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Parte Cuatro: Primavera.

YeSeo se deslizó por el tobogán del parque infantil que habían habilitado para los más pequeños en el centro comercial. Se divertía trepando por las cuerdas y gateando por el interior del túnel a pesar de que, con mucha frecuencia, miraba en dirección a su mamá, como para asegurarse de que seguía allí, observándola.

YeSeo, feliz porque su mamá le había dado permiso para jugar, era totalmente ajena a lo que sucedía entre TaeHyun y aquel Alfa que la había ayudado minutos antes. Los dos adultos estaban sentados al pie de las escaleras, solamente les separaba una pequeña distancia, pero ambos evitaban mirar al otro.

TaeHyun se encontraba en estado de shock, asimilando que quien estaba a su lado, no era sino BeomGyu, su marido, su Alfa al que abandonó. En todo ese tiempo no había abierto la boca, aunque tampoco era como si pudiera. Estaba siendo preso del miedo, sin saber qué hacer o qué decir porque su cerebro parecía haberse desconectado de todo.

BeomGyu, en cambio, lucía igual de despavorido que antes, casi aterrorizado. Quería hablar con TaeHyun, decirle muchas cosas: pedirle perdón ahora que tenía la ocasión de hacerlo, expresar cuánto lo echó de menos, cuánto le quería... Pero sus labios estaban sellados, convencido de que no merecía decirle ninguna de esas cosas.

— ¡Mamaaaaaaa! — llamó YeSeo, saludando a TaeHyun desde lo alto de la cuerda.

TaeHyun se forzó a sonreír, alzando la mano también. De manera fugaz, echó un rápido vistazo a BeomGyu, quizás para comprobar que estaba ahí y era real. Había adelgazado mucho, su rostro se veía cansado, con ojeras y los pómulos muy marcados. Muchas veces se preguntó cómo luciría su Alfa después de esos cuatro años, pero verlo con sus propios ojos lo dejó turbado, incapaz de reaccionar.

— Es una niña muy bonita — dijo BeomGyu de pronto, rompiendo aquel tenso silencio que se instaló entre ellos desde que se reencontraron.

TaeHyun se puso rígido. La voz de BeomGyu le golpeó sin previo aviso, sintiéndose aún más aturdido. Quería irse, encerrarse en su casa y pretender que nada había ocurrido. Que BeomGyu no estaba en Nueva York, ni que se encontraron por una broma cruel del destino. Sin embargo, sus piernas estaban clavadas en el suelo, inmóviles.

BeomGyu miraba a la niña, preguntándose si ella era su... su... De solo pensarlo, notó que temblaba todo su cuerpo. O si, por el contrario, TaeHyun rehizo su vida con otro Alfa. Su olor había cambiado, pero no detectó ningún rastro de Alfa en TaeHyun. Por un lado, se sintió aliviado, pero, al mismo tiempo, se reprendió por ello.

TaeHyun tenía que ser feliz y estar con un Alfa que lo protegiera y lo cuidara, algo que él no pudo hacer.

Desvió la mirada hacia TaeHyun, viendo lo hermoso que era, incluso más de cómo lo recordaba. Realmente quería decirle que estaba hermoso, pero, de nuevo, se contuvo. Era obvio que TaeHyun no quería cruzar ni una palabra con él, y lo entendía, pues ese reencuentro no tendría que haber sucedido jamás. A él le bastó ver a sus cachorros sanos y felices, y si TaeHyun no quería hablar con él, estaba en todo su derecho. Aun así, no podía irse sin más. No ahora que lo tenía a unos pocos centímetros de él. Necesitaba desesperadamente expresar en voz alta todo lo que llevaba dentro. Sin embargo, recordó el motivo por el cuál él estaba allí, en Nueva York. Tenía que explicarle por qué se encontraba en la ciudad antes de que se hiciera una idea equivocada, pues lo último que quería era que TaeHyun pensara que lo iba a traer de vuelta a Corea.

— Después de que te fueras — empezó, titubeante —, la policía llamó a mi puerta pocos días después. Me contaron la situación, y era obvio que sospechaban de ti. No tenían pruebas, pero todo era anómalo: un Omega saliendo del país con sus cachorros y sin la compañía de su Alfa... No les gustaba eso — contó, viendo a YeSeo jugar con otra niña que encontró en el parque. — No se fiaban de mí, a pesar de que les dije en repetidas ocasiones que yo te había dado el permiso para irte — a su lado, TaeHyun ahogó una exclamación, pero permaneció en silencio. — Tuve que inventarme un montón de excusas, ya sabes... Un Omega viviendo lejos de su Alfa siempre es motivo de alarma. También interrogaron a tu amiga varias veces, pero no tomaron muy en serio su testimonio. La policía insistió muchas veces en que me ayudarían a traerte de vuelta, que solo tenía que poner una orden de arresto contra ti. Fueron realmente molestos.

TaeHyun escuchó el relato en una mezcla de estupefacción y angustia. Imaginó horrorizado qué hubiera pasado si un día cualquiera la policía hubiera llamado a su puerta para informarle de que fue arrestado y tenía que ser devuelto a Corea. Un escalofrío recorrió su espalda.

— Firmé los permisos para que pudieras permanecer en Estados Unidos, pero no era suficiente. La policía estaba convencida de que habías huido sin decirme nada. Al final no me quedó más remedio que viajar yo también para hacerles creer que iba a verte — explicó, desviando la mirada de YeSeo para mirar a TaeHyun. — Lo lamento. Era algo que quería evitar, pero no me dejaron otra opción.

El impacto de esa revelación dejó a TaeHyun aún más aturdido de lo que ya estaba. A pesar de que MinHo le explicó superficialmente lo ocurrido, oírlo de los propios labios de BeomGyu era distinto, más realista y duro. Su Alfa, el hombre al que abandonó hacía ya casi tres años, le estuvo ayudando desde Corea todo ese tiempo.

Se limpió un par de lágrimas que se habían acumulado entre sus párpados.

— Mi intención es regresar el próximo viernes. Nunca pretendí quedarme aquí por más de una semana — prosiguió al ver que TaeHyun no reaccionaba. Eso le desalentó, pero ya supuso que el Omega no querría dirigirle la palabra. — Cuando regrese, tendré que dar un montón de explicaciones a los policías. Parece que le han cogido gusto a mi "caso". Lo bueno es que voy a tener muchas horas para inventar una historia creíble de por qué regresaré a Corea sin ti y sin los cachorros.

Esperó una vez más. Imploró porque TaeHyun dijera algo, lo que fuera, pero de sus labios no salió ningún sonido. El silencio fue lo único que escuchó de su parte.

— TaeHyun... No ha pasado un solo día desde tu marcha que no me despertara arrepentido por lo que hice — dijo, agachando ligeramente la cabeza. Las piezas vacías de sus cachorros, el silencio que lo acompañó todas las noches, todo el dolor se concentró en su garganta. En su voz rota. — Fui un Alfa horrible. No solo durante los últimos meses, hacía años que me comportaba distinto contigo. Con el paso del tiempo empecé a darme cuenta de todos mis errores, todas las cosas que no debí decirte, y todas las cosas bonitas que sí debí decirte. Todos los sacrificios que hiciste... Y yo ni siquiera supe mantenerte feliz. Te fallé a ti y a los cachorros... No fui el Alfa que debía ser. Tampoco el marido que merecías. Lo lamento. Cuando los perdí, fue como si todo se apagará. Ya nada importaba. Desatendí mi trabajo, apenas comía, no quería nada más que desaparecer... — confesó, sintiendo el mismo dolor que antaño, recibiendo solo silencio. — Mi padre estuvo conmigo. Hicimos las paces después de tanto tiempo, la nuestra no fue la mejor relación padre-hijo, pero lo está intentando, y yo también.

BeomGyu sintió que su monólogo empezaba a perder fuerza. ¿Cuánto tiempo podía estar una persona pidiendo perdón?

La ausencia de una respuesta por parte de TaeHyun fue realmente descorazonador para él. Había mantenido la esperanza de que le insultara o le dijera que no quería verlo más, pero ese silencio era mil veces peor, porque estaba harto de no oír nada.

Finalmente soltó un suspiro pesado.

— Será mejor que me vaya — anunció, sin esperar ya ninguna respuesta por parte de TaeHyun. — No te preocupes. No te buscaré, ni a ti ni a los cachorros. Espero que sigan bien — hizo una pausa antes de continuar, como esperando algo más que no llegó. — Adiós, TaeHyun.

Se dio la vuelta, dispuesto a irse y olvidarse de ese desafortunado incidente. No obstante, su mirada se posó en la pequeña niña una última vez. YeSeo dijo que se llamaba. Era un nombre muy bonito, pensó. Una vocecita en su interior le decía que podía ser su hija, pero no tardó en desechar esa posibilidad, tal vez porque no estaba preparado emocionalmente para asimilar esa revelación. En cambio, le resultaba mucho más fácil asumir que esa niña era de otro Alfa.

Como si supiera que BeomGyu la estaba mirando, YeSeo dio un salto para bajar de la cuerda y fue hacia él, caminando con pasos torpes.

Bye, bye — dijo, agitando la mano.

BeomGyu sonrió con tristeza.

— Pórtate bien, pequeña.

YeSeo asintió. Se dio la vuelta y regresó al parque. BeomGyu no dio ni tres pasos cuando la voz ahogada de TaeHyun lo detuvo bruscamente.

— YeSeo es tu hija.

BeomGyu, que había estado observando a YeSeo, empezó a sentir que todo daba vueltas.

HeeSeung y SungHoon se despidieron de JungWon a la salida de la escuela. El menor se marchó con Jay, tomados de la mano en una cita que JungWon esperó con mucha emoción. Les prometió que antes de las ocho estaría en casa, que no se preocuparan, y partió con toda la emoción de un Omega de quince años en su primera cita.

Los gemelos caminaron en dirección opuesta, con SungHoon mirando de reojo a su hermano, que seguía con ese aire ausente, como si no le interesase nada de lo que tenía a su alrededor. HeeSeung tampoco daba muchos detalles de su relación con Ghislaine, o de su vida íntima en general, así que era difícil pensar qué era lo que le tenía tan distraído.

— ¿Quieres que paremos a comer algo? Unas french fries o unos corn dog — sugirió.

TaeHyun no veía con buenos ojos toda esa comida basura que abundaba en cada esquina de Nueva York, pero ocasionalmente pedían en puestos de comida rápida callejera.

HeeSeung se encogió de hombros.

— Como quieras.

SungHoon puso mala cara. Aun así, arrastró a HeeSeung hasta una casa rodante donde vendían french fries y hot dogs. Se colocaron detrás de unas chicas, esperando su turno, y HeeSeung lo aprovechó para sacar el móvil, pero lo guardó tras comprobar que no tenía mensajes nuevos. SungHoon dedujo que HeeSeung esperaba recibir algún tipo de noticia o respuesta, algo que explicara porque se veía tan pendiente de su móvil.

Cuando les tocó el turno, SungHoon pidió por los dos. Doble de french fries y las de HeeSeung con extra de ketchup como a él le gustaban. Se las ofreció, saliendo de la cola y dirigiéndose hacia una zona menos bulliciosa para comer tranquilamente. En la mayoría de los lugares de Nueva York era casi imposible no escuchar el motor de los vehículos, el ruido que hacían los metros al pasar por encima de las vías o la propia gente de la calle. Buscaron un parque que no estuviera lejos, ocuparon un banco y empezaron a comer en silencio.

SungHoon quería acercarse a HeeSeung, que se sincerara con él ahora que estaban los dos solos. Sin la presencia de JungWon y TaeHyun, tal vez decidía abrirse y confesar qué había sucedido realmente entre él y Ghislaine.

HeeSeung picoteó algunas papas, pero no comió demasiado. SungHoon le dio su tiempo, sin embargo, después de un largo silencio intervino al fin.

— HeeSeung... ¿Hay algo que no me hayas dicho? — preguntó, visiblemente preocupado. — Siento que no eres el mismo de siempre.

El Alfa no reaccionó, mirando fijamente sus french fries cubiertas de ketchup, aunque ya sin tocarlas.

— ¿Te peleaste con Ghislaine? — SungHoon no quería presionarle, pero pasados unos segundos, HeeSeung seguía sin responder. — Puedes contarme lo que sea. No voy a decir nada.

HeeSeung tardó en hablar, pero cuando lo hizo, fue tremendamente serio.

— Prométeme que no le dirás nada a mamá.

El rostro de SungHoon se iluminó, aliviado de que HeeSeung finalmente se decidiera a contar lo sucedido.

— Promesa de hermanos — juró.

— Ghislaine está embarazada.

De todas las cosas que esperaba oír, esa era la peor con diferencia. SungHoon abrió mucho los ojos, incrédulo.

— ¡¿Embarazada?! — repitió, alarmado. — Pero... ¡¿cómo...?!

— ¿Hace falta que te explique?

SungHoon tuvo que darse unos segundos para asimilar la noticia. Ghislaine está embarazada de HeeSeung. HeeSeung iba a ser padre. Oh, Dios, eso tenía que ser una broma.

— ¿Es que acaso no tomaron precauciones? — inquirió SungHoon, haciendo un esfuerzo por no alzar la voz.

— Sí, o sea... No sé, eso creía... — contestó HeeSeung, empezando a arrepentirse de habérselo contado.

— ¿Y qué harán ahora? Si lo van a tener, tendrás que decírselo a mamá tarde o temprano.

HeeSeung desvió la mirada, incómodo. No contestó enseguida, sin embargo, ignoró lo de contarle a TaeHyun y se centró en lo verdaderamente importante.

— Ghislaine quiere abortar.

El asombro cubrió las facciones de SungHoon, y de inmediato soltó un suspiro de alivio.

— Oh, bueno, esa es otra opción. Si buscan un buen...

— Yo no quiero que aborte — le interrumpió HeeSeung con brusquedad.

Se hizo un tenso silencio entre ellos, con SungHoon viendo lo realmente grave de ese asunto. Durante unos minutos no supo qué decir; se trataba de un tema muy delicado y la expresión de HeeSeung no invitaba a dialogar amistosamente.

— Tienes que contárselo a mamá. Querría saberlo y...

— No. No lo haré — replicó el Alfa.

— Entiendo que no quieras, pero te aconsejará bien.

— ¿Es así? — aventuró HeeSeung en tono irónico. — En cuánto le cuente todo, se pondrá del lado de Ghislaine y yo seré el "malo". Como soy el Alfa...

— ¡No digas eso! — exclamó SungHoon, dolido porque HeeSeung pensara de esa forma. — Aquí no hay ni buenos ni malos, Hee. Si Ghislaine no se siente preparada para tener un bebé, debes respetar su decisión.

— ¿Y mi decisión? ¿Quién la respeta? — preguntó, mirando a SungHoon con evidente enojo. — Solo importa lo que ella quiera, ¿no? A mí que me parta un rayo.

SungHoon buscó desesperadamente algo que le hiciera entender a HeeSeung que no todo era blanco o negro.

— ¿Tú... realmente quieres tener un bebé ahora? — preguntó con cautela. — Todavía estás estudiando, y tienes un futuro brillante por delante. ¿No crees que un bebé debe tenerse por amor al propio bebé y no como una obligación?

HeeSeung lució aún más enojado que antes.

— Estoy siendo responsable de mis actos, cosa que Ghislaine no hace — contestó con dureza. — Qué fácil es deshacerse de los problemas mirando hacia otro lado.

— Pero, HeeSeung... ¿De verdad eres tú quien habla o es tu Alfa?

— No intentes confundirme. Yo... sé perfectamente lo que quiero — dijo, aunque la duda ya había sido sembrada en su interior.

Estaba convencido de que ese bebé no fue un error como decía Ghislaine. Sus instintos de Alfa no tenían nada que ver con eso, porque él... aceptaba ese bebé. Podía querer a ese bebé a pesar de la situación.

— HeeSeung, yo entiendo cómo te sientes — dijo SungHoon, intentando una vez más razonar con él. — Pero, así como tú quieres que respeten tú decisión, Ghislaine también quiere que respetes la suya.

— ¿Sí? Le faltó tiempo para decidir abortar sin consultarme antes.

— Creo que los dos necesitan hablarlo con calma.

Pero HeeSeung negó con la cabeza.

— No, Sung... Ghislaine quiere abortar, y yo le importo una mierda.

HeeSeung y Ghislaine no habían hablado desde ese último encuentro, el cual no terminó bien. Y cuando volvieran a verse, pelearían de nuevo. Lo tenía más que asumido. En el colegio apenas se miraban y los dos evitaban encontrarse.

— Entonces háblalo con mamá — sugirió SungHoon. — Le ocurrió lo mismo con YeSeo, y podrá aconsejarte mejor que yo. Además... ¿no fuiste tú quién quiso que mamá abortara cuando descubrimos que estaba embarazado?

Fue como si a HeeSeung le hubieran golpeado en el rostro. Quiso defenderse, buscar un argumento, pero todo ese asunto le estaba agotando mentalmente. Ninguna respuesta salió de su boca.

Se puso de pie, lamentando que se hubieran enfriado las papas. SungHoon también se levantó. Quería ayudar a su hermano, darle su apoyo, pero no sabía cómo hacerlo. Agradecía que confiara en él lo suficiente como para contarle todo aquello, pero TaeHyun tenía que saberlo.

TaeHyun era el único que podía ayudarlo. Y esperaba que HeeSeung se diera cuenta de ello.

Sin decir nada, regresaron a casa, con HeeSeung inmerso en sus propios pensamientos, y SungHoon preocupado por cómo iba a terminar todo. HeeSeung parecía más malhumorado que antes, pese a que esa no había sido la intención de SungHoon. No estaba seguro de que fuera a seguir su consejo y contarle a TaeHyun sobre el embarazo, pero conocía a su hermano y podía afirmar que en esos momentos estaba perdido y sin saber qué hacer.

Cuando llegaron a casa, todo estaba a oscuras. TaeHyun y YeSeo todavía no habían regresado de comprar. SungHoon aprovechó la ocasión para dirigirse a HeeSeung y hacerle saber lo que pensaba.

— Hee, sé que esto no es fácil para ti — dijo, entrando en el comedor. — No le diré nada a mamá, y sé que al final harás lo correcto. Pero lo que en verdad quiero decirte es que... soy tu hermano y siempre estaré a tu lado. Pase lo que pase, yo te escucharé. Sea bueno o malo.

HeeSeung lo miró detenidamente, su expresión ligeramente abatida por lo que estaba diciendo SungHoon.

— Así que quita esa cara y dame un abrazo, idiota.

SungHoon no esperó a que su hermano reaccionara, así que, acortando la distancia entre ellos, le dio un fuerte abrazo. HeeSeung cerró los ojos, agachando la cabeza y rodeando los hombros de SungHoon. Estuvieron así un rato, hasta que finalmente HeeSeung se separó con una lágrima asomando entre sus párpados.

— Gracias — murmuró.

HeeSeung no sabía cuánto necesitaba un abrazo hasta que SungHoon se lo dio. Le había hecho sentir un poco mejor, y sobre todo, reflexionar acerca de lo que debía hacer. Tenía por seguro que iba a decepcionar a TaeHyun si le contaba que Ghislaine estaba embarazada, pero más aún cuando supiera que él no quería que Ghislaine abortara.

— JungWon no tardará en llegar — dijo SungHoon, distrayendo a HeeSeung de sus cavilaciones. — Si se niega a darnos detalles de su cita, no le permitiremos salir con Jay de nuevo — bromeó.

HeeSeung esbozó una tímida sonrisa. Era consciente de que SungHoon solo quería que estuviera más animado, así que hizo un esfuerzo y le siguió la broma.

— Ese Jay sigue sin gustarme. Que se ande con ojo.

SungHoon asintió, solemne.

Por su parte, JungWon cruzaba el patio con una enorme sonrisa de felicidad, sin saber que iba a ser molestado y avergonzado por sus hermanos durante la siguiente hora.

YeSeo.

YeSeo era su hija.

Tuvo que tomar asiento de nuevo antes de que sus piernas le traicionaran. Sus ojos se humedecieron rápidamente, reteniendo sin éxito las lágrimas que pugnaban por salir. Agachó la cabeza, hundiendo el rostro entre sus manos mientras rompía en un silencioso llanto. TaeHyun se mantuvo impasible, aunque sentía claramente que algo se rompía dentro de él también.

Transcurrieron varios minutos en los que ninguno dijo nada. TaeHyun, a pesar de su reticencia, no pudo ocultar por más tiempo la verdad. Tal vez había cometido un error, o tal vez no. No lo sabía, ahora mismo su cabeza era un nido de confusión, estrés y miedo. Miedo ya que su Omega asumió que nunca más volvería a ver a su Alfa. Nada le preparó para aquello, y el estrés solo aumentaba con el pasar de los minutos.

Cuando BeomGyu se calmó, con lentitud y a pesar de los ojos rojos por el llanto, esbozó una sonrisa de las que tiempo atrás TaeHyun amó ver en su marido. Sin embargo, ese instante de felicidad, en el que BeomGyu observó a su hija con cariño, se desvaneció con la misma rapidez con que apareció.

No había olvidado los problemas y tribulaciones que sufrió TaeHyun después del nacimiento de los gemelos. ¿Cómo tuvo que ser criar a un nuevo cachorro sin la ayuda de nadie?

— TaeHyun — murmuró, temblando ligeramente —, tú... ¿has estado bien?

TaeHyun vaciló unos segundos, pero el tono con que BeomGyu le hablaba era puramente sincero.

— Sí, aunque a veces se hizo difícil — contestó, no muy seguro de cuánto decir al respecto. — YeSeo fue... algo inesperado, pero incluso antes de nacer, ya la amaba con todo mi corazón.

BeomGyu asintió. Por un momento temió que TaeHyun no aceptara del todo a YeSeo por ser hija de ambos. Después de todo, YeSeo fue concebida cuando su matrimonio agonizaba dolorosamente, poco antes de romperse en mil pedazos. Sin embargo, una vez más, TaeHyun demostraba que el amor hacia sus cachorros era incondicional, sin importar las circunstancias adversas.

Quiso decirle lo orgulloso que se sentía de él, pero pensó que igual sonaría extraño y fuera de lugar, pues BeomGyu no dejaba de ser el causante de que TaeHyun decidiera abandonar el país con sus cachorros.

— Yo... — murmuró TaeHyun, tratando de hilar sus pensamientos y formar una frase coherente. — Pensé que me odiabas.

De las cosas más estúpidas por decir, esa era, sin duda, la que más.

— No. Jamás podría odiarte — dijo, frunciendo el ceño en desaprobación. — Entendí que yo era el único culpable, que tú solo intentabas salvarte a ti mismo y a los cachorros. A día de hoy... sigo luchando con eso.

TaeHyun también lo miró, viendo a través de sus ojos el dolor por la pérdida y el abandono. Su huida provocó una huella imborrable, dejando a BeomGyu con un aspecto de lo más abatido.

Abrió la boca para decir algo, pero entonces YeSeo, que corría alrededor del tobogán, se tropezó y cayó al suelo con un golpe seco. Casi al mismo tiempo, TaeHyun y BeomGyu se pusieron de pie. El llanto de YeSeo no tardó en escucharse, por lo que ambos fueron hacia ella para socorrerla.

— Mi bebé... ¿dónde te hiciste daño? — preguntó TaeHyun, cogiéndola por la cintura para levantarla. YeSeo enseñó sus manitas: se había hecho daño en las palmas en un intento por detener la caída.

BeomGyu miró sus rodillas, pero a excepción del golpe en sí, no vio ningún corte.

— Es culpa mía por dejarla tanto rato sola — dijo TaeHyun, con el remordimiento cubriendo sus facciones. — Antes la perdí por no vigilarla lo suficiente. Soy un desastre... Ya está mi amor, no llores.

Pero YeSeo no escuchaba, lo que provocó que TaeHyun se sintiera aún más culpable.

— TaeHyun, no puedes evitar que los niños se hagan daño — intervino BeomGyu con voz suave. — YeSeo está bien. Si llora, es porque se ha asustado.

BeomGyu tomó las manitas de YeSeo, un poco raspadas (pero sin sangre), y empezó a jugar con ellas, distrayéndola y logrando que dejara escapar una risita. Su rostro seguía rojo por el llanto, aunque se calmó enseguida. TaeHyun olvidó que, de los dos, BeomGyu era quién siempre actuaba con cabeza cuando él se sentía sobrepasado.

Su corazón se encogió de dolor cuando vio los rostros de YeSeo y BeomGyu sonreír idénticamente. La misma sonrisa en forma de corazón.

Yu so fany.

YeSeo había hablado en inglés, pero BeomGyu la entendió a pesar de no pronunciar bien las palabras.

— Y tú muy traviesa. No preocupes a mamá o llorará mucho.

YeSeo puso cara de horror.

— ¡No! ¡Mooomy, don cry! — gimoteó, alzando sus brazos hacia TaeHyun.

TaeHyun la tomó entre brazos, con sus ojos llenos de lágrimas otra vez. No quería preocupar a YeSeo, de modo que se tragó las lágrimas, besando la mejilla de la niña que le miraba fijamente, como para comprobar que su mamá no estaba triste.

— Ya no dele — aseguró la niña otra vez, ahora en coreano, todavía con los surcos de las lágrimas en sus mofletes.

TaeHyun sacó un pañuelo y le limpió la cara. Miró de reojo a BeomGyu que seguía a su lado; cualquiera que los viera a los tres, ahí juntos, pensaría que eran una familia feliz.

Su Omega aulló necesitado de cariño y atención, reconociendo a su Alfa después de tanto tiempo separados. TaeHyun trató de contenerlo, pero con el celo tan cerca, se sentía más vulnerable que nunca, y ahora, con todo lo que BeomGyu le contó, no pudo evitar llorar. Ocultó el rostro y se frotó los ojos con fuerza para limpiarlos del brillo punzante de las lágrimas.

Sin embargo, BeomGyu sí lo vio.

— ¿Estás bien? — preguntó en voz baja.

TaeHyun asintió rápidamente, pero el Alfa no le creyó. YeSeo parecía confundida, mirando a su mamá y luego a BeomGyu.

¿Wha happen, mom? — preguntó.

Oh, nada. Solo estoy un poco cansado.

YeSeo se quedó pensativa, pero no le dio más vueltas. Si su mamá decía que estaba cansado, entonces sería verdad.

BeomGyu notó que el Omega de TaeHyun estaba alterado, ansioso y vulnerable. Lo entendió, pues fueron varios años sin verse, pero no era solo eso. Sospechaba que el celo de TaeHyun estaba al caer, lo que provocó que su lobo brincara de felicidad. BeomGyu añoró mucho tiempo el toque de TaeHyun, sus besos, sus caricias...

Frunció el ceño, borrando todos esos pensamientos antes de que se descontrolaran. Él y TaeHyun ya no estaban juntos. Los celos se acabaron hace mucho. Ya no era su Alfa, ya no se ocuparía más de sus celos por mucho que él así lo quisiera. Y, a pesar de lamentarlo profundamente, lo realmente importante ahí era YeSeo. Su hija.

— YeSeo... ¿Es feliz aquí? — preguntó, ignorando los reclamos de su lobo.

TaeHyun se sorprendió ante la pregunta, pero obviamente entendió que BeomGyu estaba preocupado por ella, viviendo en un país tan distinto del de Corea.

— Sí, aún es muy pequeña para entender ciertas cosas, pero hago todo lo posible porque esté feliz — respondió TaeHyun, dejando a la niña en el suelo, que ya no quería alejarse más de mamá. — HeeSeung, SungHoon y JungWon cuidan mucho de ella.

La mención de sus hijos fue como una punzada en su corazón. Sus anteriores embarazos no fueron especialmente fáciles de llevar, y supuso que con YeSeo fue igual o peor.

— Lamento no haber estado allí. Sé lo duro que era para ti después de dar a luz — dijo, recordando todos los problemas que tuvieron por culpa de la depresión post-parto.

— Sí, no era la mejor mamá — admitió con pesar.

— No, eso no es cierto. Yo tengo gran parte de culpa, y lo sabes — replicó BeomGyu con dureza.

TaeHyun no contestó, incómodo porque BeomGyu nunca le habló con tanta honestidad sobre ese asunto. No desmintió lo dicho, pero tampoco quería abordarlo justo en ese momento.

— Sé que YeSeo tiene la mejor madre del mundo. Y con eso estoy más que satisfecho — prosiguió el Alfa, sincero.

TaeHyun no sabía qué decir. Se sentía desbordado por todas las emociones que lo sacudían como si fuera una pelota de baloncesto. Todo estaba siendo demasiado para él.

— Mooooom, ¡Hangry! — dijo YeSeo de repente.

TaeHyun había olvidado por completo la hora. Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba con BeomGyu en el centro comercial.

Ahora vamos para casa.

BeomGyu se quedó congelado en su lugar, sin querer que ese reencuentro se acabara tan pronto. De pronto, fue consciente mucho más de todo: él solo estaba allí de pasada, nada más, y en un par de días se marcharía de regreso a Corea. Si se iba... ¿Volvería a ver a TaeHyun? ¿A YeSeo? Un fuerte malestar empezó a crecer dentro suyo ante la posibilidad de no hablar más con su hija, haciendo que su estómago se apretara en dolor.

A pesar de haberla conocido ese mismo día, su corazón ya revoloteaba por ella, por esa bonita niña que lucía tanto como TaeHyun. Podía decir, sin lugar a dudas, que la iba a extrañar mucho y, si tuviera la oportunidad de estar más tiempo con ella, lo tomaría, pero eso no le correspondía a él. Y TaeHyun...

TaeHyun estaba más hermoso que nunca. No quería dejarlo ir, pero así tenía que ser.

— Me alegra saber que estás bien, TaeHyun. Fue bueno verte y... y conocer a YeSeo — dijo, intentando esbozar una sonrisa, pero no pudo.

— Cuídate, BeomGyu — murmuró, sintiendo que algo no estaba bien.

El Alfa asintió. No quiso decirle que lo que menos le importaba era cuidar de sí mismo.

— Adiós, TaeHyun.

Sin retrasar más la despedida, BeomGyu miró a YeSeo una última vez antes de irse. Le estaba resultando muy difícil voltear la cabeza hacia otro lado y dejar a su hija atrás. Le hubiera gustado jugar con ella y mimarla. Ser un buen papá ahora que estaba aprendiendo de sus errores. Más que nada, de pronto quería tomarla en brazos, darle un fuerte abrazo y decirle que la iba a querer mucho de ahora en adelante.

Pero había llegado tarde.

Cuando ya dio dos pasos para alejarse, fue TaeHyun quien lo detuvo, incapaz de controlar su mente.

— Gyu... BeomGyu, espera.

El Alfa se volteó enseguida.

— Si quieres puedes ver a YeSeo otro día. Estos días... — se interrumpió, pensando que quizás se estaba precipitando un poco. — Bueno, quizás mañana puedes... Si tú quieres, pues solo tienes que decírmelo.

BeomGyu no esperaba esa invitación. Su corazón dio un vuelco, conmovido por ese gesto por parte de TaeHyun.

— ¿De verdad puedo volver a verla? — preguntó,
esperanzado.

— Sí, es... es... — tanto tiempo pensándolo, manteniéndolo dentro de su cabeza, y ahora podía decirlo. — Es tu hija. Y está bien, no hay nada malo en que quieras pasar tiempo con ella.

— Oh, TaeHyun... — la garganta del Alfa se apretó en un llanto pujante. — Gracias. Gracias. Gracias — repitió, sus labios formando una sonrisa llena de alivio.

TaeHyun notó, de pronto, que se había quitado una ligera presión en el pecho.

— Llámame cuando quieras. Aún conservo mi antiguo número de móvil — dijo, sin creer aún que TaeHyun le permitiera ver a su hija una vez más. — O puedes enviarme un mensaje. Lo que sea más cómodo para ti.

BeomGyu no podía ocultar la felicidad que sentía en ese momento. Casi se le escaparon un par de lágrimas. Después de tres años de lamentos y llantos, el Alfa notó que su alrededor volvía a cobrar vida.

— Lo dejo en tus manos.

TaeHyun bloqueó el número de BeomGyu en el instante en que abandonó su hogar, pero no lo había olvidado. Lo recordaba perfectamente.

No quería recuperar tan pronto el contacto con BeomGyu, pero YeSeo estaba ahí y no podía ignorarlo. Así que esa noche tenía mucho en lo que pensar; tanto que seguramente no podría pegar ojo.

— Adiós, princesa.

YeSeo, que había estado correteando y jugando cerca de ellos, se sonrojó y sonrió con timidez. Dio un par de saltos y tomó la mano de TaeHyun. Movió la mano para decirle adiós, demasiado avergonzada por aquel apodo como para hablar en voz alta.

TaeHyun y BeomGyu no se dijeron mucho más. Ambos se despidieron también y cada uno se fue por la dirección opuesta.

— Mami — habló YeSeo, mirando otra vez hacia atrás y viendo a ese agradable hombre desaparecer por entre la multitud —, ¿soy una pincesa? — preguntó, aún sonrojada.

— Por supuesto, bebé. Eres mi linda princesa — contestó TaeHyun.

Su corazón no había dejado de latir violentamente ni un solo segundo. Se sorprendió de que pudiera mantenerse en pie en vez de sufrir un colapso o una taquicardia. En casa iba a prepararse una tila bien fuerte para calmar los nervios que se habían apoderado de él, pero dudaba seriamente de que su mente le dejara descansar esa noche.

¡Al fin en primavera! ya no falta nada, ánimo, ánimo, ánimo.

soy toda una máquina, no pasó ni una hora desde que se subió el capítulo en la obra original y ya les traigo la buena nueva. 😋

perdón si no conteste sus comentarios en el anterior, es que estuve a full. <3):

¡Muchas gracias por leer! 💕

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