Capítulo 26. Nomeolvides
Era sábado por la mañana y yo estaba zurciendo el vestuario de una chica de teatro, sentada en la alfombra de mi habitación. Sin querer me pinché el dedo con la aguja, instintivamente me llevé el dedo a la boca y pude saborear el sabor metálico de la sangre. Sentí en mi interior que eso era una señal de un mal augurio. Me recordó a Aurora y el incidente con la rueca, lo que pasó después fue, bueno, muy jodido
Estaba abstraída en mis pensamientos cuando, comenzó a sonar mi celular, era una llamada de Lukas. Él quería que lo acompañara a ver a Derek al hospital, me informó que el día de ayer había despertado del coma al que lo habían inducido, y como ya se encontraba en recuperación, los médicos le permitían recibir visitas. Como yo no tenía mucho que hacer y no se me ocurrió ninguna buena excusa, accedí a ir con él.
Más tarde, Lukas pasó por mí y luego, ambos tomamos el autobús con dirección al hospital. Le comenté que sería buena idea pasar antes por una florería para llevarle un ramo a Derek, Lukas estuvo de acuerdo, así que nos bajamos un par de calles antes de llegar al nosocomio, en una pequeña florería.
—Yo no tengo mucho conocimiento sobre flores —declaró mientras echaba un vistazo por la florería.
Yo aprendí de flores por Dolores. Su esposo era jardinero, desde que se casaron él se había dedicado a plantar diversos tipos de flores y plantas en su jardín. Cuando él murió, hace más de cinco años, Dolores creyó que las flores se marchitarían. Ella siguió cuidando su jardín con tanto esmero como su esposo, y cuando Dolores lo visita en el panteón le lleva las flores que cultiva, siempre claveles, sus favoritos.
—¿Qué te parecen estas? —le pregunté mostrando un ramo de flores de distintos colores; amarillas, anaranjadas y rojizas.
—Perfectas —dijo alzando su pulgar en alto—. ¿Cómo se llaman?
—Gerberas. Son lindas ¿no?
Él asintió. —¿Estas son tus flores favoritas?
—No, me gustan más las nomeolvides.
—¿No me olvides? Nunca había escuchado de ellas.
La señora que nos atendía bajo de una repisa una maceta con pequeñas flores azules y se la mostró a Lukas —Joven, estas son las Nomeolvides.
Él las observó detalladamente —Son hermosas y te quedan bien —habló con una sonrisa en los labios—. Tú eres difícil de olvidar. Lukas acarició mi cabello, se acercó y me besó dulcemente.
Nuestro besó fue interrumpido por el sonido de las uñas de la florista golpeando el mostrador. Cuando montábamos nuestras escenitas románticas, nos olvidábamos del resto. Le agradecimos, le pagamos y salimos de ahí un poco avergonzados.
Lukas miró la hora en su reloj de pulsera.
—Nicole y Lisa me dijeron que vendrían a verlo —comentó Lukas mientras nos adentrábamos al hospital—. No sé a qué hora termina el tiempo de visitas, así que mejor démonos prisa.
Lo tomé del brazo y en el otro brazo llevaba el ramo. Un paso de Lukas eran dos míos, yo iba casi corriendo.
—Habitación B-13 —musitó Lukas para sus adentros.
Nos acercamos a la recepción para pedir información, pero como la recepcionista estaba ocupada, un joven doctor nos orientó.
—Las habitaciones B se encuentran en el segundo nivel, ustedes que son jóvenes deberían usar las escaleras —dijo acompañado de una risa nasal, como Lukas y yo no reaccionamos a su ¿broma? continuó hablando con un tono más serio—, para llegar a la habitación trece, caminen derecho cuando vean una máquina expendedora den vuelta a la izquierda, sigan caminando hasta al final del corredor, luego den vuelta a la izquierda. Si ven los cuneros significa que ya se pasaron.
—Okey. Gracias —respondió Lukas, yo solo sonreí amable.
Volteé a ver a Lukas y parecía que él sí había entendido las indicaciones. Como yo me pierdo hasta en mi casa, lo tomé del brazo y me dejé guiar. Afortunadamente no nos perdimos, a pesar de que en cada pasillo había como cinco máquinas expendedoras.
—Doctor, ¿podemos pasar a verlo? —preguntó Lukas al doctor que salía de la habitación.
—Claro, solo traten de no inquietarlo —indicó amable—. Y será mejor que entren de uno en uno.
—Tú pasa primero —le sugerí a Lukas.
Él asintió y entró en la habitación. Yo esperé afuera cerca de donde estaban los bebés, conté diecisiete bebes con frazada rosa y catorce con frazada azul. Recordé que no le avisé a mi madre que saldría con Lukas, revisé mi celular y no tenía ninguna llamada de ella, lo que me pareció extraño, ella me llamaba casi por cualquier cosa.
Transcurridos unos minutos, Lukas salió del cuarto con un semblante cabizbajo. —Lukas, ¿cómo está? —lo cuestioné curiosa.
Lukas ladeo la cabeza de un lado a otro como buscando en su cabeza la respuesta indicada. —Se ve un poco débil y algo desanimado. Me preguntó del tiroteo, pero no quise decirle mucho.
—Hiciste bien, recuerda que no debemos alterarlo.
—Es tu turno. Yo iré un momento al baño.
Lukas se fue, yo entré casi arrastrando los pies, Derek tenía los ojos cerrados y pensé que ya se había quedado dormido. Acomodé el ramo de flores en una mesita situada al lado de su cama.
—Tú —La voz grave de Derek provocó que me sobresaltara levemente—. ¿Qué haces aquí?
—Yo vine a acompañar a Lukas.
—Llévate tus flores —bramó molesto—. Eres la persona que menos quiero ver. La acidez de sus palabras y la frialdad con la que me vio me hicieron retroceder, retiré el ramo y me di la vuelta con la intención de marcharme.
—¿Sabes que por culpa de tu amigo no voy a volver a tener una vida normal? —Detuve mi andar y seguí escuchándolo de espaldas—. Mi carrera deportiva está arruinada y perderé mi beca para la universidad.
—Lo lamento en verdad.
—Guárdate tu lastima para ti —Su voz sonaba amenazante, podía ver la ira en sus ojos creciendo, yo me quedé paralizada—. Sé lo que hiciste, y no sé cómo tienes el descaro de estar aquí.
Fruncí el ceño y parpadeé lento sin entender a lo que se refería, antes de que pudiera articular una frase él habló. —Tu amigo y tú mataron a Charlie.
Sus palabras eran como dardos envenenados golpeándome, sentí por un instante mis piernas desfallecer.
—No, yo no... —Intentaba responderle para defenderme, pero él me ignoraba.
—Ya hablé con la policía y les conté todo lo que sé.
—Derek, ¿qué les dijiste exactamente? —atiné a decir. Estaba extrañamente alterada por las acusaciones de Derek.
—Les conté que tú aborrecías a Charlie...
—Tú sabes bien el porqué —lo interrumpí—. Tú estabas ahí.
—Ay, por favor —exclamó con un ademán exagerado y después le dio un pequeño ataque de tos—, solo fue sexo oral.
¡Solo fue sexo oral! No puedo creer que haya dicho eso.
—Y supongo que debo estar agradecida porque no me violó —chillé indignada y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
—No siempre estuve de acuerdo con lo que Charlie hacía, pero no me parece motivo suficiente para que lo mataran.
—¡Deja de decir eso!
—Cuando los detectives me interrogaron les dije que después de que el maldito de tu amigo me disparó, persiguió a Charlie. Y aunque no pude ver nada desde donde estaba, oí a tu amigo pidiéndote que le dispararas.
—Basta Derek —balbuceé mientas me secaba las lágrimas—. Detente.
—Él te dijo: Ruth dispara, y después de unos segundos de silencio solo escuché el estruendo de la detonación.
—N-no lo hice.
—No te creo, pero eso ya lo averiguara la policía. Voy a hacer justicia por mi amigo —se erigió en la cama y me señaló con su dedo—. Además, yo pienso que tú ya sabías lo que Elton iba hacer, quizá hasta fue tu idea.
Me cubrí las orejas con las manos y comencé a repetir una y otra vez; ¡Cállate!
—Dime Ruth, ¿sirvió de algo que lo mataras?
—No, no —Negué con la cabeza.
—¿Estás feliz con tu venganza?
—CÁLLATE —grité a todo pulmón y estrellé el ramo contra la piecera de la cama con fuerza. Los pétalos de las flores se regaron por las sábanas, del ramo solo quedaban los tallos.
Las gerberas no tienen espinas, y cuanto desee que las tuvieran.
A Derek le volvió a dar un ataque de tos, más intenso que el anterior, comenzó a apretar el botón de emergencia de manera insistente.
Yo me fui corriendo al baño porque me dieron ganas de vomitar. Como no había comido nada, solo escupí saliva. Me enjuagué la boca y salí a toda prisa del hospital, no me importó dejar a Lukas ahí, solo quería irme lejos. Cuando estaba con un pie afuera del lugar, me topé con Lisa y Nicole, escuché que me hablaban, pero las ignoré.
Tomé el autobús y como pude llegué a casa. Para mi sorpresa había una patrulla aparcada frente a la entrada de mi casa, me percaté que personas uniformadas recorrían la casa. Aceleré el pasó, mi madre estaba parada a medio jardín con la mirada perdida en la nada.
Le hablé, pero no me hacía caso.
—Mamá, ¿qué ocurre?, ¿qué haces aquí? —Solté una pregunta tras otra, ella sonrió y me abrazó de los hombros.
—Ruth, ven acá —habló en un hilo de voz—. Tenían una orden de cateo y me pidieron que esperara afuera.
Una de esas personas uniformadas llevaba mis zapatos deportivos blancos en una bolsa hermética transparente. En otra de las bolsas, vi una hoja de papel doblada, supuse que se trataba de la carta que me envió Elton.
¡La sangre! «Estúpida, los hubieras lavado»
—No hemos encontrado ningún arma —susurró otro de los oficiales al inspector Crouse. El inspector se peinó el bigote con los dedos pensando.
—¿Arma? —solté confundida, ni siquiera disimulé que lo había escuchado—. ¿Qué arma?
Mi padre no tenía armas, solo una katana, que era más bien una pieza de decoración.
—El arma con la que se cometieron los crímenes no estaba en la escena del crimen —explicó el otro detective—. No la encontramos en ningún lugar de la escuela.
Lo miré estupefacta.
«¿Cómo que no había un arma? Yo la vi, incluso la sentí»
—No teníamos pruebas suficientes para iniciar el proceso —prosiguió—. Pero con el testimonio de Derek, el juez nos autorizó una orden de cateo, para recabar más pruebas.
¡Jugar al CLUE si sirve!
Ahora entiendo, ellos creen que yo maté a Charlie y que por eso escondí el arma.
¡Vaya, son buenos! Carajo, hasta yo sospecharía de mí.
《Mierda. Elton, ¿dónde la dejaste?》
—También confiscaremos su teléfono —anunció el inspector Davis, quien tenía puestos unos guantes de látex. Le di el teléfono sin rechistar, en cuanto lo puse en su mano, comenzó a vibrar, era una llamada de Lukas.
—¿No quiere contestar? —Me preguntó el detective arqueando la ceja. Estaba segura que cualquier cosa que dijera sería en mi contra.
Negué con la cabeza.
—Ruth —Me llamó mi madre sacándome de mi ensimismamiento. Ella estaba más aturdida que yo, por todo lo que sucedía.
—Sería buena idea que llamaras a papá —mascullé y ella me miró preocupada y confundida—. Creo que necesitaré un abogado.
Hola queridos lectores,
Primero que nada, disculpen la demora, me costó mucho trabajo darle forma a este capítulo. Estoy pasando por una mala racha.
Soy una mezcla de lágrimas y mocos, un desastre.
¿Les gustó el capítulo? ¿Qué creen que pasará ahora?
PD: Cambié la portada ¿Les gusta? Díganme que piensan.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro