
20
El día veintisiete de agosto, BeomGyu despertó en la madrugada, con otra pesadilla sobre su mamá. Qué extraño, pensó, porque esos últimos días estuvo soñando demasiado con ella.
Se volteó, viendo a TaeHyun dormir a su lado, y con suavidad lo despertó. El Omega se quejó en voz baja, mientras que BeomGyu miró la hora. Quedaban quince minutos para las siete de la mañana, así que tenían un poco de tiempo.
Abrazó al Omega por la cintura, escuchando su suspiro bajo, y le murmuró si podía hacerle el amor. Escuchó el gruñido afirmativo de TaeHyun, boca abajo contra las sábanas, así que no tardó en desnudarlo de la cintura hacia abajo, entrando en su interior a los pocos segundos. El gemido suave del más bajo resonó en el cuarto, tratando de ahogar sus grititos con cada nueva embestida.
— Te amo — le susurró BeomGyu, besándole el cuello, sobre su marca recién hecha —, mi lindo, mi bonito Omega, te amo tanto.
TaeHyun terminó saliendo de la cama varios minutos después, con el cabello despeinado, dándole un manotazo juguetón, para ir a hacerle el desayuno.
Con eso, BeomGyu ya se sentía en las nubes. Hoy cumplía dieciséis años de matrimonio con TaeHyun, ¿tanto había pasado ya? BeomGyu estaba muy feliz de que hubieran podido llegar a ese aniversario, considerando todas las cosas que pasaron los últimos meses.
Trató de eliminar ese hilo de pensamientos. BeomGyu le recompensaría a TaeHyun cada error que cometió, lo iba a llenar de regalos y amor, para que las cosas entre ellos siguieran mejorando y pudieran cumplir muchos años más de matrimonio. Los dos pasarían toda una vida juntos, estaba seguro de eso.
Entró a la cocina, listo a los pocos minutos, viendo su té humeante y las tostadas en un plato, al lado, junto con el tocino. TaeHyun estaba limpiando la loza de la noche anterior, así que volvió a abrazarlo por la cintura, contento de olisquear su cuello impregnado en el aroma del Alfa.
— Ven, comamos juntos — le dijo, su voz suavecita y suplicante, y arrastró a TaeHyun a la mesa, sentándolo sobre sus piernas. — ¿Sabes qué podríamos hacer en la noche?
El Omega lo abrazó por el cuello.
— No, ¿qué tienes pensado? — preguntó TaeHyun.
— Podríamos encargar comida — dijo BeomGyu —, así no vas a tener que cocinar. Solo deberías comprar algo para beber, nada más. Además, tendremos más tiempo para nosotros — el Alfa le acarició su muslo derecho, el más apegado a su pierna — para pasarlo bien con nuestras cosas...
TaeHyun dejó que BeomGyu besara su cuello otra vez, impregnándolo en más olor Alfa, pero no importaba para él. De alguna forma, podía calmar a su enloquecido Omega de esa manera, porque él, en menos de veinticuatro horas, escaparía para siempre de esa casa.
Pudo sentir la ansiedad burbujear en su estómago, así que solo enfocó sus ojos en BeomGyu, agarrándolo de la barbilla para besarlo. Podía sentir la felicidad del Alfa por sus acciones, sin embargo, no le interesaba desmentir. Necesitaba calmarse lo suficiente para lo que iba a hacer ese día.
— Vas a llegar tarde — le dijo TaeHyun, alejándose del beso —, así que vamos, termina de comer. Yo volveré después a dormir a la cama.
— Qué flojo eres — se rió BeomGyu —, ¿recuerdas cuando podíamos pasar el día entero acostados?
TaeHyun parpadeó, recordando brevemente esos primeros días de matrimonio, haciendo nidos y nidos en los que se encerraban y jugueteaban entre ellos, hacían el amor y se mimaban uno al otro. Esos días parecían muy lejanos, en especial cuando recordaba que no estaba tan seguro de ese matrimonio ni siquiera cuando llegó al altar.
— Podríamos irnos de vacaciones, solo los dos — continuó BeomGyu, haciendo que volviera a aterrizar a la realidad —, tal vez a Japón. Dejamos a los niños con mi papá, y nos tomamos unas vacaciones.
Trató de sonreír, volteándose para volver a los platos sucios, queriendo concentrarse solo en esas acciones.
— Suena perfecto — le dijo, tratando de que su voz no temblara —, primero, deberíamos ver si voy a estar preñado en ese momento.
Hubo un extraño silencio en la cocina, poniéndose un poco tenso. TaeHyun sabía que BeomGyu lo estaba observando, queriendo leer sus sentimientos en la forma en la que se movía, así que trató de mantenerse entero.
— Sí, tienes razón — terminó por decir BeomGyu, suspirando, y finalizó de comer unos segundos después. — Mierda, ya voy tarde.
Lo sintió salir de la cocina, yendo a lavarse los dientes apresuradamente, por lo que aprovechó ese momento para dejar salir la respiración que estuvo aguantando. Trató de recomponerse en segundos, porque sabía que, cualquier grieta que mostrará, BeomGyu la vería.
Secó sus manos una vez terminó, saliendo de la cocina y viendo a su marido bajar las escaleras con el maletín. El Alfa lo agarró de la cintura, dándole un pequeño beso en la boca.
— Te amo — le dijo BeomGyu, acariciándole la mejilla.
TaeHyun sonrió.
— Que te vaya bien — le dijo, mirándolo salir por la puerta de entrada.
El Omega decidió que volver a la cama para dormir un par de horas más sonaba como una buena opción.
Despertó cuando escuchó a los niños gritar escandalosamente, con toda probabilidad tomando el desayuno. Agradecía que no lo hubieran despertado antes, sintiendo un leve dolor de cabeza, y se envolvió en la bata. Mientras hacía eso, recordó los papeles guardados en el escritorio de la habitación de HeeSeung y SungHoon. Sus manos temblaron ligeramente.
Entró a la cocina pocos segundos después, rodando los ojos al ver el desorden que habían provocado. Eran un verdadero desastre para cocinar, con el aceite derramado sobre la mesita y el pan de molde mal cortado.
— Terminen de comer y no desordenen más — les regañó, viendo el puchero que hacía JungWon luego de esto —, se van a bañar y a arreglar sus cosas, ¿entendido?
— Mamá — dijo JungWon, llamando su atención —, anoche... anoche mi marca dolía mucho, ¿por qué pasa eso, mamá?
TaeHyun suspiró, yendo hacia el pequeño cachorro y quitándole la gasa que usaba para cubrir su marca. Observó la marca de los dientes, el color amarillento que tenía, y la olisqueó. Pudo sentir un leve aroma a celo.
TaeHyun la volvió a cubrir.
— JungWon — le dijo, inclinándose para quedar a su altura —, tu celo será pronto, ¿lo sabes? — el niño asintió, temeroso. — No quiero asustarte, cachorrito, pero es probable que la pases mal en este celo gracias a esa marca. Te dolerá y querrás estar con JaeJoong.
— ¡Pero yo no lo quiero! — reclamó JungWon, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
— Lo sé — suspiró TaeHyun, dándole un abrazo suave —, pero hay algunas cosas que son inevitables, pequeño, como ese lazo que hizo contigo — le besó la coronilla. — No importa, ¿está bien? Cuando nos vayamos de aquí, él te dejará en paz. Él jamás va a tocarte un solo pelo, mi vida.
JungWon se aferró a él con ese abrazo, lo suficiente para darle fuerzas a TaeHyun para lo que iba a hacer.
El resto de la mañana, una vez los cachorros estuvieron limpios, les dijo que guardaran sus cosas en la maleta, toda la ropa que pudieran echar en una. TaeHyun llevaría una propia, más pequeña, pero no quería llevar demasiado equipaje porque eso habría salido más caro. Por eso mismo, les prohibió llevarse juguetes, cuadernos, libros, o cualquier otra cosa que no fuera de primera necesidad. Si podían llevarlo en sus mochilas, entonces, no habría problema, sin embargo, si no era así, iban a tener que dejarlo.
Cuando tuvieron todo listo, guardó la maleta en el maletín del auto y salió a comprar las bebidas para la noche. BeomGyu no escatimó dinero para eso, así que TaeHyun compró vino, champagne y whisky. Sabía que, si iban a pedir comida, era porque su Alfa iba a querer beber y follar antes de comer, porque el alcohol siempre le desinhibía al inicio... y luego lo emborrachaba con rapidez. BeomGyu no tenía mucho aguante en ese sentido.
Mientras pagaba el alcohol, pensó en su embarazo. Apretó sus manos en puños un instante, porque iba a tener que estar atento a lo que él iba a consumir. Sabía que, si BeomGyu no lo veía beber vino o soju, iba a preguntar por qué, y el Alfa no era tan idiota como para no darse cuenta de la verdad. Pero, si bebía...
Mierda, TaeHyun estaba tan confundido en ese instante.
Guardó las bolsas y volvió otra vez a casa, parpadeando cuando vio a SeongHwa de pie ante la puerta de su casa. Dejó salir un ruido de exasperación. Lo único que faltaba.
Se bajó, sacando las bolsas, y SeongHwa se volteó a verlo.
— SeongHwa — saludó TaeHyun, pasando a su lado —, ¿pasa algo?
— Quiero hablar con SungHoon — le dijo el Alfa, sin saludarlo —, pero HeeSeung me ha dicho que no puedo. ¿Qué se cree él? — SeongHwa frunció el ceño. — Es mi Omega, no puede prohibirme verlo.
— Según lo que yo sé — dijo TaeHyun, manteniendo la calma —, es que ustedes habían terminado.
— Nos tomamos un tiempo — replicó SeongHwa, pareciendo más molesto que antes. — Quiero ver a SungHoon ahora.
TaeHyun suspiró, buscando sus llaves, pero antes de poder abrir, otra persona lo hizo. HeeSeung apareció, con el ceño también arrugado y una mirada de muerte.
— ¿Sigues aquí, idiota? — dijo su hijo, haciéndose a un lado para dejarlo pasar. — Te dije que te fueras.
— No sé por qué lo ocultas — bufó SeongHwa —, una vez inicien las clases, lo volveré a ver.
— Eh, no — escupió HeeSeung —, SungHoon no volverá a ese colegio, ¡nos vamos a cambiar a otro! — antes de que SeongHwa pudiera replicarle, HeeSeung cerró la puerta de golpe, volteándose hacia TaeHyun. — ¿Cómo te fue? — preguntó, sonriendo encantadoramente y agarrando las bolsas con el licor.
TaeHyun esperaba que SeongHwa realmente no se quedará todo el día y, para su fortuna, pareció comprender, una hora después, que nadie le abriría. SungHoon estaba en el cuarto, sentado en su cama y con aspecto deprimido, así que, mientras HeeSeung servía la comida, TaeHyun fue a buscarlo.
— ¿Quieres hablarlo, Hoonnie? — preguntó TaeHyun, llamando su atención.
— No entiendo por qué actúa así — dijo SungHoon, con cara triste, y saltando de la litera, sentándose en la cama de HeeSeung. TaeHyun se acomodó a su lado. — ¿Por qué los Alfas no pueden entender un "no"?
TaeHyun le tomó la mano, dejando que su hijo apoyara la cabeza en su hombro.
— Porque nuestra sociedad los ha malcriado — razonó TaeHyun —, y a nosotros siempre nos han enseñado a obedecerlos. Entonces, cuando no nos gusta lo que hacen y se los hacemos saber, nosotros somos los malos, por negarles algo que, para ellos, es su derecho.
SungHoon sorbió por su nariz, conteniendo las ganas de romper a llorar en ese momento. No sabía el motivo, pero realmente se sentía demasiado triste en ese instante. No solo por él, sino por su mamá y por JungWon.
— Pero no es justo — dijo él, su voz débil. — Al final siento que... siento que terminamos siendo sus sirvientes.
TaeHyun sonrió con tristeza, dándole un beso en la nuca a SungHoon. Recordó brevemente todo lo que había sacrificado una vez se casó con BeomGyu, empezando por su propia libertad. Tiempo atrás, no lo habría visto de esa forma, porque siempre le enseñaron que un Omega necesitaba de un Alfa, pero ahora...
ChaeYoung vivía bien sin la necesidad de uno, y parecía mucho más feliz de lo que fue TaeHyun en toda su vida.
— Una vez lleguemos — le dijo TaeHyun, llamando su atención —, serás libre de estas reglas, SungHoonnie. Si quieres estar o no con un Alfa, será decisión tuya, y yo la respetaré.
SungHoon también esbozó una sonrisa triste, pero solo lo abrazó, y TaeHyun le revolvió el cabello con cariño.
BeomGyu llegó a casa cerca de las siete de la tarde, con aspecto agotado, aunque un poco feliz también.
Los niños estaban en el patio trasero, escuchándose sus risas, y eso pareció aliviarlo levemente, porque, si se reían, era porque las cosas iban a volver a la normalidad muy pronto.
TaeHyun estaba en el cuarto matrimonial, parecía que ordenaba la ropa que lavó y secó ese día, sin embargo, BeomGyu noto sus cejas un poco arrugadas, en clara señal de preocupación.
— ¿Pasa algo, precioso? — preguntó, dejando su maleta a un lado y estirándose. — Mira, te traje algo...
TaeHyun se giró a verlo, observando la bolsa de papel que sostenía en sus manos. Leyó el nombre de la tienda y quiso soltar una maldición, porque era evidente el contenido que tenía. Pero también recordó que él se lo prometió cuando lo convenció para cenar en casa.
Trató de sonreír, agarrando la bolsa y viendo superficialmente la ropa interior.
— No es tu regalo, claro — dijo BeomGyu, agarrándolo de la cintura y dejándole un beso pequeño en el cuello —, eso te lo daré más tarde, cuando estemos a solas...
— BeomGyu — TaeHyun bajó su voz —, yo no... no te compré nada, porque... porque no tenía dinero...
— No te preocupes — afirmó el Alfa —, que estés conmigo ya es un gran regalo, TaeHyun — recibió un beso en la mejilla y trató de sonreír una vez más. — Iré a dejar a los niños con mi papá, ¿vale?
— Pensaba ir yo — dijo TaeHyun, demasiado rápido para su propio gusto —, para que tú... te di-dieras un baño y me... me esperes... — estaba hablando tan atropelladamente que, por un horrible momento, pensó que BeomGyu se daría cuenta de que estaba mintiendo.
Sin embargo, el más alto lo miró atónito unos segundos, antes de sonreír ampliamente, soltando una risa baja.
— ¿Seguro? — dijo, y le acarició la mejilla. — Tendré el champagne listo, entonces.
TaeHyun se relajó, dándole un beso en los labios antes de dejar la ropa a un lado. Fue al patio, viendo a HeeSeung gritando en el suelo, mientras SungHoon trataba de quitarle la playera y JungWon le hacía cosquillas.
— Chicos — les interrumpió, y algo en su voz tuvo que sonar urgente, porque los tres lo miraron. — Vayan a buscar sus cosas, iré a dejarlos con el abuelo.
Pudo ver la expresión de JungWon decaer, a SungHoon morder su labio inferior y a HeeSeung tragar saliva. Santo dios, esperaba que ellos no pusieran alguna cara extraña, no cuando estaban tan cerca de irse.
Irse. Irse. El pánico atenazó a TaeHyun. Ellos iban a irse a otro país, a otra ciudad, a un lugar completamente desconocido, de forma ilegal. ¿Cómo iba a conseguir trabajo? ¿Cómo los iba a mantener? Y peor que eso, esperando otro bebé... ¿Acaso estaba loco?
"BeomGyu no es tan malo", susurró una voz en su interior, y quiso romper a llorar. Todavía podía echarse atrás, retroceder, no irse, permanecer con su Alfa el resto de su vida, acostumbrándose a ese dolorcito en su corazón, convenciéndose de que los siguientes años no serían tan malos. No si le daba a BeomGyu lo que quería.
HeeSeung le agarró la mano, llamando su atención.
— Está bien — dijo él, acariciándole la palma de su mano y, por un breve instante, TaeHyun se estremeció de miedo. Dolor brilló en los ojos de su hijo mayor, sin embargo, no le soltó —, estamos listos, los tres, mamá.
Asintió con expresión rígida, viéndolos entrar e ir a buscar sus mochilas. Trató de espantar esos pensamientos, aunque esa vocecita en su interior siguió susurrando que estaba a punto de cometer un gran error.
Los niños bajaron unos minutos después. JungWon llevaba al Señor Bobby en sus brazos. El gatito que SungHoon le había robado estaba raído, con una oreja a medio salir, pero el niño no quiso que lo botaran a la basura.
TaeHyun agarró las llaves del auto.
— Hey, chicos.
Los tres cachorros se voltearon, viendo a su padre bajar por las escaleras, relajado y con esa sonrisita que ponía su rostro todo guapo. HeeSeung hizo un mohín, enojado, sin embargo, quienes verdaderamente preocuparon a TaeHyun fueron los dos cachorros Omegas.
Pudo ver el labio inferior de JungWon temblar.
— ¿Y esas caras? — preguntó BeomGyu, atónito.
— Papá — dijo JungWon, a punto de romper a llorar. TaeHyun, por un momento, temió que dijera todo, en especial cuando vio al niño correr a abrazar a BeomGyu. — Papá, ¡te quiero!
BeomGyu le revolvió el cabello al cachorrito, que sorbió por su nariz, y se inclinó hasta quedar a su altura. Parecía algo desorientado por el arrebato que tuvo, pero, para fortuna de TaeHyun, BeomGyu no dijo algo sobre eso.
— Yo también te quiero, Junggie — le dijo, en ese apodo que le decía cuando era más pequeño. — ¿Te parece si mañana vamos a comer helado?
JungWon frotó sus ojos, asintiendo, antes de alejarse y tomarle la mano a TaeHyun. SungHoon parecía también algo lejano y callado, pero habló antes de que su mamá les dijera que salieran.
— Papá — habló, su voz seria —, cuídate, ¿está bien? Cuídate mucho.
— ¡Realmente están extraños! — exclamó BeomGyu, sonriendo. — Mañana iremos todos a comer helado, ¿vale? Incluso tú, HeeSeung — añadió, observando la expresión en blanco de su hijo mayor.
— Como sea — bufó HeeSeung.
TaeHyun y los niños salieron de casa, yendo al auto del Omega. Los primeros minutos, todos estuvieron en tenso silencio, sin saber exactamente qué decir.
— Mamá, si te arrepientes... — empezó a decir HeeSeung.
— No — TaeHyun le interrumpió, su voz temblorosa —, no digas eso, Hee. Mierda, no hables de eso.
— Mamá dijo una grosería — acusó JungWon, limpiando su nariz.
— Te apoyaremos igual — terminó de decir HeeSeung. — Si quieres quedarte con él, me voy a enfadar mucho, pero... pero me quedaré a tu lado, y te voy a cuidar para que nunca más vuelva a romperte el corazón.
TaeHyun trató de no quebrarse en llanto en ese momento, porque estaba conduciendo. Y porque, si empezaba a llorar, todos sus planes se irían al infierno.
Veinte minutos después, se estacionó fuera de la casa de MinHo. Los niños bajaron, pero HeeSeung le ayudó a sacar la maleta del auto, dirigiéndose a la casa del abuelo. El Alfa ya les esperaba, sonriéndoles con ánimo, y los tres cachorros se despidieron de TaeHyun con un abrazo.
Sin embargo, no se marchó enseguida: MinHo y él se quedaron fuera un instante.
— Pasaré a buscarlos como a las tres de la mañana — dijo el Omega, tragando el nudo en su garganta —, tenemos boletos para las seis de la mañana, y con todo el papeleo...
— ¿Tienes la firma? — preguntó MinHo.
— Todavía no — TaeHyun humedeció sus labios —, la conseguiré hoy — hizo una pequeña pausa. — El auto...
— No te preocupes — dijo el Alfa —, vendrán a buscarlo mañana a las nueve. Apenas tenga el dinero, te lo depositaré, TaeHyun.
El Omega asintió. Luego de pensarlo mucho, y conversando con MinHo, llegaron a la conclusión de que venderlo era una buena opción. BeomGyu le regaló ese auto cuando cumplió veintiocho años, dejando los papeles a su nombre.
Cuando lo compraron, era ya un auto usado, pero en muy buen estado. Lo pusieron a la venta una semana atrás por internet, a tres millones de wons, lo que definitivamente era muy bueno para TaeHyun.
El día anterior, el comprador fue a ver el auto, quedando satisfecho por encontrarlo en buen estado. MinHo se encargaría de entregarlo.
— Debo irme ya — dijo TaeHyun, tragando saliva. — Nos vemos, MinHo.
— Cuídate, Tae — suspiró el hombre.
TaeHyun, mientras conducía de vuelta, trató de tomar aire varias veces para prepararse para lo que ocurriría a continuación. Sabía que debía ser cuidadoso, no solo con lo que iba a decir, sino también con sus acciones. Cualquier desliz suyo, podría terminar en un desastre, y tenía demasiado miedo.
No solo por fracasar, sino por lo que haría BeomGyu si llegaba a enterarse de lo que quería hacer. La posibilidad de que le descubriera era grande, y si se enfurecía peor que esa fatídica noche... Las manos de TaeHyun temblaron.
Llegó diez minutos antes de las ocho de la noche. Todavía no oscurecía al ser verano, así que estacionó el auto y bajó, caminando enseguida al interior de la casa. Todo estaba en silencio, a excepción del cuarto matrimonial, donde salía una música relajante de su interior. Se dirigió enseguida a este enseguida.
Sonrió al entrar, viendo a BeomGyu recostado en la cama, sin camisa, pero con los pantalones puestos. A su lado, estaba una bandeja con dos copas llenas de champagne, la botella de alcohol y unas pequeñas cosas para picar mientras tanto.
— Tardaste un poco — dijo BeomGyu, y TaeHyun fue a agarrar la bolsa. — Pedí nuestra comida, pero la traerán a las nueve y media, ¿está bien?
— Perfecto — TaeHyun le hizo un gesto, dirigiéndose al baño. — ¿Me das unos minutos?
— Los que quieras, bebé.
TaeHyun cerró con llave, dándose una ducha rápida para quitarse todo el sudor y el miedo, como si el agua pudiera limpiar el sentimiento de terror que crecía en él.
⚠️
Una vez listo, sacó la ropa interior. Un babydoll negro. TaeHyun le quitó la etiqueta a las bragas y la prenda, envolviéndose en la suave seda enseguida. Sabía que era de muy buena calidad, BeomGyu siempre tenía especial cuidado con esas cosas.
El Alfa sonrió ampliamente una vez salió del baño, así que TaeHyun caminó hacia la cama, subiéndose a ella con cuidado para no derramar nada.
— Te ves precioso — le dijo BeomGyu, agarrando la copa y bebiendo un sorbo —, tan bonito, Tae... Vamos, ven...
TaeHyun se rio al sentir las cosquillas en su cuello gracias a los labios de BeomGyu, bebiendo también un poco de alcohol, lo suficiente para no llamar la atención. Agarró un poco de maní, ofreciéndoselo a BeomGyu en la boca, que lo aceptó con gusto.
— Mmm... parece que alguien está hambriento — bromeó TaeHyun al ver a BeomGyu chupar su dedo índice. — No seas goloso, ¡hay que comer primero!
— Pero te ves tan lindo — gimoteó BeomGyu. — ¿Puedo comerte el culo después?
TaeHyun le dio un golpe ligero, haciéndolo reír, y él también soltó unas risitas bajas. Por un pequeño instante, recordó todos sus aniversarios juntos: la cena en un lugar de lujo, sus bromas, los besos en el auto, la ida a un motel, el sexo que tenían. Podían estar toda la noche teniendo sexo sin problema alguno, a TaeHyun le gustaba mucho sentir a su marido y pensar en lo feliz que era con él.
Sintió el beso en su hombro, así que trató de volver a la realidad. Ese tiempo era pasado, jamás volvería a ser lo mismo.
— ¿Cómo te fue en el trabajo? — preguntó TaeHyun.
BeomGyu empezó a hablar.
Una vez la botella de champagne se acabó –TaeHyun se aseguró de no beber demasiado, por lo que fue BeomGyu quien la consumió por completo–, dejaron la bandeja vacía en el suelo y TaeHyun se encargó de lubricar en todo momento.
Lo hicieron dos veces, BeomGyu con el rostro colorado gracias al alcohol y el calor del momento, dejando que TaeHyun lo montara a su gusto propio. El Omega se encargó de dejar el cuarto lleno de feromonas de celo, porque, de alguna forma, actuaban como una droga para los Alfas, nublándoles el juicio.
⚠️
Una vez estuvieron satisfechos, se envolvieron en sus batas. La comida llegó minutos después, dak galbi con kimchi y mandu guk. TaeHyun llevó un vino, sirviéndolo en ambas copas, y se sentaron a comer en la mesa.
BeomGyu no parecía caber en su felicidad.
— Te ves tan bonito cuando acabamos de follar — le dijo pasada la media hora —, me dan ganas de abrazarte y protegerte.
— ¿Ya estás borracho? — preguntó TaeHyun, parpadeando.
— ¡Claro que no! — se defendió BeomGyu. — ¿No puedo ser romántico con mi esposo?
TaeHyun rodó los ojos.
— Eres un idiota.
— ¿Por qué eres así conmigo? — el Alfa se sirvió otra porción de dak galbi. — Vamos, dame más vino, ¡todavía estoy en mis cinco sentidos! — BeomGyu lo observó. — ¡Oh, tu regalo!
TaeHyun lo vio ponerse de pie, yendo hacia el cuarto matrimonial, y aprovechó de rellenar la copa vacía de BeomGyu con más vino.
Pocos segundos después, el Alfa volvió con algo cuadrado, envuelto en papel de regalo. TaeHyun lo recibió con una mirada curiosa, rasgando el papel suavemente y observando la pequeña cajita de anillos. Dudó un momento en abrirla, pero, finalmente, lo hizo, y contempló los dos anillos de oro puro, tan bonitos y brillantes.
— ¿Gyu? — preguntó, atónito.
— Había que renovar los nuestros, ya están desgastados — dijo a modo de explicación, tomando la cajita y sacándolos. — Ven, permíteme...
TaeHyun le tendió la mano, dejando que BeomGyu le pusiera otro anillo, encima del que le puso en su matrimonio. A comparación del viejo, el nuevo brillaba demasiado.
BeomGyu le besó los dedos.
— Te amo — le aseguró él —, siempre te amaré, TaeHyun. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y te lo demostraré durante el resto de tiempo que nos queda juntos — otro beso. — Te demostraré que cambié, que jamás te haré daño y que podemos volver a ser felices.
TaeHyun parpadeó para espantar las lágrimas.
— Eres un idiota — le dijo, riéndose, y BeomGyu no tardó en ponerse su anillo también.
⚠️
En algún punto de toda esa conversación, con BeomGyu bebiendo de a poco, olvidaron la comida y TaeHyun estaba en el regazo del Alfa, sintiendo las manos en su trasero desnudo, la bata levantada, dejándose caer sobre la polla del más alto. El Omega podía notar la forma en la que BeomGyu se aferraba a él en todo momento.
— ¿Vamos a seguir comiendo? — preguntó TaeHyun una vez acabaron, ambos jadeantes. — Queda mucha comida, Gyunnie.
— Sí, sí... — masculló el Alfa —, pero creo que no beberé más.
— ¿Qué estás diciendo? — TaeHyun se rio, los nervios haciendo mella en su estómago, pero sabía qué hacer para convencerlo. — Queda mucho vino, ¿dejarás que lo tome yo solito?
— Pero Tae...
— Vamos... — TaeHyun lo besó, comenzando a mover sus caderas otra vez, aprovechando que el Alfa seguía dentro de él —, ¿qué tal si apostamos? El que tome más vino, podrá pedirle al otro lo que sea.
— Oh dios, TaeHyun...
Pasadas las once de la noche, volvieron a comer, y TaeHyun se encargó de llenar la copa de BeomGyu las veces que fueran necesarias. Él apenas tocó su propio vino, aunque procuraba beber cada vez que hacían un brindis.
Terminaron de comer media hora después. BeomGyu realmente estaba con el rostro enrojecido, sus ojos brillando y algo cerrados, pareciendo hacer un puchero con los labios. TaeHyun solo le sonreía, dándole besos de vez en cuando para hacerle saber que estaba allí.
— Gané yo — dijo BeomGyu, de pronto. El Omega lo miró.
— ¿Cómo, Gyu?
— Que yo gané — gimoteó el Alfa —, yo bebí más vino, ¡hoy no bebiste casi nada!
— Debo estar lúcido para lo que haremos más tarde, ¿o no? — dijo TaeHyun, yendo hacia él para sentarse en su regazo una vez más, y deslizó su mano por la entrepierna del Alfa. — Mmm... chupártela suena tan bien ahora...
— Mierda, e-estás peor que en... en tu celo — jadeó BeomGyu, escuchando la risa del Omega. — Pero... pero ¡dejemos eso para después! Quiero pedirte algo...
— Lo que quieras.
Otra vez, el agarre de BeomGyu afianzándose en él, pero no para querer follarlo. Tampoco en un sentido posesivo. A través del lazo entre ellos, TaeHyun supo que era una extraña metáfora de BeomGyu ahogándose, y TaeHyun siendo su tabla para salvarlo.
TaeHyun no quería ser el salvador de nadie.
— Quiero que... que envejezcamos juntos — dijo BeomGyu, y su voz se rompió —, que... que lleguemos a ancianos, los dos, y sigamos tan juntitos como ahora, bebé.
TaeHyun miró al techo cuando sintió su hombro húmedo, escuchando el sollozo bajo de BeomGyu contra él. Le acarició la mejilla, permitiéndose debilidad una vez más, porque eso estaba resultando muy difícil, más de lo que llegó a pensar en un momento.
— Con nietos — suspiró TaeHyun, presionando su mejilla contra el cabello de BeomGyu —, imagínate, con los hijos de nuestros cachorritos correteando por la casa...
— Sí, sí — afirmó BeomGyu, aliviado de oír esas palabras —, sí, muchos nietos que no vamos a criar, solo a mimar...
Hubo otro silencio entre ellos, pero ahora porque se besaron, el Omega sentado todavía en las piernas de BeomGyu, ambos meciéndose en la silla. Al alejarse, TaeHyun observó los ojos un poco desenfocados de su marido.
Observó la hora en el reloj del comedor: pronto sería medianoche.
— Gyu, acabo de recordar algo.
— ¿Ah?
— Es sobre los papeles de la nueva escuela...
Varias semanas atrás, llegaron a la conclusión de que sería mejor cambiar a todos los cachorros a una nueva institución educativa, así que TaeHyun se encargó de buscar algún colegio que le convenciera. BeomGyu pagó la matrícula y estaba todo listo. Supuestamente.
— Tae... — se quejó BeomGyu —, pe-pero lo... lo podemos ver mañana... Ahora podríamos... — el Omega no se sorprendió al sentir una mano en su culo que, a esas alturas, estaba bastante pegoteado en semen y lubricante.
— Sí, sí — afirmó TaeHyun —, es que... si se me olvida después…
— Yo te... te lo recordaré...
— ¡Pero estás borracho!
— TaeHyun — volvió a quejarse BeomGyu.
— Fírmalos — suplicó TaeHyun, usando su voz persuasiva, bajándole un tono. — Si lo haces, Iuego vamos a la cama y te la chuparé, ¿vale? Te haré la mejor mamada de la vida, Gyu.
Pareció ser el incentivo suficiente, porque BeomGyu dejó de manosearlo, soltando un ruido de queja, y TaeHyun se apresuró en ir a buscar los documentos. Cuatro documentos, cuyos datos ya estaban completados por el Omega, pero que necesitaban algo más.
AUTORIZACIÓN DE TUTOR ALFA PARA SALIR DEL PAÍS
"Yo, _________________, DNI _________________, con residencia en ____________, autorizo a ______________, cuyo parentesco es ____________, de raza ________________, y DNI ______________, a salir de..."
Más abajo de todo eso, estaban los derechos y deberes a los que el Alfa se comprometía de ahora en adelante.
Para fortuna de TaeHyun, la firma la necesitaba en la segunda hoja, así que se aseguraría de que BeomGyu no leyera el título. Agarró un lápiz de tinta, viendo a BeomGyu empujar los platos a un lado.
— ¿Cuántos papeles... son? — se quejó BeomGyu, firmando el primero y viendo otro debajo.
— Cuatro — dijo el Omega —, tres por cada cachorro y uno para... para el taller de JungWon. Qui-quiere volver a intentar taekwondo...
— Oh... — BeomGyu firmó el segundo documento —, eso está bien... Él es muy... muy bueno con eso... — firmó el tercer documento.— Espera, ¿no debo lle-llenarlos?
El Omega se sobresaltó cuando BeomGyu agarró el cuarto papel, queriendo voltear la hoja para rellenar los datos. Sin pensarlo dos veces, llevó su mano a la entrepierna de BeomGyu, comenzando a frotarla y viendo al Alfa saltar en su lugar.
— Ya lo hice — aseguró TaeHyun, su voz urgente. — Vamos, Gyu, solo fírmala y vamos a la cama, te… te necesito tanto, mi Alfa...
La sonrisa amplia en el rostro de BeomGyu, mientras firmaba el cuarto papel, alivió a TaeHyun. Recogió los documentos, diciendo que los guardaría, así que el Alfa se puso de pie para ir hacia el cuarto matrimonial.
El Omega los metió en su bolso, yendo después a la cocina y agarrando la botella de whisky. Ya era más de medianoche. Ahora debía hacerse cargo de la última parte.
Entró al cuarto, llevando las dos copas con el alcohol y la botella en una bandeja. BeomGyu gimoteó al verlo.
— ¡No... no puedo beber más...! — reclamó, como un niño pequeño.
— ¿Qué tal si lo bebes mientras me hago cargo de tu gran polla? — le dijo, usando una voz ronca y sensual. Le entregó la copa, que BeomGyu recibió. — Hyung.
Surtió el efecto esperado, porque BeomGyu bebió la mitad del contenido de golpe, mordiendo su labio inferior cuando TaeHyun comenzó.
Después de eso, las cosas sucedieron demasiado rápido entre ellos: el sexo fue desenfrenado y apasionado, con demasiado alcohol de por medio, jadeos y gemidos resonando en el cuarto. Una vez acabaron, la habitación estaba cubierta de olor a feromonas y sudor.
⚠️
TaeHyun miró la hora: las una y media. Su cadera dolía un poco y su entrada ardía por todo lo que hicieron, pero vio que el Alfa ya no podía con su cuerpo.
— Amor — le susurró, viendo a BeomGyu tratando de enfocar su vista en él —, ¿quieres un poco de agua?
— Por favor — jadeó el Alfa, agotado.
TaeHyun, a pesar del leve dolor, se puso de pie y fue al baño, agarrando una de las copas vacías de whisky. Echó a correr el agua, limpiándola, y buscando en el botiquín las pastillas para dormir que compró tiempo atrás y a veces consumía cuando no tenía una buena noche.
Sus manos temblaron al abrir la cápsula, echando la mitad del fármaco en polvo dentro del agua. Bien. Bien. Era este el momento en que debía tomar su decisión, ¿no es así? Guardó el botiquín, recordando brevemente sus pastillas anticonceptivas.
Los gritos de esa noche, su llanto, las crueles palabras de BeomGyu, sus embestidas. Sintió las náuseas golpearlo, pero se obligó a tragarlas, y agarró con firmeza el vaso.
— Ven, Gyu — le dijo, caminando hacia la cama y sentándose a su lado —, ya es muy tarde, ¿no lo crees?
— Puede ser... — murmuró BeomGyu, dejando que TaeHyun le ayudará a beber el agua —. Mañana me dolerá demasiado la cabeza... — TaeHyun acarició el cabello de su esposo.
— Deberás tomarte una pastilla para el dolor, entonces — le dijo el Omega.
— Mmm... — el Alfa lo abrazó por la cintura, así que TaeHyun se acomodó en los brazos del más alto, suspirando —, quizás... comer una sopa...
TaeHyun no respondió, observando a su esposo cerrar los ojos, sumiéndose poco a poco en el mundo de los sueños. El Omega no se movió enseguida, sino que esperó en su lugar, escuchando los ronquidos suaves que soltaba el Alfa.
Cuando lo consideró suficiente, alargó su brazo y miró la hora: pronto serían las dos.
— ¿Gyu? — susurró el Omega, pero no obtuvo respuesta alguna. — ¿BeomGyu? — se enderezó, los brazos del Alfa cayendo sobre las sábanas, pero no había nada que delatara que seguía despierto.
Tomó aire, saliendo de la cama, y se apresuró en ir a ducharse para quitarse la esencia del Alfa. Salió quince minutos después, limpió, observando unos segundos a BeomGyu todavía dormido.
Se vistió con unos jeans y un suéter, sacando la maleta del fondo del armario, que la dejó a medio hacer esa tarde. La abrió, comenzando a guardar sus cosas, la ropa necesaria, lo más rápido que podía. Echó sus útiles personales y la cerró.
Se quedó otro instante observando a la nada, hasta que tomó aire y se puso de pie, agarrando la maleta y llevándola fuera de la habitación. Bajó la escalera con ella, dejándola en la puerta, y volvió a subir para agarrar su bolso, donde estaban los boletos y las autorizaciones, con la fotocopia de la tarjeta DNI de BeomGyu, que sacó varios días atrás.
Una vez con las cosas listas, entró al cuarto matrimonial, viendo a BeomGyu dormir como un bebé. Con las manos temblando, agarró las sábanas y la frazada, cubriéndolo con ellas, viéndolo removerse por el gusto.
Agarró el vaso de agua, volviendo al baño y sacó otra pastilla para dormir, dejando ambas cosas en el velador, una junto a la otra. Luego, buscó un papel y un lápiz, anotando algo breve allí.
Dejó las cosas una junta a la otra, mirando el rostro calmado de BeomGyu, y sintió el dolor estallar una vez más ante lo que iba a hacer. El pensamiento de alejarse una vez y para siempre del hombre que amó, que consideró su media naranja, su alma gemela, le hizo sentir ganas de llorar otra vez.
A pesar de todo lo ocurrido... TaeHyun no le deseaba el mal.
Se inclinó, besándole la frente.
— Cuídate mucho, por favor — le susurró.
Agarró su bolso, viéndolo una última vez, antes de apagar la luz del cuarto y salir a paso apresurado.
Al bajar las escaleras, sacó la carta del bolso, viendo los bordes arrugados, y procedió a dejarla sobre la mesa, al lado de los platos de comida sucios.
Se encargó de cerrar bien y dejar todo apagado al momento de salir, el frío de la noche golpeándolo una vez estuvo fuera, con su bolso y la maleta en sus manos. Caminó al auto, dejando la maleta en el asiento del copiloto junto con su bolso, y no tardó en encender el vehículo. Pronto, estaba conduciendo a casa de MinHo.
TaeHyun no se relajó en ningún momento, porque todavía quedaba otro largo desafío que pasar: la entrega y revisión de papeles. ChaeYoung dijo que se haría cargo de eso, sin embargo, ella le confesó que podían descubrirlo en cualquier momento, así que no debía bajar la guardia.
Llegó a la casa de MinHo veinte minutos después. Las luces del hogar estaban prendidas, así que fue a tocar la puerta y, una vez fue abierta, JungWon corrió a abrazarlo.
— Estás aquí — le dijo, feliz y triste al mismo tiempo —, ¿cómo está papá?
— Estará bien — aseguró TaeHyun, acariciándole la barbilla. — ¿Estás listo, cachorrito?
— No — confesó JungWon, y SungHoon y HeeSeung aparecieron con sus mochilas —, pero está bien, el abuelo dice que sentir miedo no es de cobardes, ¿cierto?
— Claro que no — TaeHyun le dio un abrazo más fuerte. — Vamos, acomodemos sus cosas...
MinHo llevaba la maleta más grande de los niños, echándola al maletín junto con la otra maleta más pequeñita de TaeHyun. Al final, decidieron guardar las mochilas también, los tres cachorros acomodándose atrás. MinHo los acompañó para llevarse el auto y despedirse de ellos, además de servir como una especie de guardián en caso de que todo resultara mal.
El viaje fue hecho en silencio, sus hijos porque tenían expresiones de sueño, y porque TaeHyun no podía pensar en otra cosa que no fuera el rostro adormilado de BeomGyu. Le habría gustado despejar su mente de eso, sin embargo, sabía que no era tan sencillo.
— ¿A dónde van a llegar? — preguntó MinHo. El viaje al aeropuerto era un poco largo, de cuarenta minutos, porque quedaba fuera de la ciudad.
— Washington D.C. — respondió TaeHyun —, pero no nos quedaremos en esa ciudad. ChaeYoung tiene un departamento en Nueva York, así que nos moveremos en bus hacia allá. Es para... para despistar un poco.
— Apenas lleguen — pidió MinHo —, por favor, envíame un mensaje, un correo, o llámame. No me quedaré tranquilo hasta saber que están bien.
— Te lo prometo — aseguró el Omega —, pero me desorienta un poco a qué hora vamos a llegar. Es un día de viaje, pero por la diferencia horaria...
— Oh, eso es todo un lío — apoyó MinHo. — ¿Buscaste en internet?
— Trece horas de diferencia con Washington — suspiró TaeHyun. — Lo pensé y... según mis cálculos, si nosotros salimos de aquí a las seis de la mañana, estaríamos llegando a las diecinueve de la tarde del mismo día... pero aquí estarán adelantados en trece horas — soltó un ruido de fastidio. — ¡Qué complicado!
— Odio las matemáticas — apoyó SungHoon, bostezando.
TaeHyun sonrió con debilidad.
Llegaron antes de que dieran las cuatro de la mañana. Estacionaron el auto y, una vez estuvieron abajo, TaeHyun le entregó las llaves a MinHo, que las recibió y guardó enseguida. Le agarró la mano a JungWon y SungHoon porque HeeSeung llevaba la maleta grande, mientras que MinHo se hizo cargo de la pequeña, y fueron hacia el interior del enorme edificio.
Recordó la aerolínea en la que ChaeYoung trabajaba, dirigiéndose al mostrador de la empresa, quedándose en la fila con los pasaportes de sus cachorros. El Check-In era la parte más difícil, porque las políticas del Gobierno eran muy estrictas para los Omegas que quisieran salir del país sin compañía de un Alfa.
Su turno llegó diez minutos después, tragando saliva al ver que ChaeYoung no estaba por ninguna parte. Ella le prometió que le ayudaría con eso, pero...
— Papeles, señor — dijo la mujer detrás del mostrador.
TaeHyun le tendió los pasaportes con los pasajes y la mujer los revisó. Supo enseguida que comenzaría con el interrogatorio cuando la vio enarcar una ceja.
— Tres Omegas y un Alfa, tres de ellos menores de edad — dijo ella. — Necesito su DNI, señor.
El Omega se lo entregó, sabiendo que iba a buscar quién era su Alfa tutor. Sus manos temblaron, mirando de reojo a MinHo con los cachorros, tratando de distraerlos.
— Choi TaeHyun — dijo ella, leyendo la información —, Omega de Choi BeomGyu. Madre de los tres cachorros, Choi HeeSeung, Choi SungHoon y Choi JungWon — la mujer miró detrás de él. — No veo a su marido, señor Choi.
— ¡Oh, él no va a viajar hoy! — dijo, tratando de sonar relajado. — Mi marido todavía tiene unos asuntos que arreglar aquí, así que viajará en una semana más. Nosotros...
— Necesito las autorizaciones entonces — solicitó ella, mecánicamente.
TaeHyun tragó saliva, sacando los cuatro documentos y entregándoselos. La Alfa –lo notó por el olor– le pidió la fotocopia del DNI de BeomGyu, así que el Omega no tardó en entregarlo también.
La mujer escaneó los papeles, la computadora pareciendo asegurarse de que no fuera una firma falsa, o lo que fuera. Sin embargo, pudo observar que ella no parecía demasiado convencida.
— Viajando solo, ¿sin la compañía de su Alfa? — preguntó ella, cuestionándolo.
— Yo le dije que no era lo mejor, pero él insistió en esto — dijo TaeHyun, tratando de mantenerse estable.
— No es eso lo que me preocupa — replicó la Alfa —, sino que no está con usted. Jamás he visto a un Alfa dejando que su Omega haga estos trámites solo.
TaeHyun apretó sus labios un momento.
— Bueno, quizás no le importo lo suficiente — le soltó.
Supo enseguida que no tuvo que decir eso al ver que sus ojos se estrecharon con sospecha. Por dios, cada vez se estaba poniendo más y más nervioso.
— Debo confirmar sus autorizaciones — dijo ella, apática, y descolgó el teléfono a su lado. — Espero que no le importe, señor Choi.
TaeHyun sintió la desesperación haciendo mella en su estómago, porque, en el pequeño caso de que BeomGyu contestara, todo se iría al tacho de basura. Por otro lado, si no contestaba, estaba seguro de que no le iban a autorizar a viajar, y eso significaría que...
La vio marcar los números, sintiendo el peso de su condena sobre sus hombros.
— Miryo.
TaeHyun casi se puso a llorar cuando vio a ChaeYoung, vestida con el traje de la empresa, sonriendo deslumbrantemente. Miryo también se volteó a verla.
— Oh, ChaeYoung — dijo ella, dejando a medio marcar el número —, ¿ya inicias tu turno?
— Sí, quise hacer unas horas extras, así que solicité este horario — su amiga se rio con encanto. — Vamos, yo termino esto.
— Déjame pasar a este Omega...
— ¡No te preocupes, chica! — ChaeYoung la agarró de los hombros con suavidad. — Vamos, ¿no quieres ir a dormir? ¡Aprovéchalo! Yo llamo a su Alfa, porque eso ibas a hacer ¿no?
— Sí, para obtener la confirmación — dijo Miryo, entregándole el teléfono con una expresión de felicidad. — ¡Gracias, ChaeYoung!
— ¡Cuando quieras, Miryo! — ChaeYoung le guiño el ojo. — ¡Que tengas un buen día!
— ¡Tú también!
ChaeYoung se volteó a verlo, suspendiendo la llamada, pero sin bajar el teléfono.
— Hola, ¿señor Choi BeomGyu? — saludó, usando todavía ese tono alegre. — Lo estamos comunicando desde Korean Air para confirmar el viaje que su esposo y cachorros van a realizar pronto — hizo una pequeña pausa. — ¿Está todo bien? ¡Me alegro mucho! Gracias por su confirmación, ¡tenga un buen día!
Sin perder la calma, bajó el teléfono y lo dejó en su posición.
— Todo está correcto, señor Choi — dijo ella, y TaeHyun se veía capaz de besarla en su cara preciosa por el alivio. — ¿Asientos en el pasillo o la ventana?
— Me da lo mismo — dijo TaeHyun, su voz quebrada, y ChaeYoung suavizó su sonrisa —, con que... los cuatro estemos cerca, todo bien.
— Los dejaré en la misma corrida, ¿está bien? Son tres asientos juntos, luego está el pasillo, y otros tres asientos.
Asintió, antes de bajar su voz y hablar.
— Gracias, ChaeYoung — le dijo, sintiendo que podía llorar en cualquier momento.
Ella no respondió, pero podía ver en sus ojos que también quería darle un abrazo.
A continuación, pesaron las maletas y el bolso de mano, recibiendo las tarjetas de embarque. ChaeYoung despachó las maletas para que las subieran al cajón de equipajes del avión.
— Que tenga un buen viaje, señor Choi — se despidió ChaeYoung, tranquila.
TaeHyun sabía que la iba a ver en algún momento, cuando tuviera un viaje a Nueva York, pero no sabía cuándo iba a ser eso. Quiso tener la posibilidad de decirle más cosas, sin embargo, no quería llamar la atención, y ya todo fue dicho el día anterior, cuando ella le entregó la dirección y la llave de su departamento.
Agarró su bolso de mano, alejándose del mostrador y acercándose a sus cachorros, así que se dirigieron a la sala de embarques. TaeHyun se giró hacia MinHo, sabiendo que su suegro no podía entrar allí, y lo vio con una expresión triste y desolada.
— Despídanse del abuelo, niños — les dijo, su garganta algo apretada.
El primero en darle un abrazo al hombre fue HeeSeung, haciendo que MinHo se riera. Le siguió SungHoon, que tenía los ojitos un poco llorosos, y finalmente JungWon, que parecía a segundos de romper a llorar.
