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18


Los mellizos, de dos años y varios meses, estaban en el suelo del comedor, jugando con unos bloques. TaeHyun estaba arrodillado junto a ellos, ordenando el resto de los juguetes, algo cansado debido a su vientre de cinco meses.

— Maaaa — dijo HeeSeung, el pequeño mellizo Alfa.

— ¿Qué ocurre, cachorrito? — preguntó TaeHyun, mirándole con una sonrisa suave. HeeSeung sonrió también.

— ¡Te quiello! — gritó HeeSeung, levantando sus manos al cielo.

TaeHyun se rio al escucharlo decir eso, pero observó, casi de forma inmediata, el ceño fruncido del otro mellizo, SungHoon.

— ¡No! — chilló SungHoon, poniéndose de pie. — ¡Yo lo quiello más! ¡Tonto! — el pequeño Omega se puso de pie, yendo hacia TaeHyun para abrazarlo, y le sacó la lengua a HeeSeung.

El Omega mayor volvió a reírse ante el abrazo de su otro cachorrito, abrazándolo por la cintura y dándole un beso sonoro en la mejilla. HeeSeung chilló en el suelo, haciendo un berrinche, y no se le ocurrió nada mejor que botar la torre de bloques que SungHoon estaba construyendo. SungHoon gritó y se lanzó a golpearlo.

TaeHyun no se preocupó, no realmente, porque los mellizos la mitad del tiempo solían jugar así, rodando por el suelo y mordiéndose sin mucha fuerza, como dos perritos. Se recostó contra el sofá, acariciando su estómago marcado por el nuevo cachorro. Lo sintió dar una patadita suave y sonrió.

BeomGyu dijo que se llamaría JungWon, y a TaeHyun le parecía un nombre de lo más adorable. "Un buen nombre para un Alfa" decía BeomGyu, feliz.

Ese breve pensamiento hizo que la sonrisa en su rostro se tambaleara. TaeHyun no quería decirlo, porque sería arruinarle las ilusiones a BeomGyu, pero el Omega estaba seguro de que el bebé no sería Alfa, sino Omega. Fuera su instinto materno lo que se lo decía o no, él podía jurar que el nuevo cachorrito iba a ser Omega.

HeeSeung gritó y TaeHyun los observó, sacudiendo la cabeza. Se arrastró hacia ellos, agarrando a SungHoon de la cintura y alejándolo de su hermano mayor.

— ¡Me mollió fuelte! — acusó HeeSeung, mostrando su bracito.

¡Rawr! — rugió SungHoon, elevando sus puños. — ¡Rawr! — TaeHyun lo sentó en sus piernas, soltando feromonas suaves para tranquilizarlo, y el pequeño Omega no tardó en relajar su cuerpo, apoyando su cabecita contra el hombro de su mamá.

HeeSeung no tardó en ponerse celoso, poniéndose de pie y yendo hacia ellos, y TaeHyun acomodó a los mellizos en su regazo, cada uno sentado en una de sus piernas, los pequeños abrazándolo.

Mientras los bebés dormitaban contra él, TaeHyun levantó su vista al techo, pensando cuando sus cachorritos tenían solo tres meses. No le gustaba recordar eso, porque, además, debía forzar demasiado sus memorias, ya que muchas de ellas estaban bloqueadas, pero sí podía rememorar con facilidad todo el llanto de esos meses. ¿Cuánto tiempo estuvo TaeHyun sumido en su depresión post-parto? Casi nueve meses, hasta que pudo cargar a sus bebés sin romper a llorar.

Eso también estuvo a punto de arruinar su relación con BeomGyu, porque el Alfa no sabía qué hacer, al inicio, para ayudarlo. Los bebés lloraban tanto, pidiendo a su mamá, pero TaeHyun no quería cargarlos, no quería verlos, no quería ni siquiera escucharlos. Empezó a comer demasiado, subiendo tanto de peso, e incluso se aisló de su familia y de BeomGyu. Eso frustraba mucho a su marido, que no sabía qué hacer, llevándolo a cientos de doctores para buscar una solución.

Intentaron varias cosas, pero ninguna de ellas funcionaba muy bien, y las peleas entre ellos eran cada vez más descontroladas, hasta que...

Se sobresaltó al sentir la puerta siendo abierta y supo enseguida que era BeomGyu. Los cachorros igual se removieron en sus brazos.

BeomGyu apareció segundos después, sonriendo con cansancio al verlos sentados en el suelo, y dejó su maletín sobre el sofá.

— ¡Papa! — gritó SungHoon, feliz al sentir el aroma Alfa de BeomGyu, y se escapó del agarre de TaeHyun, corriendo hacia su papá para abrazarlo por las piernas. — Papá...

HeeSeung solo se pegó más a TaeHyun, mirando a su padre desde allí.

BeomGyu se rio, dejando también las bolsas en el sofá, y agarró a SungHoon en brazos, elevándolo. El pequeño Omega soltó unas carcajadas de diversión.

TaeHyun olisqueó el olor a comida china viniendo de las bolsas, agradecido de que su Alfa le hubiera hecho caso para la cena de ese día. El Omega amaneció con dolor de espalda y pocas ganas de hacer algo, y JungWon estuvo muy inquieto durante todo el día. Ahora solo quería mimos y cariñitos.

— ¿Cómo estuvo tu día? — preguntó BeomGyu, cargando a SungHoon, pero ayudando a TaeHyun a ponerse de pie.

— Muy aburrido — suspiró TaeHyun, dándole un pequeño beso, y sonrió al sentir el tirón en su pantalón por parte de HeeSeung. — Hee, saluda a tu papá.

— Hola, papá — saludó HeeSeung, algo tímido y apenas asomándose por el costado de TaeHyun.

Pudo ver el ceño ligeramente fruncido de BeomGyu ante la actitud del pequeño cachorro Alfa, porque SungHoon tenía un comportamiento más demandante y estridente. Solo semanas atrás, BeomGyu medio le regañó de que HeeSeung se comportara de esa forma, acusando a TaeHyun de que no le estaba enseñando a ser un buen Alfa.

Pero... pero TaeHyun no sabía hacer eso, porque él era Omega, ¿no es así? Él le dijo a BeomGyu que pasara más tiempo con su hijo, que le educara como un buen Alfa, sin embargo, su marido siempre aludía a que no tenía tiempo. TaeHyun le dio un poco la razón, porque BeomGyu tenía un trabajo pesado y debía encargarse de muchas cosas, así que le prometió que le enseñaría mejor a HeeSeung.

Un buen Alfa, pensaba TaeHyun, debía ser educado, respetar a un Omega, ser amable y justo. No imponerse ante un Omega, porque un Omega era una persona y tenía derecho a pensar por sí mismo. TaeHyun les inventaba cuentos a sus cachorritos, todos los días, donde trataba de relatar acerca de Alfas buenos y Omegas alegres.

— Vamos, debo cambiarme — dijo BeomGyu, dejando a SungHoon en el suelo. — Sirve la comida, TaeHyun.

Lo vio desaparecer hacia el cuarto y TaeHyun recogió las bolsas con la comida china, dejándola sobre la mesa. Los mellizos empezaron a perseguirse uno al otro entre risas, mientras el Omega llevaba los platos, sus pies un poco hinchados gracias al embarazo.

Como BeomGyu todavía no aparecía, llamó a los niños y los sentó en la mesa, ubicándolos en sus sillitas para comer. Pronto las iban a dejar, así que TaeHyun las usaba al máximo, porque era más fácil darles su comida allí. Les preparó para la hora de almuerzo una mezcla de verduras cocidas con unos pocos trocitos de pollo, para que sus cachorritos crecieran sanos y fuertes.

BeomGyu apareció a los pocos minutos, sentándose a su lado y empezando a platicarle sobre el trabajo. TaeHyun le escuchaba muy superficialmente, dándoles de comer a los niños y sonriéndoles cuando tragaban.

— ¡No quiello más! — saltó de pronto HeeSeung, cruzándose de brazos.

— ¡Tonto, Hee tonto! — se burló SungHoon.

— ¡Tonto tú! — gritó HeeSeung.

— Niños... — suspiró TaeHyun, dejando el pote con comida sobre la mesa. — Vamos, queda poquito.

— ¡Puaj! — HeeSeung hizo un gesto de asco. — ¡Puaj, puaj!

— HeeSeung — regañó TaeHyun.

— Por dios, cállalo, TaeHyun — se quejó BeomGyu. — Me duele la cabeza.

— Bueno, ¿qué tal si lo callas tú? — espetó TaeHyun, volteándose a mirarlo. BeomGyu parpadeó. — Vamos, a ver si es tan fácil, idiota.

— ¡Papá idota! — gritó SungHoon, riéndose.

La mirada de BeomGyu se tornó molesta, y TaeHyun volvió su mirada hacia los dos cachorritos, que estaban protestando.

— Ya, no coman más — les dijo, y los niños aplaudieron —, pero se quedan sin postre, por malos.

Los mellizos se quejaron y sintió a BeomGyu ponerse de pie, con toda probabilidad marchándose al cuarto con fastidio y enojo por la actitud de TaeHyun. El Omega ignoró las protestas de SungHoon y HeeSeung, mirando el plato a medio comer de BeomGyu, y el suyo propio, que no había tocado por estar alimentando a los cachorros.

TaeHyun no sabía por qué le contestó de esa forma, tan grosero y pesado. Los Omegas no actuaban así, supuestamente. Y ahora su esposo estaba molesto con él, dejándole solo durante el resto de la cena. TaeHyun estaba muy cansado ese día, así que solo comió un poco, dándoles una frutilla a cada niño de postre. Con eso, al menos, se quedaron callados.

Una vez estuvieron listos, con los platos ya recogidos, TaeHyun los dejó en el suelo y los llevó al cuarto que compartían. Les puso el pijama y los acompañó al baño, para lavarse los dientes. El Omega ya se había acostumbrado a hacer eso solo, porque BeomGyu no se preocupaba ni siquiera en arropar a los cachorros. Eso era tarea de TaeHyun.

Los devolvió a la cama, una vez listos, y los cubrió con las sábanas y frazadas, asegurándose de que la ventana estuviera cerrada y dejándoles la lámpara encendida, porque HeeSeung le tenía miedo a la oscuridad.

Una vez se aseguró de que estaban dormidos, fue hacia su habitación. Mañana lavaría los platos, ahora estaba muy cansado.

BeomGyu, por supuesto, ya estaba acostado, mirando la televisión, pero con expresión enojada. TaeHyun no tardó en ponerse el pijama y acostarse, acurrucándose contra el Alfa.

— Lo siento — se disculpó —, fui muy agresivo, Gyu, es que estoy cansado.

Su esposo le bajó el volumen al programa que veía, volteándose a verlo, sus ojos más suavizados.

— No pasa nada — le respondió él —, pero no vuelvas a decirme idiota. Al menos no frente a los niños — le agarró la barbilla y le dio un beso. — No quiero que lo repitan.

— Idiota — se quejó TaeHyun, dándole otro beso, y BeomGyu le sonrió, deslizando su mano sobre el vientre abultado de su esposo.

— ¿Cómo estuvo el día del pequeño JungWon? — preguntó el Alfa, sonriendo al sentir la patada. — No puedo esperar a tenerte aquí, con nosotros.

— Ha estado inquieto todo el día — se quejó TaeHyun, pero sonriendo por los mimos que BeomGyu le estaba dando. Se sentía tan bien cuando su esposo actuaba así —, ¡quiero que salga pronto de mi vientre!

BeomGyu se rio, feliz y encantado al olisquear las feromonas dulces que TaeHyun estaba soltando, y volvió a besarlo en la boca.

Al Omega realmente le encantaba todo eso, sentirse tan querido, con BeomGyu amándolo y siendo bueno y tratándole tan dulcemente. TaeHyun se encargaría de ser un buen Omega, el mejor Omega para su Gyu, porque así sería siempre feliz.

— TaeHyunnie — le susurró BeomGyu.

— ¡TaeHyun!

Despertó de golpe, el sueño desvaneciéndose, la oscuridad golpeándolo, y trató de enfocar su vista en esa habitación tan oscura. Podía sentir el sudor cayendo por su rostro.

— ¿Gyu? — murmuró, desorientado, antes de sentir las náuseas escalando por su garganta.

— Tenías una...

No lo escuchó, porque tuvo que salir de la cama de golpe, corriendo al baño para inclinarse ante el inodoro y vomitar la cena. Podía sentir escalofríos en su cuerpo tembloroso, expulsando toda la comida y la bilis, arrugando la nariz por el olor asqueroso.

Se quedó un momento arrodillado, sintiendo a BeomGyu aparecer y quedarse bajo el marco de la puerta. Solo unos minutos después, se puso de pie y echó a correr la cadena del inodoro.

— ¿Dónde dejaste el examen? — le preguntó el Alfa.

TaeHyun se estremeció, pero trató de mantener la calma.

— Algo me cayó mal — le dijo, su voz suave —, no...

— TaeHyun, hazte el examen — replicó BeomGyu.

El Omega no contestó en voz alta, solo asintió con la cabeza, observando a BeomGyu cerrar la puerta. Días atrás, el Alfa había llegado con varias pruebas de embarazo para TaeHyun, y el Omega no tuvo más que guardarlas en el botiquín, esperando no llegar a usarlas nunca. Maldito fuera el Alfa.

Se lavó los dientes primero, queriendo quitarse el sabor a vómito, y suspiró cuando agarró el pequeño botiquín, abriéndolo y sacando una de las cajas.

BeomGyu, mientras tanto, no dejaba de pasearse por la habitación, con el estómago apretado y los nervios tensos. Podía escuchar a TaeHyun al otro lado de la puerta, haciendo quién sabe qué, pero no lo suficientemente rápido como para calmarlo un poco.

La idea de que TaeHyun ya estuviera esperando un bebé, sin embargo, no le alegraba ni un poco, como pensó que lo haría. Por el contrario, parecía que iba a estallar en llanto en cualquier momento ante la idea de un positivo.

Dios, ¿qué mierda estaba pensando? Presionar tanto para, en el fondo, no quererlo... ¿acaso podía ser más bastardo de lo que ya era?

La puerta se abrió y TaeHyun salió, sosteniendo la prueba en sus manos.

— Negativo — le dijo el Omega, entregándosela, y BeomGyu observó la única línea rosada en la pequeña pantalla blanca —, te dije que algo me cayó mal, Gyu. ¿Podemos dormir ahora?

— Sí — masculló el Alfa. — Buenas noches.

TaeHyun no respondió, yendo a la cama y acostándose de espaldas hacia su lado. BeomGyu observó la prueba un instante más, sin saber exactamente qué estaba sintiendo, y terminó por botarla en el basurero.

Qué jodida mierda era todo.

TaeHyun no había logrado hablar con ChaeYoung en todas esas semanas, luego de esa vez en que pelearon, y estaba poniéndose muy nervioso con todo eso.

Los mellizos ya acabaron con sus clases, las vacaciones comenzaron, así que estaba con ellos en casa todo el día. Julio comenzaría en unos días más.

No sabía qué hacer para poder hablar con su amiga, porque BeomGyu todavía no le entregaba el celular, y que ella apareciera en casa le ponía muy nervioso, así como ir al departamento de la Omega y que BeomGyu pudiera pillarle.

Sin embargo, la ocasión llegó de forma sorpresiva, cuando su Alfa le llamó a media mañana, diciéndole que fueran a almorzar juntos. Por el tono de voz de BeomGyu, TaeHyun sabía que ese "almorzar" implicaba otra cosa, pero era lo que necesitaba para salir de casa sin que su esposo sospechara. Poco le importaba si tenía que dejarse follar si con ello lograba salir de allí.

Aunque, por supuesto, para sus cachorros, el hecho de que TaeHyun fuera con su padre, no fue recibido con agrado.

— ¡No tienes por qué ir! — se quejaba HeeSeung, mientras TaeHyun buscaba su bolso.

El mayor lo agarró de las mejillas, apretándoselas.

— Papá dijo que te depositaría algo para que se pidan su almuerzo — le dijo TaeHyun, tranquilo e ignorando las quejas de su hijo mayor —, pero yo les dejé los restos de la comida de ayer, ¿entendido? No gasten el dinero, HeeSeung.

Shi, mamá — farfulló el Alfa, todavía con las mejillas apretadas.

— Yo estaré bien — le aseguró TaeHyun —, pero debo salir para poder hablar con ChaeYoung, ¿entendido?

HeeSeung terminó aceptando a regañadientes, así que TaeHyun se marchó luego de darle un beso en la mejilla a cada uno de sus hijos.

El Omega había decidido ir donde ChaeYoung después de comer con BeomGyu, así que se apresuró en llegar a la oficina de su esposo, respirando profundamente para mentalizarse con lo que iba a ocurrir. Terminó un poco sorprendido cuando, al llegar, la secretaria lo hizo pasar a la habitación vacía de su marido, diciendo que tuvieron una reunión a último momento.

Aprovechando la soledad, el Omega se paseó por la oficina. Eran contadas las veces en que iba para ese lugar, pero la conocía bastante bien como para sentir cierta comodidad allí. Se sentó en la silla del escritorio, girando en su lugar, antes de observar el mesón. Sin poder evitarlo, su mirada se suavizó al ver las fotografías puestas encima.

La más vieja, por supuesto, era la de ellos en su matrimonio, ya oficialmente casados. TaeHyun recordaba muy bien ese día, porque fue como un sueño: ponerse el traje, entrar a la iglesia con el ramo, donde su guapo prometido le esperaba en el altar, sonriéndole ampliamente y lleno de amor. Los votos, el beso, los aplausos, la fiesta, la noche de bodas... Todo fue como un sueño, como un cuento de hadas, al que TaeHyun quería volver para ignorar esa dura realidad.

A un lado, estaba la fotografía de BeomGyu sosteniendo a HeeSeung y SungHoon, cuando eran pequeños cachorritos recién nacidos. TaeHyun no aparecía en la fotografía, porque, en ese momento, estaba durmiendo como una roca, todavía en el hospital. El Omega se quedó mirando un momento la sonrisa de su Alfa, tan bonita y única. Fue una de las cosas que más le enamoró de él.

Le seguía la foto de un JungWon de dos años, en brazos de BeomGyu, riéndose y mostrando sus paletas, como todo un conejito. BeomGyu también se reía ampliamente, TaeHyun no recordaba muy bien qué ocurrió ese día, pero de seguro fue muy divertido. A pesar de que JungWon no fue Alfa, BeomGyu lo aceptó con facilidad y se dedicó a mimar un montón al pequeñito Omega.

Por último, estaban los cinco, dos veranos atrás. BeomGyu ahorró todo el año para ir a Jeju, toda la familia, por más de una semana, y esa foto se la sacaron en una de las playas. Le habían pedido a otro turista que les sacara dicha fotografía, con BeomGyu abrazándolo por los hombros y TaeHyun llevando un sombrero de paja para protegerse del sol, con esa playera de manga larga, de color negro, para no quemar su pálida piel. TaeHyun estaba abrazando a JungWon por los hombros, que sonreía con fuerza, mientras que SungHoon y HeeSeung estaban de pie sobre el mirador, haciendo caras tontas. Ese fue un bonito verano, y la tristeza lo golpeó, tan fuerte que sintió ganas de llorar.

Pero no alcanzó a pensarlo demasiado, porque, en ese momento, la puerta fue abierta y BeomGyu entró con expresión cansada.

— Oh, Hyunnie — saltó BeomGyu, poniendo una expresión de alivio al verlo allí —, pensé que todavía no habías llegado.

— Puedo irme y volver más tarde — bromeó TaeHyun, y por un instante, se sintió otra vez como meses atrás, con esa complicidad que tanto amaba.

BeomGyu sonrió, cerrando la puerta y caminando hacia él. Dejó los papeles sobre el escritorio, antes de apoyar sus manos en el reposabrazos de la silla e inclinarse a darle un beso suave en la boca.

— Te amo — le dijo BeomGyu al alejarse.

TaeHyun le devolvió la sonrisa, pero las palabras no salieron de su boca, porque se evaporaron hace mucho, se las llevó el viento como las hojas caídas de otoño.

— ¿Vamos a ir a comer o no? — continuó TaeHyun, agarrándolo de las mejillas con sus dos manos. — Porque tengo mucha hambre.

BeomGyu pareció vacilar un instante, sus ojos parecieron volverse algo inseguros.

— ¿Podemos... uh...? — lo vio morder su labio inferior. — Quiero tener sexo, TaeHyun.

El Omega lo miró, tranquilo, sin perder la calma, aunque una parte suya se sorprendió ante la petición del Alfa. ¿Realmente se lo estaba pidiendo, cuando podía tomarlo con facilidad, y TaeHyun se dejaría manejar? ¿Por qué BeomGyu pareció tomar esa actitud ahora?

— Claro — le dijo, porque lo necesitaba feliz y contento —, pero... ¿puedes darme algo de dinero? — puso una expresión apenada. — Es que vi...

— Sí, por supuesto — le dijo BeomGyu, aliviado de que TaeHyun hubiera aceptado. — No te preocupes, lo que quieras, bebé hermoso.

Bien, eso era lo que necesitaba. El resto importaba una mierda.

Cerró sus ojos, recibiendo un nuevo beso de BeomGyu, perdiéndose en esa nube de sueños que ya nunca iban a cumplirse.

BeomGyu realmente estaba muy feliz, porque luego de eso, lo llevó a comer y le platicó de muchas cosas, más parlanchín que nunca en comparación a las últimas semanas.

TaeHyun no iba a mentir porque, siendo honesto, las cosas se llegaron a sentir como antes, tan bien entre ellos dos. Incluso aceptó que BeomGyu le llevará a los baños, donde lo hicieron otra vez, algo rápido, pero con lo que el Alfa quedó muy satisfecho. Al despedirse, BeomGyu le entregó más dinero de lo que TaeHyun esperaba, así que el Omega le besó una vez más, prometiéndole tenerle su comida favorita para la cena, y se marchó con un poco más de alivio.

Aunque el alivio pronto desapareció, reemplazado por la ansiedad, a medida que caminaba hacia el edificio donde dormía ChaeYoung. Llevaba varias semanas sin verla ni hablar con ella, y pensar en que la Omega pudiera estar enfadada con él, le provocaba mucha pena. ChaeYoung era su única amiga y no quería perderla para nada.

Llegó media hora después, porque decidió caminar para no gastar algo de dinero y, al entrar al enorme edificio, el conserje le atendió. El hombre llamó al departamento de ChaeYoung, avisándole que TaeHyun estaba abajo y preguntándole si tenía autorización para subir. Un poco de la ansiedad del Omega pareció desaparecer cuando el conserje le dio la pasada.

Fue a los ascensores, marcando el piso de ChaeYoung, y a los pocos minutos estaba tocando la puerta. Pasados unos segundos la mujer abrió, llevando una bata sobre su cuerpo y una toalla sobre su cabello.

— ¿TaeHyun? — preguntó ella, sorprendida. — ¿Pasó algo?

TaeHyun se balanceó en su lugar un momento.

— Necesito... ha-hablar contigo — tartamudeó el Omega, tímido. — ¿Puedo pasar?

— ¡Ah, claro! — ChaeYoung se hizo a un lado y TaeHyun entró, viendo inmediatamente a Hobak en el sofá, dormitando. — ¿Quieres tomar algo?

TaeHyun solo pidió un vaso con agua, yendo a sentarse junto a Hobak. La pequeña gatita lo saludó con un maullido, estirándose y acostándose sobre sus piernas. El Omega le acarició la cabecita, recibiendo el vaso que le tendió ChaeYoung, y bebió todo el líquido de golpe. La mujer se sentó frente a él, curiosa.

— Quería pedirte perdón — le dijo TaeHyun, su voz algo temblorosa —, por... por haberte tratado tan mal el otro día. Sé que tú querías levantarme el ánimo y... y hacerme ver la verdad, y yo reaccioné muy mal. Lo lamento mucho. ChaeYoung.

— Está bien — el tono de la Omega fue suave —, yo también no actué muy bien. Nunca he pasado por algo así, pero... pero me imagino que no es fácil enfrentarlo, y no medí bien mis palabras — ella le tomó las manos. —  Supongo que tú y BeomGyu...

— Pretendo dejarlo — le soltó TaeHyun, y ChaeYoung enmudeció —, voy a dejarlo, pero no es tan sencillo. No quiero... — tragó saliva —. No tengo mucho tiempo, pero no deseo que pienses que te estoy hablando por interés o algo así. Realmente... eres mi amiga y te quiero. Es solo que... necesito algo de ayuda.

ChaeYoung lo observó en silencio unos segundos, dándole un leve apretón a sus manos, pero TaeHyun sentía su garganta obstruida en ese instante.

— Te quieres ir del país — afirmó ChaeYoung, y TaeHyun bajó la vista con vergüenza —, pero necesitas pasajes y poder pasar las barreras de seguridad — la Omega endureció su voz. — No es sencillo, TaeHyun.

El hombre mordió su labio inferior, asintiendo en silencio, porque sabía que ella tenía demasiada razón. Era demasiado difícil.

— Los pasajes te los puedo conseguir a buen precio — le dijo ChaeYoung —, como llevo más de siete años allí, me hacen descuentos. El problema, en realidad, es el permiso que debes conseguir — ella alzó su barbilla. — ¿Pretendes irte solo o con tus hijos?

— Con ellos — la respuesta de TaeHyun fue limpia y brutal —, si no es posible que los tres vengan conmigo, entonces no me voy. No los abandonaré.

ChaeYoung esbozó una sonrisa, pero fue triste y casi dolorosa.

— Lo entiendo, pero es más difícil todavía. Necesitarás cuatro pasaportes y los visados de migrante, pero lo más importante... la autorización de BeomGyu — la Omega suspiró. — Cuatro autorizaciones entregadas por el Gobierno que él debe firmar, autorizándote a ti y a los niños a salir del país. ¿En qué país estás pensando?

— Estados Unidos — barboteó TaeHyun.

— Es una buena opción — coincidió ChaeYoung. — TaeHyun, ¿estás seguro de esto?

— No — gimoteó el Omega.

— TaeHyun — ChaeYoung lo observó a los ojos —, si te vas y BeomGyu lo descubre, él puede denunciarte al Gobierno. Si te denuncia, es muy probable que te extraditen de allá con los cachorros, ¿y sabes qué puede ocurrir? Pueden juzgarte por secuestro y enviarte a la cárcel, y los niños se quedarán con BeomGyu — ella no se amedrentó al ver las lágrimas en los ojos de su amigo. — Sé que es cruel decírtelo, es duro, pero necesito que lo sepas, ¿está bien? Porque debes tener claro lo que puede ocurrir, necesito que seas consciente de lo que estás a punto de hacer.

— No estoy seguro de esto, pero es lo que debo hacer — le dijo TaeHyun, su voz temblorosa, pero decidido a no bajar la cabeza —, porque ya no puedo seguir aquí. ChaeYoung, cada día siento que odio más a mi Alfa y me hundo en la miseria. BeomGyu está empecinado en que le dé dos bebés más, ¿lo entiendes? ¡Yo no quiero más bebés, más hijos! Pero él insiste, insiste, y siento que enloquezco de a poco.

La Omega lo abrazó al escucharlo hablar con ese tono tan desesperanzador y roto, tan asustado con lo que estaba ocurriendo en su vida y el temor de lo que podría pasar más adelante.

TaeHyun no quería pensar en acostumbrarse a esa vida, porque era desolador para él, pero peor aún si lo pensaba para sus cachorros. JungWon y SungHoon, obligados a estar con Alfas que no querían, condenados a marcas que no deseaban debido a que él no pudo hacer nada.

Por último, pensaba, TaeHyun quiso la marca de BeomGyu. Pero sus hijos...

— Está bien, TaeHyun — le dijo ChaeYoung, apretándolo con más fuerza contra ella —, está bien. Voy a ayudarte, ¿vale? Te conseguiré los pasajes, pero la firma...

— La conseguiré — prometió TaeHyun, limpiando sus ojos furiosamente —, encontraré la forma, pero la tendré. De eso no te preocupes.

ChaeYoung le sonrió, despejando su rostro del cabello desordenado del Omega, y le dio un beso en la mejilla. TaeHyun realmente adoraba estar con ella, era tan cariñosa y amable con él, tratándole de esa manera, como si lo mereciera. A veces, él realmente sentía que no debía recibir esos gestos de nadie, solo de su Alfa, pero este siempre se los daba a cambio de algo, y detestaba eso. TaeHyun quería recibir amor por el simple hecho de existir.

— Lo siento, realmente lo siento — dijo TaeHyun, tan triste en ese instante —, por no ser un buen amigo, por pedirte cosas. Lamento ser un pésimo amigo, ChaeYoung

— No — ChaeYoung le levantó el rostro —, te quiero y hago esto por eso. No quiero verte siendo miserable, porque ni tú ni los cachorros se lo merecen. Tú mereces ser feliz, ¿entendido? Y, si para ser feliz, debes hacer esto, entonces yo te apoyaré.

En ese instante, TaeHyun se sintió como si estuviera frente a esa mamá que siempre quiso, pero nunca tuvo, y volvió a llorar por lo bien que se sentía. Por lo bien que era ser apoyado por alguien a quien quería. Por recibir esas palabras a pesar de todos los errores que cometió.

Cada una de esas palabras, TaeHyun las iba a guardar profundo en su corazón.

ChaeYoung le habló a fines de julio, mediante el celular de HeeSeung, diciéndole el precio para cuatro pasajes a la ciudad de Washington: un millón quinientos mil wones.

TaeHyun le entregó el dinero sin dudarlo un poco, aunque fue el ahorro de todas esas semanas. Vender los pendientes que BeomGyu le regaló realmente sirvió de mucho. Sin embargo, ahora debía seguir ahorrando para poder sacar los pasaportes y visas, además de que necesitaba un monto de dinero con el que viajar. No podía irse con las manos vacías.

— Papá — dijo HeeSeung, en medio de la cena. BeomGyu lo miró —, mañana saldré con Karina, ¿puedes darme algo de dinero?

— ¿Y tú crees que somos millonarios? — regañó BeomGyu, pero terminó suspirando, sacando su billetera. — Sales con ella más de dos veces a la semana y aún no nos la has presentado, HeeSeung.

El Alfa sonrió con inocencia, recibiendo los billetes con alegría.

— Es que Karina es tímida — dijo.

— De seguro solo se aprovecha de ti — replicó SungHoon.

— Karina Noona es muy bonita — dijo JungWon, tomando jugo.

BeomGyu rodó los ojos, aunque había una sonrisa en sus labios ante la perspectiva de que su hijo Alfa estuviera ya cortejando a una Omega. TaeHyun solo comió en silencio, sabiendo que HeeSeung realmente no estaba saliendo con nadie y era su excusa para conseguir más dinero para él.

Los cachorros terminaron de comer unos minutos después, yendo al patio a jugar un rato, aprovechando el calor de verano. TaeHyun empezó a recoger los platos, tranquilo, pero se volteó hacia BeomGyu cuando este llamó su atención. Por la forma en la que apretaba su mandíbula, supo que no era algo bueno.

— TaeHyun — le dijo el Alfa —, ¿te hiciste la prueba de embarazo que te pedí?

El Omega se estremeció al rememorar lo que hizo en la mañana. Mientras BeomGyu se arreglaba para ir al trabajo y TaeHyun le preparaba el desayuno, sintió náuseas y fue a vomitar. El Alfa no tenía tiempo para esperar a que se realizará un examen, así que le ordenó que se lo hiciera, y el más bajo decidió llevarlo a cabo más tarde.

— Negativo — le dijo TaeHyun. BeomGyu lo miró, escéptico, así que el Omega suspiró, poniéndose de pie para ir al baño. De allí volvió con la prueba de embarazo. — No te estoy mintiendo, mira.

BeomGyu observó la única línea rosada cruzando la pantallita. Su rostro se ensombreció, pero TaeHyun trató de mantener la calma, porque sabía que su Alfa podía percibir sus emociones y sentimientos.

— No lo entiendo — el Alfa frunció el ceño —, considerando las veces que he anudado dentro de ti, ¿cómo es posible que no hayas quedado preñado hasta ahora? — BeomGyu se inclinó unos centímetros. — TaeHyun, dejaste las pastillas, ¿cierto?

— ¡Claro que sí! — saltó el Omega, también frunciendo el ceño. — ¿Crees que me arriesgaría?

— ¿Qué? — su esposo lo miró, atónito.

— Por dios — TaeHyun dejó de mirarlo y cubrió su rostro con ambas manos. — BeomGyu, me amenazaste. Me dijiste que me dejarías el ojo morado si no las dejaba — tembló, conteniendo las ganas de llorar. — No he tomado ningún anticonceptivo desde ese día.

— Yo... — BeomGyu puso una expresión culpable —, no lo decía en serio, esa vez. No podría... No voy a golpearte, te lo prometo. Jamás podría...

Su voz fue muriendo a medida que hablaba, hasta que solo se quedó en silencio, mirando hacia la mesa porque era incapaz de observar a TaeHyun.

— Estoy haciendo mis mejores esfuerzos para darte ese cachorro que tanto quieres — le soltó TaeHyun, importándole poco si lo hacía sentir culpable, si le provocaba dolor —, porque tú lo deseas, para que... para que así no me vayas a pegar, BeomGyu.

— No lo haré — la voz del Alfa fue un barboteo desesperado —, jamás lo haré, bebé.

— No te creo — le dijo TaeHyun —, no te creo. Fuiste... fuiste capaz de eso otro, ¿por qué no me golpearías?

BeomGyu permaneció en silencio, apenas respirando por lo que le estaba diciendo su marido. Él quería ser capaz de ponerse de pie y decirle que no, que eso no era cierto, pero ni siquiera el mismo BeomGyu estaba seguro de sus límites. Solo minutos atrás estaba muy enfadado con el hecho de que TaeHyun pudiera estar haciendo algo para no tener un bebé, a pesar de que el Alfa ya no estaba tan seguro de querer otro hijo.

— Te lo prometo — fue lo único que dijo, su voz temblando.

TaeHyun lo observó, sin lucir un poco seguro o convencido de lo que le estaba diciendo su marido.

— Te daré ese cachorro — le dijo TaeHyun —, aunque yo no quiera, BeomGyu — el Omega lo miró sin expresión alguna. — Si quieres, cuando los niños ya estén durmiendo, podemos volver a intentarlo.

— No — la voz del Alfa salió ahogada, adolorida —, no, así no.

Los labios de TaeHyun se contrajeron y apretaron, como si estuviera tratando de contener una maldición o una burla. BeomGyu no lo sabía bien, y no quería saberlo tampoco. ¿Acaso quería escuchar la cruel ironía de la boca de su marido, refiriéndose acerca de que ahora decía que no, cuando solo meses atrás lo obligó?

Meses. ¿Ya pasó tanto tiempo? Había días en los que ellos estaban bien, en los que TaeHyun le permitía tocarlo, besarlo, abrazarlo, hasta hacía nidos con él. Pero estaban esos otros días, como hoy, en los que siempre tenían alguna pequeña discusión. TaeHyun parecía volverse fuego al inicio, sin embargo, siempre retrocedía con rapidez, aceptando lo que él le decía con una expresión en blanco.

BeomGyu olvidó por completo la amenaza del golpe, la empujó hacia un lugar oscuro en su mente, para no verla nunca más. En ese instante, estaba a flote otra vez, junto con el llanto de TaeHyun mientras se lo follaba, sin lubricante, sin deseo, y el Omega se quejaba porque le dolía. Él lo ignoró, sumido en su propia ira y rabia y luego, cuando se vio satisfecho, simplemente se alejó, como si su esposo fuera una prostituta. TaeHyun seguía llorando en voz baja, temblando, y a BeomGyu no se le ocurrió nada mejor que amenazarlo con un golpe y vestirse para dejarlo solo, porque ya no podía verlo.

