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Fragmentos de cristal

Esa noche durmió definitivamente mal. En sus sueños, una voz meliflua le arrullaba con palabra de amor, susurrándole al oído. Sakuya podía oírlo, sentía la necesidad de responder, pero las palabras no salían; nunca había sido bueno para hablarle, quizá en eso falló. La culpa comenzaba acumularse desde el interior de su pecho, generando un nudo en su garganta que era asfixiante. Y, de repente hermosas palabras se volvieron tristes, el recuerdo se volvió amargo. Sakuya deseó poder ver su rostro una vez más, pero despertó antes de hacerlo.
Miró hacia el pequeño mueble junto a su cama. La carta estaba allí, tal y como la había dejado antes de intentar dormir. Tomó el sobre en sus manos, quitando la nota de su interior y expandió el mensaje con las manos temblorosas.

"Recuerda lo mucho que te amo." Leyó cerca del final del comunicado. Las lágrimas se acumularon, lo extrañaba. Aún guardaba resentimiento por aquel inesperado viaje. No podía estar enfadado, aunque no lo entendiera, Tsubaki era alguien a quien jamás podría odiar. Guardó y acomodó el sobre bajo su denso recuerdo. Resistiendo el impulso de llorar, no quería manchar una de las últimas cosas que le había dejado.

Lanzó un suspiro al viento ni bien cerró el cajón donde resguardaba su tesoro. Apenas estaba amaneciendo y su cabeza dolía por la falta de sueño. Su mente estaba difusa en una mezcla entre la realidad y la fantasía. Faltaban pedazos, rotos, olvidados. Aunque prefería ignorarlo en la búsqueda de un ¿por qué? que jamás obtendría.
Antes de ser consumido por sus emociones, decidió levantarse. Bostezó estirando sus brazos, se había quedado dormido con esa camiseta negra que no era suya, fue extraño verse en el espejo. Pero no pensó en nada, tampoco excavó en su mente para saber cómo aquella prenda llegó a su dominio. Llevaba mucho tiempo suprimiendo esos recuerdos, y la inminente fiesta amenazaba con furor esa estabilidad que había creado a base de espejismos.

La reunión se haría temprano, casi al mediodía. Así que Watanuki no se preocupó y decidió tomarse su tiempo, después de todo, eran apenas las cuatro de la madrugada y él ya estaba deambulando por su casa. Se sentía diferente, era como si las penumbras de su hogar le surraran cosas, en una voz que no era suya ni de su familia. Apenas abrió la puerta de su habitación, dirigió la mirada al final del pasillo; buscando de manera inconciente en ese rincón oscuro fragmentos de lo que había olvidado. Pero no, no quería, no quería recordar. Así que sacudió la cabeza y fue directo al baño. Ignorando en su propio suspiro la nostalgia que arrastraba.
Llenó la tina con agua caliente mientras se quitaba lentamente la ropa. No pudo arrojar aquella camiseta al suelo como el resto. La dobló y dejó perfectamente acomodada sobre la tapa del inodoro. A la hora de meterse en la tina, no pudo evitar hundirse en la misma. Esa sensación reconfortante había desaparecido hace tanto tiempo que, verse envuelto, seguro, era casi irreal. Lloró, y no se culpaba. ¿En qué momento sus días se habían vuelto tan fríos?. No lo sabía, pero era una sensación horrible.

Sus pensamientos se perdían en la marea que generaba con cada movimiento. Llevaría más de una hora así. Pero no quería salir. Sabía que detrás de esa puerta habrían nuevas responsabilidades e interacciones de las cuales hacerse cargo. Y él no tenía ni las fuerzas ni las ganas para hacerlo. Pero ya era el decimoquinto mensaje que recibía, y ahogarse en sus emociones no le ayudaría.
Se envolvió en una toalla antes de ir directo a su habitación. Debido a la hora, y que el trayecto de un lugar a otro era corto, no se preocupó por ser visto. Se lanzó a la cama una vez más, el sueño se hizo presente el la mitad superior de sus párpados, pero sabía que solo era una mala jugada de su exhausto cuerpo. El sueño no era algo que lo acompañaba últimamente.
La mitad de su cabello se secó antes de que tomara el teléfono. Los mensajes eran de Mahiru, no le sorprendió. Lo que lo impactó un poco es que ya eran las ocho de la mañana. Había perdido la noción del tiempo otra vez.

¿Irás?. Leyó una vez sus ojos se acostumbraron a la luz.

Dudó. Quiso escribir un si, simple, ajeno. Pero no pudo. Aún conservaba sus miedos. Ocultos tras aparente indiferencia. Y Sakuya sabía que lo derrumbaría verse rodeado de rostros olvidados. Estaba cansado, se negaba a muchas cosas. Pero quería recuperar sus memorias, todas ellas. Lo valía, esa pequeña carta que llevaba hacia todos lados era más que un simple trozo de papel. Tsubaki no merecía el olvido. Así que debía enfrentarlo. A él, a su recuerdo.
Le contestó a Mahiru con un "si" desganado. No tenía ganas de hablar. La fiesta sería en un par de horas. Se supone que debía ir para divertirse, pasarla bien o mínimo distraerse. Pero su realidad era otra, le resultaba retorcido. El tic-tac de reloj le causaba escalofríos. Parecía que se acercaba la hora de su ejecución en vez de una simple reunión. Ver los minutos pasar como segundos era extraño. No tenía hambre, no sentía aburrimiento. Simplemente, existía.

Existencia que se vería perturbada en no más de seis horas, y Sakuya Watanuki lo sabía.

[❦]

Habían pasado meses desde que Sakuya siquiera pensaba en aquella vieja y olvidada estructura. Tener las inmensas puertas de la mansión Servamp frente a él una vez más le provocaba un sentimiento ambiguo. Desde su lugar podía escuchar claramente el bullicio típico en una fiesta. Se sentía ajeno, como si aquellos grandes trozos de madera jamás fueran a abrirse para él. No se sentía bienvenido.

ㅡ Ey, Sakuya, pasa. ㅡ Le sonrió Mikuni con un vaso de licor en la mano.
La fiesta era por ellos; Mikuni Alicein y Jeje Servamp al fin había formalizado su relación.

Forzó una mueca y pasó al hogar con la cabeza baja. Le costó dar esos pequeños pasos, fueron pesados. Cientos de destellos de colores se abrieron paso en una turbulencia de aromas. Abundaban distintas fragancias, alcohol mezclándose con perfume barato. Era apenas el medio día y pareciera que estaba en una discoteca en plena madrugada. Al menos el peliverde tendría algo a qué echarle la culpa por sus mareos. Se negaba a creer que la melancolía que le provocaban esos pasillos fueran el causante de su malestar.
Miró a su alrededor, esquivando a todos sus compañeros que no hacían más que divertirse e ir de un lado al otro. Visualizó a sus antiguos cuñados. Específicamente a Lawless; él se veía animado, es decir, luego de meses sin aparecer por ningún lado, era bueno verlo tan carismático como siempre. Pero algo había cambiado, y se notaba. En todos ellos, en la casa misma. Había otro ambiente, más frío, más opaco.

Siguió distrayendo su mente en lo que ignoraba las paredes o, mejor dicho, los cuadros. Miles de retratos adornaban con elegancia los rincones, evitando ese efecto de vacío que espacios tan grandes solían generar. Si miraba tres centímetros hacia arriba, podría contemplar lo que había ido a buscar; ese rostro olvidado que lo arrullaba en sueños. No se atrevía, aún no.
Volvió a apartar la mirada abruptamente, sus ojos se encontraron con un hermoso jarrón a un lado de la venta. Era el que había roto la primera vez que estuvo allí. Sonrió recordando la risa histérica de Tsubaki. Oh, y también estaba la vez que decidieron limpiar la sala de estar y mezclaron demasiados productos del limpieza terminando llenos de espuma. O la vez que discutieron por una tontería y estuvieron sin hablar como por tres días. Y la última vez que lo vió, cerrando la puerta de su hogar con una sonrisa tras avisarle que se iría de viaje por un tiempo.

No podía quedarse allí. Las paredes comenzaron a cerrarse. Pareciera que los ojos de todos los presentes estaban sobre él. No podía dar un paso sin sentirse agobiado. La presión en su pecho se expandía al resto de su cuerpo en lo que buscaba una salida. Con dificultad, empujó la puerta y salió de allí. Nadie se alarmó, tampoco esperaba que lo hicieran. Después de todo, la mayoría estaba ahí para distraerse, incluido los hermanos. Un sentimiento extraño lo afligió al darse cuenta que era el único que aún no lo había asimilado.

Las calles eran doradas. Las hojas del otoño cubrían con delicadeza los caminos hacia rumbos inesperados. Sintió nostalgia al ver el conjunto de árboles asomarse ante sus ojos. Ahí es donde pertenecía, ahí es donde sus memorias lo esperaban. Sonrió, como no lo había hecho en mucho tiempo. Comenzó a caminar de manera inconciente, el resplandor a su alrededor se hacía más confortable con cada paso. Recordó la primera vez que estuvo allí, se habían perdido. O eso es lo que le había dicho Tsubaki; si, una pésima idea para una primera cita.
Se detuvo, observó una pequeña estructura de rocas que daban la ilusión de ser un asiento. Se acomodó confiado, Tsubaki se encargaba de abrazarlo cuando se detenían a merendar allí. Una sonrisa enternecida se formó en su rostro al darse cuenta de los posibles dolores de espalda que padeció su novio al hacer de respaldo por horas. Era bonito. El paisaje le transmitía paz, o quizá era el leve murmullo de esos brazos rodeándolo una vez más. Fuera lo que fuera, Sakuya no quería irse de allí.

Tomó la carta en sus manos una vez más, como tantas otras veces lo había hecho. Era melancólico, aún dolía. Pero esa nota de suicidio era lo último que tenía de Tsubaki, y no quería dejarlo ir. Leyó aquellas palabras de amor con los ojos llenos de lágrimas, quisiera no haber sido tan vergonzoso, quisiera haber preguntado a qué se refería con un gran "viaje" . Pero ya no podía. No lo culpaba, nunca lo haría. Después de todo, Tsubaki siempre había cargado con esos ojos rotos. Y él, en mitad del frío otoño, decidió no apartar más sus recuerdos, su momentos. Aunque dolieran, aunque de cierto modo deseara olvidarlos.

Se dejó deslizar por la roca hasta el suelo. Deseando escuchar una última vez ese suave "te amo". Y esta vez, poder responderle.

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Este one-shot pertenece al proyecto y etiqueta "fcs" (for the community of Servamp)
Proyecto que surgió a base de un grupo de whatsApp organizado por mi y LadyPink178 el cual consiste en que, una vez por semana, se juega en una ruleta sobre que shipp debemos escribir; además de mencionar otra pareja igualmente aleatorio. El one-shot o drabble, puede pasarse por el grupo de whatsapp o subirlo a wattpad bajo la etiqueta ya mencionada. Pueden hacerse ambas.
Si quieren participar, dejen un comentario y los detalles se resuelven por privado.

Los participantes hasta ahora son:

Otp_lawlicht NekoChan2846 BarbyMonckingjay16 Maiafujoshi7116 LadyPink178

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