No me dejes caer en la tentación (III)
Escucho sus pasos.
Viene por mí.
Las plegarias inundan el confesionario.
Mi corazón late a mil.
La puerta se abre.
Sé que es mi fin.
No tendré suerte.
Mi futuro es ruin.
Su presencia me abruma.
Intento hablar en latín.
Anhelando que Dios me escuche.
O al menos un querubín.
Mis piernas tambalean.
Mi rostro refleja un preocupado mohín.
Soy un simple humano.
Y él me quiere hacer su festín.
"Por favor, ten piedad".
Suplico.
Con una mano en la biblia y la otra en el crucifijo.
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