Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13

Este capítulo contiene una escena delicada no narrada positivamente.

TaeHyun estaba peinando el bonito cabello de JungWon, oyendo su ruidito de gusto, cuando decidió decirle lo que conversó con BeomGyu días atrás.

— Bebé — le dijo, su tono suave, dulce, llamando su atención —, con papá vamos a seguir insistiendo para que JaeJoong te quite la marca, ¿lo sabes?

— Mmm... — dijo JungWon, asintiendo, sin voltearse.

— Por eso, hemos decidido... invitar a ese chico a casa — continuó, sintiendo el momento exacto en el que se tensaba.

JungWon se alejó de él, volteándose, una mirada atónita en su rostro.

— ¿Qué? — preguntó, sorprendido. — ¿Él...? Mamá, ¿a qué te refieres? — puso una expresión de pánico.— ¡No quiero que él venga! ¡No quiero verlo más, mamá!

TaeHyun se movió, agarrándolo del brazo para atraerlo hacia su cuerpo, tratando de calmarlo con sus feromonas. Podía oír sus balbuceos desesperados, sus murmullos temblorosos, y acarició su cabello, meciendo a ambos.

— Vendrá él solo, nadie más — continuó TaeHyun —, creo que podemos llegar a convencerlo si sus padres no están con él, cariño. Tus hermanos también estarán en la cena, protegiéndote… Si ve lo mucho que lo odias, podrías hacerlo cambiar de opinión.

— ¡No lo conoces! — saltó JungWon, llorando. — ¡JaeJoong no cambiará de opinión! ¡Los Alfas nunca cambian de opinión, mamá, tú lo sabes! ¡Tú siempre le das la razón a papá, aunque él lo esté arruinando y te trate mal!

El Omega se estremeció, aturdido por lo que JungWon le estaba diciendo. El menor se puso de pie y lo miró como si no lo reconociera. Como si fuera un completo desconocido.

— ¡Eres un Omega patético y espero nunca ser cómo tú! — soltó JungWon, hipando y corriendo al cuarto de sus hermanos mayores, sin dejar de llorar.

TaeHyun bajó la vista, cubriendo su rostro con ambas manos, tratando de aguantar las lágrimas punzantes que aparecieron de pronto en sus ojos. Qué maldito desastre era todo, volvió a arruinarlo, pero ¿JungWon no podía ver que era necesario?

Un Omega patético. Sí, su hijo tenía razón. TaeHyun se sentía como un tachito de basura en ese instante, en el que todos depositaban la mierda que querían sacarse, y él debía aguantarlo porque así fue criado.

"Un Omega no se queja, no protesta, no discute, TaeHyun, ¿cuándo aprenderás eso? Si BeomGyu quiere que su relación vaya rápido, ¡qué tiene de malo! Nunca encontrarás otro Alfa como él, ¿lo entiendes? Si dejas pasar esta oportunidad, ¡ningún otro Alfa querrá salir contigo!"

Se vio con diecisiete años, mirando al suelo, mientras su mamá le regañaba luego de decirle que BeomGyu le propuso matrimonio, pero él le pidió unos días para pensarlo. TaeHyun quería saber la opinión de su mamá, ¿no era muy rápido? Llevaban saliendo solo un año, ¡y BeomGyu ya quería marcarlo y casarse con él!

Pero mamá se enojó tanto, tanto, y le dijo todas esas cosas. Incluso lo presionó para llamar a BeomGyu, a salir con él y aceptar su propuesta. TaeHyun seguía sin estar tan convencido, pero... pero...

Sin embargo, ¿dónde conseguiría a alguien mejor que BeomGyu?

Levantó la vista al escuchar un ruido repentino, esperando que fuera JungWon para pedirle disculpas por sus feas palabras, aunque se encontró con la expresión tímida de SungHoon.

— ¿Pasa algo, cachorro? — preguntó, poniéndose de pie para salir del cuarto de su hijo menor.

— ¿Peleaste con JungWonnie? — dijo el Omega. — Llegó llorando a mi habitación y se colgó de HeeSeung, como hacía contigo cuando tenía seis años y el microondas sonaba.

Sonrió, algo enternecido por el recuerdo. Podía ver al pequeño cachorro corriendo por el pasillo hacia él, abrazándolo por las piernas, con su rostro lleno de lágrimas mientras balbuceaba acerca del microondas, y TaeHyun lo tomaba en brazos, tranquilizándole, diciéndole que el artefacto no haría "boom" de repente.

JungWon siempre fue su hermoso y lindo bebé. TaeHyun siempre trataba de no hacer diferencias entre sus tres hijos, pero no podía evitarlo con su pequeño JungWon, porque, cuando lo tuvo entre sus brazos la primera vez, a diferencia de los mellizos, el Omega conectó enseguida con su hijo. No hubo depresión, no hubo llantos, no hubo rechazo. Por eso mismo, sus palabras dolían mucho más.

Aunque TaeHyun no lo podía culpar, ¿cómo lo haría? TaeHyun a veces igual sentía decepción por sí mismo y la forma en la que actuaba. Sin embargo, sentía también ese enorme debate en su interior sobre lo que era realmente bueno y lo que le hacían creer que era bueno. Incluso a esa edad, con una familia, casado, pasando los treinta años, TaeHyun seguía discutiendo consigo mismo esas cosas.

— Le he dicho acerca de la cena — dijo TaeHyun, yendo a la cocina para empezar a preparar la cena —, y no le ha gustado para nada.

— A mí tampoco me gusta — dijo SungHoon, mordiendo su labio inferior. — Ese chico es realmente muy malo, mamá, y que pueda ver a JungWon...

— Es una opción y queremos intentarla — suspiró TaeHyun, algo indeciso. — No se me ocurre otra cosa, porque con tu padre no vamos a volver a cenar con esa familia.

SungHoon lo abrazó de forma sorpresiva, y TaeHyun suspiró, acariciándole la nuca. Le sorprendía un poco que su hijo Omega ya fuera de su porte, aunque tuviera menos años que él, además de ser Omega. HeeSeung, por el contrario, era solo unos centímetros más bajo que SungHoon, pero siempre reclamaba porque él debería ser más alto, considerando que era Alfa.

— Lo sé — dijo su hijo, también suspirando —, pero no tengo una buena espina con eso, mamá...

TaeHyun tampoco confiaba mucho en lo que fuera a ocurrir, pero ponía todas sus esperanzas en que esa cena iba a ir mejor.

HeeSeung guardó con fuerza sus libros en el casillero, volteándose para mirar a SungHoon, que tenía una expresión un poco compungida.

— ¿Qué quieres? — le preguntó HeeSeung, rodando sus ojos.

— ¿Me vas a comprar una bebida?

El Alfa puso una mala expresión, así que SungHoon lo abrazó, poniendo ojos de borrego.

— ¡No soy tu esclavo!

— ¡Por favor, Heeeeeeeeeeeeeee! — lloriqueó SungHoon, sacudiéndolo.

HeeSeung se sentó, tentado de negar, sin embargo, sabía que su hermano menor sería capaz de seguir insistiendo el resto del día por una bebida, bebida por la cual podía ir él sin problema alguno. Su mellizo era realmente flojo a veces.

SungHoon contempló con una sonrisa al ver a HeeSeung yendo a buscar una de esas máquinas de bebidas para buscarle una, murmurando en voz baja, y aprovechando que el timbre todavía no tocaba, sacó su móvil para juguetear en él.

Desde el ataque a JungWon y su posterior ruptura con SeongHwa, SungHoon no tenía amigos con los que estar, excepto su hermano mayor. A él no le importaba, no mucho, considerando que todos allí creían que JungWon se merecía lo que hicieron.

SungHoon no quería relacionarse con gente así de asquerosa.

Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho: a los pocos segundos de quedar solo, alguien se le acercó. Al levantar la vista, el Omega no pudo evitar poner una cara grosera.

— ¿Qué quieres? — le preguntó al recién llegado.

— No puedo creer que me estés tratando así — replicó SeongHwa, su expresión helada —, considerando que antes andabas pegado a mí todo el día.

SungHoon hizo un mohín de irritación, guardando su celular.

— Sí, eso fue antes de darme cuenta de que eres un cretino como tu hermano — espetó SungHoon. — Si lo hubiera sabido antes, no habría aceptado ser tu novio.

SeongHwa lo agarró del brazo, sus labios fruncidos en señal de que estaba enojado, pero SungHoon trató de no retroceder. Si bien se sentía muy triste y deprimido por la forma en la que ellos acabaron, trataba de no darle mucha importancia a esos sentimientos, porque era por un bien mayor.

SungHoon no podía estar con un Alfa que pensara así de su hermano menor.

— Quiero que volvamos — dijo SeongHwa, tratando de que su voz fuera persuasiva. El Omega se congeló. — Vamos, SungHoonnie... Eres un Omega muy bonito y de buena familia, si quitamos lo de JungWon. Yo soy un buen Alfa...

— ¿Qué estás diciendo? — dijo SungHoon, sorprendido.

— Si volvemos, te perdonaré todo, absolutamente todo...

— Suelta a mi hermano, ahora.

Ambos se sobresaltaron al oír la voz ronca de HeeSeung, que apareció de pronto, llevando la botella de bebida que le consiguió a SungHoon. Aprovechando que SeongHwa estaba algo atónito, el Omega logró zafarse de su agarre yendo directo hacia HeeSeung.

— ¿Tú igual? — dijo SeongHwa, recuperándose. — Tú deberías insistir en que esté con SungHoon, considerando la posición económica que tengo.

El mellizo mayor abrazó a su hermano por los hombros, sacudiendo su cabeza y poniendo una expresión amenazante.

— Si SungHoon no quiere estar contigo, es decisión de él — dijo HeeSeung. — Si te vuelves a acercar a él, prometo golpearte, SeongHwa.

SeongHwa pareció a segundos de decir algo más, pero HeeSeung solo tiró de SungHoon, haciéndolo caminar para alejarlo de allí. Unos segundos después, el timbre para ingresar a clases volvió a tocar, pero su hermano no le soltó un poco.

— Tenías razón — dijo SungHoon, de forma repentina, su voz temblando. HeeSeung lo miró. — Recuerdo cuando... cuando éramos pequeños, y tú siempre le gruñías a SeongHwa. Me decías que era un idiota. Tenías razón.

— Sung...

El Omega sorbió por su nariz, frotando sus ojos furiosamente para no romper a llorar. No antes de la última clase del día.

Pero si estaba triste, muy triste, porque siempre imaginó toda una vida junto al Alfa. Jamás creyó que SeongHwa podría tener una idea tan... tan repugnante acerca de los Omegas, siempre pensó que... que le veía como si fuera un igual. Aunque, si lo pensaba mejor, a veces SeongHwa lanzaba algunos comentarios a los que trató de no prestar atención.

SeongHwa siempre le alababa sobre lo bonito que era, pero jamás que era inteligente o alguna otra cosa fuera de su belleza. Incluso, a veces le decía que su mamá era muy raro para ser un Omega, por decir algo suave, porque esa vez que JungWon llegó tarde y mamá perdió la cabeza, SeongHwa le dijo que TaeHyun era un tonto exagerado.

SungHoon le dio la razón, tan enojado también, pero ahora se arrepentía mucho de haber pensado así en algún momento.

HeeSeung llamó su atención una vez se sentaron en sus pupitres.

— No te preocupes — le dijo HeeSeung —, encontrarás un Alfa mejor. Un Alfa que te quiera realmente.

"No" pensó SungHoon, "no quiero ningún Alfa. No quiero jamás a ningún otro Alfa cerca de mí".

El día de la cena llegó.

JungWon tomó la decisión de no hablarle a sus padres los últimos días, luego de que sus súplicas por cancelar eso no funcionaran. Ignoraba todo lo que ellos le decían, incluso ignoraba los intentos de TaeHyun por mimarlo, y eso tenía al Omega muy triste.

En la casa, volvía a sentirse un ambiente tenso y pesado, donde nadie sabía qué decir para calmar un poco los ánimos.

Incluso, ese día, JungWon se negó a abrirles la puerta del cuarto, solo lo hizo cuando SungHoon intervino, hablándole suave y calmado. Fue SungHoon, además, el encargado de ayudar a poner bonito al Omega menor, pues los últimos días no se bañó y permanecía acostado, volviendo a deprimirse, como cuando fue el ataque.

— Mamá — dijo JungWon más tarde, un par de horas antes de que fuera la cena. TaeHyun se giró, viéndolo vestido, terminando de cortar las verduras. — Mami, por favor...

TaeHyun dejó lo que estaba haciendo, caminando hacia el menor, y se acuclilló, limpiándole las lágrimas a su bebé.

— No te hará daño — prometió TaeHyun. — Ni papá ni yo dejaremos que vuelva a tocarte, ¿está bien, cachorrito? Pero necesitamos que aguantes solo unas horas, ¿puedes hacerlo?

— No — sollozó JungWon. — Me da miedo...

— Lo sé — TaeHyun lo abrazó, meciéndolo —, lo sé, mi vida.

TaeHyun igual le tenía miedo.

BeomGyu llegó a casa unos minutos después, yendo al cuarto matrimonial para darse una ducha y cambiarse de ropa. Se le notaba también muy tenso, con su mandíbula apretada, algo pensativo. TaeHyun dejó las papas cociendo antes de ir a ver a su esposo. El Alfa le sonrió con algo de debilidad al verlo entrar, con sus mejillas coloradas por el calor de la cocina.

— Te ves muy bonito — dijo BeomGyu, abrazándolo por la cintura.

TaeHyun deslizó sus dedos por el cabello de su esposo, soltando un ruido de gusto por las feromonas que le rodearon. Podía notar el temor en ellas, sin embargo, decidió no hacer mención de eso por el pánico que le generaría.

— Tú también estás guapo — dijo TaeHyun, y aprovechándose que BeomGyu estaba sentado en la cama, se inclinó para darle un beso en los labios.

Al alejarse, sus labios se torcieron en un mohín.

— JungWon no deja de llorar, Gyu.

— Sí, y lo entiendo — el Alfa mordió su labio inferior un instante. — Si no fuera necesario, no haría que ese muchacho venga acá. Cuando hablé con él, me pareció tan grosero y petulante...

Fue BeomGyu el encargado de contactar con Hwang JaeJoong para citarlo a esa cena, pues los mellizos se negaron a acercarse a él, porque ese Alfa se la pasaba provocándolos. HeeSeung estaba a solo segundos de darle otro golpe. Así que BeomGyu se comunicó con él, y el chico, para su propia fortuna, no se negó a ir.

— Lo siento — dijo de pronto BeomGyu, llamando su atención. — Por todo, TaeHyun. Por... por la forma en la que me comporté y... y por no ser un buen Alfa para ti — su marido tenía una expresión desolada. — Por haberte presionado tanto en algunas cosas y pedirte cosas a cambio. No tuve... No estuve bien al pedirte e insistir mucho por otro cachorro, TaeHyunnie...

— Oh...

TaeHyun, a esas alturas, ya lo olvidó por completo. Considerando los últimos hechos, ya dio por perdonado todo lo ocurrido, aunque también se sentía algo bien que BeomGyu se estuviera disculpando por la forma en la que actuó.

La culpabilidad lo golpeó, repentinamente, al recordar los anticonceptivos escondidos.

— No importa, Gyu — dijo, su tono temblando.

¿No era un mentiroso? ¿No engañó a BeomGyu tanto tiempo, consumiendo sus pastillas, cuando le prometió otro bebé? ¿Qué clase de persona era, engañando a quién suponía como el amor de su vida, de esa forma?

— Pero... — BeomGyu suspiró — ¿Puedes pensarlo, amor?

— ¿Ah? — TaeHyun parpadeó.

— Sobre... sobre otro hijo — el Alfa lo apretó un poco más contra su cuerpo. — ¿Puedes considerarlo? No ahora. No en los próximos meses. Pero... pero para un futuro. Para unos años.

TaeHyun y BeomGyu tenían treinta y cuatro años. Todavía eran jóvenes para tener cachorros, decía su mamá cuando le veía. Los Omegas tenían una fertilidad increíble, se consideraba que podían parir sin problema alguno hasta los cuarenta y cinco años.

El Omega hizo puños.

— No sé, BeomGyu — dijo, viendo la expresión de su marido decayendo un poco. — Lo... lo voy a pensar, ¿te parece?

Pudo ver como su cara se estabilizaba un poco más, así que le acarició el cabello, tratando de pensar en otra cosa que no fuera eso. La realidad de la inminente cena cayó sobre él otra vez.

— Lo haremos, ¿está bien? — TaeHyun hizo que BeomGyu lo mirara a los ojos. — Haremos que ese chico deje en paz a nuestro cachorro.

— Sí — BeomGyu le dio otro beso. — Sí, mi amor...

Hwang JaeJoong llegó un poco antes de las ocho de la noche, siendo recibido por BeomGyu. Sus tres hijos estaban en el cuarto de los mellizos, tratando de calmar a JungWon, así que no aparecieron enseguida.

TaeHyun se dedicaba a servir la mesa con los platos y cubiertos, mirando de reojo al Alfa recién llegado, que le hablaba sobre algo a su esposo en el living.

— La cena está lista — dijo, interrumpiéndolo.

Pudo notar la molestia en la mirada de JaeJoong, pero BeomGyu no dijo cosa alguna, lo que era un alivio para TaeHyun. Si BeomGyu pensaba actuar como un Alfa que mandaba allí y no lo tomaba en cuenta, TaeHyun le cortaría las pelotas.

Los vio sentarse en la mesa, así que fue al pasillo, yendo al cuarto de los mellizos. Al abrir la puerta, JungWon se le pegó como una sanguijuela, balbuceando que no quería salir, pero TaeHyun solo suspiró.

— Vamos a comer — le dijo, agarrándolo de la barbilla. — No tienes que hablarle. No tienes que mirarlo. No te sentarás a su lado.

Su cachorro soltó un gimoteo, sin embargo, terminó asintiendo, dejándose llevar por TaeHyun hacia el comedor. Los mellizos iban detrás, cada uno con una expresión ensombrecida.

Cuando entraron, JungWon se tensó en sus brazos, retrocediendo un paso. El Omega mayor vio a JaeJoong observando a su cachorro.

— Estás más delgado — dijo JaeJoong, su voz asquienta. — Te ves más feo, JungWon.

TaeHyun apretó a su hijo contra su cuerpo, conteniéndose para no saltar sobre ese mocoso.

BeomGyu frunció los labios.

— Si le dices algo así otra vez — dijo BeomGyu, molesto —, esto termina aquí, JaeJoong.

El Alfa chasqueó su lengua, bufando, pero se quedó callado. BeomGyu estaba sentado a la cabeza de la mesa, con JaeJoong a su izquierda. HeeSeung se sentó a su derecha –lo dispusieron así antes de que llegara–, TaeHyun al lado de su hijo mayor, y JungWon junto a su mamá. SungHoon, haciendo un gesto como si fuera a vomitar, se ubicó al lado de JaeJoong. Así, el cachorro quedaría alejado de ese chico.

Sin embargo, al ver las ubicaciones, JaeJoong arrugó el entrecejo.

— No  —dijo, su voz exigente. — Quiero a JungWon a mi lado, es mi Omega y ese es su lugar.

— No — espetó BeomGyu. — Para nosotros, JungWon no es ni será nunca tu Omega.

Silencio tenso en el lugar. TaeHyun fue a la cocina, llevando las fuentes con la comida, viendo como todos comenzaban a servirse, sin decir cosa alguna.

JungWon, sin embargo, no se movió.

— ¿Quieres que te sirva, cariño? — dijo el Omega mayor, tomándole la mano a su cachorrito y dándole un apretón. La notó algo fría.

— No tengo hambre, mamá — dijo JungWon, sus ojos bajos.

TaeHyun no lo presionó, así que todos empezaron a comer, sin decir cosa alguna. De vez en cuando, los mellizos decían algún comentario bueno acerca de la comida, pero más allá de eso, la conversación no fluyó demasiado. TaeHyun se estaba sintiendo algo mareado por toda la situación.

Una hora después, estaba sirviendo un postre que preparó en la mañana. JungWon pareció animarse al ver el hobaktteok, comiéndose una porción en segundos, y TaeHyun no dudó en darle otra.

— Bien, creo que lo hemos dilatado mucho — dijo BeomGyu, llamando la atención de JaeJoong. — Ahora, JaeJoong, seré claro. Mi hijo no quiere tu marca, con mi Omega no vamos a permitir su matrimonio y lo mejor será que nos dejes en paz, ¿está claro?

JaeJoong limpió su boca con una servilleta, haciendo un mohín de desprecio.

— No me importa lo que JungWon quiera ni lo que ustedes digan — dijo JaeJoong —. Él tiene mi marca y, según lo que sé, eso significa que me pertenece. Pasará su primer celo conmigo, lo anudaré y lo dejaré preñado con crías.

A medida que hablaba, JungWon fue palideciendo más y más. TaeHyun lo abrazó, soltando feromonas maternas para calmarlo, viendo que empezaba a hiperventilar.

— ¡Eres repugnante! — saltó HeeSeung. — ¡Lo tocas y te mataré, JaeJoong!

— Ya lo toqué — se burló JaeJoong —, y no hiciste nada, HeeSeung. Qué débil.

HeeSeung hizo el amago de ponerse de pie, pero BeomGyu le dirigió una mirada. Sin embargo, TaeHyun leyó la rabia en sus ojos.

— ¿Cuánto dinero quieres para dejarlo en paz? — dijo BeomGyu, su tono bajo. — Como dije antes, puedes pedir lo que quieras.

— No quiero nada — el chico se encogió de hombros. — Quiero a JungWon. Quiero que sea mi Omega, que me mire y se abra de piernas para mí.

— ¡No! — saltó el niño. — ¡No, yo no quiero!

— Por dios — TaeHyun soltó un ruido de ira —, él no te quiere. JungWon te odia y te tiene asco, ¿acaso no puedes sentir un poco de compasión, bastardo?

— No me importa si no me quiere — se rió JaeJoong. — Los Omegas solo sirven para follar, y yo quiero follarme mucho a JungWon.

BeomGyu golpeó la mesa, sobresaltando a todo el mundo. TaeHyun se dio cuenta enseguida de que, además de hacer eso, rompió también la copa de vino: una mancha violeta apareció en el mantel. Cuando BeomGyu levantó la mano, pudo ver la sangre.

— Gyu, tu mano... — dijo TaeHyun.

— Los Omegas no son objetos — gruñó BeomGyu, agarrando una servilleta y poniéndose de pie. — Los Omegas no son cosas, JaeJoong. Si dices algo así otra vez, te romperé la nariz.

Silencio. La sangre no dejaba de brotar de los cortes en la palma de la mano de BeomGyu.

TaeHyun quiso levantarse, pero BeomGyu sacudió la cabeza.

— No, no te preocupes — le dijo, y TaeHyun se estremeció porque el tono de su marido seguía siendo duro. — Iré a curarme yo. Tú quédate aquí, TaeHyunnie.

TaeHyun obedeció, sabiendo que debía hacerlo para no dejar a los cachorros solos en presencia de ese chico. BeomGyu suspiró, girándose y yendo al cuarto matrimonial, al baño de esa habitación, porque TaeHyun tenía un botiquín allí para esas emergencias.

Además, quería aprovechar eso para despejar un poco su cabeza, el ambiente cargado de tensión en el comedor le estaba dando un fuerte dolor de cabeza. Sabía, además, que HeeSeung se encargaría de que JaeJoong no cruzara alguna línea con su familia.

Entró al baño, buscando el botiquín, abriéndolo y sacando lo necesario para limpiar sus heridas. No sabía de dónde sacó el impulso de golpear la mesa –y de paso, quebrar una copa–, pero las cosas que JaeJoong estaba diciendo eran horribles, repugnantes, así que debía callarlo de alguna forma, aunque sonara violento. El nunca se consideró como un Alfa de ese tipo, sin embargo, ese chico lo sacaba de sus casillas con esa actitud.

Rebuscó para sacar unas vendas, observando superficialmente los anticonceptivos de TaeHyun.

JaeJoong era realmente despreciable, hablando así sobre su cachorro en su presencia, creyendo que él no–

"¿Qué?"

Dejó lo que estaba haciendo unos segundos, antes de voltear su vista hacia los anticonceptivos que dejó sobre el lavabo junto al resto de cosas. La sangre seguía escurriendo de la palma de su mano, sin embargo, agarró las pastillas, volteándolas para ver... para ver...

Sintió náuseas repentinas.

¿Por qué esos anticonceptivos estaban allí? TaeHyun no dijo que volvería a tomarlos. Quizás, se le olvidaron que los dejó en ese lugar, sí, eso debía ser.

Pero no pudo evitarlo, y empezó a calcular. El anticonceptivo que correspondía a ese día no estaba, junto a los de los días anteriores. Debía ser una casualidad, por supuesto que sí, era solo–

"¡Vete a la mierda, BeomGyu! ¡¿Todavia quieres un puto cachorro?! ¡¿Pues sabes qué, Alfa?! ¡No te daré nada, no pienso darte ningún bebé, puedes quedarte con las jodidas ganas de otro hijo porque lo único que te daré yo es una mierda, bastardo insensible!"

Casi podía ver a TaeHyun gritándole eso y se estremeció.

Todas las veces que ellos intentaron tener otro cachorro, con BeomGyu anudando dentro de su esposo, y TaeHyun luego iba al baño, echando a correr el agua para ducharse, preocupado todos los días... todos los días...

Volvió a limpiar sus heridas, pero el dolor se le hizo ajeno, desconocido, porque en ese instante, BeomGyu se estaba sintiendo traicionado. Enfurecido. Y un idiota.

TaeHyun aseguró varias veces que no podía quedar preñado por el ambiente de constante pelea entre ellos, y lo seguían intentando, varias veces, sin que ocurriera algo. BeomGyu consideró incluso que tal vez su fertilidad se estaba viendo afectada, pensando en hacerse exámenes, cuando... cuando...

Se vendó la herida, observando su reflejo un instante. Podía sentir la rabia bullendo en su interior.

TaeHyun se estuvo riendo de él todo ese tiempo, prometiéndole un cachorro, pero asegurándose de no dárselo. Era muy probable que incluso decidiera aceptar la propuesta que le dio él horas atrás, pero seguiría tomando sus pastillas y aludiría a que las cosas no se dieron. TaeHyun le hizo ver como... como un imbécil.

Agarró los anticonceptivos y los sacó de sus empaquetamientos, echándolas al inodoro, viendo cómo se disolvían lentamente.

Podía verse con diez años, creyendo que sus papás se amaban mucho, tratándose siempre con respeto, aunque su madre era tan desinteresada con su Alfa. Tan indiferente a veces.

"No se impone, ese Alfa no se impone. Su Omega tarde o temprano le dejará porque su Alfa le permite muchas cosas, no es un Alfa respetable. Qué patético."

BeomGyu le permitió tantas, tantas cosas a TaeHyun, siempre preguntando su opinión, dejando que le levantara la voz, permitiendo que se dirigiera a él con palabras groseras, ignorando sus advertencias, porque BeomGyu no era un Alfa que se imponía.

BeomGyu era un Alfa patético, como su padre.

Echó a correr el agua antes de salir del baño y volver al comedor, viendo a TaeHyun sentado en la mesa, abrazando a JungWon. JaeJoong tenía una expresión de hastío.

La rabia volvió a arder cuando sus ojos se posaron en su esposo. Su pareja.

Su Omega que le engañó todos esos meses.

— Niños — dijo, y para su sorpresa, su tono era calmo —, necesito que vayan a dar una vuelta, ¿está bien?

— ¿Papá? — preguntó SungHoon, atónito.

— Quiero conversar con JaeJoong a solas, con su madre — BeomGyu trató de lucir relajado y no iracundo. — ¿Pueden ir a dar una vuelta? Los tres juntos.

Sus hijos se miraron. TaeHyun no dijo nada, parecía a favor de eso, así que los muchachos no tardaron en ponerse de pie, saliendo minutos después. El silencio tenso volvió, sentándose en la mesa, y TaeHyun ocupó el lugar de HeeSeung.

— Podemos darte la cantidad de dinero que quieras — insistió TaeHyun, retomando la conversación. — JungWon no te quiere, si piensas que–

— Creo que es algo perdido — dijo BeomGyu de pronto, callando al Omega. — JaeJoong no cambiará de opinión.

El adolescente enarcó una ceja. TaeHyun parpadeó, aturdido unos segundos.

— ¿Qué?

BeomGyu no sabía cómo estaba haciendo para seguir calmado, cuando su Alfa estaba ardiendo en enojo, en cólera. Su Omega lo traicionó sin pestañear ni un poco, y él quería tanto hacerle daño, hacerle ver que no tuvo que hacer eso.

— JaeJoong está encaprichado con JungWon — dijo BeomGyu —, y un Alfa encaprichado no dejará de insistir hasta que consiga lo que quiera.

— Oh, nos estamos entendiendo — se volvió a reír JaeJoong.

El rostro pálido de TaeHyun se tornó de pronto rojo por la rabia.

— ¿Qué mierda estás diciendo, BeomGyu? — dijo, poniéndose de pie. — ¡¿Quién mierda te crees para hacer esto?!

BeomGyu lo observó.

— Sabe, me sorprende — dijo JaeJoong, mirando a TaeHyun con desprecio —, que sea capaz de soportar a un Omega así. Se nota que es un Alfa que le permitió muchas cosas.

TaeHyun golpeó la mesa como hizo BeomGyu antes, gruñendo.

— Mira, pedazo de mierda — dijo, apuntando a JaeJoong. — Estoy harto de ti, harto de que busques hacer lo que quieras con mi hijo. ¡JungWon no es ni será tuyo jamás!

— TaeHyun, cálmate — suspiró BeomGyu. — Legalmente, no podemos hacer nada.

— ¡No me hables más, imbécil! — la cara de TaeHyun estaba deformada por la ira. — ¡¿Qué mierda te pasa a ti?! ¡Me das asco, BeomGyu!

— Omega — gruñó BeomGyu, en señal de advertencia.

Pero TaeHyun era fuego en ese instante, tan enojado, tan indignado, sin entender un poco qué ocurrió para que BeomGyu estuviera diciendo eso. Parecía haberse rendido en sus intentos, cuando ese mismo día le dijo que haría lo que fuera por su cachorro. Por su niño.

— ¿Y usted no hará nada? — cuestionó JaeJoong. — ¿Deja que su Omega le trate así?

— JaeJoong, quiero que te vayas ahora — dijo BeomGyu, su expresión de piedra. — TaeHyun, cállate. Cállate ahora mismo.

— ¿Eres un cobarde! — TaeHyun siguió gritando, tan enfurecido. — ¡¿No harás nada?! ¡¿No vas a insistir más?!

— ¿Y qué puedo hacer? — BeomGyu también se puso de pie.

TaeHyun permaneció en silencio unos segundos, sus labios temblando, su rostro colorado. Alzó la barbilla, desafiante.

— ¡Si no quieres hacer nada, entonces, yo me voy de aquí con los cachorros!

BeomGyu lo observó otra vez, volteando hacia JaeJoong, que sonreía burlón. Era la misma sonrisa burlona que ponían sus compañeros cuando su mamá se fue.

La ira seguía bullente en su cuerpo, porque TaeHyun lo estaba amenazando ahora con irse. Con dejarlo.

¿BeomGyu no le dejó claro, semanas atrás, lo que pasaría si se iba?

TaeHyun no lo estaba tomando en serio, porque no le tenía respeto alguno. Su Omega no respetaba a su Alfa. TaeHyun nunca creyó en sus palabras, en sus amenazas, riéndose de él al tomar sus pastillas, al desafiarlo frente a todos, al actuar como si mandara en su vida.

TaeHyun no lo reconocía como su Alfa.

— Vete. Ahora. Mismo — le gruñó a JaeJoong.

El chico levantó sus manos en señal de paz, aunque la sonrisita seguía allí.

Cuando el chico se despidió de ellos, TaeHyun escupió al suelo, girándose para ir hacia el cuarto.

BeomGyu se quedó un momento quieto, tomándose su tiempo para ir a la habitación. Cuando entró, vio el bolso sobre la cama y a TaeHyun buscando sus cosas en el armario.

— No me hables — le gruñó el Omega —, me voy de aquí, ¡eres una mierda!

BeomGyu cerró la puerta y la rabia estalló.

¿Cómo TaeHyun se atrevía a amenazarlo de esa forma, a él, su Alfa? ¿Cómo TaeHyun era capaz de eso, de decir que se iría? TaeHyun no podía dejarlo, porque era suyo. Desde que lo miró por primera vez que era suyo.

La primera vez que lo amenazó con eso, BeomGyu lo mantuvo a raya con sus palabras. Pero TaeHyun seguía insistiendo a pesar de lo que le dijo.

Lo agarró de la muñeca, volteándolo, y pudo ver el miedo repentino en los ojos de su Omega.

— ¿Vas a dejarme? — apretó su muñeca. — ¿Vas a atreverte a eso, TaeHyun?

— Suéltame — dijo TaeHyun.

— ¿Sabes que me pillé hoy, TaeHyun? — le gruñó, y tiró de él al baño. — ¡Tus anticonceptivos! ¡Tus jodidos anticonceptivos!

— ¿Qué?

El Omega miró hacia el cuarto de baño, viendo el botiquín todavía abierto, los medicamentos desparramados. La tableta de anticonceptivos estaba vacía sobre el lavabo.

Se volteó hacia BeomGyu.

— ¡¿Qué hiciste con ellos?! — le preguntó, aterrado.

— Me deshice de esas porquerías — BeomGyu lo agarró de las mejillas, apretándoselas. — Dime la verdad ahora, Omega. Cuando me prometiste el cachorro, ¿los estabas consumiendo?

 —Me haces daño — hipó TaeHyun apenas.

A BeomGyu no le importaba. No le interesaba. Él quería saber la verdad.

Omega — se impuso, gruñendo roncamente, sintiendo el estremecimiento del más bajito junto a su cuerpo —, dime la verdad.

Las pupilas de TaeHyun se dilataron en señal de horror, pero BeomGyu no se amedrentó. Por el contrario: podía sentir el placer de tener el control de la situación.

— Sí — confesó TaeHyun —, sí, lo hice. No las dejé en ningún momento, ¡no quiero ningún cachorro más!

BeomGyu lo soltó, empujándolo. TaeHyun tropezó, pero alcanzó a agarrarse de la pared para no caer, temblando.

— Me lo prometiste — murmuró BeomGyu.

— ¡Y eso qué! — TaeHyun parecía haber recobrado un poco de su valentía. — ¡Es mi cuerpo, no tuyo! ¡Tú no eres mi dueño!

No, qué mentira más grande. Desde que BeomGyu lo marcó, que TaeHyun le pertenecía a él, a nadie más. TaeHyun no era de nadie más, solo de él, era su dueño.

BeomGyu siempre quiso verlo de otra forma, pero al final, todo se reducía a eso: el Omega pertenecía al Alfa, porque así lo dictaba su sociedad.

TaeHyun fue hacia el bolso.

— No te quiero. — dijo el Omega, agarrándolo — Me voy de aquí, BeomGyu, ¡no quiero que seas más mi Alfa!

Pero TaeHyun no dio ni dos pasos cuando BeomGyu volvió a agarrarlo del brazo, tirando de él. El Omega trató de luchar al firme agarre, pero era imposible, porque BeomGyu lo pegó a su cuerpo, su rostro cubierto de ira roja y rabia ciega.

El Alfa lo empujó hasta que chocaron contra la puerta, cerrada con llave.

— ¿Te vas? No, TaeHyun — gruñó BeomGyu, oyendo los gimoteos del más bajo. — Tú te quedarás aquí, para siempre, porque tú eres mío.

— BeomGyu, suéltame — susurró TaeHyun.

— Deja de darme órdenes — espetó BeomGyu —, deja de creerte alguien aquí, TaeHyun, porque no lo eres. No eres nadie, excepto mi Omega — volvió a agarrarlo de las mejillas. — Y eso te convierte en mi pertenencia.

— BeomGyu, tengo miedo — lloró TaeHyun, tratando desesperadamente de liberar feromonas de terror para compadecerlo.

Pero BeomGyu se enfureció más al sentirlas, porque: ¿qué se creía TaeHyun, creyendo que lo podía controlar así? ¿Creyendo que podía suavizarlo?

— Me engañaste — BeomGyu endureció su mandíbula —, me mentiste, TaeHyun. Me hiciste ver como un imbécil, ¿no es así? ¿Te gustó eso? ¿Te gustó burlarte de mí?

— Yo no... No quería eso, no fue mi intención, no...

— No lo harás más — BeomGyu le apretó las mejillas —, nunca más, ¿entendido?

— Sí, está bien — tartamudeó TaeHyun. — Lo prometo, lo prometo...

⚠️

El Alfa lo volvió a mirar antes de besarlo bruscamente, tan feroz, tan duro, que TaeHyun se sintió mareado un instante. El miedo aumentó, su Omega temblando, queriendo huir de ahí, porque BeomGyu jamás le trató de esa forma.

BeomGyu nunca en la vida le dijo todas esas cosas, lo agredió tan duro, le hizo daño. BeomGyu no era ese tipo de Alfa. BeomGyu era bueno, se lo juró varias veces, BeomGyu era–

Gimoteó de dolor, tratando de alejar a BeomGyu de su cuerpo cuando le mordió el labio.

— No quiero — jadeó TaeHyun, viendo que no fueron las palabras correctas al ver como el rostro de su esposo se ensombreció —, en... en otro momento, Gyu, no ahora, no...

Lloró, sin poder evitarlo, porque el Alfa lo agarró del cuello solo con una mano.

— Yo quiero ahora, TaeHyun — le dijo, su tono suave, enviando escalofríos por su espina dorsal. — ¿Y eso qué significa?

No pudo contestar porque BeomGyu lo volvió a besar, tan enojado, tan enfurecido, sus manos comenzando a luchar por quitarle la ropa.

TaeHyun trató de resistirse todavía.

— ¡No, no! — sollozó, los dientes de su esposo en su cuello, tratando de desabrocharle la ropa —. Alfa, Alfa, no, por favor...

El cuarto estaba cargado de feromonas de terror y rabia, mareándolo más. TaeHyun trataba de resistirse, temblando por los gruñidos que BeomGyu le soltaba, queriendo empujarlo de su cuerpo, pero cada vez, el Alfa lo seguía intentando con más y más cólera. Lo podía sentir en su aroma, en su enlace medio muerto.

— Quédate quieto, por dios, Omega.

TaeHyun seguía queriendo alejarlo, sacudiendo su cabeza, llorando entre súplicas.

— Por favor, para, por favor, Gyu — gemía, destrozado —, por favor, no ahora, por favor, por favor...

Estuvieron forcejeando otros minutos, el Alfa sin dejar de advertirle que se dejara y TaeHyun sentía cómo sus palabras desaparecían poco a poco, aturdido, destrozado, el dolor creciendo en su herido Omega.

— ¡BeomGyu, ya, ya!

BeomGyu se detuvo y TaeHyun lloró más fuerte.

Omega.

— Lo haré — sollozó TaeHyun —, pero suéltame. Suéltame, Alfa. Por favor.

Su esposo obedeció, con sus ojos brillando en señal de ira viva.

TaeHyun limpió sus mejillas, todo su cuerpo temblando. No quería hacerlo, no quería que BeomGyu lo follara, no quería que lo tocara. Pero una mirada al Alfa bastó para saber que, si no lo hacía por las buenas, sería por las malas.

Y, si las malas implican algún golpe, TaeHyun no podía soportarlo. Si las malas implican más forcejeo, para terminar siendo sometido igual, TaeHyun prefería evitarlo.

TaeHyun quería fingir que él quería, aunque no fuera así.

— Ahora.

— Sí, sí — TaeHyun sentía su cuello doliendo por todas las mordidas, sus brazos ardiendo gracias al agarre, sus mejillas sintiéndose entumecidas —, lo haré, lo haré...

TaeHyun comenzó a desnudarse.

BeomGyu lo observó en helado silencio, viendo cómo se quitaba la camisa, los pantalones, la ropa interior, quedando sin prenda alguna frente a él.

El Omega seguía llorando, porque esperaba que BeomGyu se compadeciera de él, le dijera que se detuviera, que dejara de hacer eso. Pero no ocurrió, los ojos del Alfa eran impenetrables y duros, tan horribles como nunca imaginó.

Ese no era su BeomGyu. TaeHyun quería a su Gyu.

— Boca arriba en la cama — gruñó BeomGyu —, ábrete de piernas, TaeHyun — BeomGyu comenzó a desabrocharse los pantalones.

TaeHyun obedeció, hipando. Podía sentir a su Omega como si estuviera en una esquina, acurrucado, queriendo protegerse de lo que iba a ocurrir.

Su esposo se arrodilló en la cama, entre sus piernas, sacándose el miembro de su ropa interior. Era más humillante, porque TaeHyun era el único desnudo en ese cuarto.

El pene de BeomGyu estaba duro, pero al Omega nunca le pareció más repugnante que nunca.

Cubrió sus ojos con su brazo, conteniendo las ganas de vomitar cuando los dedos del Alfa fueron a su culo, a su entrada.

— No estás lubricado — le espetó.

TaeHyun se obligó a producir lubricante, pero su cuerpo no respondía. Su cuerpo estaba frío.

BeomGyu no se compadeció.

Y el Omega gimió de dolor.

— Si lubricas, dolerá menos — le soltó BeomGyu, el cuerpo pesado sobre el suyo.

TaeHyun no quitó el brazo, dejando que su esposo le agarrara de los muslos, levantándole las piernas, comenzando a embestir.

Gritó, cuando el primer azote cayó en su trasero.

— ¿A quién le perteneces, TaeHyun?

El Omega sollozó.

— A ti. A ti.

Otro azote.

— ¿Te irás de esta casa, TaeHyun?

TaeHyun nunca sintió tanto dolor en su vida como en ese momento. No era solo el hecho de que BeomGyu estuviera haciendo eso con su cuerpo, sino que, también, su Omega se sentía morir con lo que pasaba.

— No. No.

Todo él estaba muriendo con el doloroso hecho de que BeomGyu estuviera abusando de él, sin compasión, cuando solo unas horas atrás le trataba de otra forma. Era su Alfa, se suponía, su Alfa jamás le haría daño, su Alfa le debía cuidar, proteger, tratar con amor.

Pero también, su Alfa era el encargado de que se portara bien, de que fuera bueno.

TaeHyun no lo entendía, ¿cómo el hecho de que BeomGyu le hiciera eso, significaba amor?

¿Era esa una forma de que aprendiera su lugar?

— Dios, ¿quieres moverte y hacer algo más que llorar? — le gritó BeomGyu. — ¡Eres un jodido muñeco!

— Por favor, termina — sollozó TaeHyun. — Termina. Termina. Me duele, Gyu.

— ¡Me importa una mierda!

— ¡¿PAPÁ?! ¡¿MAMÁ?!

TaeHyun se estremeció al oír el grito de HeeSeung, al otro lado de la puerta, tocándola con furia. Pero BeomGyu no se detuvo un poco. BeomGyu lo embistió con más fuerza, dejando caer otro azote.

El Omega no sabía cuántos minutos pasaron, cuánto tiempo estuvo en esa posición, cubriendo sus ojos, solo murmurando en voz baja, oyendo los gruñidos de BeomGyu. Trató de ignorar los gritos de HeeSeung, que cada vez se tornaban más y más desesperados.

Anudó y se corrió en su interior. Pero no lo mordió. El cuerpo de TaeHyun estaba quieto, sin hacer otro movimiento, excepto llorar.

Cuando el nudo bajó, BeomGyu se enderezó. Sin delicadeza, se salió de su interior, poniéndose de pie. TaeHyun recién bajó su brazo, mirándolo como si fuera un desconocido, como si no le reconociera.

El Alfa guardó su polla dentro de sus pantalones, cerrándolos.

⚠️

— Si veo otros anticonceptivosle — dijo con ira —, prometo dejarte un ojo morado, TaeHyun.

El Omega no respondió.

BeomGyu fue hacia la puerta, abriéndola y haciendo a HeeSeung a un lado, caminando lejos de allí. Su hijo mayor entró al cuarto enseguida, sin obtener respuesta alguna de su papá, y palideció al ver la escena.

— Fuera — susurró TaeHyun.

HeeSeung cerró la puerta con llave, entrando solo él.

— Mamá — murmuró HeeSeung, sus ojos lagrimosos —, mami...

— No — su voz estaba quebrada, destrozada, apenas un hilo —, no, Seunggie... Los... ¿Los cachorros?

— JungWon y SungHoon están juntos en nuestro cuarto — HeeSeung no sabía qué hacer, sin mirarlo a los ojos, a su cuerpo —, escuchamos tus... tus gritos y... y los mandé allí...

Silencio entre ellos. TaeHyun sentía las lágrimas cayendo por su rostro.

El Alfa fue al baño, echando a correr el agua de la bañera. Volvió pocos minutos después.

— Debes bañarte, mamá — le dijo, su tono también roto. — Tienes sangre.

TaeHyun no quería mirarlo, pero lo terminó haciendo: las sábanas ensangrentadas. Apenas lubricó.

Dejó que HeeSeung lo ayudara para ir al baño.

Una vez en la bañera, hundido en el agua, HeeSeung salió del cuarto. TaeHyun lo vio de reojo sacar las sábanas, llevándolas al cuarto de lavado.

El invierno llegó.

¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro