08
Parte Dos: Otoño.
TaeHyun soltó una risa escandalosa al sentir la boca de BeomGyu sobre la piel de su cintura, su lengua humedeciendo esa zona, y sus dedos se deslizaron por el cabello de color café del Alfa, suspirando cuando un pequeño beso fue depositado allí.
Se sentía muy, muy feliz en ese pequeño nido que hizo en su primer celo con su marido. Su Alfa.
Sintió una corriente de placer cuando las manos del más alto lo abrazaron por la cintura, pegándolo a su cuerpo, y la nariz de BeomGyu se enterró en su cuello, allí donde tenía su marca, dejándolo impregnado en su olor. Le gustaba mucho eso, sentir el toque del Alfa sobre su piel, gruñendo en señal de posesividad, de cariño.
Su mamá le había dicho eso cuando estaba recién saliendo con BeomGyu. Cuando iban a fiestas, el mayor lo agarraba por la cintura mientras sonreía antes de frotar su cabellera contra su cuello. A TaeHyun no le gustaba mucho que lo hiciera en público; para él, era una acción demasiado íntima, pero su mamá solo hizo un movimiento con su mano para restarle importancia.
"— Es normal que lo haga, y es bueno que actúe así — le corrigió entonces —. Si un Alfa es posesivo contigo, TaeHyun, significa que te ama."
TaeHyun tenía dieciséis años y aún no podía encontrar la relación entre ambas palabras, pero trató de hallarle lógica a ello, porque no quería que BeomGyu terminara con él por su mala actitud.
Así que, con esfuerzo, logró ver aquella acción como si fuera algo romántico.
La alarma de su celular sonó entonces, haciéndolo salir de su ensoñación, y estiró su mano para apagarla, enderezándose a pesar de los gimoteos bajos de BeomGyu, cómodo también en ese pequeño nido que le pertenecía a TaeHyun. Le gustaba estar allí con su Omega, porque le hacía sentir que el más bajito necesitaba de él, era su otra mitad, y odiaba cuando eran interrumpidos en esos pequeños instantes de amor que tenían.
El Omega agarró el vaso con agua que había sobre la mesita y, con su otra mano, tomó los anticonceptivos que había a un lado.
BeomGyu los observó, su ceño levemente fruncido.
— ¿Estás enfermo? — le dijo, con clara preocupación.
TaeHyun sacó la pastilla, pero sacudió la cabeza.
— Son las pastillas anticonceptivas — dijo, antes de tragársela, bebiendo agua, y luego volvió a acurrucarse contra su Alfa.
Pero BeomGyu ahora se alejó, una mirada de shock en su rostro.
— ¿Qué? — preguntó. — ¿Las sigues tomando?
El Omega lo miró, confundido. BeomGyu sabía que tomaba anticonceptivos para no tener bebés, no todavía. Los estaba consumiendo desde hace más de un año, porque empezó a tener una vida sexual con el Alfa, y al más alto no le gustaba el condón, entonces, era su responsabilidad cuidarse.
— Sí — le dijo —, los dos habíamos dicho que no debíamos tener bebés por ahora...
— Pero eso era cuando estábamos de novios — replicó BeomGyu —, ahora estamos casados, TaeHyun, no entiendo por qué continúas con ellas.
TaeHyun no lo entendía. ¿Qué cambió? Estaba bien, ahora vivían juntos y más adelante podrían tener niños, pero... pero ellos tenían dieciocho años, ¿cuál era la necesidad de formar una familia tan temprano?
TaeHyun no quería niños. No a esa edad.
— Porque... — humedeció sus labios, nervioso — no quiero bebés todavía, Gyu.
La expresión de BeomGyu cambió por completo.
— ¿No quieres formar una familia conmigo? — le dijo, su tono herido.
— No he dicho eso — contestó — pero... a mí me gustaría seguir estudiando y...
— ¿Y para qué? — siguió presionando BeomGyu. — Soy el Alfa a cargo, yo me haré responsable de nuestros gastos, TaeHyun.
Sus cejas se arrugaron al escucharlo hablar, su estómago apretándose por las palabras que decía el más alto, como si fuera de lo más normal, como si no hubiera problemas con ellas.
"¿Y qué problema hay?", dijo una vocecita en su interior que, extrañamente, sonaba como su mamá "En todas las familias, el Alfa es quien manda, ¿qué es lo distinto aquí?"
— Pero...
— Está bien — le soltó BeomGyu, girándose, dándole la espalda y rompiendo su nido —, si no quieres bebés, no me importa. Solo no pensé que fueras tan egoísta, TaeHyun.
TaeHyun no lo entendía bien. Le costaba encontrarle sentido a todo eso, pero su mamá siempre le decía que su Alfa tenía razón y su deber era hacerlo feliz, si no, era un mal Omega.
Él no quería serlo.
Lo abrazó por detrás, triste, su garganta apretándose, todo su mundo dando vueltas.
— Está bien, Gyunnie — le susurró —, dejaré las pastillas. Tengamos muchos cachorritos, está bien, ¿mi amor?
BeomGyu lo abrazó de vuelta, feliz, pero TaeHyun se sentía miserable.
Entonces despertó de golpe, sudor en su rostro, su cabello pegándose a su cara.
— ¿TaeHyun? — gruñó BeomGyu, medio dormido a su lado, su rostro ojeroso.
TaeHyun lo ignoró, poniéndose de pie y yendo hacia el cuarto donde JungWon tenía una pesadilla. No era necesario que lo escuchara, su instinto demandaba que fuera donde su pequeño bebé.
Entró al cuarto, haciendo caso omiso del olor a pena y dolor, subiendo a la cama donde una pequeña figura se retorcía, y lo abrazó de golpe. Sus brazos rodearon el delgado cuerpo del niño, murmurando en voz baja para tranquilizarlo, liberando feromonas de calma, de amor.
— Estoy aquí, estoy aquí...
JungWon despertó también, desorientado, sus ojos llenos de lágrimas, para luego devolverle el abrazo y enterrar su rostro en el pecho del Omega. Con ese movimiento, TaeHyun la vio.
La marca en el cuello de JungWon.
Dolor estalló en su corazón porque su cachorrito se deshacía en lágrimas contra él como todas las noches, desde hacía una semana, y él no podía hacer nada para hacerlo sentir mejor. Nadie en esa casa podía hacer algo para callar las horribles pesadillas que el menor tenía.
Cerró sus ojos brevemente, enterrando su nariz en el pelo sucio de JungWon, pero sin importarle demasiado, no cuando debía sostenerlo para que así pudiera dormir.
Vio una sombra en la puerta del cuarto, sin embargo, ignoró a BeomGyu, meciendo a su cachorrito ya medio dormido.
— Vuelve a la cama, TaeHyun — pidió BeomGyu, su voz cansada, agotada.
TaeHyun negó con la cabeza.
— JungWon me necesita — contestó TaeHyun.
— Llevas una semana durmiendo con él — replicó BeomGyu. — Yo te necesito.
"Mentiroso" quiso decirle, la rabia carcomiendo su corazón, haciéndole sentir más enojado que nunca, "tú no me necesitas. Tú quieres poseerme".
Ignoró al Alfa de pie ante él, dedicándose a secar las lágrimas secas de su pequeño.
— TaeHyun — insistió BeomGyu.
Otro instante de silencio.
— Haz que pague — dijo TaeHyun, con voz helada —, haz que ese maldito hijo de puta pague, y solo ahí volveré a la cama, BeomGyu.
BeomGyu se marchó, enfurecido, y TaeHyun besó a su niño en la mejilla.
— Lo siento — susurró JungWon contra su pecho, volviendo a llorar.
— No es tu culpa — murmuró TaeHyun —, nada de esto es tu culpa.
TaeHyun estaba con ChaeYoung cuando recibió la llamada del colegio.
Cuando su mundo se desmoronó de golpe.
— ¿Hola? — contestó, pensando brevemente que debían estarlos citando para una reunión, para...
— ¿Hablo con la madre de Choi JungWon? — contestó una voz helada al otro lado.
Frunció el ceño.
— Sí, ¿qué está...?
— Está hablando con la enfermera del colegio, necesitamos que venga inmediatamente debido a su hijo — fue la rápida respuesta que recibió antes de que cortaran.
TaeHyun se congeló, sorprendido, para despedirse de ChaeYoung y partir hacia el colegio, pensando que quizás su cachorro se metió en una pelea, o quizás HeeSeung...
Pero no estaba preparado para ese escenario.
Para ver a su cachorro mimado, su bonito y tierno JungWonnie, llorando a lágrima viva mientras se aferraba a SungHoon, una gasa ensangrentada en su cuello.
TaeHyun inhaló el aire, sintiendo como su corazón se detenía al casi palpar el olor Alfa encima de JungWon.
Su cachorrito de doce años estaba marcado.
Si hubiera estado solo, probablemente habría caído de rodillas, pero no podía hacerlo. No, ahora debía abrazar a su bebé, sostenerlo porque, por su evidente actitud, no fue una marca consensuada.
— Fue Hwang — escupió HeeSeung, algo alejado, ya que, cuando quiso acercarse a su hermano menor, provocó que llorara con más fuerza —, ese bastardo lo acorraló en los baños y lo marcó.
TaeHyun no preguntó dónde estaban ellos. Eso era lo de menos.
— ¿Dónde está ese monstruo? — espetó, escondiendo el rostro de su hijo en su pecho y volteándose hacia el director del colegio que acababa de llegar. — ¡Quiero que ese abusador sea expulsado de este lugar!
— JaeJoong ha declarado que JungWon lo provocó — dijo el director Shin, su ceño fruncido. — ¿Qué hacía el niño Omega en el baño? Cuando lo encontraron, tenía puesta solo la toalla.
TaeHyun sintió como todo su interior se congelaba al escuchar las palabras del director. De ese director Alfa.
— ¡JungWon jamás provocaría a ese cerdo! — saltó HeeSeung, su rostro colorado por la ira.
— No le faltes el respeto al director, Choi HeeSeung — dijo la enfermera, con una expresión de advertencia.
— ¡Es lo cierto! — replicó SungHoon —. ¡Nuestro hermanito lo evita todo el tiempo, ¿cómo pueden...?!
— Quiero irme a casa, mami — susurraba JungWon contra su pecho, pero TaeHyun ocultó el rostro de su bebé para que llorara tranquilamente, su corazón rompiéndose en mil pedazos.
Se sentía helado a más no poder, todo su interior estremeciéndose ante la situación, escalofríos recorriendo su cuerpo, y parpadeó para alejar las punzantes lágrimas de sus ojos.
JungWon estaba marcado. Marcado por un monstruo.
Los Omegas podían obtener marcas desde los diez años en adelante, antes de tener sus celos, pero TaeHyun creía que vivían en una sociedad decente en la que esas situaciones estaban prohibidas, en que esa acción podría causar un rechazo hacia el Alfa, no hacia el Omega. Lo peor, sin embargo, no era eso.
Lo peor era que, al tener su marca, JungWon tendría que pasar su primer celo con su ahora Alfa. Y todos los Omegas tenían su primer celo con trece años. En poco más de seis meses.
TaeHyun jamás permitiría esa atrocidad.
SungHoon tenía agarrado a HeeSeung de la camisa, que parecía dispuesto a lanzarse sobre el director, cuando BeomGyu apareció. Traía una expresión pálida, y tapó su nariz apenas entró al sentir todas las feromonas de pena y dolor que decoraban el aire.
