Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37


TaeHyun trató de concentrarse en todo momento en su cachorrita en lo que fue el viaje a casa.

Lo primero que hizo al salir del centro comercial fue pedir un taxi, incapaz de ir en metro con todas las bolsas que llevaba, así que no le importó pagar la enorme suma que le saldría solo para ir más calmado.

Y, santo dios, calma era lo que necesitaba en ese momento.

— Mami — habló YeSeo, llamando su atención, y TaeHyun se forzó a concentrarse en ella —, ese hombe... he's nice.

Trató de sonreír con tranquilidad, con el corazón acelerado fuertemente y el dolor en la boca de su estómago. Recordar lo que había pasado solo minutos atrás, con BeomGyu observándolo a su lado mientras ellos hablaban...

Él ni siquiera podía entender cómo no había colapsado en ese momento. El por qué todavía no colapsaba.

Rememorarlo se sentía como si hubiera sido un sueño. Como si los bordes de lo que veía se difuminaran, y frente a él, solo pudiera ver a BeomGyu, con ese rostro más duro, tan demacrado y triste, como si hubiera atravesado una larga enfermedad. A veces, cuando veía las noticias, hacían esos reportajes: lo que podía provocar la separación forzada entre un Alfa y un Omega que tenían un lazo profundo.

— ¿Te agradó? — preguntó TaeHyun, acariciándole el suave cabellito a su niña. — ¿Te parece si lo vemos mañana? Mañana iremos al supermercado para comprar comida para tu cumpleaños.

— ¡Bueeeeeeno! — la niña alargó la palabra, sonriendo tan feliz. — ¡Te kiedo! Ese hombe... ¡me a-u-do!

— Sí, sí... — TaeHyun la abrazó con fuerza. — Nunca más salgas así, ¿entendido? Siempre tienes que estar a mi lado.

YeSeo se lo prometió y le devolvió el abrazo, suspirando por la tranquilidad. Su mente todavía no procesaba correctamente lo que acababa de ocurrir y, por lo mismo, todavía no daba paso al miedo de lo que la Ilegada de BeomGyu significaba para él. Para sus hijos. Para YeSeo.

No tardó en llegar a su casa, pagando el taxi y dejando que YeSeo cargara con una de las bolsas más pequeñas. Ya había oscurecido parcialmente a esas alturas, por lo que no fue una sorpresa cuando, al abrir la puerta de su casa, sus tres hijos aparecieron.

— ¿Mamá? ¡Mamá, ¿dónde estabas?! — exclamó HeeSeung, dirigiéndose hacia él.

— ¡Es muy tarde! — alegó JungWon, apoyando a su hermano mayor y acercándose. — ¡Nos empezábamos a preocupar!

— ¿Ha pasado algo? — SungHoon, que había estado en el sofá, se puso de pie. — Estás un poco pálido, mamá, ¿estuviste llorando?

TaeHyun sintió su corazón cayendo por el miedo repentino, sin saber exactamente qué era lo que debía hacer o decir. ¿Decirles la verdad? Eso sería un desastre enorme, no tenía que ser un adivino para saberlo. Sería catastrófico y causaría que sus cachorritos se desbordaran. Lo tenía más que claro.

El mismo no se sentía del todo bien en ese momento. De un momento para otro, fue como si el peso de lo ocurrido hubiera caído en sus hombros, y su Omega solo necesitaba un instante de soledad para derrumbarse.

— YeSeo se perdió — habló, y trató de mantenerse firme —, fue un breve momento de pánico, pero me asusté demasiado...

— ¡¿Se perdió?! — HeeSeung, asustado de pronto, se inclinó y agarró a su hermana menor, que pegó un grito de sorpresa. — ¡¿Pero no le pasó nada grave, mamá?!

— ¡No! — YeSeo soltó una risita, como si no hubiera sido nada. — ¡Un hombe bo-ni-to me a-u-do! — añadió.

— Mamá... — SungHoon también se veía muy preocupado —, ¿estás bien? ¿Pasaste mucho miedo?

— No se lo imaginan... — TaeHyun arrastró las bolsas. — Ella vio a unos chicos disfrazados y salió detrás de ellos mientras yo compraba algo. Quise morirme.

— Mamá... — ahora JungWon agarró a YeSeo —, ¡no asustes más a mamá, niña del demonio!

¡Babo! — le gritó ella a su hermano, y le manoteó la mejilla.

Verlos discutir infantilmente provocó que su corazón se relajara un poco, al menos, lo suficiente para fingir que eso fue todo lo que pasó y que las cosas seguían bien, en su curso, dentro de ese tranquilo río que creó. TaeHyun no quería que esa tormenta (esa tormenta que BeomGyu era) provocara estragos y desbordara ese río. Un río desbordado siempre causaba problemas y sufrimiento.

La cena, para su fortuna, ya había sido preparada por SungHoon. Logró concentrarse las horas que le quedaban, tratando de reprimir y reprimir esa ahogante sensación de miedo y terror que inundó lo profundo de sus entrañas. Ahora ya no se sentía cómo un sueño, sino como lo que era: la realidad. La realidad de que había visto a BeomGyu solo horas atrás.

A su favor, los cachorros parecieron interpretar su repentino silencio y torpeza con que estaba cansado y todavía algo afectado por lo ocurrido. Por lo mismo, no hicieron demasiadas preguntas y se dedicaron a cuidar de YeSeo antes de que le diera sueño para dormir. La pequeña no tardó en caer dormida, tranquilita por estar protegida por sus hermanos mayores.

Sus hijos no tardaron demasiado después en ir al dormitorio para acabar con algunas tareas e irse a acostar también. TaeHyun, una vez quedó solo, simplemente rebuscó algunas cosas en su bolso, sacando un encendedor junto con un paquete de cigarrillos que había comprado mientras esperaban el taxi. Cuando vio el paquete, solo pudo pensar en lo mucho que iba a necesitar uno, y ni siquiera lo dudó demasiado.

Él había dejado esa adicción demasiado tiempo atrás, cuando estaba saliendo con BeomGyu, porque no era bien visto que un Omega fumara. TaeHyun lo comenzó a hacer debido a la ansiedad y los nervios, a pesar de ser menor de edad, y siempre a escondidas.

Sí, en esa época, a los quince, TaeHyun tenía mucho miedo. Casi todos los Omegas de su curso estaban saliendo con algún Alfa, y eran pocos los solteros, entre esos estaba él. Cada vez que regresaba a casa, mamá solía preguntarle no solo cómo le había ido, sino también si algún Alfa ya le empezó a cortejar. Por supuesto, sus respuestas siempre eran negativas, y eso provocaba que mamá arrugara los labios, le mirara con tanta reprobación y chasqueara la lengua.

— TaeHyun espanta a todos los Alfas — se burló GeumJae, su hermano mayor, que tenía casi dieciocho y ya salía con una Omega que los visitaba de vez en cuando. — El único Alfa que alguna vez te propuso algo terminó con el ojo morado, ¡así nadie querrá salir contigo!

A él no le gustaba pensar mucho en ese cretino, pero fue peor cuando sus padres lo miraron luego de que GeumJae hubiera dicho eso. Ese Alfa del que hablaba siquiera le preguntó si podía cortejarlo, solo se puso al lado de su casillero, con una sonrisa condescendiente, y le ordenó que fueran al baño para que le chupara la polla, porque una buena corrida en su rostro le quitaría esa cara de amargado. TaeHyun ni siquiera lo pensó dos veces antes de levantar su puño y golpearlo en el ojo, y todos en el pasillo lo vieron. Lo suspendieron por tres días, y su madre montó en cólera cuando le informaron que TaeHyun rechazó un cortejo.

Debido a esa constante presión, TaeHyun comenzó a fumar, siempre a escondidas pues  si mamá le pillaba, de seguro le daría una paliza. Cuando conoció a BeomGyu y comenzó a salir con él, lo fue dejando poco a poco, y ya en el matrimonio, no lo hizo nunca más.

Pero ahora... TaeHyun ya no era un adolescente. Y estaba separado, no legalmente, aunque qué importaba eso. No le iban a decir nada, porque allí los Omegas podían fumar la mierda que quisieran.

Se abrigó lo más que pudo y salió de casa, caminando por el patio y cruzando el portón de la casa de los Liu. Una vez en la calle, sacó el primer cigarrillo y lo encendió con rapidez.

Por supuesto, llevaba tanto tiempo sin fumar que se ahogó en un inicio y terminó tosiendo, sintiéndose como ese adolescente de quince años que aprendía recién a tomar un cigarrillo. Para su fortuna, la primera impresión pasó con rapidez y pronto se acostumbró a la sensación.

Sus hombros se relajaron un breve momento antes de sentir su marca arder. Llevó una mano hacia ella, apretándola y con la dura realidad golpeándolo.

BeomGyu. BeomGyu. BeomGyu.

BeomGyu frente a él, observándole con tanto amor que algo se rompía dentro de él. TaeHyun había olvidado por completo ese tipo de mirada que le dirigía, esos ojos que le observaron así los primeros años de matrimonio, y fue como si su Omega se hubiera alterado por completo. ¿Cómo no? Él tuvo que reprimir, mucho tiempo, ese lado sensible y débil de su Omega, ese lado que quería acurrucarse en la cama con olor a Alfa y envolverse en ese aroma que adoraba.

Pero ahora, con BeomGyu allí, era como si ese Omega estuviera a flote otra vez. Y eso le asustaba demasiado a TaeHyun.

Santo dios, todo lo que hablaron... Hablar sobre YeSeo...

Su estómago se apretó con más fuerza y la mano ahora le temblaba sin control alguno. YeSeo, su YeSeo, había estado con su padre. Él nunca se imaginó que eso pudiera ocurrir y, si alguna vez pensó en contarle a BeomGyu, creía que iba a enfadarse demasiado y mandarlo a la mierda. Esperaba esa reacción porque había olvidado a ese BeomGyu comprensible y amable del que se enamoró, y creyó que esos casi tres años fuera, habrían empeorado su actitud. Peor que eso: que BeomGyu lo estaba odiando con todo su corazón y no quería saber nada de él. Ese pensamiento era más sencillo de asumir, más... más sencillo de manejar.

Si BeomGyu lo odiaba, a TaeHyun le dolería, pero significaba que entonces lo suyo se acabó.

Sin embargo, no fue así. Y vio tanta esperanza y amor en el rostro de BeomGyu cuando supo de YeSeo, que TaeHyun tenía claro que no podía quitarle eso. TaeHyun no quería usar a su hija para causarle daño a BeomGyu, porque eso a la larga también heriría a su cachorrita y a él mismo.

Jamás podría odiarte — dijo. — Entendí que yo era el único culpable, que tú solo intentabas salvarte a ti mismo y a los cachorros."

Abrió la boca para llevar el cigarrillo allí, pero fue como si el dolor le atravesara en ese momento, y solo soltó un sollozo bajo, con los hombros temblando ante la repentina angustia que le invadió. Sus ojos se llenaron de lágrimas y trató de contenerlas, sin embargo, algunas simplemente se derramaron y solo podía sorber por su nariz en un débil esfuerzo de aguante.

TaeHyun no sabía si era más fácil que BeomGyu le hubiera dicho que lo odiaba a oír sus explicaciones y disculpas. Ante el odio, él podría deslindarse y dejar las cosas así, pero no fue así, y el Alfa solo le pedía disculpas con una mirada arrepentida y honesta. TaeHyun tenía claro eso último porque, cuando lo vio otra vez, el enlace entre ellos tiró y el lazo le dijo todo lo que necesitaba saber.

— ¿Señor TaeHyun?

La suave voz interrumpió sus pensamientos y se volteó bruscamente, viendo a Kai a unos metros de él, también abrigado y con una mochila en sus hombros. Pudo adivinar fácilmente que venía de la universidad.

— Hola, Kai — saludó, desviando la vista y esperando que la oscuridad fuera suficiente para que no viera sus ojos llorosos y sus mejillas húmedas. — ¿Tan tarde llegando?

— Tuve que quedarme a hacer unos trabajos con mis compañeros — Kai le observó la mano. —  ¿Está bien, señor TaeHyun? Se ve un poco... triste.

Trató de contener la mueca de su boca, sabiendo que el Alfa no lo hacía con mala intención. Sin embargo, TaeHyun no podía evitar sentirse a la defensiva, pues estaba acostumbrado a no hablar sobre sus propias emociones en favor de los demás.

— Nada — contestó, y bajó la vista al cigarrillo, notando que se había apagado. Ahora hizo un mohín —, un día difícil, nada más.

— Ah... — para su mala suerte, Kai se quedó allí, mirándolo. — No debería fumar cigarrillos, señor Tae...

— TaeHyun — y su voz fue más brusca de lo que hubiera querido —, es TaeHyun. Olvida esa mierda de "Señor", me haces sentir viejo — tomó aire, incapaz de controlar bien sus palabras. — ¿Y qué te importa a ti si fumo o no fumo?

Kai no respondió enseguida y TaeHyun se arrepintió de haberse descargado un poco contra el Alfa. ¿Qué culpa tenía él de todo eso?

— Debería fumar tabaco — comentó Kai, y rebuscó algo en su bolsillo — Es mucho más sano — y lo vio sacar un tabaco de liar, envuelto cuidadosamente.

TaeHyun solo lo observó unos largos segundos, sin saber qué decir. Sentía todo demasiado revuelto en su interior todavía, y al final, terminó por agarrar con brusquedad el tabaco, encendiéndolo y llevándolo a su boca. Sus manos otra vez temblaban.

— Lo siento  — se disculpó enseguida —, he tenido malos días, Kai.

— Ah... — el universitario sonrió, quitándole peso a su actuar —, no se preocupe, se... TaeHyun — corrigió a último momento. — Pensé que, quizás, no querría salir conmigo. Como no hemos concretado nuestra cita...

Esas palabras parecieron darle otro dolor de cabeza, porque debido a todo lo ocurrido las últimas dos semanas, esa cita fue lo último en su mente. Y ahora, con el regreso de BeomGyu...

— El viernes — barboteó, moviendo su mano de manera nerviosa. — Vamos a beber algo.

Las cejas de Kai se juntaron en un gesto algo confuso.

— ¿Beber? — el Alfa ladeó la cabeza. — Yo quería llevarlo a cenar...

Ahora de seguro le vería como un alcohólico o algo por el estilo. TaeHyun sabía que no estaba dando la mejor imagen: con un cigarrillo en la mano, ese actuar ansioso y pidiendo ir a beber... Quizás Kai debía estar pensando en él como un ex-adicto.

— Podemos... — sintió sus labios temblar. — Santo dios, Kai, lo lamento. Yo...

"He tenido malos días", quiso volver a decir, sin embargo, como ocurrió antes, emitió un jadeo antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas. Otra vez las emociones comenzaron a desbordarlo, y su corazón solo se estrujaba en miedo y dolor. El futuro, en ese instante, nunca se había visto tan incierto y oscuro.

Kai se quedó congelado un instante antes de decidir moverse e ir a abrazarlo. TaeHyun tuvo el primer impulso de alejarlo, pero más por instinto que por rechazo, pues era un Alfa ajeno a su familia y a él le costaba confiar en ellos. Sin embargo, ese abrazo se sintió muy cálido y cariñoso, solo para consolarlo y hacerle saber que no estaba solo. Eso era lo más importante para TaeHyun, porque realmente se sentía muy, muy solo: no podía hablarlo todo con ChaeYoung debido a la distancia, y tampoco podía conversarlo con sus hijos.

A veces, se veía a sí mismo como un volcán dormido que explotaría en cualquier instante.

— Está bien, podemos ir a beber — aceptó Kai en el abrazo, y TaeHyun olió su aroma Alfa: joven, pero era cuero y tabaco. — Aunque hay un problema, TaeHyun.

— ¿Cuál es? — preguntó el Omega, con el rostro medio oculto en el hombro de Kai.

— Que alguno de los dos no podrá beber, porque hay que conducir de vuelta, a menos que nos regresemos en taxi... — esas palabras lo hicieron soltar una risa débil. — Podemos lanzar una moneda para así decidir si quiere.

Volvió a reír y, por primera vez en el día, se sintió un poco mejor. No totalmente bien y estable, pero un poquito mejor, y eso ya era suficiente para él.

Lo primero que hizo BeomGyu, al sentarse en la cama de la habitación del hotel en el que estaba, fue soltar el aire y controlar las lágrimas que pujaban por salir.

Una hija. BeomGyu tenía otra hija. Una pequeña y hermosa niña que se llamaba YeSeo que quería sostener en sus brazos y mimar con amor. Por dios, sus manos ya estaban picando por la necesidad de tenerla otra vez frente a él.

Sin embargo, sabía que no todo era felicidad, y el dolor también afloró en ese momento, con el poco ánimo que poseía decayendo enseguida. Su hija, una hija a la que conoció casi tres años tarde, y todo por su propia culpa, por haber roto esa familia que tanto amaba debido a su egoísmo. Qué estupidez más grande, se dijo entonces, porque él creyó mucho tiempo que otro hijo arreglaría su relación con TaeHyun, cuando sus deseos narcisistas solo provocaron todo lo contrario.

TaeHyun tuvo que cargar con ese embarazo él solo, a pesar de no haber estado de acuerdo con esa situación. BeomGyu lo obligó a ese bebé, a esa niña, presionando y presionando hasta que lo logró. Lo dejó preñado, pero contra su voluntad, y luego tuvo que hacerse cargo de ese embarazo por sí mismo. A él le sorprendía que TaeHyun no la hubiera abortado y que jamás habló de ella, si es que se hubieran encontrado otra vez. Tampoco lo culparía por haberlo hecho, se dio cuenta, y solo pensó en lo mucho que podían cambiar las cosas. Cómo su pensamiento podía ser otro de un año para otro, y todo debido a las circunstancias que vivía.

Pero ahora... ahora, por algún extraño motivo, tenía otra oportunidad pequeña para solucionarlo todo. Tal vez no con TaeHyun, lo tenía más que claro, pero sí para demostrar que podía ser un buen padre. Que él amaba a sus hijos y los quería en su vida otra vez.

Y lo de TaeHyun...

Su celular comenzó a sonar en señal de una llamada. No tardó en contestar casi en automático.

— ¿SÍ?

— BeomGyu — la voz de su padre pareció sacarlo de sus pensamientos, y parpadeó, observando la televisión apagada —, ¿cómo está todo?

Abrió la boca para contestar, pero fue incapaz de emitir una respuesta inmediata, con la mente todavía confusa con lo que pasó ese día. El momento en que vio a TaeHyun y estuvo con él se había sentido como una especie de sueño, y ahora recién, en ese instante, estaba procesando bien lo que ocurrió.

— Está... — habló finalmente —, bien, papá. Bien.

Qué mentira más grande. BeomGyu era, en ese instante, una olla con agua y casi llegando a su punto de ebullición.

— ¿Es así? —pudo notar la preocupación evidente. — Queda poco para el viernes, al menos.

El viernes. Claro. El viernes él se devolvería. Debía volver a su rutina diaria. Todo ese viaje solo fue para sacar las sospechas de él, pero...

Pero...

Era martes en la noche en ese momento. Mañana volvería a ver a YeSeo. Y luego...

— Sí... — ni siquiera le dio otra vuelta al asunto —, papá, no creo que me devuelva el viernes.

Otro silencio a través de la línea. BeomGyu se puso de pie y caminó hacia a la ventana, observando las calles oscurecidas gracias a la noche. Todavía quedaban muchas personas en el exterior.

— BeomGyu, ¿qué estás diciendo? — la voz del mayor era suave, no agresiva o exigente, como si estuviera hablando con ese adolescente rebelde que no quería saber nada de su padre.

— Me he... Me he pillado a TaeHyun. Por accidente — añadió, como si eso lo solucionara todo.

Un nuevo silencio mucho más largo, tan largo que BeomGyu pensó por un instante que quizás le cortó. Tuvo que verificar que seguía en la llamada, pues su padre realmente pareció perder el hablar.

—Pillado... — escuchó farfullar. — BeomGyu, ¿de qué estás hablando? Santo dios, hijo mío...

— Papá — trató de explicar —, no fue adrede. Deja... Deja que te lo cuente, por favor.

Y comenzó a decirle sobre cómo ocurrieron las cosas. El haber visto a JungWon en la televisión, los deseos de ver una vez más a sus hijos y que solo pretendía verlos desde lejos. Nada más y nada menos. Lo de TaeHyun no tuvo que haber ocurrido, recalcó, y no tardó en llegar a esa parte.

— Papá... — y su voz tembló un momento. — TaeHyun... Él… Él estaba embarazado cuando huyó, ¿tú lo sabías?

Ahora ni siquiera hubo espacio para el silencio. Sus palabras causaron un gran shock en el Alfa.

— ¿Qué? — lo escuchó balbucear. — ¡No, claro que no! BeomGyu, ¿estás hablando en serio?

— Sí — tuvo que volver a sentarse, pues sentía sus piernas tiritar nuevamente. — Es una niña, papá. Se llama YeSeo y es muy linda.

— ¿La conociste? — la sorpresa seguía presente en la voz de su padre, tan aturdido y descompuesto. — Por dios, BeomGyu, esto es... es mucha información. Espera, creo que tengo que sentarme un momento.

BeomGyu solo espero, porque para él era igual. Todavía le resultaba demasiado desconcertante esa repentina situación.

— Bien, veamos... — volvió a decir su padre. — TaeHyun se marchó esperando un bebé y allá, en Estados Unidos, lo tuvo y crió, ¿cierto?

— Sí, papá — no pudo evitarlo, y volvió a preguntar. — ¿Seguro que no sabías nada, papá?

— No, te lo prometo — su voz fue totalmente honesta. — Yo no tenía idea alguna. Si lo hubiera sabido, quizás... Quizás no lo habría ayudado a irse, BeomGyu.

La brutal honestidad le sacó el aire brevemente. ¿A qué se refería su padre con eso?

— Papá...

— No estuvo bien eso, BeomGyu. Que haya huido sin decirte eso. Es tu hija también, no solo de él.

— Papá — BeomGyu endureció su tono —, está bien, ya no me importa. Si TaeHyun lo consideró así, respeto su decisión. Él solo hizo lo mejor en su momento — una pequeña pausa. — Además, si me lo hubiera dicho, quizás no habría podido marcharse. Yo hubiera... yo hubiera actuado peor de lo que estaba haciendo en su momento.

Claro que sí. Los dos embarazos de TaeHyun se los pasó encima de él, preocupado y sin querer dejarlo solo por el miedo de que le pasara algo. Los Alfas eran sobreprotectores por naturaleza cuando sus Omegas esperaban hijos, y él mismo actuaba un poco obsesivo a veces. De seguro no le habría quitado el ojo de encima y le hubiera prohibido hacer muchas cosas con tal de que no le pasara nada.

— De cualquier forma — continuó BeomGyu —, mañana... mañana TaeHyun me dejó verla otra vez. Quiero... Es otra oportunidad que tengo, papá, para arreglar las cosas. Quiero ser un buen padre para YeSeo. Quiero volver a ver a mis hijos y abrazarlos otra vez. Es... Esto es lo único que quiero, papá.

"Y, quizás, tener otra oportunidad con TaeHyun". Su deseo más profundo, pero el que sabía que muy probablemente no se cumpliría. Eso no se lo diría jamás, ni a su padre, ni al mismo TaeHyun. No sería capaz nunca de decírselo, menos a la cara, porque tenía más que claro que era imposible que eso ocurriera. Incluso que TaeHyun quisiera ser su amigo. Todavía le sorprendía que el Omega no hubiera reaccionado agresiva o despectivamente con él.

— BeomGyu, debes tener cuidado — habló su padre, y ahora sonaba muy cansado —, antes de ver a los niños tienes que conversarlo con TaeHyun. Él debe preparar a los chicos.

"Y puede que no quieran verte", pareció decir el resto de la frase, pero no lo dijo, porque los dos sabían que eso podía ocurrir. BeomGyu tenía claro muchas cosas que le iban a provocar dolor, pero prefería anticiparse a ilusionarse y salir más herido en el proceso.

— Lo sé, papá — BeomGyu suspiró. — No pienso... No cometeré otra vez esos errores. Haré las cosas bien, te lo juro.

— Te creo, hijo mío. Te creo.

Después de eso, solo conversó un poco más con él antes de decirle que estaba demasiado cansado y debía irse a dormir. Sin embargo, al cortar la llamada, se percató de que tenía un mensaje de un número desconocido.

XXXXXXXXX

Mañana iremos con YeSeo a un supermercado cerca de Central Park.

Espero estar allí cerca de las cuatro de la tarde.

Soy TaeHyun, por si acaso.

Por supuesto, no dudó ni un poco en guardar el número y contestar enseguida:

BeomGyu 

¡No hay problema!

Nos vemos mañana, TaeHyun. 😊

Sabía que no iba a obtener respuesta, por lo mismo, bloqueó su celular y se tiró en la cama, con la mente volviendo a su hija, su pequeña y linda cachorrita.

Su corazón se tornó cálido por la imagen de la niña, y a pesar de todo, pudo sentir como un pequeño rayo de esperanza aparecía dentro de él.

TaeHyun pasó una pésima noche, aunque se consoló diciendo que no fue una de las peores que había vivido hasta ahora.

Por el cansancio y el hecho de tener su mente hecha un revoltijo, andaba más distraído de lo normal y eso provocó varios torpes errores dentro de su trabajo. Era una fortuna que Mary hubiera estado ese día en casa porque, de lo contrario, de seguro el Omega menor habría provocado un incendio gracias a su retraimiento.

— ¿Ha pasado algo? — preguntó la mujer luego del almuerzo, mientras bebía de su té. YeSeo se encontraba dibujando con sus crayones, concentrada, en la alfombra de la sala de estar. —  Estás muy descuidado, TaeHyun. Llevas regando esa planta por cinco minutos, creo que ya la has ahogado.

TaeHyun parpadeó, volviendo a sus pensamientos y dándose cuenta de que Mary tenía razón. La pobre planta estaba casi a rebasar de agua.

Sus mejillas se colorearon de rojo y se enderezó, sin saber qué decir exactamente. Su cabeza seguía siendo muy confusa en ese momento y no era capaz de ordenar bien las ideas que tenía.

— Le regalaré otra para compensar esta si es que muere — dijo el Omega menor, enderezándose con aspecto cansado. —  Solo han pasado algunas cosas...

— Podemos hablarlo si quieres — ofreció ella con amabilidad.

TaeHyun titubeó un momento, pero, al final, dejó la jarra sobre la mesa del comedor. Luego de unos segundos, se movió hacia el sofá y se sentó al lado de Mary.

— El día de ayer... — la voz del Omega menor se sacudió —, me he encontrado con el padre de mis hijos.

La sorpresa pintó el rostro de Mary, viéndose fuera de sí por un instante. TaeHyun jamás habló con ella sobre lo ocurrido con su esposo, solo algunas menciones muy superficiales, y todo centrado en sus hijos.

No le gustaba hablar de lo ocurrido entre él y BeomGyu, incluso con ChaeYoung, porque odiaba ponerlo en palabras. Él prefería fingir que eso nunca pasó.

Pero, suponía, no podía callarlo para siempre. No podía seguir mintiéndose así mismo.

— Las cosas entre BeomGyu y yo no terminaron bien — habló, viendo a su hija a unos metros de él, sin dejar de colorear. — En realidad.. Hui con los niños sin que él lo supiera. Cuando llegamos aquí, fue todo de manera clandestina.

Mary le escuchaba en asombrado silencio, lo que facilitaba mucho las cosas para hablar. Si le empezaba a hacer preguntas, se pondría demasiado nervioso y de seguro se bloquearía nuevamente.

— Mi matrimonio agonizaba — admitió, honesto. — BeomGyu fue... Fue hijo de su país. Él se salía un poco de la norma, claro, pero, al final, solo era un Alfa criado bajo las condiciones de Corea. Luego de la marca de JungWon, las cosas solo fueron cuesta abajo.

Pudo sentir su voz sacudirse en señal del inevitable llanto ante esos recuerdos. Ese último tiempo, le era más sencillo fingir que el pasado no existía y concentrarse así en el presente, que era duro también, pero ahora, hablándolo, recordaba también lo mucho que dolió. Lo doloroso que fueron esos meses.

— Yo no quería más hijos — confesó TaeHyun —, pero él sí. Tomaba pastillas anticonceptivas a escondidas, pero una noche, las descubrió y... y las cosas solo empeoraron. Él abusó de mí.

Decirlo en voz alta hizo que un estremecimiento recorriera su cuerpo, y desvió la vista de manera inmediata, con la vergüenza golpeándolo. Ni siquiera sabía porqué se sentía avergonzado, ¿fue él quién hizo algo mal? Pero no pudo evitarlo, por lo que solo trató de no romper en llanto.

— Oh, TaeHyun, cariño...

— Le tuve tanto miedo esos meses — murmuró, con la voz como un hilo —, y solo quería alejarme de él. Y ahora, verlo aquí, frente a mí... Fue tan extraño, señora Liu. No lo he perdonado todavía, no sé si seré capaz de perdonarlo alguna vez, pero verlo de nuevo, me hizo ver que también lo extrañaba. Es tan confuso y no sé cómo entender lo que me está pasando.

Mary solo le agarró la mano, dándole un apretón firme allí, y TaeHyun agradecía ese gesto de compañía y presencia.

— Además, él vio a YeSeo — bajó su tono un poco más para que la niña no lo oyera —, y se veía tan ilusionado con ella. Era como... como ese Alfa del que me enamoré.

— No puedo imaginarme lo que estás sintiendo, TaeHyun — dijo ella, cariñosa y tan maternal —, pero sí puedo imaginar que debes tener mucho miedo. Lo que te hizo ese Alfa... Yo no soy quién debe decirte si lo debes o no debes perdonar. Es algo que debe nacer de ti, de tu corazón, y tanto si lo haces, como si no, es decisión tuya, de nadie más. El perdón es, sino el primero, uno de los actos de poder más grandes que el ser humano tiene.

Esas palabras provocaron una leve sensación de gratitud en él porque, si TaeHyun era sincero, estaba un poco cansado de oír lo que debía hacer. Él todavía no tenía claro cuál era el camino a seguir y, por lo mismo, era agotador escuchar cuál era, supuestamente, la dirección correcta. ¿Había una en ese momento? TaeHyun creía que no.

— No quiero negarle el derecho a ser padre — confesó además. — Lo que me hizo a mí... Es algo entre él y yo, y quiero que mis hijos tengan el poder de decisión también de si quieren seguir viendo a su padre o no. Yo no quiero... No quiero ser el tipo de madre que los envenena como una manera de venganza.

— Eso está bien — apoyó Mary —, pero debes ir con calma también. Por lo que me cuentas y he visto, la relación entre tus cachorros y su padre pareciera haberse quebrado también y, como tú dices, ellos deben ser los que decidan esto. Lo importante es no presionarlos.

— El que más me preocupa es HeeSeung — tragó saliva —, fue HeeSeung quién asumió el rol de Alfa cuando... cuando ocurrió todo con BeomGyu. Él era tan pequeño, pero tuvo que madurar demasiado rápido, y me duele tanto eso, señora Liu. A veces, me gustaría que volviera a ser pequeñito para cuidarlo mejor de lo que hice.

Mary ahora lo abrazó, y TaeHyun solo pensaba en lo agradable que era poder contar con una mujer como ella para decirle esas cosas. ¿Tal vez se debía a la falta de amor materno que él sufrió gran parte de su vida? Muy probablemente era así, pero no podía importarle menos. Ojalá todos los niños del mundo tuvieran una madre que los amara de manera incondicional, que les apoyara en todo y les hiciera saber que siempre estaría allí para ellos.

"Ojalá BeomGyu igual hubiera tenido una madre así", pensó también porque, a pesar de todo, TaeHyun sabía lo mucho que tuvo que sufrir el Alfa cuando fue abandonado.

Una hora más tarde, más compuesto y relajado, con menos peso en sus hombros, abrigó a YeSeo y la tomó en brazos para ir a tomar el bus e ir a Central Park. Ese día, esperaba, debían comprar lo que serían los dulces y comida para el cumpleaños de la niña, porque no quería hacer todo a última hora.

Una vez en el bus, le envió un mensaje rápido al número de BeomGyu, confirmándole el lugar en el que se podían juntar. No tardó en recibir su respuesta, pero TaeHyun no la respondió, acariciándole el cabello a YeSeo.

Mom, yu sad? — preguntó ella en inglés.

No, I'm not sad — respondió TaeHyun, en inglés también para no confundirla. — I'm very happy with you to my side. I love you, my little puppy.

De todo lo que dijo, YeSeo pareció entender solo la mitad, porque solo sonrió y lo abrazó.

I'm not puppy — barboteó ella, y pareció detenerse a mitad de la frase, como tratando de buscar las palabras que diría a continuación. Al final, habló en coreano e inglés. — ¡Yo soy una kitten!

TaeHyun solo se rió ante sus palabras, besándole los mofletes con ternura porque, a pesar de todo, ella siempre calentaba su corazón.

Llegaron pasadas las cuatro al lugar que le dijo a BeomGyu, sin sorprenderse cuando lo vio allí, de pie al lado de una fuente de las muchas que había en Central Park.

Look, mom! — gritó YeSeo, apuntando a BeomGyu. — ¡Es el hombe de... de... — y pareció callarse al no saber cómo decir ayer.

— Sí — TaeHyun la bajó al suelo —, ahora, es un amigo nuestro.

— Hola, TaeHyun — saludó BeomGyu una vez se acercaron. — Hola, YeSeo, ¿cómo estás?

Fine! — saludó YeSeo en inglés primero, antes de darse cuenta de que él le habló en coreano. — ¡Oh!

BeomGyu soltó una risa baja al escuchar la forma en que se corrigió, encantado de ver a la pequeña y a TaeHyun a su lado. Por un instante, mientras esperaba, él creyó que quizás TaeHyun se arrepintió y no iba a llegar, y estaba preparándose para manejar esa decepción de una forma que no le destruyera.

— ¿Y tú? — preguntó YeSeo, mirando a BeomGyu con curiosidad.

— Yo estoy bien, ahora que te veo — respondió el Alfa, antes de levantar la vista para encontrarse con la de TaeHyun. — ¿Y tú, TaeHyun?

— Estoy bien — contestó el Omega con cierta reserva. — ¿Quieres ir a jugar, YeSeo? Luego podemos ir al supermercado.

— ¡Bien! — gritó YeSeo, y no tardó en correr hacia unos de los muchos juegos que había en el parque. Central Park tenía muchos espacios para que los niños jugaran.

BeomGyu y TaeHyun fueron detrás de ella, viéndola subir a uno de los toboganes. Un incómodo silencio se instaló entre ellos, pero TaeHyun no hizo mucho esfuerzo para hablar, todavía tratando de ordenar lo que pasaba por su mente.

— TaeHyun... — habló finalmente BeomGyu.

— Puedes ir a jugar con ella — murmuró el Omega, interrumpiendo lo que fuera a decir BeomGyu. — Normalmente venimos con los chicos, así ella no juega sola. Es un poco tímida para hacer amigos.

— Si no es molestia para ti...

— Claro que no — TaeHyun desvió la vista. — Es tu hija, BeomGyu. Puedes... Puedes interactuar con ella. Por eso estoy aquí.

BeomGyu trató de disimularlo, pues esas palabras le provocaron un pequeño dolor en su corazón. El Omega tenía razón, ¿qué otro motivo podría haber para ese encuentro? Si TaeHyun estaba haciendo eso, era por YeSeo y no por él. TaeHyun tenía todo el derecho a no querer saber nada más de él, y BeomGyu lo iba a respetar.

Quiso añadir algo más, pero al final, solo caminó hacia el parque, hacia la niña, y no tardó en ponerse a jugar con ella. De lejos, TaeHyun solo observaba cómo BeomGyu la llevaba a un sube y baja, y YeSeo se ponía a chillar cuando el Alfa la elevaba en los aires, diciéndole que se agarrara muy fuerte (a pesar de que era un juego infantil que tenía protectores en los asientos, así los niños no se caían).

No pudo evitarlo, pero recordó cuando los cachorritos eran más pequeños y su corazón se estrujó ante esas memorias. Ellos solían salir casi todos los fines de semana a los parques (si no estaba lloviendo, claro), y BeomGyu solía tener muchas energías para jugar con ellos. Los primeros años, cuando JungWon todavía era muy pequeño, era TaeHyun quién se entretenía con él, mientras que BeomGyu corría detrás de los mellizos. Una vez creció, su cachorro no tardó en unirse a ellos y TaeHyun solo los veía gritar, reír y chillar por la felicidad.

Al volver, BeomGyu siempre regresaba todo sudado, con los niños dormitando en los asientos de atrás. TaeHyun solía pensar en lo bonito que era tener una familia así de grande con el Alfa que amaba.

Se forzó a regresar a la actualidad, a ese momento, porque esa era su realidad ahora. BeomGyu y él estaban separados, sus cachorros habían crecido y YeSeo estaba presente. YeSeo parecía tan cómoda al lado de su padre, incluyéndolo en sus juegos infantiles y, a veces, pidiéndole que la tomara en brazos, en especial para subir al tobogán. BeomGyu se veía incapaz de decirle que no a cualquier cosa que ella pidiera, con esa hermosa sonrisa que TaeHyun extrañó miles de noches. Al lado de la pequeña niña, de pronto, BeomGyu ya no era ese hombre nervioso y triste que vio el día anterior, volvía a ser ese Alfa de sonrisa de corazón y ojos brillantes que hizo latir su corazón con fuerza tanto tiempo atrás.

Yu so funny! — repitió YeSeo como el día anterior, riéndose a carcajadas por algo que pareció decirle BeomGyu. — ¡Mamá, ven aquí!

TaeHyun esbozó una sonrisa, abrazándose a sí mismo y caminando hacia donde se encontraban ellos. Ahora jugaban en un trepador, pero con BeomGyu agarrando a YeSeo por la cintura por si se soltaba, para que no se diera de bruces en el suelo.

— ¿Ocurre algo, princesa? — preguntó TaeHyun.

— ¡Me gussa mucho él! — dijo YeSeo, soltándose del trepador y dejando que BeomGyu la tuviera en brazos. Las mejillas del Alfa se encontraban un poco coloradas por todo los juegos. — ¿Cómo... ¿Cómo te llamas?

TaeHyun y BeomGyu se miraron. Ninguno de los dos supo qué contestar de manera inmediata, demasiado sorprendidos por la pregunta de la niña. TaeHyun se preguntó si debía decirle a YeSeo quién era ese hombre, aunque no sabía si ella lo iba a entender bien enseguida. YeSeo nunca preguntaba por su padre, pareciendo saber bien que no estaba en su familia... Al menos, hasta ahora.

— Puedes decirme "Señor BeomGyu"— dijo BeomGyu con amabilidad. YeSeo frunció el ceño levemente.

¿BemGu? — repitió, un poco confundida.

— No, más suave — corrigió el Alfa. — Beom-Gyu. O, quizás...

¿Beom? — los ojos de la niña se abrieron. — Is like "Ben", mom!

— Mmm...

¡Tenio un cat! — comenzó a decir YeSeo, parloteando como si nada. — ¡Se llama Ben! Es...

TaeHyun retrocedió unos pasos, contemplando cómo BeomGyu oía hablar a YeSeo sin cansarse un poco, y algo en él dolió. Dolió mucho al notar lo entusiasmada y cómoda que se veía ella con el Alfa, tan parlanchina, cuando en casa era más callada. Eso le hizo preguntarle si hablaba menos en su hogar al notar el aire de tristeza que había allí, como si no quisiera ser una molestia en toda la lista de problemas que la familia ya tenía.

Ojalá no fuera así. TaeHyun rogaba que sus pensamientos estuvieran infundados por el miedo, pero no podía evitar que esa idea invadiera su cabeza.

Cerca de una hora después y al notar que YeSeo comenzó a cansarse, decidió que deberían ir a comprar antes de que se hiciera demasiado tarde. No quería llegar cuando oscureciera, como el día anterior, porque eso volvería a preocupar a los niños.

— ¡Ven, ven! — le exclamó YeSeo a BeomGyu cuando TaeHyun le dijo que debían ir al supermercado.

BeomGyu buscó la mirada del Omega.

— Puedes venir — permitió, sintiendo el agradable aroma a vainilla del Alfa.

BeomGyu le sonrió y TaeHyun tuvo que desviar la vista.

Como la niña iba un poco cansada, el Alfa la tomó en brazos sin escuchar una protesta suya, y YeSeo se acurrucó allí, oliendo su cuello.

— ¡Hu-e-les bien! — exclamó YeSeo, sorprendida, y BeomGyu solo se rió.

— Bueno, sí... — concedió el Alfa. — ¿Quieres que te impregne?

— No — respondió TaeHyun repentinamente, haciendo que la sonrisa del Alfa se congelara. — No, BeomGyu. Es muy pronto. Además... — no lo observó — además, alguno de los niños puede darse cuenta.

Pudo notar la repentina tristeza en la mirada que puso, sin embargo, TaeHyun no se sintió mal. La impregnación de olor era un acto muy íntimo entre un Alfa y un Omega, o entre un Alfa y sus cachorros. Era casi una reclamación de que pertenecían a una manada. HeeSeung, por ejemplo, solía hacer eso con JungWon cuando estaban yendo al colegio en el que les hacían bullying, como una forma de advertencia: este Omega tiene un Alfa que lo va a defender.

Él todavía no estaba seguro de lo que iba a ocurrir con BeomGyu y YeSeo. Es decir, BeomGyu, supuestamente, iba a marcharse y él no quería que YeSeo sufriera preguntando por el Alfa. Había muchas cosas que aclarar todavía.

— Sí, tienes razón... — habló BeomGyu minutos después, entrando al supermercado y acomodando a YeSeo en uno de los carritos. —  TaeHyun, ayer no tuvimos mucho tiempo, pero... ¿Los niños están bien? ¿Cómo se encuentran?

TaeHyun mordió su labio inferior, con las manos picando ante la necesidad de hacer algo. BeomGyu parecía muy decidido a no separarse demasiado de YeSeo, empujando el carrito del supermercado, mientras que YeSeo balanceaba sus pies sin alguna señal de incomodidad.

— Están... Están bien — TaeHyun, para distraerse, comenzó a rellenar el carro con algunas cosas que iba encontrando. — JungWon volvió a entrenar taekwondo y se encuentra en un campeonato a nivel nacional... Es bastante bueno.

BeomGyu omitió decir que lo había visto a través de la televisión y también que los visitó para mirarlos desde lejos. De seguro, TaeHyun se enfadaría mucho con él por eso.

— ¿De verdad? — BeomGyu sonrió, recordando su sonrisita de cachorro, pero poco le duró cuando decidió preguntar lo siguiente. — ¿Su marca...? ¿Cómo lo ha enfrentado?

— Muy bien — pudo ver su ceño ligeramente fruncido —, más que bien, BeomGyu. Lo que más quería JungWon era que Hwang rompiera su marca. Sé que... que eso implicaba que otro Omega sufriera ese triste destino, pero, mientras no le toque a mi hijo, no me pondré realmente triste, aún si eso me hace egoísta.

— No es egoísta — murmuró BeomGyu, aunque TaeHyun no le respondió, escogiendo el cereal que llevaría esa vez para los niños. — ¿Él ha conocido a alguien más? Sé que lo de SungJun lo dejó muy herido.

— Sí... — lo pensó un momento. — JungWon está saliendo con un chico de su escuela, pero todo es todavía muy inocente como para preocuparme. Además, HeeSeung y SungHoon se encargan de cuidarlo — hizo una pequeña pausa. — Al inicio, ellos no dejaban que alguien se le acercara. Se metieron en un montón de problemas porque... porque la marca de JungWon apestaba y algunos de sus compañeros se burlaban de él.

BeomGyu apretó su mano en un puño, sintiendo la vergüenza golpeándolo por la situación que TaeHyun le explicaba. Eso no tuvo que haber pasado, su cachorrito no tuvo que sufrir de esa forma, y peor aún, con él formando parte de toda esa cadena de eventos que terminó con su hijo siendo marcado y sufriendo por un abuso.

— Pero ahora, en el colegio en el que están, las cosas son distintas — prosiguió TaeHyun, ignorando adrede la mirada del Alfa —, y con la marca rota también es un poco más fácil. Este chico, Jay, ha sido muy educado con JungWon y también muy amable. Le ha dado su espacio y es lo que más le gusta a Wonnie.

— SungHoon, por otro lado... Ya es todo un rompecorazones — TaeHyun suspiró. — Se ha metido a un club de fotografía y, según lo que chismosea JungWon, hay muchos Alfas detrás de él. Y no solo Alfas — se encogió de hombros, como si no fuera escandaloso —, sino también algunos Omegas.

— ¿Omegas? — BeomGyu se veía sorprendido. — ¿De... de verdad?

— Ajá — ahora, el Omega se dedicó a buscar los yogures. — Lo de SeongHwa dejó muy, muy triste a SungHoon, BeomGyu. Pensé que sería solo una etapa, pero parece que va muy en serio con esa idea de no tener una relación amorosa con otro Alfa. Me ha dicho que, para el baile de fin de año, irá con algún Omega.

El Alfa no sabía cómo tomarse esa decisión, pero la vergüenza no dejaba de sacudirlo por dentro. Él tampoco hizo mucho para solucionar la situación entre SungHoon y SeongHwa y, si quizás su hijo adoptó esa decisión, tal vez tenía que ver con su negligencia como padre.

— Pero eso no impide que se relacione con otros Alfas — añadió TaeHyun. — Tiene amigos Alfas, y su mejor amiga, Amber, también lo es. Él solo... pareciera no querer una relación romántica con alguno de ellos, al menos por ahora. De cualquier forma, si decidiera estar soltero toda su vida, o relacionarse con algún Omega, no me importaría.

— Sí, tienes razón... — BeomGyu suspiró. — Su felicidad es primero.

TaeHyun esperaba que BeomGyu dijera todo lo contrario, pero trató de no demostrarlo. Si lo hubiera hecho, habría tenido al menos un motivo para despreciarlo y odiarlo, sin embargo, pareciera no dejárselo fácil.

— Sobre HeeSeung... Es complicado — TaeHyun admitió. — HeeSeung ha tomado el rol de Alfa de la manada, pero eso ha hecho que decida tomarse muchas atribuciones que no son para él. Cuando llegamos... — hizo un pequeño mohín. — Él quería dejar la escuela y ponerse a trabajar para mantenernos. Tuvimos muchas peleas por eso.

"Otro error mío", pensó BeomGyu, porque él gatilló a que su hijo mayor tuviera que adoptar ese papel cuando no le correspondía. Ante la falta del Alfa, HeeSeung hizo lo que pudo.

— Pero ahora está un poco más calmado — añadió el Omega —, se encuentra en un club de Danza Contemporánea y le gusta mucho.

— ¿Danza? — la sorpresa inundó la voz de BeomGyu. — No lo pensé jamás.

— Yo tampoco, hasta que me lo pidió — ingresaron al pasillo de snacks —, ha servido para quitarse mucho estrés de encima. También... Ha conocido a una Omega, aunque ahora están peleados, por lo que sé. HeeSeung... — el Omega lo miró a la cara —, tiene mucho de tu carácter.

Se observaron un instante en silencio, como decidiendo quién sería el siguiente en dar el paso. Fue YeSeo primero, para sorpresa de los dos.

— ¡Esto! — gritó ella, haciendo que el momento se rompiera, y la miraron agarrar un paquete de suflés de queso.

— ¿Qué más? — preguntó TaeHyun.

— ¡Todo! — exclamó YeSeo.

— No, todo no. Te hará daño en la barriguita — señaló BeomGyu, y YeSeo hizo un puchero. — ¿Por qué comprarás todo esto?

TaeHyun, para no observarlo, sacó unos paquetes de papas fritas y ramitas.

— La próxima semana es el cumpleaños de YeSeo — respondió, y el corazón de BeomGyu se detuvo. — ¿Cuánto cumples, mi vida?

— ¡Dos! — dijo YeSeo, mostrando el número dos con sus dedos.

— Dos años — repitió BeomGyu, aturdido sorpresivamente. — Qué grande estás, YeSeo.

— ¡Sip!

El silencio volvió a reinar entre ellos. TaeHyun tenía la excusa perfecta para distraerse, eligiendo las cosas con las que rellenar el carro, pero sabía que eso no sería eterno.

— ¿Hasta cuándo te quedas? — preguntó finalmente, con más agresividad de la que realmente hubiera querido.

BeomGyu bajó la vista, y TaeHyun se forzó a seguir ocupado en sus otras cosas.

— Yo... — pudo escuchar la duda allí. — Tengo pasaje para este viernes.

— Oh... — más pronto de lo que había esperado TaeHyun. Le desconcertó saber que para eso quedaban menos de dos días.

— Sí, pero... — el balbuceó de BeomGyu lo sacó de sus pensamientos — pero... pero, si tú me dejaras... Si me lo permitieras, TaeHyun, podría... ¿podría ser más?

Finalmente, TaeHyun dejó de hacer lo suyo y se volteó a verlo, con la expresión congelada por la pregunta que acababa de recibir. Vio a BeomGyu, de pie ante él, con la vista caída y las mejillas un poco coloreadas, con los hombros encorvados y un leve movimiento en sus dedos. No pudo evitarlo, y recordó la primera vez que le invitó a salir.

Podríamos... Tú y yo... Si tú quisieras... ¿podríamos salir juntos, en una cita?

— No tienes porqué pedirme permiso — dijo TaeHyun, sintiéndose extraño y fuera de sí.

— Sí debo — corrigió BeomGyu —, porque... porque me gustaría seguir viéndote, TaeHyun. Y ver a... ver a YeSeo. Y a JungWon, HeeSeung y SungHoon... Me gustaría verlos. Pero... pero, si tú no quieres, lo entenderé también. Solo... solo debes decirme si quieres.

Otro momento de silencio. TaeHyun tomó aire antes de contestar.

— No es tan sencillo — dijo,y ahora volvió a moverse, agarrando el carro para dirigirlo hacia las cajas —, debo preparar a los niños. Debo... debo decirles que estás aquí, pero no puedo hacerlo de golpe, de un momento hacia otro, BeomGyu. Esto puede llevar varios días.

— Lo sé — admitió BeomGyu —, lo sé, lo tengo claro, TaeHyun. Por eso... por eso quiero pedirte permiso.

— ¿Y tu trabajo?

— Me he tomado vacaciones — se apresuró en decir —, y puedo extender mi permanencia aquí... No habría problemas.

TaeHyun no sabía qué responder exactamente. Toda la situación que estaba viviendo le pillaba con la guardia baja, sin estar un poco preparado para enfrentarse al futuro. ¿Cómo las cosas podían cambiar de un instante a otro? El fin de semana había estado celebrando el triunfo de JungWon en su competencia y, ahora, se encontraba con BeomGyu en el supermercado, haciendo una compra como tantos años atrás, solo que hablando del futuro en lugar de lo que les había pasado ese día.

— Puedes... puedes hacerlo, BeomGyu — finalmente, TaeHyun respondió con la voz grave —, pero... pero será bajo mis reglas, ¿entendido? No quiero presiones ni nada por el estilo — pudo notar al Alfa encogerse en su lugar. — Tampoco quiero que, si los niños no desean verte, me insistas en eso. Yo respetaré sus decisiones y no los obligaré a verte si no es lo que desean — TaeHyun comenzó a dejar todas las cosas en la cinta de la caja, que movía los productos hacia la cajera. — Y tampoco... tampoco quiero que te ilusiones conmigo o te sobrepases — le apuntó con un dedo. — A la más mínima intención oculta que vea de tu parte, esto se acaba, ¿está claro? No quiero que me pongas ni un dedo encima.

Sabía que fue duro y áspero, pero no le importaba en ese instante. Él quería dejar las cosas claras porque, si BeomGyu lo volvía a arruinar, entonces TaeHyun tenía todas las razones del mundo para mandarlo a la mierda una vez más y de manera definitiva. El Omega no iba a permitir que le volviera a hacer daño otra vez.

— Claro, TaeHyun — respondió BeomGyu, cohibido y temeroso, con la cabeza gacha —, no te preocupes. Yo... yo seguiré tus reglas al pie de la letra. Muchas gracias...

— Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

Ese sonido los sacó de la tensión creciente entre ellos. Se voltearon para ver a YeSeo, media subida en la caja de la cajera, y con la boca pegada a la cinta mientras esta se movía. Parecía haberse quedado sorprendida por la manera en que funcionaba y no encontró nada mejor que jugar con ella así.

— Santo dios, YeSeo... — murmuró TaeHyun, agarrándola en brazos.

— ¡Hacía prrrrrrrrrrrrrrrrr! — trató de explicar YeSeo.

— Ven aquí — el Alfa ahora la tomó en brazos mientras TaeHyun pagaba sus productos —, qué traviesa eres, ¿no?

— ¡Prrrrrrrrrrrrrrrrr! — repitió YeSeo, antes de reírse, y la congoja de BeomGyu pareció disminuir un poco ante sus carcajadas.

Al fin y al cabo, ahora el Alfa tenía un nuevo motivo de alegría en su angustiado corazón. Y ese motivo lo iba a cuidar con su vida entera.

¡Muchas gracias por leer! <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro