17
SungHoon llegó llorando dos días después.
TaeHyun estaba cortándole las puntas del cabello a JungWon cuando la puerta de entrada fue abierta estrepitosamente, y un descontrolado y sollozante SungHoon apareció, con HeeSeung detrás.
De forma inmediata, el Omega mayor dejó las tijeras a un lado y fue hacia su cachorro, agarrándolo de las mejillas. SungHoon lo abrazó por la cintura, pegándose a él, como si tuviera cinco años.
— SungHoon — le dijo, su voz tan preocupada —, ¿qué ha pasado, cariño?
SungHoon lloró con más fuerza y HeeSeung bajó la vista, culpable. JungWon movió las manos sobre su regazo, luciendo temeroso.
— Fue SeongHwa — explicó HeeSeung —, las clases terminaron y yo fui al baño, y SeongHwa lo aprovechó para acorralarlo.
El Omega sorbió por su nariz y TaeHyun le hizo un gesto a HeeSeung para que fuera al baño a buscar papel higiénico. Luego, TaeHyun llevó a su hijo al sillón, se sentó a su lado, y quitó el rastro de lágrimas de su rostro con suavidad, usando sus dedos.
— Me... me di-dijo que... que estaba harto de que yo lo ignorara — hipo el Omega —, y... y que más me vale que volviera con él porque... porque si no, iba a... a enojarse mucho y me pegaría...
— Oh, Hoonnie — murmuró TaeHyun, agarrando a su hijo de la nuca y empujándolo contra su hombro, oyendo su llanto aumentado.
HeeSeung apareció y le entregó el papel higiénico, pero TaeHyun dejó que su hijo llorara un rato más contra su cuello, encima de su glándula de feromonas. Recordaba que, cada vez que cualquiera de sus cachorros se sentía mal, al dejar que olisquearan en esa zona, se calmaban más rápido. No importaba si su playera quedaba empapada en lágrimas y mocos.
Una vez SungHoon pareció tranquilizarse un poco más, TaeHyun lo soltó. El Omega se alejó unos centímetros.
— No lo quiero — le dijo, su voz temblando —, no... no quiero e-estar con él, nunca más. Yo... yo le dije eso, y él me dijo que... que no importaba, que, cuando me marcara, lo... lo volvería a querer. I-incluso sugirió que debía hacer lo... lo que JaeJoong hizo con JungWon.
— ¡SeongHwa es horrible! — soltó JungWon, poniéndose de pie a pesar del corte irregular de sus puntas. — ¡Lo voy a patear!
— Estuve a punto de golpearlo — dijo HeeSeung, su voz baja —, pero... pero no quería meterme en problemas, quizás papá volvería a enojarse por eso.
TaeHyun sabía que era cierto, así que, en el fondo de su corazón, agradeció que su hijo mayor no hubiera perdido los estribos. Aunque también sentía muchas ganas de que le hubiera dado un golpe.
Santo dios, ¿cómo SeongHwa era capaz de eso?
TaeHyun lo invitó varias veces a su hogar, lo conocía desde pequeño, e incluso meses atrás se había acostumbrado a que sería su yerno en el futuro.
¿Cómo era posible que ahora... ahora actuara de esa forma tan horrible y odiosa? TaeHyun sintió la amargura golpeándolo, porque sabía que el Alfa solo estaba mostrando su verdadera cara.
— Quedan solo unas semanas de clases — le dijo TaeHyun, haciendo sornar la nariz de su hijo contra el papel higiénico —, luego, no le verás más.
— No quiero volver a clases — gimoteó SungHoon. — ¡Quiero cambiarme de colegio, con JungWon! ¡Los tres deberíamos cambiarnos!
— ¡O mejor! — saltó el menor de los hermanos. — ¡Deberíamos irnos los cuatro de aquí, para siempre!
— ¡JungWon!
Su hijo menor se sobresaltó ante el grito de TaeHyun, con su pelo humedecido y largo, medio desastroso por el corte a medias. Bajó la vista con una expresión de culpabilidad. HeeSeung parecía algo desorientado, mientras que SungHoon parpadeaba con confusión.
TaeHyun sintió los nervios atenazando en su estómago. Lo habló muy superficialmente con JungWon, diciéndole que, para irse, iba a hablar con ChaeYoung. No esperaba conseguir cuatro boletos gratis, sería casi imposible, además de que eso era aprovecharse de su amiga. Pero quizás conseguiría una rebaja en el precio, y eso sería suficiente.
Lo primero que debía hacer era conseguir el dinero. Para el celo de JungWon quedaban poco más de tres meses, aproximadamente, en los que debería juntar una suma de dinero suficiente para los pasajes y estar bien en otro país. Sabía que, si quería conseguirlo, entonces tendría que actuar como ese Omega que BeomGyu tanto deseaba que fuera. Ese Omega que su madre tanto insistió en que debía ser.
