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Capítulo 31. Carrie

A veces siento que odio la escuela, y en días como este lo confirmo.

En cuanto crucé la puerta de entrada, recibí las miradas de repulsión de algunos compañeros y otros estaban cuchicheando sobre mí sin disimulo, si pasaba delante de ellos, arrugaban la nariz como si oliera a estiércol. Caminé hasta mi casillero con la cabeza gacha, podía sentir los dedos apuntándome en la espalda, tachándome de asesina, el ambiente escolar se había vuelto más hostil de lo que ya era.

De repente, alguien me puso el pie, no pude ver quien fue, solo escuché el crujido de mis rodillas golpeándose al caer, mi cara casi besaba el piso. Mis oídos zumbaban por el eco de unas risas estridentes similares a las de hienas. Me levanté como si nada hubiera pasado, me sacudí las medias y seguí andando a pesar del dolor punzante en mis articulaciones.

No debí haber venido —hablé para mis adentros. Apoyé mi cabeza contra el casillero conteniendo las ganas de llorar.

—Ignóralos Ruth —dijo Morgan como si me hubiera adivinado el pensamiento.

—Todo el mundo piensa que soy una homicida —me quejé, sentándome en el suelo, abrazando mis rodillas con la cabeza hundida entre mis brazos.

—Lisa y Nicole se encargaron de divulgar el rumor, lo que salió en las noticias solo lo hizo "oficial" —dijo dibujando unas comillas en el aire.

—¿Tú viste las noticias?

—Sí, pero yo me enteré por Nick —Morgan se sentó a mi lado—. Él asegura que eres inocente.

—¿Y tú? —Giré mi rostro para poder verla directo a los ojos—. ¿Qué que piensas?

—No me cabe en la cabeza que tú seas capaz de eso, prefiero pensar que eres inocente —me dio una palmada en la espalda y una sonrisa sincera.

—Gracias —susurré.

Ella acarició mi mejilla y se puso de pie. Abrió su casillero y comenzó a sacar unos cuadernos.

—¿Cómo es que te culpan de algo tan grave? —soltó de repente.

—Derek piensa que maté a Charlie por venganza.

—Así que es por eso —masculló Morgan reflexiva—. ¿Crees que Derek le haya contado a la policía lo que Charlie te hizo?

—No creo, no se atrevería —Me quedé callada un momento dubitativa—. Decirlo podría jugarle en contra.

—Tienes razón. Él estaría en problemas si se sabe —me tendió su mano para ayudarme a levantarme—. Aunque tarde o temprano la verdad saldrá a la luz.

—Tú me prometiste que no dirías nada —sentencié en tono serio sacudiéndola de los hombros.

—No seré yo quien hable —aseguró tomándome de las manos—, pero esta podría ser tu oportunidad de romper el silencio.

—No sigas Morgan, solo mantén el secreto. —Morgan hizo el gesto de un cierre en la boca.

—Lo prometo, pero recuerda lo que dice la biblia: La verdad nos hará libres.

—No me sermonees —refunfuñé—. Por cierto, ¿cómo te fue con Twenty?

En cuanto mencioné su nombre, los labios de Morgan se curvaron en una amplia sonrisa. —Bien, muy bien

—¿Me he perdido de algo? —pregunté arqueando una ceja—. ¿Ha pasado algo entre ustedes?

—N-no, nada —balbució nerviosa.

—Ajá —Me acerqué a ella mirándola con el ceño fruncido—. ¿Te gusta?

—¿Cómo se te ocurre? —Se cruzó de brazos dándome la espalda—. Él y yo somos tan diferentes. Twenty es tan poco ortodoxo, completamente desinhibido y ni siquiera profesamos la misma religión, él es agnóstico.

—Por eso justamente, son polos opuestos —argumenté—. Además, no me has dicho que no.

—Bueno, no voy a negar que Twenty es muy divertido. Con él, el tiempo se pasa como agua. Además, siempre intenta hacer sentir bien a los demás, buscándole el lado positivo a cualquier circunstancia —Mientras Morgan hablaba sus ojos se iluminaban y una sonrisa adornaba su rostro—. ¿Te has dado cuenta como el movimiento de sus cejas acompaña a la perfección cada gesto y palabra que pronuncia?, y cuando sonríe, se le marcan unas arrugas bajo los ojos, que lo hacen ver tan guapo —detalló dejando escapar un suspiro.

—Por dios, ¿qué te dio?

Morgan se sonrojó y cubrió su rostro con las manos. Metió su cabeza dentro de su casillero ocultando su vergüenza.

—Lo confieso, me gusta —admitió en un puchero—. ¿Qué hago ahora?

—Actúa normal, porque ahí viene.

Morgan se alteró y por la prisa de sacar su cabeza, se dio de frente con la pared del casillero, el golpe provocó que se le cayeran los lentes. Ella comenzó a gatear por el suelo buscando sus lentes casi a ciegas, justo cuando me disponía a ayudarle, apareció Twenty, quien rápidamente se agachó a recogerlos. Sus manos se tocaron por accidente, como la típica escena de romance, cuando a la chica se le caen los libros.

—Permíteme, yo los limpio —se ofreció él. Twenty sopló un poco de aire tibio de su boca sobre el cristal de las gafas y las limpió con la tela de su camisa.

—G-gracias.

—¡Tiene muchísimo aumento! —exclamó Twenty al probarse los lentes de Morgan—. Con esto podrías ver a través de la ropa.

Morgan negó con la cabeza, soltando una carcajada.

—Toma, a ti se te ven mejor —apartó un mechón de su cabello moviéndolo detrás de su oreja y le puso los lentes con delicadeza.

Dejé a los tortolitos solos un momento. Me dispuse a abrir mi casillero para sacar mi tarea, pero al intentarlo no pude, la puerta estaba trancada. Le di un fuerte porrazo y finalmente se abrió.

Un recipiente con un líquido rojo salió proyectado sobre mí, manchándome la cara y mi sudadera. También, todo lo que tenía dentro del casillero estaba salpicado de rojo y mis cosas estaban mojadas.

—¡Ahg, no puede ser! Mi ropa, la tarea...

—¡Ruth!

Sentí como ese líquido espeso y rojizo resbalaba por mi cara.

—¿Q-qué es eso? —cuestionó asustada Morgan—. Parece sangre.

Con uno de mis dedos me limpié un poco del líquido que tenía en la mejilla y me lo introduje en la boca. Aunque la consistencia y el color eran similares, no tenía ese sabor metálico característico de la sangre.

—Es sangre falsa —deduje.

—¿Quién habrá podido hacerte esto?

Tengo tres sospechosas: Nicole, Lisa o Samantha, cualquiera de esas tres moiras pudo haberlo hecho. A Lisa no se le habría ocurrido algo así, no es tan creativa. Nicole es más frontal, ella simplemente me habría tirado un puñetazo a la cara. Esto tiene el sello de Samantha, estoy segura de que fue ella.

—Samantha.

—Ruth, te ayudo a limpiarte —dijo Morgan tomándome del brazo—. Vamos al baño.

En frente de los baños, nos encontramos a Nick conversando con Samantha.

—¿Y a ti qué te pasó? —exclamó mirándome con asombro—. Pareces una versión de Carrie de bajo presupuesto.

Samantha rió exageradamente ante el comentario de Nick.

—Alguien le hizo una broma de mal gusto a Ruth —explicó Morgan.

—Buen disfraz —musitó Samantha con una sonrisa socarrona en los labios—, pero ya pasó Halloween.

—Es que, con tanta bruja suelta, me confundí de fecha —ataqué con fingida inocencia. Samantha torció los labios irritada, pero no respondió nada.

—¿Ya sabes quién lo hizo? —preguntó Nick.

Asentí.

Con mi mano quité el exceso de sangre falsa que me escurría, y luego se la restregué en la cara, dejándole la marca de mi mano plasmada.

—Estúpida, me ensuciaste —lloriqueo en una rabieta infantil—. ¡Nick dile algo!

—La dejaste como el Señor Wilson —señaló divertido.

Samantha lo miró indignada y se marchó. Nick se fue tras ella.

—Démonos prisa Ruth —Morgan me jaló del brazo y me metió al baño.

Me limpió el rostro lo mejor que pudo, y luego corrimos al salón de clases.

—Por favor, dejen su ensayo en el escritorio —indicó la profesora. Todos en el salón comenzaron a ponerse de pie dejando sus trabajos apilados uno sobre otro.

Mi ensayo de cinco mil palabras estaba arruinado; las hojas estaban completamente teñidas de rojo y eran prácticamente ilegibles.

—Ruth, ¿qué es eso? —dijo la profesora con un mohín de asco.

—Tuve un accidente.

—Sí, la regla —murmuró uno de mis compañeros y quienes estaban a su alrededor estallaron en risas.

—Imbécil —Rodeé los ojos con fastidio.

—¡Santo cielo! —profirió la profesora viéndome de arriba abajo—. ¿E-es sangre?

—Sangre falsa —aclaré.

—Ruth vuelve a mancharse de sangre como la asesina que es —escuché cuchichear a Lisa con otra chica.

—No he asesinado a nadie —vociferé molesta mientras me acercaba hasta su lugar para encararla—, pero podría empezar contigo.

—Maestra, Ruth está amenazando a Lisa —bramó Nicole.

—Señorita Whitman, por favor.

—Ella me llamó asesina —me defendí.

—¡Basta! A la dirección ahora mismo —gritó señalando la salida.

—De acuerdo, ¿quiere que le deje mi tarea? —pregunté mostrándole las hojas que goteaban el líquido rojo.

—No, no pienso revisarla.

Formé una pelota con las hojas y se la lancé a Lisa en la cara. Normalmente tengo pésima puntería, pero en esa ocasión le pegué justo en la frente.

──❀•❀──

Hola, queridos lectores.

Se me borró todo el capítulo :(

Creo que me quedó más o menos igual a como lo habría escrito.

Este capítulo debió llamarse Ruth contra las ex's. Recuerden que Lukas salió con Lisa y después con Samantha. 

Espero que les haya gustado. Gracias por leer. 

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