— ¿Qué ha pasado? — preguntó con su voz grave. — ¿JungWon...? — enmudeció al notar la gasa en el cuello del niño y a TaeHyun abrazándolo con sobreprotección, como si pudiera protegerlo con su cuerpo.
El director Shin aclaró su garganta.
— Felicidades, su cachorro tiene una marca — dijo, como si nada.
TaeHyun no se lo aguantó: velozmente, soltó a JungWon, lanzándose sobre ese horrible hombre que acababa de decir tan asquerosas palabras, su mano golpeando el rostro de Shin, sus uñas rasgando su piel.
BeomGyu tuvo que agarrarlo y alejarlo para que no lo matara con sus manos, sacándolo de allí, y entre gritos y llantos lo llevó hacia el auto. SungHoon arrastró a un destrozado JungWon en su espalda, y HeeSeung siseó una advertencia hacia esos adultos insensibles.
En el auto, TaeHyun volvió a abrazar a JungWon, que no dejaba de llorar.
— Vamos a la comisaría — exigió TaeHyun —, ¡quiero que denunciemos a ese bastardo!
BeomGyu permaneció en silencio.
— Papá... — murmuró HeeSeung.
— JungWon — habló BeomGyu —, ¿qué ha pasado?
Los labios del menor temblaron, pero su respuesta fue abrazar a TaeHyun con más fuerza, su rostro desapareciendo en el hombro del mayor.
— JungWon — insistió BeomGyu.
— ¿No es obvio? — espetó TaeHyun —. Ese hijo de puta lo acorraló y mordió contra su fuerza. A la comisaría, BeomGyu.
— ¿Y qué esperas lograr? — escupió BeomGyu. — ¿Realmente crees que van a tomar en cuenta tu denuncia, TaeHyun?
— No te lo estoy preguntando, BeomGyu — replicó TaeHyun. — Vamos ahora.
BeomGyu se detuvo bruscamente. HeeSeung soltó una maldición mientras SungHoon abrazó sus piernas contra su pecho. JungWon lloró con más fuerza.
— ¡Quiero saber qué mierda ocurrió allí, JungWon!
TaeHyun abrió la puerta del auto, ignorando los gritos de los mellizos y sacó a JungWon de allí, sin importarle estar haciendo un escándalo, sin importarle si estaba llamando la atención de todo el mundo. Sin pensarlo demasiado, comenzó a caminar con su cachorro aferrado a él con una desesperación casi dolorosa, sin voltearse.
— ¡TaeHyun! — gritó BeomGyu, enfurecido, deteniendo el vehículo y volteándose hacia los mellizos —. ¡Quédense aquí! — ladró en voz Alfa, obligándolos a permanecer dentro del auto. SungHoon no tuvo más remedio que obedecer, en tanto HeeSeung pareció luchar contra la orden. — ¡TaeHyun, detente!
TaeHyun no se detuvo, solo apretó con más fuerza a JungWon a un costado suyo, que no dejaba de llorar.
BeomGyu lo agarró del brazo y TaeHyun comenzó a forcejear.
— ¡Suéltame, BeomGyu! — le gritó, odio en su voz al notar lo que pretendía hacer. — ¡No te atrevas a...!
— ¡Vuelve al auto ahora mismo!
Su Omega interior se estremeció, sin embargo, soltó un gruñido enfurecido, todo dentro de él luchando contra la imposición. TaeHyun en lo único en que podía pensar era en "ese Alfa marcó a mi bebé, lo forzó, le hizo daño; tiene que pagar, lo haré pagar" y ninguna orden de BeomGyu podría cambiar ese pensamiento.
Retrocedió, observando la mirada sorprendida de BeomGyu al notar que se resistió a su orden. Al notar que estaba luchando contra su jerarquía.
Pero fue breve, muy breve, porque enseguida endureció su mirada, y TaeHyun no pudo luchar cuando volvió a hablar con mayor intención, con más fuerza en su voz para que no se resistiera a él.
— Vuelve. Al. Maldito. Auto. Ahora.
TaeHyun se sintió como un títere, pero eso no significó que se callara ante su orden.
— Me das asco — y le escupió a los pies, caminando de regreso al vehículo mientras ignoraba la expresión congelada de su Alfa.
El camino a casa fue hecho en silencio.
JungWon apenas habló el resto de la semana, siendo un muñeco de trapo que se dejaba manipular por el resto, especialmente por su mamá, que estaba todo el día junto a él, pero no le importaba. No cuando era TaeHyun quién atendía la marca sangrante en su cuello.
— Duele — fue una de las pocas palabras que dijo el segundo día, acostado, con lágrimas deslizándose por su rostro silenciosamente mientras TaeHyun vendaba la herida, tratando de no mirarla demasiado.
Las marcas se hacían cuando el Alfa estaba dentro del Omega, anudando y, si bien dolía en el momento, si era mutuo, era un dolor soportable. Más porque el Alfa se dedicaba a lamer la herida, pues su saliva guardaba propiedades curativas; TaeHyun recordaba que BeomGyu hacía eso cada vez que le marcaba.
Sin embargo, cuando era forzado, el dolor era peor. Y no quería preguntarlo, pero sospechaba que JaeJoong ni siquiera se detuvo a lamer la herida.
Su bebé tenía doce años, y ya estaba pasando por todo ese dolor.
TaeHyun besó su mejilla.
— Te amo, cachorrito — le dijo, acostándose a su lado, y JungWon se removió para ocultar su rostro en su pecho otra vez, como hacía cuando tenía tres años y se asustaba.
Había dejado de actuar de esa forma cuando cumplió diez años, alegando ser un niño ya grande, sin embargo, TaeHyun no podía alegrarse por ello. No cuando el motivo por el que su bebé estaba actuando de esa forma era porque lo destrozaron.
— Lo vamos a denunciar, JungWonnie — aseguró, apagando la luz para dormir.
— ¿Seguro, mami?
— Tú jamás serás su Omega. Jamás, JungWon.
JungWon lo miró y TaeHyun también lo hizo. Semanas antes, se sintió muy triste y deprimido por el actuar de sus hijos, de sus bebés, pero ahora, luego de tanto, sosteniéndolo contra él, se dijo que no importaba nada más. Que JungWon siempre sería su cachorrito y era su deber protegerlo de todo. Él, gustoso, se enfrentaría con cualquier Alfa de mierda que quisiera hacerle daño, dándole lo mismo si salía herido en el proceso.
— ¿Lo prometes, mami? — susurró, su voz quebrada y destrozada.
— Tendrán que pasar por sobre mi cadáver para que yo te entregue, mi amor.
JungWon sonrió. Con debilidad, sus ojos tristes, más bien una mueca que otra cosa, pero era suficiente para TaeHyun. Era suficiente en ese momento.
— Te amo, mami.
— Yo también, cariño.
Esas primeras seis noches las pasó durmiendo con JungWon, atendiéndolo en todo momento, sin presionarlo para sacarlo de la cama ni obligarlo a irse a bañar. SungHoon y HeeSeung, silenciosos y poco exigentes, se iban al colegio caminando ahora, sin pedir que su mamá los llevara, mientras que BeomGyu poco hablaba luego de esa pelea que tuvo con su Omega.
TaeHyun tampoco cenaba con ellos: preparaba la comida, la servía, y luego iba con una bandeja al cuarto de su hijo menor. Comía con él, tratando de distraerlo de todo lo que ocurría a su alrededor, sosteniéndolo por las noches cuando se ponía a llorar.
Sin embargo, para la séptima noche, BeomGyu apareció en la cocina, cuando estaba sirviendo los platos.
