Después de nuestro primer encuentro sexual, lo sentí algo distante conmigo. Cada vez que me miraba, se ruborizaba. Era como si hubiésemos dado un reboot y yo me convirtiese en su crush o algo así. Yo pasaba bastante tiempo en su casa, ya que su padre había conseguido un trabajo durante el día, y me iba por la ventana si aparecía. A veces íbamos a la mía, pero no se sentía cómodo allí.

Básicamente, vivíamos en su cuarto. Vivir entre cuatro paredes dirían que es difícil para esquivar a alguien. Pero se las ingeniaba.

Se la pasaba el día leyendo revistas. Pero no cualquier clase de revistas. Eran de zapatos. Revistas de moda, de maquillaje o de esas cosas que le gustan a las mujeres. Cada vez que le preguntaba porqué las leía me respondía:

-Es que no tengo nada mejor que hacer.

¡Pero bien que cuando quería hablar contigo me evitabas!

No salíamos a casi ningún lado, y aunque estar con él era grato, en cierto punto a la semana más o menos comenzó a aburrirme.

En un momento le planteé el hecho de que yo saliese a buscar trabajo (simple excusa para estar haciendo cualquier cosa), a lo que se molestó bastante.

-¡No! Quédate conmigo...

-Pero no haces más que evitarme, Bon.

-No te vayas...

Entonces me abrazó fuertemente. Me sentó con él en la cama, y se quedó allí, abrazado a mí, acariciándome la espalda y el pelo. Yo lo miraba con algo de recelo, y siguió así por un largo rato.

-No te vayas, me voy a sentir solo si no estás- me dijo con un puchero, a lo que no pude resistirme.

-Pues, como sea...

-¡Bien!

-... Pero debo empezar a trabajar, ya estoy en edad.

-Bueno, pero puede esperar, ¿No?

-...

Adivinen quién no trabajó ese mes.

***

Día tras día, buscaba yo algo para hacer con él, al darme cuenta que me tenía en cierto punto solo para compañía, pero estaba con la nariz metida en esas revistas baratas.

-Bon...

-...

-¡Bon!

Tenía que sacárselas para que volviese en sí; cuestión que le sacase su puñetera revista para que me viese a la cara. Claro, ya me prestaba más atención a mí, pero no menos a su obsesión.

-¿Vas a contarme por qué lees esto?- le pregunté ya algo molesto. Que alguien evite tanto una pregunta es ligeramente sospechoso.

-No te importa.

-¡Claro que me importa, soy tu novio!- le reproché, sintiendo que mi cara se ponía roja.

-... Es que no lo entenderías- me dijo con seriedad, y su mirada se volvió algo oscura. Con firmeza me estiró la mano pidiendo la revista, pero no se la di.

-No.

-Dámela, Foxy.

-No hasta que me cuentes.

Torció su boca en una mueca, algo enojado, pero yo no quería ceder. Al tener yo la revista en alto, no la alcanzaría a menos que se me trepe, asique usé eso para que hablase.

-Anda, Bon, ¿Es grave?- le pregunté con dulzura.

-Es... Complicado.

Me puse a analizar un poco... Tanto tiempo leyendo esas cosas con fogoso interés, los zapatos bajo su cama que oculta, incluso su postura o su gesticulación... ¿Y si se... Sentía mujer?

Me sentí algo avergonzado de que probablemente había sido dominado por una mujer. Qué digo, horriblemente avergonzado. Dudas de tu masculinidad así.

Pero no se lo pregunté, dejé que hablase. Lo único que dije fue:

-No te amaré menos por ello, Bon. Te adoro como eres.

-¿De... Verdad?- preguntó algo sorprendido, a lo que asentí con una sonrisa.

-No seas ridículo, claro que sí- río. -Anda, ven.

Me senté en el suelo allí mismo, y él se sentó casi al mismo tiempo frente a mí. Le di su revista, y lo miré en consecuencia.

-Sin vergüenza, que estamos solos.

Bon tomó mucho aire, dejó su revista a un lado, y encorvó la espalda para tener una posición cómoda. Exhaló, y me miró incómodo.

-Esto debe quedar entre nosotros, ¿Okay?

-Claro.

-Foxy, yo... eh... Déjame preguntarte algo antes- se interrumpe apresurado ruborizándose.

-Como sea...

-¿Tú me quieres por lo que soy, o... Por lo que crees que soy?

Y ahí me pareció tenerlo claro. "Es mujer", me dije, pero meneé la cabeza pensativo.

-Pues, creo que te conozco como eres, y te amo por ello. ¿Eso vale?

-Es que... Hay algo de mí que no conoces.

-Dímelo, no es bueno tener secretos. No importa lo que sea- digo tomándole la mano. -Yo estoy contigo.

-... Foxy- empezó nervioso. -Creo que... Tengo una... Obsesión.

-¿Qué?- río.

-Una obsesión. Tengo una obsesión por... Los zapatos. Amo los zapatos de las mujeres- dijo poniéndose rojo, y se tapó la cara de la vergüenza. -Amo los zapatos altos, y...

-Hey, oye, eso no es malo- le dije para consolarlo. Me había dejado algo shockeado, pero podía ser algo mucho más grave. -Todos tenemos gustos. El hecho de que sean para mujeres es sexismo, nada más.

-Pero... Ese no es el problema.

-¿Y entonces?

-Que me... Encanta imagin... Ima... Imaginarte en ellos.

-¿Disculpa?- exclamo soltando su mano.

-¡Imaginarte vestido con zapatos altos! ¡No puedo verte a la cara sin imaginarte a veces incluso vestido con ropa rara! ¡Me encanta, pero lo odio y no puedo evitarlo!

Santo el momento en que le dije que no importaba. Que podía usarlos por él.

-Te amo. -exclamó entonces abrazándome. -Ojalá todos fuesen como tú...

-No es nada malo- dije, pero más que nada para mí mismo.

No quería romper su corazón, pero sería mucho lo que terminaría roto en mí por ceder ante su fetiche.

-La próxima vez que lo hagamos, ¿Puedes usar?- me preguntó radiante. -¿Lo harías por mí?

-... Claro.

Entonces me besó con ternura. La última vez que haríamos algo normal en ese cuarto, diría yo.

Lo dije por compromiso. Nunca creí que iría en serio. Joder.