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A las 7:45 de la mañana de aquel lunes, el incesante martilleo acabó. Connor estaba terminando de servir el primer cereal del día cuando se dio cuenta: parecía que por fin los ruidos de construcción que llevaba escuchando hacía dos semanas, y que le recordaban las remodelaciones de al lado, habían terminado. Levantó la vista hacia las mesas vacías y sonrió alegremente.

—¡Por fin! —Exclamó y dejó a un lado la caja roja de cereal— ¡Espero que hayan acabado!

Tomó el tazón donde flotaban unos aros rojos sobre la leche y fue hasta el cuarto detrás del mostrador donde una mujer de cabello largo y lacio esperaba su desayuno. Alexis levantó su pulgar izquierdo, pero no quitó la mirada de la pantalla. Connor le dio unas palmaditas en el hombro y salió de nuevo a la recepción. Faltaban quince minutos para que Jake, el chico de lentes, llegara a pedir su habitual tazón de leche con bolitas de colores flotantes.

Connor había inaugurado su bar de cereales hacía tres meses. Desde que supo de la idea de poder tener un establecimiento en donde, según ella, podía revivir la niñez de las personas, sirviendo cereales de distintos sabores y colores, supo que por fin había encontrado lo que estaba buscando. A pesar de que su padre pensaba en que era una idea ridícula, a Connor poco le importaba. La única opinión que tomaba en cuenta era la de Alexis, con quien quería abrir el negocio y su hermana mayor no dudó en aceptar.

Sabía que era una idea extraña para algunos, pero los bares de cereales estaban de moda en otros países y el suyo sería el primero en Weller City, quizás sería ella quien impondría la moda en la ciudad y el resto del país. Y sí, era una apuesta arriesgada, pero la noche en que firmó el arriendo del local, se juró que sería la última oportunidad para triunfar en la creación de su propio negocio.

Lo había intentado antes, varias veces, pero seguía sin resultar. El sueño de Connor por tener un trabajo independiente y crear una empresa, solo le había causado nuevas deudas y un sentimiento de fracaso del que no podía escapar. Sin embargo, desde que se planteó la idea del bar de cereales, sus expectativas volvieron a nacer. Alexis sabía que a su hermana le sobraban las ganas de salir adelante y, al igual que ella, confiaba en que esta vez tendrían suerte.

Aun así, a pesar de que el bar, al que decidieron llamar Fox & Kris, aún no se había posicionado como un negocio popular, ambas sabían que era un tema de paciencia y que poco a poco las personas iban a ver el lado divertido y emotivo al asunto.

Jake fue el primero en hacerlo. Dos días después de abrir el bar, entró y gritó muy fuerte cuando vio en el mostrador una caja de Blubis, un cereal de hojuelas de maíz de distintos colores, que había sido su desayuno durante la secundaria y que fue descontinuado en la ciudad unos años después. Fue por eso por lo que, al verlo de nuevo, su niño interior despertó y se transportó a la cocina de su madre hacía unos diez años atrás.

Jake empezaba su semana desayunando en Fox & Kris. Se sentaba en una de las mesas al lado del enorme ventanal que daba a la calle y Connor se acercaba con su pedido ya sin preguntarle. El local era pequeño, adentro se acomodaban seis mesas de cuatro puestos cada una y en la estrecha terraza, que parecía más un pasillo, colocaron una mesa de dos puestos. Las paredes del local eran amarillas porque, según Alexis, la idea era darles a los clientes la experiencia en su totalidad; le dijo a su hermana que quería que el ambiente del bar pareciese un parque de diversiones y para Connor, lo habían conseguido. Las sillas eran azul celeste y las mesas rojas, sobre el piso colocaron una alfombra verde que parecía pasto.

—¿No te parece que parece más ambiente de picnic? —Le Connor, pero justo eso fue aprovechado— ¡Ya sé! Podemos vender también wafles de colores. He visto una receta en internet para hacerlos sin que el sabor sea artificial. —Y de esta manera los wafles de colores se habían incluido en el menú.

Jake aquel lunes llegó puntual. Saludó a Connor mientras tomaba asiento y esperaba a que ella terminara su pedido. Dos minutos después, ella depositaba frente a él un tazón azul y una cuchara a su lado.

—Veo que tus nuevos vecinos ya se están mudando —Le dijo luego del primer bocado.

—¿Ah sí? —preguntó ella como si nada. Jake asintió— Pues ya era hora. El constante ruido de la remodelación me estaba volviendo loca. ¡Y qué decir de los clientes! —Jake levantó una ceja cuestionando el plural de la palabra clientes, pero Connor ignoró eso.

—¿No crees que es una competencia directa una cafetería al lado de tu bar?

—Cafeterías hay muchas en la ciudad. ¿Cuántos locales solo para comer cereales? —Esta vez él reconoció su punto.

Mientras Jake terminaba su desayuno, Connor aprovechó para salir y echar un vistazo simulando que limpiaba la mesa de afuera, aun cuando ya lo hubiese hecho desde temprano, pero no vio a nadie nuevo. Estaban los mismos trabajadores de siempre cargando muebles y sacando desechos del local. También se dio cuenta que al segundo piso del edificio subían algunas cosas, por lo que dedujo que los dueños del local vivirían sobre este.

De vuelta al bar, Jake ya había terminado. Dejó el dinero en la mesa, le deseó a Connor suerte con sus nuevos vecinos y se marchó. Mientras registraba el pago, ella pensó que no necesitaría ningún tipo de suerte con nada ni con nadie. Era solo una cafetería más en donde probablemente solo venderían café y los mismos postres horneados de siempre. Cada local tenía sus propios clientes y no había necesidad de ningún tipo de rivalidad. Connor tomó la taza roja que tenía sobre el mostrador y le dio un sorbo al café que Alexis preparaba para las dos. La idea de vender café en el bar le saltó a la mente, pero enseguida la desechó. "Es demasiado" decía su hermana, pues aunque Alexis preparaba un capuccino decente, no era suficiente. En este punto Connor se preguntó si cambiaría el café de su hermana por un vaso desechable del local de al lado, pero se burló solo de pensarlo. Había probado muchos cafés en la ciudad y aún no había probado el primero al cual ponerle cinco estrellas. Al de Alexis le ponía cuatro y eso era demasiado.

El día transcurrió sin novedades. El ruido de la construcción se había ido por completo y ahora solo escuchaba como movían cosas de un lado a otro. Alexis no salió de la habitación de atrás durante todo el día hasta que tuvo que ir a comprar comida china en la esquina para el almuerzo. Cuando regresó, ya Connor había cambiado el letrero de la vitrina que anunciaba que el bar estaba cerrado. Abrirían nuevamente a las 3:00 de la tarde, en donde lo que más se vendía eran los wafles y poco los cereales.

—Bueno, es que nadie toma de cena un cereal —Le había dicho Jake— Excepto Dany. Ella es extraña.

—No hables así de ella. —Lo regañaba Connor— Es mi cliente fiel de los miércoles por la tarde.

Los lunes siempre eran días tranquilos. En la tarde solo tuvieron la visita de una pareja que pidió un wafle con helado de vainilla y cuando ya el sol se estaba poniendo, otra pareja entró y pidió la carta. Connor se acercó y les extendió el menú que contenía todos los cereales y wafles disponibles.

—Me gusta más escogerlo por sus cajas —Dijo el tipo, un afroamericano alto que había dejado a un lado el papel y ahora miraba la pared detrás del mostrador.

El lugar favorito de Connor dentro del bar era la pared que estaba detrás del mostrador, en la que se veían las cajas de todos los cereales y en la cual se creaba un mosaico desde el color más oscuro hasta el más claro. Al final de todos los meses, a Connor le gustaba cambiar el diseño, pues las cajas multicolores les daban esa posibilidad.

Cuando recién estaban en la adecuación del lugar, Connor recordó que en su niñez coleccionaba las cajas de los cereales que traían dibujos de personajes de la televisión, películas y algunos otros personajes publicitarios. Así que lo primero que Connor le dijo a su hermana era que quería rellenar una pared entera con los diseños de las cajas de cereal.

—Ah claro, puedes acércate si no alcanzas a ver desde aquí —Connor se hizo a un lado y el chico se levantó hasta el mostrador en donde paseó de un lado a otro.

—Esto está muy cool, ¿no crees Danielle?

Le hablaba a su acompañante, una chica de cabello castaño recogido y de piel tan blanca como la camisa blanca que traía. Ella no le prestó atención y solo se limitaba a leer el menú.

—¿Ya sabes qué ordenar? —le preguntó Connor, pero ella tardó un poco en responder. Cuando lo hizo, ni siquiera la miró a la cara.

—Cereal de galletas oreo, por favor.

La voz de la chica sonó tan baja que Connor temió no escucharla.

—Siempre pides oreo —Repuso el chico, con lo que ella pudo confirmar el pedido— Deberías pedir algo distinto. ¡Mira todo lo que hay! No me puedo aun creer que este tipo de restaurantes existan —Él regresó a la mesa y pidió un wafle con cereal de aros de colores y helado de fresa.

Connor fue hasta el mostrador y empezó a preparar la orden. De vez en cuando les echaba un vistazo a sus dos clientes. Él era quien llevaba el rumbo de la conversación, pues su acompañante solo asentía o levantaba los hombros de vez en cuando. En ese momento se dio cuenta de que no los había visto nunca por el vecindario, así que se alegró de saber que a lo mejor la campaña de publicidad que su hermana hacía detrás del computador, estaba dando frutos. Cuando Connor tuvo los pedidos listos, Alexis se asomó desde el cuarto de atrás y la miró extrañada. Su hermana direccionó su cabeza hacia un lado y le señaló los dos clientes. Alexis miró hacia ellos y se encontró con la mirada del chico. Levantó el pulgar a su hermana en señal de aprobación y volvió a desaparecer.

—¿Quién es ella? —Preguntó él cuando Connor llegó con los platos de wafles.

—Mi hermana —Respondió la otra.

—¿Trabaja aquí contigo?

Connor ya se iba a retirar cuando escuchó la nueva pregunta.

—¿Por qué la pregunta?

Se sorprendió hablando de manera dura y él lo notó.

—Oye tranquila, solo me parece una chica linda.

Connor sintió como cambiaba de humor, pero recordó los ejercicios de respiración que Alexis la obligaba a hacer.

—Espero disfruten los wafles.

Ella no esperó a que el chico dijera algo más, dio media vuelta y se perdió por el cuarto detrás del mostrador. Alexis la vio llegar con sus cachetes inflados y torciendo los ojos.

—¡Ni preguntes! —Le dijo a su hermana. Soltó un resoplido y volvió a salir.

El chico ya no hablaba tan alto, en cambio susurraba. Connor sabía que estaba hablando de ella, pero no le importó. No iba a permitir que nadie se inmiscuyera en su vida o la de su hermana. Decidió mejor prestarle atención a la chica que estaba frente a él. Era delgada y parecía rondar los veintitantos, igual que Connor. Su amigo se veía mayor, tal vez ya estaba entrado en los treinta. La castaña comió sus wafles con demasiados buenos modales. Estaba erguida en su silla y a pesar de estar con su amigo, más de una vez Connor creyó que su mente estaba en otro lado. Desde el mostrador ella se sorprendió admitiendo que su nueva clienta tenía un muy bonito perfil. "Deja de acosar a las clientas" su mente la espabiló.

Al ver que terminaban la comida, Connor se acercó y el chico pidió la cuenta. Después de pagar, se levantaron y la chica salió primero que él, quien se quedó a dedicarle unas últimas palabras a Connor.

—Por cierto, no quería sonar acosador hace un momento. Es solo que he estado esta semana por aquí en el vecindario y he visto a tu hermana un par de veces —Dijo caminando hasta la puerta. Connor lo acompañó— Solo me pareció interesante y quería saber si vivía por aquí.

—Solo trabajamos aquí. —Respondió ella intentando ser cordial.

—Ah, vale. Entiendo. ¿Podrías decirle que tiene un muy bonito cabello? —El chico percató la mirada asesina de Connor y apresuró a disculparse— Solo bromeaba... gracias, por cierto. Me gusta este concepto de bar. Vendré a tomar mis desayunos aquí.

Connor sonrió forzadamente y lo vio tomar camino hacia la derecha. En ese momento se fijó en que la chica había desaparecido y entonces descubrió al chico subiendo las escaleras hacia el apartamento encima de la nueva cafetería.



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Hola! 

Volví con una historia que tenía guardadita y a la que le llegó la hora de que viera la luz. Espero sigan los capítulos a medida que los voy a ir subiendo.

Estoy emocionada de volver por aquí :D  

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