Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

『14.』

Pues vale, que escribir con el POV de Bon no es fácil, pero me lo pidieron y aquí está <33

Espero les guste y no sean tímidos de comentar y opinar ;3 Sus opiniones me hacen crecer como escritor, aunque sean negativas (siempre con respeto, obvio) <3

Los amo, gracias por aguantarme tanto, y seguir y recomendar este fic ;;;; you're my life ❤


***


"Estás fuera del grupo".

No podía cerrar los ojos a solas sin sentir la seria voz de Meg resonándome en la cabeza.

¿Qué le dije yo entonces? ¿Estaba enojado? ¿Triste? ¿Decepcionado? No tengo idea. Realmente, tampoco recuerdo bien cómo llegamos a esa situación.

"Es por el bien de todos", había dicho Joy, quizás en un intento por calmarme.

Solo recuerdo perfectamente sus miradas de desprecio. Me miraban con asco, juzgándome por algo que yo ni siquiera recordaba. Incluso Toddy, que tanto me defendía hasta ese día, evitaba mirarme.

Un día, perdí todo lo que yo tenía: mis amigas. Lo peor de todo, es no saber porqué.

¿Qué les hice? ¿Qué hice? ¿Cómo pude haber hecho algo para arruinar lo único que me devolvía la calma?

No pude volver a tocar la guitarra desde entonces. Tampoco la sigo teniendo, de todos modos; papá me la sacó, "por mi bien".

Todo fue "por mi bien". "Por el bien de todos". Todos se alejaron por su propio bien, dejándome pudrirme en mi propia cárcel interna. Las Toys, los Animatrónicos, Springtrap...

Sólo había uno de ellos que estaba al margen de todo lo que ocurría...

"¿Quieres... salir conmigo?"

No tenía idea de dónde se metía... ¿Es que ninguno de sus amigos le había advertido que acercarse a mí era lo peor que podía hacer? ¿Que yo les había arruinado su vida, uno por uno, dicho por sus propias palabras?

Ni siquiera el mismo Freddy, que decía quererlo "como un hermano". Como un hermano. Sí, claro.

Lo estaba hundiendo conmigo. Foxy fue el único que se subió al barco mientras se hundía, dispuesto a sacar el agua con las manos. "¿Es que realmente no se da cuenta con quién está?", pensaba yo. "¿O es un idiota adrede?"

"Te amo, Bon".

Tanta idiotez junta era imposible. Yo sospechaba que más bien le gustaba estar con alguien que no iba para nada a su estilo. Incluso tras haberle confesado mi secreto, estaba dispuesto a seguir conmigo, e incluso apoyarme. Usarlo. Seguirme el juego.

Igual, no me quejaba... No había punto de queja. Me encantaba tenerlo conmigo.

Era algo increíblemente placentero. Cada vez que sentía su cuerpo contra el mío era un instante donde nada más importaba. Donde yo ya no era ese Bon que fue expulsado de su grupo sin razón. Que no fue rechazado por su grupo "amigo".

Yo era su amante, su pareja; alguien que podía hacer sonreír a otra persona, preocuparla, hacerle sentir mariposas en el estómago.

Ver a Foxy con tacones era lo único en el mundo que me hacía eternamente feliz. Esos zapatos eran mi todo, y que la persona que yo más atesoraba los usase, era como estar en el paraíso.

Es solo que... el Paraíso no es eterno. En algún momento, somos expulsados del jardín de Edén por nuestros pecados, ¿no es así? Yo ya lo sabía, lo había vivido más de cinco o seis veces.

Estaba dispuesto a disfrutarlo hasta que el golpe de gracia del destino llegara. Sabía que todas mis intenciones y pensamientos saldrían en algún momento a flote. Y por alguna razón, el solo hecho de imaginar tener que separarme de él me daba mucho miedo. Sabía que si lo perdía, yo me quedaría solo, sin nada.

-¡Bon!

Yo pensaba que tenía una obsesión con él, que era algo insano, que no estaba justificado... Pero... ¿Por qué sentir su voz me provocaba ese calor?

-¡Bon! ¿Estás ahí?

No era amor, yo ya no podía sentir amor. Mi corazón estaba muerto, tan muerto como yo en vida.

-V-voy...

Todo sentimiento, toda sensibilidad, había sido arrancada de mí tortuosamente. Yo ya no sentía empatía, ya no sentía que el corazón me brincara por nadie. El único momento...

-Hola...

El único maldito momento en el que mi corazón se disparaba como un desquiciado...

-¡Dios, Bon! ¿Qué te pasó en la cara?

Era cuando esas manos me tocaban...

-Tengo que contarte algo, Fox...

Cuando sentía la abstinencia de no tenerlo conmigo...

-Por eso vine.

Cuando me sonreía para decirme "soy tuyo"...

-Vamos a mi cuarto...

Cuando lo veía con tacones en mi cama...

-C-claro...

Cuando me abrazaba para decirme que todo estaría bien.

Cuando me hacía sentir amado como nadie más lo hizo.

¿Por qué, en ese jodido momento en que crees que por fin te estás muriendo, tiene que aparecer alguien a recordarte que estás vivo? ¿Qué diferencia había entre que yo viviera un día más o un día menos? ¿Qué necesidad de hacer revivir el sentimiento más doloroso que existe?

Yo no quería sentir amor. Era un sentimiento que yo había cegado por completo. Y lo digo de la forma más literal: Yo no lo sentía. No lo entendía. No quería analizarlo siquiera.

No iba a dejarme llevar otra vez por ese sentimiento que tanto me había hecho sufrir...

Pero al mismo tiempo, no quería ver llorar a la única persona cuyas lágrimas me conmovían...

Desgraciadamente, tuve que poner las cosas sobre la balanza, y para eso, Foxy ya estaba una vez más encerrado en mi cuarto, con cara de terror.

***

[...]

-Foxy...

Su voz baja me provocó un escalofrío.

-D-dime -respondí, con el aliento atragantado.

Unos segundos de silencio reinaron en el dormitorio. Sentía que mis piernas me temblaban a tal punto que me caería de rodillas. Por alguna razón, estaba asustado. El olor a encierro y tabaco me revolvía el estómago, sumado a que acababa de cerrar las persianas y ventanas para que no entrara luz. Cuando estábamos en esas circunstancias, instintivamente lo relacionaba a todas las cosas malas que ocurrían en consecuencia.

-¿Tú crees que soy... mala persona?

No había que ser muy estúpido para notar que era una pregunta capciosa.

-P-pues... Si pensara que eres mala persona, no estaría contigo, ¿no?

El frío que sentí y mi cara pálida no decían lo mismo. Su mirada juzgándome me lo dejó muy en claro.

-¿Qué piensas de mí? -preguntó entonces arqueando una ceja.

No podía dejar de ver el estado en el que tenía la cara. Su ojo derecho estaba morado, como si le hubieran pegado un puñetazo. Tenía un moretón en la mandíbula, además de otros tantos repartidos entre su cara, cuello, y lo que llegaba a verle de las muñecas.

El buzo que llevaba parecía incidental, tal como la forma en que ocultaba constantemente las manos en los bolsillos.

Me miraba con la boca torcida, esperando mi respuesta. En sus ojos, que relucían en la oscuridad por la poca luz que entraba, pude ver un dejo de malicia.

-Fox, dime qué piensas de mí.

-Es una pregunta... delicada -fue todo lo que pude decir, a lo que sonrió con desprecio.

-¿Por qué sigues conmigo? -preguntó luego, cambiando sus palabras a algo similar. -Es algo que me carcome la cabeza.

-Porque...

Hice una pausa, dubitativo, sin saber qué decir para que no se enojase. No quería verlo enojado, no era un momento nada grato. Sumado al "no me hagas enojar" del día anterior, me apretaba el pecho el simple hecho de que las palabras intentaran salir por mi boca.

-... Me amas, ¿no? -completó la frase con cinismo.

Joder, ¿cómo es posible tenerle tanto miedo a alguien que mide veinte centímetros menos que tú? Esa mirada, que parecía de alguien que vivió varias vidas, inspeccionaba mi ingenua presencia con aire de superioridad, y me hacía tener intensos escalofríos.

-... Te amo, y... me gusta estar contigo.

-¿Por qué estás tan nervioso entonces? -preguntó dando dos pasos adelante. Pude sentir con más intensidad ese aroma a tabaco que olí al entrar. Lo tenía en la ropa. -¿Es por mi cara?

-¿Q-...?

-No te gusta ver mi cara toda rota, ¿no? Ya no soy tu novio bonito.

Me quedé un instante en shock, frunciendo el ceño. ¿Qué estaba diciendo? Naturalmente, era incómodo, pero no me causaba rechazo. Seguía siendo él.

-¿De qué mierda estás hablando? Eso ni siquiera se me cruzó por la cabeza.

-Fox, deja de mentirme -espetó. Ese comentario me hizo saltar la térmica.

-¡No te estoy mintiendo! ¡Deja de asumir que todo lo que digo son mentiras!

-¡¿Crees que no conozco lo que la gente piensa sobre mí?!- alzó la voz, hasta convertirla casi en un grito, lleno de frustración. -¡En cuanto me ven así, asumen lo peor!

-¡No me compares con "la gente"! ¡Yo no soy "la gente", soy tu pareja!

-¡Eso no cambia nada!

-¡Sí que lo hace!

-¡No! ¡Las parejas son las primeras en juzgar, porque creen conocerte mejor que ti mismo!

-¡Bon, basta, yo no soy así!

-¡¿A quién le consta?!

-¡Si tanto piensas que soy como todos los demás, déjame y búscate otro!

Un movimiento cortó mi voz.

Su mano, cruzando mi cara, dejó mi mejilla ardiendo. Me había dado una bofetada para callarme.

Mi vista quedó en blanco por un milisegundo, en lo que trataba de analizar qué acababa de ocurrir. Aunque no eran tan extraños los golpes en él, un golpe buscando el silencio parecía una muestra de autoridad.

Merecía ese golpe. Me había pasado de boca.

Quedé con el aliento en la garganta, incapaz de moverme siquiera, y noté de reojo que Bon tenía la mirada oscura, observándome con frialdad. Había logrado su objetivo.

Su otra mano, que quién sabe cuándo había tomado mi campera para ponerme a su altura, temblaba al sujetarme con firmeza. Apoyó su frente contra la mía, para mirarme directamente a los ojos, y entonces habló con los dientes apretados.

-No vuelvas... a insinuar algo así... -. Marcó cada palabra con tanto odio que fue imposible replicar sin que me temblase la voz.

-S-sí... P-perdón...

-No me gusta que digas esas cosas, y lo sabes.

-Sí, lo sé...

-Yo no voy a dejarte, ¿me oyes?  No quiero hacerlo.

-De todos modos... Es cierto... Mereces a alguien mejor que yo...

Sentí que iba a llorar. Todavía tenía mis piernas temblando, el corazón en la boca y se sumó la respiración de Bon contra mi cara. Esa mezcla de emociones me hacía una nube en la cabeza que me impedía pensar con claridad.

Sabía que iba a cometer una estupidez de nuevo.

-Tú eres todo lo que necesito, Fox. Entiéndelo.

-P-pero... ¿Por qué me pegas? -pregunté en un hilo de voz. Una actitud comparable a la de un hijo que está recibiendo una reprimenda.

Lo miré de nuevo a la cara, para ver ese desastre de heridas que tenía, sumado a unas largas ojeras. De cerca, podía ver mejor esos ojos sin brillo alguno, y ese labio partido temblando dubitativo. ¿Quién le había dejado así? ¿Qué había pasado? Las posibilidades en mi cabeza me dieron bastante miedo.

-No puedo controlar mi impulso -sonrió mirando al suelo. -Algo en mi cabeza dice "hazlo" y antes que pueda analizar que está mal ya lo hice.

-¿Cómo es eso?-pregunté con curiosidad, entornando los ojos. Oír a Bon confesarse era algo que no pasaba a menudo; por lo general él era bastante cerrado. No dejaría pasar esa oportunidad de oír lo que tuviera para decir.

-No sé -dijo encogiéndose de hombros, al tiempo que me soltaba con brío y daba un paso hacia atrás. -Hace años es así, ¿por qué crees que nadie me quiere?

Sonaba como algo bastante triste, o que a cualquier persona sociable (como yo creía que él era) le hubiera destrozado. Sentir que nadie te quiere... Pero no sentí en su voz ni una gota de angustia. Casi parecía una mentira.

-B-bueno, pero son cosas que se pueden corregir, ¿No es así?

-Ya estoy cagado desde la cuna, Fox, no hay nada para hacer. Papá ya me lo dijo.

-...

-Es tan simple como que... cometo un error sin saberlo, y en lugar de creer mis disculpas, simplemente creen que soy un hipócrita.

-...

-¿Tú crees que soy un hipócrita?

-Bon...

-¿Alguna vez lo pensaste?

-...

-Ya veo.

***

[...]

¿Por qué dolía tanto, si era algo obvio...?

"Fox me odia. En el fondo, me odia. Dice que me ama para no lastimarme..."

-No quiero decir eso, yo...

"Deja de simular estar arrepentido..."

-No digas nada, Fox.

"No quiero tus disculpas. Tú eres el único hipócrita. ¿De qué otro modo iba a ser? Yo no merezco el amor de nadie..."

-Pero, Bon-...

-...

"Menos el tuyo..."

-No sé cómo puedes creer que-...

-¡Cierra la puta boca!

-¡No quiero callarme! ¡Esta vez me vas a escuchar!

-¡...!

-¡Deja de actuar como si yo no tuviera sentimientos!

"Juro que yo no elijo lastimarte... Nunca podría querer lastimarte..."

-¡Foxy, suéltame!

"Ah... Ya lo conozco bien."

-¡Bon...! ¡Duele!

-¡Basta, no quiero!

"Por favor, no..."

-¡No voy a hacerte nada!

"¡No!"

-¡Suéltame de una vez!

En ese mismo instante, escuché esa voz que yo tanto detestaba.

-¡No te quiero lastimar, Bon, cálmate!

-¡No, no, no! ¡Basta!

Mi corazón empezó a latir estruendosamente, dejándome sin aire. Pensé que me desmayaría. La forma en que me había tomado por el brazo... ¡Yo sabía lo que iba luego!

-¡No quiero que me toques!

-Bon...

¡Esa abominable frase que ese tanto repetía! ¡Nunca me haría nada! ¡Me amaba! ¡Yo era el amor de su vida!

Siempre terminaba entre esas manos fuertes, incapaz de poner resistencia.

Terminaba expuesto ante esos ojos plateados, que me juraban amor eterno.

¡¿Por qué mierda tenía que pensar en él estando con Fox?! ¡Fox no se le parecía en nada!

¡A ese lo odiaba! ¡Era detestable! ¡Me había arruinado la vida! ¡Yo era una mierda de persona por su culpa! ¡Le había pegado a la única persona que qui-...!

"¡No! ¡Vete de mi mente de una vez! ¡Déjame tranquilo!"

-¡Te odio!

-¡Bon!

-¡Te odio! ¡Estoy harto de que me toques! ¡Que te abuses de mi confianza!

Sentí por un instante que estaba frente a él.

-¡Estoy muerto por tu culpa!

Tenía tanto rencor que parecía que me explotaría el pecho de odio.

-¡Eres una mierda de persona! No, ni siquiera debería llamarte persona, ¡eres un monstruo!

No podía parar de decir estupideces inconexas, una detrás de la otra.

-¡Yo no quiero amar a Foxy!

-...

-¡Quiero dejar de sentirme así!

-No llores, tranquilo...

-¡Ya no quiero más! Quiero... que Fox... me...

No pude terminar la frase. Ni siquiera sabía qué era lo que quería. No me entendía a mí mismo.

Quería su cariño, pero a la vez hacía todo por repelerlo. ¿Qué quería? ¿Qué buscaba con todo eso...?

"No veo nada... Todo parece que da vueltas..."

-Yo... soy... tu...

"No puedo respirar. Me voy a desmayar..."

-¡Bon!

Esos brazos me atraparon.

-Me duele...

-Tranquilo, respira...

-Me duele el pecho...

-Ya... Yo estoy aquí...

"¿Qué?"

-No me toques...

Mi voz se volvió a la angustia, ya sin querer poner resistencia... No.

Los brazos de Foxy... me hacían sentir seguro... ¿Cómo?

Eran exactamente las mismas caricias...

¿Por qué se sentían tan diferentes? ¿Por qué, de repente, una mano acariciando mi pelo, me calmaba?

-Yo te protejo...

¿Por qué unos besos en la cara me relajaban? ¿Por qué una voz al oído me daba calor?

-Te quiero -susurró. -No tengas miedo...

Susurros sin sentido brotaban de mis labios. No podía parar de temblar. Sudaba frío. Pero... estaba con la cabeza apoyada en su hombro, y podía oír ese corazón latiendo fuertemente...

-Te quiero -repitió, dándome un beso en la mejilla. -Nunca podría creer que eres un hipócrita.

-Quiero que me ames -lloré. Mis ojos empezaron a derramar densas lágrimas sobre ese hombro, en lo que esas manos, cálidas, me rodeaban con mayor firmeza. -Quiero que... me ames...

¿Era verdad? ¿Era eso? ¿Ese pensamiento fugaz era la respuesta que yo buscaba?

"Ya no sé qué es lo que siento, o lo que quiero..."

-Te amo, Bon. No necesitas pedírmelo.

"Quiero que me siga diciendo esas cosas, pero a la vez me duele muchísimo..."

Creer que caería en las garras del amor dolía muchísimo...

***

[...]

-Bon, ya suéltame, tengo que irme.

-No quiero.

-Pero si no, llegará tu papá, y-...

-¡No me importa él! ¡Quédate conmigo!

Me tenía retenido en medio de la sala, estando yo dispuesto a salir, con un abrazo. Su cabeza estaba hundida en mi pecho, y no parecía estar con demasiadas intenciones de salir de ahí. Todavía cargaba los rastros de la angustia de hacía un rato, y aunque me daba pena, ya era demasiado tarde, y sabía que alrededor de las 22 su padre estaría de nuevo en casa. No podía quedarme más tiempo.

-Pero... -suspiré agobiado, sin saber qué hacer. Parecía un niño que no quería ir a la escuela.

-¡No me dejes! ¡Pasa la noche conmigo!

El trabajo de consolarlo había sido muy largo y agotador para mí. Tampoco quería generarle una dependencia a esa clase de afecto, porque no era algo que me saliese muy a menudo, por lo que tenía que mantener un no.

Por otro lado, me consumía demasiado la cabeza. Necesitaba descansar.

-...

-¡Fox, por favor, por favor!

Seguir escuchando su voz chillándome se volvía agobiante. Un poco tierno, porque ponía sus ojitos de cachorro... pero agobiante.

-No, lo siento, tengo que irme...

Algo en mí estaba cansándose de eso. De la insistencia. De la dependencia. Tenía ganas de irme y hacer en otra cosa, no pensar en él... ¡Aunque fuera por unas horas! Cada vez que volvía, terminaba llorando por su culpa...

-¡No, no, no! -. Se había puesto a lloriquear, en lo que lo arrastraba como garrapata por la sala intentando salir de la casa. -¡Fox, no me hagas esto!

-No te estoy dejando para siempre, bobito. Vuelvo mañana.

-¡P-pero...!

-¿O es que acaso quieres que tu papá nos vea juntos? -dije, apoyando la mano en el picaporte, ya amenazando irme. Cosa que no le gustó nada.

Sí, logré que me soltara. Pero para alejar mi mano de la puerta de un tirón.

-¡No quiero que te vayas! -chilló, interponiéndose en el camino a la puerta con los brazos abiertos.

-¡¿Por qué no?!

-¡Si te vas, te irás con Freddy! ¡No quiero que hagas eso, quiero que te quedes conmigo!

-¡No puedes retenerme aquí dentro por siempre!

Estuvo a punto de decir algo, pero no dijo nada. Su boca quedó entreabierta, tras expulsar el aliento, y se transformó en una mueca. Me miró frunciendo el ceño. Enojado, meditativo, analítico, no lo sé.

Por poco pensé que se había rendido. Que le había tapado la boca.

Qué equivocado estaba...

-... Ponme a prueba.

Su voz sonó tan sincera y directa que pareció un baldazo de agua fría. Nunca deseé tanto que sonriese mientras me decía algo.

-No lo estás diciendo en serio.

¿En qué momento el brillo de sus ojos había desaparecido?

-... Bon...

-Tú eres mío, y te vas a quedar conmigo porque yo te lo digo.

-No me hagas sacarte de en medio...

Sí, creí que había logrado que se moviera de la puerta. Mas solo fue para tomar mi muñeca, y arrastrarme hasta la cocina. Tenía una fuerza increíble cuando se lo proponía; su agarre era tan fuerte que parecía que su intención era más bien arrancarme el brazo.

Me tiró dentro de la diminuta cocina, dándome un buen golpe en la espalda contra la mesada. De la falta de aire casi caigo al al suelo; él, sin más, entró detrás de mí, y con la misma rapidez con que llegamos, cerró la puerta tras nosotros. Mi cabeza se nubló del solo sonido de la puerta cerrándose.

Supuse por un momento que era porque el cuarto le quedaba demasiado lejos. Que la cocina era sólo la habitación más cercana.

Odié tanto la cocina luego de eso...

-¡No voy a arriesgarme a perder a nadie más!-. El timbre de su voz se distorsionó. Sonaba terrorífico, grave, arrastrado. Nada se parecía al Bon que suplicaba en la sala. -Eres mío, ¿me oyes?

El sonido del cajón abriéndose con brusquedad me sobresaltó. Por poco no caen todos los utensilios al suelo.

No tuvo que ver para tantear dónde estaba lo que buscaba entre todas las herramientas metálicas. Era mucho más grande que todo lo demás.

-¡¿Qué rayos estás haciendo?!

Acababa de tomar un cuchillo de cocina del cajón. Con firmeza, lo sostuvo entre ambas manos frente a sí, apuntándome directamente.

Estaba tan asustado que mi cuerpo se quedó helado. Me quedé en shock. Quise detenerlo, pero no pude.

El brillo del filo me puso los pelos de punta. No temblaba. No existía la duda.

Si daba un paso en falso, me mataba.

Primero el llanto, la debilidad, las palabras dulces... Las lágrimas suplicando por amor... Y de repente, esos ojos opacos, esa voz extraña. ¿Todo había sido una mentira? ¿Manipulación? ¿No sentía nada de lo que me había dicho...? Mil cosas me pasaron por la mente en un segundo, pero ninguna vía de escape se me hizo presente.

El arma que amenazante se acercaba hacia mí, haciéndome retroceder, parecía que tenía vida propia entre esas manos que la conocían por demás. No se detuvo hasta tenerme acorralado contra la pared.

La punta rozó mi estómago, llevándome a contener el oxígeno. Él no sonreía. Nada. No había emociones, o expresión alguna en ese rostro que yo creía conocer. Los golpes y moretones le daban un aspecto similar al de un criminal.

Respiraba tranquilamente. No tenía miedo. No estaba en pánico. Sabía exactamente lo que hacía. Su intención era una sola.

Creí que diría alguna trillada frase de película, pero no. Su sola mirada bastaba para amenazarme.

-¡¿Qué te sucede?! -mi voz pudo salir a duras penas, y su quiebre me delató.

No me di cuenta que me había puesto a llorar del miedo.

Yo, en algún punto de mi mente, lo sabía. Aunque no podía analizarlo, porque estaba perdido en esos ojos que me miraban sin mirar.

Era bastante claro, aunque escalofriante al mismo tiempo. Una verdad que no me pasaba por la garganta. O tal vez era una mentira con la que yo justificaba lo que tenía ante mis ojos.

Quizás tenía su cuerpo, pero ese que estaba frente a mí... No era Bon.



***

Nota del autor:

Si tardé mil años con este capítulo, es porque no sabía cómo concluirlo. Me pasaron un millón de opciones; al principio iba a ser cute, pero en cuanto le vi el jugo a esta idea que quería usar hace como tres capítulos atrás, pues, me lancé a la piscina xD

Ahora viene lo chido- jsjsjsJSJSJAJSJBhsJAJSGSJB

PD: Bon no es la nueva Yuno Gasai, dejen las cosas ser, que ya algunas van a ir cerrando UvU<3


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro