V
Will Graham apretó el libro entre sus manos, sintiendo cómo los nervios comenzaban a crecer dentro de él. ¿Qué debía hacer? ¿Enfrentarlo? ¿Correr? ¿Aceptar que Hannibal podría matarlo o secuestrarlo en cualquier momento? Debía calmarse, respirar hondo y fingir agradecimiento. Sin embargo, a Will Graham no se le daba fácil mentir, sus emociones se dibujaban en su rostro casi sin su consentimiento. Hannibal comenzó a sospechar lo que podría estar sucediendo, especialmente cuando notó que su computadora no estaba exactamente donde la había dejado.
—Will, yo…
—¿Quieres encerrarme en un sótano? ¿Matarme? —soltó Will tan de golpe que Hannibal quedó con la boca semiabierta pensando en alguna justificación a lo que sea que haya visto.
—Will, te diré lo mismo que te dije hace casi dos meses atrás, no soy un pretendiente tan desesperado —respondió sin perder su elegante postura. Su rostro continuaba inmutable, mientras que Will comenzaba a sudar.
—Define desesperado —exigió casi apretando sus dientes.
—Jamás te haría algo que no quieras.
—¿Cómo consideras el hurgar en mi información privada? —inquirió con una profunda decepción y bronca.
—¿Ventaja? —contestó casi divertido.
—¿De qué ventaja me hablas? ¡Estás enfermo! —gritó ya nervioso. No soportaba escucharlo ni por un minuto más. Agarró sus cosas y encaminó sus pasos hacia la salida, una que no se abriría sin la llave que Hannibal tenía en su poder—. ¡Activa el puto ascensor! ¡Dejame ir! —exclamó sintiendo como unas cuantas lágrimas amenazaban con mojar sus mejillas.
—Will, estás exagerando. No soy un asesino, ni un violador ni nada que pueda poner tu vida en peligro —se explicó tan serenamente que hizo enojar aún más al omega que comenzaba a pensar que no volvería a casa esa noche, ni la siguiente.
—Pero si un puto acosador. Imagino que compraste mi información para saber cómo comprarme a mí. Estás loco —repitió apoyando su espalda en la pared para deslizarse por ésta hasta caer sentado en el suelo junto al ascensor.
—Will, conseguir la información de cualquier persona es muy sencillo mientras se tenga dinero.
—Dos veces caigo en la estupidez de creer que sos diferente a los demás. Sos tan inteligente al pedo, crees que todo se trata de plata y poder, que cualquier persona te pertenece porque naciste en cuna de oro.
—Te equivocas —lo corrigió acercándose a él—, no me interesa el resto de las personas. Aunque si creo en eso de que todo el mundo tiene un precio.
—Vos sos un…
—No terminé de hablar —lo interrumpió—. Creo que todo tiene un precio, pero que ese precio no siempre es material. No siempre se trata de dinero o poder, aunque puede ayudar bastante.
—¿A qué te refieres? —inquirió Will más curioso que molesto.
—Señor Graham, yo creo que al fin he descubierto su precio estimado, aunque usted puede pedir más, claro está.
Hannibal esbozó una enigmática media sonrisa y se sentó a su lado con cuidado. El piso estaba especialmente frío. Desde allí su departamento se veía aún más grande de lo que era; y los colores de las paredes se hacían insoportablemente pulcros. Le falta un toque de calidez a su hogar y a cada uno de sus días.
—A lo que me refiero, Will. Es que tu precio no será con billetes y lujos, pero creo que puedes pensar en mi oferta si te ofrezco mi eterna devoción, todo mi corazón y cada rincón de mi mente —le dijo con tal seriedad que Will se quedó sin palabras, incluso llegó a olvidar que hacia tan solo unos segundos estaba intentando escapar de aquel lugar.
—Por dios, decime que no me acabas de decir lo que me dijiste, porque es lo más cursi que un alfa haya dicho jamás —replicó controlando una sonrisa burlona que deseaba desesperadamente dibujarse en sus labios.
—Se llama ser romántico —comentó algo ofendido—. Perdón por hacer que descargaran todos tus datos. Quería saber más de tí. No quería perderte en ese mercado.
Will Graham no quería preguntar sobre exactamente cómo había hecho para conseguir su nombre con tan solo encontrarse en aquel lugar atestado de gente. Sabía que tan sólo le haría enojar más de lo que aún estaba. Hannibal Lecter tenía métodos cuestionables de conquista, pero ya no creía tener las fuerzas suficientes para resistirse a él. Era un alfa tan estúpido y posesivo como cualquier otro, pero que en el fondo se justificaba con una inmensa dulzura y una preocupante obsesión.
—Will, sé que has estado solo por muchos años, por eso quiero darte la familia que te mereces —agregó tomando su mano.
—Por favor, pasas de cursi a un acosador que le tendría que meter una restrictiva —enunció ya más relajado.
—Pero es que… —Hannibal fue abruptamente interrumpido por un beso de Will, uno demasiado breve para el hambre que había estado soportando por ocho largas semanas.
Esa fragancia que lo volvía loco se había hecho más fuerte, las notas agrias se habían esfumado y solo queda un dulzor casi empalagoso flotando en el aire. Will estaba feliz, a pesar de que aún estuviera con el entrecejo fruncido. Se sonrió, no podía evitarlo, al fin era casi completamente correspondido. El omega más precioso sobre la faz de la tierra le estaba permitiendo tomar su mano, le estaba dejando empujarlo suavemente sobre el porcelanato y le estaba dando lugar para explorar con sus labios su precioso pecho.
...
El sol se coló entre las cortinas entreabiertas del balcón. Los finos haces de luz se hicieron camino por la piel expuesta de Will. Hannibal siguió con cada uno ellos dejando un insonoro beso en cada lugar que apuntaban. Ambos se encontraban tan solo cubiertos por un fino cubrecamas de satén blanco.
Will, de pronto, abrió sus ojos por un “click” que oyó entre sueños. Al abrir sus ojos y voltearse hacia Hannibal, se encontró con su collar de castidad en sus manos. Hannibal había acertado la contraseña.
—No, yo puedo explicarlo…
—¡Pero la puta madre! ¡Me dejé coger por un acosador! —exclamó abrazando su torso desnudo.
—¡Deja de exagerar! —se quejó devolviéndole el collar.
—¿Yo exagero? ¿Cómo mierdas sabías mi contraseña?
—Solo puse tu fecha de nacimiento, eres tú el que no se esfuerza.
—¡No serás vos quien no debería saber mi fecha de nacimiento! —exclamó enojado levantándose del lecho envuelto en el cubrecamas de satén.
Hannibal no pudo responder, ni defenderse, sabía que continuaba en falta. Y se preguntó sobre cuánto tiempo tomaría para que Will dejará de recordarle su pequeño gran defecto, ese sobre acosar a les fraises².
________________
Nota:
² Las frutillas/ las fresas en francés.
👉🏻 Estos primeros cinco capítulos fueron una comisión para una fanninal en Twitter.
☕ ¿Me invitas un cafecito?
Si disfrutaste de mi trabajo y puedes ayudarme con un pequeño aporte, te lo voy agradecer muchísimo.
https://cafecito.app/zombel
(El link con enlace directo está en mi perfil de Wattpad)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro