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35


Como celebración, JungWon pidió comer hamburguesas en el Good Dog Bar, conocido en Pensilvania por ser el mejor sitio para degustar ese tipo de comida. SungHoon parecía más que feliz con esa celebración, mientras que HeeSeung...

HeeSeung seguía muy callado y distraído, por decir lo mínimo.

TaeHyun miró a su hijo mayor, que fingía leer la carta en lo que eran atendidos. JungWon ya dijo que pediría la hamburguesa más grande de todas, mientras que SungHoon pensaba en qué agregarle a la suya. YeSeo miraba todo con extrema curiosidad y el Omega sabía que solo le pediría unas papas fritas a su cachorrita. Una hamburguesa, a su edad, era imposible de comer y no le haría bien al estómago.

— ¿Pero vieron la patada que le hice a ese Alfa? ¡La patada con la que gané! — dijo JungWon, hablando por décima vez de la forma en que ganó la competencia. — ¡Eso le pasa por reírse de mí, cretino!

— De seguro se reía para llamar tu atención — contestó SungHoon.

— ¡Pues perdía el tiempo! — JungWon seguía muy excitado y animado, de seguro con la adrenalina a mil por la competencia. Dentro de tres meses más, sería la competencia final en California, y el Omega se moría por ir allí. — Yo le soy fiel a Jay.

— ¿Entonces ya son novios? — preguntó TaeHyun, llamando la atención del camarero para que fuera a atenderlos. — Bien, ¿qué va a pedir cada uno?

Los niños fueron los primeros en hablar, y luego el Omega encargó la comidita de YeSeo: papas fritas y un pequeňo trozo de carne de vacuno junto a un jugo de frambuesa.

— O sea, todavía no — contestó JungWon. — No me lo ha propuesto como tal, ¡quiere que vayamos lento!

— ¿Y eso está mal? — TaeHyun le sonrió, contento de que su hijo pudiera vivir esa etapa de su vida como correspondía.

— Claro que no — JungWon enrojeció. — Mamá, ¿puedo presentártelo? ¡Te juro que lo amarás!

— Así como amarlo, lo dudo — TaeHyun suspiró. — Hee, ¿te pasa algo? Estos días has estado muy extraño.

El Alfa parpadeó, como saliendo de sus pensamientos, y se volteó a mirar a su familia, que le contemplaba con expresión inquisitiva. El muchacho no tardó en encogerse de hombros, como queriendo restarle importancia a su actitud, a pesar de que no era normal. TaeHyun sabía que algo le pasaba a su hijo mayor.

— Mamá tiene razón — habló SungHoon, reprobatorio. — ¿Es que terminaste con Ghislaine?

La mención de la chica hizo que las cejas de HeeSeung se arrugaran en señal de irritación. Al parecer, eso era un sí, pero TaeHyun no podía evitar sentirse intrigado: ¿qué había pasado entre ellos?

— Ghislaine Noona estaba muy enojada — dijo JungWon, agarrando los lápices que habían llevado para que YeSeo coloreara el mantelito de papel del restaurante. — Pateaba demasiado fuerte, más que las veces que me pateaba a mí.

— ¡No, dame, giv me! — chilló YeSeo cuando su hermano mayor le quitó el color rojo de la mano. — ¡Mommy!

— JungWon, no molestes a tu hermanita — regañó TaeHyun.

— ¡Es mi día especial, deberías consentirme a mí, no a esta aparecida! — reclamó JungWon.

TaeHyun solo rodó los ojos, aunque sabía que era solo una tonta broma por parte del Omega. A su hijo parecía encantarle molestar a YeSeo, y si se veía bien, era una sensación que la niña también compartía.

Su cachorrita le sacó la lengua a JungWon.

— ¡Fe-o! — le gritó.

— Mamá, dile algo — protestó el Omega.

— YeSeo, no le digas feo al feo — suspiró TaeHyun.

JungWon comenzó a rabiar como un niño pequeño. TaeHyun solo se inclinó a darle un beso a su niña, que se rió y continuó dibujando.

En ese momento llegó el camarero con sus bebidas, así que no tardaron en acomodarse. HeeSeung, otra vez, volvía a quedarse callado.

— Hee, en serio, ¿terminaron? — preguntó TaeHyun, hablando con suavidad para mantener cierto tacto.

— No — respondió el Alfa, pero seguía con el ceño ligeramente fruncido. — Es decir, nos tomamos un tiempo. Han pasado algunas cosas...

— ¿Pero está todo bien? — insistió TaeHyun.

— Sí, mamá — HeeSeung agarró la botella de bebida —, te lo prometo.

TaeHyun no quiso insistir más, a pesar de que sabía que su hijo le estaba mintiendo. Tal vez se debía al lazo materno que compartía con ellos, pero el Omega podía saber con facilidad cuando no le decían la verdad.

Sin embargo, también sabía que no debía insistir, al menos por ahora. Si HeeSeung no quería contárselos, debía tener sus razones, y TaeHyun le daría el espacio necesario para que tomara el valor necesario y hablar.

Aunque la mente del Alfa era un lío en ese momento. Después de la noticia de Ghislaine, sobre que quería abortarlo, HeeSeung se sentía demasiado confundido y fuera de sí. ¿De qué estaba hablando ella? ¿Abortar a su bebé? ¿El bebé que ellos dos hicieron?

No, debía estar de broma. No podía estar hablando en serio, ¡era una locura! Ellos estaban juntos, quizás no llevaban muchos meses, pero el Alfa se sentía demasiado enamorado de la Omega y, en el fondo de su corazón, incluso pensó en querer marcarla. ¿No era algo normal para ellos? Él tenía ya dieciocho años, cumpliría los diecinueve en un par de meses más, mientras que Ghislaine también tendría dieciocho pronto. En algunos países, como Corea, ya era la mayoría de edad y el momento ideal para conseguir pareja y casarse. ¿Su mamá no había contraído matrimonio con BeomGyu a esa edad? Y lo tuvieron a él un año después. La cabeza de HeeSeung, entonces, se tomaba el hecho de ser papá como algo normal y esperable a esa edad.

Por otro lado, una vez acabara ese año escolar, HeeSeung no tenía planeado ingresar a la universidad. Buscaría un trabajo a tiempo completo, así podría hacerse cargo de mamá y ayudarlo en casa. Por supuesto, esta noticia cambiaba sus planes, pero eso no quitaba que quería trabajar. HeeSeung se haría cargo de todo lo que pudiera necesitar Ghislaine y su futuro hijo.

El punto es que ella no lo entendía. La Omega se puso hecha una furia al escucharlo, viéndose a punto de lanzarse a darle un golpe, quizás una llave de taekwondo.

No puedes abortarlo — le había dicho HeeSeung, luego de recuperarse del golpe inicial que fue la noticia. Ella se calló, tal vez demasiado sorprendida por lo que dijo el Alfa. — Es nuestro hijo, Ghislaine, ¿cómo quieres matar a nuestro hijo?

Otro largo silencio, con Ghislaine pareciendo también encontrarle sentido a lo que acababa de oír.

Y, de pronto, el bonito rostro de la chica francesa se llenó de ira.

¡Merde! — exclamó, y se veían tan encantadora, que HeeSeung perdió un poco el rumbo de la conversación. Al menos, hasta que ella siguió hablando. — ¿Me estás jodiendo, HeeSeung? ¡Va te faire foutre!

Por el tono de voz de la chica, pudo adivinar con facilidad de que lo estaba maldiciendo. HeeSeung no sabía ni un poco de francés, pero era claro por su expresión.

Se forzó a ser razonable y suave con ella. Estaba bien, Ghis debía estar muy asustada por un embarazo, tal vez incluso temía que HeeSeung no quisiera estar más con ella y le abandonara, ¡pero no sería así! Él realmente la quería y también quería formar una familia con ella. Lo había pensado un poco más a futuro, sin embargo, no tenía problema alguno con adelantarse.

Ghis, bebé — dijo, siendo amable y comprensivo —, no vas a tener que preocuparte de nada, ¿bueno? Yo te cuidaré y...

Stupide — farfulló ella, y ahora HeeSeung pudo saber con facilidad qué le estaba diciendo. — Tengo diecisiete años, HeeSeung, ¡no estoy lista para ser madre! Y tú también, ¡tienes solo dieciocho!

El Alfa quiso encontrarle lo malo a esas palabras, ver cuál era el problema, pero seguía sin entenderlo. Él ya era mayor de edad y, desde pequeño, debido a la crianza recibida, tenía más que claro que ese era el momento ideal de ser padres. Los Omegas ya eran fértiles y se pensaba que los Alfas tenían la madurez para asumir el liderazgo de hogar. Él lo vio con su mamá y BeomGyu.

Además... Además, él sería mejor padre que BeomGyu. Él sería todo lo que no fue ese hombre.

Podemos formar nuestra familia — insistió HeeSeung, comenzando a asustarse ante la mirada feroz de ella, ante la clara visión de que la Omega no iba a retroceder —, podemos...

No — Ghislaine sacudió su cabeza —, no, HeeSeung. Yo tengo planes. Planes grandes. Ganaré el campeonato de taekwondo, obtendré una beca para la universidad y voy a estudiar.

Pero un bebé...

Un bebé me impedirá todo eso — los ojos de ella se estrecharon, serios —, además, yo no quiero ser madre ahora. No estoy lista para tener un bebé.

¿Pero sí para tener sexo? — espetó HeeSeung, y ella se enfureció mucho más.

¡Bête! — exclamó Ghislaine, poniéndose de pie y llamando la atención de todo el mundo. — ¡Débile! ¡Salaud! ¡Connard!

¿Cuántos insultos existían en francés?, pensó HeeSeung estúpidamente, y solo se quedó en su lugar mientras la Omega agarraba su cartera y se iba, lanzando más insultos al aire en su idioma natal. No se atrevió a seguirla, teniendo más que claro que era muy probable que ella le lanzara alguna de sus patadas voladoras.

De eso, habían pasado dos días. HeeSeung quiso darle un espacio para que ella se calmara y así volver a hablarlo, por lo mismo, no se acercó otra vez. Pareció ser lo mejor, porque Ghislaine estuvo... bastante agresiva en su competencia. Se llevó el primer lugar dentro de su categoría, al igual que JungWon, y se notaba que el resto de los competidores no querían estar en su camino.

HeeSeung no tenía idea de cómo solucionar lo que estaba pasando entre ellos, sin embargo, algo tenía claro: no iba a dejar que ella lo abortara.

Mientras BeomGyu revisaba el vídeo otra vez, recibió el llamado de su padre.

El Alfa pausó la grabación, tomando aire para calmarse y no dar paso al pánico de ser descubierto. Lo que menos necesitaba ahora era enloquecer, delatarse y oír los regaños de su padre. Si lo escuchaba, de seguro aceptaría que estaba haciendo una locura, regresándose a Corea sin cumplir su objetivo principal: ver a su familia otra vez.

Cómo podían cambiar las cosas de un segundo para otro. Él no tenía planificado eso, sin embargo, cuando vio a JungWon allí, en pantalla y viéndose tan bonito, como lo recordaba, su Alfa pareció revolverse en dolor y desesperación. BeomGyu no pretendía hablar con ellos, ¡claro que no! Él solo quería... solo quería verlos una vez más. Aunque fuera de lejos. Verlos, convencerse que estaban bien sin él y devolverse. Nada más.

— ¿Papá? — preguntó BeomGyu, contestando la llamada.

— Hijo — su padre se escuchaba un poco cansado, pero era lo normal, considerando la diferencia horaria —, ¿cómo va todo por allá? ¿Sigues aburriéndote en el hotel?

— No — BeomGyu se hizo el desinteresado y aburrido —, he salido a dar un par de vueltas y aprovechar el viaje. A pesar de todo... me ha hecho un poco bien estar lejos de allí.

— Me alegro mucho, Gyunnie — el apodo cariñoso de su padre lo hizo relajar sus hombros levemente. — Suenas bastante mejor. ¿Cómo se ha sentido tu Alfa?

— Un poco inquieto — admitió a medias —, pero es controlable. Siente... siente un poco la cercanía, y aunque lo altera, también lo... lo relaja. Parece calmarse al saber que ya no estamos tan separados.

— Ten cuidado con eso, BeomGyu — advirtió su padre —, sabes que...

— Lo sé, papá — claro que lo sabía, era más que evidente, sin embargo, ya perdió el norte. En lo único que podía pensar era en familia. —Tranquilo. Es domingo, solo debo aguantar otro par de días antes de devolverme el viernes.

— Quizás sea mejor adelantar tu regreso — BeomGyu no quería pensar que su padre sospechara cualquier cosa, por lo que se forzó a controlarse para no gritar en protesta. — Si tu Alfa se siente así...

— No pasará nada malo — aseguró el Alfa. — Además, ni siquiera sé dónde está TaeHyun y los niños. Mi Alfa sólo actúa como si hubiera recibido un placebo y es suficiente.

Su padre musitó algo ininteligible, pero BeomGyu no daría su brazo a torcer. Le quedaban todavía cinco días antes de devolverse a Corea, lo suficiente para buscar a su familia, verlos a lo lejos y devolverse.

— Es mejor que vayas a dormir — agregó BeomGyu, queriendo acabar con esa conversación —, te llamaré dentro de la semana, ¿bien?

— Está bien, hijo — su padre suspiró. — Cualquier cosa, sabes que puedes llamarme.

El Alfa se despidió y cortó la llamada, echando a un lado el celular para devolver su vista a la laptop con la que viajó. Estuvo todo el día buscando las noticias que pasaron el día anterior en el canal de televisión local de la zona, tratando de encontrar la que correspondía a la de su hijo. Hasta que, por fin, minutos antes de que su padre lo llamara, la encontró.

Cargó el video, reproduciéndolo, y su rostro se iluminó cuando JungWon apareció. De cerca, lo pudo apreciar mejor y se notaba el estirón que pegó: estaba mucho más alto, aunque sus facciones de niño pequeño seguían presentes en esa sonrisita de conejo que poseía. Aunque la sonrisa que BeomGyu poseía se congeló levemente al ver la marca rota en el cuello del chico.

— ¿Cómo se siente haber pasado a la final de la zona noreste?

¡Estoy muy feliz e ilusionado! — respondió JungWon, en un adorable inglés que lo hizo volver a sonreír con ganas. — Planeo ganar mañana e ir a las finales nacionales en California.

Vaya, ¿no suenas muy confiado? — bromeó el reportero.

¡La confianza lo es todo en este deporte! — presumió JungWon, causando las risas del hombre, y BeomGyu también soltó un par de risas.