— Vuelve a la cama — le dijo, aunque TaeHyun no se volteó.
Recordaba todavía la voz Alfa sobre él, obligándolo a irse a su lado, callando sus decisiones.
— Estás bien sin mí — fue lo que contestó.
Pero eso no fue suficiente para BeomGyu. Esa respuesta no lo dejó satisfecho.
Se cruzó frente a él y TaeHyun lo miró a los ojos. Había ojeras en su cara, sus labios estaban agrietados y su rostro más pálido que nunca, sin embargo, no hubo preocupación en él. TaeHyun solo quería volver al cuarto de JungWon para darle de comer y seguir curando su marca, que ya estaba cicatrizando.
— Te extraño — habló BeomGyu de pronto, llamando su atención —, bebé, de verdad… yo...
— ¿Qué estás haciendo por JungWon? — dijo TaeHyun. — Sigo esperando a que me acompañes a la comisaría, BeomGyu.
— TaeHyun, por favor.
El Omega lo observó y decidió ceder. "Quizás", pensó, "si lo tengo feliz, él por fin decidirá actuar para que ese bastardo pague".
Así que, en la noche, arropó a su cachorro, besando su mejilla y llenándolo de feromonas.
— ¿No dormirás conmigo, mamá? — preguntó, su expresión alterada.
— Papá quiere que pase la noche con él — le trató de explicar.
— No — sollozó JungWon. — No, no te vayas, mami, por fa-favor...
— Estarás bien — le aseguró —, si me necesitas, vendré enseguida, bebé.
— ¿Lo... lo pro-prometes?
— Siempre, JungWon. Siempre estaré aquí.
Así que, esa noche, fue con BeomGyu, pero despertó por las pesadillas de JungWon, así que corrió a consolarlo. A eso, se le sumó la pelea con su esposo.
No le importaba. Le daba lo mismo a esas alturas.
— ¿Mamá?
TaeHyun parpadeó cuando SungHoon habló, despertándolo de su ensoñación, dándose cuenta de que los huevos revueltos se le estaban quemando, y se apresuró en apagar la cocina, suspirando por el cansancio.
BeomGyu, sentado en la mesa, bebía su café en silencio.
Los mellizos, por supuesto, también estaban afectados por todo lo ocurrido: HeeSeung no entraba al cuarto de JungWon, porque el pequeño cachorro no quería ver a ningún Alfa, además de que no dejaba de auto-culparse por lo ocurrido. SungHoon, por otro lado... era el que se auto-culpaba con mayor intensidad, pues esa tarde no fue a buscar a su hermanito menor enseguida, ya que se enrolló con SeongHwa unos minutos más en los baños.
Fue, además, SungHoon quien descubrió a JungWon llorando, con su cuello sangrando, estremeciéndose con fuerza mientras se ahogaba en su dolor.
— ¿Qué ocurre, Sunggie? — preguntó, comenzando a preparar el desayuno de JungWon también.
El mellizo menor mordió su labio inferior.
— El maestro de taekwondo me ha preguntado por JungWon... — dijo, su voz afectada por completo — JaeJoong ha estado diciendo que Wonnie es su Omega, entonces, él ya no tiene permitido seguir yendo al club...
La sartén, que TaeHyun sostenía, cayó al suelo. Hubo un tenso silencio.
— No digas eso, SungHoon — dijo TaeHyun con voz grave. — JungWon no tiene ningún Alfa.
— Sí, mamá.
— TaeHyun — espetó BeomGyu, levantando la vista —, es hora de que JungWon vuelva al colegio. Ya ha faltado una semana.
— Lo vamos a cambiar — replicó TaeHyun —. JungWon no seguirá yendo a ese colegio de mierda, que no ha hecho nada para expulsar a ese bastardo que lo atacó.
Otro silencio tenso.
— Por otro lado — continuó TaeHyun, recogiendo la sartén —, sigo esperando a que te pongas los putos pantalones y vayamos a denunciar lo ocurrido, BeomGyu.
