『Dieciséis.』
¿Cómo conciliar el sueño luego de que tu novio estuvo a nada de asesinarte...?
Aunque no lo parezca, Bon tuvo más problemas para dormir. No podía ni recostarse de la ansiedad que sentía.
Se castigó. Se lastimó. Se repetía mentalmente que se lo merecía. Exasperado y enojado, terminó por usar sus zapatos una vez más.
Pensó que tocarse lo calmaría, pero estaba tan alterado que terminó por lastimarse.
De todos modos, el placer era algo a lo que ya no podía llegar.
El sexo era su castigo. Y así debía seguir siendo.
Hizo todo por excitarse, en vano. Ni siquiera pensar en su pareja alcanzó.
No paró de llorar en el intento. Ya nada servía. Nada...
De no ser por el timbre de la puerta, hubiera llegado a hacer algo mucho peor.
Fox, por suerte... Tenía a alguien con quién desahogarse.
¿Sufrir?
Él no tenía idea de lo que era sufrir.
***
Incluso luego de que Bonnie se fuera a dormir, Fox se quedó despierto. Se dio cuenta que no podía acostarse con las piernas ensangrentadas, por lo que se metió al baño para sacarse las medias arruinadas y lavarse.
No tenía ganas de analizar nada por el cansancio y dolor que tenía, provocado en parte por los múltiples cortes que tenía en los muslos.
-¿Yo dejé que hiciera esto...? -musitaba, pasando meticulosamente el agua y los dedos sobre los cortes, aún abiertos, aunque superficiales. -¿Qué coño tengo en la cabeza?
El camino delicado que ese filo tenía sobre su piel iba directamente a... ¿sus genitales? No quiso imaginarse cuál la era intención real de Bon, el solo pensar en ello le hacía un nudo en la garganta. Prefería sujetarse al "lo detuve a tiempo" para tener la consciencia tranquila.
Porque sí, se sentía culpable. ¿Cómo no estarlo? Bon se lo había propuesto. Fox no dijo que sí, pero tampoco se negó.
Presionó las medias contra las heridas hasta que dejaron de sangrar, y una vez limpio todo, sin ánimos de estar despierto un segundo más, se acomodó en la bolsa de dormir, la cual Bonnie había dejado junto al sofá en la sala de estar. Estaba junto a la ventana, y entraban las últimas luces de la noche por entre las cortinas. La habitación tenía un ambiente fresco y oscuro que lo calmaba bastante.
Gracias a eso, tuvo la mirada perdida un largo rato, pensativo. Se refregaba la cara con molestia; molestia consigo mismo, porque había accedido a quedarse un rato más cuando en realidad no quería hacerlo. A volver a vestirse de esa forma, incluso siendo amenazado con un arma. ¿O lo hacía porque estaba amenazado?
Sí, debía ser eso. De ninguna otra forma habría accedido, ¿verdad?
-No es como si me gustara o... algo así... -se decía con la cara quemándole.
-No me entiendo... -se susurró al borde del llanto. -Quiero que todo esto termine de una vez...
¿Por qué de repente era tan difícil dormir? ¿Por qué no podía cerrar los ojos para no pensar en nada de una jodida vez? ¡Tan solo era olvidar que Bon existía durante un rato!
No tenía forma de echarle la culpa al dolor de piernas, porque eso era lo que menos le importaba.
Por fin había tenido el simple pensamiento de separarse de Bon, aunque fuese por un milisegundo, pero sentía como si una enorme fuerza lo estuviera arrastrando de nuevo hacia el principio. Una voz que era más fuerte que él, que le insistía que lo perdonara.
"Quiero dejarlo", decía por un lado, "pero no puedo", decía por otro.
"Ya no quiero que me haga daño", decía por un lado, "pero creo que me gusta", decía por otro. "Tal vez me lo merezco".
El solo estar lejos de él, pensando que lo había dejado llorando, le estrujaba el corazón. Pero sabía que era lo mejor.
¿Lo era?
-Lo es.
Se levantó con la mayor velocidad que pudo (no mucha), y caminó hasta la cómoda en el rincón, donde sabía él que estaba el teléfono fijo de la casa. Lo tomó, sentándose contra la pared, y sin pensarlo, marcó el número de Freddy.
Bostezó con las piernas temblorosas, esperando a que este atendiese la llamada. Era tarde, pero quizás estaba esperándolo. Pensar en eso lo hacía sentir un poco mejor, incluso si no era cierto.