La culpabilidad comenzó a crecer en ese momento, así que huyó porque era un cobarde, porque no se veía capaz de enfrentar la horrible acción que hizo.

Huyó, así como hizo su madre tanto tiempo atrás, abandonando a TaeHyun exactamente igual a YeJin dejándolo a él, a pesar de ser su hijo.

Parpadeó, tratando de espantar esas ideas que enterró hace años.

— Como tú lo prefieras — suspiró TaeHyun.

BeomGyu no habló por el resto de la noche.

Más tarde, el Omega estaba en el cuarto de los niños, arropándolos en sus camas. SungHoon se estaba quejando, porque JungWon lo abrazaba y se colgaba de él como un koala.

— ¿Por qué no vuelves a tu cuarto? — se quejaba SungHoon.

— Porque no me gusta dormir solo — respondió JungWon, como un niño pequeño. — ¡JaeJoong podría salir del armario!

— Eso es imposible — dijo SungHoon, aunque solo bufó, derrotado.

— ¡Además, me lo debes por haber raptado al señor Bobby! — agregó el Omega menor.

— ¿Cómo? — TaeHyun los miró, guardando el dinero que HeeSeung le pasó en la caja de zapatos de JungWon. — ¿Qué ocurrió con el señor Bobby?

— ¡SungHoonnie es un secuestrador de peluches! — acusó JungWon.

— ¡O te callas, o te tiraré de la cama en medio de la noche! — amenazó SungHoon.

TaeHyun hizo un ruido con su boca, aunque tenía una sonrisa suave en su rostro al verlos juguetear entre ellos. HeeSeung lucía irritado y enfurruñado. El Omega mayor se puso de puntillas, estirando las mantas sobre sus cachorros, y dejó que JungWon frotara su cabeza contra su cuello.

— Hueles raro — dijo el cachorrito.

— ¿Muy mal? — se rio TaeHyun.

— No, no así — JungWon frunció el ceño. — Distinto, pero no mal. Es como... Hueles mucho a mamá.

TaeHyun volvió a reírse, revolviéndole el cabello a su hijo, y ahora se inclinó para arropar a HeeSeung, dándole un beso sonoro en la mejilla.

— JungWon tiene razón — se quejó HeeSeung —, ¡hueles extraño!

El Omega rodó los ojos.

— Ustedes son los que no están oliendo bien — le pellizcó la nariz, arrancándole una protesta, pero simplemente le sonrió antes de retirarse y apagarles la luz.

Tratando de mantener la sonrisa suave en su rostro, caminó hacia su habitación, donde BeomGyu ya estaba dormitando, con la televisión encendida, pero el volumen bajo. Fue directo al baño, cerrando con llave, y se sentó en el inodoro.

Sus manos comenzaron a temblar y la sonrisa se desvaneció de golpe. Permaneció unos segundos quieto, tratando de regular su respiración para no romper a llorar, antes de inclinarse contra sus piernas.

La prueba de embarazo presionó contra su costado, pero la ignoró al inicio. Cuando supo que su llanto estaba controlado, se puso de pie y la sacó del bolsillo.

Las dos líneas rosadas lo saludaron.

Un mes, probablemente. No más de eso. BeomGyu quizás no lo notaría hasta el tercer mes, pero, para ese entonces, TaeHyun ya pretendía estar lejos, muy lejos.

De su otro bolsillo, sacó la prueba negativa, la que usaría una vez más cuando BeomGyu le pidiera otro examen. La misma que se hizo semanas atrás y que su marido botó al basurero, pero TaeHyun rescató a la mañana siguiente, porque quizás la podría usar más adelante para mentirle.

BeomGyu no podía enterarse, porque eso significaba que estaría encima de él en todo momento, y TaeHyun debía evitarlo por completo. Además... además...

Era una pequeña venganza que TaeHyun quería tomar. TaeHyun no le daría nada a BeomGyu, ni siquiera eso que tanto ansiaba, porque su esposo no se lo merecía. No se merecía nada de él, y TaeHyun ya no le haría feliz de ninguna forma.

Guardó ambas pruebas en los bolsillos de su pantalón, mañana botaría la prueba positiva.

Se lavó los dientes y salió del baño, yendo a ponerse el pijama. Una vez listo, apagó la televisión y se acostó en la cama. Se quedó quieto cuando BeomGyu se volteó y lo abrazó, envolviéndolo entre sus brazos con fuerza.

— ¿TaeHyunnie? — le susurró, su voz ronca.

— ¿Sí? — preguntó TaeHyun, mirando a la nada.

— Hueles distinto — suspiró BeomGyu —, me gusta que huelas así, es bonito.

— Ah — TaeHyun no se movió. — Gyu, ¿puedo hacerte una pregunta?

— La que quieras.

Hubo un momento de silencio.

— ¿Has pensado en el nombre que le quieres poner a otro cachorro?

— Sí — la voz de su marido sonó más adormilada, casi en la bruma del sueño —, será niña, estoy seguro de eso. Creo que YeSeo es un lindo nombre, ¿qué opinas?

— YeSeo — repitió TaeHyun. — Sí, suena bien.

BeomGyu murmuró un buenas noches, ya casi dormido por completo, pero TaeHyun se quedó pensando durante otro largo instante más.

Pensando en esas dos condenatorias líneas rosadas que no deseó ver nunca más.

¡Gracias por leer!

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