— Me estás faltando el respeto — advirtió el Alfa.
— Tú mismo te faltaste el respeto al actuar como un patético cobarde que no ha hecho nada por su familia — le espetó, dejando la sartén sobre el lavaplatos con brusquedad.
BeomGyu estaba respirando aceleradamente, la furia palpable en su mirada, su mandíbula apretada, pero TaeHyun no tenía miedo. Su Omega tampoco. Todo dentro de él ardía en odio e ira por la situación.
— Hablé con el director Shin — le escupió BeomGyu —, y me ha dicho que Hwang JaeJoong le contó que JungWon no se resistió. No le dijo que no ni con fuerzas, y solo permaneció quieto cuando lo marcó.
— ¡JungWon estaba aterrado, BeomGyu, estaba en shock por eso!
— ¡Asume de una vez, TaeHyun, que esto es tu maldita culpa! ¡Te lo advertí, te lo dije!
— ¿De qué mierda hablas, BeomGyu?
El Alfa se puso de pie. Los mellizos se encogieron, incluso HeeSeung pareció hundirse en su asiento, pero a TaeHyun no le interesaba.
— Ese Alfa viene molestando a JungWon desde hace mucho — dijo BeomGyu, su voz altiva —, y te dije que lo mejor era sacar a nuestro hijo de ese club, pero tú insististe en ello, todo porque él te convenció.
TaeHyun sintió su corazón helado ante sus palabras, con su expresión congelada, su rostro tenso, escuchándolo en asfixiante silencio. BeomGyu siempre fue especialista para herirlo allí donde más le dolía, parecía conocer con exactitud todos sus puntos débiles, apretándolos y estrujándolos cuando quería hacerle daño.
— Me prometiste un cachorro, ¿no, TaeHyun? Un cuarto cachorro si JungWon permanecía allí, y te lo permití, porque quería hacerte feliz así, pero te lo advertí: te dije que si ocurría otro incidente, sería tu culpa — BeomGyu chasqueó su lengua —. Y, aun así, seguiste adelante. Y mira cómo ha terminado todo, ¡JungWon tiene una marca y todavía no me das al cachorro, TaeHyun!
— ¡Vete a la mierda, BeomGyu! — gritó TaeHyun, empujándolo —. ¡¿Todavía quieres un puto cachorro?! ¡Pues ¿sabes qué, Alfa?! ¡No te daré nada, no pienso darte ningún bebé! ¡Puedes quedarte con las jodidas ganas de otro hijo, porque lo único que te daré yo es una mierda, bastardo insensible!
Volvió a empujarlo, saliendo de la cocina y yendo al cuarto de JungWon, pero no lo vio en la cama, y el pánico se atenazó en su estómago. Sin embargo, duró solo un instante, porque escuchó enseguida el llanto proveniente del armario, así que no dudó en ir allí, abriéndolo, viendo a su pequeño bebé acurrucado y deshaciéndose en llanto.
Lo atrajo a su pecho, lo sostuvo y llevó a la cama.
— Es mi cu-culpa — sollozaba y repetía JungWon.
— No — lo obligó a sostenerle la mirada —, tú jamás serás culpable de nada.
La puerta del cuarto se abrió y SungHoon se asomó, con lágrimas en sus ojos también.
— ¿Mamá? — dijo, con la voz quebrada. — No... no qui-quiero ir a clases, ¿pu-puedo...?
— Ven — le dijo, su tono bajo. — Ven, Sunggie.
SungHoon no lo dudó: se subió a la cama llorando y dejó que TaeHyun le abrazara, aferrándose a JungWon también, y TaeHyun los sostuvo.
Eran Omegas, ellos lo sabían desde hace mucho, pero, al parecer, solo en ese momento, le estaban tomando el peso a lo que esa simple palabra significaba.
¡Gracias por leer! <3
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