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Capitulo 8

Odette

Morir.

Evidentemente todos nosotros sabemos que morir es lo que único cien por ciento seguro en la vida. Algunos lo toman como algo horrible sumergiéndose en el temor a la muerte. Otros lo abrazan felizmente porque ha llegado su salvación.

Hay quienes ni siquiera se ponen a pensar en ello y actúan como si fueran inmortales; viven el día a día afanados por tener más de lo que ya tienen. Se quejan de sus insatisfacciones más superficiales, sin detenerse a pensar que alguien ni si quiera logra tener la mitad de lo que ellos. Destruyen a quienes aman, sus hogares, sus cuerpos, hasta el mismo mundo que les rodea, dejando a un lado el hecho de que la muerte les espera a la vuelta de la esquina. Sus logros por las que tanto trabajaron quedaran para alguien más y ellos ni siquiera pudieron aprovecharlo.

Se irán sin nada.

Lógicamente, deberíamos ser de los pocos que una vez en su vida le toman el peso, la abrazan como algo inevitable y luego lo mantienen como un recordatorio de que se enfoque en disfrutar de su existir. Disfrutar de la bendición de poder mover tus extremidades y correr por una hermosa playa en un día de sol o del simple echo de respirar sin ayuda de algún aparato; preparándose mentalmente para ese día y disponer de algo que reconforte a tus seres queridos en tu ausencia; dejar un buen recuerdo, un lugar en el corazón de otra persona o una lección. Una huella imborrable que quizás pueda cambiar para bien a una persona.

Pero en estos momentos no podía estar más lejos de eso. Tengo un presentimiento de estar terriblemente asustada de morir. Lo siento tan real, como si pudiera recordar del porqué no quiero hacerlo. Hay una necesidad en mi pecho que se conecta con mis piernas de querer salir corriendo hacia algo pero... ¿qué es? ¿acaso no estuve sola en ese lugar? ¿seria alguien importante para mi?

En el fondo de mi audición, escucho a Seth hablar parlanchinamente. Aquel que con todo lo que me ha contado, me ha echo replantearme este tema en concreto.

Al día siguiente que desperté, después de las presentaciones correspondientes, Seth me sumergió en un tipo de interrogatorio donde no pude responder la mayoría de sus preguntas. Le conté del tortuoso recuerdo que había tenido. Supongo que no era de mucha ayuda, ya que no pude ver rostros ni reconocer voces pero estaba segura que no habían mujeres con mis atacantes. Fue un sueño muy enredado, con escenas rápidas y exasperantes.

Finalmente terminamos con él diciéndome todos los acontecimientos pasados desde el punto de vista de ellos; cuando me encontraron, parte de la investigación y la situación en la que me encontraba:

Sola... sin familia ni amigos preocupados por encontrarme.

Hoy, a tres días después de ese día en que literalmente explote en lagrimas, vino a decirme los avances de la investigación. Al parecer el o la que estaba detrás de mi, había interferido en todo lo relacionado conmigo. No sabían quien era, pero si era capaz de borrar videos de las cámaras de vigilancia, probablemente, mis datos convenientemente también le habrían metido mano.

Y para rematar todo el asunto, seguía en peligro de asesinato.

—¿Odette?— el hombre toca mi brazo y yo salto ante tal cercanía, por lo que él aleja su mano rápidamente con los ojos llenos de comprensión. —¿Escuchaste lo que dije?

—Lo lamento. Estaba... perdida.—le miro suplicante por no dedicarle mi total atención.

—Si crees que es mucha información, lo dejamos para otro momento.— exclama como si quisiera entrar en pánico por verme mal.

—No, no, te escuche. Solo me detuve a procesar todo.— él asiente y se tumba en el sillón cama a un costado de la camilla. —Realmente estoy conteniendome para no entrar en una paranoia.— me abrazo a mi misma, creyendo que de esa manera podría mantener a raya la ansiedad que crecía en mi interior. — Me dan nauseas de solo pensar que alguien quiere asesinarme.

—Es lo que estaba diciéndote.— se sienta correctamente. —Incluso antes de saber que tuvieras perdida de memoria, hicimos un plan para poder resguardarte de manera que estés cómoda y acompañada por rostros familiares. En este caso yo y Neil.— apoya sus codos en las rodillas y continua hablando, moviendo sus manos para enfatizar sus palabras. —Tengo el permiso de mi superior para llevar este caso como mejor me parezca y mi amigo, tan lindo...— rueda sus ojos azules y no puedo evitar sonreír.—, se ha ofrecido para ayudarte, bueno, ayudarnos a todos.

Alarmada por escuchar que Neil estaría involucrado, comienzo a negar.

—No quiero que él este al lado de alguien a quien buscan para aniquilar. Seria tremendamente peligroso.

—¿De que hablan?— me sobresalto cuando escucho su voz de repente y giro el rostro hacia la puerta.

Tiene sus enormes brazos a los costados, cargando en sus manos algunas bolsas de papel, mirándonos seriamente a través de sus lentes, con sus cejas levantadas, imponiendo su enorme figura. Era increíblemente alto y moderadamente corpulento, lo que podía convertirte en una pulga a su lado. Yo no era demasiado baja pero aún asi no le llegaba más arriba de su barbilla.

—Hablábamos de ti.— responde Seth a lo que le miro con los ojos un poco más grandes por la mentira.

Neil deja las bolsas en mi mesa de noche y se cruza de brazos, mirándome cuestionablemente.

—Ah, ¿si?

—N-No... Bueno, si...

—Neil, la vas a pervertir si te pones así.

—Seth... —le recrimina a su amigo. Logro ver un leve sonrojo en sus mejillas. —Es suficiente. Solo hice una pregunta.

—Claro. Ni si quiera intentas hacerte el galán pero hasta yo me puse nervioso.

— Que idiota.— murmura bajo, negando con la cabeza.

Ahora soy yo la que levanta las cejas, atónita por el vuelco de la seria conversación de antes y, para que engañarse, más que nada por Neil. Inmediatamente cuando repaso disimuladamente su figura siento mi rostro arder por lo que estoy haciendo.

Odette, no seas atrevida.

Siempre lo había visto con trajes, nada ostentoso, ademas de su gran figura, claro. Generalmente tenia un estilo similar a un hombre de los años 40', bien peinado, rasurado, limpio y elegante pero con un toque de no sé que, que le hacia ver moderno. Su cabello era un tanto más largo arriba, que el semi degrade en la parte de su nuca, y aunque se notaba que lo peinaba con algún fijador, siempre tenia unos mechones rebeldes que se escapaban a su frente.

Ahora todo eso era reemplazado por ropa deportiva gris, a juego con una camiseta común y zapatillas negras de suela blanca.

Lucia... bien.

Quiero decir, se veía desmesuradamente atractivo.

Yo no tenia recuerdos pero no era ciega ni estúpida, y había que serlo para no reconocer que Neil era un hombre atrayente naturalmente. En eso su mejor amigo tenia razón; ni siquiera tenia que intentarlo, simplemente cualquier cosa que hiciera te dejaba media tonta. Pero el echo del lazo amistoso que hemos formado en estos días, siendo él tan protector, caballero y atento, crecía un muro invisible que me limitaba a solo sentir una especie de hermandad por él.

Y es que yo tampoco estaba en condiciones como para permitirme el lujo de conquistar a nadie. De todos modos, estaba segura que Neil mucho menos arruinaría su vida entregando su valioso tiempo a alguien como yo, romanticamente hablando.

Por lo que he visto en su forma de ser estos días, era una persona algo seria. No de esos que te parecen amargados y aburridos, solo serio o... ¿cómo explicarlo? Respetuoso, esa era la palabra correcta. Anteponía el respeto ante cualquier otro factor cuando estaba cerca de personas que no conocía muy bien. No se abría con tanta facilidad y era muy reservado. A pesar de eso, conservaba un lado dulce que dedicaba sonrisas, consuelo y abrazos.

Todo lo contrario a Seth, que era un mucho más abierto y sin filtros a tan solo un par de horas de conocerte.

—Estaba contándole a Odette que no la enviaremos a una casa de acogidas.

—¿Si? —le miro con el ceño fruncido porque no recordaba esa parte.

Seth me entorna los ojos. —¡Dijiste que estabas escuchando!

Abro la boca y los ojos al mismo tiempo que recuerdo lo que me estaba diciendo antes de la aparición de Neil. No es que no lo escuchara... es que Neil, él está tan...

No lo diría, lógicamente.

—Oh, si, si. Disculpa son-

—Dejame adivinar.—interrumpe el detective mi pequeña excusa mentirosa. —¿Secuelas?

—Y pueden ser permanentes.— contesta Neil en mi lugar.

El hombre rubio parado a mi lado me mira y exhala, decidiendo sentarse en la orilla de mi camilla. Deja un pie tocando el piso y con su otra pierna que queda suspendida, apoya una de sus enormes manos venosas en su muslo.

—Creemos que sera lo mejor no dejarte sola mientras no atrapen a los responsables. La prioridad Seth y mía es mantenerte oculta lo máximo posible. A salvo.

Gracias a Neil volvíamos a la seriedad.

—Pero no tengo donde ir ni dinero.— replico algo temerosa.

—Seth arregló todo para que te lleven a casa de su madre, Olivia. Suele ser un hospedaje pero no está habilitada. Es muy acogedora. Estoy seguro que te sentirás a gusto allí.

—Y mi madre es un amor, no te costara adaptarte.— agrega Seth.

—Esperen... —me dirijo al amigable detective. —¿Tu madre esta de acuerdo con esto?

—No se hizo del rogar. Mi madre es una agente retirada. De ahí viene el gusto.— se apunta con orgullo.—No lo reconoce pero le gusta el peligro.

—Eso no es reconfortante.—bufo, negando con la cabeza al no comprender porque tanta gente arriesgándose.—Si llegaran a saber quien me ayuda-

—No te preocupes por eso. Lo tengo todo bajo control.

—¿Cómo?— pregunto curiosa.

—Hay cosas que son difíciles de explicar. Pero, en resumen,  mi madre y yo no tenemos parentesco según el registro civil.

Vaya. Ahora estaba más confundida.

Neil a mi lado frunce el ceño, observando un punto fijo, totalmente ido. Desde donde estoy puedo escuchar los engranajes de su cerebro trabajar a todo dar.

—Recuerdo una vez que dijiste que solo el Director tiene facultad para cambiar las fichas— dice de la nada, interesado y pensativo.

—No... bueno, lo detectives también podemos pero debemos entregar una justificación al Segundo al mando, ya que se utiliza solo para ocasiones necesarias. De no hacerlo, se corre el riesgo de que te pillen y seas expulsado, por lo que nadie se tomaría la molestia.

—Nadie, excepto alguien que este coludido con uno de los jefes, el cual a su vez no este cumpliendo con su deber.

—Sep.— dice recostándose en el cómodo sillón, dejando sus manos detrás de su nuca. —Sé a lo que quieres llegar y créeme que ya lo había pensado. De echo... es lo más seguro.

Mis ojos se mueven de uno a otro como si jugaran al tenis. No lograba comprender el trasfondo de esas miradas de complicidad.

—¿Por qué no dijiste nada?.

—Solo son suposiciones.

—Si es asi, ya deben saber el plan.—Neil se cruza de brazos fastidiado, dejando una de sus manos en su barbilla. ¿Cómo es que esa camisa le aguanta semejante brazos?—Me sorprende que estés tan tranquilo.

—No lo saben.—refuta Seth pacíficamente.—Saben lo suficiente y un poco de información falsa.—finaliza, rascándose la nuca con un gesto de falso arrepentimiento plasmado en su rostro.

—Es genial cómo pueden hablar la mitad de la conversación telepáticamente, chicos.—llamo su atención un tanto irritada porque de pronto se olvidaron de explicarlo todo.— Lamentablemente, la amnecia no trae súper poderes telepáticos.

Seth me dirige la mirada más grave que le he visto en sus azulados ojos desde que lo conozco.

—¿Recuerdas que dije que probablemente tus datos estén alterados? ¿y lo de las cámaras? — asiento. —Bueno, puedo decir que un hacker cualquiera no fue. Ellos siempre dejan un rastro. Pero si el trabajo se hace por medio de un hackeador tan profesional como los que hay entre mis colegas.

No dice más, y no es necesario. Con esa simple descripción ya me hacia un esquema de lo que estaba ocurriendo.

—Un federal corrupto.

—Quien esta detrás de todo esto es un pez muy gordo, Odette. Solo los mafiosos más importantes pueden comprar el honor de un detective. O más bien, millones de dólares.

Siento las expresiones de mi rostro decaer a más no poder. Quizás el miedo y la frustración me dan un aspecto desolador que provoca en Seth torcer su boca en culpabilidad y arrepentimiento.

Estaba literalmente jodida.

No solo se trataba de un loco queriendo matarme, sino que un loco poderoso y mafioso. Estos tipos tienen casi todo el mundo comprado. No se tardarían en encontrarme y de enterarse que estoy viva; eso si es que no lo sabían ya.

Definitivamente no tengo idea como es que voy a vivir sin mirarme las espaldas a cada segundo. Ni siquiera sé si tendría ganas de salir a la calle.

Entonces caigo en cuenta de que si la mafia esta en pos de todo esto, implica que yo no era mejor que ellos, simbolizando que de alguna manera termine mezclada con esa gente.

¿Qué clase de persona de mierda era yo?

—Eso quiere decir que yo... —las palabras se amontonan en mi garganta, formando una especie de nudo que me dejaba enmudecida.

No quería ni pensarlo pero era una probabilidad demasiado grande como para rechazar la idea.

Me negaba a mirar la expresión del hombre sentado en mi camilla. Él era inteligente y sabia que tenia la misma conclusión que yo. Poseía un miedo de que esto lo apartara de mi y decidiera retirarse de mi vida para siempre ¡No podía marcharse!

Pero si podía... no, debía marcharse. En realidad, no era esto lo que deseaba para él.

Neil es muy importante para mi. Es la única memoria clara que tengo, la única persona en quien puedo confiar plenamente.

Es como un aliento.

Cada vez que lo veía llegar, ya sea por un par de minutos porque estaba muy ocupado, solo ese instante me hacia sentir que no estaba sola. Que había alguien que se preocupaba por mi lo suficiente como para sacrificar minutos de su descanso en mi.

Aún así, deseando que se mantuviera a mi lado, no podía pedirle algo como eso. Ser tan egoísta como para pensar solo en mi beneficio de no sentirme sola a cambio de su seguridad y su propia vida.

Es solo que, si debía despedirme de él, no quería hacerlo viendo su rostro decepcionado.

Él es lo único que tengo.

—No pienses en eso ahora, pequeña Odette. De ser cierta la teoría, hay varios motivos por los que una persona termina lastimada por la mafia.— Seth me sonríe a modo de tranquilizarme. —Puede que no haya sido por algo que tu hiciste.

Se para del sillón cuando su teléfono comienza a sonar, como ya es costumbre. Se disculpa antes de salir y dejarnos a solas con Neil en un incomodo silencio. Sin embargo, me armo de valor para superar cualquiera sea su reacción.

—Entiendo que desistas de querer acompañarme en esto.— levanto la barbilla para observarle firme pero su mirada ya estaba atenta a mi.

—No he dicho que quiera.

—Pues deberías.

—Escucha-

—¡No!— le interrumpo abruptamente y bajo el tono de voz para no sonar tan seca. —Agradezco tus cuidados y doy gracias al cielo por haberte conocido. —seco las lagrimas que ya no pude contener con la palma de mi mano. He llorado demasiado. —Eres un amigo increíble. Y así como una amiga no quiero que te metas en esto.— bajo la mirada cuando sus ojos verde olivo analizan mi rostro sumamente tranquilo. Sabia que no me estaba tomando en cuenta. —Por favor, Neil. Esto es algo grande.

— Odi... —me regala una de esas inesperadas sonrisas con un dije de ternura en sus facciones, mientras que yo siento como su nuevo apelativo me ablanda el pecho, sintiéndolo tan familiar y no puedo evitar que un sollozo salga de mis labios. —No puedes decidir por mi. Soy un adulto. Sé muy bien que riesgos puedo y quiero tomar.

—No estas entendiendo.

—Oh, si que lo entiendo. —toma de mi mano, obligándome esa acción tan cariñosa a mirarlo. —Entiendo tus miedos y lo que crees que eres pero si tu vida anterior era un desastre ahora tienes la oportunidad de comenzar de nuevo. —acaricia mi dorso con su pulgar, y con el otro seca las gotas saladas que corren por si solas en mi mejilla. —Yo quiero ayudarte.

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