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Capitulo 6

Los días fueron pasando y yo evitaba a Harry en la casa, me encerraba en mi habitación y siempre tenía mi navaja a la mano por si buscaba tocarme otra vez.

A Eros también lo evite todo lo que podía, ya que se volvió muy amigo de Jorge, ese vende amigos, la salída era el día sábado y ya estamos a jueves.

Eros me hacía sentir cosas que no debía, me jure odiar a todos y no dejarme atrapar por nadie. Mi pasado y presente me recordaban lo dañada y rota que estaba, no podía estar con alguien sin que mi mente me estuviera diciendo cosas, "eres detestable, no creas que ese chico se fijaría en una chica drogadicta como tú, que dirá si te ve en ese mundo, seguro se aleja, y Harry! Te hace lo que mereces por dañada", odiaba que todo eso fuera verdad, si eros me ve en esa faceta seguro se alejaba, y porque, No quería que me viera así?, Que me retenía.

La noches del jueves me fui a dar un rato mi "respiro", con Charlie, quien después se excusó con que su madre lo necesitaba y cuando iba a salir por la parte de atrás, para no ser fastidiada lo ví tirándose a una peli roja y eso me molestó, no porque sintiera algo, si no por mentirme, solo con decir, "mira aurora, me quiero ir a tirar una tipa", yo me hubiera ido y ya pues.

La brisa fría me azoto la cara y un escalofrío me recorrió el cuerpo, todavía tenía los efectos de la droga y la media botella de ginebra que tome con Charlie. Cruce la calle que me llevaría a mi vecindario y un auto negro se detuvo frente a mí, casi me arrollo.

El tipo que se propaso aquella noche en el bar salió y me miró sádico.

—Te dije que te cuidaras, y mira sola y pasada de sustancias en las calles. —se acercó y yo empuñe mi navaja, no era grande, pero si podía lastimar con su filosa ojilla.

—No te acerques, oh no respondo asqueroso. —su risa lleno el silencio, porque carajos nadien pasaba por allí.

—Eso no me asusta. —saco una igual pero más grande y muy filosa.

—Vete al infierno cerdo asqueroso. —me disponía a correr pero sentí un empujó que me llevo a pegar la cabeza sobre el capó del auto y un dolor entro en mi cabeza.

—No eres tan ruda ahora. —me quito la navaja y está callo al suelo muy lejos de mi.

—Si me tocas te mato. —intenté forsejear y este me tomo las manos, era el doble de grande y fuerte que yo, pero daría la pelea hasta lo último.

—Voy a disfrutar esto y dejarte llena de mi. —intento quitarme los pantalones y yo patalee, sintiendo como mi mejilla ardía por la bofetada que me dió y un sabor metálico broto de mis labios.

—Suéltame. —grité todo lo que podía y patalee sin parar, no iba a dejar que ese cerdo abusara de mi, no podía sufrir otra violación no más.

—Eres una perra. —rompió mi camisa con su navaja y mis senos quedaron a su vista, ya que no usaba brasier porque los odiaba. —Mira que pequeños son. —se burló y lágrimas rodaron por mis mejillas.

—Desgraciado. —le escupí la cara y otro puñetazo me dio, está vez en el costado derecho y el aire escapó de mis pulmones y tosi.

—Cálmate oh te haré mucho daño. —paso su navaja entre mis senos dejando un corte allí que comenzó a brotar sangre. Mi sistema se disparó y comencé a gritar, pidiendo auxilio y removiendome cómo loca, no podía permitir eso, no otra vez.

Termino de quitarme la camisa, yo estaba recostada sobre el capó y el muy cerdo me tenía retenida, me sujetaba con una mano las mías sobre mi cabeza y lo vi con la otra bajar su cremallera y sacar su asqueroso miembro, busco como romper mi pantalón y patalee nuevamente y la luz de un auto acercándose me lleno de esperanzas, así que grité todo lo que mis pulmones daban.

—Ayuda... —el cerdo se alertó que venía el auto y busco de romper con más desesperación mi pantalón y luego todo fue a camara rápida.

Eros saliendo de su auto a toda prisa y dándole un buen golpe al tipo que me tenía y luego un forsejeo por parte de ambos. Vi la navaja del cerdo ese salir volando y caer cerca de mi, yo tenía un braso tapando mis pequeños senos y cogí con la otra la navaja de el, la cual clave en su pierna en un acto rápido, un grito de dolor broto de sus labios y me miró.

—Perra, me las vas a pagar. - eros se levantó y vino a mi, yo temblaba de rabia y adrenalina.

—Y tú irás al infierno, cerdo asqueroso. —intenté llegar a el otra vez, pero eros me retuvo por la cintura y me pegó a su pecho.

—Largo oh llamo a la policía, y si vuelvo a verte cerca de ella te mato yo mismo. —lo amenazó y el tipo se levantó entre quejidos y se fue en un auto, yo seguía aferrada a los brazos de eros y mis senos desnudos pegados de su pecho. —¿Estás bien?. —me preguntó y busco mi mirada.

—Si, ach... —me queje un poco pues me dolía la cortada que tenía entre los senos, no era profunda pero si ardía mucho.

—Tienes sangre. —me tape mis senos y me eche hacía atrás, la vergüenza no cabía en mi, mire hacia otro lado. —Te a cortado vamos al medio puede infectarse. —lo ví quitarse la chaqueta que traía puesta y colocarla sobre mis hombros para tapar mi desnudes.

—Estoy bien, gracias por todo. —intenté caminar y este me alcanzó tapanto el camino.

—No creas que te dejare irte así, ven vamos en mi auto.

—Ya hiciste mucho, pero debo irme sola. —me tomo por los hombros y yo me tense.

—Estás de broma, ese tipo casi abusa de ti y estás herida, y me dices que estás bien. —nego con la cabeza. —Oh subes al auto oh llamo a la policía. —dijo serio y yo resople.

—Solo porque me ayudaste no me das órdenes. —me subí de mala ganas a su auto y apreté la chaqueta.

—Solo te estoy cuidando. —y esas palabras me dejaron fría, alguien cuidando de mi?.

—No puedo ir a mi casa. —intenté buscar mi teléfono pero no sabía que carajos paso con el.

—Vamos a la mía, entonces. —yo lo mire con horror.

—Llévame dónde Jorge.

—Y tú crees!, Que el, si no llamara a la policía. —tenía razón, con lo protector que era seguro lo hacía.

—Está bien, solo porque no se que hacer. —esa vez estaba atrapada.

—Yo sé que hacer, déjame a mi. —y tomo rumbo a su vecindario, y en unos diez minutos me estaba ayudando a entrar a su casa, pues sus padres estaban de viaje de negocios y fue un alivio pues no quería que nadien me viera así.

—Seguro no hay problemas de que esté yo aquí. —lo seguía por las escaleras rumbo al segundo piso.

—No, mis padres casi nunca están, entra. —me abrió una puerta y divisé un cuarto muy masculino. —En el baño hay de todo para que te asees, yo iré por el botiquín. —lo ví salir de la habitación yo entré al baño y lo que ví en el espejo de pared me impacto mucho.

Traía la mejilla morada, un labio partido y cuando quite la chaqueta ví el corte entre mis senos y el moretón de mi costado estaba echa una mierda y no pude evitar que las lágrimas rodarán por mis mejillas. Me sentía una basura, una poca cosa, un parásito en el mundo.

Mire la ducha y me despoje de la poca ropa que me quedaba y dejé el agua correr por mi cuerpo y me deje llorar, por rabia, por impotencia pero sobre todo por dolor hacia mi, no merecía esa vida de mierda.

Un pensamiento paso por mente, el venía a mi muchas veces y cada vez con mayor intensidad, ¿sería capaz de hacerlo?, ¿sería valiente para dejar que eso tomara el control de mi?. Si! quizás era lo mejor, dejar de sentir, pero sobre todo dejar de vivir en un mundo de dolor.

Un toque en la puerta me saco de mis pensamientos.

—¿Estás bien?. —me preguntó eros desde afueras, así que cogí una toalla y salí del baño.

—Si, me prestas ropa. —le pedí y este asistió.

—Ese es mi armario usa lo que necesites, y aquí está el botiquín te ayudaría pero creo es mejor lo hagas tu. —me señaló los senos y sentí vergüenza, se acercó a mí y me examinó el labio y la mejilla. —Un poco de hielo te ayudará y una pomada que tiene mi madre es muy buena. —y está vez no aleje su toque de mi.

—Yo puedo gracias. —me sonrió con sus hermosos labios y esos hoyuelos en sus mejillas que lo hacía lucir sexys, pero que carajos, casi me violan y yo aquí pensando en sus hoyuelos, estoy mal de la cabeza.

—Voy por algo de comer. —salió de la habitación y agradeci el espacio que me dió.

Me quite la toalla y busque en su armario una franela grande color azul oscuro y me coloque mi pantalón, dejé la camisa a un lado y abrí el botiquín que tenía lo necesario, saque un algodón y lo unté de alcohol, lo roce en la herida y un ardor infernal me recorrió, joder ardía mucho, unas lágrimas se escaparon de mis ojos, la herida no media más de diez centímetros y no era profunda pero seguro quedaría una pequeña marca en ella.

Me pude la camisa y peine mi cabellos con los dedos y quedé un poco más representable, una cosa paso por mi mente y corrí al baño deteniéndose frente al espejo y joder, mis ojos estaban rojos, seguro empeoraron por llorar, esa sería la escusa perfecta.

—Ven. —entro eros y me ofreció salir de la habitación no si antes verme de pies a cabeza y sonreír en aprobación.

—Tu casa es grande en compara con la mía. —mire todo, era muy bonita no podía negarlo, se detuvo frente al balcón y me hizo señas para que me sentará en una tumbona, puso frente a mí un plato con comida, pan tostado, queso, jamón y una especie de salsa.

—No sabía que hacer, así que te serví eso, espero te guste. —yo mire todo otra vez y mi estómago rugió, no había comido nada desde el almuerzo y eso había pasado ya muchas horas.

—Si está bien. —arme un especie de sandwich y comencé a comer a gusto.

—Quiero que seas sincera conmigo por favor aurora. —me miró serio.

—¿En qué?.

—En qué andas metida, que paso para que ese hombre intentará abusar de ti. —yo dejé el sándwich casi terminado sobre el plato y me puse sería.

—Cómo preguntas eso, ese cerdo quiso abusar de mi, acaso tengo que hacer algo para provocarlo?, Y yo no estoy metida en nada que te importe. —me sentí molesta.

—Disculpa no quise ofenderte, pero que hacías a esas horas sola por las calles, sabes que son peligrosas. —se colocó de frente a mí.

—No soy una niña. —busque mirar a otro lado.

—Se que no lo eres, pero debes tener cuidado. —Tomo un mecho de cabellos y lo colocó detrás de mi oreja y lo ví sacar un embase y luego dejar pomada sobre mi mejillas, tenía la mandíbula apretaba. —Tienes que tener cuidado, la gente mala está en todos lados. —me miró los ojos y yo desvíe mi mirada otra vez.

—Puedo cuidarme sola. —bufé.

—Hoy no lo pareces. —me sentí ofendida.

—Mejor me voy. - intenté levantarme y este tomo mis manos.

—Disculpa, joder es que me tienes alterado.

—¿Yo?.

—Si tú, no se que me pasa, pero es que cuando estoy cerca de ti no lo puedo evitar. —se acercó otro poco y yo retrocedi un paso y dejé mi mano en su pecho.

—No lo hagas, no hagas esto.

—Pero!, ¿Por qué?, Porque no puedo acercarme a ti, yo se lo que haces. —me congelé.

—¿Qué sabes?, según tu. —sentía mi corazón latir fuerte.

—Se que no lo haces por lastimarte, pero al final terminaras dañandote más, no se que te llevo a ellas pero creo que hay otras salidas. —yo rei amargo.

—Otras salidas, cómo cuáles?, No sabes nada de mi.

—No sé nada, pero enséñame tu, déjame ver quien eres en realidad. —pidió y puso una mano sobre la mía en su pecho.

—No, eso nunca. —quite mi mano. —Tu no perteneces a mi mundo y nadien me sacará de el. —se voltee y respire por la boca lento. —Nadien puede sacarme de allí.

—¿Porqué?, No.

—Por qué no quiero ser sacada. —un silencio reino sobre nosotros y lo escuché suspirar.

—Todo tiene solución.

—Lo mío no, ahora sí me permites tengo que irme, si se dan cuenta que no estoy, será peor.

—Te acompaño. —yo asistí y juntos salimos rumbo a mi vecindario.

—Gracias por todo, después te la devuelvo. —señale la camisa y me trepe por las tuberías hasta mi habitación.

—Nos vemos mañana. —siseo y yo asiti con la cabeza y lo vi irse entre las sombras de los árboles.

Esa noche llore entre las sábanas y la cabeza se me lleno de más dudas y preguntas sobre eros.

Casi sufría otra violación.

Que había echo mal para pasar por tanto.

Hasta cuándo sería valiente.

Podría soportar eso por más tiempo.

Que hacía con eros.

Y sobre todo, que hacía con ese remolino que se estaba formando poco a poco en mi mente.

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