"¿Por qué no vienes conmigo?". El recuerdo de las palabras de Bon lo estremecían. "Subamos a mi cuarto, sólo será un momento..."
Cada segundo que pasaba era más largo que el anterior. No iba a conciliar el sueño hasta oír su voz. De repente, lo necesitaba.
-Contesta...
"¿Quieres entender cómo me siento?"
Al segundo intento, el otro contestó. No tardó ni medio segundo en hablar, algo adormilado:
-¿Bonnie?
-N-no, Freddy... Soy Foxy.
-¡Fox! -exclamó, exultante de alegría. Como si el sueño se le hubiera ido de pronto. -¡Qué gusto oírte por fin! ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
"Tal vez te duela, pero sólo al principio..."
-S-sí, estoy en casa de Bonnie -susurró en respuesta, aunque era lo obvio. -Estoy tratando de dormir pero no puedo.
"Abre las piernas."
El castaño carraspeó suavemente, y luego procedió a preguntar, también en voz baja:
-¿Qué... puedo hacer yo?
"No te muevas. Si te resistes, dejaré de ser gentil."
Fox se puso algo nervioso, y mordió su labio inconscientemente. A decir verdad, no había nada que Freddy pudiera hacer para que durmiera, tan solo deseaba oírlo... Distraerse.
-Cuéntame algo, lo que sea- pidió en un tono que sonó demasiado a una súplica. -Por favor...
-F-Fox, estoy demasiado cansado para pensar en algo... -bostezó algo incómodo. -¿Qué quieres oír? ¿Una historia?
-...
"¿Sabías que te adoro?"
-¿Fox...?
"Te adoro."
-Dime algo bonito...
Freddy tragó saliva. Acababa de recordar cuándo más había usado esa frase. Sí, otra vez le estaba demostrando que no era más que el reemplazo a su novio.
Pero...
-Te quiero...
Si eso le sacaba una sonrisa, no había nada de malo, ¿no?
-Te quiero muchísimo...
¿Cómo hacía para despejar su mente con solo decirle que lo quería?
Una tras otra, como una melodía de ritmo constante, las palabras salían de su boca, llegando a los oídos del otro en forma de música. Una tranquilizante, suave, y armoniosa música. Cada halago, cada palabra de afecto, le tocaba el corazón, expresándose en forma de lágrimas.
Sus manos temblaban, tentando a soltar el tubo en cualquier momento. Su corazón palpitaba fuertemente.
Ser querido era hermoso.
Sentirse amado era maravilloso...
Pero dolía. Dolía muchísimo.
A pesar de encantarle el amor de su mejor amigo, le dolía que esas palabras no fueran capaces de salir de los labios de quien más amaba. Un pensamiento que lo atormentaría durante mucho tiempo...
Imaginar el bello rostro de ojos esmeralda dedicándole esa canción fue, finalmente, su consuelo.
Él se convencía que su mente quedaba vacía ante el cariño de Freddy. Pero sólo quedaba distraída. Bon nunca se iba. Nunca se iría.
En cuanto Freddy tarareó una canción de cuna, Fox por fin quedó dormido. Tenía lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios.
¿Por qué los sentimientos suelen ser tan complicados y contradictorios...?
***
[...]
-Fox.
-Ngh...
-Fox... Despierta.
"¿Qué...? ¿Quién es?", fue lo primero que se me pasó por la mente en cuanto le oí. Adormilado, no podía concretar frases más concretas. Me había dormido con una cálida voz, y me llamaba, de repente, una voz aguda y molesta.
No era Bonnie. ¿Acaso había alguien más en casa?
-¡Fox!
Abrí los ojos lentamente, tratando de acomodar la vista a la luz que me daba directamente en la cara. Ya era de día, probablemente ya era tarde. Seguía acomodado contra la pared en una postura muy incómoda, pero estaba cubierto por una manta, y el teléfono estaba en su sitio.
En cuanto mi vista se hizo clara, vi la cara de Chica con enojo a medio centímetro de mí.
-¿Chica?
-¡No, soy Dios que vino a iluminarte! -bromeó algo irritada, aunque no llegaba al sarcasmo. -Vamos, levántate, ya está el desayuno.
Me refregué los ojos fuertemente, porque me ardían. Mi nariz estaba hinchada de los mocos y me dolía la cabeza, haciéndome acordar que me había dormido llorando. Agradezco a Dios que Chica lo haya pasado por alto.
Envolviéndome con la manta para ocultar mis piernas me levanté poco después que ella dejara la sala apurada. Cojeando, fui al baño a asearme y desperezarme, y después al comedor (separado de la cocina, lo que para mí era un lujo), donde Chica estaba caminando de un lado a otro como pantera enjaulada.
-¿Y Bonnie? -se me ocurrió preguntar siguiéndola con la mirada. Mi voz salió ronca, lo que me hizo carraspear y llamar su atención.
-¡Ah! -exclamó, saliendo de sus pensamientos. -Salió, dijo que al rato volvía.
-Vale...
-¿Qué haces aquí, de todas formas? -rió, ofreciéndome una taza de té que quién sabe hace cuánto estaba ahí. -No estabas cuando me fui a dormir.
Miré la taza con una mueca, y finalmente la rechacé para contestarle:
-Llegué anoche... Es una larga historia.
-¿Incluye el porqué te cubres con la manta? -dijo entre broma y no tan broma, dejando la taza con otras dos vacías y usadas. -Tú no eres del tipo que pasen frío a media tarde, que yo sepa.
-Eh... Otra historia larga.
Hizo un sonidito con la garganta, no muy conforme con mi respuesta, y tras un largo suspiro, demostrando su malestar, cayó rendida en una silla. Me salvé de otra pregunta o de que me ofreciera comida, lo que me dio bastante alivio, pero su mirada autoritaria me ponía muy nervioso. Ella sabía que le estaba ocultando algo.
-Y... ¿Cómo dormiste anoche? -preguntó de forma casi natural, mirándome con los ojos entornados mientras me sentaba. Una mirada asesina en su máximo esplendor.
-Incómodo -respondí a secas.
-¿Sólo "incómodo"?
-Seh.
-¿Como a qué hora llegaste?
-Si crees que vas a sacarme algo con tus preguntas indirectas -le interrumpí, al sentir que el corazón se me iba a la garganta-, estás muy equivocada.
Frunció el ceño. No nos conocíamos desde escuela media en vano. Ella sabía que yo me guardaba algo, y yo que no se aguantaría las ganas de averiguar de qué se trataba. Pero no podía abrir la boca. No le daría el gusto.
Tras dar un largo bostezo, sintiendo su mirada entornada aún sobre mí, se me ocurrió una estúpida forma de desviar la conversación. Analicé rápidamente el hecho de que ella estaba en casa de Bonnie, había dormido ahí... y Bonnie tenía una sola cama.
-Podría preguntarte yo, más bien... qué hacías durmiendo en la misma cama de un hombre, quizás.
-¡¿Eh?! ¿Eso qué-...? ¡Cállate, idiota!
-¿No lo vas a negar?
-¡Fox, no sé de dónde...! ¡Argh! -chilló, poniéndose roja. Se ponía fea cuando estaba nerviosa, pero era muy divertido.
-Oye, ¿De verdad dormiste con Bonnie?
-¡Que no, estúpido!
-No te culpo, se puso guapo.
-¡No me acostaría con él, es flaco como escoba! ¡Además, es como un hermano para mí!
-Díselo a tu cara, te pusiste roja.
-¡Rojo te pondrás tú cuando te hablan de...!
-Ni se te ocurra.
-¡Oh, lo siento! El señorito se ofende cuando le rebotan las bromas.
-¡Ya dejamos en claro que fue de una vez! ¡Freddy y yo no...!
-Pero bien que cuando bajaste las escaleras te veías muy feliz, ¿eh?
-¡Ya! ¡Ya basta! Vale, dejo de molestarte, pero, ya basta.
Sonrió con satisfacción. Sí, ella sabía exactamente cómo derrotarme en las conversaciones. La odio mucho. Con cariño, pero la odio.
-Entonces... ¿Me contarás qué pasó? Y... De dónde sacaste ese suéter horrendo -dijo con desprecio, intentando ser graciosa. Digo "intentando", porque no tuvo nada de gracia.
-Es un regalo de Bon -dije con súbita seriedad. No me gustaba cuando se burlaban de lo que a él respectaba. Les gustara o no, era mi novio. -Y a mí me gusta.
-Oh. Perdón.
-No pasa nada.
-... Eso no saca que sea feo.
-No es gracioso, Chica.
-Lo siento, es que cuando te enojas se te arruga la cara. ¡Sonríe! Sólo es un chiste.
-...
-Si a ti te gusta, a mí también, ¿ok? Pero afloja el ceño.
-... Cuando te pones así de insistente suenas como Golden.
-¿Eso es malo? -exclamó sorprendida.
-Eh... No sé, más bien-...
Me interrumpió el sonido de la llave girando en la cerradura. Ambos volteamos del sobresalto, y Chica se levantó emocionada.
-¡Debe ser Bonnie! -chilló con euforia para salir corriendo hasta la puerta.
Las risas alegres que intercambiaron en cuanto se vieron me hicieron sonreír levemente. Se llevaban realmente bien, creo. La emoción al verse era notoria. El... abrazo. Los besos. Me hizo suspirar con melancolía. ¿Qué se me pasó por la cabeza?
¿Por qué las manos de Bonnie en la cintura de Chica me dieron un sentimiento extraño?
Tuve que ver a otro lado para no presenciar su escenita. De repente, me sentía molesto.
-¡Fox! -exclamó Bonnie con alegría, acercándose para darme un abrazo que no sería correspondido. -¿Dormiste bien?
No respondí. Bajé la mirada en su lugar.
-Oh... -musitó, al ver que yo no decía nada. -¡Hey, mira! Me tomé el trabajo de ir hasta lo de Bon y traerte tu ropa.
En cuanto oí su nombre en sus labios me quedé helado.
-¿... Eres amigo de Bon?
-Amigo, amigo, no, pero lo fuimos. O algo así. ¡Ten!
Como cereza del postre, yo conocía perfectamente la bolsa que traía consigo. La misma donde Bon había llevado la ropa que yo tenía puesta. Era imposible que Bonnie me mintiese.
¿Era amigo de Bon? ¿Por qué todo eso no hacía más que incrementar mi enojo?
En cuanto me la ofreció, tuve que tomarla. Bonnie siempre fue lento para detectar el enojo ajeno. O tiene una increíble capacidad para disimular que lo notó. Su antipatía me corroía el estómago.
-Gracias.
-¿Sigues molesto? -se metió Chica haciendo una mueca. -¿No crees que ya pasó?
-¿Discutieron? -preguntó Bonnie, preocupado exageradamente, casi sobreactuando. -¿Pasó algo?
-Nah, solo una broma de mal gusto -lo calmó dándole un beso en la mejilla. -¿No, Fox?
Silencio. De mi boca solo salió un suspiro. Tenía muchos motivos para estar enojado.
Uno de ellos era Bon. Pero era obvio. Me molestaba el que fuera su amigo. Me enervaba. ¿Qué carajo pasaba conmigo? No tenía sentido. Yo daba por sentado que Bon tenía amigos. ¿Qué era esa sensación tan extraña?
¿Celos?
No. No, me negaba a aceptar que estaba celoso de algo tan tonto como eso. Solo hablaban, ¿no? Habían sido amigos. No eran amigos.
Intenté justificar mi angustia por mi enojo anterior. No la discusión tonta con Chica, eso ya no me importaba.
La... demostración tórtola de afecto. Eso era. Eso me daba celos.
No quería explicarles que su alegría al nivel de parecer novios me molestaba mucho. O sea, no es como si me molestara que justo ellos fueran pareja o no.Me molestaba... saber que había... parejas que sí podían ser felices con tal ligereza.
Que podía haber alguien que me esperara del otro lado de la puerta con una sonrisa sincera, sin intención más allá de la alegría de verme llegar.
-Fox... -empezó a decir Bonnie, pero lo interrumpí de forma brusca.
-Voy a cambiarme.
-Fox -insistió, un poco más firme. -¿Seguro que estás bien?
-Yo nunca dije que lo estuviera.
Angustiado y confundido, salí corriendo lo más rápido que me dejaban mis piernas adoloridas, y me encerré en el baño de un portazo.
¿Por qué Bon no podía ser así? ¿Por qué cuando me recibía así era para distraerme, e indefectiblemente encerrarme como si fuera su perro?
¿Por qué Bon quería lastimarme para obtener placer? ¿Por qué sólo pensaba en zapatos y en sexo? ¿Por qué debía verme como un objeto sexual?
¿Por qué no podíamos ser felices, como antes...? Salir, tomar, reír, conversar sin sentido alguno... Tal como los oía a Bonnie y Chica en el otro dormitorio.
Que se quedase a dormir en mi casa, acurrucarnos y dormirnos con una sonrisa. Darle un abrazo y hacerle reír con besos en el cuello. Prepararle de comer, así, como Bonnie le hacía tanto a Chica como a Springtrap, incluso si lo hacía pésimamente. Tal vez, hasta disfrutar un cigarrillo juntos, mirando al cielo.
No. Nunca podría tener esa vida con él.
Pero yo no quería irme. Quería ser feliz con él. Quería ser el mejor novio para él, y solo él. Por eso accedía a lo que quería. Pero Bon era egoísta.
No me preguntaba lo que yo quería, más que cuando estuvo en proceso de enamorarme. Me tuvo entre sus garras, y pasé a ser de su propiedad.
Quería huir y abrazarlo fuertemente al mismo tiempo. Quería traer al Bon que había perdido, que sabía que no volvería.
Yo lo amaba así, de todas formas. Debía conformarme.
¿Debía conformarme?
-Chicos -anuncié en cuanto estuve vestido con esa ropa arruinada. Había sufrido de aquél estúpido cuchillo.- ¿Les molesta si me voy?
-Eh... ¿A dónde? -preguntó Chica algo nerviosa. Bonnie, por su parte, empalideció.
-A lo de Freddy.
-¡Ah! -suspiró aliviada. -Ah... Vale.
-Por un momento pensé que volvías con... bueno. Je -soltó una risita nerviosa. -Ya sabes.
-Ni sueñen que volveré a esa cueva.
Eso sonó peor de lo que quise. Sus caras me rebotaron esa fea impresión.
-Gracias por cuidarme anoche, Bonnie.
-No es nada -sonrió inocentemente. -Vuelve cuando quieras.
No era necesario que la abrazara por la cintura como si fuera su mujer. No hacía falta...
Escapé de esa casa lo más rápido que pude, dándole un golpe a la puerta de entrada, con la ropa de Bon en la misma bolsa que la contuvo aquella lejana vez.
Melancolía. La melancolía me nubló la vista.
Fue difícil fingir que nada me dolía, no paraba de cojear y derramar lágrimas. Freddy vivía demasiado lejos. La casa de Bon estaba más cerca...
Tuve que hacer demasiado para contener mi impulso. Si daba un paso hacia atrás, todo por lo que había luchado se desvanecería.
Quizás, aún me quedaba algo por lo qué luchar. No podía rendirme. Volver con Bon así, de pronto, era tan arriesgado como tentar al suicidio. El olor a sangre y cigarrillo que me cargaba fue suficiente para reaccionar de ello.
Incapaz de mantenerme de pie, volví a caer al suelo. No sé cuánto tiempo estuve con las rodillas pegadas a la acera. Respiraba lentamente, me costaba que el oxígeno me cruzara la garganta. Me sentía tan débil que pensé que me desmayaría. Me había bajado la presión.
No comer durante días no podía tener efectos positivos.
Mi mente ni funcionaba. Los pensamientos me pasaban lento, sin sentido alguno. La vista no me funcionaba. Era como si me hubiera separado de mi cuerpo.
No sé qué hubiera sido de mí, si Freddy no hubiera aparecido en ese instante... ¿Qué hacía ahí? Parecía una casualidad digna de una película.
Sentí su voz llamándome. Temí que fuera una ilusión. Hasta que sentí sus brazos sobre mis hombros...
No estaba solo. Sentí el llanto de su madre. Ella también me abrazó.
No sabía cómo reaccionar.
Me hubiera gustado sentirme feliz... Pero... No sentía nada.
Recosté mi cabeza en el hombro de ella, e incluso captando su perfume me sentí vacío. No fui capaz de sonreír, o llorar.
-Todo estará bien... -susurró Elene acariciando mi pelo de forma protectora. -Volvamos a casa...
-¿Te duele algo? -preguntó Freddy en voz baja, pasando su mano por mi hombro con delicadeza. -¿Qué pasó? Bonnie nos dijo que...-. No terminó la oración. Le había dado un nudo en la garganta.
¿Por qué se preocupaban tanto? Yo mismo me había metido en ese embrollo. Sí, quizás me dolía. Quizás moría de hambre. Quizás moría de sueño.
-Estoy bien... -fue lo primero que les pude decir, en un hilo de voz.
-Vamos... -me impulsó ella con una sonrisa. -¿Puedes levantarte?
No, mi cuerpo no respondió. Las rodillas se vencieron cuando intenté ponerme de pie.
-Estoy... bien...
Algo en mí estaba apagado.
Fue la forma en que mi mente se defendió, la forma en la que gritaba que necesitaba ayuda.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro