『11.』
Recordar esos momentos me hace un nudo en el estómago. Prefiero pensar que eso nunca pasó, pero pienso en Freddy y recuerdo ese desagradable momento en que se me cruzó por la cabeza hacerlo mío.
Él no me gustaba para nada. No me hacía sentir nada más que satisfacción instantánea. Como una droga. Estaba tan cegado del odio que sentía hacia Bon que cualquier oportunidad era buena. Seguro si Chica se me hubiera insinuado hubiera terminado en mi cama también. Estaba desesperado de cariño. Y eso, es repulsivo. Podría haber terminado con Bon si no me gustaba cómo me trataba.
Prefería pensar que era más fácil irse a cama de otro buscando cariño y haciéndome la víctima que enfrentarme a mis problemas. Eso, es cobarde.
Y lo peor de todo, lo que me hace sentir una basura... Que yo no sentía pena por él. Yo lo veía como un objeto sexual. Casi como yo creía que Bon me veía a mí. Estaba desahogando mis penas y rencores en él como si fuera un vertedero. Pero nunca se me cruzó por la cabeza sentir culpa. Freddy me quería, ¿Cómo podía caerle mal que yo lo hiciera con él? Eso pensaba yo.
Mis culpas iban por otro lado.
¿Qué fue lo que me hizo sentir tan culpable al día siguiente? Cuando fui a casa de Bon, y me dio tal abrazo cuando crucé la puerta que me reacomodó lo que estaba roto. Que se puso a llorar de la emoción de verme la cara. Que sonreía cuando yo le respondía a lo que fuere.
Que sus labios cálidos eran como ninguno... ¿Qué rayos se me pasó por la cabeza al intentar buscar otros? Los de él eran los más amargos y deliciosos del universo, esa boca de lengua áspera que me enloquecía cuando ingresaba en la mía. Esos suspiros que eran como música...
-Feliz cumpleaños, Bon- susurré con una sonrisa sobre sus pequeños labios sonrosados, que formaron una enorme sonrisa de satisfacción.
-Ah... Te ad-...
-Sh, no digas nada- lo interrumpí poniendo un dedo en sus labios. Me miró pasmado, y frunció un poco el entrecejo. -Te amo, Bon.
-Foxy, no empie-...
-Te amo. Más que a nada. Más que a nadie...
-¿Foxy...? ¿Estás bien?- preguntó entre risas, algo incrédulo.
-S-sí, perfecto...
-Ah, no llores...- me consoló acariciándome el pelo, para bajar mi cabeza a su hombro.
-Te amo... Sería incapaz de cambiarte por nadie... Quiero estar contigo...- sollocé sujetándome a sus brazos. Tiritaba en llanto, mi corazón latía fuertemente por los nervios y el intenso sentimiento que tenía por él.
¿Hacía cuánto que no sentía el amor de esa forma? ¿Tanto que se manifestaba en mi cuerpo?
Me miró a los ojos, y sentí un brinco en el pecho. Como si volviese a enamorarme de él. Se sentía como la primera vez que lo vi...
-N-no entiendo qué te ocurre, pero está bien... Estás conmigo ahora- dijo riendo, entre restándole importancia a la situación y confundido.
-No me dejes ir...
-Eso jamás.
-Llévame a tu cuarto- supliqué al sentir que no me lo decía del todo convencido. -Enciérrame si hace falta, ¡pero no me dejes!
-Foxy...
-Te amo- le dije quebrando en llanto, al borde de la desesperación.
-Yo... T-ta... Argh.
Entonces, me cegué de amor. Quería que me hiciera suyo por el resto de la vida. No veía un futuro sin él. Y si se enteraba que había estado con otro, me dejaría. Pero yo no lo hacía para lastimarlo, lo hacía para satisfacerme a mí mismo, incluso si lo intentase mil veces y no tuviese éxito. ¿Cómo podía ser tan estúpido?
Yo no sabía que hay un problema con el amor.
Es como una llama: te da calor y protección; es bello, brillante...
Pero si se sale de control, puede llegar a quemarte, y las quemaduras son cicatrices que pueden llegar a no desvanecerse nunca.
-Hazme el amor, Bon.
Poco sospechaba yo que terminaría totalmente quemado.
***
Seguro me veía como un cachorro indefenso. Lo pienso y puedo compararlo fácilmente con nuestra primera vez.
La diferencia, es que yo estaba arrodillado en el piso, totalmente desnudo, sólo con los zapatos, ofreciéndole mis muñecas para que me esposara.
Mi respiración era irregular, mi mente estaba borrosa. Bon me miraba con curiosidad; una pequeña sonrisa le adornaba los labios.
Recuerdo bien que el cuarto estaba en semi penumbras. Sus ojos destellaban en la oscuridad. Esos hermosos ojos esmeralda que tanto me gustaban... No podía soltar mi mirada de la suya, estaba prendado. Sonreía sin darme cuenta. Seguro parecía un niño embobado con un dibujo animado. O un fanático admirando arte.
Bon era arte...
-No tengas miedo- susurró cerrando la primera de las esposas en mi muñeca derecha. -Ya he hecho esto antes, y te prometo que no duele casi nada.
-¿Qué vas a hacerme?- le pregunté con la voz temblorosa. Nunca me había sentido tan asustado, y a la vez intrigado. Me daba cosquillas en el estómago.
-Ah, es una sorpresa...
Entonces, llevó mi mano a mi espalda, y esposó ambas manos. Me acomodó recorriéndome desde la espalda a la nuca, y quedé expuesto, arrodillado frente a él.
-No sé si... sea una buena idea...- le dije con la voz entrecortada, sin mirarlo a los ojos.
-Tranquilo- me calmó vendándome los ojos con su corbata. -Confía en mí.
-Confío en ti...
Confiaba en que no me haría nada malo. Pero recordé la vez anterior que había tenido ese sentimiento, y me entró pánico. Incapaz de mantenerme estático, gimoteé desesperado:
-B-Bon, no quiero hacerlo.
-Hey, calma...
-Quiero sexo normal, por favor- le pedí sintiendo que lloraría.
-Solo será un ratito, luego hacemos lo que tú quieras.
Un tintineo metálico.
-¡N-no! ¡Yo también tengo derecho a elegir una vez!
-¡Ya accediste!- contestó empezando a perder la paciencia.
Un sonido cortó el aire. Un sonido que luego se volvería habitual.
-¡Ni siquiera me dijiste qué haríamos!
-No me hagas enojar- amenazó entre dientes. -O tendré que cambiar los planes...
Una fría textura me recorrió desde el ombligo hasta el mentón.
-Bon, déjame ir.
-"Oh~ Bon, enciérrame si hace falta, pero no me dejes ir~".
-No es gracioso.
-Sí que lo es- respondió explotando en carcajadas. -Eres sumiso pero de los estúpidos. Estás esposado, con los ojos vendados, no puedes hacer nada contra mi voluntad.
Otra vez ese sonido. Ese que tanto comparan al de un látigo...
-No te atreverías.
-Ponme a prueba.
-Si me lastimas, juro que voy a-... ¡AH!
Hubiera apretado los labios si lo hubiera visto venir. Un intenso cintazo me cruzó la espalda, haciéndome doblar hacia adelante, y acompañado de un cosquilleo en las piernas. Bon se puso a reír. ¿De qué mierda se reía? No lo sé. Pero su risa se volvió algo detestable...
-¿Qué vas a hacer? ¿Eh?
-Y-yo... Ah...
-¿Dolió?- preguntó en tono juguetón. Pero no respondí.
Y llegó otro, pero sobre los hombros. Estaba un poco más preparado; ya había apretado el cuerpo para recibirlo.
-Responde- dijo secamente.
-No... No duele...- respondí en voz baja, jadeando. -Ah-...
-Ah, me había olvidado... Esto te gusta, ¿No?
-¡N-NO!
-En ese caso...
-¡Ah...! ¡Ah~!
-Te adoro, Foxy.
-No es momento- me quejé intentando mantener la respiración regular. Pero empezaba a perder la cabeza. Esos golpes me producían sentimientos intensos que todavía no entendía del todo.
-Te adoro- dijo melódicamente de forma burlona. -Te adoro. Te adoro. Te adoro.
A cada "te adoro"... Otro golpe con el cinturón. Una y otra vez ese sonido de látigo. Esa sensación punzante sobre la piel...
Lloraba del dolor, pero...
¡ARGH!
Lo siento, no puedo seguir escribiendo. Me retuerzo del odio. No recuerdo cuántos cintazos me dio. Pero cada uno era más fuerte que el anterior.
Y lo más gracioso. Ja. Es que yo no me quejaba. Tenía que guardar mi voz porque si no gimoteaba. Gemía. ¡Argh!
Ya no quiero más. Quiero dejar esto así.
Basta. Quizás en otro momento escriba algo más detallado. Pero no doy más.
¿Se entendió lo suficiente que Bon me trataba horrible? ¿Y que a mí me gustaba? ¿Me dejaba y gemía pidiendo por más?
¿Si les digo que me violó cuando caí al piso del dolor? ¿Es eso suficiente? ¿Debo dar el morbo de recordar cada horrendo detalle?
¿Quedó claro que todo eso yo me lo merecía?
¿Que por más que yo intentara huir de sus garras, volvía sin pensarlo?
¿Que nadie me hizo sentir de forma tan apasionada? ¿Que nunca volvería a disfrutar en la cama como lo hice con él?
¿Que haberme desquitado contra él no tuvo ningún justificativo porque todo fue mi culpa? ¿Que haber desobedecido fue lo peor que pude haber hecho?
Que ahora me estoy ahogando en la culpa.
No puedo más. Ya nadie puede llenarme.
¡Lo extraño, joder! ¡QUIERO QUE VUELVA!
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