Capítulo 25. Tweety
Durante el ensayo general las cosas transcurrieron bien, parecía que todo estaba listo para la función que daríamos más tarde. Como siempre, previo al estreno el señor Russell pronunció unas palabras de motivación y concluyó su discurso con la misma frase...
—¿Qué seríamos sin el teatro? —El Señor Russell lanzó la pregunta al aire y sin esperar respuesta añadió—. Al fin y al cabo, el mundo entero es una obra.
Lukas estaba en la entrada del auditorio, me saludó a la distancia agitando su mano y me hizo una seña para que fuera con él.
—Lukas, ¿qué sucede?
—Ruth —me besó en la mejilla—, Morgan y yo queremos saber si quieres que te apartemos lugar o si tú observaras la obra desde acá.
Me quedé pensativa un momento —No lo sé. Podría pedirle permiso al señor Russell para poder ver la obra junto a ustedes...
—RUTH —La voz de Nick gritándome interrumpió nuestra conversación—. ¿Qué hiciste con mis pantalones?
—¿Qué? —mascullé confundida—. Nada.
—Me queda la mitad del trasero fuera —Se dio la vuelta dejando ver parte de su bóxer. Yo lo miré desconcertada.
—H-hola —saludó Nick, quien recién notaba la presencia de Lukas.
—Nick —musitó Lukas.
—N-no sé qué pudo pasar. Quizá se encogió con el lavado.
—¿Qué no me mediste bien? —cuestionó cruzándose de brazos un poco irritado—. Me aprieta la entrepierna —se quejó.
Instintivamente volteé a ver la zona, alcé las cejas sorprendida. —¡Caray! —exclamé e intenté desviar la mirada a otro lado.
No mires abajo, no mires abajo, no mires... Ah, ya miré. ¡Uy! sí que le aprieta.
—Dame un segundo, y te ayudo —le pedí a Nick.
Él resopló y rodó los ojos. —De acuerdo —siseó no muy convencido y se alejó lentamente, mientras se alejaba noté algo raro en su caminar, Nick andaba como si tuviera un pañal cargado, verlo me causó gracia.
—Será mejor que te deje, pareces ocupada —murmuró Lukas sacándome de mis pensamientos.
—No, Nick puede esperar.
—Si quieres ve con él. —La seriedad de sus palabras y su sonrisa forzada no me gustaron.
—No —Fruncí el ceño intentando descifrar la expresión de su rostro, casi podría afirmar que lucía cabizbajo—. ¿Qué tienes?
—Cuando él está cerca de ti siento que... —Lukas hizo una breve pausa, desvió la mirada y exhaló profundo—. M-mejor olvídalo.
—¿Qué es lo que sientes? —le pregunté—. Lukas, dime. Detesto que me dejen con la duda.
—Me parece que Nick te coquetea —balbuceó y después se mordió el labio inferior.
—Agh, lo que pasa es que él es así —Traté de justificar a Nick—, lo hace sin darse cuenta. —Tomé sus manos y lo miré directo a los ojos—. Lukas no pienses mal.
No me atreví a negarlo, también lo he llegado a pensar. Yo ya me acostumbré a que Nick se comporta así con la mayoría de las chicas, por eso no le doy importancia. No creí que a Lukas le molestara.
—He llegado a creer que tú le gustas —admitió al mismo tiempo que se rascaba la parte posterior del cuello.
Moví mi cabeza de un lado a otro y negué siete veces seguidas. —Para nada ¡Qué cosas se te ocurren! —solté una risa nerviosa—. Además, estoy contigo —lo abracé y recargué mi cabeza en su pecho.
—No es solo eso, él busca cualquier pretexto para estar cerca de ti. —No respondí, solo me le quedé viendo. —El día del funeral de Charlie, yo te vi con él.
¡Ese tonto! Me dijo que no había visto a nadie.
—No estábamos haciendo nada —aclaré.
A veces tengo la moral relajada, pero tampoco me pondría flirtear en un funeral.
—Cuando los vi, estaban tan cerca que...
—Nick tiene un problema con el espacio personal —lo interrumpí justo a tiempo—. Aunque desde que sabe que salimos ha mantenido distancia.
—Yo pienso que tiene intenciones ocultas —masculló Lukas y se dejó caer sobre uno de los asientos echando su cabeza hacia atrás.
—¿Acaso piensas que yo podría serte infiel? —Cuestioné con un deje de indignación en la voz.
—No, Ruth no —Acarició mi rostro con delicadeza—. Dudaría más de mí que de ti, pero a veces soy un torpe inseguro. Recargó su cabeza en mi hombro y me abrazó con fuerza.
—Hey, ya no te pongas celoso —Tomé su rostro entre mis manos y se sonrojó al instante—. Tranquilo, Nick es mi camarada, pero tú eres mi novio.
—¡Y me encanta serlo! —Sonrió como de costumbre y luego rozó suavemente mis labios con sus dedos—, Sobre todo, porque puedo besarte cuando sea y donde sea —Me tomó del mentón y se arrimó lo suficiente para que nuestras narices chocaran—. Ahora sería buen momento para hacerlo.
Sentí como el calor subía por mis mejillas y sus labios aprisionaron los míos. —Perdona Ruth, ya no te hostigaré con mis celos —murmuró a medio beso.
Después de eso, recordé que debía ayudar a Nick con su problema. Corrí a buscarlo, lo encontré sentado en el piso de la bodega donde guardamos los vestuarios.
—Vaya, hasta que te apareces —reprochó.
—Lo siento, estaba arreglando algo con Lukas.
—¿Discutieron? —Arqueó una ceja—. ¿Qué le hiciste?
—Nada, ¿por qué asumes que fue mi culpa?
—Así que si discutieron —Sonrió con satisfacción. A Nick le encantaba tener la razón, sin importar de que se tratara.
Afirmé con un movimiento de cabeza. —Él piensa que yo te gusto —confesé—. Es absurdo, lo sé.
—Ja, que buen chiste —musitó con una media sonrisa en sus labios—. ¿Fue por lo de hace rato? Si quieres le explico que solo estaba jugando.
—No exactamente.
—¿Le molestó la mirada lasciva que me lanzaste? —habló conteniendo la risa.
—C-cállate tonto —Farfullé—. No te vi de esa forma.
—Bueno, lo que tú digas.
—Y volviendo a tu asunto, ¿de dónde tomaste los pantalones? —le pregunté.
—De esa pila de ropa —explicó señalando un cesto repleto con indumentaria.
—Eso es ropa sucia —dije sobándome las sienes—, y seguramente traes puestos los pantaloncillos de Jessie.
—Ah, eso explica todo —se alborotó el cabello y se encogió de hombros—. Debo haberme visto como un estúpido.
Peor, como bebé con pañal sucio.
Busqué en la ropa colgada en los percheros, y le arrojé la prenda correcta. —Estos son los tuyos.
—Gracias Ruth —En cuanto los tuvo en sus manos, comenzó a examinarlos—. Vámonos, ya falta poco para que el show comience.
—Nick, rompete una pierna —Le dije antes de salir al escenario.
Desde que comenzó la obra no pude evitar comparar la actuación de Nick con la de Elton. No es que Nick lo hiciera mal, pero Elton se metía en la piel del personaje porque se identificaba con él. Cada vez encontraba más similitudes entre Elton y su papel; él también se suicidó, aunque no por las mismas razones. Al final, una lágrima rodó por mi mejilla, no estaba triste, recordar a Elton me emocionaba.
Después de la función, a la que también fue Twenty, todos felicitamos a Nick por su actuación. Yo me sentí aliviada porque ningún vestuario salió defectuoso, o se rompió a media función.
—Bien hecho Nick —le dije a modo de felicitación—. Sabía que podrías besar a un chico, incluso con el tiempo podría gustarte —Le guiñé un ojo y él me miró mal.
—Nick, ¿y mi beso? —Bromeó Twenty abultando los labios. Nick elevó su dedo medio.
—Amo esa obra, y esta versión me encantó —comentó Morgan muy emocionada. Nick le sonrió gentil.
Después de ese gesto me imaginé a Morgan creando un club de fans: Las Nickifans
—Oigan, ¿y si vamos todos a comer? —sugirió Lukas—. La vez pasada no pudimos...
—Gran idea —Lo apoyé con entusiasmo—. Tengo antojo de sushi.
—Mejor pizza —replicó Morgan. Eso fue casi una provocación.
—Hay que hacer esto democráticamente. Levanten la mano los que quieren ir por pizza —pidió Nick. Twenty, Morgan y él alzaron la mano—. ¿Y quienes quieren sushi? —preguntó. Lukas, Twenty y yo votamos por sushi.
—Twenty decídete —lo regañé.
—Lo siento, tengo mucha hambre. —Se sintió intimidado por las miradas expectantes de todos—. Bueno, voto por sushi.
—Bien, ganó el team sushi —concluyó Nick.
Fuimos a comer a un lugar cercano a la escuela, era uno de mis favoritos. Mientras esperábamos la comida, Twenty nos platicaba algunas de sus muchas anécdotas divertidas.
De pronto Twenty se quedó circunspecto observando a Morgan con detenimiento. —Estas comiendo muy poco —señaló intranquilo—. ¿No te gustó?
—N-no es eso, es que no sé usar muy bien los palillos —Ella admitió y rehuyó de la mirada del chico buscando ocultar su vergüenza.
—Entonces, déjame ayudarte —Twenty, intercambio los palillos de Morgan, tomó un rollo de sushi y se lo metió a la boca—. Tienes que comerlo todo de un bocado. Twenty le embutía una porción de sushi tras otra, sin darle pausa para masticar. Fue gracioso y tierno al mismo tiempo ver a Twenty rellenándole los cachetes con comida.
—Tengo que ir al baño —habló Morgan tragando el último bocado que le quedaba en la boca, y me hizo una seña para que la acompañara.
—Yo también —Me levanté y la seguí.
En cuanto entramos a los sanitarios, Morgan se dejó caer sobre el tocador, se echó agua en la cara y se secó con el aire caliente que expulsaba la máquina para secar las manos. Eso me dio risa, sus cachetes se movían de un lado a otro.
—¡Dios, qué vergüenza! —exclamó.
—Twenty solo trataba de ser amable —apunté tratando de arreglar su cabello con mis dedos.
—Lo sé, pero se excedió —Cubrió su rostro con sus manos—. Creo que tengo arroz hasta en el cerebro.
—Volvamos, que todavía te falta el postre —dije entre risas.
Cuando regresamos los chicos estaban hablando muy entretenidos, parecía que se llevaban bien.
Mientras nos aproximábamos escuché decir a Twenty: —Busca un buen tatuador, no te recomiendo ir a Paper Skin.
—¿Por qué? —preguntó Lukas con curiosidad.
—Yo me hice uno ahí y me arrepiento.
—¿Te tatuaste ebrio? —Lo interrogué divertida.
—No, ni siquiera me gusta el alcohol —declaró encogiéndose de hombros—. Al parecer el ebrio era el tatuador, le pedí que me hiciera un tatuaje con la palabra Twenty, y escribió Tweety.
—No me lo creo —mascullé un tanto incrédula. Twenty siempre contaba historias tan absurdas como inverosímiles, aunque sí que eran divertidas.
—Sí, joder —Twenty se quitó la chaqueta de cuero que llevaba puesta y arremangó la manga izquierda de su playera dejando su brazo al descubierto—. Miren.
¡Diablos! Era verdad, tenía la palabra Tweety escrita en la parte superior de su brazo, con tinta negra en letra cursiva.
El tiempo se nos fue muy rápido, cuando salimos del restaurante ya era de noche. Nos fuimos todos juntos, y los chicos acordaron acompañarnos a casa Morgan y a mí. Mientras caminábamos nos encontramos al dealer de Twenty, quien estaba agarrándole el trasero a una mujer mientras la besaba. Cuando ella volteó hacia nosotros descubrí que se trataba de Martha. Era el tipo ideal para ella, un traficante de drogas y una prostituta adicta. ¿Acaso no parecen hechos el uno para el otro? Una pareja perfecta, como Bonnie y Clyde.
Hola queridos lectores,
Me encanta escribir sobre la pandilla.
He notado que Twenty se ha convertido en uno de sus personajes favoritos. Es bueno saberlo porque cuando haga un capítulo Bonus lo haré de él.
Nota: Tweety es el canario amarillo de los Looney Tunes, en mi país se le llama Piolín.
Ya en el siguiente capitulo nos pondremos más serios, habrá más drama. Pobre Ruth.
Pista: Un regreso inesperado
Saludos y sigan acompañándome en esta historia.
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