CAPÍTULO III: El Alfa Phillips
Pasar la próxima hora y media pidiéndole a los Alfas de los alrededores el permiso para visitar sus manadas fue más frustrante de lo que pensé que sería. Muchos estuvieron sorprendidos al escuchar de mí, no estaban conscientes de que yo había retomado la responsabilidad de liderar Silent River otra vez. Todos me dieron sus condolencias y dijeron cuán asombrosa había sido Olivia. Me tomó cada fibra de mi ser no romperme o responder furioso cuando decían «No puedo imaginarme qué haría sin mi pareja». No necesito que se me recuerde constantemente que estoy solo mientras ellos viven felices con sus esposas.
Después de hacer arreglos para visitar las otras tres manadas, Crescent Moon, Midnight Creek y River Run, me preparo para irme con Asher. Viajar sólo con un lobo es un riesgo, pero mi preocupación es mi manada. No quiero arriesgarme a llevar más gente conmigo, los haría más vulnerables. Si Griffin no hubiese insistido, iría solo. Nos iremos a primera hora de la mañana.
Una vez que todo está hecho, me retiro a mi habitación por el resto de la noche. Sabía que necesitaría al menos un par de horas de sueño para ser capaz de hacer la carrera hacia el territorio de Crescent Moon. Después de horas de sacudirme y girarme, finalmente mis párpados se hicieron pesados.
—No te dejaré— dice Olivia con voz ahogada.
Pero yo sé que ella va a hacer exactamente eso. Es una luchadora, pero esta es una pelea donde no hay ganadores. Simplemente, hay demasiada sangre. Cubre su piel y se está filtrando hacia el suelo alrededor de ella.
—Lo sé, amor. Vas a lograrlo. Sólo quédate conmigo un poco más, la ayuda casi llega —miento esperando que ella no sea poseída por el mismo miedo que ya ha echado raíces en mí. No puedo creer que vaya a perder mi todo.
—Te amo tan... —ella intenta decir.
Sosteniendo sus manos en las mías, besé cada una—Te amo más —digo aunque sabía que ella ya no sería capaz de escucharme. Mi Olivia se había ido.
Un aullido que cuajaría la sangre salió de mí. El golpeteo de las pisadas se detiene, ellos saben que es demasiado tarde. Mi aullido hace eco en todo el bosque mientras otros se unen a mi llanto. Mi manada está sufriendo también. Aplasto su cuerpo sin vida contra mi pecho con la esperanza de que si la sostengo lo suficientemente fuerte, ella no me dejará. Lágrimas se deslizan por mi rostro mientras sigo sujetándola y me balanceo de adelante hacia atrás.
Al despertar, mi cuerpo está cubierto por una ligera capa de sudor. Aprieto mi pecho como si todavía la estuviera sosteniendo. Mi respiración sale cortada. Mi cuerpo está temblando entre sollozos. La he perdido otra vez. Me dejó aquí solo y se llevó mi corazón con ella. No importa cuántas veces sueñe con perderla, no lo hace para nada menos doloroso. Miro el reloj con mis ojos medio cerrados y noto que logré dormir por cuatro horas. Nos iremos dentro de casi tres y necesito desahogarme un poco antes de entonces.
Al abrir la puerta del centro de entrenamiento de la manada, veo que no estoy solo. No es sorpresa ver a Griffin aquí, él a menudo pasa su tiempo libro entrenando o en una ciudad cercana viéndose con humanos. Aunque él coquetea con otra loba, es lo suficientemente respetuoso como para no llevarlo más allá de eso, sabiendo que cada uno tiene una pareja por ahí en alguna parte.
—¿Qué haces despierto antes del amanecer?
—Sólo entrenando para ser lo mejor posible, Alfa, señor —dice con un saludo dramático y una sonrisa aparece en su rostro. Él sabe que yo odio cuando me llama Alfa. Es mi más viejo amigo y lo más cercano a un familiar que tengo.
—Bueno, no quería decirlo, pero te estás comenzando a ver un poco rechoncho en la cintura —bromeo y me gano un rodamiento de ojos y una mueca maliciosa.
—¿Problemas de sueño, todavía? —me pregunta y todos los signos de broma han dejado su voz.
—Sí, pero estoy mejorando —Lo cual era una total mentira. Antes de que mis pesadillas comenzaran, yo tenía suerte si dormía media hora.
—¿Listo para salir, entonces? El Alfa Phillips parece estar esperando tu visita —dice, para mi sorpresa.
—¿En serio? ¿Por qué sería así?
—Escuché que su esposa está esperando su tercer hijo. El rumor es que es un varón. —Dejen a Griffin estar al día con los chismes.
—Pensé que él ya tenía un heredero, ¿no?
—Si no me equivoco, tiene una hija mayor y un hijo adolescente —Griffin confirma.
Compartimos una mirada de complicidad. Muchos Alfas sólo tienen un cachorro, a menos que esa primera cría sea hembra. Buscan evitar la hostilidad entre hermanos varones.
Es muy probable que Phillips esté buscando asegurar mi manada para su hijo no nato. La idea sería ideal para ambos de nosotros, pero me siento inquieto respecto a esto. Quizá sea sólo la idea de entregar mi manada. Es inevitable, pero el pensamiento aún no me sienta bien.
Paso las próximas tres horas entrenando, dos de las cuales se van peleando con Griffin. Él me pateó el trasero en varias ocasiones. Hace tres años, no habría tenido oportunidad alguna contra mí, ni siquiera en mi peor día. Después de descargar algo de mi frustración en el gimnasio regreso a la casa de la manada a verme con Asher.
—¿Alfa, estás listo para irnos? Si lo hacemos ahora, deberíamos llegar antes de mediodía.
A diferencia de Griffin, Asher insiste en llamarme por mi cargo, incluso aunque ambos nos conocemos de toda la vida. Es extraño que me llame Alfa dado que somos amigos muy cercanos, sin mencionar que él es tres años mayor que yo.
—Sí, acabemos con esto —respondo para nada esperando lo que ocurrió luego.
Phillips no es conocido por ser sutil en lo más mínimo. Fuera de las cuatro manadas vecinas, la suya es la que más evito. Él ansiaba poder y no hacía casi nada para conseguirlo. Phillips ha intentado convencer a Griffin de entregarle nuestra manada alegando que mi suicidio es inminente. Son los lobos como él los que dan mala imagen a los Alfas.
El viaje ocurre sin imprevistos, lo cual me gusta. No pasa a menudo que tenga que correr y libere a mi lobo. Lo saboreo tanto como puedo, pero llegamos demasiado rápido a Crescent Moon. Mientras entramos al territorio, somos bienvenidos por Steven, el Beta de Phillips.
—El Alfa Phillips está esperando ansioso su llegada a la casa de la manada, donde habrá una fiesta en honor a su visita —nos informa feliz.
—En serio quiere nuestra manada, ¿no? —pregunta Asher mediante nuestro enlace mental.
—El hombre no tiene vergüenza —respondo disgustado.
Pensaba que, después del truco que intentó hacer cinco años antes, él sabía que no tiene oportunidad en Silent River. De hecho, se está engañando a sí mismo. Aun así, él tiene una manada mucho más grande que la mía y necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.
—Gracias, aunque eso no era necesario. Apreciamos la cálida bienvenida —digo graciosamente.
—Déjenme acomodarlos en una de nuestras casas para huéspedes y luego podré mostrarles la casa de la manada.
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