Y sobre contárselo a sus hijos... Quería hacerlo primero con HeeSeung, porque sabía que HeeSeung le iba a decir que sí.
Pero SungHoon... De los tres, SungHoon era el más apegado a su padre, a BeomGyu, y quería planteárselo con cuidado. TaeHyun no podía permitir que su marido descubriera lo que pensaba hacer, porque eso significaría su condena eterna.
BeomGyu no solo le dejaría un ojo morado si se enteraba de lo que haría.
— Lo siento... — murmuró JungWon, amurrado.
TaeHyun cerró sus ojos, volviendo a abrazar a SungHoon un instante, no sabía si para calmarlo a él o a su hijo. Solo sabía que las cosas iban a cambiar inevitablemente.
— Hablaré con tu padre — le dijo en voz baja —, veré lo que podemos hacer, SungHoonnie — le acarició la mejilla, cariñoso. — Pero tú no eres de nadie, y menos de SeongHwa. Tú te perteneces a ti mismo, bueno, ¿cariño? — su cachorro sorbió por su nariz, asintiendo. — Ahora, sonríeme bonito, SungHoonnie, no dejes que un idiota te amargue el día.
SungHoon se rio débilmente, esbozando una temblorosa sonrisa que TaeHyun apreció y atesoró. Para él, no había nada más bonito que ver a sus cachorritos sonreír, era lo que más le daba fuerzas en ese instante.
— Iré a arreglar mi cara — gimoteó SungHoon. — ¡Me debo ver horrible!
— Pues sí, te veo y me dan ganas de vomitar — replicó HeeSeung, y SungHoon lo golpeó cuando se puso de pie.
— ¡El feo eres tú, HeeSeung! — gritó SungHoon, indignado y yendo al baño.
Hubo un pequeño instante de silencio en el lugar, con TaeHyun poniéndose de pie para retomar el corte de pelo de JungWon, que lucía algo deprimido. Pero cuando se volteó a HeeSeung, pudo notar los ojos de su hijo mayor en él.
— ¿Nos iremos? — preguntó el Alfa, sin darle muchas vueltas al asunto.
TaeHyun se estremeció en primera instancia, porque todavía tenía esos momentos en los que su Omega se confundía y parecía entrar en pánico al hablar con un Alfa. No podía controlarlo bien, pero trataba de manejarlo lo que pudiera, para no herir a su pequeño hijo.
— ¡Si! — saltó JungWon. — ¡Lejos, lejos de aquí!
El Omega suspiró ante el tono rápido de su cachorrito. Desde que se lo dijo, podía notar lo ansioso que estaba por alejarse lo más pronto posible de ese lugar.
— JungWon — le dijo, su voz seria, y el pequeño calló —, no hables de eso, no más. Si se te sale en frente de tu padre...
— ¡No pasará! — aseguró JungWon, aunque no lucía muy convencido. — Es solo que... que quizás, si se lo dices, ¡él querrá irse con nosotros! ¿Por qué tenemos que separarnos? Papá...
— Papá es un monstruo que solo le importa su posición social y no mamá, menos nosotros — espetó HeeSeung, ardiendo en rabia. JungWon volvió a callarse. — Papá pudo haber sugerido esto hace mucho, pero no lo ha hecho, ¡él te entregará a JaeJoong, como si no fueras más que una sucia prostituta!
— ¡HEESEUNG!
JungWon comenzó a llorar y TaeHyun golpeó a HeeSeung en la mejilla, que retrocedió sorpresivamente. Antes de que su hijo mayor pudiera decir algo, el Omega agarró su muñeca con fuerza, haciendo que el pequeño Alfa lo mirara a los ojos.
— ¡No vuelvas a decirle eso a tu hermano! — le ordenó TaeHyun, por sobre el llanto desconsolado del cachorro. — ¡Si te lo oigo una vez más, te castigaré!
— Mamá... — HeeSeung puso rostro arrepentido —, lo... lo si-siento... No quería... —el chico tragó saliva, mirando ahora a JungWon. — JungWonnie, lo siento mucho, de verdad...
Sin embargo, TaeHyun no soltó a HeeSeung para que fuera hacia JungWon. Apretó su muñeca, volviendo a llamar su atención.
— Ni una palabra de esto a SungHoon — le ordenó —, yo le diré lo que haremos, ¿entendido?
— Si, mamá — prometió HeeSeung, amedrentado.
TaeHyun soltó al Alfa, que no tardó en ir hacia JungWon, sollozante todavía. El chico lo abrazó, queriendo calmarlo y sabiendo que sus palabras fueron realmente crueles, porque JungWon seguía sin entender muchas cosas, como que papá y mamá ya no se querían.
Tenía doce años, pero todos en la familia notaron que, desde la marca, parecía adoptar una actitud y pensamiento infantil para protegerse. Una parte del pequeño Omega parecía creer que, si volvía a ser un niño pequeño, nadie lo alejaría de su mamá.
— Papá nos quiere — dijo JungWon, frotando sus ojos y dejándose abrazar por su hermano mayor.
HeeSeung apretó los labios, todavía enojado por eso, pero decidió no decir nada para no volver a hacer llorar a su hermanito menor. SungHoon apareció segundos después, preocupado.
— ¿Qué hiciste ahora, idiota? — preguntó el Omega, mirando a su hermano mayor.
— Qué te importa — le respondió HeeSeung. — ¡Te ves horrible con tus ojos hinchados!
— ¡Te daré un golpe y quedarás más pequeño de lo que ya eres! — provocó SungHoon, y JungWon se rio.
TaeHyun suspiró al ver que las cosas, entre sus hijos, parecían ir bien.
Cuando BeomGyu llegó, la cena ya estaba servida y la mesa puesta, todo cuidadosamente puesto.
TaeHyun se esforzó mucho para esa comida, preparando el plato favorito de su marido, e incluso se arregló un poquito más, queriendo verse bonito para el Alfa. Si él estaba contento, entonces el Omega podría echar a andar sus planes.
BeomGyu parecía bastante satisfecho con todo en general, en especial al ver a TaeHyun actuando tan complaciente, recibiéndolo con un beso y una caricia cariñosa en su mejilla. Incluso los niños no hablaron mucho en la cena, aunque SungHoon parecía algo deprimido y JungWon tenía un corte irregular en su cabello. No era tan grave.
Cuando los cachorros se fueron a su cuarto, TaeHyun empezó a juntar los platos.
— Gyunnie — le dijo, retomando los apodos cariñosos, y BeomGyu se volteó a verlo, con una sonrisa torcida —, hay que ir al supermercado y reponer la alacena.
BeomGyu puso una expresión extraña.
— Ven, siéntate — le ordenó el Alfa, y TaeHyun observó que su esposo palmeó sus piernas. ¿Acaso quería...? —. Vamos, te quiero aquí.
TaeHyun sintió el pánico en su interior, su Omega temblando ante esa acción, hacía el hecho de estar tan cerca del más alto. Sin su celo, ya no lo quería a su alrededor, pero, para que las cosas resultarán, debía actuar de otra manera. Así que solo se tragó el disgusto y dejó las cosas a un lado, yendo a sentarse al regazo de su esposo. BeomGyu pasó sus manos por la cintura del Omega, pegándolo a él.
— Podemos ir el fin de semana, los dos, y aprovecho de comprarte algo bonito — dijo BeomGyu, colando una mano por debajo de la ropa de TaeHyun, tocando su piel. El Omega sintió escalofríos. — ¿Qué te gustaría? ¿Un nuevo pendiente? Me gusta cómo te ves con ellos.
— Yo... um... — TaeHyun mordió su labio inferior. — ¿Por qué... por qué no me dejas dinero y mañana yo...?
— Tyun — la voz de BeomGyu era amable, pero firme —, no te he levantado ningún castigo. Te has portado bien, pero no sé si te merezcas eso.
— Por favor — el Omega decidió dejar toda su dignidad de lado, sin importarle si estaba mendigando algo que no debía rogar —, he... he estado muy... muy encerrado y yo... yo apreciaría que...
— Muéstrame tu cuello.
Dios, ¿acaso BeomGyu estaba jugando con él? ¿Acaso quería verlo suplicar? Mostrarle el cuello era una clara señal de sumisión, de poder en la jerarquía que ellos tenían. TaeHyun echó al tacho de basura todo su orgullo, obedeciendo y cerrando sus ojos.
Gimoteó en voz baja al sentir los dientes de BeomGyu sobre su marca.
— Pu-puedo ir con JungWon — dijo, su voz siendo un barboteo desesperado —, al supermercado, sin el auto. Ida y vuelta. Pu-puedes revisar las cosas cuando llegues, no las sacaré de la bolsa, y revisar la boleta, así no… no encontrarás anticonceptivos...
— Está bien — aceptó BeomGyu luego de soltar su piel, la marca ardiendo, y esbozó una sonrisa perezosa —, no hay problema. Pero no te devolveré el teléfono, ¿entendido? Cuando quedes preñado, te levantaré todos los castigos.
TaeHyun asintió, tembloroso y dejando que su marido le diera un beso en la mejilla.
— Pero aún así quiero que salgamos el fin de semana, a comer, los dos solos — continuó BeomGyu. — Como has sido tan bueno, te premiaré con algo bonito para ti. Puedes escoger lo que quieras.
Se forzó a sonreír a pesar de que quería salir de su regazo y esconderse lejos de allí. Sin embargo, solo le dio un beso corto en los labios a BeomGyu, fingiendo estar contento.
— Sí, como quieras, Gyu.
Afortunadamente, eso pareció ser suficiente para su marido, y no le tocó con otras intenciones una vez se fueron a acostar.
Pero HeeSeung fue a la cocina a verlo, cuando BeomGyu ya se marchó a la cama y TaeHyun se quedó en ese cuarto, lavando los platos. El Omega mayor lo sintió enseguida.
— Mamá — susurró HeeSeung, yendo a su lado —, ¿cómo...?
— Hablaré con ChaeYoung — le murmuró TaeHyun, echando a correr el agua para amortiguar su voz —, si consigo unos pasajes, todo será más fácil. Lo que me preocupa ahora es el dinero. No nos iremos enseguida, ¿entendido? Sino en unos meses, cuando las cosas entre tu padre y yo se calmen, para que no sospeche nada.
— Pero...
—HeeSeung — interrumpió con seriedad el Omega —, tú vas a tener que dejar el orgullo de lado, ¿está bien? Yo empezaré a actuar como debería corresponderme, y no quiero ninguna queja de eso. Si quiero ahorrar dinero, necesito que tu padre me lo dé y, para eso, debo... debo portarme bien. ¿Lo estás comprendiendo?
— ¿Cuánto dinero necesitaremos? — preguntó HeeSeung, frunciendo el ceño.
— Mucho — TaeHyun lo miró, esbozando una sonrisa torcida —, lo suficiente para cuatro personas viviendo en una nueva ciudad — vaciló un instante, sin saber si continuar. — Si ustedes pudieran vender algunas de sus cosas, o pedirle dinero a papá...
— Sí, lo haremos — prometió HeeSeung, sin darle muchas vueltas al asunto —, no te preocupes, mamá, te ayudaremos — el Alfa titubeó unos segundos, pero terminó por darle un abrazo sorpresivo. — Yo igual quiero irme, contigo y SungHoon y JungWon. Nadie más.
TaeHyun le devolvió el abrazo, sintiendo sus ojos llorosos por lo que pensaba hacer, por el temor de que las cosas pudieran resultar mal. Sin embargo, era lo que debía hacer; era la única forma de poder librar a sus hijos –y a él mismo– del doloroso destino que les aguardaba.
Aunque era más difícil de lo que llegó a pensar en un primer momento, porque BeomGyu estaba otra vez con esa actitud pegajosa que tuvo cuando estaban saliendo, tantos años atrás.
TaeHyun logró sacar algo del dinero que le pasó BeomGyu al comprar los productos más baratos que necesitaba, sabiendo que su esposo no revisará la boleta ni las cosas que compró. JungWon le entregó también las monedas que su papá le dejó para que se comprara algo en la salida.
Pero el Omega empezó a calcular, sabiendo que, si quería llevar a cabo sus planes, necesitaba más dinero del que podría ahorrar con esa forma. Y pedirle más dinero a BeomGyu iba a significar...
Observó su reflejo en el espejo. Tal vez, si conseguía ruda... Pero eso llamaría demasiado la atención, lo sabía. Si llegaba a sangrar y BeomGyu le llevaba al hospital, iba a enterarse de lo que hizo, y todos sus planes se irían a la mierda.
Eso lo arreglaría después. Primero, debía reunir el dinero suficiente para asegurar una vida decente en otro país. Haría lo que fuera necesario para hacerlo, incluso si eso implicaba empujar el desprecio y asco al fondo de su interior, y aceptar las caricias de su Alfa.
Por eso mismo, aceptó salir con él durante el sábado para comer, solo los dos. Como saldrían durante el día, no fue necesario llamar a nadie para que cuidara a los niños, e incluso BeomGyu le dejó dinero a HeeSeung, que empezó a cambiar la actitud con su padre también.
— ¿Quieres que te compre algo bonito? — preguntó BeomGyu, luego de que comieron en un elegante lugar.
TaeHyun miró la mano apretando la suya, poniendo una expresión pensativa. Por un instante, se sintió como unos años atrás, más joven y lleno de ilusiones, sonriéndole a BeomGyu mientras caminaban uno junto al otro.
Pero esa imagen se desvaneció, como todos los sueños que alguna vez tuvo.
— Un arete sería lindo, hace mucho no ocupo alguno — comentó, sonriéndole. BeomGyu le sonrió de vuelta, tan feliz porque TaeHyun actuaba complaciente con él.
Así que ambos fueron a un local de joyería, comenzando a ver los aretes en el escaparate. TaeHyun escogería el más bonito y resistente, porque así podría venderlo. Les diría a sus cachorros que lo pusieran en venta en algún sitio web.
— Estuve pensando en algo — dijo BeomGyu, mientras TaeHyun se miraba al espejo.
— ¿Sí? — preguntó el Omega, desinteresado de la conversación.
— Sobre los bebés.
Las manos de TaeHyun, que estaban quitándose el arete, se congelaron. Sus ojos se dispararon hacia el reflejo de BeomGyu, detrás de él.
— Bebés — repitió TaeHyun, su voz temblando.
— Sí — BeomGyu se rio. — Estaba pensando en dos nuevos cachorritos, ¿qué tal?
TaeHyun sintió la desesperación en su interior, casi queriendo que apareciera la vendedora de la tienda, preguntándoles qué iban a llevar. Pero no lo hizo, y TaeHyun casi se arrancó el arete de un tirón.
— Quiero este — espetó, tan agresivamente que sorprendió a BeomGyu —, Alfa — añadió a último momento.
BeomGyu dejó pasar su desliz, asintiendo ya sin una sonrisa en sus labios, y fue a pagarlo. TaeHyun lo esperó en la puerta de la tienda, queriendo volver a su casa, con sus hijos, abrazarlos y sentirse a salvo un instante.
Cuando su esposo caminó hacia él, el Omega salió de la tienda, tratando de tomar aire para no entrar en pánico. Quiso fingir que no escuchó las palabras que BeomGyu le soltó segundos atrás, que fue todo producto de su imaginación, pero el terror no disminuía ni un poco.
Su Omega interior estaba vuelto loco con lo que le dijo su Alfa.
— TaeHyun — llamó su atención BeomGyu —, no hemos terminado de hablar.
Pero TaeHyun no quería hablar. ¿Era hablar si BeomGyu iba a decir lo que deseaba, sin preguntarle, sin consultarle, como si TaeHyun estuviera contento con eso? Si era eso, TaeHyun no tenía nada que conversar con él.
Sin embargo, trató de tragarse la rabia, el miedo, el dolor.
Resiste. Resiste. Es lo único que puedes hacer.
— Sé que es sorpresivo — comenzó a decir BeomGyu, tomándole la mano luego de que se sentaron en una de las bancas del lugar, frente a una fuente artificial —, pero lo estuve pensando, y dos bebés serían mucho mejor que uno. De solo imaginar que los dos nuevos cachorritos pueden ser Alfas... Nuestra vida cambiaría mucho, TaeHyun, yo sería ascendido a CEO principal de la empresa o incluso trasladado a un lugar mejor, nos podremos mudar a una casa más grande y...
— Pero si son Omegas — le soltó TaeHyun, callándolo —, ¿qué pasa si son Omegas? — se removió, inquieto. — Solo un bebé, Gyu, por favor. Solo uno.
— No serán Omegas, serán Alfas, ¿entendido? — insistió BeomGyu, terco. — Si tienes gemelos o mellizos, entonces no hay problema. Pero, si es solo uno, te dejaré preñado otra vez. Eres muy joven, tu mamá me dijo que era lo mejor.
— Oh dios, oh dios — masculló el Omega, alejando su mano. — Gyu, no soy una máquina de bebés… me estás pidiendo mucho.
— No te estoy pidiendo nada — el tono de BeomGyu delataba que se estaba enfadando —, es tu deber hacerlo. Mierda, TaeHyun, quiero mejorar nuestra relación y nunca pones algo de tu parte, todos son quejas.
Mierda, ¿por qué esas palabras sonaban tanto como si su madre las estuviera diciendo? Casi podía escuchar su voz hablando sobre lo mismo.
Se tragó las lágrimas, los gimoteos, el llanto, porque estaban en público y no iba a humillarse de esa forma. Porque no le daría el poder a su esposo de saber cuánto le afectaba eso. Al final, sentía que estaba diciéndole todo eso para hacerle daño, para castigarlo por lo que hizo.
— BeomGyu — le dijo, poniéndose serio —, no sé para qué me lo preguntas, si nunca tomas en cuenta mi opinión — el Alfa puso una expresión sorprendida antes de tornarse culpable. — Haz lo que quieras — BeomGyu quiso decir algo más, pero TaeHyun se puso de pie, dándole la espalda. — Vámonos a casa, estoy cansado.
Escuchó el suspiro agotado del Alfa, pero no se giró a mirarlo ni a estirarle la mano. Ya pasaron esos días en los que TaeHyun creía ser amado por BeomGyu, ser comprendido y ser afortunado por, supuestamente, tenerlo.
Él ya no iba a creerle algo en la vida. Nunca más.
BeomGyu estaba cansado, porque las cosas no estaban resultando como creía.
Luego del celo de TaeHyun, el Alfa pensó que todo cambiaría, aunque fuera un poco. Se suponía que el celo ponía a los Omegas sensibles, necesitados de sus Alfas, más comprensibles y tiernos. BeomGyu esperaba que, con el celo, su relación mejorará inevitablemente.
Pero pasó casi lo contrario: se volvió más arisco, más lejano, más frío. Parecía que todas sus palabras estuvieran dichas a la fuerza, sus movimientos hechos cuidadosamente, tratando de mantener su rostro neutro gran parte de las veces. Pero había momentos en que veía sus expresiones cambiar, a la rabia pura, o al miedo tembloroso. Incluso podía ver el asco en algunas ocasiones.
Y cuando le dijo lo de los dos bebés...
Eso fue sugerencia de la madre de TaeHyun. Ella le había dicho, por teléfono, que lo mejor sería darle un golpe al Omega, quizás una bofetada lo suficientemente fuerte, como para hacerlo recapacitar acerca de su actuar. La mujer dijo que eso era necesario para enderezar a un Omega desastroso, como lo era su esposo.
Sin embargo, BeomGyu no se veía capaz de hacerlo. Aunque antes también habría dicho que no se veía capaz de abusar de TaeHyun, de someterlo a la fuerza en el sexo.
Él ya no sabía cuáles eran sus límites. Ya no se conocía a sí mismo, no se reconocía como un Alfa correspondido por su Omega.
Y el lazo con TaeHyun... se restableció, pero no era como antes. Puede que no lo fuera nunca más, siendo sincero, porque ya no veía amor en los ojos de su Omega. Solo constante decepción y miedo.
Le dijo a MinJeong que un golpe estaba fuera de discusión, así que ella sugirió los cachorros. TaeHyun tenía treinta y cuatro años, si lo dejaba embarazado dentro de los próximos meses, estaría pariendo en un año más. Podía esperar un par de años, quizás hasta que cumpliera los treinta y siete, y volver a preñarlo de otro cachorro. MinJeong insistió en que un Omega podía parir sin problemas hasta los cuarenta y cinco años.
Eso le daría un total de cinco hijos y, si todo salía de acuerdo con sus planes, serían tres Alfas y dos Omegas. Una vez TaeHyun los tuviera, BeomGyu buscaría una nueva casa, más grande, en la que de seguro el Omega sería mucho más feliz.
Levantó la vista de los informes que estaba leyendo en la casa. Tenía que redactar otro nuevo informe con todos esos papeles, así que decidió avanzar en su hogar, sentado ahora en la mesa del comedor. TaeHyun estaba en el cuarto de lavado, doblando la ropa seca, y podía escuchar a lo lejos a HeeSeung, enseñándole unas cosas a JungWon, en el cuarto de los mellizos. HeeSeung y SungHoon se encargaban de enseñarle algunas materias a su hermano menor, a sabiendas de que el año escolar ya estaba perdido y el pequeño debería repetirlo cuando iniciara el nuevo ciclo de clases.
BeomGyu todavía no sabía qué hacer con eso. Lo pensaría en otro momento.
Dejó de leer cuando la puerta de entrada se abrió y de pronto apareció SungHoon, cargando unas bolsas con verduras, que TaeHyun le encargó comprar luego del almuerzo.
Aprovechando que todos parecían ocupados, llamó la atención de SungHoon.
— SungHoonnie — le dijo, y el Omega lo miró. — Ven, quiero hablar contigo.
Su hijo lo observó un instante, algo vacilante, y BeomGyu sintió su estómago apretado por ello, por el temor brillando en los ojos de su cachorro Omega.
Recordaba que, cuando eran más pequeños y JungWon todavía no nacía, SungHoon se colgaba de su cuello entre risas escandalosas, feliz por su aroma Alfa. HeeSeung siempre prefería a TaeHyun, era normal al ser Alfa, así que él consentía un montón a SungHoon, era su príncipe todo bonito.
— ¿Pasa algo, papá? — preguntó el Omega, dejando la bolsa sobre la mesa y sentándose en una silla.
SungHoon era el único de sus tres hijos que le trataba con cierta normalidad. HeeSeung, evidentemente, seguía muy arisco, aunque ahora se esforzaba en controlar su lengua. JungWon se la pasaba detrás de TaeHyun, sin querer hablar mucho con él.
Quizás, si hablaba con SungHoon...
— Las cosas con tu madre no han estado bien — empezó a decir, mirando la forma en la que mordía su labio inferior —, pero estamos tratando de arreglarlo, porque nos queremos. Sé que HeeSeung tiene una postura sobre esto y JungWon es demasiado pequeño para comprenderlo, pero no quiero que tú-
— No me pidas que hable con él — le soltó SungHoon, arrugando el ceño y callándolo —, eso no me corresponde a mí. Yo no... — volvió a titubear. — No le diré cosas a tu favor, no luego de que te hayas ido, y HeeSeung y yo tuvimos que hacernos cargo de todo. Tú no lo viste, pero mamá... Lo que le hiciste, lo que sea que tú le hiciste, le hizo mucho daño.
— SungHoon — insistió BeomGyu, sintiendo que todo eso se le estaba escapando de las manos —, las parejas a veces tenemos problemas y debemos solucionarlo, lo único que quiero es que nuestra relación padre-hijo no cambie.
El Omega no dijo alguna palabra enseguida, como tratando de pensar lo que iba a decir a continuación. Tratando de encontrar la frase correcta para no enojarlo.
— SeongHwa me está molestando — le soltó SungHoon, repentinamente —, ¿mamá te lo dijo? Que él me está molestando, al punto de que parece acoso.
— Me mencionó...
— Papá, yo no lo quiero — continuó SungHoon, poniendo una expresión triste. — No quiero a ningún Alfa para mí, no luego de ver cómo todos se comportan. Mamá me ha dicho que eso es decisión mía, pero, si yo no quisiera a ningún Alfa, ¿qué dirías tú?
— SungHoon, estás muy joven para pensar esas cosas — suspiró BeomGyu.
El adolescente se puso de pie, sacudiendo su cabeza y bajando la vista con evidente pena en su rostro. Con unas pocas palabras, BeomGyu ya sentía que perdió a toda su familia por completo, y eso le hizo sentir muy miserable y perdido.
Se suponía que las cosas no iban a acabar así. Se suponía que TaeHyun y él iban a ser felices, con sus hijos, teniendo un hogar cálido y perfecto para ellos.
Eso era lo que siempre decían los libros de texto, lo que decían sus profesores, lo que decían todas las personas de la sociedad. Un Alfa que se imponía era un Alfa que se respetaba.
— No te importa que SeongHwa me moleste — le dijo SungHoon, decepcionado —, no te importa que un Alfa haya marcado a JungWon a la fuerza, no te importa que mamá no quiera más bebés. No te importamos, papá, es así de sencillo.
— Eso es mentira — le soltó BeomGyu, afectado. — Me importan, ustedes son mi familia, son todo lo que necesito, SungHoon.
— Si es así, tu forma de demostrarlo es una mierda — terminó de decir SungHoon. — No quiero hablar más, papá.
BeomGyu se estremeció al escucharlo decir eso, porque sonaban como las palabras que TaeHyun le dijo el día anterior, luego de decirle que a él no le interesaba saber la opinión del Omega.
Muy bien, cuando era pequeño, SungHoon pudo haberse inclinado por los abrazos y cariños de BeomGyu al reconocerlo como Alfa, pero el mayor supo, en ese momento, que los cachorros jamás serían suyos, siempre serían de TaeHyun.
En ese instante, estaba cien por ciento seguro de que, si los hicieran escoger entre BeomGyu o TaeHyun, iban a elegir al Omega sin duda alguna.
Y ese pensamiento lo hizo sentir una basura por el resto del día.
TaeHyun notó a BeomGyu más callado durante los días siguientes, pero no hizo pregunta alguna, porque, siendo sincero, no estaba muy interesado en eso.
Tenía mejores cosas de las que preocuparse, como contactar a ChaeYoung para poder hablar con ella y pedirle perdón por su comportamiento de la última vez que hablaron. Sin embargo, sin su celular, estaba completamente desconectado de ella.
Pensó en ir a visitarla, pero eso era arriesgarse demasiado, porque, a veces, BeomGyu llamaba al teléfono fijo de la casa, esperando que TaeHyun le contestara. Si no lo hacía, era muy probable que su marido llamara a JungWon para saber qué pasaba, y su pequeño cachorrito era muy malo para mentir.
Así que estaba analizando bien cómo hacerlo.
— Toma, mami — le dijo JungWon, dándole los cinco mil wons, que su padre le dejó para que se comprara algo en la tarde. — ¿Cuánto falta para irnos?
TaeHyun se rio, agarrando el dinero para guardarlo en la caja de zapatillas de JungWon, al fondo de su armario.
— Menos — aseguró, porque no quería desanimar a su hijo menor.
El Omega mayor estaba proyectando la partida para unos días antes de que su cachorrito cumpliera los trece, y para eso faltaban poco más de dos meses.
— Veamos, ¿qué quieres vender de tus cosas?
— Hay ropa que me queda pequeña — afirmó JungWon —, y las zapatillas viejas, están buenas, pero ya no me entran... — lo pensó un instante. — El uniforme de taekwondo, mamá.
— ¿Cómo? — TaeHyun parpadeó, algo sorprendido. — Pero JungWonnie...
— No lo necesito — insistió JungWon —, y está bueno, lo usé solo durante un año. Es de una marca buena, puedes sacar buen dinero de él — el niño puso una expresión triste. — No practicaré más taekwondo, lo he decidido.
TaeHyun se sintió apenado por las palabras de su hijo menor, sabiendo que estaba tratando de luchar por no llorar en ese momento. El Omega podía imaginarse su dolor por querer vender algo tan importante para él, pues TaeHyun recordaba que, cuando era más joven, quiso también practicar un deporte.
Les rogó varias veces a sus padres que le dejaran entrar al club de fútbol, pero nunca se lo permitieron, porque era un deporte que los Omegas no jugaban. Para su propia fortuna –o desgracia– no llegó a entrar a ningún club, así que no experimentó esa tristeza de abandonar algo por culpa de otras personas.
— Está bien, cachorrito — le susurró, acariciando su cabellito largo, pero más ordenado —, te quiero mucho, ¿lo sabes?
— Sí, mami, yo también te quiero — JungWon lo abrazó.
Los mellizos llegaron del colegio unas horas después, relajados gracias a que el año escolar ya finalizaba esa semana. TaeHyun quiso aprovecharlo para hablar con SungHoon, haciéndole un gesto a HeeSeung de que saliera a dar una vuelta con JungWon.
— ¿Pasa algo, mamá? — preguntó SungHoon, confundido.
— Quiero hablar de algo serio contigo, pero, primero, necesito que me prometas que vas a quedarte callado, SungHoon, sea lo que decidas.
El Omega pestañeó unos segundos de silencio antes de rascar su nuca, pareciendo un poco perdido.
— Sí, mamá, te lo prometo. No diré nada de esto con papá — agregó, adivinando enseguida el motivo de su petición.
Si se lo decía así, era porque, muy probablemente, no quería que su padre se enterara, porque debía ser algo muy malo.
TaeHyun miró la hora una vez más, para asegurarse que BeomGyu no iba a llegar repentinamente.
— He decidido que nos iremos de aquí — dijo, viendo como el rostro de SungHoon se llenaba de sorpresa y asombro —, no quiero estar más con tu padre, ya no soy feliz con él. Además, queda poco para que JungWon cumpla los trece años y eso va a significar su primer celo, que deberá pasar con el idiota de JaeJoong. No voy a permitirlo, SungHoon, ¿lo entiendes? Así que me marcharé de aquí, con JungWon y HeeSeung.
— ¿Mamá? — tartamudeó SungHoon, atónito. TaeHyun le agarró la mano fuertemente, apretándola e inclinándose para quedar a su altura.
— ¿Quieres venir conmigo? — le preguntó, implacable. — No voy a obligarte, SungHoonnie, es decisión tuya, según lo que tú consideres mejor. Yo preferiría que te fueras conmigo, eres mi cachorrito lindo, ¿lo sabes? — TaeHyun sintió sus ojos llorosos y le apretó la mejilla, arrancándole un quejido —. Eres mi bebé, aunque digas que ya no eres un niño pequeño.
— Mami... — gimoteó SungHoon, rompiendo a llorar sin poder evitarlo un poco, y lo abrazó de golpe. — Mami, sí.
— ¿SungHoon? — murmuró TaeHyun, abrazándolo de vuelta.
— Tengo miedo de papá — confesó SungHoon, sollozando —, mamá, tengo mucho miedo. Lo que te hizo… no quiero que lo vuelva a hacer nunca más. No te lo mereces, mami, él hizo algo muy malo, y le tengo miedo.
— Sí, cariño, lo sé — la garganta de TaeHyun se apretó, sintiendo como el aire le faltaba un instante, tratando de contener el sollozo de su boca. — Lo siento mucho, SungHoonnie, lamento no ser una buena mamá.
SungHoon volvió a gimotear, sacudiendo su cabeza en una negativa temblorosa. ¿Qué estaba diciendo su mami, su bonita mami? Él era muy bueno, era el mejor de todos, el más cariñoso y amoroso. SungHoon era el que lo sentía, el que lamentaba haber sido un hijo tan malo y malagradecido.
— No, eres bueno, eres perfecto — aseguró SungHoon. — No quiero a nadie más, si te tengo a ti conmigo, mami.
TaeHyun le besó la mejilla, sonriendo apenas, pero sintiendo su corazón cálido porque, por primera vez en su vida, sentía que estaba haciendo algo por sí mismo.
¡Gracias por leer! <3
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