Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo III

~Pasado.~

La vida era hermosa, los humanos no sabían de su existencia o al menos no conscientes, a veces andaban por sus tierras sobrepasados en copas así que prácticamente eran mitos, historias contadas por ebrios que nunca nadie creería por lo que los dejaban en paz, eran felices cazando, jugueteando entre ellos, amándose fraternalmente y un poco más.

Erik Milano había emigrado de Estados Unidos en 1760 haciéndose pasar por un pescador yendo a parar a Europa en Inglaterra, era un lobo solitario en el más literal y fiel sentido de la palabra, viviendo así por varias décadas, cambiando de hogar por supuesto para evitar los rumores de su extraña condición al no pasar los años sobre sus hombros, desplazándose desde una de las orillas del viejo continente hasta el centro, sus oficios cambiaban conforme el lugar donde se asentaba, así pasaron varias décadas, subsistiendo de trabajos honrosos, había dejado de transformarse en lobo desde que llegó pues no veía la necesidad pero extrañaba sentir el suelo bajo sus patas, el viento en contra su pelaje cuando corría y la hermosa sensación de sentirse vivo pero tenía que hacer sacrificios.

No fue sino hasta que llegó a Transilvania en Rumania que su vida sufrió un drástico cambio, rumores llegaron a sus oídos sobre avistamientos de seres sobrenaturales, hombres mitad hombres mitad lobo, que se alimentaban de su ganado, nunca admitió que le sorprendía un poco, pero luego recordaba donde se encontraba: Europa, la cuna de las fantásticas historias sobre hombros lobo. Así que viajó un poco más, aprender el idioma fue un poco difícil, un idioma más que agregar a su larga lista, todo por que en esos tiempos era más complicado comunicarse siendo un extranjero y cuando prácticamente la lengua "universal" o más hablada fue el inglés a mediados del siglo XX, llegó finalmente a Bran.

Cuando joven tuvo a todas las mujeres que quiso, como cualquiera en su situación, nunca se enamoró realmente de alguna, después de todo eran humanas y el dolor de perderlas sería más de lo que podría soportar, nunca se casó ni tuvo hijos llegando a pensar incluso que era estéril. Algunos campesinos le habían contado de las extrañas y abominables criaturas que vivían en los bosques de la meseta central donde estaba su pequeño pueblo asentado, siendo un cazador innato y después de haber corrido un rumor sobre el hecho de que en algún momento de su vida había sido un cazador que fue bien recibido.

—Sí lo que ustedes dicen es cierto, buscaré al animal responsable de esto—dijo con seriedad

—Dudo mucho que puedas hacerlo—exclamó alguien entre la multitud que se aglomeraba a su alrededor buscando ayuda en él

—Señorita...—el hombre sonrió de medio lado de forma galante—he cazado fiera más peligrosas de las que ustedes mencionan—

—No veo las pruebas—la mujer tenía una sonrisa altanera, Erik se vio bastante interesado y los cuchicheos no se hicieron esperar

—Calma, calma, si no cazo a esa bestia en menos de una semana les devolveré el dinero que pagaron por adelantado—

Todos parecieron de acuerdo y el tumulto de gente se fue dispersando, pero aquella mujer que lo retó seguía ahí, cruzada de brazos, era el año 1860, cien años después de su llegada conoció a la única mujer que supo ganarse su corazón y viceversa.

Crina era una mujer hermosa, altiva, nunca seguía las reglas y era muy rebelde, una vez se enamoró de un humano que supo todo ella y pese a eso, se arriesgó a estar en una relación que brotó en primavera como los botones de las flores, de eso han pasado doscientos años, lloró en su féretro tan solitaria como un alma en pena, considerándose como tal en esos instantes, prometió nunca volver a enamorarse y siguió su vida en los bosques de la meseta junto a su manada dónde su padre la esperó con paciencia pues a esa edad, la rebeldía siempre estaba presente en los de sus especie, apenas contaba con doscientos años, era como una adolescente humana, además, entendía su espíritu pues era igual al de su esposa. Nunca se le impuso un matrimonio, de hecho, nadie en la manada se le había impuesto uno, eran ciertamente algo más liberales que el resto de las manadas.

Cabellos castaños semi cortos, ojos azules como posos de agua dulce, facciones duras pero bien definidas, solía tener el ceño fruncido, en esta ocasión había tenido buenas razones para estarlo pues los hijos de una pareja de la manada se habían transformado recientemente, descubriendo su verdadera naturaleza, lo terrible del caso es que al no pedir ayuda al Alpha (su padre) para poder controlarlos, habían desaparecido ocasionando un caos cerca de la comuna, agradecía que no estuvieran en sus cinco sentidos para reconocer el camino aunque algunos animales de los campesinos que se habían perdido terminaron muertos en sus manos, una perdida pues no podían darse el lujo después del cambio drástico de gobierno a manos del príncipe Alexandru. Ahora tenía que encontrarlos antes de que se acabara el tiempo para poder regresarlos a su estado, aceptando que debían convivir con su lado humano también o terminando por perderse en la primera transformación

¿Por qué le encomendaron esa tarea a ella? Por ser la próxima sucesora al mando de la manada, debía demostrar que era capaz de regresarlos a casa, de servir y cuidar de su manada, solo que no contaba con tener a un cazador ahí, una razón más para detenerlo en su intento antes de que termine herido o matando a los miembros de su manada. Además, algo en su interior se había removido con esperanza y anhelo.

—¿Qué les prometes a los pueblerinos, forastero? A leguas puedo oler que eres un charlatán—alzó la barbilla de forma pedante acercándose con lentitud hacia el

—Yo también puedo oler muchas cosas—asintió sin sentirse intimidado—como por ejemplo, hierba fresca y pinos en tus ropas, en vez del tan usual olor a ganado, mi nombre es Erik—ella se detuvo a medio metro, sostuvieron una mirada por el dominio

—A Crina no le interesa saber tu nombre—se sorprendió un poco al darse cuenta que no podía despegar la vista del contrario en aquel duelo que no planeaba perder—pero si le interesa que te mantengas alejado, devuelve el dinero y vete, esta lugar no es como un pueblo estadounidense—

—¿Cómo sabes...? —frunció el entrecejo sin terminar su pregunta

—No lo sabía, sólo impliqué—se rió suavemente—tu acento me indica no sólo que no eres de por aquí, de Principados*, sino posiblemente de toda Europa, he viajado y conocido y no te pareces a nada que haya visto antes—

—Eres buena observadora—dijo finalmente, embelesado por esos ojos tan hermosos y brillantes, se sentía tan atraído

—Y tú tienes un buen olfato—respondió de vuelta ante el cumplido—pero no te metas en asuntos que no te incumben—

Se dio media vuelta y marchó lejos de él, quien la observaba hasta perderla de vista, jamás se imaginó que esa mujer se volvería tan importante.

Descubrió su secreto un par de días después, en una investigación del terreno, queriendo estar seguro que sus conjeturas eran correctas, estaban en la entrada del bosque, se cubría entre los arbustos, realmente no quería esconderse, quería ser descubierto, piso las hojas secas cerca de sus pies para atraer su atención logrando al instante y fue en un parpadeo cuando despareció de su vista, sé dio media vuelta y cuando se dio cuenta tenía un enorme lobo sobre él de pelaje gris en tonos más oscuros en las patas que podía admirar estaban sobre sus hombros reteniéndolo, y hocico que gruñía mostrando unos caninos bien afilados, listos para clavarse en su piel pero incluso esos ojos en su estado animal le calaban lo más profundo del alma donde algo surgía con fuerza, reconociendo.

—Tranquila, sé quien eres—en vez de suavizar al salvaje animal, este lanzó gruñido más fuerte posicionando su hocico aun más cerca de su rostro

—Espera un segundo, no quiero hacerte daño, Crina... si me dejas mostrarte...—pidió con cierta súplica

La loba pareció estarlo pensando pero no quería ceder ante ese simple humano, sin embargo, su interior aullaba por darle una oportunidad a mostrar lo que sea que fuese a mostrarle, sin sentir temor y por lo contrario a lo que creía, sentía expectación, una parte que estuvo escondida mucho tiempo le rogaba, tenía la corazonada que algo de todo eso sería beneficioso para ambas partes, tanto humana como animal por lo que se separó no sin darle un nuevo gruñido de advertencia.

La vio alejarse apenas lo suficiente para darle movilidad, se sentó sobre las hojas secas que delataban la estación del año y prosiguió a transformarse: se giró sobre su cuerpo quedando a cuatro frente a ella agitó su cuerpo como un animal quitándose el agua del pelaje, músculos y pelaje crecían sin control aparente, la ropa desparecía dejando ver el cuerpo grande y fuerte de un lobo gris oscuro. El lobo se acomodó en el suelo y agachó la cabeza sobre sus patas delanteras dándole a entender que ella tenía el control.

No fue hasta que sus ojos se encontraron en su forma animal que supieron que habían encontrado lo que estuvieron buscando en muchos siglos, sus almas se reconocieron, el Alpha se levantó en sus cuatro patas y se acercó tanto que sus cabezas se rozaron, siendo suficiente como para que se pusieran a jugar entre sí, alegres de verse, de tenerse, de estar juntos y de estar por fin completos, ambos aullaron al mismo tiempo, de la misma forma, el sonido se mezclaba perfectamente, la sincronía era casi irreal entre ambas criaturas, la manada llegó hasta ellos después de varios minutos mostrando en sus movimientos cierta sorpresa, inclusive el par de jóvenes parecieron encontrar el sentido en su vida, llegando hasta ellos para ser "salvados" por la nueva pareja de alphas.

Ellos tenían lo que muchos consideraban casi imposible de encontrar: el lazo.

Esos fueron los "Días Felices" de Reflecția Lunii. De Crina & Erik.

Los padres de Ileana.

------------------------

*Así se le conocía a Rumania cuando fueron gobernados por el príncipe Alexandru.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro