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gracias por todos los mensajes lindos para mi recuperación. actualmente, ya estoy bien. solo fue un pequeño susto y una corta estadía en el hospital. nuevamente, les agradezco su preocupación y el apoyo. <3
BeomGyu recordaba muy bien el primer celo que pasó TaeHyun con él. Fue unos meses antes de su matrimonio, y si bien los agarró por sorpresa ya que estalló unos días antes de lo esperado, ellos lo habían planificado con antelación. El Omega se lo propuso unos días después de que aceptara convertirse en su esposo.
Como los dos habían cumplido la mayoría de edad unos meses atrás, BeomGyu había arrendado una cabaña de un motel para que lo pasaran juntos. TaeHyun no le contó a sus padres sobre eso, solo les mencionó que se quedaría unos días con Gyu, pero ellos le sonrieron y felicitaron, provocándole tanta vergüenza. El Omega encontraba tan absurdo eso, que sus padres se tomaran a la ligera el hecho de que tuviera sexo... Y luego recordaba todo lo que le habían dicho una vez BeomGyu empezó a cortejarlo.
"— No vayas a arruinarlo" — le advirtió su mamá —, "esta es tu oportunidad, TaeHyun. Encárgate de quedar preñado y con eso lo vas a atar para siempre a ti."
Mirándolo en retrospectiva, sus padres, especialmente su madre, influyeron en construir su relación con BeomGyu de esa manera. Con todos esos repulsivos consejos y actitudes, solo fue provocando que el Omega se obligara a ceder en muchos aspectos, a pesar de que no estuviera seguro de sus decisiones. Pero el miedo a perder a BeomGyu por su forma de ser, como su madre siempre le recalcaba, era más grande.
La primera vez fue muy torpe y con inexpertos movimientos. Al besarse mucho, uno de los dos se quedaba sin respiración, provocando risas infantiles y haciendo que la pasión se enfriara, pero que no se apagara. TaeHyun, bajo el Alfa, estaba con las mejillas muy enrojecidas mientras se humedecía, y BeomGyu a veces tenía cara de no saber qué hacer. No fue algo malo o que les dejara con traumas, por el contrario, el celo del Omega facilitó demasiado la situación gracias a sus feromonas embriagándolos a los dos. Luego de la primera vez, las siguientes fueron más sencillas y apasionadas, y BeomGyu se preocupó de usar condón para no dejarlo preñado antes de la boda.
— Pero... — jadeó TaeHyun cuando lo vio ponérselo, con la mente nublada gracias al celo —, pero yo quiero tus cachorros.
— Los tendremos — prometió BeomGyu —, luego de casarnos. No quiero que piensen que me caso contigo solo porque estás embarazado — y TaeHyun no pudo evitar sentirse más enamorado al escucharlo decir eso.
Con el pasar de los años, los celos de TaeHyun solo lo volvían más gruñón, no en un mal sentido de la palabra, sino que en un hecho innegable. Le gustaba dormir más, acurrucado a su lado, y tener poco sexo. Seguía siendo desenfrenado y apasionado, por supuesto, pero también prefería inclinarse por ser consentido y mimado por su Alfa, siempre buscando el cuello de BeomGyu para hundir su nariz allí y llenarse con sus fuertes feromonas Alfas en busca de tranquilidad.
Esta vez no fue diferente, pero descolocó tanto a BeomGyu porque había olvidado ese gesto del Omega. Su nariz presionada contra su cuello, olisqueándolo y casi ronroneando por la felicidad.
— A-Alfa — gimió TaeHyun luego de percibir su aroma.
¿Cómo no se percató de su estado? TaeHyun se veía tan pálido, más de lo normal, con un aspecto casi enfermizo, y las constantes muecas que había hecho desde que se juntaron exponía que se sentía débil. Sus feromonas se olían ligeramente agrias, pero BeomGyu no le tomó importancia porque, ¿cómo no oler así luego de todo lo que pasó entre ellos? Tuvo que haberse dado cuenta del celo a punto de estallar.
Sabía lo que debía hacer en ese momento, con TaeHyun luciendo tan descompensado en el suelo. Primero, sacarlo de ese lugar público y buscar uno privado.
TaeHyun odiaba que todo el mundo supiera cuando entraba en celo.
SungHoon sostenía a YeSeo en sus brazos, que lloraba sin control. BeomGyu sentía el impulso de consolarla, meciéndola en un fuerte abrazo cariñoso, pero no podía debido a que llevaba a TaeHyun encima, al estilo de novios recién casados. Aquella idea provocó un recuerdo lejano: la noche de bodas, cuando entraron a la habitación del hotel entre besos desordenados y risas de felicidad. La simple memoria le provocó dolor en su corazón.
Alrededor de ellos las personas volvieron a caminar al darse cuenta de la situación, y muchos Alfas se alejaron para evadir el aroma a celo del Omega. Algunos permanecieron, aunque más por curiosidad que por tener otra intención, y BeomGyu sabía que debía moverse rápido. La primera etapa del celo era la peor, lo tenía más que claro: la mente del Omega se nublaba por el calor y debía ser estabilizado.
Como otro recuerdo, lo que fue el último celo de TaeHyun con él lo golpeó en el corazón. Se había adelantado antes de lo previsto y el cuerpo del Omega colapsó por el lazo roto entre ellos, provocándole vómitos y escalofríos. BeomGyu podía recordar el pánico, el terror, al ver a TaeHyun en ese estado. En el estado que él provocó. Esa noche, lo único que había querido era asegurarlo, afianzar su celo y que las cosas pasaran como debía ser. Pero lo único que obtuvo fue un caos gracias a sus acciones.
— SungHoon — habló, llamando a su hijo —, por favor, necesito que te consigas un taxi.
SungHoon le observó con los ojos completamente abiertos, luciendo tan asustado y temeroso por la situación. Los celos eran normales en los Omegas, claro que sí, sin embargo, una cosa era que ocurriera en un lugar seguro como en el hogar, y otra que estallaran en medio de tantas personas.
— Papá — barboteó SungHoon, tratando de consolar a YeSeo, que no dejaba de sollozar —, papá, ¿qué harás?
— Alfa — repitió TaeHyun, y BeomGyu bajó la vista, encontrándose con el afiebrado rostro del Omega. Esa pálida piel se encontraba enmarcada en rojo y los ojos le brillaban, como si estuviera a punto de llorar —, te... te necesito.
BeomGyu ya tenía una decisión tomada, pero no pudo evitar el dolor en su corazón por lo que iba a hacer.
— Llevarlo a casa de ustedes, por supuesto — le dijo a SungHoon, acomodando a TaeHyun en sus brazos. — Por favor, SungHoonnie...
Su hijo seguía teniendo esa expresión de susto y pavor, aunque, para su fortuna, se movió y se puso a caminar, abriéndose paso para llevarlo a la calle principal. El olor a celo de TaeHyun hizo que todos se hicieran a un lado, murmurando por lo bajo, y BeomGyu solo se apresuró a seguirlo, oyendo los jadeos suaves del Omega.
— YeSeo, ya... — escuchó que consolaba SungHoon a la niña —, mamá está bien, solo se enfermó...
— Ma-ma-mi — hipó ella, ya sin tantas lágrimas e hipando mientras veía por sobre el hombro a los dos adultos.
— Yo lo cuidaré — aseguró BeomGyu, tratando de alejar su nariz de las feromonas de TaeHyun para que no le afectaran tanto —, no debes preocuparte, princesa. Papá cuidará de mamá.
Aquellas palabras ni siquiera las pensó. Por el contrario, fluyeron de su boca sin darse cuenta de lo podían significar. Él solo quería consolar a YeSeo, hacerle saber que no debía estar tan asustada, y su Alfa, que reconocía a la niña como hija suya, creía que lo mejor era decirle eso.
SungHoon se volteó a verlo bruscamente. BeomGyu esquivó su mirada, reparando en lo que acababa de decir, mientras que YeSeo dejó de sollozar.
— Papá... — murmuró SungHoon con una expresión de enojo.
— Perdón — se apresuró en decir —, no quise… Perdón, SungHoon.
— Alfa — TaeHyun, en sus brazos, comenzó a llorar. BeomGyu sentía el pánico burbujeando en su estómago. — Alfa, por fa-favor...
Qué raro se le hacía escucharlo llamarlo así, luego de todo lo que pasó entre ellos. Escuchar tanto anhelo, tanta desesperación en su voz, tanta necesidad. Todo provocado por el celo, y BeomGyu se preguntó si es que el celo exponía los más oscuros secretos de los Omegas. Lo que realmente querían.
En el colegio les enseñaban que no. Les explicaban que los celos demostraban la verdadera naturaleza del Omega, la de ser un animal de cría que ansiaba ser preñado por un Alfa. BeomGyu siempre tuvo sus dudas respecto a eso y TaeHyun no hizo más que acrecentarlas, porque, ¿cómo se explicaba que su Omega, su pareja, prefiriera dormir en los celos a follar como un poseso? ¿Cómo se explicaba que ChaeYoung, a sus casi cuarenta años, siguiera sin una marca y pasara sus celos en soledad?
Y ahora, luego de tanto tiempo separados, escucharlo decir eso era suficiente para enloquecer a su Alfa.
— Sí, Tae, Tyun — los apodos brotaron con facilidad y sintió nuevas lágrimas en los bordes de sus ojos. — Mi TaeHyun, mi precioso Omega, me haré cargo de ti.
SungHoon no dijo nada, con una clara expresión de no saber qué hacer. Para su fortuna, no tuvo que esperar mucho para que un taxi se acercara. Su hijo se subió adelante. con YeSeo en sus brazos, que ya no lloraba y solo los miraba con curiosidad. BeomGyu se acomodó en los asientos traseros, sosteniendo todavía a TaeHyun, que se arrebujó más en sus brazos.
— BeomGyu — jadeó TaeHyun, sin dejar de mirarlo. No había quitado su vista de encima de él en todo momento, con los ojos brillando — Gyu. Beommie... — parecía estar saboreando los apodos, a pesar de que cada uno de ellos le provocaba dolor al Alfa, recordando los momentos en que se los decía. — Gyunnie. Castañita. Mi sol..
— TaeHyun — BeomGyu quería llorar, con el corazón roto —, mi luna. Mi hermosa luna.
El Omega se veía complacido al escucharlo decir eso, con los labios entreabiertos, antes de volver a hundir su nariz en el cuello de BeomGyu. Escalofríos recorrieron al Alfa, pero trató de controlarse y dejar sus manos quietas.
— Nido — susurró TaeHyun. — Nido. Nu-nuestro nido...
¿Cuánto tiempo llevaba sin estar en uno de los bonitos nidos de TaeHyun? El Omega siempre los hacía en sus momentos de vulnerabilidad, reuniendo prendas de BeomGyu si él no se encontraba allí, y si lo estaba, abrazándose a él y pegándosele con una sonrisa somnolienta.
— Cuando llegues a casa — le prometió —, lo harás, Hyunnie — eso pareció ser suficiente para satisfacerlo, volviendo a olisquearlo, y BeomGyu lo aprovechó para inclinarse hacia adelante. — SungHoon, disculpa que te lo pregunte, pero... ¿pero los celos de tu madre han sido así estos años?
SungHoon giró su cabeza, dirigiéndole una mirada a TaeHyun, que permanecía ajeno a él. Luego, volvió su vista a su padre.
— No — dijo finalmente —, no. Mamá los ha reprimido — una expresión avergonzada. — Mamá ha reprimido todos sus celos por nosotros.
Privilegiando a sus cachorros, poniéndolos en primer lugar en cualquier momento, incluso en sus períodos de más vulnerabilidad. Se ponía sensible, recordaba SungHoon, y se inclinaba por hacer nidos para poder calmarse, pero no daba rienda suelta al celo como tal. Lo reprimía principalmente con pastillas y el último que tuvo, que fue a principios de enero, coincidió con el resfrío de YeSeo y mamá se lo pasó cuidándola. No se permitió la debilidad en ese celo.
BeomGyu no se veía sorprendido, y es que quizás esa era toda la explicación que necesitaba para el estado de TaeHyun. El Omega siempre fue muy consciente de sí mismo en los períodos de celo, pero ahora, parecía como si hubiera dejado que su Omega tomara el control. BeomGyu no podía imaginarse el dolor que significó haberse reprimido por más de dos años, no permitirse vivir el celo como debiera ser. No solo para cuidar de sus hijos, sino también para evitarse el verdadero sufrimiento a él: su Omega se desesperaría en los celos al no tener a un Alfa que le sirviera de ancla. Por mucho que HeeSeung quisiera ayudarlo, no podía suplir lo que TaeHyun realmente necesitaba en sus celos.
— Papá — habló SungHoon otra vez —, ¿realmente pretendes ir a nuestra casa y pasarlo con mamá? Ustedes...
— SungHoon, no — BeomGyu apretó su mandíbula un instante, dejando que TaeHyun olisqueara sus feromonas Alfas con esa desesperación que le provocaba tanto sufrimiento. — No, ¿cómo crees...? — por supuesto que podía creerlo, santo dios, luego de todo lo que les hizo, ¿no pensaría eso por lógica? — Lo llevaré a su casa, nada más. No podía dejar que te hicieras cargo de todo, no con un Omega en celo encima — se echó hacia atrás y observó el rostro adormecido de TaeHyun. Parecía haber encontrado tanta calma en el aroma del Alfa, como años atrás. — Tu madre merece algo mejor que yo.
Vio dolor en los ojos de SungHoon ante sus palabras, pero BeomGyu no tenía mucho más que decir respecto a eso. Por mucho que su Alfa lo quisiera, lo anhelara, lo deseara, ese celo no lo iba a pasar junto a TaeHyun. Incluso si el Omega se lo pedía, se lo rogaba. No estaba bien, bajo ningún concepto, y lo que menos deseaba era seguir haciéndole daño a TaeHyun. Incluso si no hicieran nada, si se quedara a su lado a consolarlo, ¿era realmente lo que quería el Omega? Lo dudaba.
Así que BeomGyu no podía hacerle eso. No podía, simplemente, fingir que un abismo no lo separaba de TaeHyun y creerse con el derecho de estar con él de esa forma.
— ¿Y si él te lo rogara? — insistió SungHoon.
— No en este estado — el Omega ya se veía completamente dormido en sus brazos. BeomGyu no podía creer lo hermoso que era, tan precioso y con un aspecto casi etéreo. El olor a celo parecía haber aminorado, pero él sabía que, una vez despertara, volvería a perder el control —, nunca más en este estado, SungHoon.
SungHoon se giró hacia adelante y BeomGyu, aprovechando ese breve momento de intimidad con TaeHyun, se inclinó y le besó la frente con cariño. Pudo escuchar su suspiro de gusto, viéndose tan cómodo, tan a gusto, casi provocándolo a reconsiderar su decisión. Una parte suya, la dominada por el Alfa, poco más tironeaba a solamente abrazarlo durante el celo y no hacerle nada, sin embargo, él tenía más que claro que TaeHyun no le había pedido ni siquiera eso dentro de su racionalidad.
Las cosas no estaban habladas. Y él ya no asumiría lo que el Omega quería basándose en su instinto. Al fin y al cabo... BeomGyu pasó gran parte del matrimonio imponiendo sus ideas, sus deseos, y lo habían llevado a esa catástrofe.
El resto del viaje fue hecho en silencio. SungHoon le hablaba en voz baja a YeSeo para distraerla y BeomGyu solo observaba el rostro tranquilo de TaeHyun. Le acarició las mejillas, sabiendo que en cualquier otra situación el Omega no se lo habría permitido, y trató de grabarse esa imagen. Sus dedos ardían por la necesidad de tocar más, no en un sentido lascivo, sino solamente para rememorar lo que se sentía poder mimar a TaeHyun de esa manera. A primera vista no lo demostraba, pero a TaeHyun le gustaba mucho ser consentido de esa manera. O, quizás, le había gustado que fuera BeomGyu quien lo hacía. Al menos, antes de que las cosas se torcieran tan cruelmente.
El taxi se detuvo, cerca de veinte minutos después, fuera de una enorme casa en un bonito condominio. SungHoon se bajó primero luego de pagar (BeomGyu le pasó su billetera) antes de abrirle la puerta a su padre, que tuvo que hacer malabares para bajarse sin molestar demasiado a TaeHyun. De cualquier forma, una vez estuvo de pie y lo volvió a acomodar, el Omega pareció despertarse. BeomGyu rogaba que hubiera recuperado la razón, al menos unos minutos, para poder entrar a su hogar sin ayuda: sin embargo, la suerte no estaba de su lado. TaeHyun pasó un brazo por el cuello de BeomGyu, como queriendo acercarse a él para besarlo, y el Alfa sintió sus brazos temblar ante ese gesto.
— TaeHyun — dijo, y no quiso que su voz sonara demasiado a un regaño —, no. No aquí.
— Alfa — insistió el Omega, intentándolo otra vez.
— ¡Mamá! — exclamó SungHoon. — Mamá, vamos, ya estamos en casa. Papá te dejará aquí.
"Mala elección de palabras" se dijo BeomGyu, y su idea se vio reflejada cuando las cejas de TaeHyun se arrugaron y sus labios hicieron un mohín. Se veía muy disgustado.
— ¡No! — TaeHyun ahora abrazó al Alfa por el cuello con ambos brazos, enfurecido repentinamente. — ¡No, SungHoon!
SungHoon tenía una expresión de que no podía creérselo. YeSeo ahora los miraba con mucha curiosidad, como tratando de entender la dinámica frente a ella. De entender el comportamiento de mamá.
— Bebé — trató de hablar BeomGyu, usando un apodo para calmarlo —, tranquilo, no debes preocuparte. Te llevaré a dormir...
— Papá, no puedes — le interrumpió SungHoon. — HeeSeung está en casa y no puede verte. Si te ve, va a enloquecer.
BeomGyu lo sabía. Lo tenía más que claro. No quería ser tan radical en sus pensamientos, pero podía estar casi seguro de que HeeSeung era capaz de darle un golpe al verlo.
— Lo entiendo — le dijo a SungHoon —, sin embargo, mamá no te acompañará por iniciativa propia — y como si estuviera apoyando esas palabras, TaeHyun quiso volver a besarlo y el Alfa sentía que entraría en pánico pronto.
— Alfa... — murmuró TaeHyun. — Mi Alfa. Mío.
Su hijo se veía a punto de estallar por la situación. BeomGyu podía imaginarse que eso no era fácil para él, ver a su mamá perder la razón por la persona que le hizo tanto daño. Aunque, a fin de cuentas, ¿de qué otra manera reaccionaría el Omega de TaeHyun luego de dos años lejos del Alfa que lo marcó, reprimiendo sus celos, ahogando todas sus emociones? El colapso era inminente.
— Pero no puedes...
— ¿SungHoon?
La femenina voz hizo que padre e hijo se voltearan, viendo a Mary Liu bajo el umbral de la puerta de su casa con una expresión de completo desconcierto. SungHoon ahora se veía más pálido, pero YeSeo soltó un grito de alegría.
— A-unt Lu! — exclamó.
Mary dio dos pasos sin perder la cara de confusión, y empeoró al darse cuenta de TaeHyun en los brazos de BeomGyu.
— ¿TaeHyun? — preguntó, algo incrédula. — ¿Qué está ocurriendo aquí?
SungHoon barboteó algo ininteligible y BeomGyu no sabía qué decir exactamente. La mujer se veía mayor que ellos y, cuando sus ojos se posaron en él, no pudo evitar sentirse como si lo hubieran pillado haciendo una travesura. Fue peor cuando TaeHyun se aferró fieramente a él.
— Pe-perdón señora Liu — barboteó SungHoon con voz ahogada —, es que mamá... uh.. Mamá ha tenido un celo repentino y...
— ¿Celo? — ahora se veía muy alarmada. — ¿Y qué hacen aquí? ¡Hay que llevarlo a casa!
— ¡No! — gritó SungHoon. — ¡No, señora Liu, no puede llevarlo! — su tono de voz se volvió casi desesperado. — Señora Liu, por favor, ayúdenos...
Más confusión en el rostro de la mujer. BeomGyu, la verdad, ya se estaba cansando de llevar a TaeHyun encima. No es como si el Omega pesara demasiado, pero el hecho de cargarlo y tener que resistirse a su aroma realmente no era un ejercicio sencillo.
— SungHoon, ¿qué está pasando en este momento? — preguntó Mary.
El Omega menor miró de YeSeo, luego a BeomGyu, después a su mamá y, finalmente, otra vez a la señora Liu.
— Es mi papá — habló, con su tono apenas siendo un hilo —, él es mi papá, señora Liu. Es el Alfa de mamá — sus ojos se llenaron de lágrimas. — Mamá entró en celo y papá lo trajo aquí, pero HeeSeung no puede verlo, por favor, por favor...
La explicación desconcertó a la mujer, pero para fortuna de BeomGyu, se repuso con rapidez. Su rostro se volvió decidido y le dirigió una mirada al Alfa.
— Bueno, vamos — dijo ella —, en este momento estoy sola, así que aprovechémoslo. Dejemos a TaeHyun en la habitación de invitados.
SungHoon la siguió y BeomGyu no tuvo más que seguirlos, entrando a la enorme casa sin saber exactamente qué decir. Sentía algo de curiosidad por saber quién era esa mujer, aunque se hacía una leve idea ante el trato familiar de su hijo con ella. Lo más probable es que TaeHyun trabajara para la Omega.
La casa en el interior era enorme, demostrando que la familia de la mujer ganaba mucho. Pudo ver fotos familiares cuando subieron por la escalera al segundo piso, adentrándose en uno de los cuartos, que debía ser el de invitados. Se notaba por las paredes limpias y al no sentir el aroma de otra persona.
Se acercó a la cama y tendió a TaeHyun. El problema vino cuando quiso alejarse.
— ¡No! — exclamó TaeHyun, agarrándolo con rapidez. — ¡No, no, no, Alfa!
— TaeHyun... — trató de decir BeomGyu.
— ¡No! — y TaeHyun, repentinamente, estalló en lágrimas. — ¡Te... te-te necesito! ¡O-Omega necesita a Alfa!
— Mamá, mamá — trató de hablar SungHoon, metiéndose en su visión y agarrándole una de las manos —, por favor, suelta a papá, por favor...
— No, no — sollozó TaeHyun, desesperado. — Duele. Duele. Quema — quiso soltarse de su hijo. — Todo arde. Arde. Por favor. Por favor.
Una mano delicada se posó sobre el hombro de SungHoon. Al voltearse, se encontró con la mirada tranquila de Mary. El Omega menor había dejado a YeSeo bajo el marco de la puerta, y la niña los miraba con una carita temerosa.
— Creo — dijo Mary, con voz suave, pero firme —, que lo mejor será que tu padre se encargue de esto, SungHoon
— Pero... pero...
— TaeHyun necesita descansar — le explicó ella —, su celo ha venido con fuerza. Necesita un ancla en este momento.
Un ancla. Su batería portátil. Su sol. ¿No se lo había dicho TaeHyun, tantos años atrás? El recuerdo provocó dolor en el Alfa.
— Lo haré dormir — prometió BeomGyu, susurrándolo por encima de los murmullos llorosos del Omega —, déjamelo, SungHoon. No le haré daño, te lo prometo. Pero deja que lo haga dormir.
SungHoon miró el rostro desconsolado de su mamá, tan quebrado, tan destrozado, y tuvo que tragarse toda la angustia y miedo que sentía. Por un momento, pudo entender toda esa ira en HeeSeung: ojalá él pudiera hacer más por mamá, más para hacerlo una persona feliz.
Soltó la mano de mamá, que se volcó ahora completamente a BeomGyu, queriendo acurrucarse contra él.
— Necesitas un té — le dijo Mary, tratando de tranquilizarlo —, y YeSeo un poco de contención. Vamos a la cocina, cariño.
SungHoon retrocedió, aunque sin quitar su vista de sus padres. BeomGyu, ahora con algo de luz verde, se subió a la cama y TaeHyun ahora sollozaba con más fuerza (¿tal vez con alivio?). El Omega se aferraba con una desesperación casi dolorosa al Alfa, como si temiera que se evaporara si lo soltaba.
BeomGyu se acostó boca arriba y el Omega hizo el amago de subirse sobre él, pero lo sostuvo de los hombros, acurrucándolo a su lado. TaeHyun aceptó aquello, acercando su nariz lo más que pudo al cuello del Alfa para volver a inundarse en su aroma.
— ... más — pidió a los pocos segundos.
El Alfa cerró sus ojos un instante. Se giró levemente, acercando su boca a la frente de TaeHyun y así darle un nuevo beso en esa parte.
— Bonito — alabó, sabiendo que eso le gustaba mucho al Omega de TaeHyun —, bonito. Mi bonito y precioso Omega.
A pesar del rostro encharcado en lágrimas, TaeHyun le sonrió y abrazó con fuerza.
— Te quiero, Alfa — le dijo.
¿Cuánto dolor podía sentir BeomGyu con esas palabras? Pensó, durante mucho tiempo, que al volver a oírlas todo en él saltaría en señal de alegría. Sin embargo, al escucharlas ahora, solo respondió el sufrimiento lacerante en su corazón.
— Te amo — afirmó BeomGyu, tratando de aguantar sus propias lágrimas y soltando más feromonas que lo hicieran dormir. — Te amo, TaeHyun.
"Te amaré por siempre, aún si ya no me amas. Aún si ya no me quieres en tu vida. Pero yo siempre te amaré, mi precioso Omega."
Una hora después, BeomGyu estaba bajando las escaleras con aspecto agotado. Se asomó al living, viendo que la televisión se encontraban encendida y YeSeo miraba televisión, de pie en el sofá mientras rebotaba al ver La Princesa y el Sapo. En la mesa del comedor, un poco alejado, estaba SungHoon con la señora Liu.
Se aclaró la garganta, llamando la atención de su hijo y la mujer.
— TaeHyun se ha dormido hace unos veinte minutos — dijo, cansado —, abrí la ventana antes de salir para dispersar mi aroma.
SungHoon se puso de pie, ignorándolo y pasando de largo para subir las escaleras, perdiéndose una vez llegó al rellano. BeomGyu fingió que esa indiferencia no le lastimó, inclinándose ante la señora Liu.
— Lamento mucho las molestias —dijo —, y agradezco que haya ayudado a TaeHyun de esta manera. Me retiraré...
— Cuando TaeHyun me habló de usted, lo imaginaba de otra manera, señor Choi.
Las palabras de la mujer hicieron que el pasmo se reflejara en su cara. La observó, como tratando de descifrar cuáles eran las intenciones que ella poseía, pero no tuvo mucho tiempo para hacerlo: YeSeo se percató de su presencia y, bajándose rápidamente del sofá, fue hacia él.
La pequeña le abrazó por las piernas, levantando la vista para mirarle.
— Se-nol Ben — dijo ella, y BeomGyu sabía lo que quería, así que no pudo negárselo.
La tomó en brazos con suavidad, dejando que la pequeña se acurrucara en sus brazos. Casi se sintió cómo tener un pequeño TaeHyun, y la idea estuvo a punto de hacerlo estallar en carcajadas tristes.
— Soy Mary Liu — volvió a hablar la Omega mayor, sentada en su lugar. — TaeHyun trabaja para mí como asesor de mi hogar. Entenderá usted que él es muy preciado para mí y mi familia, y esta situación nos deja en un punto... incómodo.
— No pretendo invadir su familia, señora Liu — se apresuró en decir BeomGyu.
— Pero ya lo ha hecho — señaló ella. — Tal vez todavía no lo comprenda, sin embargo, TaeHyun es parte de mi familia desde el momento en que llegó a esta casa.
Silencio de su parte. BeomGyu se puso ligeramente colorado. Los ojos de Mary, a pesar de verse amables, tenían cierta precaución que le hizo sentir juzgado.
— No solo TaeHyun, sino también sus cachorros — continuó ella —, todos ellos son parte de mi familia. Y lo que quiero es evitarles más daño. Él me habló de que había retomado el contacto con usted, pero jamás pensé que eso pudiera desencadenar una situación como esta.
— Yo tampoco lo sabía — trató de defenderse BeomGyu —, no pretendía... No imaginé que su celo pudiera ocurrir así.
Mary ladeó la cabeza. Se veía cómo si tratara de adivinar quién era él realmente, una respuesta que ni el mismo BeomGyu sabía.
— Me lo imaginaba distinto — repitió ella. — Cuando me habló de usted y de lo que le hizo, me imaginé a un Alfa cruel, indiferente y déspota.
Se tensó, de manera irremediable, ante la mención de sus acciones. Él ya las tenía más que claras, no había día en que no aparecían en su cabeza, pero oírlas de una persona casi desconocida se sintió distinto.
— Lo fui — dijo él, con tono sombrío y expresión dura —, claro que lo fui. TaeHyun se merecía el cielo y yo le ofrecí un infierno.
— Fue hijo de su patria — contestó ella, y por un momento, fue como si estuviera hablando con su psicóloga, Sandara —, y eso no solo lo condenó a usted, sino también a TaeHyun — ella hizo un gesto. — Disculpe la indiscreción de la pregunta, pero no puedo evitar hacerla: ¿se está atendiendo con algún especialista, señor Choi?
La tensión no desapareció de su cuerpo ni disminuyó un poco ante la pregunta realizada.
— No la conozco — respondió él.
— No, no me conoce —, aceptó Mary —, pero me preocupa que quiera estar en contacto con TaeHyun y sus hijos si sigue siendo ese hijo de su patria.
BeomGyu no sabía cómo interpretar toda la conversación que mantenía con esa mujer. En sus brazos, YeSeo seguía acurrucada y, al echarle un vistazo, vio sus ojos cerrados. De seguro se agotó con todas las emociones de un día.
Él también estaba muy agotado. Se sentía inestable, como esos primeros días (¿días? Mejor dicho meses) desde que TaeHyun se marchó, con su Alfa alterado y nervioso. Percibía aún el aroma de TaeHyun impregnado en sus ropas, y no sabía qué iba a hacer una vez llegara al hotel: ¿quitárselo y llevarlo a la lavandería, o acurrucarse en la cama y olerlo como si estuviera esnifando una droga adictiva? Muy probablemente lo segundo, y la idea le deprimía.
— Estoy yendo a terapia — aceptó, porque a fin de cuentas, ella tenía razón en algo. No sería bueno que estuviera cerca de las personas a las que les hizo daño cuando no estaba sanando.
¿No TaeHyun se lo había dicho en su carta? "Solo cuando sanes, quizás, pueda volver a mirarte a los ojos sin sentir miedo."
— Eso es bueno — Mary asintió con la cabeza. — No puedo prohibirle a TaeHyun que le siga viendo, no cuando él ya es un adulto, pero sí me encargaré de cuidarle y protegerle si usted intenta sobrepasarse, señor Choi — una sonrisa suave que contrarrestaba de gran manera con sus ojos estrechos. — Si él me cuenta que usted le está haciendo daño, me encargaré de llamar a la policía y al Departamento de Migraciones. Como se habrá dado cuenta, mi familia tiene dinero, y mi esposo posee contactos por muchas partes.
La amenaza, en lugar de espantarlo o enfurecerlo, solo le hizo cierta gracia en el fondo, además de darle un poco de alivio. Le consolaba saber que había gente que se preocupaba y protegía a TaeHyun, incluso de él mismo.
— No esperaría menos de usted, señora Liu — dijo y él era honesto. — Creo que lo mejor es que me marche ahora, no quiero seguirla molestando.
Ella se puso de pie, caminando hacia él para tomar en brazos a la pequeña YeSeo. BeomGyu percibió el impulso de no entregársela, su Alfa no quería tenerla lejos de él, pero tuvo que aplacarlo a la fuerza y, con el corazón apretado, le dio un pequeño beso en la cabeza antes de tendérsela. Fue un poco complicado, ya que la niña se mostró un poco reacia a alejarse del olor a vainilla en sus sueños, pero al final terminó cediendo.
Mary lo acompañó hasta la puerta.
— Gracias por cuidar de TaeHyun — le dijo.
— Es lo que hace una familia — respondió ella, y le dirigió una mirada más. — Qué extraño...
— ¿Eh?
La Omega sacudió su cabeza, como si tratara de despejar una idea.
— Ahora que lo miro más de cerca, me recuerda a alguien — ella acarició el cabello de YeSeo —, pero no puedo recordar a quién — un suspiro bajo. — Gracias por traer a TaeHyun. Cualquier otro Alfa se habría aprovechado de su estado. Esto lo hace un poco más decente, señor Choi.
"Ojalá hubiera sido decente siempre" pensó, pero solo asintió antes de despedirse, echándole una última mirada a la pequeña, que dormía plácidamente.
Luego de dar unos pasos, con el aire limpio de feromonas, pudo sentir sus hombros caer en derrota y la aplastante sensación de depresión apareció con fuerza. Tal vez, se dijo mientras caminaba por las calles vacías, era momento de volver a contactar con su psicóloga para contarle lo que había pasado los últimos días. Demasiadas emociones en una semana, y ya estaba completamente sobrepasado. Necesitaba desahogarse en ese momento.
Y llorar. Sobre todo, llorar.
TaeHyun despertó, aturdido y con su nariz hundida en la almohada, que estaba cubierta con un fuerte olor a vainilla. Sin poder evitarlo, restregó su nariz allí, inundándose con las feromonas Alfas de BeomGyu, y su Omega se aplacó un poco. Al menos, hasta que sintió un fuerte calambre en su vientre.
Emitió un gemido gutural.
— ¿Mamá?
Abrió los ojos, aguantando el nuevo jadeo doloroso en su estómago, y chocó con el preocupado rostro de su hijo SungHoon.
— Hora — pidió, con la voz ahogada y la garganta seca.
SungHoon se apresuró en mirar su celular.
— Las seis de la tarde — le dijo. — Dormiste cerca de una hora, mamá. Ven, la señora Liu te preparó un té de manzanilla.
Un nuevo calambre cuando se enderezó, pero se forzó a resistirlo. Su Omega parecía haberse aplacado con el aroma a vainilla, sin embargo, pronto empezó a lloriquear al darse cuenta de las ventanas abiertas y el hecho de que estaba con un pijama que no era suyo.
SungHoon pareció darse cuenta.
— Fue idea de la señora Liu — dijo —, para lavar tus ropas, mamá. Ahora están en la secadora. Es que... — una mirada avergonzada —, apestaban a papá.
— Tu padre siempre tuvo un aroma fuerte — dijo, agarrando la taza para beber algo, ya que así evitaba romper en llanto.
Apenas podía hilar bien lo que había pasado en las últimas tres horas pasadas. Su celo estalló de manera imprevista (no tan imprevista, si consideraba las señales), pero le agarró desprevenido, y con la presencia de BeomGyu, su Omega colapsó. No como había ocurrido en su último celo con BeomGyu, con el vómito y el frío. Ahora fue todo lo contrario: calor asfixiante y desesperación al máximo, con su Omega dominándolo sin control alguno.
Luego de haberse descompuesto, recordaba los ojos de BeomGyu encima suyo, la manera en que su aroma le envolvía, y lo único que había querido él era que no lo dejara. Su Omega necesitaba ese olor, necesitaba su toque encima, acariciándole y calmándolo, haciéndole saber que era amado. Que su Alfa le amaba.
Al acariciar su marca, sintió el ardor y no solo eso: el lazo. El lazo, tirando al inicio, y luego una ola de calma. BeomGyu respondiendo al otro lado, enviando tranquilidad. No como antes, pero era distinto a sus últimos meses de matrimonio. Incluso cuando estaban juntos, había momentos en donde no lo sentía debido al daño provocado. Ahora, se percibía la presencia del Alfa.
TaeHyun no sabía cómo tomarse esa idea. No había ira hacia BeomGyu por haber reestablecido (a medias) ese lazo, ya que él sabía que el Alfa no tuvo otra opción. Si bien los recuerdos se difuminaban a medias, tenía claro que con su Omega a flote, actuó necesitado de él. Recordaba haber restregado su nariz contra el cuello del Alfa y algunas palabras sueltas rogándole que no le dejara. Ante ese comportamiento, habría sido más cruel de parte del Alfa haberse marchado, dejándolo en ese ahogado calor y llorando por el abandono. TaeHyun no habría podido soportarlo.
— Lo lamento, cariño — dijo, mirando a SungHoon —, no tuviste que ver eso.
— ¿Qué? — el Omega menor parpadeó. — Oh, mamá, no te preocupes. No sabías que iba a pasar.
— Fue iresponsable de mi parte — insistió TaeHyun —, ¿cómo está YeSeo? Pobre de mi cachorrita...
— Está bien, mamá — SungHoon le agarró la mano —, la señora Liu se ha hecho cargo de ella. También le cambió las ropas y ahora la está bañando, papá la tomó en brazos y la dejó impregnada — una expresión de enojo de su parte. — No pude evitarlo, pero, cuando lo vuelva a ver...
— SungHoon — TaeHyun hizo un gesto —, es su padre. Es normal que lo haga sin querer. A los padres Alfas les encanta marcar a sus hijos en sus aromas.
— ¡Pero él no es su papá! — explotó SungHoon. — No la ha criado ni la va a criar, así que no debería propasarse — TaeHyun sintió el resentimiento filtrándose en la voz de su hijo. — Mira lo que ha provocado. Pensé que sería una buena idea en un inicio, pero ahora, ¡debería marcharse y no volver! Imagínate si vuelven a verse, ¿qué pasará si estalla otro celo? Ahora no se aprovechó, ¿aunque si estuvieran a solas?
— SungHoon, para — pidió TaeHyun, agotado, y su hijo obedeció. — No quiero que discutamos esto en mi estado, ¿está bien? No me siento bien y mi celo no ha terminado, así que necesito que volvamos a casa. Debo hacer un nido.
TaeHyun esperaba que eso aplacara a su Omega, que estaba comenzando a ponerse de nervios. Estaba casi a punto de inundar su nariz en la almohada para volver a llenarse con el aroma a vainilla y así calmarse, pero sabía que eso provocaría que SungHoon se confundiera más. Su pobre cachorrito, madurando antes de lo esperado. ¿Cuántos fracasos seguiría acumulando TaeHyun en su tarea de madre?
Se terminó de beber el té y luego, con ayuda de su hijo, fue hacia el baño para ducharse y quitarse los restos de aroma Alfa. A pesar de que su Omega no lo quisiera (y una parte de él tampoco), sabía que debía quitar todo olor que levantara sospechas. Era una gran fortuna que Mary hubiera estado en casa, de lo contrario, ¿qué desastre se habría desatado si HeeSeung se encontrara con su padre? Y con él inundado en ese celo soporífero no hubiera podido hacer nada.
Media hora después, limpio y perfumado con el aroma del jabón, salió y se vistió con sus ropas libres de aroma. La almohada seguía ahí, con TaeHyun observándola apáticamente en lo que trataba de convencerse de no ir a olisquearla. Ya estaba limpio de aquel olor.
Salió de la habitación. YeSeo estaba en el cuarto del matrimonio, con Mary trenzando sus cabellos.
— ¡Mami! — gritó ella, yendo hacia él a abrazarlo. TaeHyun le palmeó su cabecita con cariño, sin intentar agacharse porque eso le provocaría nuevos calambres en su vientre.
— Mi linda cachorrita — le dijo, con el corazón apretado en cariño —, ¿cómo estás? ¿Te portaste bien con la tía Mary?
— ¡Sí! — dijo ella, y Mary se puso de pie para ir hacia él. — El... el se-nol Ben... hes gon. No pude... bai bai.
— Ven aquí, preciosa — Mary la agarró en brazos y ayudó a TaeHyun a ir hacia las escaleras para que bajara. — El señor Choi se marchó poco después de hacerte dormir, TaeHyun.
— Ah — TaeHyun sabía que era lo mejor, pero su Omega lloriqueó un poco —, está bien. Lamento mucho las molestias, señora Liu. Dios mío, qué vergüenza. Realmente...
— No debes preocuparte de nada. — dijo ella, con tono firme. — Eres parte de mi familia y debo cuidarte de ti y tus hijos, TaeHyun. Ahora sí, es mejor que vayas a tu hogar. Una vez pase tu celo, conversaremos.
TaeHyun agradeció eso. Lo que menos necesitaba ahora era un interrogatorio.
SungHoon estaba abajo y ayudó a TaeHyun a caminar sin tambalearse. El Omega mayor sabía que pronto vendría otra nueva ola de celo, no tan intensa como la primera, pero necesitaba acostarse en su cama y, ojalá tomarse un supresor.
Como si leyera su mente, Mary le dirigió una mirada reprobadora.
— Nada de supresores — dijo, tan maternal y preocupada —, los supresores provocaron este descontrol en tu celo, TaeHyun. Sabes que no son para tomarlos por mucho tiempo y has abusado de su uso.
Hizo un mohín, caminando a tropezones con ayuda de SungHoon. Su hijo lo abrazaba por la cintura, mientras que él se sostenía con un brazo sobre sus hombros. Mary los acompañó para cargar con YeSeo, y tocó la puerta de la cabañita.
JungWon abrió primero, con una expresión de confusión que se transformó en espanto al ver a su madre.
— ¡Mamá! — gritó, espantado. — Mamá, ¿qué te ha pasado?
— Su celo, JungWon — dijo Mary, haciéndose a un lado para dejarlo pasar. — Vamos, hay que atender y cuidar de tu madre ahora.
Su grito hizo que HeeSeung saliera de su habitación. Seguía en pijama y TaeHyun estuvo a punto de regañarlo, cuando un calambre fuerte hizo que casi se doblara en dos.
Apenas consciente, HeeSeung lo agarró y medio arrastró hacia su cuarto. El aire deprimido que su hijo tuvo en la mañana desapareció para dar paso a un Alfa decidido, y mientras Mary se despedía y dejaba a YeSeo en brazos de JungWon, SungHoon fue a calentar agua para hacer unas compresas.
— ... nido... — pidió TaeHyun, volviendo a sentirse afiebrado.
JungWon entró al cuarto con un montón de ropa de HeeSeung, principalmente sudaderas y playeras. TaeHyun abrazó a su hijo mayor, oliendo su aroma Alfa y tratando de reprimir el disgusto de su Omega. No vainilla, sino cítricos. Como limón y naranja. No vainilla.
— ¿Le llegó recién? — escuchó preguntar a HeeSeung.
— Cuando estábamos llegando — contestó SungHoon, tranquilo —, la señora Liu nos ayudó.
— ¿Pasa algo? — preguntó JungWon, escuchándose confundido.
— No, es que... — HeeSeung también se escuchaba algo pasmado —, es que normalmente no es así en la primera ola. Es la más intensa y que necesita más consuelo.
— Tal vez es la edad — dijo SungHoon.
— ... Te oí, Hoonie — murmuró TaeHyun, pero sabiendo que solo trataba de distraer a HeeSeung de sus ideas.
— ¡Mamá todavía no está tan viejo! — apoyó JungWon, indignado.
Empezaron a discutir en voz baja. TaeHyun cerró sus ojos, buscando consuelo en ese torpe nido que, para su dolor, no podía suplir lo que realmente quería.
Vainilla. Él necesitaba el aroma a vainilla. Ahora que lo había recuperado, era como si su Omega hubiera salido de esa forzada abstinencia para caer en aquel olor que fue, durante tanto tiempo, su refugio.
Qué cruel podía ser el destino a veces, jugando con él de esa vil manera. Y no solo con él, porque él sabía que BeomGyu no debía estar en mejores condiciones que él.
Jodido y feroz destino.
unos diez capítulos y se acaba diceeeee.
¡Gracias por leer! <3
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