Capítulo 6. Héroe vengador
—Buenos días —dije mientras bajaba de la escalera, frotándome el ojo con los dedos por el sueño.
—Ruth, buenos días —Me saludó mi madre.
—¿Ya se fue mi padre? —le pregunté.
—Acaba de irse. Ven, acompáñame a desayunar —Movió una silla a su lado, invitándome a sentar.
—Hace frío —musité—. ¿El café sigue caliente?
—Ay, tu padre lo olvido —dijo mi madre dándome el teléfono celular—. Ve, lleváselo. Salí corriendo aprisa para alcanzar a mi padre, y pude oír que arrancaba el coche, acababa de salir del garage.
—¡Padre! —le grité—, ¡Padre!
Al oírme frenó el carro, me acerqué para entregarle el aparato, golpeé con mis nudillos el vidrio de la ventana de su coche —Olvidaste tu teléfono —señalé.
De inmediato bajó el cristal y dijo con una inflexión de cortedad. —¡Oh! Gracias, últimamente no sé dónde traigo la cabeza.
—Que te vaya bien —dije a modo de despedida.
—Espero que esta vez pueda llegar temprano para la cena —habló como si fuera una promesa y después se marchó.
Me quedé parada en la banqueta, viéndolo alejarse. Era una mañana nublada y ligeramente fría, el día tenía una pinta melancólica, el sol yacía oculto tras las nubes y apenas unos pocos rayos se asomaban.
Me percaté que nuestro buzón estaba lleno, así que fui a recoger la correspondencia para entregársela a mi madre. Caminaba de regreso a casa a paso lento mientras iba repasando los sobres.
Publicidad, un estado de cuenta del banco, más publicidad, una carta de la abuela; mi abuela es una mujer de refinada, severa y de modales anticuados, que todavía se resiste a la modernidad y se rehúsa a escribir un email o mandar un mensaje de texto.
—Ruth, ¿si alcanzaste a tu padre?
—Sí —le respondí sin voltearla a ver, estaba concentrada leyendo la correspondencia.
Veamos que más, esta dice mi nombre, que raro yo nunca recibo nada, el remitente es ¿Elton? ¿Cómo es posible?, si él ya está muerto.
—Necesito algo, en un momento regreso —anuncié.
—¿Qué no vas a desayunar? —Ignoré su pregunta y me fui sin contestarle.
Tomé las cartas de Elton y la abuela y me las llevé conmigo, dejé el resto de las cartas sobre la mesa del comedor y me dirigí al despacho de mi padre para tomar prestado su abrecartas. Mi padre tenía muchos de esos artilugios antiguos que había heredado de su padre, él los usaba de decoración. Saqué el abrecartas de un cajón, era una pequeña daga plateada con elegantes gravados y estaba muy afilada.
Me dispuse a abrir las cartas, pero por mi ansiedad me terminé cortando la palma de la mano con el abrecartas —Ah —Gemí de dolor.
Mi madre se aproximó trotando hacia mí un tanto preocupada —¿Y esa sangre Ruth? —Me miró asustada—. ¿Qué hiciste?
—Nada —Llevé la mano lastimada a la espalda y aproveché para ocultar la carta de Elton.
—Muéstrame las muñecas —Me ordenó mi madre.
No dije nada y solo me remangué el suéter que traía puesto a la altura de los codos y le mostré mis muñecas por lo alto. La sangre resbalaba lentamente por mi mano izquierda.
Mi madre me sujetó y pasó suavemente sus dedos por mis viejas cicatrices —Lo lamento, pensé que tú...
—Solo vine por el abrecartas para abrir la que nos mandó la abuela —le expliqué—. No tuve cuidado, y sin querer me corté.
—Disculpame, al ver la sangre recordé... —habló con un tono de desconsuelo en su voz y exhaló profundo—. Bueno, eso ya no importa.
—Ya no lo hago, y te prometo que no lo volveré hacer —Le sonreí.
—Dejame revisarte —me pidió y recargó mi mano en la suya para examinar la herida—. No parece profunda. Ve a lavarte al baño.
Abrí la llave del agua y puse mi mano directamente bajo el chorro. La sangre se diluía con el agua.
—Ruth, te traje alcohol —Mi madre vertió un poco de alcohol en la herida. Apreté mi puño con fuerza.
—¡Ouch! Arde —Chillé. Me ardía el alcohol tanto como el corte. A veces la cura duele tanto como la herida.
—Lo siento, lo siento —Se disculpaba—, pero es peor si se te infecta. Me colocó una gasa alrededor de la mano con gentileza.
—Espero que no deje cicatriz.
—En un par de días no tendrás nada —comentó un poco más animosa. —Voy a limpiar la escena del crimen —dijo mi madre divertida, se refería a las gotas de sangre que cayeron sobre el escritorio de mi padre.
—Lo lamento, yo lo limpiaré —me ofrecí, pero ella rechazó mi ayuda.
Volvimos al desayunador, pero yo no tenía hambre estaba intrigada por la carta que había recibido. En cuanto terminé de comer, subí a mi habitación para leer la carta de Elton.
25 de octubre del 2013
Hola Ruth,
¿Cómo te va en la vida? Espero que bien, con suerte, mejor.
Soy Elton, y no, no es una broma de mal gusto. La fecha es la correcta ¿No te parece que escogí un lindo día para morir? Esta mañana el sol es deslumbrante. Estoy divagando, pero entiéndeme, esta carta la estoy escribiendo en el autobús camino a las oficinas de correo, después de tomarme unas pastillas que le compré a Twenty.
Si tienes esta carta en tus manos es porque lo hice, y si el correo de la ciudad es tan lento como siempre, ya habrán pasado unos días de mi hazaña. Ruth casi puedo escuchar tus reproches mientras escribo, tal vez en este momento piensas lo peor de mí, y quizá lo merezco.
Seguramente había otras salidas, pero ya me cansé de toda esta mierda. He pensado en varias maneras de terminar con mi patética existencia; saltar a las vías de un metro o cortarme las venas, o algo más teatral, como envenenarme o clavarme una daga en el pecho... Renuncio a esta vida porque no soportó el dolor que me tocó padecer, esto de vivir no es para todos, espero que a mi morir se me dé mejor.
Esta idea había estado presente en mi cabeza, pero fue en la fiesta de la hoguera que lo decidí. Moriría, pero no solo, me llevaría conmigo a las personas que hicieron daño a otros y no sienten ningún tipo de arrepentimiento. No creas que tengo un delirio de héroe vengador, solo soy un chico que se hartó de los abusos, y que espera poder librar a los que se quedan de la maldad y la crueldad de algunos. Tengo miedo, pero pienso en mi mamá, en ti y todos los demás que también sufren lo mismo ¿Qué debía de hacer para salvar a las personas de esos abusadores?
Solo un monstruo puede destruir a otro monstruo, y no me importa convertirme en uno.
Los mejores deseos de alguien que morirá hoy, para una buena amiga.
PD: ¿Podrías llevarle flores a mi madre?
También hay maldad en mi interior, según los parámetros de Elton, ¿yo debía morir?
Si Elton hubiera sabido toda la verdad sobre mí, de lo que hice en el pasado, quizás me habría matado...
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