8.
Parte Dos: Otoño.
JungKook soltó una risa escandalosa al sentir la boca de TaeHyung sobre la piel de su cintura, su lengua humedeciendo esa zona, y sus dedos se deslizaron por el cabello de color café del alfa, suspirando cuando un pequeño beso fue depositado allí.
Se sentía muy, muy feliz en ese pequeño nido que hizo en su primer celo con su marido. Su alfa.
Sintió una corriente de placer cuando las manos del más alto lo abrazaron por la cintura, pegándolo a su cuerpo, y la nariz de TaeHyung se enterró en su cuello, allí donde tenía su marca, dejándolo impregnado en su olor. Le gustaba mucho eso, sentir el toque del alfa sobre su piel, gruñendo en señal de posesividad, de cariño.
Su mamá le dijo eso cuando estaba recién saliendo con TaeHyung y cuando iban a fiestas, lo agarraba por la cintura mientras sonreía antes de frotar su cabellera contra su cuello. A JungKook no le gustaba mucho que lo hiciera en público, era una acción demasiado íntima, pero su mamá sólo hizo un movimiento con su mano para restarle importancia.
— Es normal que lo haga, y es bueno que actúe así — Le corrigió entonces — Si un alfa es posesivo contigo, JungKook, significa que te ama.
JungKook tenía dieciséis años y no podía encontrar la relación entre ambas palabras, pero trató de hallarle lógica a ello porque no quería que TaeHyung terminara con él por su mala actitud.
Así que, con esfuerzo, logró ver aquella acción como algo romántico.
La alarma de su celular sonó entonces, haciéndolo salir de su ensoñación, y estiró su mano para apagarla, enderezándose a pesar de los gimoteos bajos de TaeHyung, cómodo también en ese pequeño nido que pertenecía a JungKook. Le gustaba estar allí con su omega porque le hacía sentir que el más bajito necesitaba de él, era su otra mitad, y odiaba cuando eran interrumpidos en esos pequeños instantes de amor que tenían.
El omega agarró el vaso con agua que había sobre la mesita y con su otra mano tomó los anticonceptivos que había a un lado.
TaeHyung los observó, su ceño levemente fruncido.
— ¿Estás enfermo? — Le dijo con clara preocupación.
JungKook sacó la pastilla, pero sacudió la cabeza.
— Son las pastillas anticonceptivas — Dijo, antes de tragársela, bebiendo agua, y luego volvió a acurrucarse contra su alfa.
Pero TaeHyung ahora se alejó, una mirada de shock en su rostro.
— ¿Qué? — Preguntó — ¿Las sigues tomando?
El omega lo miró, confundido. TaeHyung sabía que tomaba anticonceptivos para no tener bebés, no todavía, los estaba consumiendo desde hace más de un año porque empezó a tener vida sexual con el alfa, y al más alto no le gustaba el condón, entonces era su responsabilidad cuidarse.
— Sí — Le dijo—, los dos habíamos dicho que no debíamos tener bebés por ahora...
— Pero eso era cuando estábamos de novios —Replicó TaeHyung —, ahora estamos casados, JungKook, no entiendo por qué continúas con ellas.
JungKook no lo entendía. ¿Qué cambió? Estaba bien, ahora vivían juntos y más adelante podrían tener niños, pero... pero ellos tenían dieciocho años, ¿cuál era la necesidad de formar una familia tan temprano?
JungKook no quería niños. No a esa edad.
— Porque... — Humedeció sus labios—, no quiero bebés todavía, Tae.
La expresión de TaeHyung cambió por completo.
— ¿No quieres formar una familia conmigo? — Le dijo, su tono herido.
— No he dicho eso — Contestó—, pero... a mí me gustaría seguir estudiando y...
— ¿Y para qué? — Siguió presionando TaeHyung—, soy el alfa a cargo, yo me haré responsable de nuestros gastos, JungKook.
Sus cejas se arrugaron al escucharlo hablar, su estómago apretándose por las palabras que decía el más alto, como si fuera de lo más normal, como si no hubiera problemas con ellas.
¿Y qué problema hay?, dijo una vocecita en su interior, que extrañamente sonaba como su mamá, en todas las familias el alfa es quien manda, ¿qué es lo distinto aquí?
— Pero...
— Está bien — Le soltó TaeHyung, girándose, dándole la espalda y rompiendo su nido —, si no quieres bebés, no me importa. Sólo que no pensé que fueras tan egoísta, JungKook.
JungKook no lo entendía bien. Le costaba encontrarle sentido a todo eso, pero su mamá siempre le decía que su alfa tenía razón y su deber era hacerlo feliz, si no, era un mal omega.
Él no quería serlo.
Lo abrazó por detrás, triste, su garganta apretándose, todo su mundo dando vueltas.
— Está bien, TaeTae — Le susurró—, dejaré las pastillas. Tengamos muchos cachorritos, ¿está bien, mi amor?
TaeHyung lo abrazó de vuelta, feliz, pero JungKook se sentía miserable.
Entonces despertó de golpe, sudor en su rostro, su cabello pegándose a su cara.
— ¿JungKook? — Gruñó TaeHyung, medio dormido a su lado, su rostro ojeroso.
JungKook lo ignoró, poniéndose de pie y yendo hacia el cuarto donde JiMin tenía una pesadilla. No era necesario que lo escuchara, su instinto demandaba que fuera donde su pequeño bebé.
Entró al cuarto, haciendo caso omiso del olor a pena y dolor, subiendo a la cama donde una pequeña figura se retorcía, y lo abrazó de golpe. Sus brazos rodearon el delgado cuerpo del niño, murmurando en voz baja para tranquilizarlo, liberando feromonas de calma, de amor.
— Estoy aquí, estoy aquí...
JiMin despertó también, desorientado, sus ojos llenos de lágrimas, para luego devolverle el abrazo y enterrar su rostro en el pecho del omega. Con ese movimiento, JungKook la vio.
La marca en el cuello de JiMin.
Dolor estalló en su corazón porque su cachorrito se deshacía en lágrimas contra él como todas las noches, desde hacía una semana, y él no podía hacer nada para hacerlo sentir mejor. Nadie en esa casa podía hacer algo para callar las horribles pesadillas que el menor tenía.
Cerró sus ojos brevemente, enterrando su nariz en el pelo sucio de JiMin, pero sin importarle demasiado, no cuando debía sostenerlo para que así pudiera dormir.
Vio una sombra en la puerta del cuarto, sin embargo, ignoró a TaeHyung, meciendo a su cachorrito ya medio dormido.
— Vuelve a la cama, JungKook — Pidió TaeHyung, su voz cansada, agotada.
JungKook negó con la cabeza.
— JiMin me necesita — Contestó JungKook.
— Llevas una semana durmiendo con él — Replicó TaeHyung — Yo te necesito.
Mentiroso, quiso decirle, la rabia carcomiendo su corazón, haciéndole sentir más enojado que nunca, tú no me necesitas. Tú quieres poseerme.
Ignoró al alfa de pie ante él, dedicándose a secar las lágrimas secas de su Minnie
— JungKook— Insistió TaeHyung.
Otro instante de silencio.
— Haz que pague — Dijo JungKook con voz helada —, haz que ese maldito hijo de puta pague, y sólo ahí volveré a la cama, TaeHyung.
TaeHyung se marchó, enfurecido, y JungKook besó a su niño en la mejilla.
— Lo siento — Susurró JiMin contra su pecho, volviendo a llorar.
— No es tu culpa — Murmuró JungKook —, nada de esto es tu culpa.
JungKook estaba con Suran cuando recibió la llamada del colegio.
Cuando su mundo se desmoronó de golpe.
— ¿Hola? — Contestó, pensando brevemente que debían estarlos citando para una reunión, para...
— ¿Hablo con la madre de Kim JiMin? — Contestó una voz helada al otro lado.
Frunció el ceño.
— Sí, ¿qué está...?
— Está hablando con la enfermera del colegio, necesitamos que venga inmediatamente debido a su hijo — Fue la rápido respuesta que recibió antes de que cortaran.
JungKook se congeló, sorprendido, para despedirse de Suran y partir hacia el colegio, pensando que quizás su cachorro se metió en una pelea, o quizás NamJoon...
Pero no estaba preparado para ese escenario. Para ver a su cachorro mimado, su bonito y tierno JiMin, llorando a lágrima viva mientras se aferraba a SeokJin, una gasa ensangrentada en su cuello.
JungKook inhaló el aire, sintiendo como su corazón se detenía al casi palpar el olor alfa encima de JiMin.
Su cachorrito de doce años estaba marcado.
Si hubiera estado solo probablemente habría caído de rodillas, pero no podía hacerlo. No, ahora debía abrazar a su bebé, sostenerlo porque, por su evidente actitud, no fue una marca consensuada.
— Fue Lee — Escupió NamJoon, algo alejado, ya que cuando quiso acercarse a su hermano menor provocó que llorara con más fuerza— , ese bastardo lo acorraló en los baños y lo marcó.
JungKook no preguntó dónde estaban ellos. Eso era lo de menos.
— ¿Dónde está ese monstruo? — Espetó, escondiendo el rostro de su hijo en su pecho y volteándose hacia el director del colegio que acababa de llegar— ¡Quiero que ese abusador sea expulsado de este lugar!
— Lee ha declarado que JiMin lo provocó — Dijo el director Kang, su ceño fruncido —, ¿qué hacía el niño omega en el baño? Cuando lo encontraron, tenía puesta solo la toalla.
JungKook sintió como todo su interior se congelaba al escuchar las palabras del director. De ese director alfa.
— ¡JiMin jamás provocaría a ese cerdo! — Saltó NamJoon, su rostro colorado por la ira.
— No le faltes el respeto al director, Kim NamJoon— Dijo la enfermera con una expresión de advertencia.
— ¡Es lo cierto! — Replicó SeokJin—. ¡Nuestro hermanito lo evita todo el tiempo, ¿cómo pueden...?!
— Quiero irme a casa, mami — Susurraba JiMin contra su pecho, pero JungKook ocultó el rostro de su bebé para que llorara tranquilamente, su corazón rompiéndose en mil pedazos.
Se sentía helado a más no poder, todo su interior estremeciéndose ante la situación, escalofríos recorriendo su cuerpo, y parpadeó para alejar las punzantes lágrimas de sus ojos. JiMin estaba marcado. Marcado por un monstruo.
Los omegas podían obtener marcas desde los diez años en adelante, antes de tener sus celos, pero JungKook creía que vivían en una sociedad decente en la que esas situaciones estaban prohibidas, en que esa acción podría causar un rechazo hacia el alfa, no hacia el omega. Lo peor, sin embargo, no era eso.
Lo peor era que, al tener su marca, JiMin tendría que pasar su primer celo con su ahora alfa. Y todos los omegas tenían su primer celo con trece años. En poco más de seis meses.
JungKook jamás permitiría esa atrocidad.
SeokJin tenía agarrado a NamJoon de la camisa, que parecía dispuesto a lanzarse sobre el director, cuando TaeHyung apareció. Traía una expresión pálida, y tapó su nariz apenas entró al sentir todas las feromonas de pena y dolor que decoraban el aire.
— ¿Qué ha pasado? — Preguntó con su voz grave—. ¿JiMin...? — Enmudeció al notar la gasa en el cuello del niño y a Yoongi abrazándolo con sobreprotección, como si pudiera protegerlo con su cuerpo.
El director Kang aclaró su garganta.
— Felicidades, su cachorro tiene una marca — Dijo como si nada.
JungKook no lo aguantó: velozmente soltó a JiMin, lanzándose sobre ese horrible hombre que acababa de decir tan asquerosas palabras, su mano golpeando el rostro de Kang, sus uñas rasguñando su piel.
TaeHyung tuvo que agarrarlo y alejarlo para que no lo matara con sus manos, sacándolo de allí, y entre gritos y llantos lo llevó hacia el auto. SeokJin arrastró a un destrozado JiMin en su espalda y NamJoon siseó una advertencia hacia esos adultos insensibles.
En el auto, JungKook volvió a abrazar a JiMin, que no dejaba de llorar.
— Vamos a la comisaría — Exigió JungKook—, ¡quiero que denunciemos a ese bastardo!
TaeHyung permaneció en silencio.
— Papá... — Murmuró NamJoon.
— JiMin — Habló TaeHyung—, qué ha pasado.
Los labios del menor temblaron, pero su respuesta fue abrazar a JungKook con más fuerza, su rostro desapareciendo en el hombro del mayor.
— JiMin —insistió TaeHyung.
—¿No es obvio? —espetó JungKook— Ese hijo de puta lo acorraló y mordió contra su fuerza. A la comisaría, TaeHyung.
— ¿Y qué esperas lograr? —escupió TaeHyung —. ¿Realmente crees que van a tomar en cuenta tu denuncia, JungKook?
— No te lo estoy preguntando, TaeHyung —Replicó JungKook — Vamos ahora.
TaeHyung se detuvo bruscamente. NamJoon soltó una maldición mientras SeokJin abrazó sus piernas contra su pecho. JiMin lloró con más fuerza.
— ¡Quiero saber qué mierda ocurrió allí, JiMin!
JungKook abrió la puerta del auto, ignorando los gritos de los mellizos, y sacó a JiMinde allí, sin importarle estar haciendo un escándalo, sin importarle si estaba llamando la atención de todo el mundo. Sin pensarlo demasiado, comenzó a caminar con su cachorro aferrado a él con una desesperación casi dolorosa, sin voltearse.
— ¡JungKook! — Gritó Hoseok enfurecido, deteniendo el vehículo y volteándose hacia sus hijos — ¡Quédense aquí! — Ladró en voz alfa, obligándolos a permanecer dentro del auto. SeokJin no tuvo más remedio que obedecer, en tanto NamJoon pareció luchar contra la orden—. ¡JungKook, detente!
No se detuvo, sólo apretó con más fuerza a JiMin a un costado suyo, que no dejaba de llorar.
TaeHyung lo agarró del brazo y JungKook comenzó a forcejear.
—¡Suéltame, TaeHyung! — Le gritó, odio en su voz al notar lo que pretendía hacer— . ¡No te atrevas a...!
— ¡Vuelve al auto ahora mismo!
Su omega interior se estremeció, sin embargo, soltó un gruñido enfurecido, todo dentro de él luchando contra la imposición. JungKook en lo único en que podía pensar era en ese alfa marcó a mi bebé lo forzó le hizo daño tiene que pagar lo haré pagar, y ninguna orden de TaeHyung podría cambiar ese pensamiento.
Retrocedió, observando la mirada sorprendida de TaeHyung al notar que se resistió a su orden. Al notar que estaba luchando contra su jerarquía.
Pero fue breve, muy breve, porque enseguida endureció su mirada, y JungKook no pudo ahora luchar cuando volvió a hablar con mayor intención, con más fuerza en su voz para que no se resistiera a él.
— Vuelve. Al. Maldito. Auto. Ahora.
JungKook e sintió como un títere, pero eso no significó que se callara ante su orden.
— Me das asco — Y le escupió a los pies, caminando de regreso al vehículo mientras ignoraba la expresión congelada de su alfa.
El camino a casa fue hecho en silencio.
JiMin apenas habló el resto de la semana, siendo un muñeco de trapo que se dejaba manipular por el resto, especialmente por su mamá, que estaba todo el día junto a él, pero no le importaba. No cuando era JungKook quién atendía la marca sangrante en su cuello.
— Duele — Fue una de las pocas palabras que dijo el segundo día, acostado, con lágrimas deslizándose por su rostro silenciosamente mientras JungKook vendaba la herida, tratando de no mirarla demasiado.
Las marcas se hacían cuando el alfa estaba dentro del omega, anudando, y si bien dolía en el momento, si era mutuo, era un dolor soportable. Más porque el alfa se dedicaba a lamer la herida, pues su saliva guardaba propiedades curativas; JungKook recordaba que TaeHyung hacía eso cada vez que le marcaba.
Sin embargo, cuando era forzado, el dolor era peor. Y no quería preguntarlo, pero sospechaba que Lee ni siquiera se detuvo a lamer la herida.
Su bebé tenía doce años y ya estaba pasando por todo ese dolor.
Besó su mejilla.
— Te amo, cachorrito — Le dijo, acostándose a su lado, y JiMin se removió para ocultar su rostro en su pecho otra vez, como hacía cuando tenía tres años y se asustaba.
Había dejado de actuar de esa forma cuando cumplió diez años, alegando ser un niño ya grande, sin embargo, JungKook no podía alegrarse por ello. No cuando el motivo por el que su bebé estaba actuando de esa forma era porque lo destrozaron.
— Lo vamos a denunciar, Jiminnie — Aseguró, apagando la luz para dormir.
— ¿Seguro, mami?
— Tú jamás serás su omega. Jamás, JiMin.
JiMin lo miró y JungKook también lo hizo. Semanas antes se sintió muy triste y deprimido por el actuar de sus hijos, de sus bebés, pero ahora, luego de tanto, sosteniéndolo contra él, se dijo que no importaba nada más. Que JiMin siempre sería su cachorrito y era su deber protegerlo de todo. Él, gustoso, se enfrentaría con cualquier alfa de mierda que quisiera hacerle daño, dándole lo mismo si salía herido en el proceso.
— ¿Lo prometes, mami? — Susurró, su voz quebrada y destrozada.
— Tendrán que pasar por sobre mi cadáver para que yo te entregue, mi amor.
JiMin sonrió. Con debilidad, sus ojos tristes, más bien una mueca que otra cosa, pero era suficiente para JungKook. Era suficiente en ese momento.
— Te amo, mami.
— Yo también, cariño.
Esas primeras seis noches las pasó durmiendo con JiMin, atendiéndolo en todo momento, sin presionarlo para sacarlo de la cama ni obligarlo a irse a bañar. SeokJin y NamJoon, silenciosos y poco exigentes, se iban al colegio caminando ahora, sin pedir que su mamá los llevara, mientras que TaeHyung poco hablaba luego de esa pelea que tuvo con su omega.
JungKook tampoco cenaba con ellos: preparaba la comida, la servía, y luego iba con una bandeja al cuarto de su hijo menor. Comía con él, tratando de distraerlo de todo lo que ocurría a su alrededor, sosteniéndolo por las noches cuando se ponía a llorar.
Sin embargo, para la séptima noche, TaeHyung apareció en la cocina, cuando estaba sirviendo los platos.
— Vuelve a la cama — Le dijo, aunque JungKook no se volteó.
Recordaba todavía la voz alfa sobre él, obligándolo a irse a su lado, callando sus decisiones.
— Estás bien sin mí — Fue lo que contestó.
Pero no fue suficiente para TaeHyung. No lo dejó satisfecho.
Se cruzó frente a él y JungKook lo miró a los ojos. Había ojeras en su cara, sus labios estaban agrietados y su rostro más pálido que nunca, sin embargo, no hubo preocupación en él. JungKook sólo quería volver al cuarto de JiMin para darle de comer y seguir curando su marca, que ya estaba cicatrizando.
— Te extraño — Habló TaeHyung de pronto, llamando su atención—, bebé, de verdad...
— ¿Qué estás haciendo por JiMin? — Dijo JungKook —. Sigo esperando que me acompañes a la comisaría, TaeHyung.
— JungKook, por favor.
El omega lo observó y decidió ceder. ‹‹Quizás››, pensó, ‹‹si lo tengo feliz, él por fin decidirá actuar para que ese bastardo pague››.
Así que en la noche arropó a su cachorro, besando su mejilla y llenándolo de feromonas.
—¿No dormirás conmigo, mamá? — Preguntó, su expresión alterada.
— Papá quiere que pase la noche con él — Le trató de explicar.
— No —sollozó JiMin—, no, no te vayas, mami, por fa-favor...
— Estarás bien — Le aseguró—, si me necesitas, vendré enseguida, bebé.
— ¿Lo... lo pro-prometes?
— Siempre, JiMin. Siempre estaré aquí.
Así que esa noche fue con TaeHyung, pero despertó por las pesadillas de JiMin, así que corrió a consolarlo. A eso, se le sumó la pelea con su esposo.
No le importaba. Le daba lo mismo a esas alturas.
—¿Mamá?
JungKook parpadeó cuando SeokJin habló, despertándolo de su ensoñación, dándose cuenta de que los huevos revueltos se le estaban quemando, y se apresuró en apagar la cocina, suspirando por el cansancio.
TaeHyung, sentado en la mesa, bebía su café en silencio.
Los mellizos, por supuesto, también estaban afectados por todo lo ocurrido: NamJoon no entraba al cuarto de JiMin porque el pequeño cachorro no quería ver a ningún alfa, además de que no dejaba de auto-culparse por lo ocurrido. SeokJin, por otro lado... era el que se auto-culpaba con mayor intensidad, pues esa tarde no fue a buscar a su hermanito menor enseguida, ya que se enrolló con Geum unos minutos más en los baños.
Fue, además, SeokJin quien descubrió a JiMin llorando, con su cuello sangrando, estremeciéndose con fuerza mientras se ahogaba en su dolor.
— ¿Qué ocurre, Jinnie? — Preguntó, comenzando a preparar el desayuno de JiMin también.
El mellizo menor mordió su labio inferior.
— El maestro de taekwondo me ha preguntado por JiMin —dijo, su voz afectada por completo—, Lee ha estado diciendo que Minnie es su omega, entonces ya no tiene permitido seguir yendo al club...
La sartén que JungKook sostenía cayó al suelo.
Hubo un tenso silencio.
— No digas eso, SeokJin— Dijo JungKook con voz grave— JiMin no tiene ningún alfa.
— Sí, mamá.
— JungKook — Espetó TaeHyung, levantando la vista—, es hora de que JiMin vuelva al colegio. Ya ha faltado una semana.
—Lo vamos a cambiar —replicó JungKook—, JiMin no seguirá yendo a ese colegio de mierda, que no ha hecho nada para expulsar a ese bastardo que lo atacó.
Otro tenso silencio.
— Por otro lado —continuó JungKook, recogiendo la sartén —, sigo esperando que te pongas los putos pantalones y vayamos a denunciar lo ocurrido, TaeHyung.
— Me estás faltando el respeto —advirtió el alfa.
— Tú mismo te faltaste el respeto al actuar como un patético cobarde que no ha hecho nada por su familia — Le espetó, dejando la sartén sobre el lavaplatos con brusquedad.
TaeHyung estaba respirando aceleradamente, la furia palpable en su mirada, su mandíbula apretada, pero JungKook no tenía miedo. Su omega tampoco. Todo dentro de él ardía en odio e ira por la situación.
—Hablé con el director Kang —le escupió TaeHyung —, y me ha dicho que Lee Juno le contó que JiMin no se resistió. No le dijo que no con fuerzas y sólo permaneció quieto cuando lo marcó.
—¡JiMin estaba aterrado, TaeHyung, estaba en shock por eso!
— ¡Asume de una vez, JungKook, que esto es tu maldita culpa! ¡Te lo advertí, te lo dije!
— ¿De qué mierda hablas, TaeHyung!
El alfa se puso de pie. Los mellizos se encogieron, incluso NamJoon pareció hundirse en su asiento, pero a JungKook no le interesaba.
— Ese alfa viene molestando a JiMin desde hace mucho —dijo TaeHyung, su voz altiva—, y dije que lo mejor era sacar a nuestro hijo de ese club, pero tú insististe en ello, todo porque él te convenció.
JungKook sintió su corazón helado ante sus palabras, con su expresión congelada, su rostro tenso, escuchándolo en asfixiante silencio. TaeHyung siempre fue especialista para herirlo allí donde más le dolía, parecía conocer con exactitud todos sus puntos débiles, apretándolos y estrujándolos cuando quería hacerle daño.
— Me prometiste un cachorro, ¿no, JungKook? Un cuarto cachorro si JiMin permanecía allí, y te lo permití porque quería hacerte feliz así, pero te lo advertí: te dije que si ocurría otro incidente, sería tu culpa — TaeHyung chasqueó su lengua—. Y, aun así, seguiste adelante. Y mira cómo ha terminado todo, ¡JiMin tiene una marca y todavía no me das al cachorro, JungKook!
—¡Vete a la mierda, TaeHyung! —gritó JungKook, empujándolo—. ¡¿Todavía quieres un puto cachorro?! ¡¿Pues sabes qué, Alfa?! ¡No te daré nada, no pienso darte ningún bebé, puedes quedarte con las jodidas ganas de otro hijo porque lo único que te daré yo es una mierda, bastardo insensible!
Volvió a empujarlo, saliendo de la cocina y yendo al cuarto de JiMin, pero no lo vio en la cama, y el pánico se atenazó en su estómago. Sin embargo, duró sólo un instante porque escuchó enseguida el llanto proveniente del armario, así que no dudó en ir allí, abriéndolo, viendo a su pequeño bebé acurrucado y deshaciéndose en llanto.
Lo atrajo a su pecho, lo sostuvo y llevó a la cama.
— Es mi cu-culpa —sollozaba y repetía JiMin.
—No —lo obligó a sostenerle la mirada—, tú jamás serás culpable de nada.
La puerta del cuarto se abrió y SeokJin se asomó, con lágrimas en sus ojos también.
— ¿Mamá? — Dijo con la voz quebrada— No... no qui-quiero ir a clases, ¿pu-puedo...?
— Ven —le dijo, su tono bajo—, ven, Jinnie.
SeokJin no lo dudó: se subió a la cama llorando y dejó que JungKook le abrazara, aferrándose a JiMin también, y JungKook los sostuvo.
Eran omegas, ellos lo sabían desde hace mucho, pero al parecer, sólo en ese momento, le estaban tomando el peso a lo que esa simple palabra significaba.
Disculpen la demora de este capítulo, prometo actualizar más seguido. 😔
¡Gracias por leer!
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