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39


TaeHyun tardó unos segundos en procesar lo que su hijo le había dicho, antes de abrir los ojos gracias a la sorpresa.

Ghislaine. Embarazada. Oh, Dios.

La impresión fue incluso peor que si HeeSeung se hubiera enterado de que su padre estaba allí en Nueva York. Ni siquiera sabía cómo tomarse esa noticia, porque no tenía forma alguna de prepararse o anticiparse. ¿Qué debía hacer en un caso así?

Miró a su hijo detenidamente, comprendiendo ahora por qué esos últimos días había estado distanciado de ellos.

— Cuéntame qué pasó — pidió con calma.

HeeSeung procedió a relatar todo desde el inicio, es decir, desde la fiesta de cumpleaños hasta su pelea con Ghislaine por querer abortar.

— Solo lo sabe SungHoon — añadió en voz baja.

TaeHyun lo escuchó con atención y sin interrumpirle. Tenía muchas cosas que decir al respecto, pero intentó poner un poco de orden en su cabeza.

El primer impulso era regañarlo, era claro, pero el Omega no se sentía con fuerzas para eso en aquel momento. Sabía que el regaño solo serviría para hacer sentir peor a HeeSeung, que parecía a punto de llorar frente a él. Así que solo lo abrazó, soltando su aroma materno, y quizás eso fue suficiente para que su hijo se quebrara y rompiera en lágrimas.

— Ya, está bien, cachorrito — le susurró, cariñoso —, no estoy enfadado, ¿vale? No estoy enojado.

— No quería... no quería de-decepcionarte — sollozó HeeSeung.

— No, ¿qué dices? — TaeHyun le acarició el cabello. — Tampoco estoy decepcionado. Tal vez un poco triste, pero no decepcionado.

— Mamá...

HeeSeung solo lloró otro momento, con TaeHyun consolándolo a pesar de que ya fuera tarde y estuviera cansado. Él sabía que a su hijo mayor le tuvo que haber costado demasiado agarrar el valor necesario para hablarlo, e iba a respetar ese espacio que él buscó para contarle lo que pasaba con su vida. En especial, que fuera capaz de confesarle lo que estaba ocurriendo con su novia y esa situación en particular.

TaeHyun no se lo había esperado para nada. Es decir, él podía imaginarse que HeeSeung inició su vida sexual, pero no creía que debía preocuparse por eso. Su hijo mayor era el más responsable de los tres (YeSeo no contaba, porque era una bebé todavía) y también tuvieron la conversación cuando empezó a salir con Ghislaine. Él se preocupó de que HeeSeung supiera sobre los métodos anticonceptivos y la necesidad de usarlos.

Aunque tal vez sí fue su culpa. De los cuatro cachorritos, siempre se preocupó un poco menos de HeeSeung porque era el mayor y, además, el Alfa. Era el que maduró más rápido y quien tuvo que hacerse cargo como Alfa de la manada. Incluso en Corea, fue el mismo HeeSeung quien marcó una línea de privacidad cuando empezó a crecer. No quería que mamá fuera pegajoso con él, ni mucho menos lo tratara como un bebé en la secundaria. Por supuesto que las cosas cambiaron cuando llegaron a Estados Unidos, pero allí también HeeSeung no se permitía ser débil. No le gustaba llorar frente a los demás y a TaeHyun le recordaba tanto cuando BeomGyu trataba de hacerse el duro al ver insectos o cuando iban al zoológico y entraban a la sección de reptiles.

Los defectos de los hijos son los fracasos de los padres, decía el dicho, y TaeHyun lo sintió con mucho dolor en su corazón.

Y TaeHyun no quería que HeeSeung siguiera los pasos de BeomGyu, ni mucho menos los de él mismo.

— ¿Mucho mejor? — le murmuró TaeHyun cuando sintió que su llanto se calmaba, y HeeSeung asintió con la cabeza, sin separarse demasiado de él. — ¿Quieres un té?

— No — negó HeeSeung, con la voz temblorosa debido a las lágrimas derramadas —, no, mamá.

— Hee — TaeHyun se acomodó en el sofá para ver a su hijo a la cara —, Ghislaine te necesita, mi amor.

— No — volvió a repetir HeeSeung —, no, ella...

— Escúchame, por favor, cariño — su hijo se calló, parpadeando —, necesito que me escuches, pero también que no te enfades por lo que voy a decir.

TaeHyun miró a esos ojos, esos ojos tan parecidos a los de BeomGyu. Su cachorrito mayor, su bebé grande, sacó esa mirada del Alfa.

— Un embarazo es difícil — habló TaeHyun —, y más aún cuando no es deseado. Yo los amo a ustedes con todo mi corazón, a los cuatro. Ustedes son parte de mi alma para siempre y, si alguno me falta, todo en mí se rompe — sonrió con pena. — Pero, si hubiera tenido la oportunidad de elegir, mi vida, yo no los habría tenido a la edad que los tuve. Yo no quería ser madre tan joven porque tenía sueños que quería cumplir.

— Es distinto — trató de decir HeeSeung —, papá...

— Yo amaba a tu padre — prosiguió TaeHyun, viendo el mohín en el rostro de HeeSeung. — Sí, aunque no te guste, cariño, yo lo amaba. Por eso mismo, por amor y también por presión, acepté tenerlos tan joven. Acepté hacer a un lado lo que yo quería y tenerlos. No me arrepiento porque ustedes son mi vida... Sin embargo, también me habría gustado tener otra opción.

Los labios de HeeSeung volvieron a temblar. TaeHyun le limpió las mejillas húmedas con amor, con ternura, abriéndole su corazón a su hijo mayor. A su cachorrito amado, a quien abrazaría y sostendría las veces necesarias para que no resultara dañado.

— Tú sabes que sufrí una depresión post-parto — el Omega se sinceró, — y sabes también cómo lo solucionamos con tu padre. Cometimos un gran error, yo en especial, porque estaba desesperado por ser una buena madre, por ser la madre que necesitaban. Pudimos solucionarlos... sin embargo, hay muchos Omegas madres que no llegan a solucionarlo. Hay muchos Omegas que se ven obligados a forzar su amor, y eso no está bien.

— Pero me haré cargo — susurró HeeSeung —, yo me haré cargo...

— No dudo de que seas un padre magnífico, HeeSeung — le agarró la mano con fuerza —, pero Ghislaine no quiere ser madre, no ahora. Sé que la quieres, y quizás ya te hayas proyectado con ella, ¿no es así? Que quieres marcarla porque la ves como tu Omega. Puede que ella igual quiera tu marca, ya que te reconoce como Alfa — un suave apretón. — Pero esto, lo que hagas ahora, puede marcar un quiebre en tu relación. Si presionas a Ghislaine y la convences de que lo tenga, podrán ocurrir dos cosas: la primera, es que ella termine odiándote y odiando a ese bebé.

HeeSeung sorbió por su nariz.

— La segunda, cariño, es que ella ceda — con su otra mano, le agarró la barbilla —, ella ceda, como yo cedí, y lo que yo viví con tu padre se repita contigo y, por dios, no quiero eso — él también sintió su garganta apretada —, por dios que no lo quiero.

— No quiero ser como papá — sollozó HeeSeung.

—No, no lo serás, jamás lo serás — prometió TaeHyun —, pero para eso, debemos sacarnos varias ideas de la cabeza, ¿está bien? Y por lo mismo, HeeSeung, debes hablarlo con Ghislaine. Sin gritos, sin agresiones. Debes sentarte con ella y escucharla.

— Ella me dijo que.. que la competencia de taekwondo... Dijo que quería una beca para estudiar...

— Estudiar — TaeHyun soltó una risa suave. — ¿Y tú no quieres, HeeSeung?

— No — HeeSeung sacudió su cabeza —, quiero entrar a trabajar y así... así ayudarte...

— Mi vida, no — le besó la frente —, no, no te atrevas. Yo quiero que sigas tu sueño, tus sueños, y no te detengas, menos por mí. Nunca por mí — otro beso. — Cuando eras pequeño, me decías tanto que querías ser veterinario. Un gran veterinario...

— Lo recuerdo — a pesar de los ojos lagrimosos, HeeSeung sonrió —, quería tanto un perrito, mamá.

— Y también un gatito, un elefante, un pajarito...

El cansancio pareció desaparecer a medida que hablaba, con HeeSeung riéndose suavemente y platicándole sobre cuando era más pequeño y todas las travesuras que hacía con SungHoon. Por lo normal era SungHoon el que se animaba a hacer alguna maldad, sin embargo, HeeSeung le seguía y le aconsejaba cómo hacerlo para que no lo notaran. HeeSeung fue el primero en descubrir, por ejemplo, que fue SungHoon quien le robó el gatito de peluche a JungWon, y quien también le dijo dónde podía esconderlo para que no lo descubrieran.

Pronto dieron más de la una de la mañana. HeeSeung ahora estaba acurrucado contra él, mientras TaeHyun le acariciaba el cabello.

— Si fueran SungHoon o JungWon — habló TaeHyun —, quienes hubieran quedado embarazados y quisieran abortarlo, ¿tú los habrías dejado, HeeSeung?

HeeSeung limpió su nariz.

— Sí — susurró HeeSeung — incluso los habría acompañado. Si ellos no quieren...

— Lo mismo pasa con Ghislaine — TaeHyun cerró sus ojos un momento. — Está bien si no estás de acuerdo, Hee, pero debes respetar lo que ella quiere con su vida y con su cuerpo.

Había pensado ponerle de ejemplo la misma situación que vivió él con YeSeo, pero luego de pensarlo mejor, decidió que no sería lo mejor. Hablar de eso incluso lo ponía mal a él a veces.

— Quiero formar una familia con ella — murmuró HeeSeung.

— Más adelante, cuando seas más grande, podrás hacerlo — contestó TaeHyun —, cuando los dos tengan un trabajo, una vida estable y una casa — lo abrazó con fuerza. — Y yo seré el abuelo más feliz de la vida cuando tenga a mis nietos, que vendrán al mundo en una familia donde sus dos padres los amen con todo su corazón.

Incluso pensó en mencionarle lo que pasó con su padre y su abuela. Hablarle de esa mujer, YeJin, que abandonó a BeomGyu porque no lo amaba, nunca lo quiso, y lo tuvo contra su voluntad. Sin embargo, luego razonó que esa no era una historia que él debía contar. Eso le pertenecía a BeomGyu.

— Habla con ella — volvió a decir TaeHyun — y  acompáñala en sus decisiones, HeeSeung. Ella debe estar muy asustada y aterrada, porque, cariño, un aborto no es fácil. Incluso si ella lo quiere, no es fácil. Ella solo  tiene diecisiete años.

Nuevo llanto. HeeSeung se le pegó con más fuerza, y TaeHyun aceptó ese fuerte abrazo, sabiendo que su cachorrito era quien le necesitaba ahora.

— S-sí — sollozó HeeSeung, afectado y muy triste, tan triste que podía sentirlo a través de su lazo —, bu-bueno, mamá...

— Ahora, ¿qué tal si vamos a dormir? — preguntó TaeHyun. — ¿Te parece si dormimos juntos, hoy? Hace mucho que no duermes a mi lado.

— Sí, sí — barboteó el Alfa, casi desesperado. — Incluso... incluso dejé a YeSeo durmiendo con SungHoon...

Eso le sacó una risa suave y cariñosa. HeeSeung parecía haberse anticipado a esa idea.

Se enderezó y le agarró las mejillas, dándole un apretón suave. Observó el rostro enrojecido por las lágrimas de su hijo mayor, con los ojitos hinchados y apenados.

— Como tus hermanos, eres mi mayor orgullo — le dijo TaeHyun, sin importarle si eso provocaba que HeeSeung derramara más lágrimas. Él debía saber eso por su propia boca —, lo más importante que tengo. Sé que tomarás la decisión correcta, HeeSeung, e incluso, si te equivocas, yo estaré aquí para darte un abrazo. Te amo, mi cachorrito Alfa, con todo mi corazón.

— Yo también, mamá — lloró HeeSeung —, también te amo.

Su Alfa había estado muy intranquilo esos dos días.

BeomGyu suspiró, tratando de controlar los nervios que estaban provocando un desastre en su estómago, y se forzó a observar su desayuno para comer. El día anterior, supuestamente, tenía que marcharse del país y regresar a Corea para rendir cuentas ante la policía, pero sus planes habían cambiado por completo. Sí tuvo que ir ante las autoridades estadounidenses para explicar el motivo de que se quedaría más días, como máximo, dijo, lo que durará la visa de turista. No quería darle muchas vueltas al asunto, pero pensaba ¿qué cosa ocurriría en el futuro?

No lo sabía. Si le hubieran dicho antes que, en primer lugar, tenía una hija más, no lo habría creído para nada.

Cómo podían cambiar las cosas de un día para otro. Solo la semana pasada en su mente existían solo tres hijos, y ahora eran cuatro. Una pequeña niña que TaeHyun tuvo con todo el valor del mundo y que cuidaba con absoluto amor, a pesar de lo que él le hizo.

Si la hubiera abortado, BeomGyu no le habría echado la culpa de hacerlo. Ahora, al mirarlo en perspectiva, tenía claro que un niño, un bebé, debía venir al mundo por el deseo de ambos padres, en un hogar lleno de amor y preocupación por él. Lo que el Alfa le hizo a TaeHyun, presionarlo y presionarlo, pensando solo en sus egoístas ambiciones, era una de las crueldades más grandes.

Volvió a suspirar, frotando su frente en un vago intento de mantener a su Alfa a raya. Desde el encuentro con TaeHyun que estaba más descontrolado de lo normal, aunque tampoco es como si realmente le extrañara, considerando que el lazo de ellos dos parecía tensarse y temblar. No había tocado al Omega en esos días, sin embargo, su aroma se filtraba y llegaba a la nariz del Alfa: café y mandarinas. No podía evitarlo, y recordaba esos primeros años que compartió con él, cuando salían e incluso luego de casarse. TaeHyun era un fanático de esas frutas y, por lo mismo, solía creer que olía a mandarinas por todas las veces que las comía, pero tardó meses en darse cuenta de que no era así. El olor Omega de su novio era ese, y no pudo evitar sentir más amor, porque jamás percibió ese aroma en otra persona. Era único para él.

Así que era difícil. Olía a TaeHyun y su Alfa se volvía loco, como cuando era un adolescente, con la imperiosa necesidad de tocarlo, abrazarlo y acurrucarlo contra él. Costaba todo su esfuerzo no hacerlo, sabiendo que el Omega debía sentir asco hacia el Alfa, y quizás esa idea era lo suficientemente dura como para no descontrolarse.

Como fuera. No quería darle muchas vueltas a lo que TaeHyun podía pensar de él, porque eso lo terminaría por romper completamente.

Juntó sus manos, con los codos apoyados en sus piernas, y observó desde su asiento los alrededores, con los nervios volviendo a apretar su estómago. Había quedado en juntarse con TaeHyun ese día, después del almuerzo y en Central Park. No pensó que le diría que sí a ese encuentro, pero agradecía que, en el fondo, el Omega siguiera siendo tan buena persona con él a pesar de lo que le hizo.

Cuando giró su cabeza, vio a TaeHyun aparecer por entremedio de la multitud de personas, y se puso de pie, limpiando sus manos sudorosas en el abrigo. La sonrisa que puso en el rostro se congeló cuando vio a YeSeo.

A YeSeo en brazos de SungHoon.

Pudo sentir cómo perdía el color de su rostro ante la visión de uno de sus hijos yendo detrás de TaeHyun, con una seria expresión, mientras cargaba a su hermanita menor. TaeHyun también venía con rostro grave, y ahora quería huir de allí.

Oh dios, santo dios...

Pero era como si sus pies fueran de plomo y no pudiera moverse. Perdió brevemente el aire en sus pulmones, pues la aparición de SungHoon no se la había imaginado en ningún momento. ¿Y si venía...?

¿Y si venía a decirle que debía marcharse y no volver a buscarlos nunca más?

Era casi un hecho. Si bien HeeSeung era quién actuaba como Alfa, BeomGyu podía sospechar y casi confirmar que SungHoon era el hijo más íntimo de TaeHyun, lo cual era una gran ironía considerando que antes discutían mucho. Pero él lo pudo ver los últimos meses en Corea: SungHoon fue quien más se preocupó de cuidar a su madre, de tratar de reemplazar la figura materna con JungWon, y lo más probable es que hubiera sido lo mismo con YeSeo. SungHoon era el más protector en cuanto a su madre se refería.

TaeHyun se detuvo a unos metros de él, con una clara expresión reservada.

— Hola, BeomGyu — saludó.

— Hola, TaeHyun — se forzó a saludar luego de tragar saliva, antes de que sus ojos se posaran en SungHoon. — Hola, Hoonnie...

El apodo salió de su boca sin poder controlarlo, y casi se esperó la respuesta agresiva de su hijo.

— Hola, papá.

El saludo, el haberlo reconocido como su padre, casi lo descolocó.

— ¡Hola, se-nol Ben! — saludó con tono estridente YeSeo, sobresaltándolo.

La pequeña le miraba con expectación desde los brazos de SungHoon, abriendo y apretando sus manos, como si no supiera bien lo que debía hacer. BeomGyu también sintió sus manos picar.

Notó a TaeHyun dirigiéndole una mirada a SungHoon. El Omega menor mantuvo la misma expresión en su rostro, pero le tendió la niña a BeomGyu, que se apresuró a agarrarla. YeSeo gritó por la felicidad, abrazándolo por el cuello, y el Alfa pudo sentir a la pequeña restregando su cabecita contra esa zona.

Como si fuera un recuerdo, pudo reconocer ese gesto: era lo que hacían los cachorros al estar en brazos de sus padres.

— Me gusa su olol — dijo YeSeo, suspirando por la felicidad.

TaeHyun se volteó hacia SungHoon.

— ¿Por qué no vas a comprarle un algodón de azúcar, SungHoonnie? — preguntó, sacando de su bolsillo una billetera. — Cómprate algo a ti también, cariño.

— Bueno, mamá — dijo el Omega menor, recibiendo el dinero y yendo a buscar a algún vendedor, dejándolos a ellos a solas.

— No pensaba traerlo — fue lo primero que dijo TaeHyun, comenzando a caminar, y BeomGyu tuvo que seguirlo —, pero él se dio cuenta anteayer. YeSeo seguía con tu aroma.

— Oh — BeomGyu pudo recuperar el habla ahora —, oh, perdón, TaeHyun. No pretendía... No quería...

— Es una fortuna que fuera SungHoon — TaeHyun parecía un poco ido —, si hubiera sido HeeSeung, todo habría sido un desastre peor.

Sabía que no lo dijo con mala intención, que no lo dijo para herirlo, pero eso no evitó que doliera. BeomGyu ya tenía más que claro que, de los tres, HeeSeung sería el más difícil y complicado, el que con mucha probabilidad jamás le aceptaría de vuelta. Su hijo mayor, que tuvo que cargar con mucho peso por las acciones que su padre cometió, nunca le perdonaría nada de lo que hizo.

— Le dije a SungHoon que no era necesario que viniera — continuó TaeHyun, ajeno a lo que le había dicho —, pero él lo quiso. Dijo que quería verte.

— Yo...

— No sé si hablará contigo, BeomGyu — pudo escuchar su suspiro. — No me ha dicho nada de eso.

No supo qué decir ante eso, demasiado abrumado por lo que acababa de pasar. Él todavía no se había sentido preparado para ver a uno de sus hijos, a pesar de que los había observado de lejos días antes. Pero una cosa era verlos así, de pasada, y la otra era tenerlos tan cerca.

YeSeo, en sus brazos, estaba recostada contra él en ese abrazo tan apretado. BeomGyu la sentía tan pequeñita contra él, como fue con sus otros cachorros años atrás, y las ganas de llorar volvieron a inundarlo. Sus hijos. Sus pequeños niños que habían crecido.

— Lo siento — murmuró BeomGyu, con la garganta apretada y adolorida, en ese claro anuncio de que pronto iba a llorar.

— ¡YeSeo!

La voz de SungHoon resonó a metros de ellos, salvándolo del inevitable llanto. La niña se giró, observando a su hermano mayor sostener el algodón de azúcar y un helado en sus manos.

— ¡Hoon! — gritó ella, revolviéndose, y BeomGyu la dejó en el suelo con suavidad, viéndola correr hacia el Omega. — ¿Mío? — señaló, apuntando al helado.

— ¡No! — SungHoon le sonrió, divertido. — ¡Este! — le ofreció el algodón de azúcar, que recibió gustosa, y le agarró la otra manito. — Vamos, ¿quieres ir a jugar?

— ¡Siií! — dijo, siendo llevada por su hermano mayor hacia los juegos.

TaeHyun volvió a moverse, yendo a sentarse en una banca vacía, así que BeomGyu se movió junto a él, aunque echándole un vistazo más a sus hijos. SungHoon estaba columpiando a YeSeo con suavidad en lo que terminaba de comerse su algodón de azúcar.

— TaeHyun — habló BeomGyu, con la voz adolorida, y el Omega le miró de reojo —, perdón, TaeHyun. Perdón por lo que te hice. Perdón por... por haberte hecho tanto daño.

TaeHyun se sentía incapaz de mirarlo, porque sabía que iba a derrumbarse apenas lo viera. Esa mañana había despertado muy sensible, con su marca picando de manera casi dolorosa, y tal vez fue eso lo que hizo a SungHoon acompañarlo.

HeeSeung estaba un poco deprimido, supo enseguida cuando no fue a desayunar y, al ir a verlo a su cuarto, seguía acostado. TaeHyun habló brevemente con él, dándole un abrazo más fuerte y sabiendo el motivo de su estado, y diciéndole que permaneciera acostado si así lo quería. YeSeo incluso le llevó a Ben, diciéndole que el gatito le iba a consolar en su pena. JungWon, por otro lado, no sabía qué le pasaba a su hermano mayor, y TaeHyun tampoco le contó pues HeeSeung se lo había pedido. Pero, al ver a HeeSeung tan triste, JungWon actuó como todo un Omega, y se fue a recostar a su lado para confortarlo. JungWon había aprendido en el colegio que las feromonas Omegas servían para consolar a los Alfas y quería ponerlo en práctica, dijo.

Eso le hizo pensar en las veces que él lo hizo con BeomGyu. Las noches en que tenía pesadillas con su madre, los días difíciles en el trabajo, cuando veía a su padre...

Ahora TaeHyun lo veía con más claridad, el aroma triste que exhalaba las veces en que MinHo iba a visitarlos.

Pensó en la madre de BeomGyu, esa mujer que se marchó sin mirar atrás. ¿Lo habría pensado tanto como él? TaeHyun creía que no.

— No sé si pueda hacerlo — habló TaeHyun, sintiendo su propia voz tensa por lo mucho que le costaba no romper a llorar —, no sé si pueda...

— Lo sé — BeomGyu parpadeó repetidas veces para espantar los sollozos, pero le costaba mucho. Por dios que le dolía —, lo sé. La-lamento tanto lo que te hice...

Tragó saliva, pero sintió unas lágrimas escaparse de sus ojos, y las limpió con rapidez.

— Ni siquiera tengo justificación — continuó hablando luego de tomar aire —, no tengo excusa alguna para todo lo que te hice. Me comporté como... como un monstruo contigo.

— Sí — TaeHyun sonrió, pero no había gracia en esa expresión, solo triste ironía —, sí. Lo que hiciste esa noche...

— Fue mi más grande pecado — la vergüenza lo golpeó — y mi más grande tortura. No hay... no hay día en que no me martirice por eso, TaeHyun.

— ¿Sabes qué era lo peor? — el Omega frotó sus ojos. — Que te seguía amando, BeomGyu. Que toda esa mierda que me hiciste no impidió que sintiera todavía amor por ti — soltó una risa cansada. — Pero ese amor solo disminuía... disminuía cada día. Si tú solo... — volvió a frotar los ojos para espantar el llanto —, si solo me hubieras dicho que nos fuéramos, que nos escapáramos de Corea para salvar a JungWonnie, yo te habría perdonado todo. Absolutamente todo.

BeomGyu apretó sus párpados para seguir reteniendo el llanto, sabiendo que se merecía todas esas duras palabras. Sabiendo que debía escucharlo para entender, de manera directa, todo el daño que le había hecho a una de las personas que más amó en la vida.

— Estoy... estoy orgulloso de ti — admitió BeomGyu, triste y derrotado —, porque, a pesar de todo el daño que te hice, pudiste reconstruirte. Estás aquí, a salvo con nuestros hijos, y eso es todo lo que importa.

— Sí... — otra sonrisa amarga en el rostro del Omega. — Ojalá no hubiéramos tenido que pasar por toda esa mierda, BeomGyu — el golpe fue certero en su corazón, apretándoselo en dolor. — Ojalá las cosas hubieran sido distintas. Ojalá hubiera podido ahorrarles todo ese dolor a mis cachorros, BeomGyu.

— Perdón — volvió a decir, porque tristemente no podía decir otra cosa.

— Y, aun así... — siguió TaeHyun, y ahora la agresividad se esfumó, dejando solo el cansancio — y, aun así, BeomGyu, una parte de mí comprende todas tus acciones — el Omega sintió, otra vez, su marca picar. — Tu padre me habló brevemente sobre tu madre, y todo cobró sentido.

BeomGyu se sintió palidecer más de lo que ya estaba al escuchar esas palabras. Al voltearse hacia TaeHyun, no vio compasión en sus ojos, y eso, para su sorpresa, lo alivió. No quería que TaeHyun lo compadeciera, no luego de todo lo que ellos vivieron.

— Nunca te lo conté — BeomGyu hizo un leve mohín —, nunca tuve el valor. Desde que se marchó, quise fingir que ella nunca existió. Yo pensaba... — su voz se ahogó —, pensaba que así, el daño que me hizo, tampoco existía. Nunca le tomé real importancia, nunca creí que... que su abandono podría afectarme de esta manera.

TaeHyun no dijo nada, observando a lo lejos a YeSeo jugar con SungHoon. Ahora estaban en los toboganes, lanzándose juntos entre risas.

— Mi madre nunca me quiso — prosiguió BeomGyu, sin mirarlo a los ojos —, nunca quiso a mi padre tampoco. Ella se casó con él y me tuvo por obligación, porque sus padres la presionaron y no tuvo otra opción. Mi papá me dijo que, los primeros años, luego de tenerme, actuó como toda una madre, pero, con el pasar del tiempo, eso fue cambiando — juntó sus manos, bajando sus hombros por el cansancio.

《 Yo me empeñé mucho tiempo en ser el hijo perfecto para ella. Creía que... que, si lo era, que si era un buen niño, ella me amaría más. Ella a veces era cruel y dura conmigo, y yo no lo entendía ni un poco, no podía comprender por qué me decía todas esas cosas y me trataba tan mal. Pensaba que... que era culpa mía, que si yo era mejor, entonces las cosas cambiarían.

TaeHyun cerró sus ojos brevemente. Podía imaginarse todo lo que escuchaba: a BeomGyu siendo solo un niño, como sus cachorritos, siendo rechazado por quien se suponía era la persona más incondicional a ti. Él mismo vivió el rechazo de su madre a medida que iba creciendo, pero ahí TaeHyun podía decir con claridad que fue porque él mismo lo provocó en parte: salirse de la línea que su madre quiso imponerle significó su desprecio.

— Pero no fue así — BeomGyu le dirigió una mirada de reojo —, y, cuando tenía trece años, ella conoció a su Alfa destinado. Yo no lo sabía en un inicio, cuando ella se marchó, ni siquiera me dejó una carta explicándome todo. Solo recogió sus cosas un día, y aprovechando que yo estaba en el colegio, simplemente se fue. Cuando llegué a casa ni siquiera me extrañó que no estuviera, pensé que estaba en su trabajo en la floristería, y solo la esperé. Pero ella nunca regresó y ahí comenzó todo... todo ese resentimiento — otra vez el abatimiento en su voz. — Tampoco te lo conté, pero yo estaba muy enfadado con todos los Omegas en general, al menos hasta que te conocí. No quería relacionarme con ninguno de ellos en una infantil protesta de odio hacia ustedes. Pensaba...

— Suficiente — le cortó TaeHyun, agotado —, es suficiente por hoy, BeomGyu.

El Alfa calló, sabiendo que tanta información podía abrumar al Omega. No se veía muy bien, si era sincero, pero no se atrevía a preguntar por el temor de recibir una respuesta agresiva. Él podía imaginarse lo mucho que debía costarle a TaeHyun estar allí, a su lado, y no actuar como debiera hacerlo. BeomGyu se había imaginado mucho tiempo que, si se reencontraban, TaeHyun llegaría al punto de golpearlo como hizo tantos años atrás, cuando le quitó esas hormonas adictivas que probaron.

— ¡Mamá! — gritó YeSeo de pronto, desde arriba de uno de los juegos que era una casa con un tobogán. — ¡Ven, mami!

TaeHyun se puso de pie. BeomGyu se quedó en su lugar, viéndolo ir hacia la niña, y SungHoon de pronto volvió su vista a él. Se forzó a mantenerla y no entrar en pánico cuando lo vio ir hacia él, diciéndole algo a TaeHyun brevemente cuando se cruzaron. El Omega mayor simplemente asintió con la cabeza antes de continuar hacia su hija.

Trató de controlarse cuando SungHoon se sentó a su lado, aunque dejando un espacio entre ellos. Se instaló un silencio tenso entre ellos, y BeomGyu no sabía bien qué decir. ¿Comenzar disculpándose, como acababa de hacer con TaeHyun?

— No te odio, papá.

Las palabras lo sobresaltaron y se volteó hacia su hijo. SungHoon no le observaba, solo miraba a su hermana y madre, jugando en el parque lejos de ellos.

— SungHoon...

— Estaba enfadado en un inicio — admitió el Omega —, por lo que le hiciste a mamá y a... a nosotros. Tú siempre... siempre fuiste mi ejemplo a seguir sobre lo que quería de un Alfa, papá, pero, cuando empezaron los problemas, todo eso se... se distorsionó y ya no entendía nada. Lo único que sabía era que dañaste a mamá y estabas tomando las decisiones incorrectas.

— Perdón, SungHoon — pudo hablar por fin el Alfa —, perdón por el daño que te hice, a ti y a tus hermanos. En ese momento pensaba que era lo... lo correcto, lo que debía hacer, pero ahora, sé que solo me equivoqué varias veces con ustedes. Y sé que lo que les hice no tiene perdón.

— No — concedió SungHoon —, pero eso no quita que todavía te quiero, papá.

Aquellas palabras estrujaron su corazón y ahora las ganas de llorar ya no las pudo aguantar. Sin importarle si lo hacía frente a su hijo, se permitió soltar un par de lágrimas, sorbiendo por su nariz ya que él no se había imaginado cuánto extraño esas palabras. Que uno de sus cachorritos se lo dijera solo le hizo ver lo mucho que les hacía falta.

— Yo también te quiero, SungHoon — dijo, con la voz temblorosa.

— Y se lo dije a mamá, pero también te lo digo a ti — continuó el Omega menor, también tratando de no llorar. — Si mamá te quiere en su vida, pues está bien para mí. Yo no me voy a enfadar con él o contigo, porque estoy... estoy harto de que mamá se niegue cosas y se las prohíba por nosotros. Estoy harto de que él no se priorice.

Escuchar eso provocó más lágrimas de su parte. BeomGyu esperaba lo mismo, deseaba tanto que TaeHyun pudiera ser feliz, poniéndose en primer lugar y dejando de sacrificar tantas cosas por el bien de otros. Ojalá TaeHyun volviera a sonreír como antes, cuando era solo un muchacho de dieciocho años con toda una vida por delante.

— Ojalá encuentre su felicidad — dijo BeomGyu, porque era lo que más quería en la vida.

Levantó su vista y la dirigió hacia TaeHyun casi por instinto, viéndolo tan hermoso a lo lejos, tan particularmente bello, e iba a añadir algo más, pero sintió un tirón en su lazo que lo sobresaltó.

En ese momento, vio al Omega desplomarse en el suelo.

Ni siquiera lo dudó un poco, poniéndose de pie con SungHoon siguiéndolo, y corrió hacia TaeHyun. La gente a su alrededor exclamó por la sorpresa, y YeSeo también gritó, asustada.

— ¡TaeHyun! — gritó BeomGyu, llegando hacia el Omega y arrodillándose, con el pánico en su voz.

— ¿Mamá? — preguntó SungHoon, aterrado.

BeomGyu dio vuelta a TaeHyun, notando su rostro enrojecido y, de pronto, el aroma a mandarinas y café lo impactó con fuerza. Su Alfa enloqueció, rindiéndose ante ese olor, con las manos temblando cuando sintió el estremecimiento del Omega.

— Alfa — gimió TaeHyun, mareado y con la respiración acelerada, antes de mirarlo con los ojos brillantes y aturdidos.

TaeHyun había entrado en celo.

¡Gracias por leer!

¿Qué creen que pasará en el siguiente capítulo? 👀

pd: estoy en el hospital y traté de actualizar muy rápido, así que, si encuentran algún error, avísenme, por favor. <3

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