Capítulo 5. La vida sigue
Oí que tocaban la puerta de mi habitación. —Niña Ruth —susurró una voz que distinguí de inmediato, era la de Dolores, una señora que nos ayudaba con las labores domésticas en la casa, un par de veces a la semana.
—Pasa, Dolores —le indiqué.
Abrió la puerta, traía una escoba, una cubeta y varios productos de limpieza.
—Niña, ¿cómo es que sigue dormida a esta hora? —me reprochó—. ¡Son casi las once!
—Ya, ya me iba a levantar —dije levantándome de la cama.
Dolores me cuidaba desde pequeña, y en cierta forma gracias a ella tenía una familia. Me gusta hablar con ella porque así practico mi español. Ella era mexicana, de estatura era más bajita que yo, y eso es mucho decir, su era piel morena color canela, y siempre traía el cabello atado en un chongo apretado.
—A este cuarto le falta más luz —Recorrió las cortinas y abrió las ventanas de par en par. —¿No está mejor así? —Inhaló profundo, llenando sus pulmones de aire.
—¡Cof, cof! El aire es toxico —Tosí para darle más dramatismo a mi interpretación. Dolores ni se inmutó, probablemente no le causo gracia mi broma. Dejé caer mi cuerpo contra la cama, de cara.
—¿Se siente deprimida? —Se me quedó viendo como examinándome.
—No, no —Me puse de pie con rapidez—. Estoy bien, de verdad —le contesté y le sonreí mostrando mis dientes.
—Es muy triste lo que paso, pero no debe mortificarse —me dijo seria—. La vida sigue.
Afirmé con la cabeza.
—¿Ya desayunó niña Ruth? —me preguntó.
—No, apenas...
—Se me ocurre que puedo prepararle algo, ya ve lo que dicen "Las penas con pan son menos". —Me quedé pensativa. —¿Quiere unos huevos fritos con tocino? —me preguntó.
—No, gracias —le respondí. Aunque Dolores cocinaba delicioso, las porciones que me servía eran enormes, como para alimentar a toda la familia, y yo en ese momento no tenía mucha hambre. —Desayunaré cereal con leche —le dije.
—Con razón esta tan delgada, le falta carne en los huesos —Puso sus manos sobre sus caderas apuntando con los codos hacia los lados.
Era delgada pero no demasiado, Dolores exageraba.
Bajé a desayunar, me serví un gran tazón de cereal, era de ese integral que sabe como a cartón, por eso siempre le ponía unas cucharadas de azúcar para mejorar el sabor. Abrí el refrigerador y nada, no había leche.
—Dolores, voy a salir —Le avisé, aunque no estaba segura si me había escuchado.
Pensé en salir con mi pijama a la tienda, pero me avergonzaría si alguien de la escuela me viera así. Me puse un gorro, un pants deportivo y una sudadera grande, así no se notaba que no usaba brasier.
Cuando la salí, divisé a Lisa. Ella iba saliendo de su casa, éramos prácticamente vecinas, vivía a dos casas de la mía. En cualquier otro momento me habría seguido de largo evitándola, pero aceleré el paso para acercame a ella, quería saber de Derek.
—Lisa, Lisa —la llamé.
—Ruth? —Ella detuvo su andar. —Hola —me saludó.
—Casi no te alcanzaba... —dije un tanto fatigada.
—Oye lo que paso ayer con Nicole... No te lo tomes enserio —habló apenada—. Debes entenderla está muy afectada por todo esto.
—Si, lo entiendo —musité en tono amistoso—. No te preocupes.
—¿A dónde vas? —me preguntó
—Al super, ¿y tú?
—Al hospital, estoy aprovechando que esta semana no habrá clases para ir a ver a Derek —me comentó.
—Que buena novia eres —le dije a modo de cumplido.
—Quiero pensar que él haría lo mismo por mí —habló ella con un tono de vacilación.
—Seguro si —Aseguré yo.
—Ayer, por la mañana fui al hospital —le comenté. —Intenté donar sangre, pero no soy apta —dije un tanto desanimada.
—No te preocupes, sí que es complicado conseguir donadores —Se quejó. —Aun así, te agradezco la intención —Me dio una ligera sonrisa.
—Lisa, ¿Cómo esta Derek? —le pregunté.
—Esta sedado, los doctores dicen que esta grave pero estable —En su voz se notaba un poco desanimada. —No tengo idea de lo que significa eso —añadió.
—Él es fuerte y atlético, seguramente se recuperará pronto —le dije para animarla. Derek era uno de los mejores jugadores del equipo de fútbol americano del instituto, al igual que Charlie.
—Si, eso espero —dijo animada. —Oh, ese es mi camión —exclamó.
—Sí, nos vemos —Me despedí y la vi abordar el autobús.
Caminé a la tienda, entré directo a los congeladores y tomé un galón de leche. No había nadie más en el establecimiento. Coloqué el galón sobre el mostrador para pagar, y el joven de la caja lo cobró de inmediato.
—Son 3, 62 —me dijo el dependiente de la tienda, quien al parecer se llamaba Alex, o eso decía su camiseta.
—Buenos días —lo saludé con cortesía.
—¿Algo más? —me preguntó un poco impaciente, ignorando mi saludo. Cuando quieres ser amable con ellos ni siquiera te saludan.
Agarré un paquete de galletas que tenían en el mostrador —Estas galletas —dije seca.
Saqué un billete de cinco dólares del bolsillo de mi pantalón y se lo di en la mano.
—Su cambio —Dejó las monedas sobre el mostrador, las tomé y me fui. Si que era antipático el tal Alex.
Afuera de la tienda estaba un vagabundo sentado sobre hojas de periódico puestas en el piso. En sus manos sostenía un letrero de cartón que decía:
DOY CONCEJOS POR 2 DÓLARES, escrito así, con faltas de ortografía.
Me acerqué a él, impulsada por la curiosidad. Me miró y dijo: —Dime, ¿Cuál es tu problema?
—Hay un chico que me gusta, pero le soy indiferente —le dije. Si lo hubiera meditado un poco mas no le habría dicho nada, no era oportuno ventilar mis secretos a cualquier persona en la calle. El único que sabia de mis sentimientos hacia Lukas era Elton.
—¿Es ciego? —me preguntó
—No —negué con la cabeza.
—Entonces es idiota —expresó él.
—Sal con otro chico, uno que te aprecie —Me miró fijamente a los ojos y continuó—. Eres joven y bonita no deberías sufrir por ningún chico.
—Gracias —le agradecí y extendí dos billetes de un dólar. Él los tomó y los guardo de inmediato en su pantalón.
—¿Quiere una galleta? —le pregunté.
—Preferiría una cerveza —dijo él y me guiñó un ojo.
—¿No le parece que es muy temprano para beber alcohol?
—Yo doy consejos, no los recibo —Sentenció.
Lukas no era idiota, pero definitivamente había algo raro con su actitud hacia mí. No solo era indiferente, es como si evitará cualquier tipo de acercamiento entre nosotros, porque con los demás era gentil y amable, pero conmigo era frio y distante. Cada vez me parecía más probable la teoría de Elton, de que quizá Charlie le había inventado algo horrible de mi o simplemente no le agradaba.
No podría seguir el consejo de ese vagabundo por qué ¿Con que otro chico podría salir? No hay alguien más con quien quisiera estar. Supongo que no todo era culpa de Lukas, yo era algo tímida y cuando él estaba cerca yo me quedaba casi muda y me ponía más nerviosa.
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