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3

A pesar de no estar allí en persona, Connor se sentía como si lo estuviese. Bajó el volumen de la música del bar y apreció, a través de las paredes, la música en vivo que a esa hora tocaban en el local de sus vecinos. También pudo adivinar que el establecimiento estaba lleno. El chico que se había presentado como Uriel era el gerente encargado del café junto con Danielle. A ella no la escuchó, pero no le sorprendió. Con su visita de esa tarde, Connor sospechó que era demasiado tímida como para salir y dar un discurso, justo como lo estaba haciendo su amigo a través de un micrófono. Al parecer era ella quien se encargaba de la comida y bebidas que ofrecían. Según Uriel, ellos se habían conocido desde niños ya que sus padres eran socios de un club.

Le parecía curiosa la historia de "Coffetory" y de aquellos dos que al parecer tenían el sueño de armar un negocio desde hacía tiempo. Se sorprendió al escuchar que Danielle se había graduado de la Escuela Culinaria Gato Negro, una de las más reconocidas del país, y que además había participado en algunas importantes galas con chefs famosos. Connor intentó imaginarse a aquella chica en actos elegantes y no la vio vistiendo vestidos largos, sino que se notaba que era alguien que prefería su uniforme blanco de cocina.

La chica le había caído bien. No la conocía lo suficiente, pero deducía que era una chica reservada y de pocos amigos más por su timidez que por otra cosa. Connor se preguntó cómo era Danielle en un ambiente cómodo para ella, ¿hablaba mucho más? ¿hacía chistes? ¿alguna vez sonreía?

—Pero ¿qué te pasa? ¿Ahora quién es la acosadora? —Se dijo en voz alta mientras reía.

Uriel seguía hablando y Connor escuchaba atenta. Ya faltaba poco para que ella cerrara, así que no estaba de más informarse un poco antes de salir.

Un mensaje de suhermana iluminó su celular.

Tales clientes no existieron, pero Connor no se sentía cómoda yendo sola a la inauguración a la que Uriel las había invitado esa mañana. Ella prometió sacar espacio para asistir, aunque sabía que él estaba interesado en su hermana. Alexis lo negaba, pero Connor insistía.

—Tu no lo has visto. Hoy pasó cuatro veces frente al bar y cada vez miraba hacia adentro buscándote.

Connor no negaba lo sobreprotectora que podía ser con su hermana, aunque esta fuese mayor que ella. Alexis ya era una mujer adulta de 35 años, pero eso no le bastaba a Connor para alejar a los tipos que solo querían acercarse por su belleza. Alexis solo se reía y evitaba prestar atención a las teorías de Connor con Uriel. Era una mujer reservada que prefería gastar su tiempo frente a un computador diseñando nuevas estrategias para el bar, así como crear diseños para una empresa de la ciudad que vendía cuadernos escolares. 

Connor puso los ojos en blanco. Ahí estaba de nuevo el modo mamá que a veces empleaba Alexis para hacer las cosas. Ella le prometió que lo haría, pero no tenía interés en ir con una sonrisa infantil a pedir disculpas. Tenía planes y se dio cuenta que, sino cerraba pronto, se le haría tarde.

Mientras tanto, del otro lado de la pared, Danielle servía chocolates calientes y hermosos cupcakes de vainilla con flores de azúcar. El café se había llenado lo suficiente y lo primero que se acabó, para sorpresas de Uriel y Danielle, fue la tarta de manzana. La noche transcurría y la adrenalina de servir a tiempo cada pedido, lograba que Danielle se sintiera más viva que nunca. Sabía que esa sensación solo la encontraba de vez en cuando y se sorprendió al darse cuenta que había aparecido esa noche, justo después de meter la pata con Connor, porque Danielle creía que lo había hecho y seguía pensando en aquellos calcetines de colores.

Cuando se hicieron las 9:00 de la noche, los últimos clientes se fueron despidiendo. La chica de la guitarra, que respondía al nombre de Clarissa, cobró su dinero y se fue feliz con una bolsa de mini cupcakes que Danielle le había regalado. Los dos ayudantes, Javier y Elías, terminaron de cerrar y recoger los platos. Uriel despidió a los chicos e invitó a su amiga a tomarse una copa de vino para celebrar la velada. Danielle le pidió unos minutos mientras sacaba la basura. Cuando salió, casi choca con una chica de medias veladas negras y botas militares rojas.

—Discúlpame...—Dijo Danielle, pero cuando levantó la mirada, reconoció aquellos ojos.

—Ha sido mi culpa, iba pendiente del celular.

De nuevo, Danielle perdió el habla. La chica que tenía frente a ella no era la misma de hacía unas horas. Connor llevaba un vestido negro y una chaqueta de cuero. Su cabello estaba peinado hacia un lado y llevaba maquillaje.

—¿Cómo ha ido todo? —Preguntó Connor al tiempo que saludaba a Uriel quien la veía desde adentro del café.

—Bien, gracias...

—Disculpen por no haber podido venir, teníamos otras cosas y...

—No te preocupes.

Un silencio y entonces Danielle se dio cuenta que estaba cerrándole el camino a Connor. Se hizo a un lado y la pelinegra soltó una risita.

—Espero todo haya ido bien. Me gusta tu uniforme, se ve bastante profesional.

Danielle sintió que sus mejillas se encendían y temía que Connor lo notara. Cuando quiso agradecerle, Connor retomó su camino, pero se detuvo de repente y se volteó a mirarla directo a los ojos

—Buenas noches, Danielle.

Ella intentó responderle, pero ya Connor había desaparecido por la siguiente esquina. Estuvo un rato ahí hasta que reaccionó y dejó la basura en un contenedor gris. Cuando regresó adentro, Uriel la miraba con curiosidad.

—¿Qué? —preguntó ella sirviéndose vino.

—Es linda —Admitió su amigo— Tiene lindas piernas.

Danielle nunca admitiría algo así, pero Uriel leía su mente, así que no había necesidad. Olvidaron a Connor por un momento y dieron sus comentarios sobre aquella primera noche en el café. Uriel le sugería a su amiga contratar a un ayudante, pero Danielle insistía en que podía hacerlo sola.

—Vamos a ver cómo va esta semana, si sientes mucha presión, conseguimos a alguien.

Cerca de las 11:00 de la noche subieron al apartamento. Antes de ir a su habitación, Uriel le dio un abrazo a Danielle y le agradeció el que estuviera con ella en aquel momento.

—¿Cuánto vino tomaste?

Él sonrió.

—En serio esa chica del bar es linda, no tanto como su hermana, pero... deberías hablarle. Invítala a salir.

—No sabes lo que dices. Duérmete ya.

Uriel desde su habitación seguía gritándole a Danielle que invitara a salir a Connor. Su amiga solo lo ignoró y fue hasta su propio cuarto donde empezó a quitarse el uniforme mientras escuchaba las palabras ahogadas de Uriel del otro lado del apartamento.

Ya en su cama, lista para dormir, Danielle hizo un recorrido por su día. El incidente de la tarta de manzana aun le causaba gracia, pero también la cuestionaba sobre sus pensamientos hacia Connor. Era absurdo estar dedicándole tanto tiempo a alguien que apenas acababa de conocer y de la que solo sabía su nombre. Aunque también sabía que le gustaban los calcetines de colores y que, al parecer, tenía un estilo rockero y sexy guardado en algún lugar. Connor tenía una contextura mediana, no era demasiado alta y Danielle sospechaba que no le interesaba mucho encajar en un cuerpo de modelo. Se notaba que era extrovertida y con una larga lista de amigos. A diferencia de ella que solo tenía pocos números en su lista de contactos.

Esa noche mientras Danielle intentaba conciliar el sueño, se admitió que le gustaría conocer y hablar con Connor de una manera normal, sin tartamudear o quedarse en blanco. Había algo en aquella chica que le llamada la atención y tal vez era su manera de ser; se veía tan segura e independiente que ella quería intentar contagiarse de ello. Pero, ¿acaso Uriel no tenía también estás cualidades? Si él, su amigo de toda la vida, no lo había logrado, ¿por qué una desconocida sí lo haría?

***

Danielle era siempre quien se despertaba primero. A las 7:00 de la mañana bajó a revisar el inventario de aquel día mientras se tomaba un café sentada en la barra. Había acabado de servirlo cuando escuchó unos golpes en la puerta del establecimiento. Al fijarse, encontró a Connor que la saludaba a través del vidrio transparente de la ventana. Danielle levantó un poco la mano y la saludó. Se dio cuenta que además de un saludo, Connor parecía llamarla. Se levantó y fue hasta la puerta, la abrió y encontró a la chica que llevaba la misma ropa de la noche anterior, pero ahora su maquillaje estaba desgastado y su cabello no tan liso.

—Discúlpame. Sé que aún no está abierto, pero ¿podrías venderme un café? —Danielle la miró un rato y se hizo a un lado de la puerta para que pudiese entrar.

—Buenos días, pasa —Le dijo y Connor entonces dio unos pasos al frente para que Danielle luego cerrara la puerta.

—Buenos días... qué tonta, ni siquiera te saludé. Les quedó muy bonito esto. —Connor recorrió con su mirada las paredes de ladrillo y los pequeños cactus que hacían las veces de centros de mesa.

—¿Americano? ¿Expreso? ¿Café con leche? —Preguntó Danielle del otro lado de la barra a donde había llegado.

—Expreso, por favor.

Danielle asintió y empezó a preparar el pedido en una máquina que estaba al fondo. Connor hizo algunos comentarios sobre las frases de los cuadros en las paredes. Había unas que reconocía y otras que no. Danielle le habló de los autores y músicos a quienes correspondían y lo hizo sin titubear. Eso ya era un avance. Ni siquiera sus manos estaban sudando ahora y eso de alguna manera la hizo pensar que estaba ganando más confianza al lado de la otra chica.

—Para llevar, por favor —Connor la interrumpió cuando Danielle había tomado una taza de porcelana del estante— Me gustaría quedarme a charlar, pero debo poner las cosas en orden en el bar. Además de cambiarme, debo parecer una loca ¿no? —Sonrió nerviosa.

Danielle cambió la taza por un vaso de cartón de color guinda, sirvió el expreso y se lo entregó en la barra. Connor sacó un billete para entregárselo, pero Danielle lo rechazó.

—Aún ni siquiera hemos abierto. No te preocupes.

—¿Qué? No, ¿de qué hablas? Es una venta igual. ¿Qué va a decir Uriel?

— Nada —Danielle levantó los hombros— Por suerte la cafetería también es mía.

Connor atisbó algo de humor en sus palabras y sonrió.

—Pero no me parece justo. Ve hoy al bar y lo recompensaré, por suerte yo también soy dueña de mi propio negocio. —Connor no esperó a que Danielle respondiera, le dio las gracias y antes de salir del local a paso rápido, le guiñó un ojo.

Danielle la miró salir y cuando iba a volver a sus labores, se dio cuenta que Connor había olvidado la chaqueta en una de las butacas frente a la barra. Sin dudarlo, la tomó y salió del local para entregársela.

—Oye, olvidaste...—Cuando Danielle salió, encontró a Connor en la puerta del bar al lado de una mujer más alta y de cabello negro largo que intentaba abrir la puerta.

—Hoy me está tomando mucho tiempo despertar. —Danielle intentó sonreír y le echó una mirada a la otra chica— Ya conoces a mi hermana, ¿no? Alexis, ella es Danielle, —Connor deletreó el nombre al tiempo en que acompañaba cada palabra con una señal hecha con su mano. Lo que resultaba gracioso teniendo la otra ocupada con el vaso del café—, la chica dueña del café de al lado.

Alexis sonrió, tomó las llaves e hizo un gesto con los dedos índice y anular de su mano libre, y se tocó la cien con ellos. Danielle seguía cada movimiento concentrada. Alexis juntó las puntas de sus dedos y el gesto anterior volvió con una ligera variación, esta vez solo con el dedo índice sobresalía, e hizo un círculo sobre su pecho. Connor sospechó la confusión de Danielle y se echó a reír.

—Dijo: Hola, mucho gusto.

—Mucho gusto, también... —Danielle entonces se dio cuenta que hablar era en vano— Lo siento, no sé cómo...

—No te preocupes. Ella puede leer tus labios, sólo debes hablar más despacio. Alexis, a Danielle también le da gusto conocerte. —Le habló esta vez a su hermana. Alexis volvió a sonreír— Muchas gracias por la chaqueta, Danielle. Ya sabes, te espero en la tarde.

Connor tomó la chaqueta que la otra le extendía ysiguió a su hermana que ya había abierto la puerta. Alexis sacudió la manocomo, creyó Danielle, símbolo de despedida. Ella por su parte, dio media vueltay caminó hasta el café mientras pensaba en las muchas cosas que no sabía sobreConnor, pero que estaba interesada en conocer.

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