Eros comenzó a entrar en mi despacio dejando que yo me acostumbrara a el, apreté sus hombros con mis manos y lo sentí mover suave de adentro hacia afuera con un ritmo calmado pero que fue delicioso para mí, me gustó lo que estaba experimentando en ese momento, las sensaciones que mi cuerpo estaba teniendo, era todo nuevo para mi, ni con Charlie llegué a sentir esto.

Los gemidos brotaron de mis labios sin pedir permiso y los movimientos de caderas de eros aumentaron y me aferres más a el, enrollado mis piernas en sus caderas para profundizar más sus embestidas.

El cuerpo de eros estaba tenso y sus gemidos roncos me excitaron más, el placer que me estaba dando en ese momento superó todas mis enrolladas con Charlie, eros era intenso pero cariñoso.

Sus movimientos de caderas eran perfectos para hacerte correr sin pensarlo mucho, su mano se aferró a mi cadera y me dió embestidas duras y profundas, empujándome al éxtasis en cuestión de segundos y haciendo que un orgasmo fuerte sacudiera mi cuerpo por completo.

Mi respiración estaba agitada y pude sentir la descarga de eros en mi interior, fuerte y poderosa, su esencia caliente me lleno por completo y dejo caer su cabeza en mi hombro.

Su aliento cálido roso mi oreja y un escalofrío me tomo el cuerpo, acababa de acostarme con eros y sin tener que estar drogada, era fascinante lo que logro en poco tiempo.

Ahora sabia que eros era mi mayor peligro.

Olvidarlo me costará toda la vida, pero era necesario y justo para ambos.

—¿Estás bien?, estás callada. — hablo y salio de mi cuello para mirarme, apoyando sus codos para no dejar el peso en mi cuerpo.

—Si y tú?. — salió de dentro de mi y se acostó en mi lado.

—Perfecto, te gusto?.

—Si, estuviste bien. — me miró feo.

—¿En serio?. — yo estalle en risas, como me gustaba joderlo.

— Superaste todo. — lo ví sonreír ampliamente. — Pero no te pongas creído.

—Jamás, pero admite que soy lo mejor. — movió las cejas y no pude evitar reírme.

—Voy al baño, no te vistas. — le ordené.

—Como mandé la niña. — se puso la mano en la frente como saludo militar, idiota.

Entre al baño, me asee y me detuve frente al espejo, mirando a la chica que estaba sonrosada y con una sonrisa tonta en los labios, me había gustado no podía negarlo y ahora quería más, pero solo por esa noche sería feliz, me dejaría de tantas preocupaciones ya mañana pasaría lo que tenga que pasar.

—Y ahora que quiere hacer la mandona.— me dijo eros cuando volví al cuarto, estaba cubierto por una sábana hasta la cintura y yo me detuve frente a la orilla de la cama y se la quite.

—Montar a su caballo. — y me subí sobre el, besando sus labios y dejando que entrara en mi de un solo movimiento, ya venía humedad desde el baño de solo pensar lo que haría.

Y esa noche me volví a acostar con eros.