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10


BeomGyu era un imbécil.

Apretó el borde del lavabo, incapaz de sostener su mirada frente al espejo. El agua corría mientras soltaba el aire que estuvo conteniendo. Se maldijo en voz baja al ver a TaeHyun otra vez frente a él, roto y llorando, sabiendo que el culpable de eso era él.

Solo él y nadie más.

Las cosas horribles que dijo se repitieron en su mente y humedeció su rostro con fuerza, como si de esa forma pudiera alejar todas sus palabras. Santo dios, ¿cómo fue capaz de soltar todo eso y humillarlo de vil forma, tocando allí donde más le afectaría?

Como si BeomGyu pudiera mandarlo a la cárcel. Como si BeomGyu se quedara tranquilo sabiendo que su Omega, su bebé, su vida entera, no estaba con él.

TaeHyun no lo sabía porque BeomGyu no se lo demostraba, pero realmente estaría perdido sin él, sin tenerlo a su lado, siendo un estandarte para mantenerlo firme en todo momento. TaeHyun era más que su Omega, lo supo desde que lo marcó, era prácticamente su compañero de vida, y BeomGyu lo hirió en lo profundo del alma.

Lo supo por el enlace débil que estaban compartiendo en ese momento.

¿Con qué cara podría mirarlo ahora? ¿Cómo sería capaz de sostenerle los ojos sin sentir vergüenza alguna?

"Perdón. Perdón" quería decir mientras lo abrazaba y consolaba, pero tenía claro que eso era mostrarse débil ante pareja, y esa jerarquía que, durante tanto tiempo, aprendió iba a desmoronarse de golpe.

Ese lugar que aprendió a base de golpes y caídas.

Toda esa vida familiar que construyó con tanto esmero estaba cayendo, como un castillo de arena, siendo cubierto por furiosas olas de mar. Su Omega sentía miedo, miedo, por él, mientras sus hijos le veían ya no como el Alfa de la casa, sino como un desconocido.

Quizás siempre lo fue. Quizás nunca fue un verdadero padre para ellos, porque se dio cuenta que los cachorros solo tenían ojos para TaeHyun, siempre buscándolo por cariño, por atención, el Omega nunca negándose a nada.

A él tampoco le negaba nada, no hasta semanas atrás, cuando todo comenzó a derrumbarse.

Ni siquiera sabía de dónde sacó todas esas palabras que le dijo a TaeHyun. De pronto, estuvieron en su boca y las soltó sin pensarlo, el único pensamiento que estaba en su mente era el de la amenaza de su Omega.

Irse con los cachorros. Abandonarlo.

Esa idea lo aterraba a más no poder, ¿qué haría él sin TaeHyun ¿Sin su familia? BeomGyu no podía soportar esa idea.

BeomGyu no podría soportar que su familia lo abandonará otra vez.

Tomó aire nuevamente, saliendo del baño. Decidido a arreglar el tenso y triste ambiente que rodeaba a su hogar.

HeeSeung lo encontró llorando.

TaeHyun siempre procuró quebrarse a escondidas de todo el mundo, porque no le gustaba que se preocuparan por él, pero ahora no pudo aguantarlo, no cuando la humillación y amenaza que BeomGyu le hizo estaba marcada en su piel como un hierro a fuego vivo.

Estaba abrazado en el suelo de la cocina, cubriendo su boca con su mano para aguantar los sollozos, cuando la puerta se abrió de pronto y su hijo mayor apareció.

— ¿Mamá? — preguntó, con sorpresa.

TaeHyun frotó sus ojos rápidamente.

— E-estoy bi-bien — tartamudeó apenas, sacudiendo su cabeza —, solo...

Se sobresaltó cuando HeeSeung se arrodilló ante él y lo abrazó de golpe, sus ojos llorosos, aferrándose a él con fuerza. TaeHyun le devolvió el abrazo, titubeante, su cabeza doliendo por todo el llanto.

— No te preocupes, mamá — dijo HeeSeung, con la voz como un hilo. — Lo estás haciendo bien, de verdad. Hoonnie, Wonnie y yo te amamos un montón, mami.

Alivio recorrió su cuerpo al darse cuenta de que los cachorros no escucharon su discusión con BeomGyu, antes de romper a llorar por sus palabras, aferrándose a él con mayor fuerza.

— Los he... he te-tenido algo abandonados, lo si-siento...

— No, no digas eso — HeeSeung le acarició el cabello. — Los que debemos pedirte perdón somos nosotros por la forma en la que te tratamos antes. Lo siento mucho, mamá, todo lo que dije... — la voz del menor se quebró — perdóname, por favor.

TaeHyun no tenía que perdonar nada, ya todo estaba olvidado para él. Él se limitó a besar a su primogénito en la mejilla.

— Te amo — le dijo, olvidando las lágrimas momentáneas, agarrando a HeeSeung de la barbilla —, eres mi cachorrito mayor, mi cachorrito Alfa, y estoy muy orgulloso de ti y por la forma en la que defiendes a tus hermanos — su hijo asintió, hipando. — Serás un gran Alfa, HeeSeunggie.

HeeSeung comenzó a llorar a lágrima viva, acurrucándose contra su pecho mientras se deshacía en llanto, porque sentía mucha culpa sobre sus hombros: por actuar cruel con su mamá, por avergonzarse de él, por no haber estado junto a JungWon...

Para la hora de la cena, TaeHyun sirvió los platos. BeomGyu ya estaba sentado en la mesa, levantando la vista cuando el Omega dejó la comida frente a él, e hizo el amago de agarrarle la mano.

Sin embargo, lo soltó al notar los estremecimientos del Omega, que mantenía la vista baja.

— E-estaré con JungWon — susurró alejándose, casi corriendo a la cocina otra vez.

BeomGyu soltó un suspiro bajo, volteándose hacia los mellizos. SungHoon estaba también mirando al suelo, mientras que HeeSeung le fruncía el ceño.

— ¿Pasa algo? — le preguntó, con calma.

HeeSeung bufó.

— Nada — contestó, hosco.

BeomGyu entrecerró los ojos.

— HeeSeung — ordenó.

— ¿Realmente amas a mamá? — le soltó, su tono lleno de rencor. — Pareciera que solo lo ves como tu esclavo.

El Alfa mayor apretó su mandíbula, sin dejar de mirarlo, sus ojos inundados por la furia. SungHoon se encogió, sus labios temblando, el aire cargado de feromonas llenas de ira.

— Mi relación con tu madre no es de tu incumbencia — le advirtió.

HeeSeung chasqueó su lengua, pero decidió no decir otra cosa, agarró la mano de su mellizo por debajo de la mesa, y le dio un apretón suave. SungHoon se lo devolvió.

Mientras, TaeHyun se sentó frente a su hijo menor, que estaba pintando un cuaderno de dibujos para distraerse.

— Te compraré otro libro — aseguró TaeHyun, al notar que era el último dibujo que le quedaba por pintar.

JungWon tenía doce años, sin embargo, esos últimos días parecía adoptar la actitud de un cachorrito de seis años. A TaeHyun no le importaba, no mientras pudiera protegerlo de todas las personas que querían hacerle daño, aunque dentro de esas personas estuviera BeomGyu.

Pensar en su marido lo estremeció. Ya no lo reconocía como el Alfa del que se enamoró tiempo atrás, le era un completo desconocido, y su Omega se doblegaba ante él solo por la marca en su cuello.

Ese pensamiento lo deprimió.

— Mami — dijo entonces JungWon, llamando su atención —, lo que le dije a ChaeYoung hoy es cierto. Eres una buena mamá y te amo mucho.

TaeHyun sintió ganas de llorar otra vez, pero ahora eran lágrimas de conmoción ante sus palabras. Él no se sentía buena madre, ni siquiera un buen Omega. Se sentía como un fracaso.

Quitó el cabello del rostro de su hijo menor, viendo sus ojitos de bambi, enormes y expresivos.

— ¿Quieres que siga durmiendo aquí contigo, o prefieres que te deje solo? — le dijo, acariciando sus mejillas.

JungWon puso una expresión triste.

— ¿Papá quiere que estés con él? — le preguntó en voz baja.

BeomGyu no se lo dijo, pero TaeHyun sabía que la idea estaba implícita en su amenaza hace unas horas.

Ser el Omega que era. Ser un buen Omega.

¿Cómo BeomGyu esperaba que actuara así cuando sus hijos eran los que sufrirían? Ser un buen Omega implicaba entregarle a ese repulsivo Alfa a su cachorro en bandeja de plata, y TaeHyun jamás haría eso, ni aunque su vida corriera peligro.

— Bebé...

— Quiero que estés conmigo — dijo JungWon, con los labios temblando. — No quiero que papá te siga presionando para tener un cachorro. Hiciste eso por mí, y yo quiero protegerte un poco.

¿Es que todos se pusieron de acuerdo para hacerlo llorar ese día? TaeHyun sentía que no era justo, porque, además, su celo estaba a solo unas semanas, y eso le ponía más sensible.

— Estaré a tu lado, cachorrito — le aseguró, viendo su sonrisa débil. — Jamás, jamás, me iré lejos de ti.

TaeHyun se lo prometió. Sus hijos siempre serían su vida entera, y nadie les pondría un dedo encima. Ni siquiera BeomGyu.

SungHoon soltó un suspiro cuando el timbre, que anunciaba el fin de las clases, resonó en todo el colegio. Era su segundo día sin su mellizo a su alrededor cuidándolo, y las cosas se sentían algo raras por ello.

Siempre se quejaba de que HeeSeung era demasiado pegote con él, sin dejarle solo en ningún momento, e incluso llegaba a tildarle de exagerado en muchos momentos, irritado porque apenas le dejaba un instante con SeongHwa.

Sin embargo, desde lo ocurrido con JungWon, SungHoon llegó a comprenderlo más: un Omega sin un Alfa era vulnerable.

Además, todo el mundo lo miraba y hablaba de él en voz baja porque era el hermano del Omega marcado y el Alfa violento. A SungHoon no le importaba, estaba muy orgulloso de que HeeSeung no dudaba en golpear al imbécil de JaeJoong, sabiendo por otro lado la verdad sobre lo ocurrido con JungWon.

Vio a SeongHwa apoyado en su casillero y se acercó a él, abrazándolo.

— ¿Día difícil? — le preguntó su pareja, luego de darle un beso en la frente.

— Todos aquí son unos cretinos — le murmuró, suspirando de felicidad por el aroma del mayor envolviéndolo.

SungHoon realmente lo quería, no lo veía como un capricho ni un pasatiempo. Para él, SeongHwa era su futuro Alfa, su mitad, la persona con quien quería compartir toda su vida, y no podía esperar a ser mayor de edad para casarse.

Quería mucho a su mamá, pero a veces sentía que estaba exagerando las cosas. SeongHwa sería un buen Alfa para él, le quería también, así que no debía preocuparse de esa situación.

Le dio la mano cuando comenzaron a caminar por los pasillos, el mayor contándole sobre su día, platicando hasta que salieron del enorme edificio y alguien apareció.

— ¿Hyung! — gritó SungJun detrás, y SeongHwa se volteó. SungHoon también lo hizo.

— ¿Qué pasa, SungJun? — preguntó SeongHwa.

— ¿Le puedes decir a mamá que llegaré algo tarde? ¡Tengo reunión con el resto de los presidentes!

— Siempre es lo mismo contigo...

— Oye, SungJun.

SeongHwa dejó de quejarse cuando, a su lado, SungHoon habló con voz grave e incluso llena de molestia. El Alfa menor miró al Omega, desconcertado, sonriéndole de manera educada.

— ¿Sí, SungHoon? — preguntó SungJun.

SungHoon apretó su mano libre en un puño.

— ¿Ya irás a visitar a JungWon, o qué?

Se instaló un tenso silencio entre ellos, porque a su alrededor las conversaciones de los otros estudiantes continuaban, risas y gritos resonando. SungHoon, sin embargo, no dejaba de mirar a SungJun con ojos desafiantes, en tanto SeongHwa ponía una expresión incómoda.

— ¿Por qué debería ir a visitarlo? — dijo SungJun, con un tono que bordeaba entre lo cuidadoso e incrédulo.

SungHoon parpadeó.

— Porque lo estabas cortejando — le soltó, tratando de controlar el volumen de su voz —, porque él te veía como su Alfa y tú lo veías como tu Omega.

SungJun miró hacia su hermano mayor, como si estuviera pidiéndole ayuda, aunque solo recibió una sacudida de cabeza.

— Sí, le cortejaba — concedió SungJun —, pero eso era cuando no tenía un Alfa — se encogió de hombros. — JungWon ahora tiene uno, y no soy yo.

El Omega volvió a parpadear, sin poder creerlo, esperando que SungJun soltara que estaba bromeando y que iría a ver a su triste hermanito menor luego de esa reunión.

— SungJun no ha venido — le había dicho JungWon dos días atrás, envuelto en sus sábanas llenas del olor de mamá. SungHoon siempre le acompañaba mientras mamá preparaba la cena —, ¿por qué no le dices que venga a verme, Sunggie?

SungHoon lo miró, viendo sus ojos llenos de pena y sufrimiento, escuchando su vocecita quebrada y sacudida por el llanto agotado. Liberó feromonas suaves, no eran tan fuertes como las de mamá, pero al menos le calmaban un poco.

Ellos nunca se llevaron muy bien, siendo honestos. Al ser los dos Omegas, siempre pelearon por la atención de los Alfas de la casa, en especial de BeomGyu.

SungHoon se sintió muy celoso cuando nació JungWon y toda la atención fue para él; y, cuando creció y se convirtió en un chico tan bonito y adorable, los celos crecieron más. Su mellizo, HeeSeung, estaba encima de JungWon todo el tiempo para cuidarle mientras que mamá le mimaba sin descanso alguno. Incluso papá le hacía más cariños.

Aunque ahora todo eso quedó olvidado, porque todos le fallaron a JungWon. Todos excepto mamá.

— Tal vez está ocupado con tantas actividades — le respondió SungHoon —, pero se lo diré, ¿está bien, Wonnie?

Su hermanito asintió, algo más animado, volviendo su atención al dibujo que pintaba. Descubrieron días atrás que eso servía para distraerlo un poco de todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

SungJun, frente a él, permaneció sin decir otra cosa, como si ya todo hubiera quedado claro entre ellos.

Pero SungHoon se enojó. Se enojó demasiado.

— ¿Qué mierda estás diciendo? — le dijo, ganándose una mirada sorprendida del Alfa. —Tú sabes bien que JungWon no quiere a JaeJoong ni aceptó su marca. Él solo te quiere a ti como compañero, a nadie más, ¡tú también lo veías de esa forma!

SungJun hizo un gesto, con su rostro calmo, aunque sus ojos contenían una extraña advertencia.

— Si siguiera cortejando a JungWon, JaeJoong vería eso como una amenaza y me pondría en aprietos — le sonrió con indulgencia .— Hay más Omegas que puedo cortejar, ¿sabes? — dio un paso y, a pesar de ser menor, se veía imponente frente a SungHoon —. Aunque no lo crean, ustedes no son indispensables hasta que tienen nuestras marcas.

SungHoon lo observó antes de voltearse hacia SeongHwa, que seguía en extraño silencio.

— ¿Tú opinas lo mismo? — le dijo con rabia. — ¿Tú igual crees que JungWon ahora es de JaeJoong y debe estar con él, aun cuando no lo quiere?

SeongHwa rascó su nuca.

— JungWon es un Omega — respondió SeongHwa, como si estuviera hablando con un niño pequeño —, es simpático y adorable, pero... Bueno, lo sabes, Hoonnie, él no tenía por qué estar en el baño porque esos talleres no son para Omegas — hizo un gesto despectivo. — Si hubiera sabido cuál es su lugar, esto no habría pasado.

SungHoon retrocedió, atónito, desconcertado, fuera de sí por lo que estaba escuchando. ¿Cómo era posible que hablaran de esa forma, tan a la ligera, como si el culpable fuera su hermanito de doce años y no ese Alfa cruel e inhumano? ¿Cómo eran capaces de restarle importancia al asunto, como si JungWon no estuviera sufriendo por esa injusta situación?

— ¿Entonces... — dijo, y su tono salió extraño, ahogado — si un Alfa me marcara de pronto, tú no harías nada, SeongHwa?

