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Lluvia


Seokjin

La brisa templada anunciaba que aquella noche iba a llover, solo me entusiasmaba la idea. Una especie de electricidad recorría mis extremidades y me paralicé precisamente porque habían muchas cosas que quería hacer en ese instante. Podía volar, algo dentro de mí gritaba que estaba vivo: euforia en su Estado más elemental.

Estar parado frente al enorme Teatro "Queen Elizabeth" me hacía sonreír hasta sentir mis mejillas entumecidas, el concierto sería fantástico. Estaba seguro de ello.

–¿Pueden creer que se agotaron las entradas apenas anunciada la fecha?

Minho también sonreía viendo el teatro junto a mí.

–Eso demuestra el buen gusto de la gente.

Dijo Taehyung tomándome por el brazo para entrar y comenzar con un ensayo ligero antes de la gran noche. Changkyun estaba con el director afinando detalles para un viaje que haríamos con su familia mientras nosotros preparábamos los instrumentos. Luego vimos que llegó el doctor.

–Buenas tardes, Señor Im.

–Buenas tardes, Doctor.

–Tengo que revisarle antes de su concierto. Será muy rápido. Recuerde que conforme vaya avanzando la gestación mas atentos debemos estar.

–Claro, permítame un segundo.

–Puede ser aquí mismo. Sus últimos análisis salieron bien, la anemia ha mejorado mucho y todo esta estable. Será un chequeo macroscópico.

–¿Le pondrá esa cosa para los latidos?

Vi como a Taehyung le brillaron los ojos.

–Pues si el lo desea, veremos si se puede escuchar estando sentado.

Minho trajo el banco del piano para que me sentara mientras Tae trajo una silla para el doctor. De antemano me tomó el pulso y cuantificó la presión haciendo anotaciones en una tablilla que traía. También midió mi vientre con una cinta para después sacar el pequeño microfono e intentar escuchar ese sonido tan adictivo de mi cachorro.

–Espere. Espere.

Minho acercó un micrófono a la bocina del pequeño aparato. Levanté muy poco el suéter que llevaba; el doctor primero busco el lugar en el que se encontraba él cachorro y después colocó el aparato moviéndolo un poco y presionando para tener algún resultado.

Tun, tun, tun.

Ese tamborcito acelerado se podía escuchar por todo el lugar, Taehyung se llevó las manos a la boca mientras veía que se le llenaban los ojos de lágrimas, Minho giraba lento con los ojos cerrados disfrutando del eco que hacían los latidos de mi pequeño mientras Changkyun estaba al fondo del teatro sonriendo mirando las bocinas de donde provenía el sonido.

Después de constatar que estaba en orden empezamos los ensayos. El humor nos mejoró notoriamente e incluso el director nos felicitó por el entusiasmo.

La comida transcurrió tranquila y para cuando estuve en el camerino mi sonrisa parecía tatuada en mi rostro.

Mi traje fue sometido a los mismos cambios de mi cuerpo. En primer lugar, planeamos que usaría uno más ajustado, utilizaría un enterizo mas holgado que me permitía estar más cómodo.

—¿Seguro que es lo suficientemente holgado, Seokjin? —preguntó Rose.

—Está muy bien, no te preocupes.

—Rose, ¿nos permites un momento? —pidió Changkyun y ella se retiró enseguida.

Él me ayudo a subir el cierre hasta la espalda depositando un tierno beso en mi cabeza.

—Luces perfecto.

—¿En el viaje con tu familia podrías elegir la cuna?

—Claro, podremos comprar todo si quieres, te vas de compras con mi madre y eliges todo lo necesario.

—¿Crees que podría ver a mi madre también?

—No creo que tengamos tiempo, ya lo veremos más adelante. ¡Ahora date prisa! Que ya inicia el primer llamado.

Asentí y fui hacia mi violín. Me llevé un susto de muerte cuando al acercarme para ver la actuación de los chicos, una de las cuerdas de mi violín se reventó.

–¡Oh, Dios, no!

El staff se encargó de ello lo mas rápido posible. Yo seguí con la mirada a Rose, quien por alguna razón iba en dirección a mi camerino. Lo dejé pasar aún cuando pensé que se ubicaría entre el publico con Changkyun.

Opté por afinar el violín y darme prisa en subir de nuevo al escenario. En el camino creí que mi vista periférica me engañaba porque vi a Chnagyun ir también hacia mi camerino, sin embargo, no me dio tiempo de verificar nada. Atendí al llamado que daba inicio a mi acto y tras bambalinas me acomodaron un poco el cabello por el mini maraton que había dado.

—No deberías de correr así con esos zapatos, un mal paso y puede ser malo para ti y tu cachorro.

—Perdón, es que se reventó una cuerda.

—Solo ten cuidado, anda, entra ya.