Vio el vídeo un par de veces más, calmando a su Alfa y las ganas que brotaron por querer abrazar a su cachorrito mimado. Una vez logró relajarse, descargó el video para poder editarlo y hacerle zoom con un programa, y ver con claridad el uniforme del niño, donde estaba bordado el colegio al que representaba.

Tardó un par de minutos para poder descifrarlo bien, y una vez lo tuvo, no tardó en poner el nombre en Google: EWSIS: East-West School of International Studies.

Dio con la página oficial del colegio, descubriendo que se encontraba en Nueva York. No era lejos, pensó BeomGyu, bastante cerca en realidad. Una ciudad enorme y donde fácilmente podían rehacer su vida sin ser descubiertos. Además, según lo que leía de la información del colegio, era especializado en alumnos interculturales, especialmente de Asia. Ideal para sus hijos.

Ya era tarde para salir, se fijó en la hora y eran pasadas las cinco de la tarde. Si salía dentro de una hora más, estaría llegando en la noche, y tendría que buscar alojo. No, era mejor si viajaba al día siguiente, buscaba un lugar en el que alojarse y veía el próximo paso a dar.

A primera hora del lunes, cuando el sol estaba en el horizonte, BeomGyu agarró su bolso y fue hacia la terminal de buses, con todas sus cosas guardadas. Agarró el primer bus hacia Nueva York, durmiendo en el viaje y haciéndolo mucho más rápido. Pasado el mediodía, llegó a la enorme metrópolis, que, a esas alturas, ya había iniciado toda actividad.

Su corazón comenzó a acelerarse en ese momento, con un extraño calor recorriendo su cuerpo. Su Alfa pareció revolverse dentro de él, tan emocionado, tan contento, y supo que TaeHyun estaba mucho más cerca. No sabía si el Omega lo sentiría de esa manera, pero BeomGyu podía percibir la sensación de que algo grande iba a pasar.

Aunque se obligó a calmarse, por supuesto. Él no arruinaría la vida que su familia había formado allí, solo viajó con el objetivo de verlos a lo lejos y nada más. Además, tenía que orientarse primero en esa enorme ciudad, no ir a lo loco de aquí para allá.

Primero buscó un lugar donde alojarse, llegando a un pequeño hotel alejado del centro de la ciudad. Después, buscó ubicar en el mapa de internet el colegio de los niños, además de averiguar cómo llegar usando las líneas de tren o de bus. Lo que menos necesitaba en ese momento era perderse.

TaeHyun había elegido un distrito con alta migración, se dio cuenta, y por lo que pudo averiguar en internet, en Flushings transitaban principalmente migrantes asiáticos. Bien podía irse a algún hotel de ese sector, pero era arriesgarse demasiado: su Alfa ya se encontraba demasiado alterado con estar allí y, si se acercaba más, tal vez iba a dejarse dominar con él. Tiraría sus planes al tacho de basura con eso.

No, lo mejor era ir calmado y con la mente fría. Por eso mismo, el martes iría al colegio a esperar a que los niños salieran, con la esperanza de verlos a lo lejos y ver también a TaeHyun, si es que iba a buscarlos. Aunque eso último era poco probable, considerando que SungHoon y HeeSeung tenían ya más de dieciocho, y JungWon quince. Quizás sus niños ya estaban demasiado grandes como para que mamá fuera a buscarlos.

Ese pensamiento lo golpeó con fuerza, desestabilizándolo mientras iba en el metro: HeeSeung y SungHoon ya eran mayores de edad, mientras que JungWon entró de lleno en la adolescencia. BeomGyu se perdió casi tres años de vida de sus hijos, sin verlos, sin conversar con ellos, sin tocarlos. No estuvo allí para ellos, y lo entendía, claro que sí. Pero, santo dios, también dolía. Dolía por la pena y la culpa de lo que él provocó.

Y era muy probable que se siguiera perdiendo sus crecimientos. Cuando se graduaran, el primer día de la universidad, el momento de titularse, sus parejas... Puede que incluso a sus nietos, si es que llegaba a tener. Él se perdería todo eso.

Por un breve instante, pensó en bajarse en la siguiente estación y devolverse, porque no iba a poder soportarlo. Saber todo eso, y seguir adelante, solo para verlos... ¿no era un poco masoquista? Cualquiera diría que sí. Demasiado masoquista.

Sin embargo, continuó por voluntad propia, porque era la única manera de poder regresar a su país en paz.

Se bajó en la estación que le dejaba más cerca del colegio y fue a comer algo de almuerzo, encontrándose con un local de comida coreana. Preguntó allí si conocían el colegio EWSIS y el horario de salida, y al comprobar que todavía le quedaban dos horas para que eso ocurriera, se relajó. Comió con calma e incluso paseó por los alrededores, viendo si encontraba algo interesante, al menos para hacer tiempo hasta que los estudiantes salieran del colegio.

Llegó media hora antes al colegio. Se puso unos lentes de sol, una gorra y una mascarilla para que no le reconocieran, al menos de lejos, y esperó al otro lado de la cuadra, apoyado en una pared y fingiendo revisar su celular.

La primera desilusión apareció, por supuesto, pero la esperaba: TaeHyun no llegó por ningún lado. El timbre tocó a las tres y media de la tarde, y los estudiantes empezaron a salir poco a poco.

Tuvo que esperar varios minutos hasta que ellos aparecieran.

Los tres juntos, con HeeSeung a la cabecilla y JungWon yendo de la mano con otro Alfa que BeomGyu desconocía. SungHoon iba distraído, viendo una cámara fotográfica entre sus manos y comentándole algo a su gemelo mayor, que parecía de muy mal humor.

BeomGyu se quedó congelado, viéndolos y sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas. Ellos estaban... estaban...

Seguían siendo sus cachorritos a pesar de la edad.

HeeSeung, pudo apreciar, se veía más delgado, aunque no de una manera débil. Su redondo rostro infantil pareció alargarse un poco, provocando que ya sus mejillas no se vieran tan rechonchitas, pero sus ojos seguían exactamente iguales: largos y delgados como los de TaeHyun. Su aroma Alfa debía ser bastante fuerte, apreció BeomGyu, porque algunos chicos y chicas se le quedaban mirando a medida que caminaba.

SungHoon, por otro lado, estaba más alto, incluso que HeeSeung, lo que era sorprendente al ser el Omega. La belleza natural que poseía de más pequeño parecía haber madurado, con el porte elegante que siempre traía TaeHyun encima, y se veía como todo un príncipe Omega al caminar. Era realmente encantador. Además, se estaba dejando crecer el cabello, pudo apreciar, y su mandíbula se endureció, provocando una mirada profunda y atractiva.

Y JungWon... Como en la televisión, la inocencia juvenil exhalaba de sus poros, sonriendo a medida que parloteaba con el chico que le agarraba de la mano y le escuchaba tan atentamente. Ahora, sin el casco, pudo apreciar que también tenía el cabello largo, más que SungHoon, y estaba atado en una pequeña coletita. Hacía muecas exageradas y graciosas en su narración, moviendo su mano libre también, y eso alentaba la imagen infantil que poseía.

Los tres (y el desconocido) se detuvieron en la vereda. HeeSeung pareció decirle algo al otro chico, de seguro algo agresivo, pudo apreciar BeomGyu por los gestos, ya que JungWon saltó en su defensa con aspecto berrinchudo. SungHoon se metió en medio para calmarlos, y el desconocido le sacó la lengua a HeeSeung, que hizo el amago de golpearlo. JungWon, otra vez, intervino y, como si fuera el viento, BeomGyu pudo oír su voz.

— ¡Le diré a mamá que fuiste pesado con Jay!

La amenaza pareció ser efectiva, porque HeeSeung resopló y se cruzó de brazos. BeomGyu no pudo evitarlo, pero sintió orgullo de que su hijo mayor protegiera y cuidara del menor, como todo un Alfa de la manada. Aunque eso hizo que la tristeza también apareciera, porque su hijo actuó como un verdadero Alfa cuando él no lo hizo.

Y verlos allí, a los tres, actuando como hermanos y cuidándose entre ellos, le hizo ver a BeomGyu que estaban bien. Que no lo necesitaban y ellos eran felices en esa nueva vida que llevaban. JungWon parecía tener un chico que estaba interesado en él, además de que podía hacer taekwondo sin que le discriminaran. De seguro, tanto HeeSeung como SungHoon, también encontraron sus propias aficiones (la fotografía parecía ser la de SungHoon), y protegían a su hermano menor. Entonces, concluyó, que también cuidaban de mamá, y eso era suficiente para BeomGyu.

Dudó un momento, pero vio cómo volvían a caminar, ignorándolo por completo. Pensó si seguirlos, averiguar dónde vivían, aunque eso ya era demasiado. Le habría gustado ver a TaeHyun, por supuesto, sin embargo, no iba a arriesgarse a perder la poca estabilidad emocional que le quedaba. Eso era suficiente para él: ver a sus hijos y saber que se encontraban bien.

Ahora, necesitaba llegar pronto al hotel y poder encerrarse para deshacerse en lágrimas con calma.

TaeHyun llevó su mano a su marca violentamente, como si le hubiera aplastado un mosquito allí y le hubiera picado. Al sacar la mano, no había nada allí.

Se apoyó en la encimera de la cocina, tomando aire para poder sostenerse bien al sentir cómo sus piernas temblaban de manera repentina. Qué extraño, se dijo, y solo había una respuesta posible que no le asustara: su celo sería pronto.

Sí, el celo. El celo. Era la única respuesta.

— Maaaaaaaaaaaaami — YeSeo apareció, pero se detuvo al verlo. — ¿Fain? — preguntó torpemente, confundida, y en sus manos cargaba a Ben, que maullaba.

Fine — repitió TaeHyun, sonriendo con debilidad. — ¿Qué te dije del gatito, YeSeo? No puedes traerlo a casa de los Liu. Dejará todo lleno de pelos.

YeSeo formó un puchero. No es como si ellos se lo hubieran prohibido, sin embargo, TaeHyun no quería aprovecharse de la voluntad de los Liu y ensuciar más la casa. Además de que significaba más trabajo para ellos.

— Toma — YeSeo le tendió a Ben. — Mami sad — añadió como explicación.

TaeHyun agarró al gatito y lo acurrucó en sus brazos, comenzando a acariciarlo. Eso provocó que ronroneara, contento, y sirvió un poco para relajar a su alterado Omega. Desde los últimos tres días se había estado sintiendo demasiado inestable, despertaba en mitad de la noche, como si hubiera tenido una pesadilla. Durante el día, la marca le picaba o punzaba, como había ocurrido recién, y no le dejaba en paz. Además, su Omega... Su Omega se encontraba demasiado sensible y nervioso, asustándose por todo y sobre-reaccionando cuando las emociones le sobrepasaban. Era una fortuna que sus hijos estuvieran en el colegio, porque eso le ayudaba a que no se dieran cuenta, pero YeSeo parecía percibirlo a pesar de ser pequeña.

El Omega no tenía idea de qué le estaba pasando, sin embargo, tenía mucho miedo de sobre-analizarlo también. ¿Se debía acaso..?

No, cortó ese hilo de pensamientos. No había forma alguna. MinHo le hubiera dicho si el Alfa cambiaba de planes. Solo era su celo a punto de estallar. De seguro ya vendría la próxima semana.

Aunque sus celos anteriores jamás fueron así. Pero no. No. No debía seguir dándole vueltas a esa idea estúpida y sin sentido.

Se inclinó, quedando a la altura de YeSeo y sosteniendo todavía a Ben en sus brazos. Le pellizcó la nariz a la niña.

— La próxima semana es tu cumpleaños — le dijo el Omega —, así que saldremos en un ratito más para comprarte algo lindo, ¿te parece? ¿De qué quieres que sea tu cumpleaños?

¡Dagoooooon! — gritó ella, y a TaeHyun no le sorprendió, porque YeSeo se había obsesionado con la película de How to train your dragon las últimas semanas. — ¡Raaaaawr!

— Bueno, buscaremos cosas de Toothless — le dijo el Omega, dejando a Ben en el suelo, y YeSeo salió a perseguirlo en lo que TaeHyun terminaba de lavar los platos.

Media hora después iban saliendo en dirección a Manhattan, pues TaeHyun planificaba comprar las cosas de YeSeo en Brookfield Place, el centro comercial más grande de Nueva York, y el regalo para su hija. Había pensado en llevar el coche para que fuera más sencillo ir con la niña, sin embargo, sería un lío subirse al bus, luego bajar al metro y después pasearse por todo el lugar, para al final tomar un taxi. De seguro se devolvería muy cargado, y con un coche sería mucho más complicado manejar todas las bolsas.

Además, le servía a su niña para caminar un poco y, si se cansaba, la llevaría en brazos. Después de cuatro hijos, ya estaba acostumbrado a cargarlos.

Si bien Brookfield Place quedaba lejos de donde él vivía, allí encontraría todo lo que necesitaba. Tenía más de cien tiendas, junto al patio de comida, y sabía que no lo vitrinearía todo en una tarde, menos con su hija a cuestas, por lo que fue a lo sencillo: primero las tiendas de cumpleaños para buscar la decoración.

No fue una sorpresa encontrar tantas cosas con motivo de la película: platos de plástico, gorros de cumpleaños, máscaras y vasos, banderines e incluso globos. Además, en una tienda estaban vendiendo un disfraz para niños del dragón Furia Nocturna, y YeSeo lo miró ilusionada, aunque sin pedirlo. Su cachorrita era muy inteligente y nunca pedía nada (si quitaba lo del gatito), porque en su pequeña mente de niña, parecía saber que ellos no eran de una buena situación económica.

Pero TaeHyun venía ahorrando para el cumpleaños de su niña. Y él quería consentirla con todo el amor del mundo, porque realmente la adoraba. A pesar de todo, fue su pequeña luz de esperanza cuando la pasó más mal.

YeSeo gritó de felicidad cuando se lo compró, abrazándolo, y el Omega la tomó en brazos.

— ¡Te amo, te amo, mami! — le dijo ella, en coreano, y TaeHyun se rio al recibir tantos besos en las mejillas.

— Yo también te amo, mi linda cachorrita — le aseguró, besándole la frente.

El cumpleaños lo celebrarían en la casa de los Liu, porque Mary se ofreció. TaeHyun quiso rechazarlo, como siempre ocurría, pero ella insistió diciendo que también querían estar allí con YeSeo. Al fin y al cabo, ellos la estaban viendo crecer junto a TaeHyun, y a veces, en algunas ocasiones particulares, incluso la cuidaban. Ante eso, el Omega no pudo decir que no.

Fueron a otro par de tiendas en las que TaeHyun aprovechó de comprarle un poco de ropa a la niña. El verano se acercaba y YeSeo crecía a un ritmo alarmante, así que necesitaba nuevas prendas para ella. Incluso compró un par de cosas para sus hijos también, como un par de camisetas y playeras. Lo bueno es que ellos solían tener la misma talla y, a veces, intercambiaban ropa sin ningún problema.

TaeHyun tenía planeado ir a una juguetería más, para comprarle el regalo a YeSeo, antes de pedir un taxi para devolverse.

Luk, mami! — habló YeSeo de pronto, llamando su atención.

TaeHyun había estado viendo un triciclo para YeSeo, para que saliera a andar durante el verano, y se volteó para ver hacia donde apuntaba ella. A través del ventanal, podían ver a un grupo de jóvenes vestidos extravagantemente, como esos personajes de videojuegos que les gustaba jugar a los niños.

 — ¡Is a wish! — barboteó YeSeo, apenas enterdiéndosele por el inglés chapucero.

— ¿Una qué, amor? — consultó TaeHyun.

YeSeo lo pensó un momento, como sin saber si decirlo en inglés o coreano. No sabía con cuál le resultaría más fácil.

¡Buja! — dijo finalmente en coreano, y TaeHyun le revolvió el cabello.

Entremedio del grupo, había una chica con un gran sombrero y ropa violeta, junto con una capa larga del mismo color. De seguro tenían una junta grupal, TaeHyun no entendía bien esas cosas, pero entendía porqué llamó la atención de YeSeo. Se veían muy bonitos.

— Sí, una bruja — dijo TaeHyun, volviendo su vista al triciclo, mientras YeSeo admiraba al grupo de lejos.

Luego de pensarlo largos minutos, el Omega se decidió a llevarlo, aunque no en ese momento. Consultó con uno de los encargados para ver si podía pagarlo para que luego lo despacharan a domicilio, ya que no tenía la forma de llevárselo sin que fuera complicado. Con todas las bolsas que cargaba, ya era un milagro que sus brazos no pesaran. No tardaron en hacer las consultas necesarias y una vez obtuvo el visto bueno, TaeHyun procedió a pagarlo.

Cuando estuvo todo listo, se volteó para decirle a YeSeo que era momento de irse, pero no estaba frente a él. La sonrisa en su rostro desapareció de manera inmediata, sin embargo, se forzó a respirar con calma y caminar a través de los pasillos para encontrar a su hija.

A medida que los pasillos se acababan, sintió el pánico golpeando en la boca de su estómago y el miedo inundándolo. ¿Dónde estaba su cachorrita?

Volvió a revisar todo el local, preguntándole incluso a algunos vendedores, sin obtener una respuesta positiva. Salió de inmediato de la juguetería, buscando a lo largo y enorme del pasillo a YeSeo, esperando verla afuera. Quizás salió para ver más de cerca al grupo de chicos con disfraces y... y...

Aunque el grupo ya no estaba. Y YeSeo tampoco.

BeomGyu sentía como si hubiera sido un globo al que acababan de reventar.

Suspiró, saliendo de una tienda de ropa con un gesto de desagrado al no encontrar nada que le gustara. Sus ánimos se encontraban por el suelo, después de ver a sus hijos, por algún motivo la sensación de tristeza pareció aumentar, y era probable ante la idea de regresar con las manos vacías. Ahora dudaba mucho que verlos hubiera sido una buena idea, considerando cómo se sentía, sin embargo, no es como si se arrepintiera por completo. Solo... solo estaba muy
triste.

Por lo mismo, para evitar esas emociones que solo lo bajoneaban y hacían llorar, decidió que iba a salir. Al día siguiente se devolvería a Washington, así que ¿por qué no aprovechar ese pequeño mini viaje? Podría comprarse ropa que, quizás, no llegaba a Corea, o llegaría mucho más tarde. Puede que sonara un poco superficial, pero a veces, las cosas materiales eran ideales para levantar el ánimo.

Buscó en Google Maps el centro comercial más grande que hubiera allí y llegó a ese lugar, pero hasta el momento, solo se había llevado decepción tras decepción. Tal vez se debía a que hacía mucho no compraba ropa por sí mismo (tres años), pero cuando lo hacía, antes, siempre iba con TaeHyun. TaeHyun le ayudaba mucho con su estilo, además de que era más divertido ir con él. Ahora, parecía haber perdido mucha gracia.

Fracasando en su intento, pensó entonces en llevarle algo a su padre. MinHo siempre se vestía como viejo, necesitaba un cambio de imagen grande, así...

Un repentino llanto interrumpió su hilo de pensamientos.

BeomGyu, confundido, se volteó y vio a una pequeña niña llorando a pasos de él. Algunas personas la miraban con curiosidad, pero pasaban de largo, y otras de lleno la ignoraban. El Alfa miró a su alrededor, como esperando ver a su mamá aparecer, sin embargo, pasaron largos minutos en los que nadie se le acercó.

— ¡Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá! — sollozaba la niña, y BeomGyu se sorprendió al reconocer el coreano en su grito. — ¡Ma-maaaaaaaaaaaaaaaá!

El hombre no pudo aguantarlo más, así que se le acercó, preocupadísimo. ¿Acaso estaba perdida?

— Hola, hola — dijo y se inclinó, y ella detuvo su llanto levemente para mirarlo, con los ojos enrojecidos y la nariz moqueando —, ¿qué pasa, pequeña? ¿No encuentras a tu mamá?

Tal vez se debía a que lo dijo en perfecto coreano, pero la pequeña pareció tranquilizarse un poco. En su inocente mente, YeSeo sabía que las únicas personas que le hablaban en ese idioma eran mamá y sus hermanos, así que, si ese hombre hablaba así, debía ser familia también.

Además, tenía una sonrisita tranquilizadora. Parecía un corazón.

YeSeo no sabía dónde estaba, ¡ella solo quiso ver más de cerca a la bruja! Salió por la puerta abierta, acercándose al grupo, pero de pronto ellos se movieron y ella los siguió. ¡Esa bruja debía hacer trucos de magia muy geniales!

Sin embargo, caminaban muy rápido y YeSeo pronto los perdió. Al voltearse para volver dónde mamá, se dio cuenta de que ya no estaba atrás de ella, ¡dónde estaba mamá!

Y se puso a caminar para buscarlo, pero no lo encontraba y se asustaba más y más, ¡ella quería a mamá!

— ¿Ma-mamá? — tartamudeó, mirando al hombre de sonrisa de corazón. — ¿Mi... mi mamá?

— Te llevaré con ella — ofreció BeomGyu, y dudó si tomarla en brazos, pero la niña tenía una carita muy triste y desesperada. — ¿Cómo te llamas?

Ella se revolvió en sus hombros, aprovechando la altura para buscar a su mamá. Al no encontrarla, volvió a sollozar.

Ye-Ye-Seo-Seo — tartamudeó la pequeña.

BeomGyu apenas le entendió bien el nombre, pero ya era evidente que tenía ascendencia coreana. Por lo mismo, supo también que debía buscar a una persona coreana, como él.

Aunque ese nombre hizo que su cerebro se confundiera un momento. ¿Cómo era?

— ¿YeYeSeo? — repitió, como queriendo adivinarlo. — ¿YeSeoSeo?

¡Ye-Ye-Seo! — corrigió YeSeo, que le costaba pronunciarlo bien con la J.

Se parecía mucho a...

BeomGyu no quería pensar en eso.

— Bueno, bueno — animó, comenzando a caminar con la niña en brazos. — ¿Qué tal si buscamos a mamá?

El Alfa comenzó a buscar a través de la multitud de gente, esperando encontrarse con algún Omega desesperado, pero no fue así. Se acercó a un guardia, tratando de explicarle la situación, y el hombre se comunicó con la radio.

Mientras eso ocurría, YeSeo abrazaba a BeomGyu por el cuello, haciendo pucheros y derramando lágrimas silenciosas. Ella solo quería...

¡Mamá!

— ¡Mamá! — gritó, desesperada, y comenzó a revolverse, sorprendiendo a BeomGyu. — ¡Mami, mami!

Entremedio de las personas, abriéndose paso, apareció TaeHyun gritando por el nombre de YeSeo, enloquecido y desesperado. Había conversado con algunos guardias, pero ninguno dijo ver a la niña, y todos se pusieron a buscarla por el enorme sitio. Incluso dejó olvidadas sus bolsas de compra con uno de ellos, tan frenético y aterrado de que le hubiera pasado algo a su pequeñita.

Y la vio, de pronto, en brazos de un hombre que le daba la espalda. TaeHyun ignoró el tirón de su lazo, su Omega doblegándose ante el aroma a vainilla, porque primero era su niña. Su cachorrita.

— ¡YeSeo!

BeomGyu se congeló un segundo ante esa voz, antes de voltearse bruscamente y palidecer. YeSeo seguía retorciéndose en sus brazos y de forma inconsciente la dejó en el suelo, viendo cómo la niña corría hacia... hacia...

¿Hacia TaeHyun?

¿Ese era TaeHyun, abrazando a la niña en sus brazos, llorando desconsolado?

YeSeo abrazó a mamá con fuerza, llorando también, y el Omega la meció.

— Dios, mi niña, mi niña hermosa... — le susurró TaeHyun, agarrándola de las mejillas y dándole besos en ellas —, nunca más, ¡nunca más me hagas esto!

— Mami... mami... — sollozó la pequeña, y el Omega volvió a abrazarla, sabiendo que ella no lo hizo adrede.

Entonces, el olor a vainilla lo impactó con más furia, con más fuerza. Si no hubiera estado con la niña en brazos, de seguro habría caído al suelo.

Y levantó la vista, encontrándose con los tristes y despavoridos ojos de Choi BeomGyu.

De su Alfa Choi BeomGyu.

me gustaría saber qué sienten ahora después de leer esto y su opinión sobre qué creen que pasará de ahora en adelante. ^^

¡Muchas gracias por leer! <3

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