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¡A partir de ahora son capítulos nuevos! ^^
— ¿Cómo? ¿Nos vamos a mudar?
HeeSeung fue el primero que habló una vez TaeHyun terminó de explicarlo todo. Sus otros dos hijos tenían los ojos abiertos con fuerza, demasiado sorprendidos para hablar. YeSeo estaba durmiendo, así que aprovechó para conversar con sus hijos y darles la buena nueva.
TaeHyun todavía no sabía cómo sentirse respecto a eso. Una parte suya, esa parte que detestaba, le hacía creer que no debía confiar en los señores Liu, pues ellos, con toda probabilidad, solo querían aprovecharse de él. ¿Qué les podía dar un Omega como él, migrante y sin estudios, con cuatro cachorros a la carga?
Pero él, en ese momento, estaba demasiado cansado de todo, agotado y solo quería un pequeño descanso. La idea de Mary Liu era suficiente para él en ese instante.
— Sí, nos mudaremos con la familia Liu — HeeSeung arrugó el ceño —, pero en una casa aparte, no en la misma casa. Está en el condado de Queens.
— Nunca hemos ido a Queens — habló JungWon, un poco confundido. — ¿Queda muy lejos?
— Sí, pero, si se preocupan por el colegio, no es necesario — continuó TaeHyun —, los cambiaré a uno de allá. Les queda poco menos de un mes y medio en clases, ¿cómo van con ello? Ya iniciarán sus exámenes finales.
Pudo notar cómo pusieron mala cara enseguida. Ni siquiera supo por qué les preguntó, ya que era bastante obvio que el año académico estaba perdido. Aunque les fuera bien en estos exámenes, promediado con los otros, reprobarían también.
A TaeHyun no le importaba si era necesario que tuvieran otro año en el colegio. Lo que le preocupaba era cómo se tomaría aquella noticia Servicios Sociales. Lo que menos quería era seguir dándoles motivos para una posible evaluación familiar.
— Mamá — volvió a hablar HeeSeung —, esto no me gusta. ¿Por qué ellos quieren que te mudes a su casa? ¡De seguro solo quieren aprovecharse de ti!
— HeeSeung — y quien habló no fue TaeHyun, sino SungHoon —, no seas exagerado. A mamá le gusta su nuevo trabajo, ¿no es así?
TaeHyun sonrió con calma, para demostrarles que no debían preocuparse, pero no parecía ser suficiente para HeeSeung. La verdad es que, en esas dos semanas que llevaba allí, era un ambiente de trabajo cómodo. La familia Liu era muy amable con él, no le habían tratado mal en ningún momento ni abusaron de él. En especial Mary. Mary era dulce, amable y parecía encantada con YeSeo.
Eso era lo mejor para TaeHyun, el poder estar con su cachorrita a pesar del trabajo. Aquello le ayudaba a generar un lazo con ella, a cuidarla por sí mismo y evitar un posible desapego maternal. Él no quería rechazarla, evitarla y hacerle daño. TaeHyun no dejaría que nadie le hiciera daño a sus niños, ni siquiera él mismo.
— Es un buen trabajo — dijo TaeHyun —, y así nos evitamos estos largos viajes que me agotan. Eso es lo único malo, HeeSeung.
— No debería ser así — insistió el Alfa —, si yo pudiera trabajar y hacerme cargo de ustedes...
— Eso está fuera de discusión — ahora, la voz de TaeHyun fue dura y firme —, ni siquiera pienses que tendrás una oportunidad con eso.
— Mamá tiene razón — apoyó JungWon —, ¡eres muy chico para trabajar!
— ¿Yo? — HeeSeung se indignó. — ¡El pequeño aquí eres tú, descarado!
JungWon le sacó la lengua. El Omega mayor agradeció el apoyo de su hijo, pues sirvió para calmar los ánimos.
— Iremos trasladando todo poco a poco, no será enseguida — continuó TaeHyun —, pero para que se vayan preparando. A fin de mes nos iremos definitivamente para allá.
HeeSeung no parecía del todo feliz con sus palabras, pero, para fortuna de todos, decidió no insistir en esa idea. TaeHyun se lo agradeció dándole un pellizco en la mejilla.
Cuando habló con ChaeYoung, más tarde, ella sonó muy feliz por él. Extrañaba mucho a su amiga y se moría por verla para conversar sobre cualquier cosa. Salir con ella le servía mucho para distraerse.
"— La próxima semana tengo un viaje a Nueva York — le dijo ella —, ¿te parece si vamos a tomar un café? ¡Me muero por ver a la pequeña YeSeo!"
Además, TaeHyun quería verla para darle un abrazo y agradecerle por todo. Por prestarle el departamento, por ayudarlo a irse, por quedarse callada y por seguir allí. TaeHyun jamás tuvo una amiga como ella, y quería agradecérselo de todas las formas posibles.
Y, aunque no quisiera decirlo en voz alta, servía también como una especie de recuerdo de su vida pasada. Él no preguntaba por BeomGyu, tampoco le preguntaba a MinHo cuando hablaba con él, pero le servía para no olvidarse de esa vida. Por mucho daño que le hubiera hecho, eso no quitaba todos los años de matrimonio y amor, y TaeHyun quería guardar esas memorias en una cajita, como hizo con el anillo de matrimonio que le dio BeomGyu esa noche que huyó.
Varias veces pensó en venderlo. Al fin y al cabo, podía sacarle buen dinero al anillo, ya que era de oro. Pero TaeHyun no tuvo nunca el valor de hacerlo, de siquiera saber cuánto le darían por él. Solamente lo guardó en una cajita y lo ocultó en el fondo del armario, fingiendo que no existía, que no estaba allí.
El traslado se empezó a hacer poco a poco.
TaeHyun fue llevándose la ropa poco a poco, al menos, la que no iban a usar en un corto plazo, como lo eran las prendas de invierno. Por otro lado, tenía que habilitar el lugar para que estuviera presentable, quitando el polvo y sacando las telarañas de algunas zonas. Como no podía descuidar sus tareas en la casa principal, iba avanzando con lentitud, pero tampoco estaba apurado en terminar. No mientras los niños siguieran asistiendo a clases.
— ¿Conoces el colegio al que asisten mis hijos?
TaeHyun se giró para ver a Mary, sentada en la mesa del comedor, mientras usaba su IPad para su trabajo. A veces, ella pasaba todo el día en casa, trabajando desde allí, pero otras veces, estaba fuera por largas horas.
Sirvió el té que la mujer le había pedido con calma.
— He visto la fachada cuando voy a buscar a Thomas — contestó él. La escuela tenía un nombre larguísimo que podía reducirse en una simple sigla, EWSIS: East West School of International Studies.
— Me lo imaginaba — ella le sonrió. — Es un buen colegio que se especializa en estudiantes interculturales, especialmente de Asia. — ¿Cómo son tus chicos para los estudios?
— Mmm… — TaeHyun lo pensó un momento. — En Corea… les iba relativamente bien. HeeSeung siempre fue muy estudioso y tenía buenas calificaciones. SungHoon era un poco más dejado, aunque tampoco es un mal estudiante. A JungWon no le gustaba estudiar, pero a pesar de eso, le iba bien en clases.
— El colegio es privado — admitió Mary —, pero ofrece facilidades de pago y becas para buenos estudiantes. Puedo hablar con mi esposo…
— Oh, no es necesario, señora Liu — se apresuró en decir el Omega — , eso es demasiado. Sería aprovecharme de ustedes, no deben…
— No es aprovecharse — ella lo descartó con una mano —, me gusta ayudar. Además, mi esposo es un gran donador en la escuela. Lo tomarán en cuenta si quieres matricular allí a tus hijos.
— Pero, señora Liu...
— No quiero oír más protestas — ella solo sonreía, como si fuera fácil, como si no le estuviera ofreciendo el mundo entero con sus palabras. — Me gusta ayudar — repitió, y TaeHyun no pudo evitar preguntarse sobre eso, sobre esa filantropía que la mujer tenía con él.
Ayudarlo tanto, esperando tan poco a cambio. ¿Cómo esa mujer no fue corrompida por la sociedad?
Lo supo varios días después, cuando sus cachorros decidieron acompañarlo un sábado para armar la cama que acomodarían en el cuarto donde estaba la litera y dormirían los tres cachorros. Además, lo iba a aprovechar para presentarle los niños a Mary, por lo que les recalcó que fueran educados y buenos, en especial a HeeSeung.
Llegaron después de las once del día, ya que la mujer les invitó a comer con ellos. Sus hijos quedaron sorprendidos por el enorme barrio, en especial porque quedaba cerca de un parque gigante. Ellos parecían haberse acostumbrado a la franja industrial en la que vivieron esos meses, siendo tan evidente el cambio a la zona residencial en la que se encontraban: árboles, casas individuales y no apiladas, y ningún edificio gigante que tapara la vista.
— Son malditamente ricos... — exclamó HeeSeung, y TaeHyun lo regañó por hablar así.
— Poco más se te está pegando el acento — le dijo, y su hijo solo sonrió, avergonzado.
Mary fue quien les abrió. La casa parecía más ruidosa en comparación a los días de semana, considerando que era sábado y sus hijos estaban en casa.
— ¡Hola! — saludó ella en coreano, sorprendiendo otra vez a los niños. — ¡Qué bueno que llegaron! Me presento, soy Mary Liu.
— Hola, señora Liu — se apresuró a saludar TaeHyun, tirando de HeeSeung con un brazo para que diera un paso. — Él es mi hijo mayor, HeeSeung.
— Hola — barboteó HeeSeung, un poco intimidado. — Un gusto.
— El gusto es mío — Mary no dejaba de sonreír.
— Él es SungHoon, el mellizo menor — continuó TaeHyun.
— Mamá… — siseó SungHoon, antes de sonreír también con encanto. — ¡Hola! Mamá habla maravillas de usted, ¡es un gusto!
TaeHyun le dio un suave pellizco a su hijo ante la evidente provocación. Mary solo se rió. El Omega agarró ahora el brazo de JungWon para tirarlo adelante, pues se quedó atrás.
— Él es JungWon — agregó, y lo notó enseguida.
La sonrisa congelada, los ojos bajando hacia el cuello del menor, la nariz arrugándose un poco. La cara que ponían todos cuando olían el aroma de su hijo.
— Hola… — farfulló JungWon, sin mirar a nadie en particular, y no añadió nada más.
— Hola— Mary no borró la sonrisa y puso el mismo entusiasmo, tratando de no marcar una diferencia. — ¡Qué bonitos ojos tienes!
JungWon dio las gracias, colorado, y pareció ser suficiente para él, porque corrió a esconderse detrás de su mamá nuevamente.
