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dos: expuesto.

El día posterior a su llegada pasó de manera extraña, así hasta llevar algunos pares de días allí.

Se sentía más enfermo que antes, estar encerrado allí te daba aquella sensación y pesar de que no estabas bien. La monotonía seguía vigente, la soledad aún le acompañaba al no relacionarse con nadie más que Yoongi y un par de enfermeros que mantenían cierta distancia con cordialidad, un casto saludo eran lo único que se dirigían.

La rutina que había establecido era aburrida y cansada, pasaba gran parte del día en la habitación puesto a que el mal clima no le permitía a nadie salir a las áreas recreativas fuera del edificio, mismas que ha estado viendo desde la pequeña ventanilla que había en el lugar, las bajas temperaturas indicaban riesgos para algunos, incluyéndose, su cuerpo no estaba lo suficientemente fuerte como para exponerse de esa manera.

El tiempo en el que permanecía en otras salas tampoco era satisfactorio, se sentía como un martirio. La hora de las comidas, encuentros y más estupideces que le empezaban a abrumar, espacios donde, irónicamente, preferiría esconderse bajo su cómoda almohada.

Aunque el pelinegro tampoco era de mucha ayuda para soportar las cuatro paredes en las que estaba metido, sobretodo porque no le dirigía la palabra.

No salía de su cama seguido, las sábanas blancas cubrían su cuerpo con totalidad y pocas veces iba al baño, más cuando la noche llegaba y él se encontraba casi durmiendo. Se preocupaba en su mayoría y no podía respirar tranquilo hasta que escuchaba sus descalzos pies caminar por la gélida baldosa hasta recostarse nuevamente.

Quejas, maldiciones y murmullos en voz baja eran la música que lo acompañaba en esos días.

Su espalda empezaba a doler por estar tanto tiempo acostado mientras veía el techo, trataba de divertirse por su cuenta allí, pero nada le llamaba la atención en esos momentos, los libros que reposaban en una estantería se leían aburridos.

Su compañero permanecía sereno, a diferencia de él, la ansiedad lo estaba consumiendo de a poco. Caminaba de una esquina a otra, dibujaba varias figuras en el vaho que posaba en el vidrio, tarareaba una que otra melodía a la espera que las horas pasen como la vida misma.

Yoongi, en cambio, sólo se limitaba a leer, Almendra era el título que aparecía en la pasta del libro que sostenía entre sus delgadas manos, al parecer, él si gustaba de aquellas páginas. Mayormente cuando las luces de todos ya eran obligadas a apagarse, con su linterna de mano que, seguramente, no debería de tener porque la escondía cada que los enfermeros pasaban a revisar a los pacientes antes de dormir.

Parecía ser que el pelinegro estaba acostumbrado a estar allí.

Pero él no, se sentía como un ave en una jaula, limitado y solitario. Incapaz de volar libremente por el mundo y aquello le entristecía. Más cuando él mismo fue quien se encerró, cavó su propia tumba en cada comida saltaba y en cada crítica que escuchaba.

Simplemente era lamentable.

El ruido de las gotas cayendo del cielo dejó de escucharse, mismo que le molestaba al estar acostumbrado a dormir en completo silencio. No podía conciliar el sueño, nada nuevo para él; giró su cabeza para ver a su compañero, quien se encontraba más despierto a comparación de las tardes, donde sus ojeras son más marcadas y sus ojos escasamente se abren.

Jugaba con las sombras que hacía en la pared cercana a él, con una mano sostenía la linterna y, con la otra, intentaba hacer figuras que no les encontraba sentido.

Se puso de pie hasta llegar a la ventana, sin lograr ver las calles de Seúl con claridad ante la oscuridad de la noche, pero le satisfacía el saber que la lluvia había cesado, esperaba que el resto de días siguiera así, necesitaba respirar aire fresco.

— ¿Quieres regresar a tu cama?

La gruesa voz del pelinegro causó que volteara su cuerpo, recibiendo una tenue luz directamente en su rostro. Yoongi ya se encontraba sentado en su cama, abrazaba con fuerza a la almohada que reposaba en su regazo.

— Me asustas.

Dejó de apuntarle con la linterna y acató lo pedido con rapidez, el piso estaba volviéndose frío a medida que pasaban los segundos. Se sentó de igual manera que el pelinegro, con las piernas cruzadas y en dirección a él, la fina sábana envolvía su cuerpo en busca de calor.

— ¿Por qué te asusto?

— Tú no me asustas — aclaró rápidamente —. El hecho de que tu cuerpo se vea como una silueta negra en la oscuridad, sí. A veces me olvido que existes y me sorprendo cuando te veo.

— Yo también, a veces, me olvido de ti y me asusta cada vez que te mueves. La gran parte del tiempo pareces sin vida.

— Ojalá lo estuviera — el pálido soltó una risita, misma que se vio acompañada por otra por parte del contrario, mismo que recobró su compostura con una actitud un poco seria. No debía de reírse de ese tipo de comentarios —. Eres muy lindo como para estar muriendo lentamente.

— ¿Se supone que eso es un cumplido? — Yoongi asintió.

— ¿Qué te pasó?

— ¿Qué me pasó con todo... esto? — volvió a preguntar mientras señalaba y miraba todo su cuerpo con una mueca, volviendo a recibir una afirmación en voz baja —. Lo que a muchas personas les pasa, creo — hizo una leve pausa, abría y cerraba su boca en un intento de encontrar palabras para poder escupirlas —. Empecé a recibir acoso en mis redes sociales, por cómo me veía y lo que hacía, comentarios que debí ignorar en su momento.

— El maldito acoso cibernético — Jimin le dio la razón —. Por lo que me acabas de decir, he de suponer que eras una persona gorda en un mundo donde sólo las personas delgadas son aceptadas.

— Ni si quiera estaba tan gordo — inconscientemente, abrazó su estómago con un poco de brusquedad, murmuró lo dicho con un leve puchero en sus labios —. Estaba entrando a la adolescencia, era normal que haya estado un poco pasado de peso a comparación de los demás.

Recuerda los días en los que su llanto silencioso no dejaba de fluir, justo después de revisar su celular, aquel aparato que desarrolló un odio hacia él, como acontecía desde hace algunos días.

Odio disfrazado de opiniones acerca de sus grandes cachetes, estómago grande y brazos escuálidos era lo único que veía, lastimando su pequeño corazón de infante soñador.

— Lamento que hayas tenido que pasar por esto cuando eras un niño — sí, él también lo lamentaba —. Estás en lo cierto, a muchos les pasó lo mismo que a ti, pero cada uno reacciona diferente y eso determina cuánto te afectará ese tipo de comentarios basura.

— De igual manera, nadie está preparado para afrontar esas situaciones.

La pregunta que más rondaba por su cabeza era: ¿por qué?

¿Por qué justamente debieron atacarlo a él?

¿Por qué las personas parecían estar tan indignadas con su cuerpo? Si tanto asco les daba, ¿por qué no sólo cerraban sus ojos y dejaban de verlo?

— No, realmente nadie.

— ¿Puedo saber lo que te pasó a ti?

Yoongi suspiró fuertemente antes de decidir hablar — Intenté superarme y lo único que conseguí fue caer en picada — por la escasez de luz, no pudo ver la sonrisa que tenía ahora en su rostro, pero el bufido que salió de sus labios y el leve movimiento de su mejilla, le dio a suponer lo que hacía —. Quise ser mejor en lo que hacía y terminé aquí. Irónico, ¿verdad?

— Es un cliché, yo también lo quise y estoy en las mismas que tú.

— ¿Qué es lo que hacías? — el dedo índice del contrario se alzó frente a él a la par que negaba con su cabeza — ¿No me lo dirás?

— ¿Conoces esa sensación de sentirte expuesto por haber hablado demás? — asintió, el pálido se levantó de su cama y fue hasta la estantería para tomar un libro que no alcanzó a ver —. No soy una persona que diga mucho de sí mismo y, ahora, acabo de decir mucho de mí mismo — regresó a su cama con un poco de rapidez para dejar caer su cuerpo boca abajo sobre el colchón —. Te aseguro que no querrás conocer de mí y yo tampoco quiero hacerlo de ti.

— Pensé que te agradaba.

— Claro que lo haces — la linterna se vio alumbrando el escrito que empezaría a leer, dando casi por terminada la pequeña conversación que habían establecido — Pero, si las personas empiezan a hablar más seguido, te encariñas con ellas y, si hacemos eso, dolerá cuando vayas a dejar el hospital.

— ¿Cómo sabes que no estaré mucho tiempo aquí?

— Porque este no es un maldito centro turístico — Yoongi le dio una última mirada —. Porque a nadie le gusta estar aquí y he de creer que tienes personas que se preocupan de ti, lo suficiente como para no dejar que pases aquí más de algunos días.

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