Prólogo.
Se estremecio cuando sintio algo oler su cuello con suavidad, poco a poco fue abriendo sus ojos dejando ver sus bellos ojos violetas, los rayos del sol iluminación a la persona ante ella. Su cabello brillo como oro dejándole saber quién era.
-deja de olerme -susurro adormilada escuchando una suave risa masculina.
-no puedo evitarlo -el hombre se situo a su lado abrazándola por la cintura.
Los dos estaban acostados en la gran cama matrimonial.
Ella abrio por completo sus ojos y miro con una suave sonrisa los bellos ojos que tanto amaba.
Acarició con suavidad su mejilla haciendo que el hombre apoye por completo su rostro en su delicada mano.
-...Gracias -ella lo miro confusa y él pego su frente con la de ella -aún cuando caí en la oscuridad tu recuerdo siempre me mantenía cuerdo y cuando volviste...me salvaste por completo.
La oji violeta lo miro divertida y lo abrazo besando suavemente sus labios.
-desde cuándo eres tan demostrativo? -él la miro incrédulo.
-siempre lo fui -cerro sus ojos y la tiro a la cama apoyando su cabeza en su vientre.
Ella solo rió por lo bajo y él sonrió satisfecho al escuchar su risa.
Ella siempre debía de sonreír, ella solo se merecía ser feliz.
-te amo, claude.
El emperador la miro con suavidad y sus ojos brillaron de amor al ver la felicidad en esos ojos amatista.
-también te amo, aine.
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