
Capítulo 13: Nadando juntos.
Sam.
Lunes, 10 de Septiembre de 2012.
- ¿Entonces sustituyo el valor por la equis en la derivada y... es la pendiente de la recta tangente en ese punto?- preguntó Justin junto a mí, ladeando la cabeza y mirándome fijamente con sus intimidantes ojos cafés.
Y a pesar de que no nos tocábamos o rozábamos estábamos demasiado cerca uno junto al otro, sentados en una de las mesas de la pequeña biblioteca del instituto. Podía sentir su fuerte y suave perfume de hombre que me hacía cosquillas en la nariz, y enloquecía a las mariposas en mi estómago.
Oh Dios, ¿por qué me sentía así?
- ¡Exacto!- le dije, dedicándole una sonrisa, que había salido nerviosa y tímida.
- ¡Genial, ya creo que estoy entendiendo cómo funciona esto!- exclamó él sonriéndome, y no sé por qué, pero en ese momento me pareció la cosa más linda que había visto en mi corta vida.
Dios mío, ¿por qué pensaba en eso?
- Ya hasta seré mejor que tú en mate- bromeó, golpeándome levemente con el codo, y yo solté una risita.
Era por la tarde. Nos encontrábamos en el instituto aún, y como habían faltado varios profesores, Justin me pidió que le explicase en la biblioteca la última clase que habíamos tenido de Matemáticas. Como se acercaba un examen, él no quería reprobar, y yo quería ayudarlo a no hacerlo.
Con su sonrisa, él levantó la mano de golpe y yo me eché para atrás, asustado. Después me dí cuenta de que él solo quería que se la chocara.
- L-Lo siento...- musité con incomodidad, y miré hacia un lado de la mesa.
Me sentía patético, nervioso, avergonzado y un poco asustado. Aún me costaba entrar en confianza con él. Además, nunca antes había tenido un... amigo.
Espera, ¿eso sentía que él era para mí?
Pude sentir que él clavó sus ojos sobre mí, pero no dijo nada. Por eso yo volví a hablar y miré al frente con una sonrisa nerviosa, pues el momento entre los dos estaba siendo agradable y yo no quería arruinarlo...
- Bueno, ya que estás aprendiendo- dije, en un tono un poco bajo-. ¿Por qué no pasamos a realizar el ejercicio veintidós entonces?- tomé el libro, y pasé la hoja a la siguiente pagina llena de números.
Me sentía nervioso. No podía mirarlo a la cara. Él no decía nada, ni una palabra, y yo sentía que me estaba mirando con fijeza.
- Se ve complicado, lo sé- dije suavemente, con la mirada clavada en el ejercicio del libro-. Pero es muy fácil.
Tomé mi lápiz y mi cuaderno, y comencé a resolver los números para después explicarle a Justin. Estaba absorto en resolver el ejercicio, con una leve sonrisa. Y él no dejó de mirarme fijamente, y aún así no dijo ni una palabra.
- Ves, está muy fácil- le dije, moviendo mi lápiz de aquí para allá sobre la hoja de mi cuaderno.
Entonces él me llamó.
- Sam- me habló, suave y dulce.
Sabía que no haría una pregunta sobre el ejercicio que realizaba, y por eso lo ignoré, y continué moviendo el lápiz.
- Sam- volvió a llamarme.
Continué resolviendo el ejercicio, ya estaba a punto de terminarlo.
- ¡Sam!- repitió con un tono más alto y grave.
Entonces me tomó de la mano para que me detuviera y lo mirase. El corazón me dio un vuelco, y sentí una leve capa de sudor cubrirme las manos.
- Mirame- dijo.
Su voz grave y suave había sonado firme y mandona. Casi me estremecí.
- Mirame, Sam- ordenó, sin soltarme de la mano con la que sostenía el lápiz-. Es una orden.
El corazón me dio un vuelco, pues era la segunda vez que me decía eso. ¿Por qué le gustaba ordenarme a hacer las cosas?
- ¿Q-Qué sucede?- respondí, y me volví hacia él.
¿Y por qué yo le obedecía a todo lo que él me ordenaba?
- ¿Por qué haces eso?- me preguntó, mirándome con dolor.
Su rostro feliz se había entristecido y decaído.
- ¿Por qué hago qué?- musité.
Trataba de mirarlo a los ojos, pero estábamos demasiado cerca que me asustaba.
- ¿Por qué me demuestras que me tienes miedo, y luego finges como sí nada pasó?- dijo él, finalmente.
Y yo bajé la mirada con cierta tristeza.
- N-No lo sé...- susurré.
- Dime la verdad, Sam. Mentir es pecado- dijo él, y me mordí la lengua.
Él tenía razón, mentir era pecado. Y no debía de ser un pecador. Pero, ¿por qué sentía que lo era estando con... él?
- Y-Yo- titubeé-. Nunca he tenido un amigo. N-Nunca nadie demostró un verdadero interés por mí, que no sea para burlarse o golpearme.
Un nudo apareció en mi garganta. Y Justin acarició levemente mi mano con su pulgar para que continuase hablando.
- Y y-yo a veces no puedo c-creer que quieras ser mi amigo. Y por e-eso... me asustas- me mordí el labio para no llorar-. Nunca nadie se interesó en mí, y madre siempre me dijo que todos me lastimarían. Por eso, m-me cuesta creer que s-somos...
- Amigos- finalizó él por mí, sin dejar de acariciar mi mano con su pulgar.
Yo asentí levemente con la cabeza, y él dijo con suavidad:
- Sé que comencé siendo una puta mierda contigo- dijo-, pero te juro que haré que te sientas realmente bien junto a mí. Me volveré tu amigo, y conmigo no tendrás que fingir alguien que no eres... Nunca más.
Entonces lo miré por primera vez a los ojos, en este día, y él me regaló la sonrisa más hermosa que hubiese visto antes de parte de él. Y yo me seguí mordiendo el labio, sintiendo cosas extrañas por él.
- Te propongo algo, Sam- dijo, y yo ladeé la cabeza-. Sé que aún tenemos tres clases más, pero ¿qué te parece sí nos escapamos hoy? Vayamos a otro lado, juntos.
Mis ojos se abrieron como platos, pues no podía escaparme. Le desobedecería a madre, porque ella siempre me dice que debo regresar a casa enseguida que salga del instituto. Y yo no quería mentirle a madre. No quería mentirle a Dios.
Oh sí no, sería un pecador.
Por eso negué violentamente con la cabeza al pensar en madre. Al pensar en que si me descubría me castigaría, y yo no quería retar a madre.
Y no quería mentir.
- ¡Vamos, Sam!- me animó-. Sé que nunca lo has hecho, pero por primera vez rompe las reglas conmigo. Prometo que te encantará, iremos al río del bosque, te enseñaré a nadar. Será divertido.
Seguí negando con la cabeza, aunque ya no lo hacía con violencia, pues extrañamente estaba comenzando a escucharlo.
- Justin mi madre...
- Olvidala- me interrumpió-. Por favor, Sam. Por primera vez... piensa en ti, y no en Dios o tu mamá.
- Pero, mi madre...
- ¡Vamos! ¿Qué no me dijiste esta mañana que ella hoy ella llegaría tarde a casa?- mencionó y yo asentí.
- Pues utiliza esa oportunidad, por ti, por mí... Hazlo por nosotros.
El aire se me fue por unos largos segundos. Y la voz tentadora y dulce de Justin hacía eco en mi cabeza.
Me quedé mirando fijamente a un grupo de chicas que pegaban un gran póster en la pared sobre un baile que se realizaría en dos días. Entonces, la voz de Justin siguió sonando en mi cabeza, y yo dejé de pensar en madre, y respondí:
- E-Está bien, escapémonos.
Justin sonrió con satisfacción, y estaba extremadamente sorprendido. Y minutos después, ambos recogimos nuestras cosas, y nos fuimos de allí. Y aunque, me sentía un poco mal por escaparme, por otro lado, quería romper las reglas por primera vez porque se sentía muy bien. Estando junto a Justin me sentía invencible, protegido..., y amado.
Y eso fue suficiente para dejar a madre de lado por primera vez.
Cuando llegamos al estacionamiento sin llamar la atención. Justin con su bolso y el mío en sus hombros, se subió a su bicicleta aparcada con otras. Y volteó a verme con una sonrisa.
- ¿D-Dónde me subiré yo?- cuestioné, buscando algún lugar disponible en la bici para sentarme.
Pero la bici no era tan grande, y yo no podría mantenerme de pie en la parte de atrás, por el problemas de mis piernas.
Él soltó una carcajada, que me contagió. Y miró a su regazo.
Dios mío.
El rubor se apoderó de mis mejillas.
- ¿E-En serio?- susurré, ruborizado.
- Es la única forma de llevarte conmigo, niño religioso- dijo, con esa sonrisa-. Vamos, ya súbete. ¿O es qué tienes miedo, gallina?- me desafió con tono retador.
Yo miré al suelo, y fruncí levemente el ceño con timidez.
¡Yo no era ninguna gallina!
- Está bien, lo haré- acepté, sin mirarlo a la cara.
Entonces me acerqué a la bici con ayuda de mi bastón, y con el corazón latiendome como si me fuera a explotar, y sin pensarlo dos veces, me subí a su regazo. Y él tomó mi bastón.
- Ves, no fue difícil- susurró, acercando sus labios a mi oreja.
El rubor se expandió por toda mi cara, y sentí que me desmayaría al sentirlo tan cerca de mí. Mi trasero estaba sobre su regazo, y su pecho estaba contra mi espalda. Podía sentir los relajados latidos de su corazón, y eran diferentes a los míos.
Entonces, cuando menos me lo esperé comenzó a pedalear, moviéndose con facilidad conmigo sobre sus piernas. Supongo, que no pesaba mucho. El corazón se me disparó y quedé rígido a su pecho, nervioso y asustado de que nos cayésemos. Era la primera vez que me subía a una bici, y la adrenalina me recorría el cuerpo.
Justin se desplazó rápidamente entre las calles en dirección al bosque. Y aunque él estaba tan relajado, yo tenía miedo de caernos. Sin embargo, después dejé de sentir miedo, y por primera vez... me sentí libre.
El viento chocaba con nuestras caras, y revolvía nuestros cabellos. Y cuando entramos al bosque, me quedé completamente distraído; absorto en su belleza, y en la adrenalina que se sentía al estar en una bici en movimiento.
De pronto, luego de un rato de pedalear entre los árboles, llegamos al brilloso río del bosque, y supe que lo divertido apenas empezaba.
Justin aparcó la bicicleta entre las rocas del inicio del bosque, y me ayudó a bajarme para darme mi bastón con cuidado. Entonces, tiró nuestros bolsos al suelo y el corazón se me volvió a disparar cuando observé que se comenzó a quitar sus zapatos deportivos y, a desabrochar su negro pantalón.
- ¿Qué esperas?- dijo, y se bajó el pantalón por completo.
Aparté la mirada y la llevé al río con vergüenza. Pero, por alguna razón luego tuve impulsos pecaminosos de volver a mirar a Justin. Y cuando me armé de valor para hacerlo, lo hice, y observé como se quitaba la camiseta negra que llevaba, dejando su torso desnudo al aire. Entonces, sentí una sensación extraña. Creo que fue como sí un pecado creciera dentro de mí... Un extraño placer de verlo así.
