15
Se obligó a fingir que volvió a la rutina, a pesar de que su rutina se había visto destrozada por completo.
BeomGyu hizo cada cosa que le dijo: al día siguiente, antes de irse a trabajar, le pidió su celular y las llaves del auto. TaeHyun se lo entregó todo con la vista baja y ojos llorosos, tratando de contener las lágrimas punzantes que morían por caer.
— Es lo mejor — le dijo BeomGyu antes de irse —, ya lo verás, TaeHyun. Te lo prometo, es lo mejor.
TaeHyun ya no le creía nada. Absolutamente nada.
BeomGyu no iba a cambiar jamás, porque era un Alfa que lo veía como su propiedad. ¿No se lo dijo esa noche? Se lo repitió con cada dolorosa embestida.
Cuando llegaba la hora de dormir, no podía conciliar sueño alguno, tan consciente del cuerpo a su lado, poniéndose a temblar cuando lo sentía moverse. "Me tocará, me tocará, hoy me tocará", pensaba aterrado, y sin relajarse al ver que eso no ocurría, porque sabía que pasaría en algún momento.
Por eso mismo, cuando los mellizos se iban al colegio y BeomGyu al trabajo, él se iba al cuarto de sus hijos mayores para ver a JungWon envuelto en sábanas, y acostarse a su lado. Su cachorrito le hacía un espacio, abrazándolo y dándole un beso en la frente, para segundos después volver a dormir un par de horas más. Era la única forma en la que TaeHyun recuperaba todo el sueño que estaba perdiendo al no poder dormir por las noches.
— Mamá — le susurró una mañana JungWon, con esos ojos tan abiertos, como un pequeño ciervo —, mami...
— ¿Sí, cariño? — le dijo, su cabeza doliendo por las ganas de dormir un poco más.
— Deberíamos huir — le murmuró JungWon —, solo los dos, ¿eso no sería genial?
Sonrió apenas, suspirando al sentir un nuevo beso de su hijo en su mejilla, antes de quedar dormido.
Una semana después, le tocó. Creía que tendría más tiempo, pero ¿cómo podía seguir siendo tan iluso luego de lo que ocurrió?
BeomGyu acababa de llegar del trabajo, lo escuchó abrir la puerta. Los mellizos estaban en su cuarto, junto a JungWon, estudiando para las últimas pruebas del colegio. TaeHyun se hallaba en la cocina, preparando la cena, frotando el puente de su nariz en un vano intento de alejar el dolor de cabeza cada vez más intenso.
— Hey, bebé — saludó BeomGyu, entrando a la cocina.
TaeHyun no se volteó a verlo, bajándole el fuego a la cocina.
— Hola — saludó en voz baja.
Hubo un silencio en la cocina. TaeHyun ya no hablaba más de lo debido, solo cuando lo consideraba necesario para no lucir como un mal Omega. Sin embargo, a pesar del silencio, sabía que BeomGyu le seguía mirando.
— ¿Cuándo es tu celo?
La cuchara de palo, con la que TaeHyun revolvía la salsa, se le cayó al suelo.
— ¡Mierda! — saltó TaeHyun, cuando los restos de salsa mancharon el suelo y su pantalón. — Oh...
Agarró un paño y se puso de rodillas, recogiendo la cuchara y limpiando el suelo. Podía sentir los ojos de BeomGyu puestos en él, sin moverse, esperando una respuesta que TaeHyun no quería darle.
Pero no podía evitarlo. Si no contestaba, BeomGyu de seguro iba a imponerse.
— En una semana — contestó el Omega, su garganta tan apretada, como si lo estuvieran estrangulando.
Se puso de pie otra vez, yendo a limpiar la cuchara, pero seguía notando a BeomGyu observándolo fijamente.
— Lo pasaremos en un motel, para no molestar a los niños — le dijo BeomGyu, amable y tratando de lucir razonable —. Tu madre puede venir a cuidarlos esos días — el Alfa dio unos pasos, agarrándolo de la cintura, y TaeHyun permaneció quieto, echando su cuello a un lado, sintiendo a su Omega temblar por esa acción. — Si todo resulta bien, entonces quedarás preñado, Tyun.
TaeHyun apretó el paño entre sus manos, sintiendo los labios suaves del Alfa en su cuello, dejando besos cortos y rápidos. En una situación normal, el Omega habría reído, preso de las cosquillas, antes de girarse para darle un beso en los labios.
Pero ahora, solo quería llorar, luchando por contener las ganas de vomitar.
— Sí — fue lo único que susurró, su voz tiritando.
BeomGyu se detuvo.
— Un cachorro hará que todo mejore — agregó BeomGyu, soltándolo. — Ya verás que es así, bebé.
Qué mentira más grande.
No alcanzó a contestar porque, en ese instante, HeeSeung apareció en la cocina. Su hijo mayor ni siquiera le dirigió una mirada a su padre, ignorándolo deliberadamente como venía haciendo desde hace días, y fue directo hacia TaeHyun, tomándole la mano.
— ¿Me ayudas con la tarea, mamá? — le preguntó con voz inocente, sin voltearse hacia BeomGyu, que apretó su mandíbula.
TaeHyun asintió.
— Pero debes venir a la cocina — le dijo, yendo otra vez hacia la salsa mientras su marido se marchaba al cuarto —, estoy preparando la cena.
— No hay problema — respondió HeeSeung, sonriendo.
TaeHyun sabía que el niño realmente no necesitaba ayuda, HeeSeung siempre fue muy inteligente para todas las materias, pero ahora decía esas cosas para estar en medio del matrimonio. Al Omega no le importaba un poco, mientras pudiera mantener a las manos de BeomGyu lejos de él, aceptaría lo que fuera.
Al día siguiente, TaeHyun perdió los nervios otra vez. JungWon estaba en el comedor, haciendo unas tareas que TaeHyun le ordenó hacer, cuando el timbre de su casa fue tocado. Dejando el paño con el que limpiaba los muebles a un lado, abrió la puerta, frunciendo el ceño levemente ya que, bueno, ¿quién podría ser?
Sus piernas temblaron al notar la mirada sorprendida de ChaeYoung sobre él.
— ¿TaeHyun? — preguntó ella, atónita, y el Omega retrocedió unos pasos. — TaeHyun, ¿qué pasó...? Te he tratado de llamar toda la semana, pero BeomGyu contestó y dijo que te dejara en paz, qué...
Sin poder evitarlo, rompió a llorar, abrazándola de golpe, aun cuando sabía que eso no estaba bien porque BeomGyu se lo prohibió. BeomGyu le dijo que no debía hablar más con ella, y sabía cuánto se enfadaría su marido si lo desobedecía. Tal vez le dejaría el ojo morado, como amenazó.
Pero no pudo hacer nada cuando ChaeYoung lo abrazó, tan preocupada por él, su mano suave deslizándose por el cabello de TaeHyun, como tratando de calmarlo con ese toque. En ese instante, cualquier contacto amoroso era mejor que nada, sintiéndose tan patético por estar de esa forma.
¿Por qué se sentía tan mal? ¿Por qué no podía fingir que nada había pasado? No es como si él fuera el único Omega que ha sido sometido por su Alfa de esa forma, la mayoría de Omegas vivieron alguna experiencia así. Incluso su mamá se lo dijo. Por no decir que muchos Omegas recibían también golpes para ser controlados, ¿y él sintiéndose miserable solo porque BeomGyu hizo valer su derecho como su esposo?
BeomGyu ya le había pedido perdón por su actuar, y cada día, le llevaba algún regalo bonito para hacerlo sentir mejor, ¿eso no era suficiente para disculparlo y volver a la normalidad? Un buen Omega recibiría los regalos con una sonrisa satisfecha, tratando de meter los errores dentro de un pozo profundo, tapándolo con tierra para que no volvieran a aparecer.
Pero a veces, los errores florecían en esa tierra, transformándose en maleza imposible de arrancar por lo profundas que estaban sus raíces.
ChaeYoung entró con él a su hogar y TaeHyun quiso echarla, decirle que no se metiera, porque dejaría la casa apestada en su aroma. Sin embargo, terminó sin decir cosa alguna porque JungWon apareció, con su carita triste, abrazándolo.
— Mami, vamos... — le murmuro, llevándolo al sofá y sentándolo mientras ChaeYoung iba a la cocina a buscarle un vaso con agua. — Lo estás haciendo muy bien, ¿lo sabes? Con SungHoonnie y HeeSeunggie estamos muy orgullosos de ti...
El llanto pareció aumentar, sintiéndose otra vez como un niño pequeño al que regañan por todo. TaeHyun siempre fue un Omega decepcionante para sus padres, sin querer ser delicado, sin querer usar colores pasteles, sin obedecer las órdenes de los niños Alfas. Su madre lo reprendió tanto, tanto, diciéndole el horrible muchachito que era y que nadie le querría así.
ChaeYoung le entregó el vaso con agua y TaeHyun lo bebió, tratando de controlar su respiración o comenzaría a ahogarse, y el llanto no cesaría en un buen rato. Y, si lloraba tanto, sus ojos iban a ponerse rojos e hinchados, así que BeomGyu se daría cuenta.
Los minutos pasaron, con ChaeYoung agarrando su mano, haciendo pequeños círculos en la palma de ella. JungWon estaba apoyado contra él, frotando su cabello contra el hombro de TaeHyun.
— JungWon — le dijo con la voz ronca, y su cachorrito lo miró —, ¿puedes ir a ver la secadora, por favor?
El niño asintió, partiendo hacia la lavandería, dejándolos solos. ChaeYoung parecía dispuesta a decir algo entonces, pero TaeHyun volvió a hablar, desviando la vista.
— BeomGyu abusó de mí.
Y le empezó a contar todo.
TaeHyun sabía que la ropa ya debía estar seca, así que JungWon la sacaría y dejaría en el cesto que tenían. Eso le daba unos minutos para contarle todo, porque no quería que el niño lo escuchara. Unos días atrás, habló con HeeSeung sobre eso.
— ¿Tus hermanos lo saben? — le preguntó en voz baja.
HeeSeung sacudió la cabeza.
— No. Es decir... SungHoon se lo imagina y no quiere hablarlo, pero JungWon... — HeeSeung tragó saliva — Él cree que ustedes solo pelearon muy horrible, y que quizás papá te marcó a la fuerza, pero nada más. No sé si él... si lo está bloqueando o...
— No quiero que lo sepa — le interrumpió, afectado. — Eso lo dañaría más de lo que ya está — HeeSeung solo asintió, ayudándolo a servir la mesa.
A medida que hablaba, sin interrupción alguna, la expresión de ChaeYoung se volvía más y más horrorosa, perdiendo el color de su cara. Una vez acabó, permanecieron en silencio, y JungWon volvió, sentándose a su lado.
— BeomGyu no quiere que hable más contigo — le dijo TaeHyun —, él cree que... que tú eres quien me animó más con el tema de las pastillas.
— ¡No me gusta que papá haga esto! — saltó JungWon, molesto. — Tú no hiciste nada malo, ¡si tú no quieres un bebé, papá no tiene porqué insistir!
TaeHyun acarició el cabello desordenado de su cachorro, limpiando otra vez las nuevas lágrimas que querían salir.
Una parte de él le daba la razón a esa idea, ¿por qué debía cumplir los caprichos de BeomGyu, decirle que sí a todo, darle un bebé cuando él no quería más hijos? TaeHyun no era una incubadora, él era una persona como cualquier otra, tenía el derecho a decidir sobre sí mismo.
Pero otra parte enorme, que había cobrado demasiada fuerza con lo ocurrido, se estaba devorando esa idea. TaeHyun era un Omega, y fue creado para cumplir con los deseos de su pareja. Fue creado para concebir la cantidad de cachorros que su Alfa quisiera, y no podía decirle que no, porque estaría destrozando su misión. TaeHyun era un Omega que pertenecía a un Alfa, y nada ni nadie podría cambiar eso. Fue él la persona que cometió el error de pensar que tenía poder sobre sí, cuando las cosas no eran de esa forma. Si TaeHyun no hubiera consumido esos anticonceptivos y le hubiera dado el cachorro a BeomGyu, se habría evitado toda esa situación.
Eso era su culpa.
Pero no iba a decírselo a su hijo. JungWon todavía era un niño, no iba a entenderlo. Él mismo no lo entendía a veces.
ChaeYoung, hasta el momento, apenas había dicho algo. Quizás porque JungWon seguía allí, atento a todo lo que pudiera ocurrir.
— ¿Sabes qué le haría bien a tu mamá, JungWonnie? — dijo ChaeYoung, sonriendo tensamente. El niño le miró con una expresión inquisitiva. — Chocolate caliente, pero vi que no tenían. ¿No quieres ir a comprar? Quizás tengan en el negocio.
JungWon vaciló un instante, como debatiéndose entre ir o no, y ChaeYoung sacó dinero de su cartera. TaeHyun sintió vergüenza en ese instante, pero él no tenía nada que pasarle a su cachorrito, porque BeomGyu le quitó el dinero también.
— Puedes comprarte algo con lo que te sobre — añadió ChaeYoung, entregándole el dinero, y eso entusiasmó a JungWon.
— ¡Está bien! — saltó el menor, agarrando el dinero. — ¡Volveré enseguida! — y sin perder un poco más de tiempo, caminó hacia la salida.
Una vez la puerta fue cerrada, la expresión de ChaeYoung cambió, tornándose triste y enfadada.
— Lo que hizo fue horrible — le dijo ella, agarrándole la mano. — Fue despreciable, asqueroso y... y... ¡Fue un completo monstruo contigo!
TaeHyun se estremeció, tratando de contener las ganas de llorar, y pudo sentir a su Omega interior revolviéndose en pánico. Él lo sabía, claro que sí, incluso su Omega estaba aterrado de BeomGyu, pero eso no significaba que lo iba a decir en voz alta. Si hacía eso, las cosas se volvían más nauseabundas y espantosas.
Si lo admitía, entonces empezaría a luchar contra ello. Y, si hacía eso, BeomGyu no dudaría en someterlo otra vez.
TaeHyun no quería un ojo morado. No quería más sábanas ensangrentadas.
— BeomGyu es mi Alfa — razonó, su tono ronco y afectado, tratando de no mirar la expresión decepcionada de ChaeYoung —, y está en su derecho...
— ¡No lo está! — estalló ChaeYoung. — ¡Nadie puede hacer eso, ni siquiera si es tu esposo! ¡Si él realmente te amara, entonces te respetaría, no te habría violado!
TaeHyun sintió su corazón doler ante las palabras de su amiga, porque ¿eso significaba que BeomGyu no le amó? ¿Eso significaba que su matrimonio se basaba en puro instinto y no en amor? ¿En qué momento las cosas pudieron torcerse tanto? ¿O siempre estuvieron quebradas?
Y también estaba otro hecho: ¿BeomGyu lo violó? ¿O solo abusó de su poder? Porque TaeHyun, entremedio de todo el forcejeo, le dijo que lo haría, pero que le soltara. TaeHyun se quitó la ropa, él lo hizo, no BeomGyu. Él se acostó boca arriba y separó sus piernas, dejando que BeomGyu le usara a su gusto propio, a pesar del dolor. Solo quería que terminara, por eso lo aceptó. ¿Eso era una violación?
TaeHyun estaba muy confundido con todas esas cosas, con esa situación, que le alteraba a más no poder.
— ¿Y qué puedo hacer? — tartamudeó TaeHyun, queriendo defenderse de alguna forma a pesar de todo. — ¿Pedirle el divorcio, cuando sé que él no me lo dará? ¿Exigírselo, cuando sé que para mantenerme a su lado, peleará por la custodia de nuestros hijos y va a ganar? — su voz fue ganando volumen, temblando. — Para ti es fácil decirlo, porque tienes un trabajo, eres independiente, ¡sabes hacer algo! ¡Pero yo la única mierda que sé hacer es limpiar, cocinar y lavar ropa!
ChaeYoung permaneció en sorprendido silencio ante el estallido de TaeHyun, enmudecida por sus palabras y sintiendo algo de culpabilidad por sus palabras. Claro, era fácil hablar desde una posición de privilegio: si bien ella enfrentó dificultades por ser Omega e incluso recibía un sueldo más bajo en comparación a sus pares Alfas, ella tenía la capacidad de solventar sus propias cosas sin ayuda de nadie. Ella no dependía de otra persona para subsistir.
Pero para la mayoría de Omegas del país eso no era así, porque dependían de sus padres, o de su pareja Alfa. Y, si no contaban con una carrera, como TaeHyun, entonces ¿qué iban a hacer?
Y TaeHyun se moriría si lo separaban de sus hijos.
— Lo siento, TaeHyun — se disculpó ella, apenada. — Yo vine porque... porque estaba preocupada por ti y... y no tuve que presionarte, sé que estás pasando un mal momento.
El Omega cubrió su rostro con ambas manos, tomando aire.
— ChaeYoung, tienes que irte — le dijo en voz baja y rota. — Si BeomGyu siente tu aroma, se enojará muchísimo, y no quiero pelear más — soltó un sollozo quedo. — Yo solo quiero que vuelva a ser mi Gyu.
La mujer asintió, sintiendo tanta pena en su corazón por verlo así, por no poder ayudarlo en mucho más que ofreciéndole consuelo, y se puso de pie. En ese instante, JungWon entró con una bolsa de chocolate en polvo y una cajita de leche de plátano, y su expresión se puso tímida al ver a ChaeYoung agarrando su bolso.
— ¿Ya se va, ChaeYoung-ssi? — preguntó JungWon, tímido.
ChaeYoung le sonrió.
— Ve a calentar el agua y a prepararle un chocolate caliente a tu mamá — le dijo, dándole un beso en la frente, y JungWon obedeció. La mujer se volteó, buscando algo en su bolso. — También quería regalarte esto.
TaeHyun la miró con ojos enrojecidos, viendo cómo sacaba un papel de entremedio de su bonito bolso. Lo observó un instante, agarrándolo, y observándolo atónito.
— ¿Qué es? — preguntó, temblando.
ChaeYoung sonrió con pena.
— Un boleto de avión, para que viajes a Estados Unidos en las vacaciones — le dijo, amorosa. — Quería que fuéramos juntos, dos semanas para divertirnos — ella le dio un abrazo fuerte. — Piénsalo mucho, ¿vale?
No respondió, viéndola irse, y tratando de que su mente no le diera muchas vueltas al asunto, pero... ¿Por qué las últimas palabras de ChaeYoung parecían contener una sugerencia implícita que TaeHyun quería omitir?
Unos minutos después, ventiló la casa para que el olor de ChaeYoung desapareciera, echando incluso un desodorante ambiental por si acaso. No fue necesario que lo conversara con JungWon, porque él sabía que su cachorrito se quedaría callado.
Mirando el boleto de avión que su amiga le regaló, lo escondió en las cajas de zapatos que JungWon conservaba, dentro del armario de su hijo menor.
BeomGyu no tendría motivo alguno para mirar allí, ¿cierto? Revisaba las cosas de TaeHyun constantemente, buscando pastillas anticonceptivas que él pudiera haber ocultado, pero ¿por qué miraría en las cosas de sus hijos?
No quería botarlo, a sabiendas de que BeomGyu jamás le permitiría viajar con ChaeYoung. Pero tenerlo allí se sentía como una especie de débil esperanza a la que aferrarse, aun cuando no pudiera viajar por dos simples motivos: el primero, porque no podría dejar a sus hijos, y el segundo –y más importante–, debido a que, como Omega, necesitaba la autorización de su Alfa para salir del país. BeomGyu jamás firmaría esos papeles, por mucho que TaeHyun le rogara.
Para su propia fortuna, al llegar BeomGyu, no percibió nada raro. Y, si notó sus ojos enrojecidos y algo hinchados por el llanto, no hizo pregunta alguna. Ese día, como regalo, el Alfa le llevó un peluche de un perrito, que TaeHyun recibió con una sonrisa trémula.
— Lo vi y me acordé de una de nuestras citas — dijo BeomGyu, sonriendo con cariño al ver a TaeHyun acomodarlo sobre el velador. — ¿Recuerdas el primero que te regalé?
Sin poder evitarlo, el Omega se vio con menos años, tan joven e iluso, aceptando todas las citas de BeomGyu porque no quería perderlo, a pesar de no estar tan seguro sobre muchas cosas. BeomGyu era algo pegajoso y meloso con él, pero TaeHyun no podía evitar derretirse porque nunca un Alfa le trató de esa forma. Era muy agradable tener a alguien que le quisiera así.
Así que fueron al cine una vez y, al salir, TaeHyun se pegó a la máquina de peluches que estaba a un lado de la pared, mirando el peluche de un perrito. Sacó unas monedas, comenzando a jugar y enfadándose tanto al ver que no lograba capturarlo, hasta que pateó la máquina.
BeomGyu se rió, abrazándolo por la cintura, impregnándolo en su aroma.
— Te lo sacaré yo — dijo el Alfa, con su rostro todavía algo aniñado que TaeHyun encontraba muy atractivo y tierno. — ¡Pero, si gano, me deberás dar cien besos!
— No podrás hacerlo — refunfuñó TaeHyun, manoteándolo.
Costó demasiado. BeomGyu terminó gastando el resto de dinero, que tenía pensado usar para invitar a TaeHyun por un helado. Luego de treinta y nueve intentos, logró sacarlo, entregándoselo al Omega con una sonrisa modesta.