— Cuiden a su madre, mucho — les dijo MinHo —, puede que, a veces, se ponga triste, pero mientras ustedes estén con él, entonces todo estará bien, chicos.
Los tres cachorritos asintieron, así que TaeHyun se acercó a darle un abrazo también. MinHo le acarició la nuca, suspirando.
— Lamento abandonar a BeomGyu, así como hizo su esposa — se disculpó TaeHyun, también controlándose para no llorar.
— No pude explicarte muchas cosas — le dijo MinHo, alejándose —, pero, a veces, me recuerdas a ella. YeJin no quería ser madre, pero terminó aceptando solo por mí. Al inicio, ella quería mucho a BeomGyu, pero, a medida que crecía, él se fue convirtiendo en el recuerdo de que no pudo decidir por sí misma. Fue ahí cuando conoció a su destinado y nos dejó.
TaeHyun lo miró con sorpresa, atónito por esa gran confesión. Porque los destinados casi no existían, por lo difícil que era que dos personas fueran hechas una para la otra. TaeHyun quiso convencerse muchas veces de que BeomGyu era su destinado, sin embargo, fue solo un engaño por querer tener un romance en su vida.
— Cuídalo mucho — le dijo, dándole un último abrazo.
— Lo prometo.
TaeHyun agarró su bolso y la maleta más pequeña, despidiéndose de MinHo, antes de caminar hacia el control de seguridad.
Los hicieron dejar el equipaje de mano en las cubetas para pasarlo por el escáner, además de pasar por el detector de metales.
Una vez tuvieron todo bien, entraron a la sala de embarques y TaeHyun se dirigió a Migraciones. JungWon iba con una expresión de que se caía por el sueño, así que TaeHyun lo tomó en brazos, suspirando.
Hicieron la fila y TaeHyun presentó los pasaportes junto a las tarjetas de embarque.
— ¿Cuál es el motivo del viaje? — les preguntó el encargado, después de que a TaeHyun le sacaron la foto digital y registraron sus huellas dactilares. Ahora, estaba fotografiando a JungWon, con sus ojos medio dormidos.
— Trabajo — dijo TaeHyun. — A mi esposo le ofrecieron un puesto en Washington, y él decidió que es lo mejor para nuestra familia.
Luego de JungWon le tocó a SungHoon, y finalmente a HeeSeung. Sellaron sus pasaportes y salieron de allí.
TaeHyun miró la hora. Quedaba poco menos de cuarenta minutos para salir.
Los niños se sentaron en las sillas una vez encontraron la sala de la puerta de embarque, ya con varias personas. Los tres cerraron sus ojos, adormilados, y TaeHyun se inclinó frente a ellos.
— ¿No tienen hambre? — les preguntó —. Puedo ir a comprarles algo para antes del viaje, saben que es muy largo — despeinó el cabello de HeeSeung. — Aprovechen para ir al baño también.
— Unos dulces — JungWon bostezó y se recostó contra SungHoon, que a su vez se apoyaba en HeeSeung.
TaeHyun sonrió.
No tardó demasiado en irles a comprar unos caramelos y unos sándwiches, comiéndoselos enseguida cuando se los entregó. Luego de eso, fueron al baño juntos para no perderse y, en un abrir y cerrar de ojos, escucharon la voz en el altoparlante que indicaba el vuelo a Washington D.C. Los niños estaban dormitando otra vez, así que los despertó y llevó a hacer la fila.
TaeHyun miró las tarjetas de embarque y los asientos. Fila catorce, letras A, B, C y D. Esperaron con calma, cuando quedaban pocas personas para que ellos pasaran, TaeHyun pudo sentir el pánico otra vez.
"Puedes arrepentirte todavía", dijo esa vocecita en su interior, "date vuelta, agarra a los niños y regresa a casa. Te acuestas al lado de BeomGyu y finges que nada pasó. Él no se dará cuenta".
Avanzaron otra vez, y TaeHyun estaba a punto de salir corriendo, pero, entonces, JungWon le agarró la mano. SungHoon hizo lo mismo, pero con su muñeca, porque llevaba el equipaje de mano allí. Pudo sentir el tirón en su chaleco que HeeSeung le dio, aferrándose a él.
Lo haría. TaeHyun lo haría, no solo por sus cachorros, sino por él.
Entregó las tarjetas de embarque. Apenas escuchó lo que le dijo el hombre, solo caminó cuando le dio la pasada, cruzando la puerta y yendo al avión, con los niños asiéndose a su mamá.
Subieron al avión, buscando sus asientos, y los acomodó a los tres juntos, guardando las mochilas junto con su bolso en las gavetas. Él se sentó solo, pero al lado de ellos, divididos por un pasillo.
Varios minutos después, toda la gente subió y una azafata apareció, sonriendo y empezando a darles las indicaciones antes de despegar.
— Mamá — le dijo HeeSeung, que estaba más cerca de él. JungWon quiso la ventana y a SungHoon le tocó en medio, yendo con expresión enfurruñada —, estaremos bien, ¿vale?
TaeHyun asintió con debilidad.
No podía estar seguro de esa declaración, sin embargo, sus cachorros estarían con él. TaeHyun, lo único que deseaba, era que ellos estuvieran bien.
Y dejar de tener miedo.
BeomGyu despertó con un dolor de cabeza enorme, sintiendo como si alguien le estuviera martillando la frente, y se revolvió en la cama, buscando el cuerpo calentito de TaeHyun.
Sin embargo, no lo encontró.
Quejándose una vez más, abrió sus ojos y agradeció que las cortinas estuvieran cerradas. Pensó que quizás TaeHyun estaría en la ducha, pero no oía nada, y terminó por enderezarse un momento.
Olisqueó el aire. Todavía olía mucho a feromonas y el olor de TaeHyun se mantenía en el aire con fuerza.
Santo dios, anoche bebió demasiado, en definitiva. No recordaba demasiado, aunque sí tenía claras todas las veces que folló con TaeHyun. Recordaba también cuando le entregó el regalo. De ahí en adelante, las ideas se le confundían un poco.
¿Dónde estaría TaeHyun? Creyó que estaría a su lado, lo necesitaba tanto...
Agarró su celular y miró la hora. Parpadeó al ver que era la una de la tarde.
Enfocó sus ojos en el vaso con agua, viendo una pastilla sobre el velador también. Debajo de la pastilla, había una pequeña notita.
"Gyu, salí a comprar algunas cosas para preparar el almuerzo, e iré a buscar a los niños.
Tómate la pastilla, debes estar con un dolor de cabeza horrible, ¿cierto?
Acuéstate enseguida, cuando regrese, yo me encargaré de cuidarte.
Tae."
BeomGyu suspiró, aliviado de que su Omega fuera tan inteligente para adelantarse a todo. Sin dudarlo un poco, se llevó la pastilla a la boca y bebió el agua de golpe, recostándose sobre la cama una vez más.
Esperaba que TaeHyun llegará pronto. Realmente quería verlo otra vez para llenarlo de mimos y amor por lo de anoche.
Poco a poco, volvió a quedarse dormido, con los ojos de su bonito Omega en su mente.
¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro