Mi pecho se oprimía al recordar tu estadía.

Jamás pensé que aquello pasaría.

A veces te visitaba,

mas sólo una lápida con tu nombre encontraba.

Hasta que un día lo acepté.

Tenía que hacerlo por mi propio bien.

Mientras tu cuerpo se deterioraba, de ti yo me olvidaba.

La primavera cedía y el invierno se aproximaba.

Todo se perdía en un viejo recuerdo.

El ruido se convertía poco a poco en silencio.

Pero lo inesperado ocurrió;

la tierra se agitó y de ella algo surgió.

Y como por arte de magia, un cadáver se levantó.