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Capítulo 5

Flotas como una pluma
En un hermoso mundo
Desearía ser especial
Eres especial
Pero soy insignificante

Creep – Radiohead


NIALL.

A veces puedo ser un verdadero tonto.

No asistí el primer día de clases al sugerir quedarme en casa para ayudar a mamá, papá aceptó por más loco que parezca y, cuando por fin voy, casi le rompo la cara a Scarlett. Al percatarme de que se trataba de ella, y de lo perdida que estaba, quise ayudarla, claro que no salió como quería.

Las veces que me la he encontrado en la colina he intentado iniciar una conversación, pero ella luce algo apegada a la idea de la soledad y, viendo la cosa un poco más a fondo, esa no es una buena idea. Es decir, puede hacer lo que quiera, pero se nota que se consume, se apaga.

Y siento la necesidad de verla sonreír, sonreír de verdad.

Es por eso que hoy me encargaré de eso, no me importa si se coloca esa mascara de chica fría y desolada.

Voy a hacerlo.

Mis pasos cada vez son más firmes, siento la adrenalina en mí. Nada me impedirá que le hable y le proponga ser buenos compañeros, eso como un inicio.

Voy a hacerlo.

Estoy por llegar a ella cuando veo que no está sola como en mis planes, sino que se encuentra con una amiga suya, la única con la que la he visto en todas las clases y recesos. Los ojos de la que sería mi misión del día conectan con los míos y mis pies quedan anclados al piso.

No puedo hacerlo.

Un banco de madera de color blanco se encuentra en una esquina mucho antes que ellas, bajo la mirada y me dirijo a él, fingiendo que mi objetivo es sentarme en el dulce banco, lindo e incómodo banco.

—¡Neil! —Reconozco esa como la voz de la amiga de Scarlett—. ¡Oye, chico!

Por curiosidad levanto la mirada, topándome con que ambas me observan. Su grito ha provocado que algunos la observen a ella y luego a la persona a quien llama, a mí.

Yo no me llamo Neil.

Hundo las cejas. Scarlett la toma del brazo, le susurra algo y el rostro de su amiga se vuelve rojo como un tomate, forma una O con la boca y asiente. No entiendo qué sucede, tampoco quiero acercarme, tal vez si hay un Neil y me confundí, tal vez él estaba detrás de mí o algo así, aunque el banco y la pared no permiten eso, pero quién sabe.

—¡Perdón! —Vuelve a gritar—. ¡Es Niall!

—¡Lo sé! —respondo también en un grito. Arruga el rostro y sacude su cabeza.

—¡Ay, que vengas!

Abro mucho los ojos por su petición, pero no pongo objeción y me acerco. Al llegar, Scarlett me observa con algo de vergüenza y me regala una sonrisa pequeña, la que correspondo con una mucho más alegre.

—Lo siento, es que soy mala con los nombres y el tuyo, ¿qué es? ¿Irlandés? —inquiere la que me convocó junto a ellas. Asiento.

—Pero no preguntes por qué me lo pusieron porque no lo sé. —Me encojo de hombros.

—Soy Delilah. —Me pasa una mano y la tomo con gusto—. Mejor amiga de esta diosa a mi lado. —Guiña un ojo y sonrío. Ya me cae bien.

Se gira hacia la que ahora sé es su mejor amiga y la señala con una mano para también presentarla, pero me adelanto.

—Scarlett. —Delilah frunce el ceño—. Ya nos conocemos.

—Oh, no sabía. —Le lanza una mirada curiosa a la castaña—. Mi mejor amiga no me comentó nada. —Hace énfasis en la última palabra.

—No lo vi necesario. —Se limita a decir, llevándose una mano al codo para rascárselo.

Vaya. No lo vio necesario.

Algo se remueve en mi interior al percibir su falta de interés, ¿acaso esos días de compañía no significaron nada para ella? Porque para mí sí.

A pesar de las miradas penetrantes que le lanza su amiga, sabe cómo esquivar la situación. O, más bien, la campana la ayuda a esquivarlo.

—Mierda. Espero no se pida la tarea de ciencias. —Se queja Delilah. Scarlett toma su mano y me sonríe con debilidad.

—Nos vemos.

—¡Adiós, Niall! —Logra decirme Delilah antes de que Scar la estire y haga que ambas ingresen a su salón.

Solo alcanzo a alzar una mano como despedida, y mi sonrisa no llega a mis ojos. El malestar no se deshace ni tragando saliva. Me remuevo sobre mis pies al percatarme de que el pasillo está casi vacío, también debo ir a mi salón de clases pero, ¿cuál es primero? ¿Y dónde queda? Aún no me acostumbro al cambio.

Resoplo con cansancio y camino por el largo pasillo, el mármol produce un chillido con cada uno de mis pasos al estar tan limpio, esto mientras me dirijo a la oficina de la vicedirectora.

¿Quién se pierde en su nueva escuela luego de días de haber estado en él? Yo. Un completo inútil.

***

Luego de también perderme un poco para encontrar la oficina de la que sería mi ayuda, consigo llegar a mi salón cuando ya van por la mitad. Y gracias a un folleto que me facilitaron, logro llegar a las demás. Ahora doy mi última clase del día: historia.

El profesor Friedrich realiza gestos con sus manos mientras explica con suma delicadeza la fundación del país, me lo sé de memoria, así que no presto demasiada atención, y esto no porque sea un caprichoso o engreído, sino por la chica que no deja de hacer que desvíe mis ojos hacia ella.

¿Le caigo mal? ¿Acaso mi letra fue horrenda al hacer el ejercicio de matemáticas y se molestó? ¿La molesto con mi ayuda? ¿La molesto con mi presencia?

Estoy pensando demasiado.

Suelto un largo suspiro y juego con mi lápiz, moviéndolo de un lado a otro. Siempre tuve problemas con pensar las cosas a un nivel muy alto, uno que luce enfermizo, pero no puedo evitarlo, mi mente funciona así. Es asfixiante.

—Pssss.

Arrugo las cejas y agudizo mis sentidos en busca de algún otro ruido, pero la voz del profesor junto a sus pasos son lo único audible en el salón.

—Pssss. —Con lentitud giro mi rostro hacia mi costado, es cuando me doy cuenta de que la silla a mi lado está ocupada por un chico de tez pálida, su cabello es un desorden con un poco de azul en él—. Eres el nuevo, ¿verdad? —Asiento y su sonrisa se convierte en una pícara y burlona—. Eso explica las hormonas descontroladas.

Frunzo el ceño.

—¿Hormonas descontroladas?

—Sí sabes qué son, ¿no? —Vuelvo a asentir—. Pues la mayoría de las chicas las tienen así desde que cruzaste esa puerta. —La señala y niego con la cabeza.

—Imposible, soy normal. —Frunce el entrecejo—. Digo, tengo mi encanto, pero no es para tanto.

—Claro que no es para tanto. —Suelta una corta risa—. Eres un chico bueno.

—Contexto —pido y vuelve a reír.

—Hablo de que no te importa porque no eres de los que se aprovechan de eso, pero... —Señala hacia atrás con sus ojos—. Solo mira.

Me coloco mejor en mi asiento, lo observo por última vez, él asiente y giro mi rostro. Dos chicas cuchichean entre pequeñas risas, sus ojos puestos en mí y, apenas notan que las observo, alzan una mano para saludarme. No sé qué hacer, busco a alguien detrás de mí y no hay nadie que esté prestándoles atención, solo yo, así que sí soy al que miran. No las saludo, me giro por completo y observo al frente.

—¿Ves?

—Solo les soy raro.

—Puede ser. —Se encoge de hombros—. Porque el sexy de la clase es Levi. —Señala al chico pelinegro sentado en la otra esquina de la clase.

—Bueno, ¿y eso qué tiene que ver? —No comprende mi pregunta—. Por cómo lo sacas a relucir parece algo relevante.

—No lo es, pero necesitarás de alguien que te ahuyente a las hormonales molestosas y te sirva de FBI. —Se encoge de hombros.

—¿Y ese alguien es...?

—¡Tu servidor! —Se apunta con sus dedos índices—. Te ves confiable y yo me veo solo, así que... —Vuelve a encogerse. Sonríe y me ofrece su mano por debajo de la mesa—. Erick. Un gusto.

Observo de soslayo al profesor quien escribe algo en la pizarra y le correspondo el saludo.

—Niall.

—Lo sé.

Meneo la cabeza, riendo.

—Claro que lo sabes.

El profesor señala ciertos puntos en un mapa proyectado en la pared gracias a un proyector. Erick me codea y hago un movimiento con la cabeza para que hable.

—¿Eres teñido?

Sonrío de un lado al recordar la primera persona que me lo dijo. Niego con la cabeza.

—Tú lo eres.

—Y me queda súper cool, ¿no?

—De veras de veritas.

—¡Sabía! —Realiza un gesto que consiste en atraer su brazo hacia atrás a modo de festejo—. Es mi glow up.

Enarco una ceja.

—¿Tu qué?

—Cielos. —Bufa con diversión—. Agradece que me tengas como amigo, salvaré tu trasero en muchas ocasiones, lo veo venir.

Y con eso vuelve su atención al profesor, pero yo permanezco perdido ante una palabra dicha.

Amigo.

Tengo un amigo, y no tuve que pagar por ello.

¿O le habrán pagado?

Deja de ser tan desconfiado, Niall. Sí hay buenas personas.

Mi cuello cruje cuando me estiro un poco una vez la clase da por culminada. Levanto mi mochila y, sin medir mi fuerza, me levanto, de inmediato siento dolor en mi cráneo al golpearlo contra algo. O alguien.

—Carajo, cómo amo tus maneras de iniciar una conversación.

Scarlett se soba el mentón con una mano.

—¡Mierda!

—Shhhh. —Me regaña el profesor Friedrich mientras saca unas hojas de su maletín. Subo ambas manos frente a mí con arrepentimiento.

—Lo siento. —Agh, soy un desastre. Observo a Scarlett—. Lo siento.

Ella ríe, aún sobándose, y me confundo.

—Ya deja de disculparte por todo.

—Ah... Okey. —Asiento—. Lo siento.

—Niall.

—¡Ay, perdón! —Me reprende con una mirada asesina—. Ash.

—Carajo, de verdad eres un chico bueno. —Ríe Erick.

—No, es el rubio teñido —dice ella.

—¡Oh, mierda! ¿También lo crees? —Ella asiente con gracia—. Siempre me caíste bien, Scar, pero ahora me caes mejor.

Estoy por protestar por la difamación acerca de mi color de cabello, cuando el profesor llama de nuevo la atención de todos.

—Como saben, debemos comenzar con la preparación de las exposiciones de la primera etapa.

—Aaaaahh. —Se quejan todos.

—¿Por qué son así? Tienen tiempo. Exactamente... —Observa en su teléfono lo que supongo es el calendario—. Cuatro meses y dos semanas.

Una compañera alza una mano y él le da la palabra.

—¿Será un tema a elección?

—Nop, yo se los daré.

—Aaaaahh. —Vuelven a quejarse.

—Como sea. —Gira los ojos—. Citaré los nombres antes de que la campana salve sus mentes. —Ríe un poco por su supuesto chiste, señalándonos con un dedo como todo un comediante. Nadie ríe y se aclara la garganta—. A lo que iba.

Comienza a citar los nombres de los integrantes de los grupos, pero realmente no le presto tanta atención. Scarlett se coloca mejor la mochila y me regala una sonrisa de labios cerrados. ¿Ya no le caigo mal? ¿O su amiga le dijo que venga?

—Quiero pedirte perdón... por lo de hace un rato.

Oh, vaya.

—¿Qué era?

Enarca una ceja y río.

—Sabes de qué hablo.

Su semblante serio me avisa que de verdad no me seguirá el chiste, nuestros ojos juegan a ver quién permanece más tiempo con el orgullo por los cielos.

—De acuerdo, sí recuerdo.

—Y eso. —Suspira, encogiéndose de hombros—. Inicié mal el día, pero no es excusa.

—Tranquila. —Me apresuro en decir—. Todos tenemos de esos días. —Encojo los hombros y asiente.

—... Armistead y Crawford.

Ambos giramos nuestros rostros hacia el profesor Friedrich, quien nos observa con una sonrisa. Scarlett y yo compartimos una mirada confundida y luego volvemos a él.

—¿Qué? —inquirimos al unísono.

—¿Cómo que qué? —Ríe, pero nota nuestro desconcierto y observa de nuevo la hoja—. Sí, efectivamente, son grupo para el proyecto. —Vuelve la vista hacia mis compañeros—. Ya luego me envían a uno de ustedes a mi oficina y así les entrego el tema que les corresponde junto con los indicadores a seguir.

Todos dicen entender lo recién dicho, excepto yo que cuento con un cerebro que interpreta con suma lentitud cada palabra del profesor.

—¿Grupo?

—¡Conmigo, rubio! —Erick pasa uno de sus brazos por mis hombros para atraerme hacia a él.

—¡Y yo! —exclama Delilah, abrazando a su amiga.

—Qué locura. —Erick menea la cabeza con diversión—. Es obvio que somos almas gemelas.

—¿Verdad? —inquiere Delilah con una gran sonrisa. Erick la observa de inmediato, frunciendo el ceño.

—Se lo decía a él.

La sonrisa de la chica tambalea un poco.

—Claro, sí. —Mueve la cabeza en asentimiento y desvía la mirada.

La campana suena y el sonido de las sillas al arrastrarse para atrás nos indica que ya todos se levantan para salir de este mundo de enseñanza cansina, la voz del profesor deseando una buena tarde es lo que se escucha de fondo mientras varios alumnos chocan entre ellos para salir de la clase.

Parpadeo varias veces y guardo mis cosas con apuro.

—Ya luego podemos ver el día para reunirnos y organizar todo, ¿no? —Escucho decir a Erick.

Observo a las chicas frente a mí, ambas asienten y también lo hago. Y eso está bien, es mejor antes para la mejor realización de todo.

Delilah dice estar apresurada y que esperará a Scarlett frente al colegio, esta última asiente hacia su amiga, luego me sonríe y da pasos hacia atrás.

—Nos vemos, rompecráneos.

Río por su ingenio.

—¿Otro apodo?

—Te los ganas tú solo.

Escucho reír a alguien a mi lado.

—Esa es buena —dice Erick, negando con la cabeza, divertido—. Anótala, Mario Hugo.

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¡Holiwi!

Está decidido que cada cinco caps dejaré una notita, así que, ¿qué les está pareciendo la historia? Aún no entramos a lo interesante ni a lo turbio, pero muy pronto, weyes, muy pronto🙃

Acabo de subir una nueva historia, les agradecería si se pasan por ella, también es juvenil, solo que con un toque... ricolino 7u7

Tomen awua, intenten descansar bien y disfruten de los momentos, los quiero<3

¡Muak!

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