Mary los invitó a entrar para presentarle a su familia: Huang, Amber y Thomas, que estaban en el living. En esos días, Thomas tenía ocho años recién cumplidos y hablaba mucho, casi nadie podía callarlo y era muy ocurrente y curioso. Se ganaba el amor de todos enseguida.
Por eso, nadie pudo preverlo. Ni siquiera Mary.
— Mamá, huele muy feo — se quejó, y no miró a nadie en particular, pero TaeHyun supo enseguida a qué se refería.
También JungWon y sus hermanos. Su cachorrito palideció y HeeSeung se puso rojo por la ira.
— Eso es porque papá se ha tirado un pedo — dijo Amber, y eso pareció ser suficiente para Thomas, que se rio con escándalo mientras Huang solo se quejaba.
JungWon pidió ir al baño. TaeHyun lo llevó allí de la mano, secándose las lágrimas cuando comenzó a llorar.
— Cariño... — le susurró, acariciándole el cabello.
— Sí — murmuró JungWon —, sé que... sé que no lo hizo adrede, mamá. Pero eso no quita que duele...
— No — TaeHyun lo meció con cariño —, y puedes llorar lo que quieras, mi amor. No te preocupes, Thomas no dirá otro comentario como ese.
Tal vez Mary lo habló personalmente con su hijo, porque durante el resto de la tarde el niño no lo mencionó más. Incluso, tal vez adivinando que lo que dijo estuvo mal, Thomas le preguntó a JungWon si quería jugar con sus autitos a control remoto, como una forma de disculparse, y eso pareció ser suficiente para su hijo.
Amber encajó enseguida con SungHoon, que le mostraba la consola de juegos que tenía. HeeSeung, a un costado de ellos, se veía enfurruñado y molesto porque su hermano le ignorara.
— TaeHyun — llamó Mary más tarde, mientras los niños jugaban en el patio. Ellos estaban tomando un café después del almuerzo, con el ventanal abierto para verlos jugar, y YeSeo dormitaba en su cochecito. — ¿JungWon acaso...?
— Fue forzado — dijo TaeHyun, revolviendo su café —, ocurrió el año pasado, cuando tenía doce años. Un… un… — apretó sus labios un momento. — Un bastardo lo marcó a la fuerza. No llegó a violarlo, pero sí le hizo eso, porque quería tomarlo como suyo cuando cumpliera trece y tuviera su primer celo.
— Jesucristo — exhaló Huang, viéndose afectado —, es… es un niño.
— Sí — el Omega vio reír a JungWon cuando HeeSeung se cayó al suelo, tropezando con sus propios pies —, fue la razón por la que huimos. Por la que nos fuimos. No iba a dejar que mi hijo se condenara a esa vida.
Ninguno de mis hijos, en realidad, pensó. Yo podría soportarlo si me pasaba a mí, podría aguantarlo. Pero no ellos. A ellos nadie los va a tocar jamás.
— Sí — Mary respiró aceleradamente. — ¿Sabías que Taiwán es uno de los países asiáticos que tiene índices altos de prostitución en niños?
Con eso, TaeHyun también lo supo. Reconoció el dolor en la voz de Mary, el temblor ligero, la expresión afectada. La manera en la que Huang agarró la mano de su esposa, dándole un suave apretón, con los gritos de sus hijos de fondo.
— Vi cómo mataban a mi hermana menor, unos… Unos Alfas desgraciados que la veían como un objeto — los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas. — Si no hubiera sido por Huang, yo habría corrido ese mismo destino. Y, aun así, tuvimos que irnos de ese país de mierda para evitar que mis niños sufrieran algo como eso. Por dios que te entiendo, TaeHyun.
Que forma de torturarlos, de condenarlos, cuando la sociedad se sostenía en ellos, en los Omegas. TaeHyun no quería regresar jamás a ese lugar, no quería ni siquiera volver a ver a sus padres, que se dedicaron a convertirlo en algo que él no era.
Más tarde, cuando volvieron a casa y los estaba acostando, TaeHyun les dio un beso a cada uno, incluso a YeSeo, que volvía a dormir como un tronco.
— Los amo — les dijo, y ellos le respondieron que igual lo amaban. Solo les sonrió, acariciándoles el cabello y haciéndoles saber que ellos eran todo para él.
Absolutamente todo.
Apenas el timbre de salida tocó, anunciando el fin de la jornada escolar, HeeSeung agarró sus cuadernos y los comenzó a guardar en la mochila. SungHoon, a su lado, se estiraba con pereza, como si no se hubiera quedado dormido en clases.
— Te acusaré con mamá — le dijo HeeSeung, sabiendo que no lo haría.
— ¿Crees que mamá me dirá algo? — se rio SungHoon. — Estoy seguro de que él era de los mismos. Además, está más preocupado por el viaje de JungWon.
Esa mañana, antes de entrar a clases, JungWon y sus compañeros tuvieron el tan esperado viaje hacia Pensilvania, donde sería la competencia de taekwondo. Ghislaine había ido con ellos, así que HeeSeung ya estaba extrañándola, a pesar de que ella estuvo un poco rara los últimos días. Algo esquiva y poco habladora. Eso lo preocupaba a más no poder, pero trataba de no darle mucha importancia.
