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este capítulo es algo lento y muy centrado en las emociones y pensamientos de BeomGyu y TaeHyun, para que lo tengan en cuenta

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La llegada de YuJin a la sección donde BeomGyu trabajaba fue toda una revolución.

Mientras almorzaba, el Alfa escuchó los murmullos de sus compañeros, todos dirigiéndole miradas poco discretas a la Omega, que estaba en la fila para servirse la comida.

Cuando BeomGyu la vio, pensó que era una mujer bonita, con esa sonrisa tímida y ojos brillantes, el cabello castaño y largo en un peinado estiloso.

— ¿Tendrá Alfa? — preguntó JeongHan, que estaba casado desde hace tres años.

— No lo creo, no le sentí aroma a ningún Alfa — contestó ChangBin, bebiendo el agua de su vaso. — Además, el que haya entrado a trabajar aquí...

— ¿Hay algún problema con eso, ChangBin? — consultó BeomGyu, enarcando una ceja.

— ¡Claro que no, señor Choi! — se apresuró en decir el Alfa con rapidez.

BeomGyu no cambió la expresión de su rostro. Él se desempeñaba como jefe de publicidad de los productos tecnológicos que la empresa producía, encargándose de toda esa sección y dos semanas atrás le habían comunicado la llegada de YuJin, que salió de la universidad con honores de la carrera de marketing y publicidad. Habían decidido contratarla para dar una mejor imagen de la empresa, siendo todo un hito al ser la primera Omega en trabajar allí, y por supuesto que le habían consultado a él si le gustaría tenerla en su sección.

A BeomGyu, si era sincero, realmente no le importaba siempre y cuando hiciera su trabajo bien.

Antes de la llegada de ella, él fue muy claro y enfático con sus trabajadores: no quería que la molestaran, acosaran o intimidaran. YuJin iba estrictamente a trabajar con ellos, y ante el primer reclamo que ella le hiciera respecto a sus compañeros, él tomaría cartas en el asunto.

Si bien no soy tu jefe principal — le dijo BeomGyu el día antes de que ella llegara oficialmente —, sí soy uno de tus superiores, así que si algún Alfa de la empresa empieza a fastidiar, házmelo saber. Aquí no tolero comportamientos cavernícolas, señorita Choi.

Muchas gracias, Choi-nim — dijo ella con una sonrisa ligera.

Le había echado un ojo durante esos días, esperando no tener que intervenir y, para su fortuna, no fue así. Los trabajadores la miraban mucho, sí, y también buscaban cualquier excusa para hablarle, pero al menos no estaban sobre ella todo el tiempo ni la perseguían hasta incomodarla.

— ¿Va a viajar pronto, señor Choi? — preguntó JeongHan para cambiar de tema.

— En un mes más — dijo BeomGyu —, es el celo de mi Omega y el cumpleaños de mis cachorros mayores.

Septiembre había comenzado y ya pidió dos semanas para su viaje a finales de mes e inicios de octubre, aludiendo a los dos motivos antes mencionados, a pesar de que viajara solo por el cumpleaños de HeeSeung y SungHoon. Ambos cumplían diecinueve años, lo que era motivo de gran orgullo para él. Aprovecharía, además, de darle un regalo a JungWon, pues no pudo ir a su cumpleaños debido a la cercanía de las fechas. Su cachorro estuvo triste por eso, pero lo comprendió ya que, a pesar de que BeomGyu ganaba bien, no era millonario como para poder viajar todos los meses. Por lo mismo, aprovecharía de quedarse unos días extras en su visita.

— ¿Todavía no piensa traer de vuelta a su familia? — preguntó recelosamente JeongYeon.

No cambió la expresión de su rostro ante la interrogante, pues no era la primera persona que le hacían una pregunta de ese tipo. Él sabía que era muy raro para todos ellos que un Omega estuviera lejos de su Alfa; tal vez si hubiera sido otra ciudad no le habrían mirado tan extraño, pero otra cosa era tenerlo en un país aparte. Un país que, literalmente, quedaba a más de cinco horas de viaje.

Revolvió su comida para darse tiempo a contestar.

— No — admitió —, al final mi Omega y cachorros se han acoplado bien a Estados Unidos, además… Bueno, ha habido algunos rumores sobre ampliar la empresa allí, así que...

Dejó la respuesta en el aire y sus empleados entendieron enseguida que la información no era demasiado concreta todavía, por lo que no era ideal chismosear sobre eso. Un mes atrás, su jefe, el CEO Kim, le habló sobre la principal sucursal que tenían en Estados Unidos y el aumento de las ventas que experimentaron los últimos tres años.

Estaban pensando en ampliar el tamaño de dicha filial, que quedaba en Washington D.C., y meterse ya de lleno en el mercado americano.

Eres uno de nuestros mejores empleados — le dijo Kim con gesto resolutivo —, y si quieres un traslado, lo puedes solicitar. Serías jefe de publicidad en Estados Unidos, como lo eres aquí, pero con más responsabilidades, por supuesto, y un aumento de sueldo.

¿Cuánto tiempo tengo para pensarlo? — preguntó BeomGyu.

Hasta final de año.

Era tiempo suficiente. Si por él hubiera sido, habría dicho que sí enseguida, porque finalmente, ¿qué le quedaba allí en Corea? Su padre, evidentemente, pero BeomGyu tenía más que claro que si lo conversaba con él, su progenitor le diría que no tenía que quedarse allí por él. Y la casa, además, que fue el hogar que construyó con TaeHyun…

Bueno, quizás era demasiado romántico. Esa casa tenía muy buenos recuerdos, claro, sin embargo, también había muy malos allí. Tal vez lo mejor era simplemente pedir el traslado y venderla.

Como fuera. Él podría aceptar enseguida, no obstante, quería conversarlo con TaeHyun. Quería mencionárselo y preguntarle si él estaba de acuerdo con... con vivir cerca suyo. Estarían en ciudades distintas, claro, aunque la distancia no sería mucha y podría ver a los niños más seguido que cada tres meses. Puede que TaeHyun no quisiera eso, tenerlo tan cerca, y BeomGyu debía respetárselo.

Con la visita que iba a hacer ahora esperaba agarrar valor para comentárselo. No quería hablarlo por teléfono ya que sentía que era información muy importante y prefería no dejar espacio a preguntas sin responder.

El resto de la tarde transcurrió con normalidad en el trabajo. Desde que había retomado su relación con los cachorros y con TaeHyun que su ánimo y rendimiento era mucho más positivo. No le habían llamado la atención en esos meses y la amenaza de quedar sin trabajo ya no existía. Incluso obtuvo varias felicitaciones por parte de sus superiores por las últimas campañas publicitarias.

Ahora mismo estaban preparando el lanzamiento de un nuevo reloj inteligente y BeomGyu estaba atareado con lo que era el marketing y promoción del producto, por lo que ese día terminó saliendo pasadas las siete de la tarde del trabajo.

Al salir de la oficina reparó en que no quedaban muchos trabajadores. En realidad, solo estaba YuJin, que se puso de pie cuando lo vio.

— Choi-nim — dijo, notándose un poco cansada.

— ¿Señorita Choi? — BeomGyu parpadeó al observarla. — ¿Qué sigue haciendo aquí? El horario de salida es a las seis.

Rubor pintó el rostro de la mujer. Se notaba muy avergonzada y tímida.

— Sí, eh… — un titubeo claro —, no... no me parecía bien irme si u-usted seguía aquí…

— Oh — BeomGyu frunció el ceño ligeramente. Él sabía que, en los otros departamentos, los trabajadores no se iban hasta que el jefe de la sección se marchaba; por el contrario, BeomGyu creía que eso era una estupidez. Cada uno tenía un horario que cumplir y se los había dicho en repetidas ocasiones a menos que, claro, tuvieran tareas pendientes —, ¿no se lo dijeron? No debe…

— Me... me lo dijo ChangBin antes de irse — dijo YuJin, ahora mucho más avergonzada que antes —, pe-pero no me sigue pareciendo correcto…

Suspirando, BeomGyu miró por las ventanas para darse cuenta de que todavía no atardecía por completo. Sin embargo, él sabía muy bien lo peligrosas que podían ser las calles para una Omega como YuJin.

— ¿La vienen a buscar? — preguntó.

— No, yo… Hmm, tomo el bus...

— Vamos — BeomGyu hizo sonar las llaves de su auto —, la llevaré a casa.

— No es necesario…

— Por supuesto que sí — exclamó el Alfa —, es lo mínimo que puedo hacer si decidió quedarse hasta tarde conmigo. La próxima vez sí, por favor, dígamelo — le guiñó el ojo — para tomar un café mientras trabajamos.

Era una broma, sin embargo, las mejillas de YuJin se pusieron más rojas de ser posible y, de manera torpe, comenzó a guardar sus cosas sin ser capaz de mirarlo. BeomGyu ignoró las feromonas nerviosas que soltó; la Omega olía a frambuesas y duraznos, un aroma atractivo para cualquier Alfa, y no pudo evitar preguntarse si es que tendría novio.

Para su fortuna, ella fue rápida en guardar todo y subieron al ascensor en silencio. BeomGyu no soportaba mucho los silencios incómodos, le desagradaban y le hacían sentir ligeramente estresado.

— ¿Vive lejos, señorita Choi? — preguntó una vez llegaron al estacionamiento.

— Oh, no — dijo ella, procediendo a darle su dirección —, espero mudarme pronto, vivo todavía con mis padres. Ya los tengo aburridos...

Enarcó una ceja ante dichas palabras, caminando hacia su auto mientras YuJin le seguía. BeomGyu le abrió la puerta del copiloto, dándole el paso para que se sentara, antes de ir hacia su asiento y encender el vehículo.

— ¿Aburridos? ¿Y eso por qué?

— Ellos no estaban de acuerdo con que yo estudiara — habló YuJin en voz baja —, y luego, bueno, con lo que me costó encontrar trabajo…

A pesar de haber sido la mejor de su generación, ella no había encontrado trabajo en ningún lugar de lo que estudió. Según su currículum, se estuvo desempeñando como camarera el último tiempo, pero BeomGyu sabía que un sueldo como ese no era muy útil para vivir de manera independiente. Él sabía que ella había cumplido los treinta años hacía poco.

— Es complicado para los Omegas tener trabajo en este país — aceptó BeomGyu, pensando brevemente en YeJin y su florería. Sus manos apretaron el manubrio en un gesto molesto —, y ya es un gran hito que haya terminado su carrera, señorita Choi.

— Gracias — una sonrisa tímida curvó su rostro —, es usted muy amable, Choi-nim. Yo, hmm, tenía mucho miedo cuando llegué, pero usted me ha hecho sentir muy bienvenida y aceptada en la empresa.

— Bueno, todos hemos sido nuevos alguna vez — dijo BeomGyu deteniéndose ante un semáforo. — Yo fui a un colegio técnico donde me especialicé en marketing y luego, cuando entré a trabajar a los dieciocho, era todavía muy pequeño. Tuve que tomar varios cursos para ir mejorando y que mis superiores también me respetaran, aunque claro... — una sonrisa irónica —, mi esposo tuvo mellizos y uno de ellos fue Alfa, así que te imaginarás que eso facilitó bastante mi ascenso.

— ¿Es casado?

De manera automática, BeomGyu llevó sus ojos hacia sus dedos, donde la alianza matrimonial brillaba. YuJin pareció notar que no fue correcto preguntar, pues nuevo color pintó su rostro.

— Pe-perdón, no quise ser indiscreta... — barboteó.

— Está bien.

— Es... es solo que no... no le sentí aroma a ningún Omega — trató de explicar ella —, a usted o al auto…

El aroma de TaeHyun era cítrico, BeomGyu creía que era como las mandarinas que comía seguido al ser su fruta favorita. Años atrás, cuando vivían juntos, a BeomGyu le encantaba impregnar a TaeHyun en su aroma, y al mismo tiempo quedar él con el olor del Omega. TaeHyun siempre tenía una gran facilidad para extender sus feromonas a su alrededor, sin esfuerzo alguno, y para BeomGyu era gran motivo de orgullo que reconocieran que él tenía pareja. Le hacía... le hacía sentir que tenía un compañero en cualquier instante de su vida.

Ahora, de eso, no quedaba nada. Bueno, al menos no en el auto, pero sí en esas dos veces que fue a Estados Unidos, volvió con sus ropas pasadas a TaeHyun, lo que duró cerca de una semana. Cuando se dio cuenta de que no quedaba mucho aroma del Omega en él, BeomGyu sentía que iba a llorar de la frustración.

— Mi Omega y yo estamos en... una crisis matrimonial — dijo con voz pausada —, y está viviendo ahora en Estados Unidos junto a mis cachorros. Cada cierto tiempo voy a verlo.

— Oh — YuJin se veía todavía muy avergonzada —, lo… lo siento mucho, Choi-nim. No pretendía inmiscuirme en su vida.

— No ocurre nada — trató de quitarle peso BeomGyu antes de hacer una pequeña pausa —, ¿tiene novio, señorita Choi?

— No, no — se apresuró en decir ella riéndose con algo de torpeza —, he tenido, pero hemos terminado cuando les digo que pretendo ejercer mi profesión. No sé por qué, pero a muchos Alfas les disgusta que sus Omegas trabajen.

BeomGyu quiso reírse y burlarse de lo que ella decía, dándole la razón porque creía que era una estupidez. Lo era. Y, sin embargo, él tuvo ese pensamiento durante varios años, desde que empezó a salir con TaeHyun. No había querido que TaeHyun trabajara, no por un tema de ego, sino por el simple hecho de que le asustaba que las cosas fueran como ocurrió con su madre. Es decir, había ocurrido, por supuesto, pero por otros motivos. Una vez se casó con TaeHyun lo presionó para que no trabajara, se dedicara a la casa y a los niños, a pesar de que el Omega había querido seguir estudiando. TaeHyun quería estudiar, en esa época, arquitectura.

Se preguntó si TaeHyun deseaba volver a estudiar, sacar una carrera, hacer otra cosa además de lo que estaba haciendo ahora.

— Es una forma de control — le dijo BeomGyu a YuJin, y ella abrió sus ojos con sorpresa — para tener control en el Omega. Si trabaja, el Omega tiene sus propios ingresos y no depende económicamente del Alfa, así que podría abandonarlo si así lo desea.

— Ah... — YuJin se veía genuinamente desconcertada por sus palabras, como si no se las hubiera esperado. — ¿Su... su esposo trabaja, Choi-nim?

Se preguntó si usar la palabra esposo fue deliberado. Para muchas personas, la palabra Omega era más importante y significativa para los Alfas, era la que declaraba al otro como suyo completamente. El mismo BeomGyu solía pensar antes más en TaeHyun como su Omega que como su esposo.

— Sí, trabaja en Estados Unidos — dijo BeomGyu —, en un mes más es su celo, así que me toca viajar, por lo que he estado adelantando trabajo. Estaré fuera dos semanas.

Le platicó un poco más sobre la campaña de marketing que estaban llevando a cabo ahora antes de detenerse fuera de su casa. La Omega le agradeció varias veces por haberla ido a dejar, pero BeomGyu solo desestimó los agradecimientos con un movimiento de su mano, asegurándole que no fue nada.

— Cuando me paguen mi... mi primer sueldo — dijo ella con timidez —, ¿lo puedo invitar a cenar como agradecimiento?

— Lo podemos conversar más adelante — le dijo BeomGyu, pues le daba pena repetirle que no era necesario ya que ella se veía realmente ilusionada con eso. Al final, con eso, YuJin salió del auto.

El camino a su casa fue pensativo. Él no quería pensar demasiado las cosas, a veces sentía que no valía la pena, pero se preguntó si es que esa invitación tendría una doble connotación. YuJin lucía como una Omega muy agradable e interesante, era bonita y dedicada con su trabajo. Sin poder evitarlo, recordó esa conversación que mantuvo con TaeHyun meses atrás, en la playa de Santa Mónica.

Yo puedo salir con otros Alfas, y tú también puedes salir con otro Omega si a ti te gusta alguien más.

BeomGyu había creído que escuchar esas palabras le dolerían más, pero una vez las oyó, se dio cuenta de que no... no sonaban mal. Es decir, tampoco eran motivo de alegría, sino que eran lo que eran: la verdad. Él ya tenía muy claro que si TaeHyun quería rehacer su vida con alguien más, pues estaba bien. TaeHyun tenía todo el derecho de conocer a alguien más, y él también tenía ese derecho.

No lo había considerado, no hasta ahora. En su mente, en su corazón, en su lobo, desde que lo conoció, siempre fue TaeHyun, nadie más. TaeHyun era... era su Omega, era la persona que había escogido como compañero de vida, y le era extraño pensar en alguien más ocupando ese título. Hasta ahora, jamás se le había ocurrido pensar en otra persona reemplazándolo. Quizás no era la palabra correcta, sino otra, no obstante, BeomGyu no sabía cuál más usar.

Pensó en los besos que intercambió con TaeHyun la última vez que fue a Estados Unidos. Él no se había ilusionado creyendo que esos besos significaban algo más, algo como que ahora estaban juntos otra vez. TaeHyun fue muy claro cuando le dijo que le besaba porque le gustaba hacerlo, y BeomGyu estaba cómodo con eso. No lo sobre pensó, no le dio otro significado más allá del hecho de que se sentía como... como ser un adolescente otra vez que estaba descubriendo el amor. Él amaba a TaeHyun, eso no podía negárselo bajo ninguna forma, y fue cuando decidió tomar valor para pedirle permiso y cortejarlo nuevamente. Se había preparado para el rechazo, así que fue una gran sorpresa que el Omega aceptara su pregunta con esa sonrisa de gomita que tenía. Que le hubiera dicho que sí... Claro, le daba un poco de esperanza, pero también prefería ser aterrizado y no hacerse ilusiones.

Quería dar lo mejor de sí ante esa pequeña oportunidad, aunque tampoco construiría una fantasía que podía destruirse en cualquier momento.

Santo dios, qué complicada era toda la situación que estaba viviendo. Se preguntó si para TaeHyun era igual de complejo, y él esperaba que no lo fuera. Lo que menos quería era seguirle arruinando la existencia.

Para su fortuna, era viernes y no tuvo que preocuparse de ir a trabajar al día siguiente. A eso de las once de la mañana del sábado, mientras desayunaba, su celular sonó en señal de una videollamada.

— ¡Hola, papá! — saludó JungWon explosivamente y BeomGyu sonrió.

— Wonnie... — dijo, antes de que al lado del niño apareciera YeSeo. — Hola, princesa.

— ¡Papá! — exclamó YeSeo con felicidad. — ¡Papá, hola!

Se notaba que los dos estaban acostados ya en una cama. Hizo un cálculo rápido y allá en New York debían ser las nueve de la noche.

— ¿Cómo ha estado la primera semana de clases? — preguntó.

— ¡Horrible! — dijo JungWon, antes de mirar más allá del teléfono. — Papá, SungHoon casi hace explotar el laboratorio de química. Otra vez.

— ¡No es así! — gritó SungHoon fuera de pantalla. — ¡Pues cuéntale que tienes novio oficialmente ahora, Won!

— ¡¿Cómo?! — exclamó BeomGyu, y JungWon pegó un grito hacia su hermano mayor.

— ¡Te dije que no le dijeras, idiota! — barboteó el Omega menor. — ¡Se ha puesto igual que HeeSeung!

— ¿Qué son todos estos gritos? — preguntó una cuarta voz, y era TaeHyun, BeomGyu lo reconoció enseguida. — Han despertado a todo el vecindario con su escándalo.

Fue un desastre. Los tres niños se pusieron a discutir y BeomGyu solo pensaba en la paciencia que tenía TaeHyun.

En definitiva, TaeHyun se merecía el cielo.

Mirando su reflejo en el espejo, TaeHyun fue crítico consigo mismo y la ropa que llevaba puesta.

HeeSeung, que había estado toda la tarde con el ceño fruncido, se encontraba ahora echado en la cama del Omega, cruzado de brazos y con gesto disconforme.

— Estás mostrando mucha piel — dijo HeeSeung con reprobación.

¿Mucha piel? Literalmente solo estaba mostrando sus delgados brazos y parte de sus clavículas gracias a que no cerró los botones superiores de la camisa negra. No era un gran look, pero si algo con lo que TaeHyun se sentía cómodo.

— ¿Mucha piel? — SungHoon pareció leer sus pensamientos. — ¿Qué tontería dices? Es más, mamá, colócate algo atrevido, ¡quizás una malla!

— ¡SungHoon! — rabió HeeSeung.

— Me están sacando un dolor de cabeza — dijo TaeHyun, y los dos callaron. — Así está bien. Es una cita simple y sencilla, nada más.

Los mellizos se miraron, casi como si estuvieran teniendo una discusión silenciosa. TaeHyun se preguntó si es que eso era posible, pues a veces, le parecía que sus cachorros podían comunicarse solo con la mente.

— Al menos tendrás comida gratis — dijo HeeSeung finalmente, y TaeHyun se relajó.

— Solo por eso acepté esta cita — apoyó TaeHyun, provocando que su hijo mayor sonriera mientras que SungHoon resoplara.

— ¿Alguien dijo comida gratis? — preguntó JungWon, asomándose con entusiasmo.

— No para ti — dijo SungHoon, rodando los ojos —, te toca preparar la cena hoy.

JungWon se indignó ante esas palabras, sin poder creer que le trataran de esa forma. En su mente, era el menor y merecía que le consintieran por lo mismo; YeSeo no contaba porque era todavía una bebé, estaba fuera de la ecuación.

TaeHyun volvió a mirar su reflejo y se aplicó un poco de base para cubrir las ojeras de su rostro. Desde que llegó a Estados Unidos que tenía problemas para maquillarse, pues su piel era demasiado blanca en comparación al resto y el tipo de base que solía usar era difícil de encontrar. No es como si él todos los días tuviera que maquillarse, pero había ocasiones importantes en las que debía lucir impecable, como en las fiestas de los Liu. Se puso un poco de brillo labial en sus delgados labios para no verse tan paliducho y comenzó a guardar todo en los bolsillos de su abrigo.

Dos semanas atrás había coincidido con Huening Kai cuando salió a pasear con YeSeo. De manera inevitable se pusieron a conversar y surgió, por supuesto, algo que TaeHyun venía pensando desde hace mucho: la segunda cita que le prometió varios meses atrás. El Alfa se veía francamente sorprendido (y complacido) con que TaeHyun lo sacara a colación, y luego de debatirlo por varios minutos, decidieron tener una nueva cita. Esta vez irían a un restaurante italiano, de pizzas y pastas, en el centro de Manhattan, llamado OLIO E PIÙ, donde trabajaba un amigo de Kai y que les hizo una reserva.

Cuando dieron las ocho y el Alfa le confirmó que estaba fuera, fue donde cada uno de los cachorros a despedirse de ellos. HeeSeung, como solía hacer los viernes por la noche, estaba haciendo sus tareas aprovechando el nuevo espacio que tenía; como prometieron, en agosto el matrimonio Liu decidió agrandar la casa-cabaña, poniendo una habitación extra que era ahora la habitación de SungHoon y JungWon. La primera intención fue que los mellizos durmieran allí, pero luego de mucho pensarlo, TaeHyun finalmente se decantó para que fuera HeeSeung el que se quedara con la antigua habitación para él solo. Sentía que, de los tres, HeeSeung era el que merecía un poco más de privacidad y espacio propio a estas alturas de su vida.

SungHoon estaba en su cama de la litera jugando con la consola de videojuegos, mientras que JungWon miraba televisión, cuidando de YeSeo, que pintaba en la mesa del living. Todos le desearon suerte para su cita, incluso HeeSeung, aunque le recordó que no llegara tarde.

Agarró su abrigo para más tarde y salió. Faltaban pocos días para el cambio de estación y ya estaba comenzando a sentirse, por sobre todo en las noches. Lo que menos quería ahora era resfriarse.

Kai le esperaba fuera del auto. El Alfa iba muy guapo, con el cabello peinado hacia atrás y una camisa arremangada hasta los codos, también mostrando parte de su cuello.

— Señor... TaeHyun — dijo con una sonrisa, viéndose algo avergonzado cuando TaeHyun enarcó una ceja. — Todavía no puedo acostumbrarme a llamarlo sin el "señor", perdón.

— Haces que esta cita sea más difícil — advirtió TaeHyun, aunque sonrió ligeramente cuando el Alfa le abrió la puerta del copiloto. Se subió y esperó a que Huening Kai se sentara a su lado. — ¿Fue difícil el regreso a clases?

— Oh, no — Kai encendió el auto y se puso a conducir. — Este año me toca preparar la tesis y hacer mi práctica profesional, así que estoy ocupado con eso…

Se puso a platicarle sobre lo que planeaba hacer con su tesis y TaeHyun le escuchó atentamente. Kai estaba estudiando Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, por lo que iba a llevar a cabo su práctica en un organismo especializado de las Naciones Unidas, específicamente en la UNESCO, donde iba a contextualizar su tesis allí también. TaeHyun disfrutó bastante de la conversación en el auto, que duró poco más de una hora, pues él era de la idea que la política siempre era un tema de discusión.

Siguieron con la conversación una vez llegaron, sentándose en el interior del restaurante, que era muy bonito. Se notaba que era muy elegante, aunque no era obligatorio la etiqueta o lucir de alta clase. Fueron atendidos y hojearon el menú.

— No sabía que disfrutaba de las comidas italianas — comentó Kai, mucho más relajado después de toda la conversación.

— No tanto las comidas, sino el vino — dijo TaeHyun con seriedad, y Kai se rio. — Aquí he aprendido a disfrutar más del vino como tal, por ejemplo, Ilegan muchas viñas de Italia, Francia, Grecia o Chile. En Corea… Bueno, no llegan todas o, en mi opinión, no es lo mismo.

Pidieron diferentes pastas y para beber un cabernet franc. Fue lo primero que TaeHyun probó cuando se lo sirvieron, haciendo un ruido de gusto por lo bien que sabía.

— Es un Omega peligroso — dijo Kai —, ahora me siento intimidado.

Aquellas palabras le sacaron una risa ronca.

— ¿Intimidado? ¿Y eso por qué? — sacudió la cabeza. — ¿Es la diferencia de edad? Te lo he advertido, Hyuka, son catorce años. En marzo cumplo los treinta y ocho años.

— Es que no lo parece — Kai hizo un ligero puchero. — A primera vista, yo diría que tiene... Quizás esté pronto a cumplir los treinta.

No era la primera persona que se lo decía. TaeHyun sabía que tenía facciones ligeramente delicadas, además de que, en general, las personas asiáticas tenían esa tendencia a verse más jóvenes que la edad que tenían.

Muchos quedaban sorprendidos cuando, a veces, lo veían con cuatro niños detrás de él, siendo esa mamá gallina que SungHoon decía que era.

— Lo que nos pone en dos mundos totalmente distintos — dijo TaeHyun con calma —, ¿lo has pensado, Hyuka?

Una pequeña pausa por parte del Alfa. Parecía estarlo pensando muy bien, jugueteando con el vino en su copa, balanceándolo antes de beber un poco.

— Claro que sí — admitió Kai —, después de todo, sigo siendo un estudiante y usted ya tiene una familia, TaeHyun.

— Sí — TaeHyun también bebió de su vino. — Cuatro niños, Hyuka, y no pienso tener más. Y puede sonar brutal que te lo diga así ahora, pero prefiero dejar todo claro enseguida: no planeo ni quiero tener más niños.

Kai no se vio molesto ante sus palabras ni puso una mueca de tristeza, no obstante, tampoco tuvo tiempo para contestar ya que en ese instante llegó el mesero que les atendió para dejarles sus platos de comida. Una vez quedaron a solas nuevamente, el Alfa tampoco dijo algo enseguida, comenzando a mezclar su pasta con la salsa.

— ¿Y su novio tampoco quiere tener? — preguntó con suavidad, no con una doble intención, sino que más bien por curiosidad. — Yo, bueno, recuerdo que había mencionado que no terminó bien con su... ¿esposo? Pero hace unos meses lo vi por aquí, ¿no es cierto?

— No es un reclamo, ¿cierto? — preguntó TaeHyun, enarcando una ceja.

— Oh, no — Kai se rio —, es curiosidad…

TaeHyun también revolvió su pasta antes de servirse un poco más de vino, tomando así una respiración profunda para poder comenzar a hablar, a grandes rasgos y sin entrar en detalles, lo que había pasado los últimos meses.

Desde que se encontró con BeomGyu en marzo, los motivos que llevaron al Alfa a viajar y la situación en la que se vieron, hasta la última visita que le hizo en junio. Por supuesto, no le habló sobre los besos que ellos se dieron ni el hecho de que BeomGyu quería volver a cortejarlo, pues sentía que no era necesario todavía. TaeHyun quería averiguar, ese día, si es que esas citas iban a algún camino o quedarían en eso: solo citas.

Kai habló poco en toda la narración, interviniendo solo de vez en cuando para dar alguna opinión, pero mayoritariamente decidió escucharlo.

— Qué complicado — comentó al final —, no sabía que en Corea eran tan... tan pesados con el tema de los matrimonios y la independencia del Omega.

— Cometí un delito — admitió TaeHyun —, no es tanto haberme marchado sin la autorización real de mi Alfa, sino haber sacado a los niños sin esa autorización. Lo que más me aterraba era eso: que pudieran quitármelos por haber mentido de aquella manera.

— Claro, pero era lo que debía hacer — contestó Kai. — Lo bueno es que ahora ya no está peligrando, ¿cierto?

No debería. El hecho de que BeomGyu supiera todo y estuviera de acuerdo le facilitaba su estancia allí, asegurándole además que ya la justicia coreana no podría querellarse en su contra. El mismo BeomGyu le admitió la semana pasada que con esas visitas constantes la policía ya no tendría motivos para seguirlo investigando.

Además, quedaban menos de dos años para cumplir los cinco años en Estados Unidos y, con eso, optar a la ciudadanía.

— Los únicos problemas que tengo ahora son mis cachorros — bromeó TaeHyun — a HeeSeung y SungHoon les queda un año en la secundaria antes de ir a la universidad. Estoy viendo como le haré frente a ese gasto.

Para su fortuna, Kai pudo identificar enseguida que no quería seguir hablando de ese tema, así que no insistió y pasaron a otra conversación.

El resto de la velada fue agradable y tranquila. Luego de la comida, pidieron postres y un café para beber, y alrededor de las once de la noche se estaban retirando. A dos cuadras del restaurante estaba el Washington Square Park, por lo que fueron a pasear allí para bajar la comida.

Se detuvieron a un costado de la fuente. TaeHyun estaba con sus manos dentro del abrigo; no hacía demasiado frío, pero estaba ligeramente fresco. Al levantar la vista, se dio cuenta de que Kai le estaba mirando con gesto indescifrable.

— ¿Tengo algo en la cara? — preguntó con algo de gracia.

— No, nada — Kai no desvió sus ojos —, solo pensaba… Bueno, que quería besarlo, TaeHyun.

Fue atrevido, claro, y TaeHyun en cualquier otra situación habría lanzado un comentario ácido e irónico en una clara negativa. Sin embargo, ahora dio un paso hacia Kai.

— Debo saber a café — dijo a modo de advertencia, y Kai le agarró de la cintura.

Era alto, se dio cuenta en ese momento, poco menos de diez centímetros que él. TaeHyun estaba acostumbrado a besar a alguien más alto, BeomGyu lo era, pero la diferencia era clara. Sin embargo, la sensación inicial fue parecida: labios suaves presionándose contra los suyos con calma, sin fuerza y casi de manera relajante. Huening Kai tenía un aroma agradable a cuero y tabaco.

Se preguntó, en ese momento, si debía sentir algo. ¿A su edad las mariposas en el estómago seguían existiendo?

Fue... decepcionante, no porque Kai besara mal, sino porque no hubo un vuelco en su alma, no hubo un revoloteo en su vientre, no hubo... nada. Y fue extraño no sentir nada, porque si lo comparaba (no podía evitarlo) con BeomGyu, cuando lo besó meses atrás, fue más emocionante y enloquecedor. Las feromonas de BeomGyu siempre tenían un efecto más apasionante en él, con su Omega saltando de un lugar hacia otro. Aquí no hubo nada de eso.

Al alejarse, Kai le seguía mirando con esa expresión que no demostraba mucho. TaeHyun se preguntó si para el Alfa se habría sentido igual.

— ¿Puedo darte otro beso? — preguntó Kai.

— Bueno... — dijo, no porque realmente lo quisiera, sino para tratar de descubrir qué era lo que sentía en ese preciso momento.

El segundo beso fue un poco más intenso y largo, aunque no invasivo. Kai continuaba agarrándole de la cintura, no parecía interesado en manosearlo y eso estaba bien para TaeHyun, pues, otra vez, no sintió nada más que extrañeza. No incomodidad, como si el beso no le gustara.

Podía decir que Kai besaba bien, sin embargo, era como... ¿ Cómo podía compararlo? ¿Con qué?

TaeHyun debía ser una persona horrible, se dijo al alejarse, porque la única comparación que encontró fue como hacer un favor. Como cuando te piden que hagas algo, y tú lo haces de buena gana, no es algo que te moleste, lo haces porque eres buena persona y no tienes problema alguno en realizarlo.

— ¿Vamos al auto? — preguntó Kai con voz agradable y una ligera sonrisa.

Caminaron hacia el auto con una conversación ligera acerca del clima y la inevitable llegada del invierno. Ya en el auto, TaeHyun volvió a preguntarle sobre la universidad, por lo que no hubo un espacio para la incomodidad, a pesar de que el Omega le seguía dando vueltas al asunto del beso.

¿Fue bueno? ¿Fue malo? Ni lo uno, ni lo otro. Fue. Existió. Fue nada. ¿Eso lo hacía mejor o peor? TaeHyun no sabía cómo clasificar esa sensación extraña.

Cerca de la una de la mañana, Huening Kai se estacionó fuera de la casa de los Liu. TaeHyun titubeó un momento, como si no supiera qué decir, y se sintió torpe y, quizás, un poco adolescente, sin saber cómo actuar.

No fue necesario. Kai se lo facilitó.

— Gracias por la cita — dijo el Alfa, acercándose a darle un beso —, pero, hmm, TaeHyun, quizás no tengamos la química que esperaba que tuviéramos.

Aquellas palabras, dichas tan de pronto y de la nada, provocaron que de manera inevitable soltara una risa ahogada. Kai tenía una sonrisa a pesar de que lo dicho fuera muy serio.

— ¿No?

— No — dijo Kai con solemnidad —, y creo que tú también lo sentiste. Así que... ¿amigos?

No pudo evitarlo y el Omega se inclinó para darle un abrazo. Fue de la nada, ni siquiera lo pensó, no obstante, sentía que dicha acción era necesaria por algún extraño motivo.

— Amigos — le dijo al alejarse. — Fue una bonita velada sí, Hyuka.

— Claro, la disfruté mucho — Kai le guiñó un ojo. — Buenas noches, TaeHyun.

— Buenas noches, Kai.

Se bajó del auto y caminó hacia el portón, sintiendo el auto marcharse a los pocos minutos. Una vez dentro, cruzó el patio sin dejar de pensar en lo que acababa de pasar y en los besos que se dieron. No pudo evitar sentirse un poco triste por no haber sentido nada en el beso, pero luego se dijo que eso era una estupidez, ¿no es así? Si no sentía nada, no era su culpa, era solo... solo que no había amor romántico de por medio, y eso era algo que no podía forzar.

Antes de entrar a casa, su celular sonó en señal de un mensaje. Cuando vio al remitente, no pudo evitar preguntarse por qué BeomGyu le estaba hablando tan tarde... Hasta que reparó en que estaba al otro lado del mundo.

Bamgyu

TaeHyun, heeeeeeeeeeeey.

Vine al centro comercial para ver un regalo de cumpleaños para JungWon.

¿Qué crees que le gustaría entre estas dos cosas?

Le envió dos fotos. La primera era un block de hojas con un set de lápices, crayones y acuarelas. La otra foto era un skate.

Tae

Un skate no, se convertirá en un delincuente.

Mejor que se dedique a la pintura.

Bamgyu

¿Delincuente...?

Jajajajajajajajaja 😂😂😂

Hyunnie, ¿qué son esos estereotipos?

El skate será.

Tae

No te atrevas a aparecerte por aquí, entonces.

Bamgyu

TAEHYUN 😂😂😂😂

Tae

¿Puedo llamarte?

No fue necesario que BeomGyu respondiera, pues cinco segundos después, el tono de llamada resonó. TaeHyun contestó enseguida, encontrándose con las carcajadas de BeomGyu.

— ¿Delincuente, TaeHyun? ¿ De dónde sacas eso?

— Es la verdad — TaeHyun sonrió por la risa, era una de las cosas que más le gustaba de BeomGyu, que era contagioso su estado de ánimo. — ¿Ya tienes todo listo para el viaje?

— Casi, casi — contestó BeomGyu —, todavía debo comprar el regalo de HeeSeung y SungHoon, será algo pequeño, prefiero ahorrar para un regalo grande para cuando se gradúen.

— Hmm.

— ¿Y tú qué haces despierto tan tarde? Deben ser más de la una de la mañana allá.

— Nada, nada — no le diría de la cita, no por maldad o para hacerlo sentir celoso. TaeHyun creía que no era algo importante de mencionar, no por llamada —, ya voy pronto a la cama.

— ¿Oh? ¿No quieres decirme nada? — preguntó BeomGyu, probablemente confundido por la petición de llamada que le hizo TaeHyun.

Hubo una pausa pequeña. TaeHyun reflexionó, en ese momento, muchas cosas, pero la principal era lo que sintió cuando BeomGyu lo besó la última vez. Los besos en el muelle, las luces a su alrededor, BeomGyu abriendo su corazón como nunca lo hizo antes.

BeomGyu. BeomGyu. BeomGyu. BeomGyu era como el verano, ese verano cálido que se estaba yendo para dar paso al otoño. Un otoño que, a pesar de todo, podía ser acogedor.

— Nada — admitió TaeHyun —, solo quería escucharte.

Otro silencio al otro lado de la línea. Decirlo provocó que su estómago diera un vuelco, su corazón se acelerara, las estrellas en el cielo brillaran con más fuerza. ¿Cómo unas palabras tenían tanto poder, y un beso no lo tuvo? Qué extraño podía ser el amor.

— Yo también te extraño — dijo BeomGyu con su voz suave, dulce, empapada de ternura y afecto.

TaeHyun cerró los ojos, repitiendo esas palabras en su mente, sintiendo la forma en que bajaban por su cuerpo, por su espina dorsal y llenaba todo de ese calor veraniego que era BeomGyu. De pronto, tuvo un pequeño deseo: ojalá estuviera allí para poder abrazarlo y bailar, pegado a él. Le gustaba mucho bailar con BeomGyu.

— No he dicho que te extraño — dijo TaeHyun, y BeomGyu se rio con fuerza.

Los cachorros ya estaban acostados cuando entró, aunque despiertos: JungWon leía un cómic de Spider-Man, HeeSeung ahora jugaba con la consola y SungHoon veía una película en la cama de TaeHyun, con YeSeo dormida a su lado. Al verlo llegar, SungHoon se marchó para ir a su cama dándole las buenas noches, y TaeHyun no tardó en irse a dormir, con un último pensamiento cruzando su cabeza.

Cuando viera a BeomGyu nuevamente, le pediría que bailara con él.

¡Muchas gracias por leer! 💕

¿Opiniones de cómo avanza? ¿De Kai? ¿De YuJin? ¿Cómo están? ¡Les leo! 🪱

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