SeongHwa ladeó la cabeza.

— ¿Por qué debería hacer algo? Ya tienes un Alfa que te satisfaga.

Algo se quebró dentro de SungHoon, y no sabía bien qué era.

— ¿Vamos a casa? — preguntó el mayor, cuando SungJun se despidió de ellos, entrando otra vez al edificio.

SungHoon golpeó su mano con fuerza.

— ¡Jódete! — le gritó, logrando que algunas personas los miraran. — ¡Vete al diablo, SeongHwa!

— Pero qué...

SungHoon no se quedó a escucharlo, corriendo lo más rápido posible de allí y queriendo llegar pronto a su hogar, sintiendo sus ojos picar por las lágrimas que retenía. Corrió, corrió y corrió hasta que su aliento apenas salía de su garganta, su costilla dolía y se sentía algo mareado.

Pero llegó a casa.

Llegó, entró y fue al cuarto de lavandería, ignorando las preguntas de HeeSeung.

Mamá estaba allí, echando la ropa húmeda a la secadora, su rostro cansado, más pálido que nunca, ojeroso e incluso su aspecto llegaba a ser enfermizo. Sin embargo, SungHoon lo encontró muy bonito, en especial cuando volteó a mirarlo, la preocupación inundando su cara.

— ¿Sunggie, bebé? — preguntó, alarmado. — ¿Qué ocurre, mi vida?

SungHoon lo abrazó y se derrumbó contra él, llorando desconsolado.

— Lo siento — jadeaba apenas, llorando más por las feromonas de amor que lo rodearon —, lo siento tanto, mamá...

TaeHyun solo lo abrazó sin preguntar otra cosa, lleno de un infinito cariño que hacía doler a su corazón.

— ¿SungHoon ha dejado a SeongHwa?

BeomGyu contempló la espalda de TaeHyun con incredulidad, mientras el Omega terminaba de prepararle su almuerzo para el día siguiente, ya en pijama y con una bata encima. El invierno estaba acabando, pero TaeHyun seguía abrigándose como nunca.

BeomGyu recordaba que su Omega odiaba mucho el frío.

Ese pensamiento le puso triste de pronto, porque recordó también a TaeHyun llevando sus camisas y sudaderas en esas épocas de frío... o cuando estaba preñado de los cachorros. Llevaba sin hacer eso desde que empezaron todas las discusiones. Llevaba, incluso, sin tener sexo con él más de un mes. Además, TaeHyun ya no le miraba a la cara en esos últimos días.

— Sí — respondió en voz baja, sin voltearse —, ha dicho que pelearon y SeongHwa dijo cosas feas — un instante de silencio —, Alfa — añadió, con debilidad.

El más alto apretó sus manos al escuchar el título: TaeHyun también dejó de llamarlo por su nombre, solo le respondía cuando era necesario y con un "Alfa" al final. La calidez y preocupación desaparecieron de sus palabras.

— ¿Qué ha dicho SeongHwa? — preguntó BeomGyu con preocupación, porque quizás ese Alfa ofendió a SungHoon y, si fue así, él no podía permitirlo.

TaeHyun dejó caer sus hombros, sin voltearse todavía.

— Ha dicho, básicamente, que JungWon se merecía ese ataque — le dijo algo bruscamente mientras apagaba la cocina — y que, si le ocurría lo mismo a SungHoon, él no haría nada. SungJun tampoco parece estar más interesado en mi hijo, Alfa.

TaeHyun se volteó, pero seguía sin mirarlo, comenzando a guardar el almuerzo en la lonchera de BeomGyu. El Alfa tensó su mandíbula, queriendo que el más bajito le observará, aunque no logró mucho.

Era ya medianoche y los cachorros estaban acostados, durmiendo, por lo que BeomGyu apareció en la cocina de pronto y se sentó con la clara intención de conversar con él. TaeHyun lo estaba evitando por lo mismo, pues su marido se iba a la cama temprano, por lo que él daba vueltas en la casa y, cuando sabía que estaba dormido, entraba al cuarto de JungWon para acostarse con el niño.

BeomGyu suspiró.

— Bebé — le dijo, agotado.

El Omega no respondió, pero BeomGyu vio el temblor en su cuerpo.

— Quiero conversar contigo — continuó —, siéntate, por favor.

TaeHyun obedeció, aunque se sentó a su lado sin mirarlo todavía. BeomGyu le tomó la mano e ignoró el estremecimiento junto a las suaves feromonas de miedo.

Su Omega le tenía miedo. Su bonito, dulce y perfecto Omega le temía. BeomGyu quiso llorar.

— Estoy cansado de... nuestras peleas — comenzó a decir BeomGyu —, lo que te dije el otro día... Solo quería hacerte reaccionar, que te dieras cuenta de las cosas...

El Alfa se calló de golpe al oírse a sí mismo y al notar los ojos helados de TaeHyun. Bien, no fueron las mejores palabras para explicarse a sí mismo.

— Mira, lo que deseo... me gustaría que todo volviera a ser como antes — tragó saliva, sin saber expresarse bien. Sin saber cómo continuar.

Nunca le plantearon antes esa situación cuando le enseñaban a ser un buen Alfa. Todos sus profesores siempre decían que lo único que debía hacer era pedir perdón, y un Omega bueno le disculpará, olvidaría los problemas y continuarán con su vida.

Pero TaeHyun se salía de los cánones de un Omega normal: cuando lo conoció, era grosero, sarcástico y gruñón. Con el paso de los años, su actitud fue modelada a la de un "Omega perfecto", sin embargo, seguía teniendo actitudes que no correspondían.

Un buen Omega, por ejemplo, jamás habría amenazado con dejarle.

— Si los dos ponemos de nuestra parte...

— ¿Cuál es mi lugar en esta casa, Alfa?

BeomGyu dejó de hablar al escuchar la voz baja de TaeHyun, que miraba la mesa como si existiera algo interesantísimo allí.

Un silencio extraño se instaló entre ellos.

— ¿Cómo debería comportarme? Tú me lo preguntaste el otro día — el Omega continuó, apenas. — ¿Cómo tu juguete sexual? ¿Cómo tu objeto?

— No digas esas cosas.

— Pero, al final, nos rebajan a eso cuando desobedecemos — soltó una risa agotada. — Dijiste que me violarían. Que sería una puta en la cárcel si me llevo a los cachorros para salvarlos — los ojos de TaeHyun se pusieron cristalinos. — Entonces... ¿es así como me ves? ¿Como tu zorra?

— No he dicho eso.

— Pero lo crees.

Más silencio asfixiante entre ellos. TaeHyun frotó sus mejillas para alejar las silenciosas lágrimas que escaparon, su Omega queriendo hacer un nido y poder calmarse un poco.

— Nada volverá a la normalidad, BeomGyu — sollozó TaeHyun. — Mi cachorrito está marcado a la fuerza, llora y no puedo consolarlo. No puedo calmarlo y eso me destroza, porque él no merece tanto dolor por algo que no es su culpa.

— Eres mi esposo — dijo BeomGyu, dándole un apretón en la mano, queriendo que levantara la vista —, eres mi pareja y mi Omega. Tenemos un enlace mutuo y tu dolor... Tu dolor es mi dolor, TaeHyun — se obligó a aplastar su orgullo, lo suficiente para seguir hablando. — Mira, lo he pensado mucho, sé que... Sé que he actuado mal y te he decepcionado, entonces... — llevó la mano del menor a sus labios, dándole un beso suave. — Buscaremos un nuevo colegio para JungWon, ¿está bien? Lo sacaremos de allí.

TaeHyun, luego de tantos días, elevó la cabeza y se miraron a los ojos.

BeomGyu se estremeció al notarlos tan vacíos, tan dolidos, sin esa calidez que le caracterizaba cuando se miraban. Solo podía ver allí pena, tristeza. Eran irreconocibles para él.

— ¿Qué, Gyu?

BeomGyu se sintió respirar cuando oyó el apodo.

— Estamos en abril — dijo BeomGyu. — Estamos a tres meses de que las clases acaben, no sé si encontraremos cupo para un colegio a estas alturas, pero para el siguiente año... — le dio otro beso a sus nudillos. — Cambiaremos a Wonnie, ¿te parece?

— Pero ahora...

