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47

este capítulo inicia lento. luego, se pone jodido.

hay un pequeño salto en el tiempo.

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— Te ves en mejores condiciones, Choi.

Levantó la vista de los papeles que estaba leyendo desde hacía una hora, encontrándose con la mirada del señor Kim, su superior.

Con tranquilidad dejó aquellos papeles en su lugar, con sus ojos dirigiéndose al escritorio para mirar brevemente la nueva fotografía que había puesto solo unas semanas atrás: era de los cuatro cachorros sentados en una manta, en medio de un parque, en un picnic familiar. YeSeo estaba en brazos de SungHoon, mientras que HeeSeung tenía a JungWon agarrado de los hombros, tirándolo hacia él. Los cuatro sonreían ampliamente a la fotografía. TaeHyun no aparecía, aunque podía imaginar que era porque él estaba tomando la foto.

— ¿Tu Omega te está cuidando?

Regresó la vista a su superior, tratando de no soltar la risa irónica que se moría por salir de sus labios.

— Muy bien — dijo, y su voz sonó un poco irónica, así que se aclaró la garganta —, ¿necesita algo, señor Kim?

— Ah, sí, el informe...

BeomGyu escuchó lo que el hombre necesitaba en silencio, dándole un par de sugerencias sobre lo que escribiría en el informe, y cuando su mayor se retiró, el Alfa volvió la vista hacia la fotografía. De pronto sintió muchas ganas de hacer una videollamada nueva con los cachorros, pero tuvo que recordarse que no podía en ese momento, pues en Estados Unidos era de madrugada. Los niños estaban durmiendo. Además, había hablado con ellos el día anterior.

Le habría gustado que TaeHyun hubiera aparecido en la foto. Habría sido un detalle bonito, pero el Alfa no quería tentar a su suerte, no cuando las cosas estaban yendo... relativamente bien.

Habían pasado dos meses desde que volvió a Corea. La primera semana fue un poco caótica, en especial cuando le llegó una notificación de la policía para que fuera a una entrevista rutinaria. El Alfa tuvo que tragarse la rabia para verse calmado y apaciguado, yendo a contestar las decenas de preguntas acerca de su estadía en Estados Unidos y el hecho de que no hubiera regresado con su Omega y los cachorros. Al final, luego de tres extenuantes horas, le dejaron ir a pesar de que no se vieran del todo convencidos con sus insistentes palabras.

BeomGyu sospechaba que tantas presiones se debían a que TaeHyun pronto podría optar por la ciudadanía estadounidense. Iban a cumplirse tres años desde que se había marchado a finales de agosto, así que debía llamarles la atención la separación. Quizás si BeomGyu se hubiera ido no habrían podido hacer mucho, pero el hecho de que siguieran casados, aunque separados, les tenía molestos.

Por otro lado, se agregaba el hecho de YeSeo. El todavía no mencionaba que tenía una hija más, a pesar de que eso podría traerle beneficios monetarios porque era una Alfa. No, eso solo llamaría más la atención y BeomGyu sabía, además, que no era su decisión. Si bien era algo que todavía le dolía, el Alfa tenía muy claro que los cachorros siempre iban a ser más de TaeHyun que de él, incluida YeSeo, pues fue él quien lo quiso así años atrás.

Frotó su frente en un gesto de impaciencia. No quería pensar mucho en eso, no solo porque le deprimía, sino también debido a que era algo que hablaba mucho con Sandara y estaban tratando de canalizar esa culpa de otra manera que no fuera ahogarse en un vaso de agua. Lo hecho, hecho estaba, y él ya estuvo mucho tiempo arrepintiéndose de lo que hizo. Ahora, era momento de buscar formas de reparar esas heridas para poder ser un mejor hombre.

Terminó de hacer su trabajo y a las cinco de la tarde recogió sus cosas para marcharse. Sin embargo, antes de irse pasó a la oficina del señor Kim a dejarle el informe de ventas.

— Déjalo aquí — le dijo el hombre, apuntando a una esquina desocupada de su escritorio. — Gracias, BeomGyu.

— No fue nada — el Alfa lo dejó en el lugar indicado. — Señor Kim, quería recordarle además que la siguiente semana me tomaré otras dos semanas de vacaciones de las que tengo pendientes.

En esos más de dos años que estuvo sin su familia, como una forma de evadir el dolor y la soledad, había trabajado y hecho horas extras sin descanso, negándose incluso a tomarse sus días libres, por lo que tenía vacaciones acumuladas. Ya había avisado un mes atrás que se las iba a tomar otra vez, pero decidió recordarlas por cualquier cosa.

— Ah, sí, sí — su jefe frunció el ceño ligeramente. — ¿Saldrás con tu Omega?

— Le coincide con el celo... — dijo casi en automático. — Y sí, vamos a salir unos días. Espero que no haya ningún problema con esto.

Su jefe asintió con la cabeza.

— No hay problema, entonces. Que tengas buenas vacaciones.

BeomGyu se inclinó levemente al interpretar la despedida en sus palabras, para después retirarse en silencio. Fue hacia el ascensor y miró su reflejo en el espejo, recordando las palabras del hombre más temprano: él se veía en mejor estado. Ya no era ese rostro huesudo y delgado, con marcadas ojeras y cabello que lucía como paja. Había ganado peso y brillo, y el Alfa sabía que se debía a muchas cosas que implicaban a sus hijos y a TaeHyun. Ese lazo que, durante tiempo estuvo muerto, ahora latía y le daba fuerzas. Incluso no era necesario que su padre se pasara a verlo todos los días, pues ahora se sentía como un adulto completamente (o, quizás, mucho más) funcional y capaz de valerse por sí mismo.

No tardó en llegar a casa, comenzando a preparar la cena. Mientras la carne se preparaba en el horno, BeomGyu fue a la habitación de los mellizos y buscó dos cosas que les iba a llevar: la figurita de Nishinoya a SungHoon y la figurita de Luffy que pertenecía a HeeSeung. Las envolvió lo mejor que pudo antes de llevarla a la maleta.

Cenó y ordenó un poco. A eso de las diez de la noche aproximadamente su móvil sonó en señal de una llamada. Al contestar, el rostro de YeSeo y JungWon aparecieron en pantalla.

— ¡Papá! — saludó YeSeo, sonriendo con felicidad.

— Hola, prince-

— ¡Hola, papá! — le interrumpió JungWon, provocando que YeSeo lo mirara mal y le diera un manotazo. — ¡Oye!

— ¡Papá mío! — comenzó a reclamar la pequeña.

— YeSeo, JungWon... — trató de hablar al ver que se pusieron a discutir, pero en ese momento escuchó un suspiro y alguien les quitó el teléfono a los dos niños. — Oh, hola, TaeHyun.

— Hola — saludó el Omega. — Juju ha querido llamarte aprovechando que se enfermó.

— Me dijo que se sentía algo mal — contestó BeomGyu, un poco preocupado —, pero ¿está bien? ¿No es algo grave?

— ¡No! — JungWon se asomó en la pantalla. — Son nervios, nada más, y me han bajado las defensas. Ya sabes... — una expresión nerviosa —, la siguiente semana es el campeonato nacional de taekwondo en California, ¿vas a venir, cierto? Estamos entrenando a tope para obtener los primeros lugares, entonces...

— Cálmate, respira — le dijo BeomGyu y TaeHyun le entregó el teléfono a su hijo menor —, claro que voy a ir, te lo he dicho varias veces, Juju. Tengo los tickets del avión ya comprados y estoy haciendo mis maletas.

— ¿Cuándo vienes? — preguntó JungWon, sin verse calmado.

— Viajo el domingo en la madrugada.

BeomGyu sabía que a su cachorro le ponía muy nervioso la situación en general. No solo la competencia, sino que también el hecho de que su papá fuera a verlo. TaeHyun le había dicho unas semanas atrás que su cachorro realmente lo quería allí, así que no podía fallarle, lo que no había pasado por la mente del Alfa. No iba a perderse esa competencia por nada del mundo.

Conversó un poco más con el Omega para calmarlo y luego habló con YeSeo, que estaba emocionada por verlo otra vez.

— Hora de bañarse — dijo TaeHyun y los dos protestaron. — JungWon, ve a bañar a tu hermana menor. Voy a conversar con papå.

El Alfa enarcó una ceja ante esas palabras, a pesar de que era recurrente que ellos a veces conversaran sobre los cachorros. TaeHyun le contaba mucho cómo les estaba yendo en el colegio, además de lo que los niños le contaban (bueno, si no contaba a HeeSeung, porque su hijo mayor no le hablaba directamente todavía).

Ahora, sin embargo, parecía ser algo más serio. De manera inevitable se preocupó, pero no dijo nada mientras esperaba a que JungWon se llevara a YeSeo, y TaeHyun iba a la cocina.

— ¿Estás bien? — preguntó TaeHyun.

— Sí, ¿por qué? — la pregunta le desconcertó un poco y vio la expresión ligeramente incómoda de TaeHyun.

— Me va a llegar el celo — explicó TaeHyun, luego de agarrar valor. El Alfa abrió su boca un poco —, lo más probable que sea el domingo o el lunes, espero. Me preocupa que llegue después ya que puede complicar el viaje a California — una breve pausa.

— No será así — le dijo BeomGyu para tranquilizarlo —, no debes preocuparte. Pasará antes de que te des cuenta.

— Eso espero — un suspiro. — ¿Ya sabes dónde vas a quedarte? ¿En un hotel?

— No, no — BeomGyu rascó su nuca —, he arrendado un Airbnb para estar más cómodo, es un departamento pequeño en Queens.

— Bien — otra pausa, como si TaeHyun agarrara valor —, ¿podrías cuidar de los cachorros estos días de celo?

— ¿Ah? — BeomGyu parpadeó. — ¿Cómo...?

— De YeSeo, JungWon y SungHoon — aclaró el Omega —, si puedes, si tienes espacio, para que se queden contigo unos días. Ellos me lo han pedido — ahora suspiró. — Solo si quieres, BeomGyu, sino...

— ¡Oh, claro! — BeomGyu sonrió con suavidad. — Claro que puedo, TaeHyun. Estaremos un poco apretados, pero es fácil de arreglar. Sé que el celo puede ser incómodo para los cachorros — añadió como si quisiera quitarle peso, a pesar de que las mejillas del Omega se colorearon de rojo.

— Bien, gracias...

Notó que no era lo único de lo que quería hablar. TaeHyun se movió y salió de la casa en la que vivía, cerrando la puerta para que, de seguro, ni JungWon ni YeSeo lo escucharan. Parecía ser algo muy serio.

— Hay otro tema... — TaeHyun se veía ahora algo cansado. — YeSeo ha... estado haciendo preguntas. La semana pasada tuve que hacer unos trámites con los niños por la gestión de la visa y se ha quedado confundida por los apellidos. Ella no entiende… porque sus hermanos son Choi y ella es Kang.

El Alfa congeló su expresión, sorprendido por esas palabras. Él había platicado eso con TaeHyun cuando estaba allá, acerca del apellido de YeSeo, y no quiso preguntar sobre si podía dárselo a la niña. El Alfa amaba mucho a su cachorrita, sin embargo, entendía muy bien las condiciones en que fue concebida y que, al final, era más de TaeHyun que de él. Además, también generaría un gran conflicto al inscribirla como suya, apareciendo en los registros de Corea. Iban a preguntar, y eso era peligroso.

— Se puso a llorar mucho — prosiguió TaeHyun —, sigue sin entenderlo mucho. Sabía que esto iba a pasar — un leve encogimiento de hombros, como si no quisiera darle tanto peso, pero el Alfa notó la tensión en su mandíbula —, cuando ella nació, no estaba seguro sobre darle tu apellido. Tenía miedo de que te enteraras al inscribirla con tu apellido, considerando que no nos vinimos de manera tan legal... — un mohín. — No sé qué hacer, Gyu.

BeomGyu tampoco lo sabía. Si bien él estaba dispuesto a dárselo, no quería pasar por encima de los sentimientos de TaeHyun ni imponerle algo por sus deseos personales.

— No quiero que ella sienta que tiene una diferencia con sus hermanos — suspiró TaeHyun —, que es menos que ellos, o que no la amas. ¿Tú le darías...?

— ¿Es lo que tú quieres? — preguntó BeomGyu.

TaeHyun no respondió enseguida. Parecía estarlo meditando, probablemente dándole muchas vueltas al asunto, viendo los pros y contras.

— No lo sé — dijo finalmente —, tal vez sea lo mejor para ella, pero YeSeo... Ella... — parecía verse contrariado. — Fue solo mía tanto tiempo...

— Es tuya — le interrumpió BeomGyu —, siempre será tuya, TaeHyun.

— Sí — concedió TaeHyun, antes de esbozar una sonrisa irónica —, sin embargo, también es tuya. Ella quiere ser tuya y no tengo corazón para negárselo.

BeomGyu sintió su alma apretarse ante esas palabras, una parte suya alegre por lo que estaba escuchando, pero otra rota por la expresión del Omega. Parecía contrariado por esas palabras, aunque no había acusación en lo que dijo, lo que era un alivio para él. No quería que TaeHyun siquiera pensara en que él quería quitársela, porque no era así. Nunca sería así.

— Déjame hablar con ella cuando vaya — dijo entonces —, le explicaré lo mejor que pueda que no hay diferencia entre ella y sus hermanos. La dejaré más tranquila.

— Está bien — aceptó el Omega —, gracias, BeomGyu.

— No es nada.

Hablaron unos pocos minutos más hasta que TaeHyun le dijo que debía volver a cuidar de JungWon para que mejorara. Se despidieron y BeomGyu cortó la videollamada, pensando en lo que acababan de hablar sobre YeSeo.

Al parecer, su estadía en Estados Unidos no sería tan cómoda, ya lo podía prever.

TaeHyun fue afortunado: su celo estalló el domingo en la tarde.

El Omega emitió un quejido suave, recostándose en la cama con cansancio. HeeSeung lo cubrió con la colcha de su litera, esperando que eso le ayudara a aminorar el efecto del celo los siguientes días. SungHoon estaba ordenando el bolso de YeSeo, mientras mamá resoplaba y se removía en la cama para tratar de buscar una posición cómoda en la que dormir.

— Su padre... — murmuró, mirándolo por entre los ojos ligeramente abiertos —, ¿qué ha dicho...?

— Pasará a buscarnos cerca de las ocho de la noche, mamá — le dijo SungHoon, guardando la ropa de la pequeña. — Ha salido de aduanas recién e irá a dejar sus cosas al departamento y a acomodar todo antes de venir por nosotros.

— Bien...

Kitty — barboteó YeSeo, apareciendo por la puerta y cargando a un Ben más grande en sus brazos para dejárselo a TaeHyun encima. — Ben cuida.

— Gracias, cachorrita — barboteó TaeHyun, ya adormecido por el golpe de feromonas Alfas de HeeSeung a pesar de que su lazo tirara.

Sí, claro que fue una fortuna que el celo le golpeara en ese momento, así iba a estar en buenas condiciones para la competencia de JungWon. Sin embargo, una parte suya estaba desesperada por sentir a su Alfa tan cerca. El lazo tiraba y su marca latía en clara señal de necesidad, y TaeHyun sentía muchas ganas de rascarse el cuello, como si así pudiera aliviar ese dolor.

Esos meses habían sido extraños para TaeHyun en muchos sentidos. La partida de BeomGyu le dejó un ligero malestar en su corazón, aunque también pareció revitalizar a su Omega de una forma que le costaba entender. Había conversado mucho de eso con su psicólogo, que siempre tenía que recordarle lo que él, muchas veces, solía olvidar: un Omega marcado deseaba el contacto con su Alfa a pesar de todo. También conversaron mucho sobre eso, acerca de los instintos que poseían y las necesidades que poseía como Omega. Incluso tuvieron largas discusiones sobre la naturaleza de TaeHyun, pero no en un mal sentido, solo para tratar de descifrar lo que el Omega quería y esperaba de sí mismo.

TaeHyun todavía no lo sabía muy bien. No podía negar lo que era evidente, claro, y es que su corazón se aceleraba y volvía loco por BeomGyu. Sin embargo, él no estaba seguro de si quería volver con él, si quería estar junto a él otra vez. Le hizo mucho daño, y TaeHyun quería sanar primero todas esas heridas antes de pensar en volver siquiera a estar con él.

Por supuesto, también habló mucho de BeomGyu con el psicólogo, de lo que significaba para su vida, de lo que fue y de lo que sería en la vida de TaeHyun de ahora en adelante. Muchas de esas conversaciones no tenían un punto final todavía, pero el Omega se sentía, de alguna manera, mucho más tranquilo en comparación a un año atrás. No había nada escrito para su vida y eso era, curiosamente, un alivio para él. Vivió casi toda su vida con un futuro impuesto, con una vida impuesta, y ahora que había incertidumbre, también había libertad. Libertad para elegir por sí mismo lo que quería, a pesar de que todavía no sabía qué era lo que deseaba.

Por ejemplo, cuando los cachorros volvieron a su cuarto varias horas después y le dieron un beso de despedida, deseó poder salir con ellos para ir donde BeomGyu, saludarlo e inundarse en su aroma. Quizás era una de las cosas que más extrañaba del Alfa: ese dulce, apacible y tierno aroma a vainilla, que lo envolvía como si fuera un rollito de canela. Qué comparación más absurda, pero en su celo, tenía pensamientos tontos que lo hacían reír.

Aunque no sabía si ir donde BeomGyu le haría bien, siendo sincero. La vez anterior perdió el control y actuó tan necesitado, tan desesperado, y el Alfa tuvo que contenerlo para que no enloqueciera. Recordarlo lo ponía rojo de vergüenza.

— No tienes fiebre — comentó HeeSeung, tocándole la frente mientras escuchaban a los niños salir por la puerta —, pero estás muy colorado, mamá.

— Es solo el calor — mintió TaeHyun, tratando de controlar los latidos de su corazón. — ¿Estás bien?

— Mamá... — HeeSeung suspiró —, no te preocupes por mí en tu celo, ¿vale?

Puso mala cara, contrariado con esas palabras. Ese era otro punto que tocaban mucho con Charles, acerca de su constante preocupación por sus hijos. A TaeHyun le costaba mucho soltarlos, por momentos lograba hacerlo sin problema, pero había otras ocasiones en las que los ponía por encima de todo sin importar qué. El psicólogo le habló largamente sobre el hecho de reprimir sus celos lo máximo posible para ser siempre funcional, lo que no estaba bien bajo ningún sentido. A la larga, le había dicho, no te hará bien ni a ti ni a tus hijos.

Además... HeeSeung no parecía enojado, no como lo hubiera estado meses atrás. Es decir, HeeSeung seguía siendo protector y un poco controlador con sus hermanos menores, pero no era algo que fuera a desaparecer de un día para otro. Sin embargo, sus sesiones con el psicólogo parecían estar teniendo efectos, ya que la ira en su interior iba disminuyendo de a poco y, al menos, ya no ponía una cara de odio cuando veía a sus hermanos interactuar con papá, sino de fastidio. Era un gran avance.

Casi sin poder evitarlo, ante ese pensamiento, tiró de su hijo para abrazarlo. HeeSeung puso expresión avergonzada ante los cariños de mamá.

— Mi cachorrito...

— ¡Yaaaa, mamaaaaá! — se quejó el Alfa, pero había una ligera sonrisa en su rostro.

BeomGyu, mientras, estaba saludando a sus hijos con una expresión de absoluta felicidad. Le dio un sonoro beso a YeSeo en su mejilla, antes de abrazar a JungWon y levantarlo en brazos. A SungHoon también lo abrazó, un poco menos efusivo aunque no menos cariñoso.

— ¿Mamá está bien? — les preguntó, abriéndoles la puerta del Uber para que se subieran.

— Sí, papá — dijo SungHoon, tomando en brazos a YeSeo —, HeeSeung lo va a cuidar muy bien.

El Alfa lo sabía, pero eso no quitaba un poco su preocupación. Podía percibir el tirón del lazo con TaeHyun, con su Alfa gritando a que fuera por el Omega para ayudarlo en su celo. Sin embargo, solo frotó su cuello, como si así pudiera calmar los tirones.

— ¿Quieren comer algo especial? — dijo, tratando de que su voz saliera alegre. — ¿Tal vez pizza?

— ¡No! — gritó JungWon, indignado. — No puedo subir de peso por la competencia, papá, ¡nada de pizza, solo cosas nutritivas!

— Pide una pizza — dijo SungHoon, sonriendo con maldad —, y a JungWon le preparas una ensalada César.

El Omega menor empezó a quejarse por sus palabras, mientras que BeomGyu rodaba los ojos por la infantil discusión que estaban llevando a cabo. YeSeo detuvo todo cuando manoteó a JungWon.

— ¿A qué hora entran mañana? — preguntó más tarde, cuando ya estaban instalados en el pequeño departamento. No quedaba lejos del colegio, pero iban a tener que levantarse un poco más temprano.

— A las nueve — dijo SungHoon, poniéndole el pijama a YeSeo —, pero mañana tenemos talleres, así que saldremos más tarde. El jueves tenemos, además, la presentación...

BeomGyu sabía que el año académico ya estaba terminando, pues quedaban dos semanas para que junio acabara. Los niños ya habían acabado la mayoría de sus exámenes, le habían dicho que esa semana tendrían los últimos dos, aunque debían seguir yendo por los talleres y clubes a los que estaban unidos.

— ¡¿Vas a ir?! — preguntó JungWon. — Los talleres mostrarán lo que han estado trabajando en el año, así que SungHoon tendrá su exposición de fotografía y HeeSeung bailará con el club de danza.

— No se necesita invitación, ¿cierto? — preguntó BeomGyu, realmente interesado en lo que estaba escuchando.

— No, o sea, para la presentación en el auditorio sí — SungHoon tenía ahora una expresión de preocupación. — Sé que dan dos invitaciones por estudiante que se presente...

BeomGyu trató de no cambiar su gesto ante lo que estaba escuchando, aunque por supuesto provocó que su estómago se contrajera en señal de ansiedad. HeeSeung le habría dado una entrada a TaeHyun, claro, pero la otra... BeomGyu dudaba que se la fuera a dar. Quizás a alguno de sus hermanos le entregaría la segunda.

— Si quieres, puedo... — trató de decir SungHoon.

— No, Hoonnie — le dijo enseguida —, no quiero que presiones a tu hermano mayor o le digas que me invite. Si él no me quiere allí, se lo voy a respetar, ¿está bien? — se forzó a sonreír. — ¿Quieren ver que les traje de Corea?

Sus cachorros fueron amables con él, porque dijeron enseguida que sí, con toda intención para distraerlo. BeomGyu se los agradecía en el fondo de su corazón, a pesar de que fue un poco difícil dejar de pensar en HeeSeung.

Si bien platicaba con la mayoría de sus cachorros cuando estaba en Corea, HeeSeung participaba poco o, de lleno, no participaba. Eran contadas las ocasiones en que se asomaba en la videollamada, y solo para decirle algo a sus hermanos, nunca para platicarle a él. A veces SungHoon o JungWon querían integrarlo, pero HeeSeung no daba su brazo a torcer, y BeomGyu no lo forzaría a nada. Si bien habían tenido un acercamiento antes de marcharse, eso no cambiaba demasiado los sentimientos del Alfa menor hacia él. Además, tampoco es como si HeeSeung fuera odioso o cruel con sus hermanos por hablar con él, lo que era un gran avance, le dijo TaeHyun. Solo había que ser paciente con el Alfa.

BeomGyu lo sería, tendría toda la paciencia del mundo, incluso si nunca lograba nada. Pero era, al fin y al cabo, su cachorrito, y BeomGyu siempre lo iba a amar.

TaeHyun había pensado que el celo sería más terrible, considerando la cercanía con BeomGyu, sin embargo, para su sorpresa, fue... soportable. Quizás se debía a las constantes olas de calma que el Alfa enviaba a través del lazo, esas suaves caricias a su Omega que lo hacían ronronear, acurrucarse y dormir, que el celo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Durmió mucho y soñó mucho con BeomGyu, aunque al despertar, había un poco de melancolía y añoranza, y no esa ahogante pena que lo consumió tanto tiempo.

Qué extraño.

De cualquier forma, para el miércoles a mediodía estaba de pie otra vez. Se encontraba solo ya que los cachorros, incluso HeeSeung, se encontraban en el colegio. Ese día los niños volverían con él, BeomGyu había dicho que los iría a dejar cuando salieran del colegio junto con YeSeo, y el Omega podría aprovecharlo para conversar con él. Quizás podría olisquear su aroma y así...

Se forzó a borrar esa tonta idea. ¿Qué estaba pensando? Ya estaba comenzando a alucinar.

Se arregló y fue hacia la casa de los Liu, saludando a Mary, que se encontraba en la cocina.

— ¡TaeHyun! — dijo ella con esa sonrisa brillante, yendo a abrazarlo. — No pensé que fueras a venir hoy, ¿no te sientes muy mal? Tu celo...

— Estoy bien, señora Liu — le dijo —, además, necesito moverme. Ya dormí mucho y no quiero descuidar mis obligaciones.

— Nada de descuidar, ¡qué dices! — ella se rio. — Pero qué bueno que estés aquí, ¡me has salvado! Hoy vendrá una amiga a ver mi última colección y el living…

— ¿Thomas ha hecho de las suyas? — aventuró, yendo hacia la sala de estar y suspirando al ver el desastre. Mary comenzó a disculparse. — Vale, bien, no se preocupe.

Se puso a cocinar el almuerzo, y mientras la carne estaba en el horno, limpió el lugar a profundidad. Thomas era un niño que tenía muchos juguetes y solía desperdigarlos por el suelo cada vez que podía, porque le fascinaba ir a cualquier habitación, recogerlos de paso y jugar con ellos unos minutos antes de ir por otro.

Le estuvo platicando a Mary sobre el viaje que tendría el viernes. Iban a quedarse hasta el martes en Los Ángeles, California, para aprovechar el viaje. La competencia sería todo el fin de semana.

— ¿A qué hora vendrá su amiga? — le preguntó más tarde, mientras lavaba los platos del almuerzo. — ¿Quiere que prepare algo para que beban y picoteen, señora Liu?

— Estará alrededor de las tres y media — dijo la mujer. — Y no, no te preocupes, un té estará bien para nosotras.

No era la primera vez que iba algún amigo o amiga de Mary, pues la mujer tenía un círculo social amplio, y más con personas interesadas en sus diseños de moda. Ella tenía una oficina personal en el segundo piso, por lo que siempre los recibía allí, así que cuando llegó la hora y tocaron el timbre, dejó de limpiar la cocina para ir a abrir la puerta.

Buenas tardes...

Un rostro conocido le devolvió la mirada. TaeHyun sintió el aire de sus pulmones cortarse cuando observó esa sonrisa tan parecida a la de BeomGyu.

— ¡Buenas tardes! — dijo YeJin en coreano, la madre de BeomGyu, con aspecto deslumbrante. — ¿Está Mary?

TaeHyun no sabía qué decir al inicio, con el corazón latiendo desbocado en su pecho y el rostro congelado. ¿Qué hacía esa mujer allí?

El desconcierto dio paso al entendimiento. Oh, santo dios...

— S-sí — barboteó finalmente, cuando logró recuperarse lo suficiente —, pase, e-ella la está esperando...

— Gracias — la mujer entró con tranquilidad. — ¡Oh, te recuerdo! Estabas la noche del cumpleaños de Jackie, ¿cierto? No sabía que trabajabas para Mary, ¿cuál es tu nombre?

El Omega más joven cerró la puerta.

— TaeHyun — habló con lentitud, saboreando la palabra. — Choi TaeHyun.

Hubo algo, un breve destello, en el rostro de YeJin, pero nada más que eso. Incluso la sonrisa permaneció en su rostro, y TaeHyun solo pudo imaginar que ella pensaba que todo era una rara coincidencia, porque había muchos Choi en Corea, ¿cuál era la probabilidad...?

— Un gusto, señor Choi — dijo ella —, yo soy YeJin Davis.

— Un gusto — mintió TaeHyun con voz rígida — puede decirme TaeHyun. Iré por...

— ¡YeJin, hola!

Apareciendo como el ángel salvador que era, Mary bajó las escaleras para ir a saludar a su amiga, que le dio un abrazo cariñoso. No solo la sonrisa, se dio cuenta, le recordaba a BeomGyu, sino también su porte, esa elegancia innata que poseía el Alfa al caminar.

— TaeHyun, cariño, ¿puedes servirnos té? Estaremos en la sala de estar — le dijo Mary.

— Por supuesto, señora Liu.

Se escapó lo más rápido que pudo y, una vez en la cocina, soltó el aire que había estado conteniendo. Por dios, ¿cómo pudo mantenerse entero frente a esa mujer? Él creyó que, cuando la volviera a ver, le diría algo sobre sus acciones, pero ahora se quedó quieto, demasiado fuera de sí.

Y BeomGyu...

Mierda. BeomGyu estaba allí. BeomGyu iría a dejar a los niños.

TaeHyun no sabía por qué, no entendía bien la razón, sin embargo, una parte suya le gritó que BeomGyu no podía ver a YeJin bajo ningún motivo. No era algo que ellos hubieran hablado explícitamente o durante horas, aunque el Omega sabía todo el daño que le hizo esa mujer al Alfa. ¿Cómo iba a permitir que ella siguiera haciéndole daño? TaeHyun no podía... no quería...

Volvió a la sala de estar con la bandeja en sus manos, dejando el té sobre la pequeña mesa del centro.

— ¿Cómo están tus hijos? — preguntaba Mary. — ¡Hace mucho que no los veo!

— ¡No te lo conté, pero Henry me hará abuela por fin! — dijo YeJin y TaeHyun trató de ocultar su rostro para que no viera la sorpresa. — Nos dijo hace poco que Elijah está esperando un cachorro, ¡no sabes cuánto lloré! Hace mucho que quería ser abuela.

TaeHyun sintió su mundo desestabilizarse otra vez. ¿De qué estaba hablando esa mujer? Ella hace mucho que era abuela...

El odio y la rabia lo llenó. No solo abandonó a BeomGyu, sino que también lo borró por completo de su vida, fingiendo que no existía, haciendo como que nunca lo tuvo…

¿Qué clase de mujer era?

— Charlie está acabando su primer año universitario — prosiguió YeJin —, le ha sido difícil adaptarse, pero está feliz, que es lo importante. Y, bueno, Noah está muy irritable, ya sabes como son los adolescentes...

— Ni te imaginas, Amber a veces me vuelve loca... ¿los tuyos a ti no, TaeHyun?

El Omega observó a las dos mujeres. YeJin lo observaba con esa sonrisa que, en ese preciso momento, le estaba provocando asco. En el rostro de BeomGyu era preciosa, pero en el de ella, le daba desprecio y ganas de pegarle.

— No demasiado — dijo, tratando de que su voz fuera tranquila —, mis cachorros no son problemáticos.

— Qué envidia — suspiró YeJin.

TaeHyun estuvo a punto, solo a punto, de decirle que esos cachorros eran también sus nietos. Al final, tuvo que retirarse aludiendo a que todavía no terminaba de limpiar algo para no hacerlo. Fue cuando cayó en cuenta de que BeomGyu tenía hermanos. Medios hermanos.

Ser hijo único es aburrido — le había dicho BeomGyu tantos años atrás, cuando les dijeron que TaeHyun esperaba gemelos —, siempre quise hermanos, TaeHyunnie, y no quiero que nuestros cachorros pasen por esa soledad, ¿qué dices?

Cerró sus ojos, sosteniéndose de la mesa en la cocina para controlar toda esa rabia, ese odio que tenía. Era un poco gracioso si lo pensaba, pero cada vez que BeomGyu le hablaba de su madre, siempre era desde la tristeza y el dolor, nunca desde la cólera y el aborrecimiento. Tal vez lo sentía, claro, pero el sufrimiento y pena era siempre más grande. ¿Por qué ocurría eso? ¿Por qué la persona que realmente debía odiar no lo hacía?

Respiró con profundidad varias veces para calmarse. Para su suerte, pronto las dos mujeres subieron al segundo piso y TaeHyun solo pensó en qué hacer para evitar que BeomGyu viera a YeJin.

Como si lo hubiera invocado, su celular sonó en una llamada. Era el Alfa.

— TaeHyun — le saludó el Alfa. — ¿Cómo estás?

— Hola — dijo, tratando de que su voz no temblara —, bien, ¿y tú?

— Bien, gracias. Me imagino que el celo acabó, ¿cierto? Te escuchas mejor.

— Sí, estoy... estoy trabajando. Justo estaba pensando en... en llamarte...

— ¿Oh? — BeomGyu sonó algo confundido. — ¿Ha pasado algo?

— No, no, nada grave — se forzó a ordenar sus pensamientos para no demostrar todo lo que estaba sintiendo. — ¿Irás por los niños hoy?

— Ah, pues JungWon me ha dicho hoy que saldrá más tarde por lo del entrenamiento — le platicó BeomGyu —, y por lo que me dijeron, HeeSeung también está ensayando para su presentación de mañana, entonces saldrán tarde y se vendrán juntos. Iré por SungHoon y te traeré a YeSeo, ¿vale? Como a las cinco y media...

— No es necesario que vengas — le dijo bruscamente, cortándolo —, que YeSeo se venga sola con SungHoon, ¿bueno?

Silencio al otro lado de la línea. TaeHyun hizo un mohín al sentir la punzada en su cuello, sobre su marca: pena y dolor.

Podía imaginarse lo que debía estar pensando BeomGyu con lo que acababa de decir: TaeHyun no quería verlo. Lo más probable es que el Alfa tenía ganas de conversar con él, así como TaeHyun había querido más temprano (y todavía lo quería, si era sincero). Sin embargo, las palabras del Omega eran claras para el Alfa.

— Yo... Pues... — barboteó BeomGyu —, e-está bien, TaeHyun... Si... si estás seguro...

TaeHyun presionó su frente con una mano, tomando valor.

— Sí, estoy seguro — le dijo, forzándose a no demostrar sus sentimientos —, hagamos eso, así es más fácil.

Sin darle tiempo a responder, apenas escuchando su farfullo confundido, le cortó. Más dolor y tristeza a través del lazo, aunque TaeHyun solo suspiró para contener el alivio. Estaba bien, luego buscaría la manera de pedirle perdón a BeomGyu por su actitud, ahora lo importante era que no fuera. Que no estuviera allí.

No obstante, el destino a veces tiene una forma retorcida de jugar, ¿no es así? A veces, uno trata de luchar contra lo evidente, contra lo que puede pasar, cambiando planes, modificando algunos pasos, con la esperanza de evitar el dolor, el sufrimiento, la angustia y la ansiedad. Nos gusta imaginar cómo somos dueños de nuestras vidas cuando, la verdad sea dicha, el destino decide lo que va a ocurrir a su antojo, sin pensar en nuestros sentimientos.

Y así como TaeHyun hizo lo posible para evitar el encuentro, el destino también hizo de las suyas para que las cosas pasaran como debía ser. Porque, al parecer, algunos senderos debían caminarse siempre, en especial aquellos que implicaban al dolor.

Pasadas las cinco y media de la tarde, el timbre de la casa resonó. TaeHyun fue a abrir, con su alma cayendo a sus pies cuando se encontró con BeomGyu, cargando en sus brazos a una llorosa YeSeo que tenía las manos raspadas. SungHoon estaba atrás, llevando el bolsito y mochila de la pequeña.

— ¡Mamá! — gritó ella, desconsolada antes de ponerse a llorar.

TaeHyun, por un instante, olvidó a YeJin, olvidó lo que eso significaba, para tomar a su cachorrita en brazos. Ella lo abrazó por el cuello, llorando ahora a lágrima viva por el dolor.

— ¿Qué le pasó? — preguntó, asustado y comenzando a mecerla.

— Se tropezó — explicó SungHoon enseguida —, papá y ella me esperaban fuera del colegio y, cuando salí, corrió a buscarme. Sabes como es de torpe, mamá, se tropezó con sus pies y se cayó...

— Traté de consolarla — habló BeomGyu ahora, pálido y avergonzado —, perdón, no quería venir, pero ella no quería soltarme cuando la abracé...

— Sí, mamá, no debes...

TaeHyun salió de la casa para cerrar la puerta, siendo ahora consciente nuevamente de todo. Sentía cómo perdía el color de su cara también, con sus manos temblando.

— Bien, gracias — dijo, o mejor dicho, casi escupió —, yo la cuidaré, BeomGyu, puedes irte.

BeomGyu retrocedió, con esa expresión fuera de sí, viéndose como si estuviera a punto de vomitar. O, quizás, era TaeHyun el que se sentía así. No podía saberlo con claridad. Solo sabía que debía sacar a BeomGyu de allí ahora, incluso si significaba hacerlo sentir así.

Pues ¿qué era un poco de dolor, en comparación con una tonelada de sufrimiento?

— ¿Mamá? — preguntó SungHoon, desconcertado por su actitud hosca y agresiva.

— No, no — tartamudeó BeomGyu —, no pasa nada, me voy ahora... ¿Podemos... podemos hablar mañana, TaeHyun?

— Sí, mañana — contestó el Omega mayor, tratando de suavizarse para que YeSeo dejara de llorar —, no hoy. No ahora.

— Bueno, bien, bien — murmuró BeomGyu. — Nos vemos...

Entonces, sintió la puerta detrás de él siendo abierta.

Su cuerpo se tensó.

— Oh, ¿qué le pasó a YeSeo? — escuchó que preguntaba Mary con preocupación.

Se volteó. YeJin lo observaba con el mismo gesto que tenía Mary en su rostro.

—  ¡Pobrecita! — exclamó la otra mujer. — Ha debido caerse, pasa...

— ¿Mami?

La palabra, que salió como un gorjeo ahogado de la boca de BeomGyu, rompió el corazón de TaeHyun. Y más aún cuando YeJin se congeló, levantando la vista, y observó al hombre detrás de TaeHyun. Al hijo que ella abandonó.

— ¿BeomGyu? — barboteó ella, y TaeHyun ahora lo sabía.

El destino era una jodida mierda.

QUIERO OPINIONES YAYAYAYAY

en fin, preparen los pañuelos para el siguiente capítulo ¡!

¡Gracias por leer!

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