Respiré hondo un par de veces sin que el oxígeno pudiera mitigar los nervios. Las luces del escenario me guiaron a mi predestinado lugar, a mi vida. Mi arte. La satisfacción sustituyó cualquier malestar en mi interior cuando la primera nota sonó perfecta. Mi violín tuvo una afinación apresurada, pero perfecta.

Una especie de fuego líquido recorrió mis extremidades, descendiendo por mis dedos y cruzando mi cara en un gesto severo. Mis sentidos ralentizados y mi consciencia haciéndose con el control de mi cuerpo a través del violín. El instrumento y yo éramos uno solo en momentos como ese.

Al terminar el acto los aplausos no se hicieron esperar y les dediqué una pronunciada reverencia para despedirme. Sentía una inmensa necesidad de ir al baño.

–Perfecto como siempre, Seokjin.

–Gracias, Tae, vuelvo rápido. Por favor cuida mi violín.

Le di el violín en las manos y corrí de vuelta hacia los camerinos, entrando al baño mas cercano. Al secarme las manos escuché un ruido extraño proveniente de la habitación contraria, recordé qué mi camerino era el contiguo. Me pregunté si ocurría algo malo y me aventuré a entrar.

—¡Más fuerte!

La voz de Rose penetró en mis oídos a un tono doloroso, me llevé las manos a las orejas. No quería escuchar un sonido como ese en mi vida. Sus ojos atónitos cayeron sobre mí. No concebía el concepto de que la persona con respiración errática subiéndose los pantalones era nada más y nada menos que mi esposo.

—Espera, Seokjin.

No pude dejarlo terminar, senti un dolor inmenso en el pecho y mis piernas se movieron solas saliendo lo mas rápido del lugar. Las lágrimas nublaban mi vista y busqué alejarme de allí evitando al staff. Para mi desgracia, alguien me detuvo.

—¿Seokjin, qué pasa?

Minho me sostenía por los hombros, seguro de que me vendría abajo si no me apoyaba en él. Agachó su cabeza hasta clavar sus profundos ojos en los míos.

—Suéltame, por favor, necesito salir de aquí. Por favor. Por favor. Por favor. Suéltame. Yo. Él. Esto.

—¡Seokjin!

No quería girarme y ver a quien me llamaba con esa voz entre urgente y autoritaria. Las lágrimas de pavor emergieron de entre las sombras y no alcancé a disimular el temblor de mis manos.

Me liberé del agarre de Minho y volví a correr sin pensar en nada más. Enfrentarlo era imposible para mí la marca me dolía y mi lobo lloraba. Al abrir la puerta de emergencia alcancé ver a Minho empujar a Changkyun, diciéndole algo con el rostro enfurecido más no me quede para ver.

El frío me quemó el rostro, no obstante me valí de un callejón hasta dar a la calle. La gélida lluvia cayó por mí cuerpo, llegué a creer que me ahogaría en la oscuridad de esa noche. Quizá así este dolor me dejaría. Caminé envuelto entre mis propios brazos, sollozos rompían el silencio de las calles solitarias.

No era la primera vez que vagaba en una noche como aquella. Los fragmentos me golpeaban sin orden concreto. Disparos de luz donde me veo caminando solo; veo ropa hecha jirones; mí propia sangre; incluso puede sentir el dolor de físico que me produjo esa situación. Quizá la única diferencia era que esta vez, el dolor emocional era el que estaba causando estragos en mí. Aún así, seguían teniendo algo en común: en ambos casos yo era la víctima del mismo agresor.

—¡Seokjin, detente!

La reminiscencia de aquella noche se evaporó. La helada condición del clima no menguó su ira. No le tomó mucho tiempo alcanzarme, imponiéndose y aplicando parte de su concentración en controlar su respiración irregular.

—¿A dónde piensas ir con esta lluvia?

Guardé silencio, negándome a ver su rostro.

—¡No seas estúpido! ¡No voy aceptar un berrinche así!

El volumen de su voz opacaba el ruido de la lluvia impactando contra todo lo mundano. Temblé y me encogí apto esquivar un golpe que no amenazaba con llegar igualmente. Era la señal de rendición definitiva que estuvo esperando.

—Iremos al hotel, ahí te calmaras.

Quería despistarme actuando como si nada estuviera pasando. Llegué a esa conclusión después de las repetidas veces en las que logró hacerme pensar que estaba loco.

—¿Desde cuándo?

Se detuvo en seco para fijar sus orbes oscuros y malditos en mí.

—¿Qué?

Aproveché su duda para zafarme de la constricción que ejercía sobre mí mano.

—¿Desde cuándo te acuestas con Rose? ¡Yo los ví, Changkyun!

Se frotó el rostro incrédulo y empujó su cabello mojado para atrás en un evidente gesto de frustración. Intentó acercarse a mi, lo rechacé alejándome y entonces posó sus manos en su cintura mientras apretaba la mandíbula.

–Estás haciendo un drama por nada. Es solo sexo, no tiene importancia. Me estás cabreando y no es muy inteligente de tú parte, mi celo esta por iniciar y tu no serias suficiente.

–¿Solo sexo? ¡A mi no me puede voltear a ver alguien porque tu ya estas culpándome por ello! Pero tu dices que es solo sexo. Solo sexo cuando me manejas como te da la gana. ¿No es suficiente? ¿Qué más tengo que hacer para que dejes de ser tan borde?

Juro que pude escuchar su mano cortando el aire, intuía esa bofetada y la esperaba. Algo dentro de mí decía que lo merecía, pero no me importa o me arrepentía de lo dicho.

—¡Cállate!

Empuñó mi cabello, mi cuello doblándose horrible hacia atrás. No me importaba tampoco lo que hiciera conmigo, pero debía proteger a mí cachorro a como diera lugar.

–¿Quieres que otros te volteen a ver? ¿Te gusta ser el centro de atención? Entiéndelo, eres mio y no hay que nada que hagas para cambiarlo. ¿Que me acueste con otros omegas? Eres el única para mí,Seokjin.

Era despiadado, pero nunca esperé que dijera algo como eso sin una pizca de culpa. En el reinaba el rencor.

—¿Por qué me haces esto? —farfullé entre lágrimas.

Se aferró a mí cabello una vez más. La ironía me inundó: él lo cortó porque a "alguien le gustaba mi cabello largo". Lo obligué a soltarme con un empujón.

—No, Changkyun. ¡Soy tu esposo, no tu maldito tapete!

—¡Así es! Eres mi esposo, es por eso que vendrás conmigo y harás lo que te digo.

—No.

Retrocedí un par de pasos, quería gritar y así protegerme solo para proteger a mí tesoro. Intentar correr fue en vano ya que al instante me atrapó.

«Pop», su mano impactó contra mí mejilla húmeda. Me resistí un poco aumentando su impaciencia.

Estaba esperando que mi mente me volviera a llevar al escenario antes de que apareciera el monstruo, pero el monstruo no apareció, solo veía a un alfa furioso alistando la mano para darme otra bofetada. La lluvia ayudó a que mi mano resbalara de la suya. Recibí otro golpe que me hizo tambalear y que mis zapatos cayeran en una grieta en el pavimiento. Algo me absorbió hacia el suelo, como su tuviera que buscarlo me sumergí de cabeza en el asfalto. El estruendo me mareó.

Me fue imposible levantarme debido a su pesado pie presionándome hacia abajo para que no me escapara. Mi caja torácica empezó a arder cuando me faltó el aire. Agradecí que estuviésemos en medio de la calle, la bocina de un coche le forzó a liberarme. Tropecé un par de veces, piedras y fragmentos de vidrio se incrustaban en mis pies; no me importó si dejaba a Changkyun atrás, prácticamente me arrastré a la puerta desde dónde salí. No debi abandonar el teatro en primer lugar.

–¡Por Dios!

Minho se apresuró a alcanzarme quitándose el abrigo para cubrirme. Sacó su teléfono y no alcancé a ver qué más hizo. Los párpados me pesaban y sabía que mi cuerpo estaba a punto de colapsar. No aguantaría mucho más.

—Tae, ya lo encontré. Estamos en la puerta trasera.

Con dificultad me alcé y lo detallé: tenía el labio roto y sangre salpicó su mejilla. La limpié con temor de tocarlo.

—Perdóname, Minho, perdóname.

—No, no, no. Tú no hiciste nada.

Acunó mi rostro entre sus manos y quise romperme en llanto solo para que su tacto cálido me consolora. Estaba agotado; vi como un auto se estacionaba saliendo Tae del lado del conductor.

–Debemos llevarlo al hospital, está helado.

Tae abrió la puerta trasera del auto, Minho me ayudó a subir y luego me acompañó. Me envolvió y frotó mis brazos para darme calor. De pronto sentí que algo tibio recorría mis piernas, miré hacia abajo y el enterizo manchado por la lluvia y la suciedad del paviemiento se tornó rojo en la parte baja.

—No, no, no, no. ¡Te lo suplicó, no!

Recé y lloré acaloradamente, no podía pasarme lo que estaba imaginando. Levante la parte baja de los pantalones, mis manos se movieron sin encontrar un punto fijo. Iban de un lado a otro tratando de limpiar la sangre.

—¡Diablos, Tae, apúrate!

Mis sentidos se bloquearon y me desplomé. No supe en qué momento llegamos al hospital, y aunque estaba consciente no pensaba en nada que no fuera la sangre en mis manos. Escuché voces más no entendía lo que decían. Lo último que escuché antes de perder el conocimiento fue: "ya no hay latidos".




Con su permiso me largo a llorar...

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