche había caído.
—Kacchan, es hora de ir a la cama. —golpeó el pecoso suavemente en la puerta del rubio, quien en respuesta simplemente le abrió con cara de pocos amigos.
Izuku le sonrió, traía en sus manos un jarro de leche y un vaso.
—Ah, ¿no quieres leche esta vez? —preguntó al observar aquel rostro molesto.
Katsuki frunció el ceño e Izuku le sonrió nervioso.
—Entra, ¿quieres? —murmuró Katsuki mientras lo empujaba con su pie izquierdo con furia dentro de su habitación.
— ¡Oye, tengo leche en mis manos, no lo hagas! —reprendió Izuku observando al rubio por el rabillo del ojo.
—Cierra la boca. —ordenó con desgano mientras se lanzaba a la cama.
Izuku prefirió omitir comentarios ante esto, ya que Katsuki realmente era un profesional cuando se trataba de gritar y hacer desastres cuando algo no le parecía bien.
—Bien, ¿qué cuento quieres el día de hoy? —pregunto sonriente, mientras le servía leche en su enorme vaso.
—Pinocho. —respondió el rubio mientras le quitaba el vaso entre sus manos.
Izuku asintió de inmediato. — ¿Sí que te gusta ese cuento, eh? —sonrió con dulzura, mientras iba a la pequeña estantería que tenía Katsuki para buscar el libro.
Izuku sabía que Katsuki amaba ese libro, siempre pedía que le leyese aquel cuento antes de dormir.
Lo cierto es que el rubio ceniza se sentía identificado con aquel libro, al fin y al cabo, él también había sido una creación que por arte de magia ahora estaba ahí, con vida.
Izuku se sentó suavemente en una de las esquinas de la cama, mientras Katsuki se sentaba a su lado con su vaso de leche.
Abrió lentamente el libro, notando cómo el rubio clavaba sus escarlatas ansiosas sobre los dibujos de éste.
—Había una vez...
Los minutos habían pasado y Katsuki se había quedado dormido con su bigote blanco debido a la cantidad de leche que había bebido.
Izuku totalmente enternecido ante esto le limpio su boca con suavidad mientras lo terminaba de arropar.
Cerró su libro y regresó a la pequeña estantería para guardarlo.
Entonces... divisó lo impensable.
Había un libro de dudosa procedencia.
Frunció el ceño debido a la confusión, entonces lo sacó.
En cuanto lo tuvo entre sus manos, sintió que se desmayaria.
Era una revista sucia, arrugada y con imágenes pervertidas.
Eran las nuevas revistas de hojas de diario dedicadas a los hombres, entregadas y vendidas en las grandes ciudades.
Aquello había sido un proyecto que habían comenzado a lanzar las grandes empresas de periódicos.
Un periódico sucio, muy sucio, que definitivamente no debería estar por nada del mundo en su morada, pero que aún así, allí se encontraba.
Y en la habitación de Kacchan.
Era pornografía.
Izuku palideció.
¿Por qué?
¡¿Por qué su inocente Kacchan tenía algo así en su estantería?!
Sus piernas flaquearon con obvia sorpresa y con molestia se llevó aquella revista hacia el rubio ceniza que dormía plácidamente.
— ¿¡Qué significa esto, Kacchan!? —exclamó Izuku arrojándole la revista en su rostro, despertando al rubio de una manera brusca e inmediata.
Izuku estaba con su ceño fruncido, estaba molesto.
— ¿¡Hah!? —gruñó Katsuki removiendose con furia en su cama por la interrupción de su sueño.
—Yo hago mi mejor esfuerzo para educarte de manera debida, sin groserías, sin material sucio y solo educativo en mi casa, ¡¿para que tú llegues y tengas este tipo de cosas pervertidas en tu habitación?! —exclamó molesto con ambas manos en su cadera observando a Katsuki con autoridad. Entonces Katsuki le miró furioso, clavó sus escarlatas sobre él. — ¡Y no creas que te tengo miedo! Fue suficiente, tendrás que aprender a respetarme lo quieras o no. —agregó mientras observaba a Katsuki levantarse de manera lenta de su cama con mirada amenazante, quedando a centímetros de distancia de Izuku con su respiración agitada debido a su molestia.
—Yo hago lo que se me da la puta gana, Deku. —gruñó el rubio acortando la distancia que tenía con él.
Izuku abrió sus esmeraldas de par en par.
— ¿¡QUÉ!? —exclamó.
Izuku había comenzado a hiperventilar y Katsuki le miraba con una ceja alzada.
— ¡¿PUTA?! ¡¿DIJISTE PUTA?! —dijo infartante, había sido el límite. — ¡¿Desde cuándo aprendiste groserías, Kacchan?! —exclamó.
Katsuki rodó los ojos con desgano. —Cierra la boca y déjame dormir, maldición. —gruñó mientras se arrojaba a la cama de nuevo con desgano.
— ¡¿MALDICIÓN?!
El pobre Izuku ya no daba más con tanta amarga sorpresa, se había estado esforzando para nada, el sueño de tener a un dulce y educado Kacchan se había desvanecido totalmente.
Ahora Kacchan se había convertido en alguien maleducado, temperamental y destructivo.
El rubio con molestia tomó un calcetín y se lo metió a la fuerza en la boca, luego de eso lo empujó hasta a las afueras de su habitación.
— ¡¡Espefa, aún no hemoz acabado de hablaj!! —exclamó Izuku con el calcetín en la boca siendo empujado hasta a las afueras de la habitación por Katsuki. — ¡¡KAJJAN!!
Y le cerró la puerta en la cara.
—Jodido Deku. —dijo sin más regresando a su cama para dormir en calma.
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Izuku estaba con su mirada perdida en la orilla de la cama, no había podido pegar un ojo luego de todo aquello.
No le entraba en su cabeza que Katsuki fuera así y tuviera ese tipo de comportamiento rebelde cuando él solo se esmeraba por su bienestar y cuidado.
Ya no sabía si escribir ahora en su bitácora lo que había sucedido, pues tenía bastante claro que si lo hacía volvería a llorar de nuevo.
—He fracasado como guía. —murmuraba con sus labios fuertemente presionados con decepción. — ¿En qué me he equivocado? —Se preguntaba con notables ojeras sin poder conciliar el sueño.
Entonces soltó un suspiro y miro por la ventana hacia el cielo.
Sonrió amargamente, como si recordara a algunas personas que estaban en lo más profundo de su corazón.
—No me puedo rendir, —dijo sonriendo con una tristeza profunda y amarga, en la que una nube depresiva de pronto llegaba y le abrazaba como su más fiel compañero. —definitivamente lo educaré de la manera debida por mucho que me cueste y entonces... —formuló con decisión mientras vestía su bata para planificar las nuevas clases de Katsuki. —Saldremos adelante. —murmuró, perdiéndose entre los pasillos en la profundidad de la oscuridad.
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Paso por aquí solo para desearles un buen día o buena noche 🖤
¡Espero se encuentren muy bien, besitos, nos leemos!
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