— Haré un esfuerzo — agregó el Alfa. — Podríamos contratar a un profesor privado que... que le haga las materias, y a fin de año escolar JungWon rinde exámenes libres, ¿eso suena bien, bebé? 

El Alfa se sorprendió cuando TaeHyun se puso de pie y lo abrazó de golpe, la cabeza del más bajo en su hombro, sus manos apretando el pijama en su espalda. BeomGyu le devolvió el abrazo, frotando su mejilla contra el cabello del Omega, olisqueando las dulces feromonas que liberaba.

Sí, sí, era mejor. No feromonas de miedo, sino de cariño, de amor. BeomGyu amaba sus feromonas.

— ¿De verdad? — le murmuró TaeHyun. — ¿Hablas en serio, Gyunnie?

— Claro que sí — dijo BeomGyu, dándole ahora un beso en su cuello —, jamás te mentiría, Tyunnie.

Permanecieron un instante así, abrazados, llenándose del olor del otro, el aire inundándose con las feromonas más suaves que liberaban por el contacto entre ellos.

— JungWon estará feliz — dijo TaeHyun, después de que pasaron varios minutos en un cómodo silencio entre ellos —, no ver más a ese chico abusador... Gyunnie, muchas gracias...

— TaeHyun — el Omega enmudeció al escuchar la voz seria del más alto, que alejó un poco su rostro, con su mano acariciando la mejilla del aludido. — JungWon tiene su marca, sabes lo que eso significa.

La sonrisa desapareció del rostro de TaeHyun.

— No significa nada — le dijo TaeHyun —, fue sin consentimiento, lo sabes bien — apretó los hombros del Alfa. — No me pidas que obligue a mi hijo a pasar su primer celo con alguien a quien no ama, BeomGyu.

BeomGyu tomó aire.

— No estoy diciendo eso, bebé — comenzó a decir, tratando de sonar suave, porque no quería desatar una discusión. — El padre de JaeJoong se ha comunicado conmigo, él... nos ha invitado a cenar a su casa el próximo viernes.

— No.

— TaeHyun...

— No, BeomGyu — TaeHyun quiso alejarse, pero el agarre de BeomGyu se apretó. — No, no quiero ver a nadie de esa familia, ni siquiera quiero ver a ese bastardo.

— Es un niño, TaeHyun.

— ¡Es un Alfa imbécil al que mataría con mis propias manos si me lo pones delante, BeomGyu!

El de menor estatura volvió a revolverse para liberarse de los brazos del Alfa, sin embargo, se rindió al ver la advertencia en los ojos de BeomGyu.

— Por favor, Gyunnie...

— Si vamos... — dijo BeomGyu, poniéndose de pie, aunque sin soltarlo — es posible que hablemos con más calma y podamos llegar a un acuerdo, TaeHyun, ¿está claro? — suavizó su tono de voz. — TaeHyun, te lo ruego, escúchame. Ya no quiero pelear más contigo, pero necesito que pongas de tu parte. No quiero que nuestro matrimonio se destruya, bebé.

TaeHyun sintió su garganta apretada al mirar a BeomGyu, su rostro suplicante, su cara necesitada, y se obligó a abrazarlo una vez más. El olor del Alfa siempre le calmaba cuando se alteraba.

Su matrimonio. Su relación con BeomGyu. ¿Cómo podía fingir que ellos eran desconocidos cuando era su marido? No solo eso, sino también el padre de sus hijos. Su Alfa. Su otra mitad. Su compañero de alma.

BeomGyu era todo para él, después de todo, eso se lo enseñaban en el colegio. Los Alfas eran la vida entera de los Omegas.

— Una cena — concedió TaeHyun —, y tú pondrás de tu parte, Gyu. Me vas a ayudar a que ese Alfa deje a nuestro cachorro en paz.

— Te lo prometo, mi amor — dijo BeomGyu, besando la coronilla de su cabeza.

TaeHyun cerró sus ojos, inhalando el aroma de BeomGyu, aunque dándose cuenta de algo desconsolador.

No había calma ni tranquilidad ni alivio. Su Omega ya no estaba a gusto con el olor de su propio Alfa, y eso empeoraba todo el panorama.

¡Gracias por leer!

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