Capítulo 23. Así son los ricos
Era una noche despejada, la luna llena brillaba en todo su esplendor sin que nada la opacara; curiosamente había más luciérnagas con su luz encendida que estrellas en el firmamento. Lukas me llevaba cargando en su espalda hasta la salida del parque, en el fondo solo se escuchaba el canto de los grillos y el sonido de las hojas de los árboles movidas por el viento. Hacía un poco de frío, pero podía sentir la calidez del cuerpo de Lukas.
Lo besé detrás de su oreja. —¿Esto no te da cosquillas? —le pregunté en un susurro, y volví a besarlo un par de veces más recorriendo su cuello. Lukas se detuvo cuando llegamos a la parada del autobús. Él soltó mis piernas y me deslicé lentamente hasta tocar el piso.
—Ruth, ¿me vas a contar que te tenía afligida? —. Preguntó él.
Abrí la boca para responder, pero antes de pronunciar palabra, un autobús se detuvo ante nosotros, yo subí primero y después él. Nos sentamos en los asientos del final, él del lado de la ventana y yo recargué mi cabeza en la suya.
—Ruth —, me llamó —¿qué sucedió con tus padres? Insistió.
—Te lo diré —suspiré con pesadez y le advertí—. Es una historia larga.
Inhalé profundo, pero antes de comenzar, él habló. —Eso, ¿tiene que ver con esa mujer misteriosa?
Afirmé con la cabeza. —Esa mujer que viste al salir de la escuela es mi madre biológica.
Frunció el ceño y ladeó la cabeza con un gesto de confusión en el rostro En el trayecto le fui contando a Lukas, sobre mi progenitora y mis padres adoptivos. Traté de resumirlo lo más que pude.
—Mi madre no me cuidaba mucho, todas las noches iba a trabajar y me dejaba sola. Una ocasión, la casa en la que vivía con ella, se incendió y yo estaba dentro.
—¡¿Qué?! —Soltó sin ocultar su impresión.
—F-fue un accidente y no me pasó nada. Lo malo fue que perdimos nuestro hogar. El incidente aunado a sus antecedentes de abuso de sustancias y su oficio poco moral, provocó que los de Servicios familiares me separaran de ella. Hice una breve pausa y proseguí —Después de eso, los Whitman llegaron a mi vida, una pareja estable que no podía tener hijos y que deseaba tenerlos. Ellos en un inicio, se convirtieron en mis padres de acogida temporal, pero cuando deportaron a mi madre a su país de origen, me adoptaron oficialmente.
—¿Y hace cuanto no la veías?
—Siete años —Pasó su brazo por mis hombros y me pegó a su cuerpo, yo intentaba contener las lágrimas—. Ahora que volvió, Martha alega que mis padres me separaron de ella, por otro lado, mis padres dicen que ella es mala influencia para mí y que quiere ponerme en su contra.
Lukas puso una cara muy seria, como procesando toda la información que le había dado. Me parecía que tenía muchas dudas en mente, pero no se atrevió a manifestarlas.
—No sé qué decirte, no tenía idea.
—Casi nadie lo sabe, mi infancia con Martha no fue bonita —Me encogí de hombros. ¿Por qué lloro con tanta facilidad?
Me miró como un animal herido, un gesto con una mezcla de lástima y ternura. —Ay, Ruth —Me abrazó y me acarició el cabello con delicadeza como si tocara algo frágil. Y una parte de mi se sentía así.
—Por eso no me gusta hablar de eso —exclamé entre sollozos. Me duele.
Él me besó la coronilla. —Todo estará bien —dijo como si tuviera la certeza de que así sería.
Con mis lágrimas mojé el hombro de su camisa. —Lo siento —Me disculpé y me sobé la nariz. —Quisiera ignorarlos, pero no puedo, hablan de mí como si fuera un objeto. Ellos discuten y yo estoy en medio de sus reclamos y reproches. Siento como si me jalaran de un lado a otro. Al final, si siguen tirando de mí solo terminarán por romperme.
Sujetó mi cara entre sus manos y con sus pulgares limpió mis lágrimas. —Por lo que me cuentas, parece que tus padres quieren lo mejor para ti y tu madre quiere otra oportunidad... Quizá ellos actúan así para protegerte y si tu madre regresó significa que intenta reivindicarse.
—Ajá. Rodeé los ojos. Lukas siempre intenta ver el lado bueno de todo.
—No estés triste, lo importante es que estas rodeada de gente que te quiere. Yo te quiero.
Abrí los ojos de par en par y me quedé boquiabierta. Lleve la mano a la boca para cerrarla. Lukas dijo que me quería, se me va a salir el corazón del pecho. Reacciona tonta.
El conductor se detuvo, él bajó primero y me ayudó a bajar, cargándome de la cintura. Aún estaba asimilando las palabras de Lukas, mi ritmo cardiaco seguía acelerado y mi cara debe haber parecido un tomate maduro. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar en dirección a mi casa.
—Lu-Lukas, ¿qué fue lo que dijiste hace un momento? —Me atreví a preguntar. Necesitaba cerciorarme de que había escuchado bien.
Humedeció sus labios con la lengua. —¿No me escuchaste o no me creíste? —Me cuestionó divertido. Me temblaron las piernas como gelatina, cuando deja de ser tímido me pone nerviosa.
—Me pareció haber escuchado que tú —Tragué saliva—, que tú me quieres—. balbucí eso último en voz casi inaudible.
Asintió y me regaló una sonrisa enorme. —Sí Ruth. Te quiero.
—Ah, gracias. Mis neuronas no se conectaron y no pude formular una mejor respuesta. Pellizcate o algo.
—De nada —respondió inclinando la cabeza hacia adelante con elegancia, como haciendo una reverencia. Acaso se estaba burlando de mí.
—Lukas, te quiero —dije bajito.
—Lo sé—. Afirmó con una clara referencia a Star wars.
Me sonrojé y debí haber sonreído como una boba el resto del camino.
Se acercó, tenía sus bellos ojos clavados en los míos. Entreabrí los labios y cerré los ojos sintiendo su aliento chocar con mi cara. Él rozó su nariz contra la mía, frotándola de un lado a otro. Ese gesto me pareció muy tierno. A veces Lukas es tan dulce, que me va a provocar diabetes.
—Ya estás en casa.
—No quiero entrar. Acompáñame, te invito pastel —subí y bajé mis cejas rápidamente.
—Eso suena bien, pero es un asunto familiar.
—Tienes razón.
—Te veré mañana susurró a mi oído. Depositó un tierno beso en mis labios y se dio la media vuelta. Dio un par de pasos, se giró y me mando un beso.
Entré a casa tratando de no hacer ruido, y tal como lo pensé, seguían discutiendo. Estaba parecía un maldito déjà vu, todo esto ya lo había escuchado antes.
Reconocí la voz de mi padre. —Ella también es nuestra hija.
—Solo porque un papel lo dice no significa que sea verdad —Replicó Martha.
—Solo porque la hayas parido no significa que seas su madre —Manifestó mi madre—, no actúas como verdadera madre.
Esta discusión iba para largo. Probé un poco del betún del pastel con el dedo, delicioso. ¡Amo el Devil's food cake! Corté un pedazo y fui a la cocina a servirme un vaso de leche para acompañar mi rebanada de pastel.
—Ustedes me separaron de mi hija, me deportaron para poder quedarse con ella —Reclamó alzando la voz, parecía un poco exasperada.
—Eso no fue así. El juez dictaminó que Ruth estaba mejor a nuestro lado —señaló papá.
—Un juez que siempre estuvo de su lado, ¿qué no ese juez era tu amigo? —Añadió con malicia.
—Déjame refrescarte la memoria —La encaró mi madre—. Tú querías que nos arregláramos de manera extraoficial, incluso nos pediste una fuerte suma de dinero para desistir de la demanda.
Tiré el vaso y los fragmentos de vidrio salieron volando, el líquido se extendió rápidamente por el suelo. Es como si la fuerza se hubiera ido de mi mano.
Me quedé estática, escuché sus pasos aproximándose.
—Ruth, ¿estás bien? —Preguntó mi madre preocupada.
—Lo siento —balbuceé y me agaché para recoger los pedazos de vidrio, pero mi padre lo impidió. ¡Qué torpe!
—No lo toques, te puedes cortar —Advirtió mi padre, él tomó los trozos de vidrio en sus manos y los llevó a tirar.
—Siéntate —Me pidió mi madre mientras me miraba descifrando mi expresión— ¿Qué pasa cariño?
—¿Es cierto lo que escuché? —Me observó confundida— ¿Ustedes usaron sus influencias para ganar el juicio por mi custodia?
Mi madre volteó a ver a mi padre, y su silencio fue la respuesta que no esperaba.
—Claro que sí —Declaró Martha—. Así son los ricos, creen que pueden comprarlo todo —dijo dándole una calada a su cigarro.
—¿Y tú? —Me dirigí a ella—, ¿les pediste dinero para renunciar a mí?
—No Ru —Se puso en cuclillas, recargando sus brazos en mis piernas. —Lo hice para...
—¿Cuánto les pediste? —La interrumpí—, ¿Lo suficiente para comprar tu dotación de drogas del mes o fuiste más ambiciosa?
Me echó el humo en la cara. —No me hables así —Me reprendió y apagó su cigarro, restregándolo contra el tacón de su zapatilla—. Estás siendo muy dura conmigo.
—Ya no soy una niña, y no quiero seguir cayendo en tus mentiras.
—Lo sé, Ru. Mírame, de verdad quiero hacer las cosas diferente esta vez —Hizo una cruz con sus dedos y la besó—. Te lo prometo.
—Me encerraré en mi habitación y comeré todo este pastel. Ahora no quiero ver a nadie y no quiero escuchar más de esto —bufé con fastidio.
Subí hasta mi habitación con el pastel en brazos, azoté la puerta y cerré con llave. Puse música a todo volumen y me senté en el piso de mi habitación a comer como si hubiera ayunado por días. Me atiborre la boca con pastel como Bruce.
Hola queridos lectores,
Ha sido una semana ocupada y un poco de caos mental, me demoré un poco en escribir este capítulo, pero espero que les haya gustado.
Adelanto que en el siguiente capitulo saldrá un poco de Elton.
Gracias por cada lectura, voto y comentario, pero he de admitir que algunos de sus comentarios me parecen muy interesantes y otros muy divertidos. Me encanta leerlos.
Saludos cósmicos. Nos vemos en el siguiente capítulo.
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