Es la primera vez que le veía. Deslumbrante desde cualquier perspectiva, refrescante al hablar. Su presencia podía ser comparada a una obra de arte en un museo, donde no puedes dejar de admirarla pero a la vez tampoco le puedes tocar. Su figura, aunque no muy compleja era bastante elegante, su semblante era sin igual, y la belleza de su voz solo hacia fuego con sus palabras.

Era bastante atractivo su porte y aunque apenas logramos concretar una conversación esta no se sintió anticuada y sosa, sino, más bien parecida a una oleada de emociones cálidas, como si nos conociéramos de años.

Era la primera vez que me sentía así, mi corazón no dejaba de latir, sentía que se me podría salir del pecho o que aquel chico podría llegar a oír mis latidos acelerados. Qué vergüenza, parecía sentirme acomplejada por mi comportamiento tan infantil y sumiso, esta no era yo, siempre suelo ser un remolino de muchas emociones negativas que termina arrastrando todo a la deriva e incluso entablar un simple "hola" podía hacerme retroceder de improviso a las faldas de mi madre, claro, si es que ella usara faldas; ¿es esto a lo que llaman amor a primera vista?, o tal vez solo me sentí abrumada por tan brillante presencia, y aunque yo lo viese tan cálido y brillante estoy segura que este me vio de una forma indiferente y amable o simplemente estoy pensando mucho las cosas como suelo hacer siempre.

He llegado a odiarme por creer que podría llegar a agradarle a alguien, soy un caso perdido de poetiza sin su musa, y cuando creo encontrar a la persona correcta este simplemente me ve como una mancha, una muy insignificante pero que aun así siempre arruina la pintura. Mi apariencia no me ha ayudado en nada, sigo viéndome como ese tipo de chica boba con mala apariencia y problemas alimenticios, kilos de más que no desaparecerán tan fácil y ese pesar de baja autoestima, y como este no es ningún cuento de hadas o novela ligera puedo garantizar que yo no soy la protagonista de nada. Yo al lado de él sería como el príncipe y la bestia, una sombra desfigurada, sin gracia o presencia.

Hacerse ilusiones es como una broma pesada e incómoda para ambos, al final ya sabemos que nunca llegara a pasar nada. Como anteriormente he dicho, él es esa obra de arte que nunca podrá estar en mis manos, y yo como los demás espectadores de la vida lo único que puedo hacer es observar hasta que nuestras miradas dejen de conectarse y nuestras vidas siguán su curso sin perpetuar el silencio de mis gritos ahogados en el filo de mis pupilas, dejar las cosas como deben estar, sin molestar en nada ni a nadie, simplemente admirar el panorama.

O podría arriesgarme, creyendo en nada y en todo. Detener el tiempo con una sola palabra, abalanzarme contra la escala de grises y demostrarme a mi yo que puedo ir por todo hasta llegar a los colores; él podrá ser una hermosa pintura, pero yo seré la pintora que planea hacerle brillar aunque al final del camino termine convirtiéndome en otra admiradora de su arte, prefiero que valga la pena y no arrepentirme de nada. Tal vez sea otra simple enamorada en su vida pero él será mi puente para alcanzar los mejores trazos y con su presencia crear las más brillantes pinturas.

Que irónico y regocijante es el amor a primera vista igual que viento suave revolviendo el cabello en una mañana fresca de otoño, me encanta.

Atte: Ali Rava