Cap. 16: Pecado y Sentencia.
Noviembre, 1955.
Winhmoort, Noruega.
Aún recuerdo ese día lluvioso de hace treinta y tres años, el día que comenzó todo. Mismo día que se registraba la mayor tormenta en siglos. Ese día, Xavier, Thomas y yo decidimos explorar esa maldita montaña donde se dice, que Marcus Solskjaér, mi ancestro había encontrado ese Tótem de procedencia inhumana, mismo que maldijo la familia Solskjaér. También contaban que cerca de esa cueva, en un paraje secreto, Marcus fue encontrado desmembrado.
Llegamos cerca de las seis de la tarde, justo cuando la luz natural comenzaba a menguar. El viejo Ford del padre de Thomas solo llegó a la ladera de la loma dónde comenzaríamos a buscar, presagio de que alguna fuerza fuera de esta dimensión no quería que encontremos lo que venimos a buscar.
En la vereda que tomaríamos ya nos esperaban los jóvenes Alexei e Ymir, ellos se prestaron a ayudarnos, aunque no los conocíamos de nada. Un riachuelo se había formado por el escombroso camino que tomaríamos, lo que dificultaba aún más el ascenso. Caminamos con cuidado durante buen tiempo, a media altura la neblina nos hacía aún más difícil continuar.
Estábamos a punto de regresar, rendidos ante la lluvia y la neblina cuándo Alexei pudo ver un indicio de Marcus Solskjaér y su cueva secreta.
Un poste con un cráneo amorfo con las iniciales M.S. y una flecha tallada con huesos al perecer humanos.
—Este letrero solo lo ven aquellos que han bailado con lo sobrenatural y han estado en contacto con los Grandes— Decía Ymir con su característica voz carrasposa— Aquellos tocados por “Ellos” pueden acceder a la morada de El.
Todos dudamos en seguir pero por alguna razón nos era imposible dar la media vuelta e irnos. Seguimos caminando en el lodo, lo hacíamos con más dificultad, pues a cada paso el camino se volvía más empinado. La lluvia dejó de caer, casi era como si una barrera cortará la lluvia por completo. Caminamos entre la maleza escondida en la niebla, caminábamos a lo desconocido. Ahora sentía que no estábamos en la loma a la que habíamos llegado, era una sensación de estar en algún lugar remoto, uno en el que en siglos no habían estado humanos.
Un fuerte viento comenzó a soplar, llevaba un olor a muerte. Pronto vimos una abertura en la ladera de la montaña, parecía que de allí provenía esa horrible pestilencia. Al fin llegamos llenos de lodo y mojados hasta los calzones. La cueva era completamente extraña, era algo cálida y de las paredes colgaban candelabros que ya estaban encendidos, era muy raro. El camino era angosto, apenas cabíamos de dos en dos, y a cómo avanzamos iba abriéndose.
Un horrible chillido nos tomó por sorpresa, provenía de más adelante.
—¿Qué habrá sido eso? — Dijo Thomas.
—Tal vez fue el viento— Dije queriendo parecer valiente — O algún murciélago.
—Ese sonido fue de algo más que un simple murciélago — Dijo Alexei sin darle mucha importancia — Ellos están aquí.
—¿Quiénes son ellos?— Preguntó Xavier.
—Los “Otros”— Dijo Ymir, sombría — Los seres de más allá del infinito.
Seguimos caminando aún con ese terror que crecía en nosotros. En cada recodo esperábamos ver algún monstro correr hacia nosotros para destrozarnos, pero jamás sucedió tal cosa.
Extrañamente seguíamos avanzando en esa cueva, kilómetro y kilómetro adentro ¿Es que acaso esa cueva no tenía final?. Bueno eso lo terminaríamos averiguando con el tiempo. Adelante en un recodo, una luz titilaba, parecía una vela. Decidimos ir a ver de qué se trataba. Pronto escuchamos unas voces, era un cántico en una lengua extraña, parecían gritos desgarradores pero con un toque de gozo, ellos lo disfrutaban.
Nos asomamos para investigar procedencia de dicho cántico. Un hombre alto, de gabardina negra cantaba frente a una gran hoguera dónde parecía que infinidad de cuerpos eran quemados. El hombre nos miró, su cara jamás la olvidaré, su piel pálida y ojos rojos, y el vapor que emanaba de su boca.
Nos apuntó con unos dedos escuálidos y largos, casi como tentáculos. Detrás de el creció una sombra que devoró el fuego. Tres agujeros negros con tonalidades verdes de abrieron detrás de el y se asomaron unos grandes tentáculos horribles. Intentamos corres pero estábamos paralizados.
—Justo como lo dijo el amo Eintracht — Dijo con una voz aterradora — Cinco personas vendrán a nosotros y uno será de la familia Solskjaér.
Detrás de nosotros aparecieron sin darnos cuenta unos portales de dónde salieron unos tentáculos viscosos.
Después no recuerdo nada hasta ese momento, ese horrible momento. De alguna manera terminamos en un lugar fuera de esta dimensión, era una pesadilla. Corríamos lo más rápido posible, Thomas y Alexei cargaban a Ymir que se había lastimado un tobillo. Corríamos de algo sobrenatural, nos cazaba en la oscuridad de ese bosque maldito lleno de mierda sobrehumana. Habíamos salido del bosque y llegamos a una fortaleza abandonada. Sin medir las consecuencias entramos, adentro estaba completamente en ruinas y lleno de humedad.
Caminamos en pasillos viejos con paredes a punto de caerse. Llegamos a un lugar muy extraño, había siete pilares y un altar de piedra negra en medio. También en cinco de los pilares había un extraño libro negro.
Uno de ello me hablaba. Al parecer a todos nos hablaban. Nos acercamos a esos extraños libros, acerque mi mano y al momento de tocarlo tuve una visión o premonición, no sabría decirlo. Pero supe lo que debía hacer.
Un grito estremeció el lugar. Era Alexei.
—¿Qué pasa?— pregunté — Que te sucede.
—¡Miren detrás de ellos!— Escuché decir a Thomas— ¡¿Quiénes son ellos?!.
Unas criaturas salían de Alexei e Ymir. Eran criaturas viscosas, pálidas. No eran de este mundo. Carraspaban en modo de comunicarse, ellos hablaban. Ymir y Alexei quedaron idos, no se encontraban con nosotros.
Corrimos de ellos, nos persiguieron, emitían unos sonidos desagradables. Llegamos a un lugar donde había una puerta en la nada, de ella salía una sensación rara.
—¿Xavier?— Le pregunté al verlo que no reaccionaba— ¿Qué pasa?.
No me contestó.
—¿Oye Xavier que te pasa?— Ahora fue Thomas quien le preguntó.
Xavier nos miró.
—Salgan de aquí — Nos dijo— Yo me encargo de ellos.
—No te dejaremos— Le dije decidido.
—Solamente yo puedo pasar por esta puerta — dijo sin prestarnos atención — Los dejare encerrado aquí para siempre. Ellos no son las personas que venían con nosotros, se han convertido en ellos.
—¿Cómo lo sabes?.
—Una voz en mi cabeza me lo dice — Dijo aturdido— Creo que viene de ese libro.
En eso llegaron Ymir y Alexei, eran distintos a antes. Estos eran soberbios casi se sentían dioses. Ellos nos atacaron a lo que intentamos responder pero ellos dos tenían una nueva fuerza sobrehumana. Xavier de alguna manera se las arregló después de que Thomas y yo engañaramos a esos dos y pudimos echarlos dentro de esa puerta.
—¿Están bien?— pregunté agitado.
—Eso creo.
—Si, estoy bien— Xavier se veía distinto — Esos dos no saldrán de allí nunca más.
—¿No saldrán?.
Escuchamos una voz melosa y burlona, un sujeto salió de la maleza. Vestía de smoking y llevaba una enorme jaula circular en su cabeza. Caminó hacia nosotros, sonreía de manera intranquila.
—Ellos regresarán — Dijo seguro— Ustedes me han servido bien pero ya no son necesarios. Ya los han despertado y “ellos” ya están entre nosotros. Incluso están entre ustedes mismos.
—¿Quiénes son ellos?— Preguntó Xavier— De que hablas.
—Cuando el mundo se valla a la mierda y el vuelva a despertar. Cuando la pesadilla se vuelva realidad y su reinado comience… recordarán que ustedes lo provocaron.
No entendimos de que hablaba ese extraño hombre, después chasqueo los dedos y algo nos succionó. Lo último que recordaba era al hombre decir…
—Este será su pecado y después tendrán su sentencia.
Después solo recuerdo ir en la vieja Ford con Thomas y Xavier. Con la cabeza llena de información perturbadora y una meta a conseguir…
—Omnes enim R’ellitie.
El despertar del Cosmium y R’ellitie siempre será nuestro Pecado y estaré a espera de mi Sentencia…
Thorne se encontraba en su despacho, veía la lluvia caer en su ventana. “Una tormenta igual que ese día” pasaba por su cabeza. Sentía que era hora de la Sentencia. ¿Por qué recordó eso?. Aún no lo sabe.
Entró en la pesadilla, todo estaba casi listo. El joven Mark estaba por atrapar a Thomas, ahora el debía terminar su parte, pero aún había un problema… Xavier Crowne. Aún de lado de ellos no le tenía confianza. Todo se debía a su hijo Matthew, que estaba por arruinar todo. Pero el sabía que no pasaría de Ymir ¿Por qué? Dentro de Rheinsberg le sería imposible avanzar más. No podría matar a su propia sangre.
—¡Tu!— Decía Matthew sorprendido — ¡¿Cómo es posible?!.
—Hijo…— Xavier se encontraba en medio de los seres del Cosmium — Me da gusto verte.
—¿El es… tu padre?— Allison estaba incrédula.
—¡Estás muerto! ¡Te vi morir!— Matthew gritaba desmoralizado —¿¡Que carajos haces aquí con ellos!?.
—Lo siento, hijo —Dijo con tristeza — Lamento que esto termine así pero no te dejare pasar.
Una ráfaga de viento azotó el lugar, en un abrir y cerrar de ojos todo había terminado. Todo lo que avanzaron fue inútil. “¿fallé?”. Unas lágrimas rodaban por las mejillas de Allison.
Matthew sentía un intenso calor en su pecho.
—¿Qué pasó?—Un hilo de sangre bajo por sus labios.
—Todo se terminó, hijo — Decía Xavier con tranquilidad — Descansa.
La mirada de Matthew se nublaba, y el calor de su pecho incrementaba. Dirigió su vista a la fuente del calor de su pecho, la mano de su padre había atravesado su pecho, de el emanaba un chorro de sangre.
—¿Se acabó?— Pensaba Matthew.
Xavier sacó la mano del pecho, en ella sostenía una criatura blanca parecida a un molusco. Se lo entregó a uno de los seres pálidos y entraron en el campanario. Xavier se detuvo antes de entrar.
—Esta es mi Sentencia.
Dio la vuelta y desapareció en el umbral.
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