Unos gritos me despertaron alterada y mi cabeza pito de dolor, joder eso era cada mañana, gritos por esto y por lo otro.

Me senté en la cama y tome aire por la boca, sentía el cuerpo adolorido y un cansancio que últimamente me acompañaba a todos lados.

Ya frente al espejo me observé y un desagrado por mi aspecto me invadió.

Mi piel era blanca casi translúcida diría yo, mi cabello negro me llegaba por los hombros, una ojeras que decían lo mal que dormía y lo mal que andaba, mi estatura no era mayor a un metro setenta y mi delgado cuerpo no era perfecto, tome el cepillo y le coloque crema dental para lavarme los dientes y después la cara.

Fui a mi armario por mi ropa de siempre unos pantalones negros y una blusa del mismo color, me calce mis ban y tome la mochila que contenía mis libros.

—Ya vas tarde a clases otra vez. —me grito mi madrasta cuando entré en la cocina.

—Buenos días para ti. —Tome un pedazo de pan y salí de la casa trans los gritos de ella.

—No vuelvas tarde, me olles. —me grito desde la puerta y yo la ignore como siempre.

Camine por las frías calles ya que era noviembre y se podía sentir el clima cambiar, la escuela solo estaba a unos cuantos minutos caminando, tenía transporte pero yo prefería caminar, no compartiría espacio con esos chicos, no, la gente no me gustaba.

Solo tenía un amigo y eso para mí era suficiente, aunque el no estaba tan perdido como yo, al llegar lo divisé en la entrada que me estaba esperando.

—Cómo vas hoy, traes una cara. —me miró de pies a cabeza.

—Cómo siempre, ya sabes!. —me encongi de hombros y juntos entramos al colegio bajo la mirada de todos, claro quien en su sano juicio se junta con una chica perdida como yo?.

Solo el, quien no ve lo dañada que estoy, el dice que bajo está fachada hay una chica vulnerable y frágil pidiendo ser rescatada, el y sus cuentos de hadas. Que asco.

—Peleas otra vez?. —me interrogó.

—Tu sabes que ellos son así, no sé cómo se soportan bajo el mismo techo.

Mis padres apdotivos eran un desatre total, anthon y Sasha eran mis padres apdotivos desde que tenía unos nueve años cuando mi madre me abandono y ellos me consiguieron vagando en las calles. Desde entonces y ya a mis diecisiete años se habían vuelto un dolor de culo, por todo peleaban y terminaban gritando, nunca me han pegado ni maltratado físicamente, pero emocional si me han destruido, con insultos, desprecios y grosería.

"No sirves, por eso tu madre te abandono".

"Das asco con ese aspecto".

" No sabemos cómo te pudimos cogerte ese día en las calles".

"Eres un parásito que no merece vivir".

Y gracias a eso creci siendo una chica vacía y dañada.

—Se fuerte ya falta poco para que te vallas a la universidad y seas libres de ellos. —me colocó una mano en el hombro y lo mire, el era el único que podía tocarme, ya que eso no me gustaba, el contacto físico no lo permitía, solo bajo los efectos de mi "respiro", y Charlie era el que había podido cruzar esa línea.

Mi virginidad no la tubo el.

Me la quito un desgraciado que me drogo y abuso de mi.

No recuerdo nada, de esa noche, pero igual marco algo en mi.

Igual me sentía sucia.

—Eso espero, quiero irme lejos. —entramos al salón y tomamos asiento, ya iba a comenzar las clases.

—Escuchaste del chico nuevo. —hablo Sabrina la bruja del salón.

—Si está bien bueno. —le respondío aslhey la otra bruja.

Ellas junto con otras dos chicas eran las populares del colegio, pero solo les importa la atención y ser las reinas de todo, para mi eran unas arpías y brujas.

—Mira. —me dió un codazo Jorge y levanté la vista de mi libreta y lo mire. —La puerta. —me susurro y lleve mi vista allí y me encontré con el profesor entrando y un chico.

—Buenos días alumnos, el es eros y será nuestro nuevo compañero. —los murmullos llegaron y el paso la vista por el salón y nuestros ojos se conectaron por unos segundos y yo puse cara de que fastidió.

—Hola chicos. —saludo y algunos se los devolvieron.

—Toma asiento donde quieras. —lo instó el profesor y vi su intención de sentarse a mi lado, así que puse mi bolso rápido.

—Está ocupado. —dije seco sin mirarlo.

—Puedo compartir no hay problema. —y echo mi bolso a un lado y se sentó.

—Estás de coña oh qué?. — jale mi bolso.

—Hay espacio para ambos. —me guiño un ojos, escuché la risas de otros y me sentí humillada y molesta.

—Eres idiota. —me levanté.

—Señorita por favor el vocabulario. —me regaló el profesor y el tal eros me sonrió inocente.

—Imbécil. —salí del salón echa una furia, pero que se creía, ya me las pagará.

Salí del colegio y Vi un grupo de chicos, a los cuales yo antes frecuentaba.

—Que hay chicos. —salude.

_Hey, que hay?.

—Nada nuevo. —Vi que estaban embelesados con un auto negro. —de quién es?.

—Del chico nuevo, me dirás qué no está chido. —una sonrisa cínica cruzó mis labios y un pensamiento oscuro mi cabeza.

—Si, nos vemos. —me aleje de ellos y me detuve frente al auto, era un camarón negro muy lindo, pero más lindo sería lo que le haría.

Saque mi navaja sin que se dieran cuenta y rodee el auto, cuando mire que nadien me miraba pinche una llanta y me fui.

Feliz y satisfecha.