Lo miré detalladamente desde sus largos cabellos negros, hasta su cara esparcida de pecas. Y bajé la mirada a su pecho, que no era para nada musculoso, pero era bien definido y masculino. Y seguí bajando hasta sus abdominales, que era un poco más marcados. Entonces, vi la linea de bellos que le recorría el ombligo, y que se perdía en su bóxer rojo. Como no..., rojo como la lujuria.
Dios mío.
Justin se había quedado semi-desnudo, incluso, hasta no debía de esforzarme siquiera para poder ver como se marcaba su miembro sobre la delgada tela de su ropa interior. Al igual que su trasero. Me quedé estupefacto.
De pronto, Justin se cruzó de brazos, y se apoyó de la roca junto a él para mirarme fijamente con una mirada desafiante.
- Tu turno- me dijo-. Vamos, quitate la ropa, monjita.
No podía reaccionar, su desnudo cuerpo no me dejaba hacerlo. Observé que las venas se le marcaban en lo brazos.
Y con ese rubor que tenía en las mejillas, reaccioné. Sin decirle ni una palabra, me quité el suéter marrón, y la camiseta que llevaba de bajo. Continué con mis zapatos, y mi ancho pantalón. Y de pronto, con la mirada sobre el suelo, me percaté de que había sido una mala idea quedarme como él. Mi cuerpo era esquelético, horrible, y estaba repleto de muchas hematomas.
El rubor se fue de mis mejillas, y me sentí un poco triste, al recordar que los culpables de mi cuerpo pintado de horrorosos moretones habían sido Gabe; su grupo, el padre Richard y mi madre.
Justin se acercó a mí.
- Sam- dijo con un tono alegre, pero un poco apagado por notar cómo me estaba poniendo-. No quiero que pienses en las personas que te hicieron esto- llevó una de sus manos a mi abdomen y lo acarició, para señalar los moretones-. Quiero que solo pienses en mí... en nosotros nada más.
Lo miré a la cara sin palabras, y él sonrió. Entonces me tomó de la mano, y yo reaccioné ruborizándome levemente. Y de pronto, comenzamos a caminar juntos al río tomados de las manos, luego de que dejé mi bastón.
Me sentí la persona más libre en ese momento; sin reglas; sin madre; sin Dios; sin religión. Solo eramos Justin y yo, y por alguna razón sentí que podía confiar en él.
- ¿Se te ha olvidado qué no sé nadar?- musité, cuando comenzamos a entrar al agua y mi cuerpo se contrajo un poco por lo fría que estaba.
Aún estábamos tomados de las manos, y sentí que no íbamos a dejar de hacerlo. Yo necesitaba apoyarme de algo para poder caminar, y Justin estaba siendo de mucha ayuda para mí.
- Yo no te soltaré, Sam- me habló, dulcemente-. No te soltaré, ni ahora, ni nunca.
Me quedé lívido, y el me volvió a sonreír. Después me pidió que me subiera a su espalda, dándose la vuelta en ese momento, sin dejar de agarrar con fuerzas mi mano por sí llegaba a caerme. Me volví a ruborizar. Creo que era algo que me pasaría muy seguido con Justin Wilson.
Ruborizarme.
- Súbete- mencionó, riendo. Y yo con mi otra mano me aferré a él para subirme a su ancha y musculosa espalda. Y él me ayudó a subirme-. ¡Agarrate, mono araña!- exclamó con diversión, y de forma rápida en impresionante entró al instante al río.
El agua cubrió nuestros cuerpos, pero no nuestras risas, y no llegó a separarnos. Ahora, era yo el que tenía el pecho contra su espalda. Él me agarraba con fuerzas, y yo también. Mi corazón no dejó de estar acelerado, por la adrenalina y por tocar el cuerpo semi-desnudo de Justin con el mío.
Justin nadó hasta lo profundo, y yo no paré de reír junto a él.
Era la primera vez que me metía en el río, y ahora lo amaba ya que Justin estaba incluido en eso.
***
No sabía cuánto tiempo habíamos durado en el río juntos..., y solos. Pero lo habíamos pasado muy bien, y Justin trató en más de una ocasión enseñarme a nadar, pero me daba tanto miedo soltarlo y hundirme, que abrazaba muy fuerte su ancha espalda como sí mi vida dependiera de ello. Y él en un momento se burló, volviéndose hacia mí mientras que flotábamos en el río, diciéndome:
- ¿Acaso soy un oso de peluche?
Nuestras caras estuvieron tan cercas en ese momento que nuestras respiraciones agitadas de mezclaron, y me sentí perder en el pecado.
En Justin.
Eso me hizo sonrojar tanto, y mientras que seguía sobre su espalda, abrazándola. Me limité a ocultar mi sonrojo con ayuda de eso. Creo que él no lo notó, pero mi cuerpo se estaba sintiendo muy extraño al estar tan cerca de él... Supongo, que me estaba sintiendo así por el pecado... El pecado de Justin.
La estaba pasando tan bien junto a él, y sentí que me había gustado romper las reglas por primera vez. Pero en algunas ocasiones no podía evitar imaginarme el rostro de madre, mirándome con esa cara que tanto me daba miedo, diciéndome: «¿Por qué eres un maldito pecador?»
Pero como no quería arruinar el momento solo meneaba la cabeza para abandonar esos pensamientos, y me seguía perdiendo... en el encanto de Justin. Era un chico... Era un chico muy atractivo.
Oh Dios.
Nos salimos del agua cristalina cuando creo que nuestras pieles se pusieron de ancianos; arrugadas como pasas. Y porque los rayos solares que se colaban de entre los árboles no estaban tan fuertes, pues no faltaba mucho para que el sol se ocultase.
Sin embargo, cuando salimos del agua y creí que tendría que caminar por el suelo de rocas con ayuda de Justin, no fue así, y me quedé lívido cuando en vez de ayudarme a caminar como antes, me sostuvo entre sus brazos y me cargó de una manera muy fácil. Creo que eso me hizo sonrojar, pero espeté en un chillido:
- ¡B-Bajame!
- No tengo problemas en llevarte así- me dijo, riendo. Y yo me sentí tan avergonzado que me refugié en su rígido pecho, y solo me quedé allí en silencio, mientras que Justin caminaba conmigo en sus brazos hacia la enorme roca en donde habíamos dejado nuestras cosas, añadiendo-: No lo sé tú, pero yo me muero de hambre, creo que deberíamos de ir a comer algo- me propuso, y con la misma facilidad con la que me tomó entre los aires me dejó en el suelo y yo me apoyé de la roca con ambas manos.
Observando como su pelo largo y rebelde estaba tan mojado que ahora le caía como largos mechones por toda su cara salpicada de pecas, y él sacudía el pelo a cada instante como sí fuese un león. Entonces, en ese preciso momento cundo me dí cuenta de las gotas que descendían de su cabello y que le escurrían por todo el pecho desnudo. Noté que como su ropa interior estaba empapada la tela se había vuelto mucho más fina y transparente a la vista, y enseguida que mis ojos se encontraron con ese bulto pecaminoso desvié la mirada enseguida, sonrojado.
Y después recordé en ese momento que seguramente mi ropa interior debía de lucir igual de transparente que la suya, así que me incliné rápidamente para recoger una de mis prendas y cubrirme la entrepierna. Y Justin cuando se dio cuenta de eso solo se echó a reír, y en ningún momento se cubrió sus partes íntimas y por eso yo tenía que desviar la mirada a todos lados en el bosque para no verlo.
Y cuando él dejó de burlarse de mí se puso su camiseta negra, y me dijo con ese tono de voz que tanto me embelesaba como sí fuese el mismísimo diablo:
- Creo que aún hay tiempo para nosotros, ¿qué te parece sí vienes a mi casa y comemos algo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro