Debo seros sincero. Nuestra relación era tremendamente normal. Más allá del hecho de que ambos somos hombres y que nos mantenemos un poco a escondidas, nada anormal. Hacíamos cosas normales de pareja, ya saben, salir, besarse, regalarse cosas... Lo normal.

Nunca sentí nada raro entre nosotros. Me atrevería a decir que era un chico de lo más normal. Si lo miras desde afuera.

No sé, no fue hasta que me lo dijo que me di cuenta. Tal vez algo se me pasó por alto.

Por eso mismo, os voy a relatar la historia desde que me confesé.

No fue algo nada fácil, porque... Ya saben, luego de guardar un secreto durante tanto tiempo, confesarlo nunca es fácil. Especialmente un secreto de ese calibre.

No creí que le molestaría nuestra diferencia de edad; a pesar de ser mayor de edad, solo habría que esperar un año. 17, 18, casi ni se siente.

Pero bueno. Así y todo lo tenía ya bastante planeado. Me acercaría, le pediría ir a pasear. Punto y final. No me necesitaba más que eso, yo solo quería pasar un tiempo con él.

Una tarde, a la salida de la escuela, me lo encontré pensando en aves y aviones como le era costumbre (o al menos a mi punto de vista), y como estaba solo, me costó bastante pasar desapercibido hasta que llegué a él con paso lento y disimulado. De todas formas, no me notó hasta que lo saludé.

-Ah, hola- saluda volviendo de sus pensamientos.

Yo estaba por demás nervioso, obviamente, y lo tenía ahora ahí cerca, mirándome esperando mi respuesta. No hablamos nunca, menos desde el fin de año. No sé, se había generado como una barrera, y yo lo miraba de lejos, pretendiendo lo mucho que lo amaba.

-Eh... Hace bueno, ¿No?- comento nervioso.

-Puede ser- murmura mirando el cielo, arrugando los ojos. No se había sacado esa costumbre.

-E-escucha... Me... Preguntaba si... Estás libre.

-¿Cómo dices?- pregunta volviendo a mí, dándome cuenta de lo raro que había sonado.

-¡Ah, yo...! Me refería a esta tarde. ¿Estás... Libre esta tarde?

-Puede ser- sonrió confundido, como invitándome a continuar el pedido.

-¿Quieres... Salir conmigo?

Anda, es hasta ahora que me sigo ruborizando al recordar ese estúpido momento en que me metí la pata. La tierra aún no me traga, es algo lenta.

-¿Disculpa?- indagó riendo, ligeramente ruborizado.

-Si quieres... ¡Oh, demonios...!

En ese momento me di cuenta de que había dicho algo inapropiado, y la cara se me puso tan roja que era imposible no notarlo. Me tapé la cara para que nadie me viera (de la forma más disimulada posible), y no fui capaz de volver a formular la pregunta.

-Olvídalo- le dije pues, y quise huir. Si no hubiese sido porque me tomó del hombro yo hubiese salido corriendo.

-Oye... Me... Me encantaría- dice sonriente, extrañamente sonriente. Esas sonrisas no se ven todos los días, era tan bella que no pude evitar quedarme hipnotizado. Creo que asentí con la cabeza, diablos. Estaba como fuera de este mundo. Me palpitaba hasta la cabeza.

-¿Eso... Es un sí?- pregunto para asegurarme, a lo que responde con la cabeza.

-Claro. Eres lindo.

No puedo sacarme hasta hoy ese primer cumplido que me dio. Dios, lo adoro.

Lo que pasó en esa cita o las que siguieron no es muy importante que digamos. Como dije al principio, cosas normales.

Ahora, díganme, ¿Han notado algo raro en él? Pues yo lo escribo y releo y no lo hallo. Chico normal.

Nadie apostaría que tendría un fetiche con los zapatos altos.

Mucho menos que sería yo el que los usara sujeto con esposas a la cama.