— Me quedé sin dinero para nuestros helados — se quejó al salir del cine, con TaeHyun abrazando el peluche, y el brazo de BeomGyu sobre sus hombros.
— No importa — TaeHyun se sentía tan feliz, ¿acaso no tenía un Alfa grandioso? — Te debo cien besos, tonto.
BeomGyu se rió, de repente feliz también.
Pero ese BeomGyu desapareció, así como ese TaeHyun también. La mandíbula de su esposo se fue endureciendo con el pasar de los años, su mirada tornándose cansada, imponiéndose ante los descaros de TaeHyun. Él, en cambio, abrió los ojos y se dio cuenta de que la realidad no era tan sencilla como pensó, y que el amor se marchitaba como una flor descuidada, hasta que ya no había remedio alguno.
— Lo recuerdo — dijo TaeHyun, agarrando el pijama para ir al baño.
Sin embargo, BeomGyu lo detuvo, tomándole el brazo.
— No tienes que cambiarte allí, mi amor — dijo el Alfa, su voz tierna y amable, aunque para TaeHyun no importaba ese tono, porque el humor de su esposo podría cambiar en cualquier instante. — Soy tu marido, no es como si no te hubiera visto desnudo antes.
Esos últimos días, TaeHyun estuvo aprendiendo a controlar su lengua, porque, cuando BeomGyu le hablaba, tres cuartos de veces quiso mandarlo a comer mierda. Aunque tenía claro que eso no le agradaría para nada.
Mantener ese fuego en su interior se hacía muy difícil, por eso ahora no pudo contenerlo.
— Claro, me tuve que desnudar cuando me violaste.
Un silencio tenso se instaló en el cuarto. TaeHyun se arrepintió enseguida de sus palabras al notar los ojos repentinamente oscurecidos de BeomGyu, su mandíbula tensa, sus labios apretados. El Alfa lo soltó y TaeHyun retrocedió, acobardado.
— Lo siento — se disculpó, temblando —, no lo pensé, Alfa.
— No quiero oírtelo más, ¿entendido? — dijo BeomGyu, helado.
— Sí — murmuró TaeHyun.
Su marido se volteó, saliendo del cuarto para buscar un vaso con agua, y TaeHyun se forzó a tomar aire, mareado por lo que acababa de ocurrir.
Debía ser un buen Omega, ¿por qué costaba tanto asumirlo? ¿Por qué costaba tanto aceptarlo? Los Omegas buenos encontraban la felicidad, eso decía todo el mundo. Y, aun así, ChaeYoung, sola y sin marca, era mucho más feliz que TaeHyun. Más feliz que todos los Omegas que él conoció alguna vez.
TaeHyun sentía que estaba viviendo una mentira que duró años.
No fue la única visita que recibió esos días.
Dos días después, cuando la semana ya estaba acabando, el padre de BeomGyu apareció por allí.
TaeHyun no sabía cómo actuar, considerando que su marido no le dijo si debía hablar con él o no, así que finalmente le hizo pasar. HeeSeung y SungHoon tenían clase hasta mediodía los viernes, por lo tanto, ya estaban allí, jugando con JungWon en el patio.
— Quería saber cómo estabas — dijo MinHo una vez TaeHyun le sirvió té —. Sé lo que hizo mi hijo.
TaeHyun permaneció en silencio unos segundos, escuchando las carcajadas de los cachorros en el patio, probablemente SungHoon y JungWon gastándole una broma a su hermano mayor. Los dos tenían una extraña habilidad para hacer enfadar a HeeSeung rápido.
— Estoy bien — mintió TaeHyun, revolviendo el azúcar en su café con la cuchara. — Yo cometí un error, BeomGyu solo...
— Error o no, eso no le da permiso a BeomGyu para lo que hizo — le interrumpió MinHo, amable.
— No sé por qué se enfadó tanto. Los problemas venían desde antes — trató de explicar TaeHyun, sin saber por qué siquiera estaba defendiendo a BeomGyu. No podía entenderse a sí mismo a veces: queriendo huir, pero protegiendo a su marido —, por lo de JungWon ya tuvimos muchas peleas y supongo que esto rebasó el vaso.
MinHo lo observó en silencio unos segundos, como si estuviera tratando de pensar bien lo que iba a decir a continuación. TaeHyun pudo sostenerle la mirada un instante, antes de bajarla a su café, avergonzado.
— ¿Puedo hacerte una pregunta, TaeHyun? — preguntó el padre de BeomGyu.
— Claro.
— ¿Le has dicho a BeomGyu que pensabas dejarlo?
TaeHyun levantó la vista bruscamente.
Recordó la vez que le dijo a BeomGyu, semanas atrás, que pensaba agarrar a los cachorros e irse, luego de que ChaeYoung le fuera a ver. ¿Su esposo no retrocedió un instante, con la expresión cubierta en horror, antes de soltar que no se atreviera pues terminaría en la cárcel? Fue extremadamente explícito y duro con su amenaza.
Y esa noche, TaeHyun se lo dijo varias veces antes de que JaeJoong se marchara. Se lo escupió a la cara, enfurecido, y durante la pelea se lo volvió a repetir. La última vez que se lo dijo fue antes de que lo agarrara, empujándolo contra la pared, diciéndole que no iba a irse porque él le pertenecía. Incluso, cuando estaba dentro de él, le preguntó si se iba a ir de la casa, dándole unos azotes tan fuertes que su mano quedó marcada sobre su piel.
— Se lo dije varias veces — respondió TaeHyun, su voz baja.
Los ojos del Alfa frente a él brillaron por el dolor, soltando un suspiro bajo. ¿Era decepción lo que escuchó ahí, o pena?
— A BeomGyu le gusta fingir que la partida de YeJin no le afectó en algo, cuando siempre supe que lo destrozó por completo — MinHo mordió su labio inferior. — Él era muy apegado a su mamá, así como lo son tus cachorros hacia ti, ¿lo entiendes? Puede que incluso lo fuera más.
TaeHyun quería llorar una vez más, algo increíble, porque a esas alturas pensó que ya estaría completamente seco por todas las lágrimas que derramó días atrás. Sin embargo, en ese instante, con MinHo observándole tan profundamente, solo quería hacer un nido y esconderse en él para siempre.
— Tal vez yo fallé como padre al no llevarlo a un psicólogo cuando YeJin se fue — dijo MinHo, derrotado —, pero BeomGyu creó su propia armadura y empezó a actuar como el resto de niños Alfas que lo rodeaban — ahora la expresión del hombre cambió totalmente, poniéndose serio. — Aunque eso no justifica ni un poco lo que él te ha hecho, TaeHyun. Lo que hizo BeomGyu es repulsivo, lo mires por donde lo mires.
— No — TaeHyun bebió de su café, tratando de concentrarse en eso. — BeomGyu hizo valer sus derechos. Yo soy su Omega, y él puede hacer lo que quiera conmigo.
La tristeza inundó el rostro de MinHo, pero TaeHyun no quería verla. No quería compasión, no quería nada de eso, porque eso lo enfurecería. Y, si se enfurecía, el fuego se saldría de control.
TaeHyun debía controlar ese fuego dentro de él, y echarse la culpa constantemente le ayudaba. Podía sobrevivir con una pequeña llama, lo suficiente para no perder la cabeza, pero no bastante como para hacer algo que pudiera traerle otra horrible consecuencia.
La culpa funcionaba. Culparse era mejor, porque así podía fingir que el cambio estaba en sus manos.
Si le daba otro bebé a BeomGyu, las cosas cambiarían totalmente. No importaba si él no quería, su Alfa haría lo que considerara mejor para su familia.
MinHo no alcanzó a hablar, para alivio de TaeHyun, porque en ese instante sus hijos entraron, con sus caras coloradas y transpirando.
— ¡Abuelitooooooooooo! — dijo JungWon, entusiasmado y corriendo para saludar al hombre.
— ¡Mamá! — empezó a decir HeeSeung. — ¡SungHoon y JungWon me empujaron y asfixiaron!
— ¡Qué mentira más grande! — saltó SungHoon, indignado. — ¡Fue solo una bromita!
— ¡Si quieres te puedo asfixiar yo...
TaeHyun los miró pelear antes de voltearse hacia JungWon, viéndolo parlotear con su abuelo entusiasmado, y pensó ilusamente que, quizás, BeomGyu tenía razón. Si las cosas volvían a su lugar, entonces todo estaría bien.
Era una enorme mentira, pero TaeHyun quería aferrarse a ella con desespero.
¡Gracias por leer! <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro