Capitulo 26
Pase dos días en la casa de Frida pero ya no me servía estar allí encerrada, así que me fui y comencé a vivir en las calles, a esconderme de todos y fumar, beber e inyectar todo lo que encontraba, mi aspecto era horrible, estaba sucia, delgada y vacía, tal como Harry dijo, solo quedaría un cuerpo vacío ansiando su fin.
Mire las luces de los faroles y me escondo en un callejón esperando que pasara alguien para quitarle dinero, ya lo había hecho otras veces, con ayuda de un cuchillo.
Sentí venir a alguien y me prepare para darle el susto de su vida.
—no te muevas y dame el dinero. — lo tome por atrás y pegue el cuchillo en su garganta.
—no tengo mucho. — reviso sus bolsillos.
—no importa solo dame lo que tienes.
—esa voz. — me tomo el brazo y en un movimiento me pegó a la pared y me inmovilizo. —aurora. — yo lo mire y era eros, joder que había echo, me removi y gire mi rostro no quería que me viera así, no podía sentir su lastima.
—suelta me tengo que ir.
— no lo harás, sabes cuánto te he buscado.
—no importa, solo déjame ir. —intente salir de su agarre y no pude.
—no lo hagas, ven conmigo, solo quiero hablar.
—no hay nada de que hablar, déjame ir. — le corté la mano y este me soltó, yo salí corriendo y logre huir, pase unos minutos huyendo y cuando sentí que lo perdí, me fui a comprar un poco de mi respiró.
—dame lo mío. — le tire el dinero en la mesa al tipo que la vendía.
—que la disfrutes. —idiota, me fui a dónde me estaba quedando, que era una especie de carpa improvisada bajo un puente.
Me sente y puse todo en una mesa vieja, la inyectadora y el líquido que me haría volar.
Me prepare para dejarme ir, pero una voz me lo impidió.
—no lo hagas, vales más que éso.
Eros estaba frente a mí, mirándome con súplica en sus ojos, se acercó a mí y me quito de las manos aquello que ansiaba tanto, porque eros se metía en mi vida justo cuando ya lo había sacado de ella, justo cuando ya no importaba nada, no podía dejar que me viera en este estado, no ya no había vuelta atrás.
—vete por favor. — le pedí.
— no, no te rindas.
—esto ya lo perdí hace tiempo, solo vete.
—te irás conmigo.
Y me tomo de las manos, no se porque me deje guiar por el, no se porque deje que eros me llevarán aún cuando dije que no lo haría, aún cuando lo herí, eros volvió por mi y me llevo a su casa.
—te haré de comer, toma una ducha.
Solo asistí y subí, ya sabía el camino a la habitación, me sentí tan fuera de lugar, como una intrusa, en un lugar donde sobraba.
Me duche y me cambié de ropa usando algo de su hermana, en la comida no hablamos de nada, solo me tomé la sopa y me llevo a la habitación de el, dónde había dormido antes.
Todo lo sentí tan lejos de mi.
Este no era mi mundo me lo repetí un millón de veces, que hacia allí!, me recosté en la cama y me dormí enseguida pero a media madrugada las pesadillas volvieron con más intensidad, grité todo lo que pude y una brazos me rodearon, yo patalee y golpee a quien me tenía agarrada.
—soy yo eros, cálmate. — me decía y poco a poco volví en si, lo mire y aleje su tacto de mi, me quemaba, no me sentía cómoda cerca de el, ya ningún tacto me gustaba.
Cada toque por más inocente que fuera me recordaba a las manos de Harry en mi.
—donde está?, la necesito, dámela. — me refería a la inyectadora.
—no tu eres más fuerte.
—carajos que me la des. — le grité y me levanté histérica.
—que no, no puedes lastimarte así.
Yo rei amargo.
—lastimarme, no me hagas reír ya estoy vacía que más me pueden lastimar. — comencé a tirar todo. — nada puede dañarme más, idiota que me la des o juro que te quemó la casa. — en sus ojos solo se reflejo dolor, pero obedeció y regreso con ella entre sus manos, yo la mire con ansias.
—tu eres más fuerte que esto!. — la miró y la tendió hacia mi, yo la tomé sin dudarlo.
—eres tan iluso eros, en esta vida no todo es color de rosas, oh es negro, oh blanco pero gris nunca.
—esta vida es el color que uno quiera.
—lamento decepcionarte, pero solo te han metido cucarachas en la cabeza.
—al menos yo si lo intento. — lo mire y mire la inyectadora.
— mejor sal no quiero que veas esto.
—para luchar con eso. — señaló la inyectadora. — debo ver qué tan poderosa es, pero algo te digo que no dejaré que ella gané.
Y sin decir más me vio dándome mi respiro y dejándome caer en un mundo donde mi cuerpo solo se relajo.
—lo siento aurora pero es lo mejor para ti, me lo perdonarás algún día. — escuché que hablaba y sacaba su teléfono. — está listo, pueden venir. — mi cuerpo se sintió pesado y mis párpados cerrarse que había pasado.
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