Unos ojos que suspiran desde lejos,
una boca que desespera poco a poco
y unos brazos que no tienen reposo
porque se han perdido en la ilusión
de quien ansía lo que es de otro.

Si acaso diera a probar
el dulce néctar de mis labios
a una boca deseosa de tomarlos,
¿calmaría eso el deseo que en ella habita
o lo exacerbaría sin medida?

Y si acaso probara de mis labios
esa esencia que su ser aclama,
¿calmaría la sed de su alma
o sería como una brasa encendida
que quemaría sus entrañas?

¿Las llamas del deseo apagaría
con un roce de mis labios?
Tal vez, éstos deberían sellarse
dejando que el calor le embriague.

Esa chispa que brilla en sus ojos
es más divertida brillando a mi antojo.

¿Y si le torturo sólo un poco?

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Dedicada a ThamQueen y DionysusVinicius