De todas formas, TaeHyun y ellos se despidieron del niño, a pesar de que iban a viajar más tarde de manera particular para irlo a apoyar. La competencia sería en Filadelfia, no era un viaje tan largo, pero ellos sabían que JungWon estaba más que emocionado por ir. Sería su primera competencia como tal y le esperanzaba demasiado eso. El día sábado se llevaría la competencia general de ambas divisiones y el domingo en la que escogerían a los representantes de la zona, que competirían en California. A JungWon le hacía mucha ilusión ir allí y enorgullecer a TaeHyun, a pesar de que él ya estaba orgulloso de su hijo.
Por eso mismo, no tardaron en marcharse del colegio.
Después del almuerzo partirían hacia Filadelfia, por lo que no les sorprendió que, al llegar a casa, encontraran a mamá ordenando el bolso con las cosas de YeSeo. La niña jugaba en el comedor, persiguiendo a Ben de un lado hacia otro.
— ¡Hee! — gritó ella cuando los mellizos llegaron. — ¡Hoon! — se vio desconcertada un segundo. — ¿Wonnie?
— Lo verás más tarde — le dijo SungHoon, tomándola en brazos y haciéndola reír. — ¡Pero no te preocupes, que llegó tu hermano favorito!
— ¡Hoon! — chilló feliz, dejando que el Omega la girara en sus brazos.
HeeSeung fue hacia la habitación de TaeHyun, viéndolo doblar los pantalones de YeSeo. No pudo evitarlo y sintió mucha ternura cuando vio las pequeñas prendas de su hermanita, tan chiquititas y adorables.
Le daban ganas de comprarle más cosas para que se probara.
— ¿Tienen listo lo suyo?— preguntó TaeHyun. — Recuerden no llevar tanta ropa, es solo unos días.
Según lo planeado, se devolverían el lunes en la mañana. Si JungWon llegaba a ganar, lo llevarían a comer para celebrar. Si perdía, también lo llevarían a comer para consolarlo.
— Solo debemos guardar un par de cosas más — le dijo HeeSeung, escuchando los gritos de YeSeo. — Mamá, ¿ha pasado algo? Los últimos días has estado muy raro.
— ¿Cómo? — TaeHyun lo miró, parpadeando.
— No has dejado de morderte las uñas — el Alfa lo señaló. — Estás que te haces heridas...
TaeHyun miró sus uñas, observando que HeeSeung tenía razón. Casi quiso ocultarlas, como si no estuvieran en ese estado.
— Es el viaje — mintió, tratando de no mover su pierna de manera descontrolada, cosa que ocurría cuando se ponía ansioso —, espero que JungWon esté bien.
HeeSeung tenía cara de que no le creía, pero TaeHyun estaba desesperado por que así fuera. Su Omega, los últimos días, había estado demasiado descontrolado y desbocado, a punto de enloquecer, lo que solo podía significar dos cosas: una, que su celo iba a llegar (y con fuerza, porque el último que tuvo fue cuando YeSeo estuvo enferma y tuvo que reprimirlo) o dos, su Alfa estaba cerca.
No cerca. No del tipo al lado de él. Pero cerca. Más cerca que en esos casi tres años lejos de él. Cerca del tipo en el mismo continente.
No, es su celo. Celo. TaeHyun no sabía cuándo BeomGyu iba a viajar, no tenía idea alguna, puede que ya lo haya hecho. Tal vez estaba de vuelta en Corea, ¿quién iba a saberlo? No él. Él no tenía idea de nada.
Su Omega estaba enloquecido solo por el celo y la ansiedad. Por nada más.
Pero una parte suya se removía, temblaba y parecía ansiar mucho más a BeomGyu en esos días. TaeHyun no sabía cómo mantenerlo a raya, no tenía idea de cómo controlarlo más, y esperaba que ese viaje sirviera de algo, al menos, para distraerlo.
— Mamá… — comenzó a decir HeeSeung, paciente. — ¿Puedes decirnos lo que quieras, lo sabes?
— Lo sé — cualquier cosa, menos eso. Así que decidió contarle de otro tema que no le habló. — Lo que ocurre es... Es que he aceptado salir con Kai, el vecino.
— ¡¿QUÉ?!
Punto bueno: la noticia sirvió para cubrir, momentáneamente, cualquier sospecha. Punto malo: la reacción sería un desastre. Al menos, por parte de HeeSeung.
— ¿De verdad? — SungHoon apareció, cargando a YeSeo en sus brazos. — ¡Ya era hora, mamá!
— ¿Cómo? — HeeSeung se giró hacia su mellizo, que lo ignoró y se lanzó a la cama con la niña en brazos, chillando. — ¡SungHoon!
— ¿Qué? — el Omega comenzó a tirarle el cabello a YeSeo con suavidad, causando que ella empezara a defenderse. — Kai es muuuuuuuuuuuuuuuuuuuy guapo. ¡Es justo que mamá se lo coma!
— ¡SungHoon! — gritaron tanto TaeHyun como HeeSeung.
— ¡Hoon! — gritó YeSeo antes de reírse.
— Es una cita inocente — explicó TaeHyun ante la impaciente mirada de su hijo mayor —, sin dobles intenciones, HeeSeung. No es necesario que te pongas así.
— Pero mamá... — comenzó a decir HeeSeung, y TaeHyun se preparó para una larga conversación acerca de no salir con ningún Alfa porque los Alfas eran malos y le harían daño.
Al menos, pensó minutos más tarde, mientras salían de la casa y HeeSeung seguía hablando, servía para mantenerlo ocupado y distraerse también.
Una hora después, cuando estaban subiendo el bus, HeeSeung se detuvo a tomar aire.
— ¿Acabaste? — preguntó SungHoon, rodando los ojos. — Mamá te ha ignorado todo este tiempo.
HeeSeung puso mala cara nuevamente. TaeHyun abrió la boca con exageración, como si lo hubieran descubierto. YeSeo, en sus brazos, iba tomando leche de su mamadera.
En el bus, los mellizos se acomodaron detrás de él, que iba en un asiento con la niña acomodada sobre él. Sabía que, en el corto viaje, muy probablemente ella iba a dormir.
— Mamá — quiso decir HeeSeung otra vez.
— ¿Vas a molestar a la gente del bus con tus palabras? — preguntó TaeHyun, ignorándolo. — ¿Por qué no mejor molestas a tu hermano menor?
HeeSeung provocó un pequeño berrinche ante la mirada burlona de SungHoon, y cuando se le pasó, su mellizo le hizo un gesto para que fuera a su móvil.
Hoon:
Deja a mamá en paz, él ya está grandecito para hacer lo que quiera.
Además, le hará bien, necesita distraerse de cuidar tanto de YeSeo.
HeeSeung se asomó a los asientos delanteros. TaeHyun iba haciéndole arrumacos a YeSeo, fingiendo que le iba a comer la naricita de un mordisco. YeSeo estaba riéndose con escándalo ante el gesto de su mamá.
Hee:
Ese Alfa le puede hacer daño, ¿a ti no te preocupa?
Quizás solo quiere aprovecharse de mamá.
Hoon:
Repito: mamá ya está grandecito para cuidarse. Literalmente, HeeSeung.
Tiene más de treinta y cinco. Ese chico debería cuidarse de mamá.
El Alfa seguía teniendo un gesto de reprobación, pero las palabras de SungHoon parecieron ser suficientes para calmarlo por el momento.
El resto del viaje fue hecho con relativa calma, sin ninguna sorpresa desagradable. YeSeo se quedó dormida poco después e incluso sus hijos y él se pegaron una pequeña siesta. Llegaron pasadas las seis a Filadelfia, dirigiéndose hacia el hostal en el que reservaron una habitación para quedarse. Sabían que JungWon se estaría quedando en un hotel cercano al gimnasio donde se desarrollaría la competencia, hotel que era pagado por el colegio, pero ellos no podían darse el lujo de pedir una habitación allí porque era demasiado caro.
— ¿Me pueden venir a ver? — preguntó JungWon por teléfono cuando lo llamaron. — ¡Estoy muy aburrido aquí! El entrenador no nos deja salir, dice que no quiere que nos emborrachemos. Además, ¡Ghislaine está muy irritada! HeeSeung, ven a consolar a tu novia.
HeeSeung enrojeció ante esas palabras, pero TaeHyun solo se rio. Sabía que sería gastar demás, pero también tenía claro que su hijo menor estaba muy nervioso por la competencia y se debía sentir un poco solo. Por eso mismo, pidieron un taxi para ir a verlo y pasear en los alrededores, al menos para distraerlo un poco.
Aunque no fue tan así, después de todo. Llegaron y JungWon ya les estaba esperando, pero también se encontraba Ghislaine a su lado.
El hotel quedaba en un despejado lugar al lado de una carretera, a dos cuadras del estadio y gimnasio principal de Filadelfia. Si bien todavía era primavera, el sol estaba en su cenit y, como había poca vegetación en la zona, la sensación térmica era más alta de lo normal. Por lo mismo, casi todos iban con ropa de verano, incluso YeSeo, que vestía un vestido amarillo.
TaeHyun suspiró al ver a la chica. Al parecer, tendría que seguir compartiendo la atención de su hijo mayor incluso en ese viaje.
— Ve con ella si quieres — animó TaeHyun, dejando a YeSeo en el suelo, que corrió hacia JungWon.
— ¡Wooooooooooooonie! — dijo ella, feliz, y el Omega la agarró, llenándole el rostro de besos.
— Te extrañé, ¡robadora de atención! — dijo JungWon, provocándole risitas.
HeeSeung, sin embargo, se sentía un poco contrariado.
Ghislaine mantuvo sus distancias, como luciendo indecisa acerca de qué hacer, y eso le extrañó, porque ella era muy extrovertida. Solo una semana atrás la llevó a casa y ella conversó sin problemas con su mamá, que tampoco se enojó con él por eso. Era una buena señal, pensaba.
Pero ahora, al verla así, se dijo que quizás no lo era.
¿Es que acaso ella quería terminar con él? HeeSeung sintió nervios repentinos, como si ese pensamiento no hubiera cruzado su cabeza hasta ese momento.
— Hola, Ghis — saludó, tratando de sonreír. No sabía si darle un beso o no, no con su mamá a pasos de él.
— Hey — ella se veía decaída y muy, muy cansada. — Disculpa que haya aparecido así, pero... pero... uh… Necesito conversar contigo, algo importante. No creo que pueda seguir aguantandolo.
HeeSeung miró hacia atrás, a su familia, aunque TaeHyun solo le hizo un gesto de que no se preocupara. El trío de Omegas y la pequeña Alfa se giraron para caminar, con JungWon guiándoles hacia dónde quedaba el gimnasio donde sería la competencia.
— Bueno — dijo, y Ghislaine le agarró la mano, llevándolo hacia el interior del hotel, pero no a los cuartos, sino a lo que parecía ser el comedor. Era gigante y muy, muy elegante, con muchas mesas a lo largo del cuarto, varias de ellas ya llenas. Bonitos candelabros colgaban del techo y el casino se encontraba lleno de diversos platos de comida.
La Omega le preguntó si no quería algo para comer, así que HeeSeung terminó aceptando para comer un helado. No estaba particularmente frío, pero sentía que necesitaba algo fresco para calmarse. La cara de Ghislaine no parecía augurar nada bueno, pero aun así, quería fingir una valentía que no sentía. Tal vez ella deseaba terminar con él, eso ya se estaba convirtiéndose en un hecho.
Aunque, para su sorpresa, ella le empezó a platicar de otras cosas en un inicio, sobre cómo fue el viaje y lo que estuvo haciendo los últimos días. Por un instante, se sintió como si no hubiera pasado nada malo entre ellos, como si todo estuviera siguiendo su curso de manera normal.
HeeSeung pensó en eso, acerca de cómo las cosas podían dar un giro inesperado de un momento a otro. En un segundo, ellos estaban riendo por una anécdota que la chica le contó, y en otro, el silencio se instauró en una ansiosa anticipación de que había algo importante qué decir.
— ¿Tus papás llegan hoy? — preguntó HeeSeung, antes de que ella volviera a tomar la palabra.
— Más tarde — contestó Ghislaine, distraída, y HeeSeung sintió que su corazón se aceleró al notar lo hermosa que era. — HeeSeung, no me ha llegado el período.
Durante un segundo, esas palabras no tuvieron sentido en su cabeza. ¿Cómo? ¿Período? ¿A qué se refería ella?
Cinco segundos después, la idea se concretó. "El período, idiota", le dijo una voz en su interior. "Cuando las chicas sangran. Ocurre una vez al mes".
Arrugó el ceño ligeramente, todavía algo confundido.
Y, de pronto, lo golpeó. El período. La sangre. Si las chicas no lo tenían, eso significaba…
— ¿Cómo? — preguntó estúpidamente, y recién se dio cuenta de que hablaba en coreano. — ¿Cómo?— repitió, y pudo percibir cómo perdía el poco color de la cara.
Ghislaine dejó de mirarlo y buscó en su pequeño bolsito que llevaba. De allí, sacó un delgado objeto de color blanco que, a primera vista, podía pasar por un termómetro. Santo dios, HeeSeung rogó por que fuera un estúpido termómetro.
Pero la Omega lo puso delante de él y HeeSeung vio las dos líneas rosas.
— Estoy embarazada — declaró Ghislaine, tan pálida y con los ojos llenos de lágrimas, y HeeSeung casi devolvió el helado.
Pero solo se quedó en su lugar, quieto e incapaz de poder hablar enseguida, mientras la chica agarró una servilleta con furia y limpió su rostro para no atraer miradas indiscretas.
Pasaron unos largos y tensos segundos en silencio.
— Oh — barboteó HeeSeung, tan fuera de sí, y un pensamiento loco apareció —, pero... Pero no puedes competir así — dijo, volviendo al inglés a pesar de que le costaba ordenar sus ideas.
Por primera vez desde que se vieron, notó que Ghislaine se puso a la defensiva. Ya no se veía llorosa y afectada, sino algo salvaje.
— Claro que lo sé — le susurró, furiosa —, ¡pero es mi competencia! He entrenado todo el año para ganar, ¡no voy a renunciar por... por esto!
HeeSeung todavía seguía en shock, pero trató de organizar lo que pasaba por su mente: Embarazo.
Ghislaine. Claro. Claro, ellos tuvieron sexo sin protección, aunque ella le aseguró que ella tomaba la pastilla. De cualquier forma, fue una irresponsabilidad de él también, casi podía ver a SungHoon frente a él mirándolo con reprobación, al fin y al cabo, su mellizo se lo dijo.
Tragó saliva.
— Sí, vale — dijo, y se forzó a verse razonable —, bueno, es... es sorpresivo, sin embargo, Ghis... Ghis, voy a estar contigo y…
— ¡Qué dices! — exclamó ella, y soltó varias maldiciones en francés antes de bajar la voz otra vez. — Claro que vas a estar conmigo cuando vaya a la clínica a abortarlo, cómo…
— ¿Qué? — HeeSeung saltó en su lugar, como si no hubiera escuchado bien. ¿Qué acababa de decir ella?
Los ojos de Ghislaine se estrecharon. Sus labios temblaban, pero al hablar, lo hizo con total firmeza:
— Voy a abortarlo — le dijo ella, tan segura y sin ninguna duda. — No voy a tener ningún bebé, HeeSeung.
HeeSeung abrió la boca, pero ningún sonido salió de allí, sin saber qué decir.
BeomGyu despertó cuando el avión aterrizó en la pista, y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Casi de inmediato, su Alfa se retorció y aulló con lástima, pero trató de mantenerse en su lugar y no salir corriendo en el momento en que se les indicó que podían empezar a salir del avión.
Tomó aire con profundidad, tratando de relajarse y fingir que todo estaba bien. Más que bien: perfecto. No había nada de lo que preocuparse, a pesar de que estuviera, por fin, en Estados Unidos.
Mientras hacía cola para que su maleta apareciera para recogerla, miró a su alrededor, casi esperando a que TaeHyun apareciera por en medio de la multitud. Era un pensamiento estúpido y sin sentido, sin embargo, no pudo evitarlo, y pudo respirar con alivio cuando no ocurrió. A pesar de todo, él no se sentía listo para verlo todavía.
Agarró su bolso, bostezando y estirándose con cansancio. El viaje fue largo, demasiado para su propio gusto, y solo quería llegar a dormir. Había reservado en un hotel pequeño, en el centro de Washington D.C., y a pesar de encontrarse en una ciudad nueva, no había ni un poco de emoción por su parte. Se quedaría encerrado en su habitación, saldría solo para comer y una vez pasara una semana, se devolvería a Corea, fingiendo que ese viaje nunca ocurrió.
Recordó brevemente cómo fue la salida mientras tomaba un taxi, estremeciéndose otra vez cuando notó a los policías, a muchos metros de él, despidiéndolo con una mirada imperturbable. Santo dios, ya ni siquiera ocultaban el hecho de que le seguían, y BeomGyu no quería imaginar cómo sería su regreso. Si lo estaban esperando, él iba a golpear a uno de esos idiotas.
Al ser miércoles, la ciudad se encontraba con mucho movimiento de vehículos y personas. A BeomGyu no le sorprendió llegar a una urbe llena de edificios, congestión vehicular y gente caminando por doquier.
Lo único que esperaba, en ese momento, era poder dormir y recuperar un poco del sueño que perdió. Mientras viajaba en el taxi, por otro lado, decidió llamar a su padre para avisarle que llegó sin ningún problema a Estados Unidos.
— ¿Es muy tarde allá? — preguntó, oyendo a su padre bostezar. — Lo siento, no quise despertarte.
— No te preocupes, ahora me quedo más tranquilo sabiendo que llegaste bien — le dijo MinHo. — ¿Cómo te sientes?
— Cansado — respondió —, pero, si preguntas por lo otro... Estoy bien. Mi Alfa está algo inquieto, aunque supongo que es normal. Solo quiero que esto termine pronto…
— Pasará en un abrir y cerrar de ojos.
Tres días más tarde, BeomGyu supo que su padre mentía. Todo pasó dolorosamente lento, como una especie de cruel agonía, y se preguntó si así pasaría el resto de sus días allí. Pensando en lo cerca que estuvo, pero a la vez lejos de ver a su familia otra vez. Qué difícil era eso, se decía, el hecho de querer alejar esa idea de su cabeza, sin embargo, eso solo provocaba que se metiera más a fondo dentro de él.
Al final, para el segundo día, se decidió a salir y pasear por la ciudad. En una de esas, pensaba sin ganas, algún auto lo atropellaba y así acababa ese suplicio.
Para su mala suerte, no fue atropellado, pero sí logró distraerse un poco. Después de todo, quizás lo bueno de estar allí era eso: era una ciudad desconocida, por lo que exploraba un lugar nunca antes visto. Sirvió para tranquilizar a su revoltoso Alfa, que esa mañana despertó con esa vacía sensación de querer al Omega a su lado.
"Me necesita", parecía quejarse su lobo, "lo necesito."
"Sí", se decía. "Lo necesito. Pero él no me necesita. Siempre ha sido así, solo que yo quise hacerlo ver de otra forma. Por Dios que lo necesito."
Paseó por los parques de la ciudad y visitó algunos museos para no aburrirse tanto. No le gustaba estar demasiado fuera, además, porque muchas veces veía cómo otras familias interactuaban y eso le dolía. Le dolía lo radical que podía ser el cambio entre esas familias extranjeras y las familias de su país.
¿Cómo no iba a mirarlas? Al fin y al cabo, la diferencia era sustancial, comenzando por la cantidad de Omegas que trabajaban y estaban sin compañía de algún Alfa.
En Corea no era una ley, pero estaba muy metido en la sociedad que el Omega debía ir acompañado por un Alfa que le cuidara, en especial si era soltero. Por otro lado, la cantidad de Alfas que cuidaban de sus cachorros en el parque, que jugaban con ellos y ejercían una paternidad acompañada y no ausente.
BeomGyu no se calificaba como un padre ausente. Salió muchas veces con sus hijos, pero sabía que era un caso excepcional. Los Omegas debían cuidar de los cachorros, no los Alfas. Y, quizás, lo más impactante era ver las pocas parejas jóvenes marcadas. La mayoría de Omegas que lucían marcas tenían sobre los veinticinco años, y muy pocos eran muchachos recién salidos del colegio, como ocurría en Asia.
Por supuesto que TaeHyun sería más feliz allí, se dijo.
"Aunque él me perdonará, aunque volviéramos a ser un matrimonio, él no regresaría conmigo a Corea", y ese hecho lo golpeó con fuerza. Ni TaeHyun ni los niños iban a volver con él alguna vez a ese país del que escaparon, no solo porque fue hecho de manera ilegal, sino también por la diferencia social que los Omegas tenían en un lado y en otro.
TaeHyun jamás sería ese Omega que él quiso que fuera, y esa idea, en lugar de deprimirlo o apenarlo, lo alivió.
Si TaeHyun era feliz allí, libre y sonriente, sin ninguna cadena que lo atara, entonces estaba bien para BeomGyu. Si sus hijos crecían y se convertían en mejores personas que él, con nuevos valores e ideas, sin mirarse en menos, sería bueno para él.
BeomGyu no quería que JungWon ni SungHoon consiguieran matrimonios infelices y donde fueran reprimidos y maltratados. Es decir, no es como si estuviera idealizando ese país tampoco. Sin embargo, existían grandes diferencias entre uno y otro, y al menos allí los derechos de los Omegas eran considerados y resguardados.
El día sábado, decidió cenar fuera, en algún restaurante, para poder despejarse un poco más. Esa mañana amaneció con un gran dolor de cabeza, con su Alfa temblando al sentir un lazo tirando de él, y permaneció durante gran parte del día. BeomGyu no quiso analizarlo mucho, en especial porque era el primer lazo que sentía en casi tres años, pero pudo identificarlo con facilidad: TaeHyun estaba estresado.
Esa idea, durante una fracción de segundo, casi le hizo sonreír. Siempre que TaeHyun se estresaba, recurría a él como una manera de limpiarse. Él decía, los primeros años que estuvieron juntos, que BeomGyu servía como una especie de batería que le ayudaba a tener nuevas energías, y eso le sacaba tantas risas.
Sin embargo, la sonrisa no se formó, porque de inmediato, la culpa que le carcomía hacía aparición.
El último año que estuvieron juntos, BeomGyu no fue esa batería, sino alguien que succionaba toda la energía que TaeHyun pudiera tener. Él jamás sería otra vez esa batería.
Así que, al final, recurrió a un restaurante para comer y distraerse. Extrañaba la comida coreana, aunque no estaba mal alimentarse de puras hamburguesas y sprite. Después de todo, qué importaba si engordaba un poco, quizás así se vería con mejor aspecto para no levantar más sospechas.
— Hombre, ojalá yo pudiera pegar así de fuerte.
BeomGyu no era un gran hablador de inglés, pero esas palabras llamaron su atención de manera superficial, dirigiendo su vista hacia el cajero de la hamburguesería que hablaba con un cliente. Ambos estaban viendo la televisión, donde un canal regional informaba acerca de una competencia de taekwondo que se estaba llevando a nivel nacional.
Ver los dobok hizo que los ojos de BeomGyu se quedarán en la pantalla, mientras la presentadora informaba algo que no alcanzaba a escuchar.
Aunque las palabras del titular ya decían bastante: "COMPETENCIA DE TAEKWONDO SE ESTÁ LLEVANDO A CABO EN TODO EL PAÍS". Y, más abajo, en el subtítulo: "En Virginia Occidental se lleva a cabo la competencia de la zona este".
Casi de manera inevitable, la sonrisa curvó ahora sí en su rostro, recordando a JungWon y su entusiasmo por el deporte. Nunca se lo dijo, de eso se arrepentía a más no poder, pero estaba muy orgulloso de que su cachorro fuera el mejor de su clase en taekwondo. Si lo volvía a ver...
Si lo volvía a ver...
El subtítulo cambió: "En Pensilvania se ve el desenlace de la zona noreste".
Por un instante breve, creyó que estaba alucinando. Debía estar alucinando. Sí, porque por un pequeño momento, pensó que vio a JungWon en la pantalla.
No, corrección. ¡Corrección! Estaba en pantalla, hablando, con el rostro sudado y apretadito debido al casco, mostrando sus dientitos de conejo mientras sonreía.
"CHOI JUNGWON: Finalista de la competencia".
— Súbele — dijo, sin darse cuenta de que lo decía en coreano, y los dos tipos en la barra lo miraron con confusión. — ¡Súbele! — el cajero se sobresaltó ante su grito y obedeció, atónito, pero la pantalla cambió y volvieron a mostrar la competencia.
Allí, en la imagen, JungWon le estaba haciendo una llave a su competidor con una facilidad increíble.
Era JungWon. Era su hijo. Su cachorrito. Su niño. Su bebé.
El impacto fue duro y casi desequilibrante. BeomGyu sintió su mundo dando vueltas repentinamente, porque acababa de ver a JungWon, a su hijo menor, en pantalla. Si JungWon estaba allí, eso significaba que el resto de su familia también estaba en ese lugar.
Claro que sí, TaeHyun no se perdería ese momento por nada del mundo. TaeHyun estaría en primera fila, haciéndole barra a su cachorrito mimado.
TaeHyun. SungHoon. HeeSeung. JungWon. Su familia.
Ignoró las preguntas que le hizo el tipo de la barra, dejando su comida abandonada y saliendo del lugar con la respiración agitada. Santo dios, jamás se preparó para eso. Jamás creyó que eso iba a ocurrir.
¿Cómo, en el momento preciso...? ¿Eso era una casualidad? ¿O era el jodido destino jugando con él?
Tomó aire varias veces, agitado y descontrolado. Sus manos temblaban y sus piernas apenas lo sostenían cuando se puso a caminar.
¿No era eso lo que quería? Ver a su familia, saber que estaban bien. Lo tuvo, lo logró. Los vio.
Pero no era suficiente. Su Alfa ahora, descontrolado, lo supo: no era suficiente. Necesitaba más. Necesitaba mucho más.
BeomGyu ni siquiera lo pensó ni analizó dos veces. Estaba casi fuera de sí, apenas entendiendo lo que acababa de ocurrir, pero solo había una idea en subcabeza: no era suficiente y él necesitaba más.
Necesitaba verlos una vez más.
¡Gracias por leer! <3
pd: no pago terapias. ^^
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