ocho: quiero saber si está bien.
—Jimin, ya te dije que no puedo hacer mucho por Yoongi ahora.
Hoseok empezaba a exasperarse.
El rubio había acudido a él desde el viernes en la mañana, minutos después de que le dejaran salir del comedor y tras llevarse a su paciente para recibir un castigo que creían merecer.
No supo de nada en el momento, a no ser por Park, quien corrió con fuerzas que no tiene para volver al pasillo donde pasa gran parte del día al ser encargado del mismo desde hace poco más de año, puesto que obtuvo – y exigió – después que Min le haya confesado que, la anterior persona en éste, le despertaba con insultos, pequeños golpes o chorros de agua.
Y no sólo a él en las mañanas, sino a varios otros pacientes y en cualquier hora del día.
Al principio, su petición para despedir a ese mal llamado enfermero por el maltrato hacia los que residían allí, además de ser una amenaza para su bienestar mental, fue rechazada de inmediato. Lo cual hasta el día de hoy le sigue indignando.
Sabe con ciencia cierta que este tipo de lugares, donde dicen priorizar tu bienestar, lo único que les interesa es el dinero y más dinero. Por eso fue que aceptaron el trato especial que recibe Yoongi allí, para luego hacerlo con él lo que quisiesen al aprovecharse que sus tutores legales no muestran ninguna preocupación él. Así mismo, con varias personas.
Cuidar ese pasillo fue uno de sus mayores logros, no sólo por la satisfacción de poder cuidar a quienes lo necesitan como debe, sino también por la increíble batalla que dio contra los directivos del hospital. Acepta que tuvo que recurrir a amenazas legales, el puesto fue suyo y varios de sus compañeros lo felicitaron por eso, sólo algunos porque ahora muy pocos quieren ver a sus pacientes saludables.
Aunque no todo salió tan bien como parecía, puesto a que, hasta el día de hoy, parecía más un vigilante que enfermero.
Ya no se le permitía recibir a nuevos huéspedes, tampoco su nombre se ilustraba en listas para el control de medicamentos, no tiene permiso para el ingreso a áreas frágiles del lugar, como lo son las habitaciones de aislamientos por ser alguien con un trato demasiado dócil.
Puras estupideces.
También redujeron su salario, obligándole a conseguir otro trabajo por las noches en sus días libres, los cuales eran los fines de semanas.
Su vestimenta, completamente negra, resaltaba entre todos como un bicho raro, haciéndole sentir un poco cohibido. El reloj marcaba más de las seis de la tarde en aquel domingo, en algunos minutos llamarían a los pacientes a cenar y él se encontraba haciéndole compañía a Jimin mientras jugaban Jenga en una pequeña mesa, antes de ir a un bar donde se encarga de servir bebidas hasta el amanecer, quien sólo se ha mostrado intranquilo desde el suceso con Yoongi.
Es inevitable no sentir algún tipo de molestia hacia el chico, pero también lo es pensar que él no tuvo la culpa. Alguien nuevo que no conoce las reglas, estaba claro que algún día las rompería, mas nunca se le pasó por la cabeza que haría un escándalo – o habría intentado hacerlo –, mucho menos se imaginó al pelinegro sacrificarse a que lo lleven a aislamiento por alguien a quien no sabe decidir si le agrada o no por los cortos días que han pasado juntos.
—Algo me estás ocultando, lo sé — no creía que el rubio fuera una mala persona, sin embargo, su conversación redundante sobre su compañero le hastiaba en demasía —. Anda a verlo y dime que está bien.
La culpabilidad no cabía en su delgado cuerpo, tanta que esas dos noches de completa soledad no ha podido conciliar el sueño al cien por ciento, no quiere exponerse a las pastillas que le siguen dando, sobre todo porque no ha escuchado indicaciones de su psicólogo aún, por lo que las sigue purgando para que salgan de su organismo.
Es verdad que logran hacerle sentir un poco ido y mareado, pero nada más. Incluso ha recurrido a usar la linterna del mayor para no sentirse tan solo.
—Escucha, estoy seguro que tus intenciones son buenas — vio los ojos del menor, mismos que son adornados con ojeras moradas en su pálida piel, con un color casi azulado a cómo deberían ser naturalmente —. Pero debes entender que no tengo autoridad en este tipo de casos, no puedo ir en contra de mis superiores de esta manera.
La persona encargada del castigo de Min, fue nada más y nada menos que un nuevo residente del personal, quien se dejó guiar por el manchado historial del menor, para así colocarle una multa de cinco a seis días dentro de una habitación fría y oscura.
—Hablé con Namjoon – Sunbae ayer por la noche — se refirió a quien impuso la sanción —. O yo hablé, la verdad es que ignoró mis mensajes. Y le expliqué el porqué del comportamiento de Yoongi, que sólo no quería que tú estuvieses en su lugar al ser nuevo aquí. Sólo hay que esperar que se apiade de nosotros y lo deje libre antes de lo estipulado.
—No puedo simplemente esperar, deben de regresarlo a su habitación. Ahora.
—Jimin, esta no es tu casa para que se haga lo que a ti se te da la gana.
El nombrado bufó con total impotencia, sus ojos se sentían cansados, pero también lleno de lágrimas al preguntarse si su mayor estaba bien, aunque sus pensamientos sonaran hipócritas, o si necesita su linterna. Él está dispuesto a llevársela.
—Lo mejor que puedes hacer ahora es calmarte, respirar. Vamos, hazlo. Inhala y exhala — acató la orden con impaciencia, teniendo que repetir la acción hasta que su pecho subió y bajó con parsimonia —. Tu tormento no ayuda a Yoongi en estos momentos.
—Quiero saber cómo está o si necesita algo...
—Lo sabrás pronto — el mayor vio fugazmente la hora en su celular, dándose cuenta que se le hacía tarde —. Mañana también intentaré hablar con Namjoon – Sunbae, esperemos que me escuche y mi trabajo no se vea perjudicado. Intimida un poco.
Sin que su despedida sea muy elaborada o íntima, Hoseok se levantó dejando el juego a medias, acarició el hombro del contrario y, sin más, se fue con prisas.
Jimin suspiró y miró con recelo los bloques de madera que conformaban una torre, misma que se balanceaba de un lado para otro por el movimiento constante de su pierna, la mesa también temblaba y hacía un sonido molesto para algunos, pero no es como si le importara ahora.
Su cabeza, llena de pensamientos por los cuales luchaba no tener siempre, dolió en demasía hasta el punto de sólo querer desprenderla de su cuerpo para evitar el dolor. Y se planteó pedirles a sus padres, la próxima vez que los vea, que lo saquen de ese maldito lugar antes de lo previsto.
No creía poder soportar más eso.
Les extraña, el martes estaba seguro que lo visitarían al ser un día dedicado a eso para los pacientes. La semana pasada no lo hicieron, haciéndole preocupar, por un segundo pensó que ya no lo amaban ni velaban por su bienestar, pero el enfermero Jung le aseguró que eso era más común de lo que era, y no supo saber si eso era bueno o malo, muchos familiares no tenían un fuerte contacto con la mayoría de quienes estaban allí.
—Yo también quiero jugar — la nueva voz de un desconocido atrajo su atención, mismo que tomó siento en el lugar anteriormente ocupado por Hoseok y siguió con el Jenga —. Soy bueno en esto, ¿deberíamos apostar o algo?
Jimin le miró con una ceja alzada, aunque el tono con el que habla sea alegre, en su rostro no existía ninguna pizca de felicidad y varios de sus cabellos cafés caían por este. Más bien, mantenía un semblante serio y sarcástico, le recordaba un poco a Yoongi, sólo que el pelinegro era más pálido que éste.
—¿Qué quieres apostar?
—Uhm, tu comida de hoy.
El rubio quiso creer que era un chiste de mal gusto.
—¿De verdad? — el contrario asintió — Tengo un trastorno alimenticio, por si no lo has notado, necesito la comida.
—Eso no me importa, la quiero.
Park negó con su cabeza y deshizo la torre con un débil golpe en la base, para luego volver a armarla y así guardar el juego en el cartón donde originalmente venía. Todo a la vista del castaño, logrando hacerlo sentir juzgado y pequeño, quien alzó las mangas de su pijama, dejando a la vista sus brazos... llenos de cicatrices.
Eran tantas en aquella extremidad que se le hizo imposible no querer contarlas, pero se obligó a sí mismo a dejar de mirar cuando escuchó una risa.
» ¿Aquí todos se burlan de sus problemas o qué? «Pensó fugazmente.
—Espero no grites y hagas un escándalo como en el comedor, yo no me voy a sacrificar por ti — bufó y decidió ignorarlo, aunque fue predecible pensar en su compañero. Vio su mano extendida hacia él, la cual no aceptó por unos muy largos segundos —. No te voy a contagiar, apúrate que me canso.
—Yo no hago escándalos. — dijo al estrechar con su diestra la del otro.
—Es bueno tener a alguien como Yoongi a tu lado, yo intenté ser su amigo, pero lo único que recibí fueron un par de burlas por mis cortes. Creo que hasta me llamó tigre por ello — rio con gracias, alzando las comisuras de sus labios, pero sus ojos seguían apagados —. Kim Taehyung.
—Park Jimin. — separaron sus manos.
—Y dime, Jimin. ¿De verdad no me quieres dar tu cena hoy? — el rubio frunció el ceño — Pensé que te estaba haciendo un favor.
—No, no lo haces. Yo sí quiero mejorar y salir de aquí lo más pronto posible.
—Determinación, bien. Eso me gusta — el castaño asintió en repetidas ocasionas con sus puños cerrados, como si le estuviera animando —. Entonces, me sentaré contigo hoy hasta que Min regrese. Por tu culpa he estado comiendo solo esta semana, robaste mi compañía.
—Oh, lo siento. N-No sabía — rascó su nuca, nervioso —. El enfermero Jung le ordenó comer conmigo y yo le ayudaba con su silla de ruedas.
—Tranquilo, no es ningún reclamo. Sólo que solía estar con Yoongi a estas horas porque es el único que me ha dado su comida, la que está intacta, no esa que escupe. Ugh, que asco — Tae se estremeció de sólo pensarlo —. Tengo un hambre muy feroz.
Él también solía tenerlo.
—Los tigres tienen un hambre muy feroz — el castaño vitoreó, con evidente sarcasmo, su conocimiento —. Uhm, por cierto. ¿Puedo preguntar si has estado, alguna vez, en aislamiento? Quiero saber la dinámica de eso, sí. La dinámica.
—Es un castigo, evidentemente nada bueno sale de allí — Jimin suspiró con miedo —. Estuve allí a los pocos días que llegué, golpeé a un amigo que vino a visitarme y luego me mandaron a ese lugar. Pierdes la noción del tiempo y tu cabeza nunca descansa, es como si fueras enviado directo al infierno, los gritos de almas en pena se escucharán incluso después de salir.
—Mierda, mierda, mierda — maldijo en voz baja —. Nunca me perdonaré esto.
—Realmente, ¿qué quieres saber?
—Quiero saber si está bien.
Kim supo que se refería a Yoongi, por lo que se encogió de hombros sin mucho que hacer. Antes de que pueda decir algo, un llamado al comedor se hizo presente, era hora de cenar. Se levantó de su asiento para rodear la mesa y estar al lado del rubio, a quien tomó su muñeca y hombros para empezar a caminar.
—Lo estará, no es como si no hubiera estado allí antes.
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